TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 23 de febrero de 2013 llego” //T05 Los pasos de una buena elección 1. INTUICIÓN INFORMADA Primero llega el “dolor de guata” de que algo no está bien, pero no se confíe sólo de eso: la intuición debe acompañarse de la razón. Y luego ambas se deben desarrollar y perfeccionar en el tiempo a través de un proceso continuo de experiencias, evaluación e internalización. 2. DESECHE OPCIONES Priorice las alternativas antes de tomar una decisión. Si son demasiadas opciones, habrá más posibilidad de retrasar su elección o posponer las cosas, aun cuando esto vaya en contra de sus propios intereses. Si no lo hace, es probable que su elección sea menos satisfactoria. 3. COMPARE LAS ALTERNATIVAS Por lo menos si quiere sentirse más seguro de sus propios juicios. Y tiene resultado: algunos experimentos demuestran que las personas que comparan sus alternativas antes de tomar una decisión final, aumentan casi en 75% su predición de los resultados de su elección. sión más complicada como pareja: decir “hasta aquí llegamos”; desechar el esfuerzo de 10 años para ser padres biológicos. No querían intentar más. Pero con eso renunciaban también a la idea de saber si alguna vez les resultaría. Aun así Gloria estaba feliz, después de mucho tiempo, la adopción, esa que por años rondó como una opción poco tangible empezó a cobrar fuerza. Un año más tarde de ese minuto decisivo, y después de un proceso de adopción, hoy son padres. Es un proceso lento darnos cuenta de nuestros propios engaños. Y a algunos nos cuesta más que a otros. Pero es también a medida que crecemos que vamos aprendiendo de este proceso. Según dice Sheena Iyengar, experta en tomas de decisiones de la Universidad de Columbia y autora del libro El Arte de elegir, todas estas decisiones que implican detenerse, se van haciendo más fáciles con la edad. Esto sucede porque nuestra corteza prefontal (donde está la toma de decisiones) continúa desarrollándose mucho después de la adolescencia. La corteza prefontal se somete a un proceso de crecimiento y consolidación que sigue para adelante a mediados de los 20 años. Por eso los niños y adolescentes son más propensos a actuar por impulsos. A pesar de todos - “¿Y después de 30 años? ¿No es mejor se- “Tenemos frases como ‘los ganadores nunca se rinden’ que refuerzan la importancia de apegarse a las cosas. Por eso nos preocupa que decir basta nos etiquete como desertores”. guir ?” Esa pregunta la escuchó Elena (52) una y otra vez cuando les contaba a sus amigas que, tras 30 años de matrimonio, se había separado. En la última década, las caminatas por el barrio, las salidas a bailar y las conversaciones hasta tarde con su marido se convirtieron sólo en buenos recuerdos. Todo empeoró en los últimos dos años: ya no se miraban, no se despedían y lo único que ella quería es que no llegara la noche porque él volvería del trabajo. Un día, sin decir nada ella se fue de la pieza de ambos. A las dos semanas, él ya no estaba en la casa. Fue la forma de decir basta, sin ninguna palabra de por medio. “Podría haber seguido así mucho tiempo más. Cuando dije ‘ya no quiero más’ llegó el alivio. Quizás lo podría haber hecho mucho tiempo antes... pero tenía muchos miedos ”, dice. Elena ya tenía claro que no tenía sentido seguir con su marido, pero a pesar de eso un miedo persistió por mucho tiempo, el del fracaso: si se casó para toda la vida, no podía abandonar la tarea. “Era en lo que creía, ahora me doy cuenta que es un tema de egos. Me quedaba esperando porque pensaba que yo podía, que no me la podía ganar, que yo tenía que solucionarlo. En eso pasé mucho tiempo y podría haber estado mucho más”, cuenta. Art Markman, profesor de Psicología y Marketing de la Universidad de Texas en Austin, dice a Tendencias que, justamente, las creencias son determinantes para animarnos a dar el primer paso. “Tenemos un montón de frases como ‘los ganadores nunca se rinden’ que refuerzan la importancia de apegarse a las cosas. Por eso nos preocupa que alejarnos o decir ‘basta’ nos etiquete como desertores”, explica. Así, el tema es con nosotros mismos, pero también con el resto. En sociedades individualistas como las nuestras, se premia el perseverar incluso en momentos difíciles. Por esta mirada las personas suelen quedarse en donde están y evitan el decir “hasta aquí llegué”. “En el caso del Papa Benedicto XVI, ha habido una gran cantidad de críticas por su decisión de renunciar. Esto refleja la creencia general de que las personas no deben alejarse de las tareas difíciles. Y esa crítica también influye en otras personas que están pensando en alejarse de algo difícil”, dice. La sociedad pesa más de lo que creemos. Para Elena la determinación estaba lista, pero no por eso no le molestaba que le preguntaran si no era mejor seguir así. “Claro que no era mejor, yo estaba peor”, dice. Iyengar explica a Tendencias que, depende de qué tipo de cultura vivimos es cómo tomamos decisiones. “Los de sociedades individualistas son más propensos a tomar en soledad la decisión de dejar de hacer algo. Si les va mal, la culpa es sólo de ellos. En cambio, en las colectivistas son más propensos a consultar con sus grupos antes de decidir y, si no resulta, la responsabilidad es compartida”, agrega. Elena no lo consultó con nadie. Ni a su marido. Hacía seis meses tenía claro que cuando su hijo se titulara se iba a cambiar de pieza. “Nunca me dio miedo empezar de cero. El último tiempo esperaba que pasaran los días para cumplir con mi determinación. Esa mochila me pesaba. La primera noche sola, después de mucho tiempo, pude dormir. Me sentía feliz. Sin mochila. Por fin lo había hecho”.T