comparsa de gigantes, cabezudos y caballicos de huesca

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El Señorito
“El señorito es muy fino / que lleva calzones de lino”.
El Inglés
“El Inglés feo es / no lo entiendo / habla al revés”.
Gigantes
La caracterízación actual de los gigantes, los masculinos como maceros o heraldos –aunque posteriormente se los consideró reyes– y los
femeninos con trajes tradicionales altoaragoneses, nació en 1860 con
la renovación de la comparsa por el artista zaragozano Félix Oroz.
Reyes Pedro I y Alfonso I de Aragón
El Concejo oscense, el cabildo de la Catedral y la Universidad
de Huesca acudían en siglos pasados –y el Ayuntamiento sigue
haciéndolo hoy– precedidos por maceros, portando valiosas y
artísticas mazas ceremoniales de plata.
Los gigantes masculinos son eso: maceros y heraldos, en cuyas vestimentas figuran cuatro emblemas heráldicos: los dos
escudos que ha tenido Huesca, las barras aragoneses y el escudo de la cruz de San Jorge y las cuatro cabezas de reyes
moros, que se consideraba creado tras la batalla de Alcoraz y
la conquista de la Huesca musulmana.
Desde hace tiempo, sin embargo, los gigantes han recibido el
nombre de dos reyes de Aragón: Pedro I, cuya figura ha sustituido la maza por la espada, y su hermanastro Alfonso I, que
sigue llevando maza ceremonial. Pedro I (1094-1104), tercer rey
de Aragón, conquistó la Huesca islámica en 1096 tras vencer en
Alcoraz. Alfonso I el Batallador (1104-1134), cuarto rey de Aragón, conquistó Zaragoza en 1118 y está enterrado en la iglesia
oscense de San Pedro el Viejo, junto a su hermano el rey Ramiro
II el Monje (1134-1137), el protagonista de la leyenda de la Campana de Huesca.
Chesa y Fragatina
Las gigantas femeninas llevan dos de los trajes tradicionales
más característicos del Altoaragón, pertenecientes respectivamente al Pirineo (valles de Ansó y Hecho) y las tierras llanas del
río Cinca (ciudad de Fraga).
La Chesa recibe este nombre, el de los habitantes de Hecho,
desde 1860. Sin embargo, en tiempos recientes es frecuente que
se la llame también Ansotana, por el otro valle pirenaico, el de
Ansó, en que pervive con gran fuerza la utilización de este singular traje.
Porteadores
Desde hace más de cuarenta años, las figuras de la comparsa son llevadas por miembros de la comunidad gitana de Huesca.
Durante el año 2011 los porteadores han seguido, dentro del programa
Iniciativa Urbana, un curso cuyos objetivos han sido un conocimiento más
profundo de la historia de la comparsa y la preparación de nuevos bailes,
bajo la dirección de Eugenio Gracia Marco. Dichos bailes son La Trenza
de Huesca, Toque de Caballicos, San Vicente, La Campana, Zagalicos y
las Pajaritas.
Música
La comparsa de Huesca ha ido, históricamente, acompañada por una
gaita. Hay noticias de ello en los siglos XVIII y XIX. Y en las fotografías
antiguas de la comparsa aparece, asimismo, un gaitero.
Desde 1999, el acompañamiento musical de gigantes, cabezudos y caballicos corre a cargo de los Gaiters de Tierra Plana.
Bibliografía
Federico Balaguer Sánchez, “Los gigantes de Huesca”, Nueva España, 10-Agosto-1976, Julio Brioso y Mairal, “Gigantes y cabezudos”,
4Esquinas, nº 114, Agosto-1998, Carlos Garcés Manau, “El origen de
la comparsa de gigantes y cabezudos de Huesca (siglos XVII y XVIII)”,
Diario del AltoAragón, 10-Agosto-2008 y Luis Antonio González Marín
e Ignacio María Martínez Ramírez, Gigantes y cabezudos en Aragón,
Zaragoza, Ibercaja, 1990.
COMPARSA DE GIGANTES,
CABEZUDOS Y CABALLICOS
DE HUESCA
(1663 – 2011)
Texto: Carlos Garcés Manau. Historiador
La comparsa de Huesca, compuesta por cuatro
gigantes, cinco cabezudos y dos caballicos, es,
junto a la de Zaragoza, la más antigua y mejor
documentada de Aragón.
En 1609, durante unas fiestas de carácter religioso, participaron “cuatro gigantes de excesiva grandeza”. Fue en 1663, no obstante, cuando la
ciudad decidió contar con una comparsa permanente, gastando para la
confección de las figuras una suma considerable (313 libras jaquesas). Un
inventario de la casa consistorial, en 1664, menciona ya “un arca de pino
grande y nueva” que contenía las cabezas y manos de cuatro “gigantes”,
sus trajes y los vestidos de los “pequeños”.
un quinto cabezudo se sumó a los otros cuatro. Quizá fue en 1949, en
cuyas fiestas de San Lorenzo una nueva y efímera comparsa de seis cabezudos (tres cerditos, un borracho, el demonio y un lord inglés, que tal
vez fue el único que perduró) se añadió a la tradicional (Nueva España
de 7 y 10 de agosto de 1949).
tuvo gran importancia la labor, en 1860, del artista zaragozano Félix Oroz,
que dio a la comparsa algunas de las características que todavía conserva –por ejemplo, la caracterización de los gigantes masculinos como
heraldos o maceros y de los femeninos con trajes típicos–. La última gran
renovación de las figuras tuvo lugar en 1989, a cargo de Julio Luzán.
La primera actuación de la comparsa fue en la procesión de San Lorenzo
el 10 de agosto de 1663. La comparsa de Huesca cumplirá en 2013, por
tanto, trescientos cincuenta años de vida ininterrumpida.
La comparsa nacida en 1663 era, hasta cierto punto, similar a la actual.
Las noticias del siglo XVII hablan de cuatro gigantes, entre los que había,
al menos, una giganta. Alguno portaba maza, al igual que luce hoy el
gigante que representa al rey Alfonso I el Batallador. Los documentos
mencionan también “enanos” –negros incluidos– y “caballicos”.
La comparsa participaba en las procesiones del Corpus y de los dos
patrones de Huesca, San Lorenzo y San Vicente, pero lo hacía también,
ocasionalmente, en otras fiestas de la ciudad, tanto civiles como religiosas. La noticia más antigua de acompañamiento musical es de 1746, y
se refiere ya la gaita como instrumento a cuyos compases se movían las
figuras.
No está claro el significado de estas comparsas. En algunos lugares,
como Zaragoza, los gigantes representaban, probablemente, los cuatro
continentes (Europa, Asia, África, América). Pero no parece ese el caso
de Huesca. A fines del siglo XVIII, el canónigo oscense Vicente Novella
calificaba de “misteriosa” la significación de gigantes, cabezudos y caballicos.
Los materiales de que estaban hechos y su continuo uso hacían necesarios frecuentes arreglos y, en ocasiones, la renovación total de la comparsa. En el siglo XVIII conocemos la intervención de los escultores Juan
Sola (en 1732), Tomás Vicién (1736) o Valero Sola (1759). En el siglo XIX
Pese a tal sucesión de restauraciones y renovaciones, la característica
más destacada de la comparsa de Huesca es la permanencia. Para comprobarlo basta comparar fotografías antiguas y modernas de la misma.
Tal y como explican Luis Antonio González e Ignacio María Martínez en
su libro Gigantes y cabezudos en Aragón, “la comparsa oscense es la que
mantiene una mayor pureza y fidelidad en su tradición” (p. 72).
Las figuras de la comparsa fueron restauradas en el año 2007. En 2011,
en el marco del programa Iniciativa Urbana, con financiación europea,
y la colaboración de Caritas Diocesana, el Ayuntamiento de Huesca ha
desarrollado un proyecto de rehabilitación integral y puesta en valor de
la comparsa de gigantes, cabezudos y caballicos. Dicho proyecto ha incluido talleres ocupacionales, en los que se ha renovado el vestuario de
las figuras y se han acometido tareas de conservación y restauración de
las mismas.
Caballicos
El nombre “cabezudo” se empezó a utilizar en el siglo XVIII. Con anterioridad, los documentos oscenses llaman a estas figuras “enanos”,
“pigmeos”, “caretas” o “carazas”.
Tradicionalmente, los cabezudos, en Huesca y otros muchos lugares,
han sido figuras grotescas, incluso deformes. Estas características sirven de mofa y burla entre los más pequeños, para provocar la ira de
las figuras y que los persigan con sus palos. Con tal objeto, los niños
oscenses cantaban letrillas tan conocidas como aquellas de “Agüeleta,
cabeza de mosqueta”, “Negrito, cabeza de mosquito” o “Agüelo, cabeza
de ciruelo”.
Las letrillas y la música que incluimos a continuación, para cantárselas a los cabezudos y hacerles correr, han sido creadas por Eugenio
Gracia Marco.
El Agüelo
“Agüelo, agüelete / que te pesa el culete / que no andas ni
p’atrás / y de culo te caerás”.
Los caballitos, comunes en el folclore de diversas partes de España, son
figuras que imitan un pequeño caballo, del que cuelgan grandes faldones.
El porteador asoma la mitad superior de su cuerpo, mientras los faldones
ocultan sus piernas. A cambio, de los lados del caballo cuelgan otras dos,
pequeñas y falsas.
La Agüeleta
“La Agüeleta hace calceta / con un palo y una rameta”.
En Aragón, los únicos caballitos que han pervivido son, precisamente, los
“caballicos” de Huesca. En la restauración de 2007 se recuperó el segundo caballico, pues en años anteriores salía solamente uno, dado el mal
estado de la otra figura.
El Negrito
“Negrito bailón / Negrito zumbón / ya viene bailando con su
cabezón / ya viene bailando con su cabezón”.
Cabezudos
En las fotografías antiguas de la comparsa los cabezudos son cuatro, uno
menos que en la actualidad; es decir, el mismo número que los gigantes
y el doble de los caballicos. En algún momento del siglo XX, sin embargo,
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