Tres grandes amigos JOSÉ HUMBERTO MATOS COLONIA Agradecimientos Agradezco el apoyo de todas las personas que me ayudaron a la realización de este cuento. A Nachita por su apoyo incondicional. A Irene por su paciencia y por la revisión de este cuento. A Silvana y José porque, sin saberlo, me animan a seguir adelante. A Lorena López (LoLó) por sus consejos y magníficas ilustraciones. A mi amiga y maestra Yolanda Tamayo por su apoyo y por hacerme el honor de escribir el prólogo. Prólogo La integración exitosa y plena de personas con discapacidad a la vida comunitaria, requiere de la participación conjunta, responsable y decidida de niños, padres, maestros, autoridades y comunidad en general. Este principio rector que orienta a la educación en nuestro país, resulta fácil de enunciar, como difícil de hacerlo realidad. Por esta razón, me honro al escribir estas palabras con las que pretendo reconocer el interés y el esfuerzo del autor por contribuir de esta forma, a la lucha histórica por la igualdad de oportunidades educativas para todos los niños, incluidos aquellos con discapacidades. La sencillez y claridad con que se da el mensaje, aunadas a lo atractivo de sus imágenes, hacen de este cuento una obra amena, accesible y recomendada para todo público, pero lo más importante, es que reúne los atributos necesarios para sensibilizar al lector hacia una aceptación de las personas con discapacidad basada simplemente en la dignidad y en el derecho humano inalienable a la educación. ¡Felicidades! Profa. Yolanda Tamayo Estrada Introducción Las personas con discapacidad visual tienen el pleno derecho de integrarse a la sociedad donde viven. La historia de estos Tres grandes amigos nos enseña que estas personas, a pesar de no poder ver, pueden disfrutar de lo que hay en la sociedad, ya que si no las pueden ver, sí las pueden sentir y aprender de ellas. Muchas veces estas personas nos dan una gran lección a los que contamos con la vista, pues ellas a pesar de su discapacidad, son capaces de salir adelante y demostrarnos que todos tenemos derecho de disfrutar de las cosas bellas de la vida. El Autor Esta historia comienza en uno de tantos vecindarios que existen en la ciudad, donde viven tres grandes amigos: Luis de 10 años, Álvaro y María de 9 años cada uno. Luis asistía a la escuela primaria cercana a la vecindad, mientras que Álvaro y María quienes tenían permanecían sentados cada discapacidad uno en escuchando música, visual, su no casa les permitían realizar ninguna actividad por miedo a que se lastimaran, chocaran con las cosas y las rompieran, o les pasara algo peor. Por ese temor de sus padres, los niños no asistían a la escuela, ya que pensaban que era mejor que estuvieran en su casa, pues ahí estarían más seguros. Luis, el mejor amigo de estos niños, todas las tardes después de hacer la tarea de la escuela y ayudar en su casa, se reunía con ellos para platicar y contarles todo lo que hizo en la escuela, así como lo importante que era asistir a ella para aprender muchas cosas y que además tenía muchos amigos. Álvaro y María escuchaban con mucha atención todo lo que su amigo Luis les contaba acerca de la escuela y cómo se divertía con sus amigos, desenado algún día poder disfrutar todo lo que su amigo les comentaba. Cierto día, Luis se enteró que en el vecindario se estaba organizando una excursión al zoológico de la ciudad. En la tarde, cuando se reunió a platicar con sus amigos, emocionado les comentó de la excursión que se estaba organizando. Los niños se emocionaron y les encantó la idea de poder participar junto con su amigo Luis y los vecinos. Luis le comentó a los organizadores de la excursión sobre el interés de sus amigos por participar, a lo que en un principio se negaron, pero ante la insistencia de Luis aceptaron sólo si los padres de Álvaro y María daban autorización para que sus hijos asistieran. Se reunieron con los padres de los niños para comentarles el interés de sus hijos por ir a la excursión que la vecindad estaba organizando. Cuando los padres de los niños supieron que sus hijos querían participar, se sorprendieron mucho y se negaron a que sus hijos fueran. Los padres de Álvaro dijeron que no aceptaban que su hijo asistiera porque no iba a disfrutar del paseo, ya que por su discapacidad no iba a ver lo que pasaba. Los padres de María pensaban igual, además manifestaron que nadie cuidaría a su hija y tenían miedo que se lastimara. Los organizadores de la excursión y Luis insistieron con los padres de Álvaro y María para que aceptaran que sus hijos fueran, pero los padres de los niños se negaron a dar el permiso. Luis se fue a su casa muy triste, porque sus amigos no iban a poder ir a la excursión. Así iban pasando los días y, como todas las tardes, Luis se seguía reuniendo con sus amigos, quienes cada vez que podían le preguntaban sobre los preparativos de la excursión. Luis les decía que no insistieran con el tema, porque sus padres no habían dado permiso para que ellos asistieran, pero los niños tenían interés por conocer lo que sucedía fuera de su casa y del vecindario, además de conocer el zoológico de la ciudad. Luis no entendía las razones por la cuales los padres de Álvaro y María no daban el permiso para que asistieran a la excursión del zoológico, pues como todos los niños, sus amigos tenían derecho a jugar, disfrutar, aprender y conocer nuevos lugares. Cierto día, cuando Luis regresaba de la escuela, se le ocurrió una idea para que sus amigos pudieran conocer el zoológico de la ciudad, aunque no fuera en la excursión del vecindario. Luis pensó decir a los organizadores de la excursión que no iba a poder asistir porque sus amigos no irían, pero lo que realmente estaba planeando era que al primer descuido de los padres de Álvaro y María los llevaría al zoológico para que lo conocieran. Era una idea muy arriesgada, porque podría causar muchos problemas ya que se irían sin el permiso de los padres de sus amigos, además de que podrían también molestarse con él, pero estaba decidido a correr el riesgo, con tal que sus dos amigos salieran de sus casas y disfrutaran de la visita al zoológico. Luis les comentó a sus dos amigos la idea y les preguntó si estaban de acuerdo en correr el riesgo con él. Álvaro y María dijeron sí aún sin el permiso de sus padres, ya que juntos eran tres grandes amigos. Así fueron pasando los días y los niños seguían con sus actividades diarias y, cada vez que se reunían a platicar en secreto, se ponían de acuerdo de cómo llevarían a cabo su plan. Luis juntó todos sus ahorros para poder pagar los pasajes del autobús y la comida. Por fin llegó el gran día y los niños se fueron al zoológico tal como lo habían planeado sin que nadie se enterara en el vecindario Una vez que empezó la gran aventura, Álvaro y María se pusieron muy nerviosos en el autobús, pues era la primera vez que se subían a uno, pero Luis los calmó y les iba explicando todo lo que sucedía en el trayecto hacia el zoológico, lo cual escuchaban con mucha atención. Después de un rato, por fin habían llegado al zoológico y Luis se dispuso a pasear a sus amigos por todo el lugar. Lo primero que hicieron fue ir a donde estaban los animales. Luis les describía todo lo que sucedía y cómo eran los animales, entre ellos la jirafa, los leones, así como todos los demás que habían. Posteriormente, se fueron al área de juegos donde estaban la resbaladilla y los columpios. Luis los ayudó a subir a todos los juegos infantiles donde los tres se divirtieron y la pasaron de maravilla. Llegó la hora de la comida y los tres compartieron los alimentos que Luis había comprado con sus ahorros. Terminando de comer, se subieron al trenecito que los paseó por todo el zoológico. Mientras que los tres niños se divertían y la pasaban de maravilla en el zoológico, en el vecindario los padres de Álvaro y María se dieron cuenta que sus hijos no estaban, pues no los encontraban por ningún lado, lo que empezó a preocuparlos. Preguntaron a todos los vecinos si habían visto a los niños y la respuesta fue negativa, lo que desespero más a los padres. Se organizaron los vecinos para encontrar a los niños que seguían sin aparecer y todos estaban muy preocupados porque ya estaba por caer la noche. Llegó la noche y viendo que los niños no aparecían, sus padres decidieron llamar a la policía para que los ayudara a buscarlos, mientras que en la vecindad todos seguían angustiados tratando de encontrar a los niños. En el zoológico, Luis y sus amigos seguían felices disfrutando de su aventura, pero ya era tarde por lo decidieron regresar a la vecindad; así, tomaron el autobús que los llevaría de nuevo a sus casas. Los tres niños se encontraban cansados, pero muy contentos de lo que habían vivido, aunque preocupados por haberse ido al zoológico sin permiso de sus padres. Cuando llegaron a la vecindad, al verlos todos gritaron: –¡ahí están!, ¡ahí están!–, y de inmediato avisaron a sus padres, quienes salieron y les preguntaron dónde habían estado y por qué se salieron de su casa sin permiso. Los niños contaron que se fueron al zoológico y que Luis los llevó. Les contaron del plan que los tres habían armado para poder salir y que estaban muy contentos porque conocieron muchas cosas, además de todo lo que había sucedido en el camino y que se lo debían a su amigo Luis. Los padres estaban muy molestos porque sus hijos no habían obedecido lo que ellos habían dicho de que no podían salir, pero al ver que estaban muy emocionados contando todo lo que habían vivido, hablaron con ellos para explicarles que lo que hicieron no fue correcto y pudo haberles traído graves consecuencias. Todos los vecinos se reunieron y hablaron con los padres de Álvaro y María para decirles que lo que Luis hizo con sus hijos era una gran lección para todos, pues los niños a pesar de su discapacidad, tienen derecho a una educación escolar al igual que los demás, y a disfrutar de las cosas que hay en la ciudad, pues son parte de ella. Al día siguiente, los padres de Álvaro y María, siguiendo los consejos de los vecinos, llevaron a sus hijos a un Centro de Atención Múltiple para que recibieran educación. Así fueron pasando los días y los niños aprendían muchas cosas que nunca iban a conocer encerrados en sus casas. Luis siguió asistiendo a su escuela al igual que sus dos amigos y por las tardes, como siempre, se reunían a platicar de las cosas que aprendían en la escuela. Fin