r, &- Bllcaramanga, Domingo, Junio 22 de 1980 VANGUARDIA DOMINICAl . Bucaramanga, Domingo, Junio 22 de 1980 -1 VANGUARDIA DOMINlCAl (Diálogo onírico con Aleio Carpentier yJecnPoul Sartre Oda prosaica a los muertos enuncio en este París oscuro estercorlero donde pudren voces: Jean-Paul Sartre y el "otro Juan-Pablo n (en Montmartre en los reinos de putasmaricaslobosladronesmendigos de la noche con pantalones llenos de mierda seca) Carpentier, y otros...' que vienen a engrosar esta danza macabra al son de las campanas que E ugenia de Montijo clavara en la Colina del Monte de Júpiter o de los Mártires. Sus voces son como la música moderna (de la que Julio Estrada hace la apología) provocadora de l ritmo brutal establecido entre 'el tiempo y la memoria, en tre la voz encaladora de fachadas y la que carcome artesonados, vigas, paredes, cimientos. E l ritmo lineal rompióse y otro en zig-zag lo remplaza, como la copa donde el vino agrio y añejo se escancia: la voz encierra, y no, la verdad; la voz enciende, como en los troncos de los bosques fosilizados, un fuego vivo, y no. Más la palabra no perteneció (ni pertenece) a la boca que la profiriera; esa palabra es incorruptible, aunque las bocas pudran de gusanos o de ruiseñores. Para este entierro o mascarada llevo su cortejo inquisitorial de alabanza y moralizadora chunga. E l reino de este mundo es el de los vivos y el de los muertos. Los vivos pueden estar muertos y viceversa. José Maria Alfonso Sónchez jean Palll Sartre EnParrs, y sus senderos de la muerte, se han perdido Alejo Carpentier y leln·Paul Sartre. Las huellas de sus sombras laten en la ciudad y entablo con ellas mi diálogo. No tengo que hacerles preguntas. Las adivinan y me responden con sus voces fluviales y proféticas, rabiosamente provocativas, rebeldes a las enseñanzas de la historia y a las lecciones de un presente negro. Se aferraron al suefio de una libertad posible y lejana, tierra de promisión de l hombre, esclavizado por los hombres y la vida, y en la que todos los hombres podrán alcanzar esa "libertad o divino tesoro" que redime, otorgando la auténtica vida al hornbreo Evoco a Carpentier en el Peny, el bar de un polaco parisino. Su clientela la forman guadalupenses, martiniqueses, parias de La Reunión, kabilefios, gitanos de Marsella, putillas y maricas: la crema del naufragio y del exilio. Junto al bar está el hotel del Viejo Montmartre; ¡.,ruarida de marginales animadores de las noches de la buue de Montmartre, 1acques Brel canta, pero la música que form a' el tapiz rítmico del bar Cust es la del Carpenlier del "Siglo de las luces", del "Reino de este mundo", de todos los siglos y reinos perdidos, cuyas cenizas mantienen las brasas vivas. Un día brotarán en hogueras. Son la voz de la tierra ancestral dormida. Son el alma del mundo. Despertarán un día. Serán el canto, a la libertad y al amor, de las razas innumerables de los héroes. Aquí, en este mundo marginal y pestífero, invoco a Carpentier. Le ofrezco el único púlpito digno de su voz poética. Aquel predicador excepcional, que fuera Alejo Carpentier, sigue tronando sermones proféticos. Me limito a ofrecerle los 'altavoces enanos de mis líneas sosas. " Nací en La Habana en 1904. Mi padre era un arquitecto bretón, que se vino a las Antillas en 1902. No podía aguantar la podredumbre de Francia, su país, encenegado por el "affaire Dreyffus". E l me infundió el amor a la libertad y el culto a los héroes, muertos por alcanzarla o mantenerla. Por eso escribí el "Siglo de las Luces" y el "Reino de este Mundo". Mi madre era una gran pianista. Hizo de mí un aficionado a la música y un erudito musical. Mis .. obras literarias son sinfonías poéticas, como "Concierto Barroco", "El Arpa y la Sombra". De mis padres y de mi tierra heredé las culturas latina, anglosajona, india y negra. Ellas hicieron mi canto universal y determinaron mi vocación de escritor. Dejé mis estudios de arquitectura y me dediqué al periodismo en 1921. Formé parte del grupo "Minosírta", fui director de la revista "Carteles", escribí la novela "Ecue-YambaO"... y pasé siete meses encarcelado por h ab er firmado un manifiesto contra el dictador Machado. Después escribir/a el "Recurso de l Método" ridiculizando este tirano. No fUI el iniciador de esta literatura. Esteban Echeverría con "31 Matadero", Valle Inclán con "Tirano Banderas", Asturias con "Señor Presidente" ridiculizan la figura del dictador y describen su política aniquiladora. Robert Desnos, que daba un ciclo de conferencias en Cuba, me ayuda a sa lir de la isla en 1928 y a refugiarme en Francia. Mi estancia en París me permitió el conocer todos los movimientos de la vanguardia artística y literaria y trabar amistad con los creadores del siglo XX en todas las ramas del arte. Esta ciudad me recobraría en el 1966, después de mi estancia en América. Aquí me ha cogido la muerte cargado de experiencia y aferrado al sueño de una libertad posible para el hombre. Para quienes se la negaron he sido un juez implacable. Para Las Casas, para Cristobal Colón... Ya ves cómo hablo del Almirante: "Fue en aquel sábado (tr ece de octubre de 1942) en que yo, Almirante de Castilla, me di cuenta de que los indios llevab an joyas de oro. La codicia se despertó en mí, recomiéndome las entrañas, e intenté saber de dónde provenía ese oro. A siete de aquellos infelices los hice prisioneros. A latigazos los metieron en las calas de las carabelas y luego mandé atarlos a los mascarones de las proas para que nos guiaran al país del oro: el único norte de nuestra aventura. Yen mi viaje de vuelta los llevé a presentarlos a mi amada, la reina de Castilla. Los vestí como reyes de escarnio. De rodillas, lloraban, temblaban de miedo. Pidieron su libertad y elvolver a su tierra. Yo les dije a los reyes que su. llanto era de la emoción sentida por estar en su presencia. Poco después morían todos ellos, excepto Dieguillo. Los loros que había traído del Nuevo Mundo también murieron. Pero no fueron solo éstos a quienes esclavicé. Carabelas enteras desembarcaron en Sevilla y la venta de estos esclavos indios suplió a la riqueza de un oro de ley, soñado, más no lograd o. La reina ordenó que se los li?ertara. iM~nuda faena! Yo fuí el creador de la esc lavitud en las tle~r~,s lib res de América. Discípulos tuve y en abundancia . -Bien habla el Almirante- prosigue Ca rpentíer : E l 4 de agosto de 1526 tres ob ispos autorizan a Bartolomé Cornejo a abrir la primera casa de putas en San J ~an de Puerto Rico. Las indias no sabí'an putear y las pnmeras prostitutas fueron rameras importadas de España. Con el cor rer de los' siglos vendrán nuevos verdugos de Europa. Esteban, uno de los personajes del "Siglo de las Luces", nos describe así la arribada de Víctor Hugues a las Antillas: Esta ~oche he visto alzarse de nuevo la Máqu~na (la guillotina). Estaba en la proa, co~o una puerta a?Ierta hacia el vasto cielo, que nos trajera olores de tierra sobre un océano tan tranquilo, tan dueño de su ritmo, que el navío, suavemente conducido, parecía adormecerse en su rumbo... Pero la puerta sin hojas se alzaba enla proa... Su armazón estaba allí, desnudo y liso, de nuevo amenazando el suefio de los hombres, como una presencia, una amonestación, que a todos nos concernía del mismo modo... No la acompañaban los estandartes, ni los .tambores ni la multitud; ni conocía la borrachera de quienes en Francia la rodearan de un coro de tragedia antigua. La brisa olía a tierra , humus, est iercol, espigas, resinas de esta isla, colocada hacía algunos siglos bajo la protección de una señora de Guadalupe, q ue en la provincia extremeña de Cáceres y en Tepeyac (Méjico) alzaba su silueta sobre una luna nueva sostenida por un arcángel. Y Víctor Hugues, ex-negociante de Puerto Príncipe, discípulo de Robespierre, de lator público en Rochefort, desembarcaba en la isla con la primera guillotina del Nuevo Mundo y el decreto que abolía la esclavitud en las colonias de América. Hugues establece primero laguillotina y después restablece la esclavitud al ordenarlo así Napoleón Bonaparte. Así obró este revolucionario, que fuera Víctor Hugues. A todo negro acusado de gandul o desobediente, de refunfuñón o rebelde, se le guillotinaba. Y como había que aleccionar a la isla entera, la guillotina, sacada de la plaza de la Victoria, empezó a viajar por la isla entera. La acompafiaba siempre el monsieur Anse, que fuera el verdugo dé Rochefort, mulato distinguido, educado en París, exce lente violinista, en cuyos bo lsillos habían siempre caramelos con qué obsequiar a los niños, Anse era, además, un exquisito coleccionador de conchas marinas, de minerales, de peces - luna empalados, de raíces vegetales con formas zoológicas. Este personaje, tan sensible y culto, se encargaba de cortar las cabezas de los embrutecidos esclavos negros. Mas los esclavos no se resignaron nunca a serlo. Desde que los europeos pisan América surge la rebeldía de l esclavo contra el esclavista, de los indios contra los españoles, (como aquel famoso don Enrique en tiempos del padre Las Casas), de los crio llos contra las oligarquías locales. Y los negros de Haití rehusaron la gu illotina. Sonthonax logr ó emplazarla una sola vez. Los negros asistieron en masa a la primera decapitación de un hombre; comprendieron el mecanismo de la decapitación y lanzándose contra la guillotina, la hicieron trizas. Pero se anuncia en las An- tillas la noticia fa tal del restablecimiento de la esclavitud en las colonias' francesas de América y m iles de ciudadanos libres son conducidos de nuevo, a garrotazos y latigazos, hasta sus barracones. (E l puerto de Santiago de Cuba se llenó de ladrid os. Encadenados unos a otros, rab iando y amenazando tras el bozal, tratando de morder a sus guardianes y de morderse unos a otros, lanz ándose hacia las gentes asomadas a las rejas, centenares de perros eran me tidos en las calas de un velero.. ¿A dónde los llevan? - A comer negros-l. Jaurías de perros rabiosos . capturaban en los campos a los esclavos que, colgados de eadenass eran entregados a sus capataces. Un decreto de Napoleón prohibía la entrada en Francia a negros y mulatos. Ya había demasiado en la metrópoli y, si aumentaba su número, ocurriría como España con los moros. Quería la piel y la sangre de los franceses puras. Un planto colectivo semejante al ulular de las fieras acosadas, se alzó de la negrada, Las sombras de los esclavos se perdía en la noche buscando la protección del monte y de la selva. Sabían lo que los b lancos les reservaban. Esteban, el discípulo de Víctor Hugues, nos cuenta que en una sala de hospital había vis to nueve negros, custodiados por negros armados, fumando tranquilamente en pipas un tabaco agrio y fermentado. Los habían pescado al intentar .escaparse a la selva y los habían condenado a la amputación de la pierna izquierda. La sustencia tenía que cumplirse de manera científica, desterrando procedimientos arcaicos, propios de épocas bárbaras, que provocaban sufrimientos excesivos o poníanenpeligro la vida de l reo. El mejor cirujano de Panamaribo se iba a encargar de serrarles las piernas. "El cirujano Greuber, volviendo la cabeza y encarándose con los que esperaban, ordenó: ". Venga, el primero de vosotros". Unnegrodefren~evo~u~­ taria y musculatura hercúlea se levantó en silencio . Como esta escena se podrían contar miles y miles. Los ¡negros se rebelaron siempre contra esta tiranía. Ya en el siglo XVI existen los cimarrones. En Venezuela se subleva el negro Miguel con los mineros de Buria y funda un reino. Después surge en plena selva el reino de GambaZumba. Zumbi, sobrino del rey y mariscal del ejército, era invulnerable a las balas enemigas. Sus hombres marchaban sobre las copas de los árboles de la serva, cayendo como frutos madúros sobre los soldados enemigos armados e indefensos. Los cimarrones de Jamaica crearían en la selva un imperio que duraría un siglo. Los negros eran indestructibles. Su mundo era un mundosecreto que comprendía el lenguaje de los árboles, d~ las pied~a~, de las pieles y de las fibras vegetales. Cada iglesia cnstiana. abrigaba, detras de la sacristía, una iglesia cimarrona consagrada a Obatala, Ochum o Yemanya. Los negros volvían a venerar, bajo las imágenes delos santos cris. tianos, a sus santos o dioses. Asediaban de maleficios a los colonos que les robaban la tierra. Los amenazaban con cosas extrañas, tan terroríficas como indescifrables, como el bucráneo de un bóvido, con los cuernos pintados de rojo, plantado ante la choza del colono; con calabazas llenas de huesecillos, de granos de maíz y limaduras de hierro; con piedras semejantes a rostros, con conchas in- Alejo Carpentier crustradas en ojos y boca; con guijarros liados en telas ensangrentadas; con gallinas negras colgadas al dintel de la puerta por una pata y con la cabeza hacia abajo. Conocían los secretos de la magia y los empleaban para liquidar a sus enemigos. . ,·Son un pueblo admirable. Una de mis novelas la consagro a un personaje excepcional: MackandaI. Sus artes de narrador imponían el silencio a los hombres, sobre todo cuando evocaba el viaje que hiciera, como cautivo, antes de ser vendido a los negros de Sierra Leona. Su voz se iluminaba al describir las ciudades de Guinea, cuyos artesanos eran diestros en forjar espadas que mordían como navajas. Los ríos de Guinea eran hijos del hie lo y se lanzaban fieros sobre las tierras, amansándose al besar los pies del hombre: Bajo cobijas de palma dormían tambores gigantes, madres de tambores, que ten ían patas pintadas' de rojo y semblantes hu m anos. Las lluvias obedecían a los conjuros de los sabios y, en las fiestas de la circuncisión, cuando los adolescentes bailaban con los muslos lacados de sangre, se golpeaban lajas sonoras que producían una música como de grandes cascadas domadas. En la urbe sagrada de Widah se rendía culto a la Cobra, mística representación de l ruedo eterno, así como a dioses que regían el mundo vegetal y solían aparecer, mojados y relucientes, entre las junqueras que asordinaban las orillas de lagos sa lobres. Mackandal trabajaba sin descanso. Agarraba las cafias por haces metiendo lascabezas, a empellones, entre los cilindros de hierro. Agarrada por los cilindros que habían girado de pronto con. inesperada rapidez, la mano izquierda de Mackandal se había ido con las cafias, arrastrando el brazo hasta el hombro. En la paila del guarapo se ensanchaba un ojo de sangre. Asiendo un cuchillo, Ti N oel cortó las correas que sujetaban el caballo al mástil del trapiche. Mackandal tiraba de su brazo triturado, haciendo girar los cilindros en sentido contrario. Con su mano derecha trataba de mover un codo, una muñecavque había dejado de oJiedecerle. Comenzaron a aplicarle un torniquete de cuerdas en la axila para contener la hemorragia. El amo ordenó que se trajera la piedra de amolar; para dar filo al machete que se utilizaría en la amputación. Al mane-, no lo dejaron parar. Lo destinaron a guardar el ~anado. Observando el lento desparramo de las bestias que pacían con los lréboles por el vientre, se le había despertado un raro interés por la existencia de ciertas plantas siempre desdeñadas. Recostado a la sombra de un algarrobo, apoyándose en el codo de su brazo entero, forrajeaba con su única mano entre las hierbas conocidas en busca de todos los engendros de la tierra cuya existencia hubiera desdeñado hasta entonces. Descubría con sorpresa la vida secreta de especies singulares, afectas al disfraz, la confusión, el verde verde, y amigas de la pequeña acorazada que esquivaba los caminos de hormigas. La mano traía alpistes sin nombre, alcaparras de azufre, ajíes minúsculos.' Pero ahora Mackandal se interesaba más aún por los hongos, que olían a carcoma, a sótano, a enfermedad. El mandinga deshacía la pulpa de un hongo entre sus dedos". llevándose a la nariz un sabor ~ veneno. Luego hacía husmear su mano por una vaca. Cuando la bestia apartaba la cabeza con ojos asustados, respirando a lo hondo, Mackandal iba por más h ongos de la misma especie, guaro dándonos en una bolsa de cuero sin curtir que llevaba colgada al cuello. Con el pretexto de bañar a los caballos, Ti Noel solía alejarse de la hacienda para reunirse con el manco. Ambos se encaminaban entonces, hacia el lindero del valle, hacia donde la tierra se hac{a fragosa, y la falda de los montes era socavada por grutas profundas. Se detenían en la casa de una anciana que vivía sola, aunque recibía visitas de gentes venidas de muy lejos. Varios sables colgaban de las paredes, entre banderas encarnadas,de astas pesadas, herraduras, meteoritas y lazos de alambre que apretaban cucharas enmohecidas, puestas en cruz, para ahuyentar a l barón Samedí, al barón Piquant, al barón La Croix y a otros amos de cementerios. Mackandal mostraba a Mamam Loi las hojas, las yerbas, los hongos, los simples que traía en la bolsa. Ella los examinaba cuidadosamente, apretando y oliendo unos, arrojando otros. A veces, se hablaba de animales egregios que habían tenido descendencia humana. Y también de hombres que ciertos ensalmos dotaban de poderes licantrópicos. 8- " Se sabía de mujeres violadas por grandes felinos que habían trocado, en la noche, la palabra por el rugido. Y un día agarraron un perro en celo que pertenecía a las jaurías de Lenormand de Mezy. Mientras Ti Noel, a horcajadas sobre él, le sujetaba la cabeza por las orejas, Mackandalle frotó el hocico con una piedra que el zumo del hongo había teñido de amarillo claro. El perro contrajo los músculos. Su cuerpo sacudido, en seguida, por violentas convulsiones, cayendo sobre el lomo, con las patas tiesas y los.colmillos de fuera. Mackandal se fue al monte. Al día siguiente lo llamaron en vano. El amo organizó una batida para edificación de las negradas, aunque sin darse demasiado trabajo. Poco valía un esclavo con un brazo menos. Pero el manco comenzó la guerra del veneno que se arrastraba por la Llanura del Norte, invadiendo potreros y establos. No se sabía cómo avanzaba entre las gramas y alfalfas, cómo se introducía en las pacas de forraje, cómo avanzaba entre las gramas y los bueyes y los otros bichos reventaban por centenares, cubriendo la comarca entera de un incansable hedor de carroña. Los más expertos arbolarios del Cabo buscaban, en vano, la hoja, la resina, la savia, posibles portadores del azote. Las bestias seguían desplomándose, con los vientres hinchados. Y el veneno entró en las casas. Seguía reptando, como una incontenible enredadera que buscara las sombras para hacer de los cuerpos sombras. Hasta que cierta larde en que le amenazaban con meterle una carga de pólvora en el trasero, el fula patízombo acabó por hablar. El manco Maekandal, hacho un houngán del rito Radá, investido de poderes extraordinarios por varias caídas en posesión de dioses mayores, era el señor .d~l V ene~lO; había proclamado la cruzada del exterminio, elegido, como lo estaba, para acabar con los blancos y crear un imperio de negros libres en Santo Domingo. Este sueño acaba con la captura de Mackandal, condenado a la hoguera en la plaza pública. Los negros nunca creyeron en su exterminio. De noche, en sus barracas y viviendas, los negros se comunicaban, con gran regocijo, las más raras noticias; una iguana verde se había calentado el lomo en el techo del secadero de tabaco; alguien había visto volar, a medio día, una mariposa nocturna; un perro grande, de erizada pelambre, había atravesado la casa .. o•• Todos sabían que la iguana verde, la mariposa nocturna, el perro desconocido, no eran sino simples disfraces. Dotado del poder de transformarse en animal de pezuña, en ave, en pez o en insecto, Mackandal visitaba continuamente las haciendas de la Llanura para vigilar a sus fieles y saber si todavía confiaban en su regreso. De metamorfosis en metamorfosis. el manco estaba en todas partes, habiendo recobrado su integridad corpórea al vestir trajes de animales.. Pero no son tan solo estos negros quienes buscaron la libertad: Esteban y Sofía son dos plantas soberbias que dieron tales frutos. Esteban fue un discípulo incondicional de Víctor Hugues, pero acabó renegando de su maestro y de sus errores. Era un poeta y su sensibilidad le abría el espectáculo de la naturaleza, como una epifanía de la vida. La claridad, la transparencia, la frescura del agua al amanecer, provocaban en Esteban una exaltación física, semejante a una especie de borrachera. Recreándose, gozándose en el sitio donde se posaba era tan feliz, que al pisar el suelo andaba como borracho. Cuanto descubría en las rocas le maravillaba: los vivientes racimos de madréporas, urna manchada y cristalina de las margaritas, la disimulación de tantas conchas que, encubriendo bajo su pobre apariencia y menospreciable yeso, ocultaban en sus entrañas una iluminación de palacio en fiestas. En este prodigioso mar de las islas, incluso los guijarros del océano tenían estilo y atractivo. Así le embrujaba el mar. La tierra, mirándola hacia el continente, la observaba en la proximidad de una vegetación densa, hostil, mucho más infranqueable que los muros de una cárcel. Esteban experimentaba una especie de vértigo, pensando que la selva virgen, que comenzaba allí, era la misma que se extendía sin tregua, ni corte alguno hasta las márgenes del Ormoco y del Amazonas; hasta el Venezuela español ; hasta la laguna de Parima; hasta el lejano Perú. Cuanto era amable en los trópicos de la Guadalupe, aquí era agresivo, enmarañado y duro, con estos árboles de talla desmesurada, devorándose unos a otros, aprisionados por sus lianas y comidos de parásitos. Esteban ha visto la naturaleza y los hombres; ha conocido el entusiasmo y la decepción. Vuelve a su patria, Cuba, desilusionado: "Vengo de la tierra de los bárbaros", le confiesa a su prima Sofía, inflamada por los ardores y el entusiasmo revolucionario. Y se embarca en busca del que, para ella, encarna la revolución. Víctor Hugues acaba con sus sueños. Es un perfecto tirano burgués. Sofía termina, como Esteban, asqueada, sin ilusión alguna. Pero cuando llega la hora precisa, sus ideales la vuelven a entusiasmar, comoleocurre a Esteban. Y mueren, defendiendo la libertad en las calles de Madrid el 2 de Mayo deISOS. Mueren a manos de las tropas francesas de Napoleón. A esta tragedia de la libertad yo le doy sus fondos hirientes que las leyendas de los grabados de Goya me ofrecen. Mi historia no es mia, sino la de los hombres que luchan por seguir siendo hombres. Todos mis personajes comprendieron oscuramente y vivieron en el espacio de un pálpito, los momentos capitales de su vida. Y el viejo Mackandal y mis personajes "buenos" volvieron a ver a los héroes que Oucaramanga, Domingo, Junio 22 de 1988 VANGUARDIA DOMINICAl :~ ~.~~ . . ....... . \ / J -, '\, i I A -:---- ::: ... 1 '" les habian revelado la fuerza y la abundancia de sus lejanos antepasados de África, haciéndole creer en las posibles germinaciones del porvenir, Se sintieron viejos de siglos incontables. Un cansancio cósmico, de planeta cargado de piedras, caía sobre sus hombros descarnados por tantos golpes, sudores y rebeldías. Ti Noel había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria, dejaba la misma herencia recibida. Era un cuerpo de carne transcurrida. Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe por quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleité. Por ello, agobiado de penas y tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre solo puede hallar su grandeza, su máxima grandeza y medida cumplida en el Reino de este Mundo. La voz de Carpentier se fue apagando. La babel del bar se dispersó en la noche. U na luna llena animaba el P?isaje y le restituía sus raíces antiguas de sangre y rebeldla. LA VOZ DE]EANPAUL SARRE La voz de Jean=Paul Sartre me llegaal silencio de mi estudio de Montmartre. Hiere como la esperanza; nutre como la desilusión; destruye y vivifica como el sueño. "Simone de Beauvoir pasaba las vacaciones con su familia en la aldea de Saínt-Germaínles-Belles, en el Limousin. Habíamos quedado en pasar las vacaciones juntos en ese villorrio. Yo me hospedaba en el hotel de la Boule d'or, cuya clientela era gente del pueblo. Durante las comidas charlaba con ellos y vivía sus problemas. Por evitar chismorreos me veía con Simone en el campo, lejos de la aldea. Sentados en la yerba pasábamos las horas hablando de nuestros proyectos e ilusiones. Simone quería traerse libros para leer y yo me negué rotundamente a soportar tal lastre. No hay alimento espiritual superior al diálogo. N o quise perder el tiempo en dar paseos por el bosque y los prados. Sentía alegría a la clorofila y el verde de las praderas me sacaba de quicio. Aguantaba la yerba en donde nos sentábamos, con tal de poder olvidar, sobre ella, toda la carga odiosa de mi niñez, La conversación . de Simone me nutría el olvido y avivaba mis sueños. Temiendo que sus padres se opusieran a nuestras relaciones, le había ocurrido a Simone una idea salvadora. Les confesó que nos veíamos, porque estábamos preparando un libro de crítica antimarxista. Sus padres eran anticomunistas feroces. A los cuatro días de haber llegado a Saínt-Germain-les-Belles vino su padre al prado donde yo estaba con Simone. Me pidió que me fuera del pueblo. Le planté cara y seguimos viéndonos, cambiando continuamente de sitio para nuestras citas. Las gentes del lugar criticaban aSimone. Su mala fama perjudicaba a la buena de su prima, una solterita a la que querían casar con un buen partido del contorno. Al volver a París nos seguimos viendo asiduamente. Nos am~bamos y necesitábamos afirmar nuestras relaciones, nuestra vocación, nuestros proyectos, nuestros problemas. Escribir y testimoniar sobre la problemática del hombre era mi vida. Todos sus problemas podían resolverse; debíamos y podíamos hacerlo. Eramos unos optimistas empeder'nidos. Recrear la sociedad y el hombre que la constituye sería nuestra obra, realizada con los libros que ibamos a escribir. Era el 1.929. La paz universal parecía definitivamente' asegurada; el colonialismo daba sus últimas boqueadas ;la crisis económica mundial le daría el golpe de gracia al capitalismo; el nazismo era W1 epifenómeno sin importancia: la edad de oro estaba alboreando. Pero ignorábamos todos los aspectos del peso de la realidad. Nos pavoneábamos de nuestra libertad absoluta, qué era nuestra experiencia real. La libertad era una' intuición práctica e irrecusable. Nos creíamos que no dependíamos de nadie. Podíamos escribir y crear por ser dueños ahsolutos de nosotros mismos, del fin que intentábamos alcanzar y de los medios para lograrlo. Nuestra audacia era inseparable de las ilusiones que la apoyaban y del conjuntI:? de circunstancias que las favorecían. Ningún obstáculo exterior nos había obligado jamás a ir contra nuestra corriente. Queríamos conocer y expresar nuestros conocimientos. La existencia colmaba de tal manera nuestros deseos, que nos creíamos ser nosotros quienes la determinaban; esperábamos que seguiría sometiéndose a nuestros planes preestablecidos. La suerte que habíamos tenido nos ocultaba la dureza de la vida y del mundo. Nada ni nadie nos ataba. Los padres de Simone habían perdido la autoridad sobre ella, aunque seguían viéndose; ni mi madre ni mis abuelos encarnaban la ley ante mis ojos. No teníamos familia y habíamos erigido tal situación en principio de vida. Nos alentaba el racionalismo cartesiano, transmitido por Alain, y no por-que 1!0s convenía. Ni escrúpulos, ni respeto, ni in. clinación afectiva de ninguna clase nos impedía tomar decisiones conforme lo aconsejaran nuestra razón y deseos. En nosotros no había nada opaco, ni turbio; éramos pura conciencia y pura voluntad. Fortalecía tal convicción el entusiasmo con que apostábamos sobre el porvenir. No nos alienaba ningún interés definido, pues pasado y presrnte debían sobrepasarse incesantemente. Todo lo someuamos a una crítica acerba. Forzábamos las cosas a cambiar, que todo cambio era un progreso. Nada nos limitaba, ni definía, ni subyugaba; nosotros éramos los que establecíamos nuestras relaciones con el mundo. La libertad era nuestra sustancia. Para ejercitarla incesantemente nos servíamos d~l "juego", consistente en crear comedias, parodias y apólogos de los que éramos autores e intérpretes. Gracias a estos "juegos" no nos tomábamos en serio y nos hacían más llevadero el mundo al proyectarlo al terreno imaginativo, permitiéndonos el tenerlo a distancia. Mi capacidad creadora de "juegos" era inagotable. Componía letrillas, endechas, canciones infantiles, epigramas, madrigales.. Tal. era nuestro "juego". En el reino de los muertos imperan mis cenizas donde el recuerdo persiste como una conquista del reino de este mundo". Lo que adoraba en mi locura es el haberme protegido y amparado contra las seducciones de la élite, Jamás me creí un talento. Quería salvarme por el trabajo y la fe, sin ayuda alguna, y por mi propia opción me coloqué por encima de todos. Si arrumbo mi imposible salvación en el cuarto de los trastos viejos, me queda por todo ajuar ese "todo un hombre", hecho de todos los hombres y que vale por todos y que vale no importa quién. Mención obligada aquí es mi familia. La rama materna era alsaciana, la paterna francesa: los Sheweiter y los SÍU1.re. Mi padre murió en el 1.906 de unas fiebres cogidas en Indochina, en uno de sus viajes, como alferes de marina. Yo nací en 1.905. Me convertí en un burguesito, huérfano de padre, con un abuelo médico y el otro profesor, habiendo recibido la cultura burguesa propinada entre el1.90S y el 1.929, fecha del fin de mis estudios oficiales. Viví hasta los 10 años con un viejo y dos mujeres; aprendí a leer descifrando el "Sans famille" de Héctor Malot, Tenía solo 4 años, Angustias mortales atormentaron mi infancia. Terror y nebrosis fueron sn hijuela. A mis 7 afios leí "Madame Bovary", las obras de Corneille, del pantagruélico y oscuro Rabelais, de Voltaíre, de Víctor Hugo.. En los libros descubrí el Universo y encontré mi religión. Los libros fueron para mí lo más importante del mundo; los primeros amigos de mi soledad infantil. Después me aficioné al cine y a la escritura. Me carteaba en verso con mi abuelo materno, redactaba en alejandrinos las fábulas de La Fontains, componía novelas inspiradas en mis lecturas.. En 1.914 escribí "L' Histoire du soldat Perrin " que secuestra al Kaiser y lo reta en combate singular. En 1.916 conocí a Paul-Yves Nizan, uno de mis mejores amigos. Este encuentro me abría a la amistad y me consolaba en aquella desilusión, de ver casada a mi madre con el ingeniero Joseph Nancy, director de las fábricas Delaunay-Bellevílle. Su casamiento me pareció una traición. Nos instalamos en La Hochelle, donde habían nombrado a mi padrastro director de Construcciones N avales. Allí aprendí lo que es la violencia. En el liceo pasé las negras. Pagué la novatada y las pasé putas, por ser "parisino". Allí me di cuenta de que era feo. A mis padres les robaba dinero y libros para mostrarme generoso con mis condiscípulos. Entre otras obras y autores leí "Los Miserables", "Les Civilesés de Claude Ferrere (que me enseñó a odiar a los colonialistas), a Pierre Loti, a A. France... Mi mala conducta decidió a mis padres enviarme a París, para apartarme de las malas influencias de mis condiscípulos de La Rochelle. Los años pasados allí fueron los peores de mi vida. Uno de mis compañeros de entonces me describe, sin ahondar en mi estado de ánimo verdadero: "Le apasionaba el escuchar a los otros, sabía provocar la discusión y animarla durante horas enteras. Era muy ambicioso y tenía' un espíritu original caracterizado por una exuberancia imaginativa. En París, en el liceo Henri-TV, volví a encontrar a Nízan. Vivía con mis abuelos maternos y le tomé un cariño grandísimo a mi abuela. Me pasaba las horas enteras tocando el piano, leía a Dostoievskí y a Tolstoí, Con Nisan descubrí "Les Copíns" de Jules Romaíns y la obra de Proust que nos apasionaba. Sus personajes formaban parte de nuestro mundo familiar. como Giraudoux, Gide, Valery Larbaud, Paul Monrand .... Por entonces detestaba a Flaubert. Mis compañeros me otorgaron el título de S.C. (Sátiro Oficial, organizador de fiestas y jerigonzas). En 1923 publiqué mis dos primeras novelas cortas ("L'Ange du morbíde" y "Jesús, la couette"] en la "Revue sans titre", Eran el íruto de mi experiencia en el liceo de La Rochelle y las había escrito .durante el viaje que hice con abuelo a Alsacia en 1922. Mi primera disertación. data del curso 1923-1924. El tema me lo había impuesto mi profesor, Colonna dIstria, y trataba de "la conciencia del durar". Para poder redactarlo me había tenido que embotellar "L'Essaí sur les données immédiates de la conscience" de Bergson. Esta disertación me aficionó a la filosofía, que enseñaba la verdad mediante los libros. En 1924 ingresé en la Escuela Normal, donde conquisté mi independencia. Con Raymond Aron, René Maheu, Merleau-Ponty y Nizan organizamos un grupo violento, brutal en las maneras yen el lenguaje. Hacíamos reinar un cierto terror entre los normalistas mundanos y elitistas, vagamente niezscheanos.ralos que bañábamos con cubos de agua cuando salían a la calle o se paseaban en el patio. "Así meaba Zaratustra", les gritábamos al echarles el agua. Por entonces conocí, con Pierre Guille y René Maheu, a una mujer de 40 años, Madama Morel. Sentíamos por ella una' admirativa amistad. Años más tarde le dediqué mi obra de teatro "Huís clos", Durante esos años de la Normar me leí a Descartes, a Spínoza, a Rousseau, a Marx (que lo comprendía muy mal entonces ka Freud (cuyo determinismo me desconcertaba) y a Stendhal, mi autor preferido de entonces. Mi padrastro me consideraba como el portavoz del Partido Comunista y discutía con él acaloradamente. Yo simpatizaba con el Partido, pero mis posiciones individualistas y anarquizantes me impidieron afiliarme a él. He amado siempre todos los movimientos que tendieron a otorgarle al hombre "su libertad". Yo no era razonable, ni equilibrado. Con mi amigo Nizan bebíamos como cosacos. Estaba siempre inquieto y agitado, descontento conmigo y con mi mundo que, según. la Razón, era absurdo. En La Nausea me describo en el personaje -de Roquetin. Mi viscosidad, mi deseo de escribir una obra bella y dura como el acero, capaz de lanzarnos por los caminos de la Gran Aventura del Hombre, entregado a una luz, ciego. Así fui yo. Otro de los personajes en que me reflejo en mi teatro es Fernando Gerassi. pintor español muerto en América en 1974. Era un sefardí para quien las ideas tenían fuerza de dogma. Estuvo en la Guerra de España. Fue una de las promesas de la escuela cubista española. La mayor parte del tiempo la pasaba en "pensar en la pintura" en los cafés del Dome o La Rotonde. De aquí proviene el dicho de estar "obsédé par la peinture". Hasta tal extremo llegaba su entusiasmo, que un día se enfureció contra su mujer, Stepha y le dijo: "Podeis moriros de hambre, tú y el níño ; me importais un bledo. Lo que me interesa es pintar". Pero cuando se morían de hambre en 1930, cogió un trabajo en la Compafiía de Electricidad y lo hicieron Director General del Mercado Español. Ganó dinero y pudo invitarnos, fastuosamente, a mí y a Simone, a pasar las vacaciones estivales en 1931 y en 1932, en España. Con su trabajo ahorró el suficiente dinero para venirse a París y alquilar un obrador en la rue Delambre. Allí daba clases de dibujo. Su primera alumna fue Poupette de Beauvoir, hermana de Simone. Así transcurría su vida, hasta que le anuncié en La Rotonde que había comenzado la Guerra Civil en España. Tenía atado con una cuerda a la cintura a su hijo J ohn, para que correteara por el café y no se le escapara. El crío tenía solo S años, DIscutía con Calder sobre el objetivismo de Mondrian. Y al conocer la noticia, cortó la conversación, abrazó a su hijo y me lo entregó diciéndome que se iba al fren te, a luchar a España, Calzaba zapatillas. Me encargó le diera la noticia a su mujer y que le entregara el crío. Así se fue a la guerra. Sus convicciones eran imp, 'ativos irrecusables. Su imagen, como la de otros rebeldes y marginales, traman mi obra. Cualquier persona o hecho la marcaron. Cuando acabó la segunda guerra mundial de este siglo, en contra del optimismo general por la Paz lograda, dije lo que sentía: que la Paz es algo que comienza. Creíamos que la Paz y la Guerra eran dos cosas diferentes; que la Paz era el estado natural del Universo y la Guerra una agitación temporal y superficial del Mundo. Pero nos hemos equivocado: el fin de la guerra es el fin de esta guerra. Todos la querían y aceptaban como la plena realización trágica de la condición humana. Los últimos momentos de esta guerra nos han descubierto la fragilidad humana. La guerra la ha terminado una bombita que ha liquidado 100;000 hombres en el Japón. El día de mañana puede otra bombita insignificante matar varios millones de hombres, acabar con la humanidad entera. El suicidio de la especie humana no es una utopía. Innumerables fueron las víctimas de la guerra; una de tantas fue mi amígo Nízan. Su muerte fue inútil y salvaje; su muerte fue tal y como la temiera y presintiera. Un soldado inglés enterró sus cuadernos, los de su diario desgarrador, y su última novela casi terminada. El soldado inglés reveló a su mujer el escondite de los manuscritos y cuando intentó recuperarlos, ya no quedaba nada del alma de Nízan. La tierra devoró su testamento. Los muertos me interesan enormemente, cuando murieron por abrir rutas nuevas denunciadoras de la injusticia. A sus víctimas intentó liberarlasdesu opresión. Luchó con los esclavos, los oprimidos, los que siguen la rutadifíoil de una libertad inaccesible. Hay esclavos que quisieron y supieron dejar de serlo. Por eso lincharon a sus amos. Pero algunos de ellos se hicieron los amos. El exesclavo se transformó en tirano de los suyos, Su tiranía cobró nuevas graduaciones y alcanzó horizontes inauditos de tortura y envilecimiento. Por eso' sigo buscando al Hombre. Necesito comprender eso del Hombre. Buscarlo husmeando el universo oscuro de quienes lo fueron. Me interné en el mundo de Genet, de Flaubert, de Mallarmé : mundos de hombres en un hombre. No puedo resumirlos a los tres y me limito tan solo a ese poeta suicida, que es Mallarmé. Su suicidio. es un cosmocidio. Hablar del poeta es hacerlo de su tiempo en que se ha consumado la muerte de Dios, realizada en Francia gracias a los enciclopedistas y a la burguesía del siglo XIX. Los herederos de esta burguesía atea se desazonan ante las consecuencias del vacío que los nutre. Acusan a sus familias de haberlos "hecho" ateos, sin aguardar su mayoría de ~ edad en que podrían decidir por sí mismos si querían o no ser cristianos. Los habían privado de su libertad, administrándoles el bautismo de la incredulidad sin contar con ellos. Lo único que podía llenar su vacío era la poesía, si renunciaba a transformarse en el espejo de un mundo inteligible. La existencia del hecho poético podía bastar para elevar al ser humano sobre la materia. Para lograr sus fines debía crear o producir síntesis irreductibles, desembarazándose, así, el hombre de la Naturaleza. El único que tenía tal poder era Dios, pero Dios no existía. El poeta era el único que podía remplazar a Dios. En tiempos de la fe marcaba Dios con su sello in poeta y le otorgaba la inspiración de la palabra, para que cantara la Creación. El poeta era el clarín que la Voz Divina hacía vibrar. Pero los hombres cometieron el Parricidio y la "inspiración" fue un mito vacío de sentido. Después del Parricidio fue el delirio sagrado una forma singular de la manía. Se lo provocaba mediante el alcohol, Un verso era obra de la suerte. El verso era una combinación cuya probabilidad se podía establecer mediante un cálculo. El pensamiento aplicado a una impresión escogida o a un efecto que hay que producir intenta crear una obra universalmente apreciable. La poesía era una "técnica", consecuencia lógica de la desaparición del Verbo. El poeta, privado de Dios, quiere comunicar a sus lectores las emociones que ya no siente. Lo Obra, a través del poeta, ha de salir de la nada, del vacío del poeta. El tormento del poeta infecundo se transforma en el universal desgarramiento de la conciencia entre la necesidad absoluta y la imposibilidad de crear. Mallarmé comprende que el "crear" es imposible. El hombre es el clarín en el que la Naturaleza vibra. A la Naturaleza no se le puede añadir nada. El trabajo del poeta no podrá remplazar a la inspiración. El poeta solo podrá trabajar sobre las combinaciones del azar. En esa Conciencia desventurada, que es Mallarmé, se enfrentarán lo Singular y lo Universal, la Idea y la Materia, el Tiempo y lo Eterno, el Ser y del Deber-Ser. El héroe de este drama será Mallarmé. Impotente, le prestará ojos y pensamiento a la poesía y a la humanidad enclenques para que puedan desarrollarse. . Será el soñador atolondrado, siempre en Babia, al que no le asustará el escribir: "Sigo una inclinación que tiene el Universo Espiritual de verse y desarrollarse, a través de lo que fuí yo". y confiesa que : "todo esto lo he encontrado por la vía satánica y "fácil" de mi "autodestrucción", produciendo, no la fuerza, sino una sensibilidad que Ia ta lmente m, ha conducido alll. Lo, títulos que ""'i "ANGUARDIAi DOMINiCAL para esto, son los mismos que vosotros teneís : El Elegido es quien lo quiere ser. Su orgullo le permite hacerse el Hombre y rehusar mérito alguno en tal conquista. Puede igualarse a Dios y a no importa quién". Convencido, como Pascal, de las contradicciones que nos dividen, nunca creyó que el ser humano pudiera concretizarse en un concepto. La Realidad Humana no se piensa, se la vive. Es la paradoja, el conflicto sin síntesis. El Hombre es el único ser que se esfuerza .en escalar el trono de Dios, sin lograrlo jamás. El Hombre es el Drama. Mallarmé ha vivido este Drama.Vio, a veces, centellear en su cielo el oro de un verso, escuchó melodías estremeciendo el aire y se con la pluma alzada, indeciso y, cuando intentó exsentimientos y visiones, su pluma solo se cegó en de Victor Hugo, sin abrir la claridad sentida: "las avalanchas doradas de un azul gastado". Drama fulgurante. mistificador: insoluble, por lo inabordable. Se trata, en este drama que se nos escapa, de la transformación del porvenir sintético que nos tienta y, que no obstante. se nos revela un pasado analítico. Es el fracaso necesario en toda tentativa de creación. Solo proferimos la para hundirla en su inanidad. La tragedia del estriba en volver a caer de nuevo en la misma trampa. Se quiere convencer de que eso no le volverá a ocurrir, de que en esta ocasión surgirá la unidad, la to- • talidad, la síntesis orgánica, de que el azar no meterá la pata. Más no ocurre así. En un acto en que el azar se pone es siempre el azar se sale con la suya. Comel hombre su impotencia para vencer eljuego del azar El hombre: que no puede llegar a ser, fulgura en cada uno de nosotros y se desvanece. Su pensar es un sueño de pensamiento. Intenta pensar, pero solo es materia desparramada en palabras. 10 único que existe es la Materia en su absurdo y perpetuo presente. Somos "vanas formas", aunque muy sublimes por haber invenlado al Alma y a Dios, Sublime y absurdas formas somos, porque la Materia se entrega en nosotros al impulso del Ideal que sabe no poder llegar a realizarlo. Para nosotros Bucarall1anga,Donlingo, Junio 22 de 1980 rematar el último naufragio humano, sepulcral y glorioso y dormirse sobre la tumba de sus mayores: así se "realizará" como poeta, como el único "Poeta". Mas hay quien no está de acuerdo con mi visión de la literatura comprometida, fiel a unos criterios políticos o filosóficos previos. Me acusan de querer reflejarme en la aventura intelectual y poética de Mallarmé ; de haberlo deformado; de que no se hizo ateo por su rebeldía contra la sociedad, sino por escribir e inventar un lengua al labrar sus versos. Para esos Mallarmé es otro poeta distinto al que yo descubriera. Afirman que fue el responsable de la creación del Hombre ante la Nada de la Verdad; que experimentó el poder que tiene la palabra de autentificar lo "vivido"; que como "poeta" se borró en cuanto locutor y origen del sentido para ceder la iniciativa a la palabra; que en él encontró el Universo su identidad y que la escritura lo reconstruye en sus términos, como un fragmento del texto entre otros fragmentos; que transformó el poema en un proceso semántico y el libro (de poder llegar a escribirlo l en una ecuación cósmica; que la lógica negativa de sus poemas- cobra en esta perspectiva su valor experimental. Para ellos la sintaxis de Mallarmé descubridora de la esencia o ambivalencias, que impone una 'lectura plural, intenta manifestar, mediante anamorfosis, la producción y el cambio de los sentidos y la eficacia semántica del lenguaje ; que la audacia y lucidez profética de Mallarmé superó el nihilismo al descubrir en sus poemas y obra crítica los temas condioionadores actuales de la epistemología y del saber; que la teoría de los signos y de la situación del sujeto de la enunciación, del origen de la verdad y de la genealogía de los valores, de la inscripción del mundo en un texto, se encuentra ya en Mallarmé. Quienes así me acusan no saben comprender mi visión del Hombre, ese Prometeo. Mi teatro giró en torno suyo, en torno del hombre de hoy, de ayer, del futuro. Al escribir "Erostratc" quise demostrar la inutilidad de obrar para afirmarse y, ocupar un puesto en el mundo. La alienación del hombre permanece y lo absurdo del mundo también. Mis reflectores iluminan, recortan al Hombre con luz artificial o solar, nocturna o diurna. El Pedagogo de "Las Moscas" grita al principio de la pieza: ¡Qué cosa más siniestra que el Sol! El cuerpo de Sorbier (en "Morts sans sépulture") permanece expuesto al Sol, y, al final de la pieza, cuando empieza a llover, confesará Lucis : Creía ser necesario el vivir con el fuego de la luz del sol. Lucie le tiene miedo al sol, porque es vulnerable, ama a la vida y tiene miedo, de sí misma. Obligué a mis personajes, valientes, inteligentes y condenados a muerte por su valentía e inteligencia, a pisar claridad y a dejarse calar por ella hasta los huesos, hasta las entrañas. A los cobardes los hundí en la sombra, en las aguas turbias, en la sangre: eran sacrílegos por ser traidores, por dimitir del Hombre, de su ser de Hombre... Dos destinos fundamentales le obligué a asumir al Personaje múltiple de mi teatro: La de hablar y la de obrar (Freud y Marx fueron los pedagogos de mi obra l. Hablar y obrar fuerzas son conflictivas y ambas se concentran en mi teatro en un lenguaje radical, petrificado, recortando al individuo, resaltando sus auténticas relaciones humanas. Ese individuo de mi teatro encamó el destino, gracias al carácter definitivo de la palabra. En mi espacio teatral tuvo el personaje (así logró mantener su apariencia 1 que someterse a la limitación de la palabra que lo fija y toma como blanco de sus tiros. Los intérpretes de mis personajes actuaron corno marionetas, porque el drama de mi teatro y del hombre fue y sigue siendo que su lenguaje y su aparición son siempre e irremediablemente verdaderos. El hombre se hace Hombre, cuando sabe que las palabras que pronuncia nosonjamás simples palabras que su personaje está fosilizado y sin enmascaramiento. La única diferencia entre el lenguaje verdadero y el falso estriba en eso de tener y no tener. Si el hombre de la ética es una "pasión inútil," el hombre teatral, personaje de mi teatro, transformándose en una pasión útil con su no-pasividad, desarrollada en la lucha entablada pOl" realizar el Verbo y su Sentido. Mi visión del Hombre, de este hombre concreto, fue siempre como una fotografía de su situación y de su momento de marginalídad. De Genet me habían hablado, pero solo al "vedo" comprendí su ser de poeta porque había atravesado el infierno serial de la inclusa, del hampa, de la cárcel, del amor del hombre, de la pasión por el amigo, de su olfatear la claridad en los estercoleros. A W ols lo comprendí, capté su universo poético, ahondé en su miseria y me encargué de darle un cobijo. El hotel donde moraba era el asilo de los mendigos del Barrio Latino, a quienes ofrecía un desayuno, gratis, el bueno de W ols. Quien pagaba estos caprichos era J ean-Paul Sartre. Lo supe por mi secretario de entonces, que irritado por el abuso del pintor mendigo, pagó a regañadientes la cuenta del hotel, Matra, Cremonini, Heheyrolle, Picasso, Giacometti, Masson... encontraron ~en mi mundo un eco de su mundo VIolento y lírico, onírico y real, Me interesé por el hombre terrestre y cósmico, fruto de la tierra, semilla de yerbajo o de cedro. Por verlo crecer recorrí todos los continentes y todos los países; es" tuve en Cuba y en el Brasil. Fui el misionero de una justicia en ciernes, maravillosa y utópica. Fui el sueño de una noche desembocando en el alba. ~~~t~~~:e~E~;~~~1:~~:~0~:~:!~~~:~lrB!::~~:~~§¡¡¡¡¡~¡It¡¡¡¡¡¡¡I¡¡t¡¡¡¡¡¡1¡~¡¡¡¡¡¡¡~¡~¡~¡¡¡~¡¡¡¡¡~~¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡It~¡~¡~¡¡¡~¡~¡¡¡tI~¡~¡~ImmH¡¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡l stante es el tiempo del Drama, o esa revelación fulgurante y paradoxal de que el futuro era un pasado. El Azar no está en el Ser, Surge con el Hombre. Al confrontar orden de sus fines con el encadenamiento infinitamente infinito de causas en que consiste la Realidad, el Hombre hace surgir su Sueño, Se habla siempre del Azar, cuando pretendido resultado de una actividad concertada se revela como un puro y simple producto del cruce de una serie de causas. El Hombre que trae al mundo el Azar, se revela vanamente contra él. Cada una de sus acciones nace de la fatalidad que quiere destruir. La única solución posible es el suicidio. Mallarmé no se suicida. Medita sobre su fracaso. La fuente de su meditación anterior fue su propia impotencia. Las motivaciones de.su vida las encontrará ahora reflexionando sobre su propia imposibilidad. El resultado de su actividad meditativa se resume en una de las combinaciones del Infinito frente al Ahsoluio. es decir, la suerte más disparatada e improbable. Le ocurre eso por ser el heredero de su raza, su última encarnación. el remate de una serie. El Padre detestado (o ese Dios muerto) se amplifica en él. En organismos y palabras la Historia y la Herencia han inscrito poco a poco sus fatalismos. En cada generación se agrava el conflicto entre una pureza, cuyas exigencias se hacían cada vez mas agresivas, y un Azar cada vez más manifiesto. Sin embargo, los poetas seguían cantando la "belleza perfecta e inmutable. El viejo sueño del Absoluto tenía que enfrentarse con su absoluto mentís. Tal conflicto lo plantea el poeta Mallarrné, se le plantea a él y a la Poesía. Mallarmé niega la Poesía al transformarla en poesía constructiva rcrítica: en poesía consciente. Mallarmé concibió la Poesía baj« su verdadera forma o Negación pura. La zregación le reveló al Hombre. Convencido de ü'!s el destino de la Raza estaba en sus manos, no-podía s';:icidarse. Suidicarse equivaldría a desencadenar un genocidio. Podía suhstit uir su suicidio con la destrucción de la conciencia y sus sueños ; devolvería al infinito el movimiento personal; suprimiría el azar.Suicidándoseobligaba a la Humanidad a realizarse mediante una muerte voluntaria. Aún sin suicidarse se tenía por muerto. No obstante, el suicidio era el acto por antonomasia, el único acto sobrenatural. Al no realizarlo se autoconcedía la gracia de renacer a la vida. Cada una de sus actividades, de su respirar, cada acto del muerto, que es él, es una reconquista de la Vida y del Ser. No se ha suicidado, porque tiene que realizar esa poesía crítica, ya concebida y que solo existe como proyecto, Si llega a crear un tema poético de la desolación lúcida del Arte. cuya imposibilidad reconoce, el poema será su propio objeto. Asume Mallarrné, conscientemente, la locura de sus antepasados. mas no quiere conocer la Nada sin haber devuelto a los suyos el destino para el cual le habían engendrado. El no cumplir con su deber sería con- el ~~~;::~~ 1: ~~:~~aa~ ~~mt~~~~~o~ns~u ai~:~~l~d. ~ta~: ~¡!rt¡Jm!w¡!¡mmmr¡JJIt¡¡m¡¡¡f¡rr¡J!¡¡WW¡!t@!¡¡f~rt¡t¡J¡~¡fJ~¡~t!@f¡f~!~!