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Recuerdo del gran historiador
Richard Konetzke (1897-1980)
por Demetrio Ramos
Conocimos al historiador Richard Konetzke en Sevilla, en el despacho de Vicente Rodriguez Casado, en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Nosotros visitäbamos la ciudad hispalense para acudir
al Archivo General de Indias. Era el mismo destino del historiador
germano. El Dr. Konetzke visitaba a nuestro inolvidable companero
Calderön Quijano para entregarle un articulo con destino a la revista
"Estudios Americanos". Se titulaba La condition legal de los criollos у
las causas de su independencia. Por el numero de la revista, podemos
situar el afortunado encuentro en 1950.
Eran los dias de Cristobal Bermudez Plata, de Antonio Muro Orejön
у de Octavio Gil Munilla, precisamente al que llegaria el articulo como
secretario de la revista.
Nos llamö la atenciön aquel personaje, cuando casi el mismo
era una singularidad; pues no conociamos a ningun alemän que se
ocupara de la historia hispanoamericana. Por si mismo era una novedad.
Luego, muy pronto, seria conocidisimo, con un gran prestigio por sus
investigaciones. Antes de ese articulo habia publicado Konetzke otro
trabajo indicativo de su futura direcciön. El titulö Las fuentes para la
Historia Demogräfica de Hispanoamerica durante la epoca colonial,
que aparecio en el "Anuario de Estudios Americanos", en 1948. Era
uno de los primeros volumenes del prestigioso "Anuario", aquellos que
luego resultaron inencontrables.
Pero la obra magna de Konetzke fueron los tomos de su Coleccion de Documentos para la Historia de la Formaciön Social de
Hispanoamirica, que se publicaron en Madrid en 1953-1962 (cinco
volumenes), por el Consejo de Investigaciones Cientfficas. En ellos
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Dcmetrio Ramos
reproducia las Reales Cedulas que iba encontrando en el archivo
referentes a este tema. Claro es, resulta imposible ver en ello una
obra absolutamente personal: el senalaba en cada legajo los folios que
le interesaban, que le iban copiando segun sus instrucciones los que
podian ayudarle para completar el inmenso volumen de trabajo que se
impuso. Todo se hacia meticulosamente: se senalaban al pie de cada
cedula, la secciön, legajo, libro у folio en el que se encontraba, para que
pudiesen ser localizadas рог quienes desearän alguna comprobacion.
Ademäs, se modernizaba trabajosamente el lenguaje, diccionario en
mano, como le vimos mäs de una vez.
Fue una obra meritoria, mäs que meritoria, de imprescindible
manejo, que pertenece a una epoca, en la que el padre Lino Gomez
Canedo trabajaba en otra monumental tarea, dedicada a describir los
fondos de los archivos у bibliotecas, donde se encontraba material
americanista, documentos о manuscritos. Se publico mäs tarde, quizä
animado рог el ejemplo de Konetzke.
La idea de la Coleccion le fue sugerida a Konetzke рог el inolvidable
Dr. Carmelo Vinas у Mey, quien entonces capitaneaba el Instituto
Balmes de Sociologia у a quien cabe atribuir las constantes instancias,
pues era hombre tenaz у sonador de los grandes proyectos. Con el
tendria la guia en Madrid, en el archivo de Palacio, en la section
de manuscritos de la Real Academia de la Historia, en el Archivo
Historico Nacional, etc..., como en Sevilla con Bermudez Plata у
con los miembros de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, de
la calle Alfonso XII, donde ademäs llego a alojarse durante anos,
como algunos hispanoamericanos, conspicuos de Archivo, con quienes
cambiaba impresiones e intercambiaba hallazgos. Guillermo Lohmann
fue uno de sus consejeros.
Konetzke no solo trabajo agotadoramente, sino que respiro hasta
saciarse el ambiente americano, у гесогтю todos los archivos у bibliotecas donde podia encontrar el material deseado. Es, nos atrevemos a
decir, la gran catedral de los documentos americanos impresos. Y , por
lo menos, el que guio tantas pesquisas.
Pero todo esto es bien conocido у casi podrfamos haberlo omitido. Mas
lo que no ha transcendido son lances у anecdotas que nos transparentan
una vida cordial у hasta un sentido del humor. Nos contentaremos con
referir una, unida a la memoria de otro gran americanista, tambien
inolvidable, como fue Jose Munoz Perez, otro acucioso trabajador.
Estäbamos en Madrid, no recuerdo el aiio, у habiamos quedado
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Recuerdo tlcl gran Hisioriador
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en cenar juntos. Para ello habiamos de encontrarnos en el Ateneo,
de la calle del Prado. Le presidia entonces, creemos recorder, otro
americanista у gran promotor, Florentino Perez Embid. Este le habia
pedido a Konetzke que diera una conferencia en el Ateneo, pero tan
envuelto estaba Florentino en problemas, especialmente politicos pues esta fue casi su vocation - , que se le olvido acudir a presidir
la conferencia, por lo menos para cumplir con el inexcusable deber de
presentar a tan destacado historiador. Como debio olvidärsele de hacer
la propaganda oportuna, pues cuando llegamos al salon de actos, este
estaba präcticamente desierto. Konetzke habia descendido del estrado,
segiin me conto Pepe Munoz, para preguntarle su nombre, ante su
asombro. Y aquella conferencia que se decidio a dar por encima de
todo olvido о desatencion, la initio de una forma dificilmente repetida.
En el salon estaba el conferenciante у mi amigo Munoz Perez, que
habian entrado juntos. Nosotros habiamos llegado con retraso. Munoz
Perez se le acercö en el pasillo para preguntarle por su conferencia.
Precis amente ahora - le dijo - tenia que comenzarla, pero aqui no
hay nadie, ni la directiva ni el publico. Me tiene usted a mi, respondio
Munoz P6rez. Y asi decidieron entrar en el salön. Pero cuando Konetzke
iba a comenzar, descendio del estrado у se acerco a la primera fila donde
estaba Munoz Perez, para preguntarle con toda naturalidad: /,Como se
llama usted?. Su respuesta fue, bien que con extraneza: Jose Munoz
P6rez. Por eso el gran investigador germano tuvo que explicarle la
causa de su interrogante: estä usted solo у no voy a comenzar "Senoras
у Senores" como es habitual. Y asi volvio a subir al estrado у alargando
su brazo hacia nuestro companero, pronunciö en voz alta: "Sr. Don Jose
Munoz Perez...". De esta forma tan inusual comenzo su conferencia.
Ni que decir tiene, que el aplauso fue unänime, al que unicamente
nos habiamos sumado nosotros, porque como hemos dicho, llegamos
tarde. Nos despedimos a la salida, despues de preguntarle si tenia
comprometida la cena. Nos dijo que si, pero nuestra sospecha era que
lamentaba la ausencia de quien tenia que haberla organizado.
No volvi a encontrarme con el Dr. Konetzke, pero siempre que me
veia con Munoz Perez recordäbamos la anecdota que aqui consignamos,
para la historia de ambos.
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