que calma estoica habla de tamaña desgracia. «Sevilla es el sepulcro de varias producciones útiles de ciencias naturales. Allí perdió Clemente el resultado de su viaje por la Serranía de Ronda, y de sus observaciones hechas en el reino de Sevilla en 1807, 1808 y 1809; allí perdió también ricas colecciones, acopiadas entre las balas de los p a triotas, el ilustre barón Bory de Saint-Vincent, coronel del ejército francés; allí se sepultaron para siempre lo mas selecto de mi herbario y biblioteca; y lo que es m a s , todos mis manuscritos, fruto de 30 añosde observaciones, á e s cepcion de lo concerniente á la Ceres española, que todo íntegro quedó en poder de Clemente.» Esto escribía LaGascaen 1827, ignorando haberse salvado del fuego algunos paquetes de plantas, que compró en una almoneda de Sevilla el Exmo. Sr. duque de la Ahumada, cuando se hallaba de capitán jeneral de Andalucía, y devolvió á nuestro botánico después de su regreso, habiéndole visto entusiasmarse con dicha adquisición, como si hubiese recobrado un hijo querido, y llorado ya por muerto. Pero ¡ qué contraste entre lo poco que recobraba y el gran tesoro que habia perdido!... ¡Qué fatalidad, señores, presidió sobre aquella rica y suntuosa capital, cuna de tantos españoles sabios y célebres bajo todos conceptos! 26 Llegó La-Gascaá Cádiz habiéndolo perdido todo; cuando al cabo de tres meses se vio precisado a dejar su patria, á cuyo favor tanto habia trabajado , debió á la benevolencia particular el poderse trasladar á Jibraltar, y después á Londres, á donde llegó en 1824. Su familia, que quedó en Cádiz en el mas lastimoso estado, no pudo reunírsele para consolarse mutuamente, sino hasta dos años después. Si hubiese salvado los inapreciables manuscritos que desaparecieron en Sevilla, su publicación en Londres hubiera sido altamente gloriosa para España, y le hubiera dado un producto bastante para mantenerse cómodamente el resto