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alforja
R
E V I S TA
D E
P
O E S ÍA

Primavera 2008
Nueva época
a
alforja ARTE y
L I T E R AT U R A
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA
DE SINALOA
Dirección
José Vicente Anaya y José Ángel Leyva
Rector
Héctor Melesio Cuén Ojeda
Editora y diseño
María Luisa Martínez Passarge
Secretario General
Jesús Madueña Molina
Consejo Editorial
Ludmila Biriukova, Miguel Ángel Echegaray,
Evodio Escalante, Juan Gelman,
Eduardo Langagne, Carlos Maciel Sánchez,
Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco,
María Vázquez Valdez
Consejo de colaboradores: Francis Mestries, Luciano Pérez, Begoña Pulido, Edmar Salinas, Javier Sicilia.
Representantes en México: Graciela Ayala Ruiz y Alfonso Peña Raigoza (Durango), Ludmila Biriukova,
Guillermo Carrera, Rubén Márquez Máximo (Puebla, Pue.), Willivaldo Delgadillo (Ciudad Juárez), Verónica Loera y Chávez (Oaxaca, Oax.), Aglae Margalli (Mexicali), María Merced Nájera Migoni (Delicias, Chih.), José de Jesús Sampedro (Zacatecas, Zac.), Dora Moro, Teresa Serrato, José Reyes (Guadalajara, Jal.), Sergio Ricardo Venegas (Cuernavaca, Mor.), Amaranta Caballero, Heriberto Yépez (Tijuana),
Ivonne Gómez Ledezma (Torreón, Coah.), Marcos García Caballero (Aguascalientes).
Representantes en el extranjero: María Antonieta Flores (Caracas), Rodolfo Häsler (Barcelona), Mario Licón (Sidney, Australia), Floriano Martins (Brasil), Josu Montero (Bilbao), Antonieta Villamil (Los Ángeles Ca., Estados Unidos), Edwin Madrid y Aleyda Quevedo (Ecuador), Krystyna Rodowska (Polonia).
Diseño de página web: Reyes Sánchez Villaseñor [mexking@prodigy.net.mx]
Editor de alforja virtual: Alí Calderón
Portada: DUKE ELLINGTON, París, 
(fotografía © Herman Leonard)
Gráfica: MARIO M. REYES
alforja es una revista de la Fraternidad Universal de los Poetas.
correo electrónico: alforjapoesia@yahoo.com
Página en Internet: www.alforjapoesia.com
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Domicilio: Copilco , ed. , depto. , Col. Copilco Universidad,
Del. Coyoacán, C.P. , México, D.F. Tel./Fax:  
Impresión: Exima, S.A. de C.V. n Panteón , bodega , Los Reyes Coyoacán,
Coyoacán, , México, D.F., tel.:  
 -
© Todos los derechos son de los autores. Cada autor se hace responsable por sus opiniones.
De médula relacionada con la confrontación y de melodía
e interpretación que se derivan de prácticas occidentales,
el jazz conjuga en esencia una armonía de blues,
ritmo, producción de sonido y fraseo provenientes
de la música africana y de un concepto afroamericano.
El jazz, cualidad de rebeldía que brota al sur de
Estados Unidos, adquiere no obstante una tesitura única:
ni europea ni africana. Este surgimiento equidista con
el jazz —ritmo, protesta— pero también con el blues.
Porque antes del jazz hubo worksongs y shorts, spirituals
y, por supuesto blues, como en la reunión de música
y poesía de estas páginas.
Los elementos básicos que separan al jazz de la música
europea le dan intensidad a sus rasgos y se definen en
una relación especial con el tiempo —o “swing”—,
la espontaneidad y vitalidad donde la improvisación es
clave, y la forma de frasear conjugada con una sonoridad
que refleja la identidad de los músicos ejecutantes.
Estos elementos coinciden a su vez con la poesía
que contiene este número de alforja y con los poetas
—y músicos— aquí convocados.
La muestra de poesía y jazz es una puerta
a otros espacios de la palabra, del canto.
Contenido
Miscelánea
Jazz & blues
 
Mucho más que diplomacia cultural. José Augusto Seabra


  , De La luz de Creta

 , Blues del hombre elefante

  , Desde la marina

  , Blues

 , Extinciones V

 , Blues para la hermana Sally


 , Pago mi renta con un poco de blues, El blues del atajo

 , pan blanco, y que de vez en cuando, cuando beso, besa no obstante,
me quito las medias
 , Canción triste

 , La ceremonia del lagarto
 
Uruguayos y jóvenes: Martín Barea Matos y William Johnston. Dos poetas
  , Soy alérgico al pan…, Honor, La sombra del objeto,
Siempre hay otoño…, Los niños numismáticos…

 
Blues poema jazz
 , Blues de la impunidad virtual

  , walking the boogie or one bourbon one scotch one beer

 , Apologia pro vita sua

 , El blues de Montemorelos

 , Sunday blues

 , Kind of blue, Blues

 , Bar Smoke

 , Relaxin’ at Camarillo, Blues para Ella Fitzgerald

 , mix traslación rc

 , Este es el blues de la ternura suicidante, Blind blues

 , El blues del gran imbécil

   , El blues de Sam

 , Conozca a Miss Metro

 , El sueño del perro

  , Fue un año difícil

 , Hacia la noche
 
Rafael Courtoisie. Las debilidades del hombre invisible
  , Luz, Llama efímera, El ramo de flores
 , Soledad impura
  
Con olor a buena poesía
  , Prólogo, Conjuros, Confirmaciones, ¿Arte poética?
 
El País íntimo de Hernán Vargascarreño
 , A la vida vine a vivir, Confesión, Tu viaje a la soledad
de tu noche
 , Impostergable blues

  , blues

 , Del libro Mexico City Blues, Del libro San Francisco Blues,
Richmond Hill Blues, Orlanda Blues

Artes plásticas
 , El único turista en La Habana que vuelve sus pensamientos a casa

 
Nada está a salvo. Entrevista con  . 
   , organic/inorganic blues












 , Perla, El blues de Amtrak, Jazz y cambios

  , De sastre y poeta…

Crítica de la poesía y de los poetas
 , La balada de los cocodrilos borrachos

 , Robert Johnson, blues war; El blues de William Burroughs

  
Contra Gombrowicz
 , Round about midnight, Chica jazz, O-Jazz-O, Sonidos de la
Costa Oeste-

 , El blues de la coca

Reseñas
  , Sanborns blues, Who knows where the time goes (Vinyl
blues)

 
El poeta sabio

. . , Blues para un funeral

 , Blues de la montaña negra

  
Libelo de varia necrología, de Balam Rodrigo


ARNULFO VIGIL
Jazz & Blues
Coordinación: María Vázquez Valdez y Carlos Velázquez
Blues poema jazz
B
upbupdubidubopbop: las puntas combas de la vacuidad con los diapasones
vaporosos del estoraque y del carbunco son incisos casi (casi) demonólogos
sin que por eso los corifeos del magma (albino) templen los parámetros de la
medianoche en un bar con luces de neón en el centro de la urbe, congestionado de
soledades múltiples que intentan aplacar los fantasmas necios en conjura permanente con una bebida seca y una moneda en la C- de la rocola.
 & 

Dupidudupidubepbepbep: iluminación en la eterna noche de asfalto noche del fin
del mundo / las iridáceas y la autofagia escamotean (por alguna razón irracional) la
hipertalia ronroneante entre los retiramientos (balbuceantes) (daístas) impertérritos
argentados sin ninguna otra ola que la de siempre —o nunca— y cuaja paladares y
paladeos que convergen en el vórtice de las ecuaciones que viajan en tren de segunda clase.
Shalalalaohohshalalaohoh: nunca la turgencia del síncope alado será (o no será)
la equivalencia mayestática de la pauta envuelta en moños tono bermellón ni los
equiláteros (romboides) de la pleitesía multiplaza engarzada en superficies planas sin rampas y sin ningún otro ángulo que la preciación inconsútil de los bemoles
adocenados.
Ok. Se habla (hablamos) del ritmo vertiginoso de la vida que se cuela entre los visillos de los espacios rescatables.Aquí sucede la conversación del capotrasto en el puente y la espalda del brontosaurio feliz. Es de noche, afuera llueve. Las gotas escurren
por la ventana; es como si el vidrio llorara; de hecho, las lágrimas son de vidrio, por
eso a través de la ventana se vislumbran los arañazos en la piel del alma (la tuya, la
mía, la de aquél, la de todos) cuyos tatuajes llevamos: la sota del recuerdo, el hoyo
de la ausencia, la pulla de la nostalgia, el fuego inmarcesible de la infancia que no se
ha podado.
Ahí estás (Raymundo, Pepe, Johnny, Dimas, Elmo, Beto, Poncho) temblando por
el susto que te dio el viejo feo / totalmente desconcertado porque acabas de ver a la
vecina desnuda / pálido porque tus padres se pelearon enfrente de ti / entusiasmado
porque la de las trenzas largas (Mary, Wendy, Julia, Carolina, Emma, Rocío, Alma,
Ana) que se sienta en el pupitre de adelante te dijo que sí te acompañaba al mandado.
Y en medio de los tirones y del desasosiego propios de los espíritus irredentos, la palabra cobra cuerpo y señala corbatas, vacas, guardas, recintos, verde que te quiero verde, planicies, naranjas, oh este pobre y roto violín, plumas, palomas, trigo, tú César
que abusaste de tu poderío fuiste abusado por todos, muerte sin fin soledad en llamas.
La palabra se precipita como una gota de agua sobre los muérdagos. La palabra.
Y el ritmo, oh sí. Como si fuera un torrente benigno de verbos y de sonidos, la
palabra se emparenta con los coros de pájaros, de donde fueron tomadas las notas
que construyen la deidad llamada música, y el ritmo, decimos, se conglomera en una
base de medicamentos sin receta y presenta alivio, aunque también irreverencias y
concitaciones a la rebeldía. La palabra y las notas de los pájaros tejen un manto común y nace la máxima sentencia de la historia de la humanidad: la poesía. Palabra,
notas: poesía. Ahora tú te encuentras fuera del laberinto porque has sabido escuchar
la poesía, la música implícita en la construcción matemática, en la precisión, en la
fórmula exacta que no admite errores ni equivalencias con el destino pero que, de
una forma u otra, prevalece entre las instigaciones comerciales, vacuas, superfluas,
que sólo atañen a los espíritus que nunca tuvieron alas o que si las tuvieran por alguna circunstancia las perdieron y ahora se ahogan en sofocos que no merecen la pena llamarlos por su nombre. Sólo quienes pueden —o quieren— volar, aunque no
tengan alas, surcarán los aires como una cometa sin hilo. Ajá: la poesía.
Antes que la prosa fue la poesía. La palabra era poética. Los homínidos —al igual
que los marcianos, los venusinos, los plutonianos— se comunicaban, se comunican,

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con poesía. Las oraciones (verbo, sujeto, predicado, complemento directo o indirecto) estaban sujetas a la poesía. Los documentos, los códices, las leyes, los testamentos
y otras fruslerías del acontecer, fueron después. El hálito de la luz daba color a las palabras. Y las notas. Antes de la estructuración programática de las claves era la música que sostenía la palabra. La comunicación mediante la palabra era con música.
Los prehomínidos no hablaban, cantaban. Y se entendían bien.
Los cantos órficos, sí, pero también, y en el mismo plano, las disposiciones magnéticas para el cruce de las equivalencias no apodícticas sino estelares, que corresponden con la intención de trasladar los niveles terrestres a regiones celestiales. El canto
para el rito de iniciación, el canto para la cosecha, el canto en las ciudades ignotas
que marcan el compás de la búsqueda siempre ansiada y que casi nunca se consigue.
Marzo es un mes agradable como un piloncillo en el anafre chispeante de la esquina
redundante colocado al lado del bolígrafo con tinta blanca al tiempo del vuelo de la
oropéndola feroz que a final de todo no era tan feroz sino tierna como un elote
propedéutico. Coma o punto y coma. Bueno, en la intersección de las esquinas sucede el jardín que se bifurca y que no conduce a ninguna parte como una naranja que
fue pelada con cuchillo y no con los dedos, como se debe pelar una naranja. También, el vuelo sin alas.
La palabra concita emociones y cuando sucede las olas se trasladan al otro lado
de la arena, entonces la poesía culmina (o empieza, es igual) con una transmisión
en vivo. Y se decantan aporías, cortezas de nogal, turgencias de la rosa rosa, los ríos
del recuerdo, los tonos siemprevivos de la llama que nunca se apaga y que brinda
calor en tiempo de frío. Frazadas. Porque al compás de los recuerdos la palabra toma forma y puede ser un recreo de primaria, un libro leído por segunda vez, un cepillo de dientes olvidado en el armario y muchas cosas más. Pero lo importante (o sin
pero), lo importante es la sonoridad que late en el cuerpo mismo, el ritmo de las arterias, el pulso de la diástole. Y entonces, en el lejano lugar se escucha una nota que
acerca los listones satinados propios de las huellas registradas en el solar conocido.
Una armónica, una guitarra, un platillo, pintan las estrías, y al compás de los lamentos se alivian las penalidades, las jugadas fuera de lugar.
John Lee Hooker y toda la tribu cobran vida, libertad, y sin saber sus notas se
convierten en palabras, en versos, en oraciones enhebradas al son de la emoción.
 & 

Entonces alguien llamado Julio Cortázar escribe un cuento (“El perseguidor”, en
efecto) que definitivamente aúna dimensiones. Y Toni Morrison escribe Jazz, y Alain
Derbez compila una antología dedicada al blues y al jazz, Evodio Escalante publica
un texto donde rinde tributo a quienes han ejecutado melodías literarias. El canto de
los grilletes en los pies se ha convertido en una flor que esparce su polen por equis
lugares y fecunda los escritorios y los archiveros y ya nunca más será sólo un blues,
será un universo literario. La literatura abreva de los ángulos más inesperados. Como antes los cantares, el mester de juglaría, los versos del Mio Cid, los pregoneros,
las baladas del viejo oeste, los himnos de los peregrinos anabaptistas, los oms de los
monjes, el blues —el ritmo del corazón y los lamentos— será verso, medido o no,
que nutre la palabra envuelta en oropeles. Y al revés, la palabra es materia dúctil para
afianzar los lamentos que escapaban de condiciones nada gratas pero que contenían
el germen de los brazos abiertos. Sí: nada será como antes, en ningún sentido.
Y no importan los territorios, los idiomas, los pasaportes, los kilómetros, los aranceles; no importan porque no se trata de intercambios con código de barras sino de
todo lo contrario: el aire no tiene contención. Como la savia. Y se tejen disposiciones: Norman Rosten, José Carlos Becerra, Sergio Mondragón.
Muchos años después, frente a una barra del bar de la esquina cuatro este, un homínido con alas llamado Jack de apellido Kerouac destilaba frente a una máquina
de escribir de escritorio las notas de una literatura con signos de admiración, que
nacía al compás de la improvisación, del momento, en el centro mismo del vértigo
anunciando una redacción que, como la música improvisada, abría los compases y
los renglones a otra manera de codificar las palabras: el verbo emerge siempre en medio de constelaciones a la mano. Y entonces, de la mente, no menos cubierta por los
humos de las ensoñaciones químicas y herbívoras, las palabras latían sin compasión
bajo los dictados de la imaginación y la fiebre de la creación. Directo del pulso, más
bien de la pulsión, del vuelco, las palabras se acompañaban de las notas. En efecto: el
jazz dictó los ritos de la palabra escrita. Y ya nada fue como antes. El jazz, como
muchos años después el rock, antes el blues, transitaron de las esquinas en los bares
a las páginas de la libreta, a las hojas de máquina, en un galope más que de caballos,
de pegasos, con un acento en la libertad. Ajá: la libertad. El free jazz y la palabra libre.
Y entonces, como antes la escritura automática, la construcción se dio de otra manera. No que se haya construido primero el techo sino que sobre los cimientos se
pusieron ventanas, luego cerrojos, y la casa resultó tan cómoda como lo exigían los
acontecimientos desesperanzadores de ese momento. La guerra, las formas caducas
de una moral férrea, los comportamientos apacibles, se contrajeron como un derechazo para… simplemente para.
Junto a él también se cribaron otros cantos en palabras y palabras en cantos:
Allen Ginsberg, William Burroughs, Gregory Corso, Gary Snyder, Diane Di Prima.
Los castigados, los desolados, los golpeados, los beatos, los concupiscentes de la pluma se convirtieron no en una generación, como dicen los especialistas en la materia,
sino en una horda de ángeles expulsados del paraíso que se volcaron en las crestas
de las ínsulas pegajosas sin otra cosa que sus propias teclas. Ginsberg: “Uno no revisa. O más bien es como en la caligrafía: usted revisa primero mentalmente y después
traza los caracteres caligráficos. En poesía es lo mismo: uno prepara su mente y
luego escribe con rapidez.” Como el jazz: nadie estudia las partituras, nadie se pone
frente al ambón para proclamar las estridencias y los altibajos, los semitonos, simplemente con instrumentos a destiempo y la voz a medio tono. Como el jazz: parvadas libres. Como el jazz: la vida que se vive lejos de las disposiciones establecidas
de antemano y las directrices de las escuelas privadas, de los institutos correccionales, de los catecismos dictados en el atrio. No, no se trata de eso. Se trata de lo contrario: la libertad en movimiento produce grandes descubrimientos. Efraín Huerta,
Dolores Castro. Todo sucumbe y nada se derrumba. La vida se vive en sentido contrario, siempre irregular, nunca musgosa.
De la olvidada Muriel Rukeyser (Nueva York, ):
Si imaginamos músicos con rostros de trompeta,
tocando el imposible, inimitable jazz,
ningún arte puede acusar ni el cañoneo herir,
ni, saliendo de nuestros sueños dirigibles,
volver a ver al tullido sin tino
lanzando sus muletas de repente.
También muchos años después otro homínido lagartoso, Jim Morrison, trasladó el
canto de Mississipi, de Alabama, de Carolina, a los sonidos eléctricos recién descubiertos: el blues. Y el canto negro se hizo blanco, no sólo por la suprema diosa Janis
Joplin sino por el canto vuelto sangre, aullido, grito, vida. La música aupada a la palabra. Y entonces la poesía no volvió a ser la del salón de clase, la de los libros de texto, la de la tarea aprendida de memoria y recitada el día de la bandera o cualquier
otro día. La poesía se volvió aire conservando su herencia primigenia: el canto. Y también en sentido contrario: la palabra dotó de secreciones al ritmo. La fusión se
convirtió en el signo de identidad de un tiempo que se abría como las amapolas en verano. Los poetas recurrieron a la música y los músicos convivieron con

alforja  |  
 & 

los poetas. En el blues, el lamento. En el jazz, la improvisación. Nada de etiquetas ni
de recetas, se trata de un trago de agua siempre límpido.
De Langston Hughes, uno de los primeros en expresar en verso el espíritu de la
música de los blues negros:
¡Limpia las escupideras, chico!
Detroit,
Chicago,
Atlantic City,
Palm Beach.
¡Hala, limpia las escupideras!
El vaho de las cocinas de los hoteles,
el humo de sus vestíbulos
y la babaza de sus escupideras
forman parte de mi vida.
¡Eh, chico!
Cinco centavos,
diez centavos,
un dólar,
dos dólares
ayudan a comprar zapatos para el niño,
a pagar el alquiler de la casa
y a ir a la iglesia el domingo
¡Oh Dios mío!
[fragmento]
Desde los inicios del siglo pasado, una constante se convirtió en estrategia: la poesía
abre su caparazón para que entre la música y las notas se convierten en acentuación.
Lo dicho: los poetas beatniks empiezan a fundir sus improvisaciones a lo largo y ancho de las carreteras y de cuartos mohosos de hoteles de paso. No es nada fácil en un
tiempo de censura, estragos de guerras y descargas atómicas, desempleo, cinturones
de castidad mentales, abigarramientos esclerotizados; se trata, ahora, de malvaviscos, de una poesía que emerge de la necesidad de decir lo que se ha querido decir
pero que no tenía forma de hacerlo. La música claro. Después sería el rock.
La poesía se quita el vestido y aparece de cuerpo completo. Es el mismo Langston
Hughes quien sienta las bases: “Los blues, al contrario de los spirituals, tienen una
factura poética definida: un verso largo repetido y un tercer verso que rima con el
primero. A veces, el segundo verso repetido es ligeramente cambiado; otras —muy
raramente— es suprimido. El tema de los blues es casi triste, pero cuando son cantados, el público ríe.”
Sí: la poesía abre sus ventanas para que se incorporen nuevos ritmos logrados a
través de acentuación irregular, versos convertidos en versículos a la par de versos de
arte menor, cobijados más por el aliento que por la métrica, y cuyo tono se da a partir de la respiración y no —ya no— de medidas establecidas. Y no interesa si son
dísticos o cuartetos porque las estrofas sin irregulares y los encabalgamientos se

alforja  |  
dan a partir de exclamaciones y no necesariamente de adverbios o conjunciones o disyunciones. Y la poesía rompe también con las regiones. En la poesía tibetana budista, así como en cierto estilo de poesía china y en los haikus japoneses, impera una
larga tradición de composición espontánea. Los idiomas ya no rigen la poesía sino la forma de componer y la orientación que toma a partir de los signos de la música: del jazz y del blues. Y es fácil reconocer las señales de Burroughs en cantantes
como Kurt Cobain, Bob Dylan, Patti Smith, Blondie.
Y viceversa, los trovadores se nutren de las lecturas, de poesía y narrativa, que por
otra parte ya no son obligaciones ni materia de exámenes sino un placer. La poesía,
como nave con velas desplegadas, arriba a buen puerto en viaje de placer. La lectura,
compartida, es un recreo, no una asignatura obligatoria.
Una poesía sin caparazón, donde las secuencias versiculares son rotas por pausas
y silencios independientemente de la marca del ritmo y en donde la construcción de
los versos se da a partir del tono y no de la conjunción de sílabas, donde pueden
convivir sin ninguna preocupación el verso átono con la acentuación en terminaciones regulares. Ya no es una preocupación absoluta pulir metros como el eneasílabo,
el endecasílabo agudo, o la atención que solicita la diéresis porque ahora interesan
más las pausas, la sensibilidad tímbrica y la concentración de sonidos —agudos o
graves— que sean tan musicales como pudiera ser el verso rimado. Y ya no es más
la sonoridad monótona, cuadriculada, decimonónica, sino la pretensión de tonos
de voz coloquial, trasladar la voz hablada a la voz escrita y no ya tampoco el verso
blanco —con rima o sin ella— sino el verso de colores, con formas y propuestas
propias en acentuación y ritmos incluso subsilábicos. Ya no más rimas limitadas a la
vocal que lleva el acento, o a las terminaciones tradicionales que ya no significan gran
cosa. Hay oclusivas, aliteraciones, y en el plano exterior neologismos. La incorporación en la poesía de palabras y términos que provienen de otros lenguajes: de la
ecología, la ciencia, la industria, la guerra, la medicina. Y sobre todo los sublenguajes populares, de barrios, de regiones. Y la utilización de palabras de otros idiomas.
El anuncio, tan bonito, de tanto mirarse ya no dice nada. Y de la escritura nace
una segunda lectura: la gozosa. En efecto: leer ya no es un trabajo, ahora es una
diversión. Se lee poesía para reír, para rebelarse, para salir a las calles, para agarrar el
sueño en las noches de insomnio económico, para devolverle el color a los días ásperos. Ya no se trata de obligación sino de tomar una copa de ajenjo mientras se le da
vuelta a la página. Y el poema, en este sentido puede cantarse: poema canción. No
es ni menosprecio ni vanagloria, es el cuerpo del poema desnudo. La lágrima se convierte en sonrisa. La lectura placentera permite segundas lecturas. La poesía se lee una
y otra vez, la prosa sólo una. Leer poesía es un placer. Y se puede leer con los oídos,
escuchar con los ojos.
Shalalalaohohsalalaohoh.
Arnulfo Vigil. Montemorelos, Nuevo León, México, . Estudió filosofía. Fue corresponsal durante varios años del periódico La Jornada. Es director de la revista mensual Oficio, que
lleva trece años de edición ininterrumpida. Es autor de los libros de poemas Gloria Trevi y otros
cielos, El Blues de la Señorita Coliflor y El regreso del Ángel Bermellón. Con Lourdes y Jorge
obtuvo el primer lugar en el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta  que otorga el
ayuntamiento de Tampico, Tamaulipas.
 & 

ALLEN GINSBERG
VÍCTOR PALOMO
Blues de la impunidad virtual
Blues del hombre elefante
Versión de Ana Becciu
Siempre que imito a un elefante
viene una muchacha loca y se mete en mi cama
cada parte de su cuerpo semeja la nota de un blues
y completa es tristísima canción.
Con impunidad virtual Clinton consiguió fondos para su campaña
de los chinos rosa
Con impunidad virtual los peones de la Contra CIA vendieron Cocaína y enfermedad
en L.A. y Minneapolis
Con impunidad virtual el FBI incendió Waco apocalíptico
Siempre que imito a un elefante
alguno de mis vecinos contrae matrimonio
otros
se marchan de casa y no vuelven nunca.
Y no sé cómo decir que necesito un lugar
donde ver caer la estúpida tarde
sobre mi sombra
donde dormir lo azul entre lo rojo
y en silencio
masticar la blasfemia.
Con impunidad virtual el gobierno empezó a aplicar matrículas
enormes en los colegios públicos
Con impunidad virtual la FCC y el Congreso dieron su OK a la
censura fundamentalista en la Radio
Con impunidad virtual los Valores de la Familia insultaron a las damas,
los gays y los afroamericanos
Con impunidad virtual el Papa prohibió en el planeta el control de
la natalidad
Cada vez que imito a un elefante
se cae una casa
se rompe un espejo
se le va una de las siete vidas al gato
y alguien me descubre tocando enmascarado
este viejo saxofón de plástico.
Con impunidad virtual Carolina del Norte prohibió la sodomía en
el agujero equivocado
Con impunidad virtual los chinos prohibieron el nuevo lenguaje
eléctrico
Con impunidad virtual los capos de la lotería albanesa compraron
y vendieron elecciones
Allen Ginsberg. Nueva Jersey, Estados Unidos, . Figura central de la generación beat y camarada de Jack Kerouac, Neal Cassady, William S. Burroughs, Patti Smith, Gregory Corso y Bob
Dylan. Una de sus obras más conocidas —Howl (Aullido)— se publicó en , pero fue prohibida, lo cual originó un caso célebre entre los defensores de la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos.

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Víctor Palomo. Saltillo, Coahuila, México, . Poeta, periodista y promotor cultural independiente. Ha colaborado en medios impresos nacionales, entre los que destacan Tierra Adentro y Periódico de Poesía. En  obtuvo una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las
Artes de Coahuila, en el rubro de Jóvenes Creadores.
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
Labios sobrecogidos de olvido,
pulsaciones de un oleaje de mar ya retirándose,
ruido de nubes que el otoño piensa.
Hay lápices en forma de tiempo, vasos de agua
donde el anochecer flota en silencio.
Hay la rama de un árbol como un brazo esculpido
por algún abandono.
JOSÉ CARLOS BECERRA
Blues
No era necesaria una nueva acometida de la soledad
para que lo supiera.
Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.
Donde el amor moró y tuvo un reino
queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.
Queda una hoja de papel no en blanco
donde está anocheciendo.
Donde goteaba luceros una noche
sobre unos hombros limpios como verdad mostrada,
sólo queda una brisa sin destino.
Donde una mujer fundara un beso,
sólo árboles postrados al invierno.
Hay miradas y cartas donde la noche
puso en marcha al vacío,
a las frentes que extinguen su remoto color
sobre letras que enlazan señales de viaje.
Aquí está la tarde.
Puede enrolarse en ella quien esté enamorado.
Aquí está la tarde para designar la ausencia.
Suena en mi pecho el mundo
como un árbol ganado por el viento.
Y no era necesario decirlo.
El corazón sin que sea una lágrima
puede sombrear las mejillas.
No era necesaria la tarde, tampoco este cigarro cuyo humo
puede ser otra mano evaporándose.
Invernará la noche en mi pecho.
No era necesario saberlo.
No tiene importancia.
Espero una carta todavía no escrita
donde el olvido me nombre su heredero.
La ventana da a la tristeza.
Apoyo los codos en el pasado y, sin mirar, tu ausencia
me penetra en el pecho para lamer mi corazón.
El aire es una mano que está hojeando mi frente.
Mi frente donde la luna es una inscripción,
una voz esculpiendo su olvido.
Como humo la luna se levanta
de entre las ruinas del atardecer.
Es muy temprano en ese azul sin rostro.
No era necesario enturbiar la soledad
con el polvo de un beso disuelto.
No era necesario
memorizar la noche en una lágrima.

José Carlos Becerra. Tabasco, México, -Italia, . Asistió al taller literario de Juan José
Arreola y comenzó a publicar en revistas ya históricas como El Corno Emplumado, Pájaro
Cascabel, Revista Mexicana de Literatura, etc. Fue acreedor de premios y reconocimientos
como la beca Guggenheim. En  viajó a Europa, donde recorrió varios países. Murió en
Brindisi, Italia, en un accidente automovilístico. Su obra poética íntegra fue editada en el volumen El otoño recorre las islas en .
alforja  |  
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
de la costa este
a la costa oeste
a ningún lado
LENORE KANDEL
Blues para la hermana Sally
Traducción de Gerardo de Jesús Monroy
I
bebé cara-de-luna con brazos de cocaína
diecinueve veranos
diecinueve amantes
novicia del ángel yonqui
hermana laica de la humanidad penitente
hermana en mariguana
hermana en hachís
hermana en morfina
cómo habremos de canonizar a nuestra hermana que no está
suficientemente muerta
que fornica con extraños
que se masturba con agujas
que le da miedo la oscuridad y lleva su largo cabello suave
y negro
contra su cara sin sangre
III
medianoche y la habitación nebulosa verde-sueño
somos todos parte del collage
hermano y hermana, ella se recarga sobre la pared
y él, deslizando la aguja en el brazo indoloro
contra el mugriento lavabo del baño
bombean sus brazos llenos de vida
(santa santa)
porta el estigma (santa santa) del cristo loco
(santa santa)
aguja santa
polvo santo
vena santa
pálidos dedos (con amor) contra el pálido brazo
IV
querida señorita sin amor: mi hermana lo hace con un pedazote
de vidrio piensas que esto es normal señorita sin amor
EXIJO UNA RESPUESTA!
niños es suave nuestra tarde, nos recargamos cada uno en
el otro
nuestro abasto está en nuestros hombros
nuestra dosis en nuestras cabezas
dios es un yonqui y vendió salvación
hay provisiones para una semana
II
lloren
por mi hermana ella camina con venas abiertas
derramando su sangre en las alcantarillas de sus ciudades

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Lenore Kandel. Estados Unidos, . Se dio a conocer por el pequeño libro de poemas The
love book, que incluía el poema “To fuck with love”, acusado de obscenidad en  en San
Francisco, durante el movimiento hippie. Ese año publicó también Word alchemy.
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
JOSÉ CRUZ
Pago mi renta con un poco de blues
Pago mi renta con un poco de blues,
navío de noche, trae el amor a mis brazos,
suena el piano sobre tablas de nogal,
el bar se esfuma en dos compases,
(música de antiguos amigos anclados al mundo
El blues del atajo
por un trago de ron).
Pago mi renta con un poco de blues,
Voy a liar un tabaco en un solo de blues,
dame el tono muchacho, anda, apaga la luz,
es el blues del atajo
que comienza en mayor,
el vecino de al lado ya sacó el acordeón.
derrumbada en mi cama tu marea de carne es eterna,
hada alcohólica bañada por la luna de tus ’s.
Tus rasguños en mi rostro son palabras de un poema limpio,
limpio como el cielo de tus ojos.
Pago mi renta con monedas de mi alma abaratada,
Yo nací un día nublado, creo que nunca paró
de llover en las calles, alguien dijo que noviembre lloró.
A los quince de casa me salí a recorrer
esta tierra mojada de dolor y placer,
de dolor y placer.
de mi alma recargada en los muros de un sueño,
de mi alma de música hambrienta perdida en el corazón de
taciturnos bebedores,
de mi alma encarnada en un polvoso escenario.
Amor, ¿debemos cruzar los puentes ardiendo, las
Conocí una mujer que vendía la ocasión.
Me subí a su querer, iba hambriento de amor,
diecisiete, una lira, hijo a rocanrolear
entre el humo y bebida, hijo, a vagabundear.
Vine a dar con un blues
en un frío callejón,
olvidé lo demás, me subí a su vagón
al final.
negras ciudades selladas con nuestros dulces espíritus
ansiando la paz de otro mundo, reunidos en la antesala
del infierno, fumando y riéndonos, pisando colillas de
entusiasmo?
Amor, tú y yo intensos, nos hemos desgarrado por
un poco de blues.
No dejamos nada al señor. No dejamos nada al señor.
No dejamos…
José Cruz. Poeta y ex vocalista del grupo de blues Real de Catorce. Es autor del poemario
…de los textos del alcohol.
Sí Sí Sí Sí

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
LOU REED
JOSÉ EUGENIO SÁNCHEZ
Canción triste
walking the boggie or one bourbon
one scotch one beer
Traducción de María Vázquez Valdez
Mirando fijamente mi álbum de fotos
Ella se parece a María, la reina de los escoceses
Ella me parecía muy regia
Sólo demuestra cuán errado puedes estar
Voy a dejar de perder mi tiempo
Alguien más tendría que haber roto sus brazos
Canción triste, canción triste, canción triste, canción triste
Mi castillo, niños y hogar
Creí que era María, la reina de los escoceses
Lo intenté tanto
Sólo demuestra cuán errado puedes estar
Voy a dejar de perder mi tiempo
Alguien más tendría que haber roto sus brazos
john lee hooker nació en  o 
tocó junto a miles davis o bob hite
se iba de gira con bb king o taj mahal
tocaba la guitarra o la armónica cantaba o hacía coros
su voz rasposa o un gruñido de perfecta dicción
sus canciones eran originales o covers
sus amigos eran negros o blancos
hizo duetos con
van morrison o santana
se presentaba en bares o en estadios
lo aplaudían en oceanía o en europa
sus composiciones las cantan o tocan lou reed o keith richards
johnny winter o ry cooder
y sus intérpretes pasan desapercibidos o ganan grammy
grabó suficientes discos o los necesarios
se agotó antes de despertar o murió
en la noche del veinte o en la madrugada del veintiuno de
junio de 2001
Canción triste, canción triste, canción triste, canción triste
Lou Reed. Nueva York, Estados Unidos, . Es cantante y escritor. Fue líder del grupo The
Velvet Underground y luego desarrolló una extensa carrera como solista, en la que sobresalen
los discos Rock’n Roll Animal, Transformer y Perfect night live in London, grabado en vivo en
un concierto memorable.

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José Eugenio Sánchez. Guadalajara, Jalisco, México, . Actualmente vive en Monterrey.
Es autor de Physical graffiti y La felicidad es una pistola caliente.
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
CHARLES WRIGHT
ARNULFO VIGIL
Apologia pro vita sua
El blues de Montemorelos
[fragmento]
Versión de Jeannette Clariond
¿Qué sensata, inútil razón llevó a Percy Heath
a llamarme, ebrio, paliducho, pasmado,
—medio atolondrado—
esa noche en la Misión de Carmel?
Pero sí que llamó, fingiendo interés,
mientras pasaban por ahí Milt Jackon y John Lewis,
también
Gerry Mulligan
cabizbajo en un rincón, Paul Desmon como si nada en
la esquina opuesta.
El viejo Joe siembra limones
Oh viejo Joe
en su granja de Montemorelos,
escucha tu blues
tararea junto con el pico
y abre capas de la tierra.
durante muchos años.
Escucha corridos de cuatreros
Consiguieron una finca
en XEDD radio Jolgorio.
con una huerta florida
Cultiva naranjos y mandarinas
y regaron acelgas y berro
y sueños injertos de risa,
con el agua de la acequia.
prepara jaleas y ensaladas
como para chuparse los dedos.
Octubre de , Festival de Jazz en Monterey,
los primeros informantes abandonan la Escuela de
Lenguas del Ejército rumbo a Vietnam del Sur.
El párpado oscuro del Pacífico
empieza a agitarse, presto a elevarse y descender…
[Del libro Zodiaco negro]
Luego graparon sus vidas
Y esperaron el fruto
pero el hijo nunca llegó,
Oh viejo Joe
y esperaron esperaron
escucha tu blues
pero el fruto nunca llegó.
Mientras llena el colote
Oh viejo Joe
el viejo Joe recuerda a su vieja:
escucha tu blues
una muchacha de ombligo grande
Charles Wright. Pickwick Dam, Tennessee, Estados Unidos, -Waco, Texas, . Ganador del National Book Award por Country music. Recientemente su obra se reunió bajo el
título Negative blue. Ganador del premio Pulitzer por Zodiaco negro.

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como deben ser las muchachas
El viejo Joe come siempre
de Montemorelos.
frutas y verduras frescas,
Se iban los dos al río Pilón
porque quiere vivir largo tiempo
y metían los pies en el agua,
escuchando el blues de Montemorelos.
juntaban sus lenguas
con sabor a toronja,
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
DAVID HUERTA
SERGIO MONDRAGÓN
Sunday blues
Kind of blue
En la oscuridad todos se han refugiado
en la indistinta soledad
de las habitaciones. Solos y acompañados,
conversan sobre los signos
que anuncian la invasión de la noche
y hacen cálculos informales
acerca de la lluvia inminente.
trompeta triste trompeta alegre
trompeta que subes a la escalera llegas hasta mi estancia
hasta la nostalgia de mi máquina de escribir
trompeta de miles davis que narras viejas historias de tu raza
negra
historias de tu esperanza atada por mis dedos
estos dedos que son los dedos de mi padre
los dedos de mis hermanos, de mis enemigos
los dedos de las mujeres que rezaron y cogieron
conmigo toda la noche
los dedos de mi vieja tarántula que mastica debajo de la
higuera
Pasa el tiempo. Pasa un avión,
como siempre —escribió Eduardo Lizalde.
La noche no se ha ido
y todos, solos o acompañados,
ven apagarse el azul, el verde,
la palidez de cada soledad,
indiferentes.
trompeta escanciada como vino de viñas asoleadas
piadosas viñas de ashram junto al río
trompeta de miles davis que tomas la forma de mi falo
para ensuciar con flores blancas tu secreto
tu piel de seda
tu piano de oscuro cedro
tu piano de copas volcadas sobre el tablero de ajedrez
tu piano
ah tu piano
tu trompeta de davis
Rápidas inserciones de azul
cruzan el verde brochazo
de la tarde que cae.
trompeta, así vas a sonar a la hora de mi muerte
a la hora en que descienda a la tierra del brazo de
mis hermanos
todos ataviados de blanco
todos con los brazos cruzados cerrando el círculo de plata
como nos enseñara el viejo Gurú aquella mañana de
alcatraces
David Huerta. México en . Poeta, traductor y ensayista. Ha publicado, entre otros, los
libros de poesía El jardín de la luz (), Cuaderno de noviembre (), Huellas del civilizado (), Versión (), El espejo del cuerpo (), Incurable () e Historia ().
Premio de Poesía Carlos Pellicer, en , y Xavier Villaurrutia, en .

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trompeta, ya te fuiste
ya cayó sobre los discos el frenesí de un Godot
la obsesión de un Howard Frankl, la cal de Octavio Paz
espiando las poses de los dioses
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
la carrera tras la llave que mis dedos bucean
el magnífico calypso que una mujer nos desgrana desde su
ventana
como mazorcas mexicanas inscritas en los hábiles dedos
de mi mano derecha
JORDI SOLER
Bar Smoke
Se arrastra el jazz
acaso se oye
tarda en pasar pegado al vientre
y ahora tendrás un hijo
mitad Parker
mitad Holliday
mitad Coltrane.
Si el corazón se lastima
no quiere pensar en el sexo
donde la herida acontece.
Cicatriz:
cadena perpetua en la piel.
Un pez nada en tu sangre
especie viva o muerta, según nazca.
Decir cosas como:
“París es una mierda porque no hay una calle
con tu nombre.”
He pensado que lo mejor es que una boca devore a
otra antes de devorarse a sí misma
en memoria de otra.
Errar y herir,
la puesta en escena es con bulldozer
no con este director artístico de bigote
en puntas que dice
esto aquí
esto allá
éste es un negocio que tiene sucursal en el estómago,
como si ayer fuera la playa de mañana
y bañarse ahí fuera meterse hombre y salir delfín.
miles davis, trompeta
te subiste el cuello de tu trinchera amarilla
aquella madrugada
a la salida del club de San Francisco
Blues
amanece una flor, en su interior
se toman de la mano los rescoldos de la noche
en su interior
navegan arco iris en balsas perfumadas
en su interior dos ojos mortales me miran
interesados en mi piel
pero
son las reglas del juego del amor
que sus criaturas no perezcan al amanecer
sino ya cumplida su condena en este mundo
por eso
un azul persistente me saluda a la mañana
con la boca ardiente de una flor
que le dice a la vida que su victimado está
loco
un azul deslumbrado se desliza cantando
sobre el remolino del amor
surgen las contradicciones y la razón desarreglada
se reanima
azul amable de sus ojos ya idos
perfumadme
Sergio Mondragón. Ciudad de México, . Editor durante muchos años, con Margaret
Randall, de la revista El Corno Emplumado. Autor de Yo soy el otro (), El aprendiz de brujo y otros poemas (), El ocre de los lodos (), Poemas encendidos ().

alforja  |  
Jordi Soler. La Portuguesa, Veracruz, México. Durante doce años ha hecho programas de radio, y textos suyos han aparecido en diversos periódicos y revistas. Autor de varias novelas y
de los poemarios El corazón es un perro que se tira por la ventana () y La novia del soldado japonés ().
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
aún oscuro
entona la primera canción de la mañana
y con lentitud de bestia derrotada a palos
Nueva York se desentume.
FRANCISCO ALCARAZ
Relaxin’ at Camarillo
El enfermo abre los ojos adivina
el acertijo de la luz detrás de las paredes
sin ventanas al paso de los días
en lugar de heroína corre sangre
por pulmones tiene esferas de cristal:
cuando el humo de la marihuana se disipa
pueden verse duendes unicornios
y una hoguera transparente
los médicos llenan el reporte
“Charles Christopher Parker
músico de profesión
delirium tremens
noche apacible exaltación normal
mencionó varias veces un nombre incomprensible
dijo ser un ave ¿continúan las pesadillas?
anoche maldijo a un escritor argentino
tal vez francés no está muy claro
según parece no es nadie a quien conozca
se introduce en sus sueños a la fuerza
de interrogatorios feroces
conoce sus pensamientos más ocultos
y amenaza con escribirlo todo al día siguiente
de que muera”
Charlie Parker
permanece debajo de las sábanas
un hormigueo a lo largo de la espalda
le recuerda a Dizzy la trompeta
las gotas más precoces de la lluvia
relámpago el rostro demoniaco de Dylan
Thomas le escupe una pregunta
how deep is the ocean? poseído
en cuclillas siente crecer un centenar de plumas
donde inició la comezón por fin nacen dos alas
entonces Yardbird

alforja  |  
Blues para Ella Fitzgerald
La tristeza tenía que ser otra no ese azul
en muros de hospitales
Ella las sombras el tintineo el metálico zumbido de
la sangre que mancha la blancura
inverosímil de los guantes
iban y venían atándote a aparatos intentaban
frenar el dolor algo tenían
de hormigas rozando sus antenas
no entendieron nunca la tristeza
es un relámpago que crece dormitando
en el puño
Ella asombra todavía cómo la muerte nos conmueve
más que los harapos que la escasez de una muchacha
encumbrada en lo clandestino del esperma
tememos la muerte
como un dios teme a los hombres que lo olvidan
en Harlem
la niña pulió la voz en la basura buscaba
alas para el negro
voltaico cielo de los dieciséis años
la infancia ella es un hábito incurable
recuerda
cuánta sinrazón cabe en los hombres en tus ojos
aún el ansia de montar hermosos cuerpos
de bailar ceñida por un brazo que no escape
a la exigencia de unas piernas anchas como el mundo
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
la muerte hablaba muy cerca del micrófono
trataste en vano de encontrarla en toda luz
no buscabas en la sangre ni en el ácido
fulgor de la vejez y sus promesas incumplidas
Ella cuántos años cuánto cantar desde la luz imberbe
en Newport Virginia cuántas
veces como el loro debiste improvisar
los agradecimientos
thank you so much merci beaucop señoras y señores
triste como el poema de eliseo donde el payaso
enseña
a su hijo cómo hacer la caravana
Ella no tenías voz tenías un arpa
un dulcísimo glisando un vino lento
y la muerte
nadie oía
pero hablaba muy cerca del micrófono
temías la muerte y creías en Dios por eso
te derrumbaste poco a poco
sin misericordia recuerda la ceguera
operaciones el olor del antiséptico
el corazón en el hocico de los perros balbuceante
aquellas
dos piernas hinchadas amputadas por la diabetes y
la silla
esperándote como la mañana azul
de la tristeza
Ella no bastó el dolor
para que aprendieras la oración del descreído
eras como el cisne que se va cantando
hacia la muerte tal vez creíste en Dios sin saber que era
buen lector de Maquiavelo
no promete nunca
lo que cumple.
Francisco Alcaraz. Culiacán, Sinaloa, México, . Premio Nacional Elías Nandino 
por La musa enferma.

alforja  |  
RODRIGO CASTILLO
mix traslación rc
a partir de bill laswell
No round, aplicado empaque
a la toma de agua, detrás,
unos brillitos en expansión —podrán-pueden ser—,
anticristo vouyerista y traidor,
pero estrella de los metales, al fin y al cabo.
In a silent way, una copia a original es un traslado,
véase black music (¿qué es, sino envoltura, paso de plástico,
toma de agua o manguera con dedo pulgar en orificio?), algo sintetizado,
que chille zorn,
doo-bop,
que chille como perro,
mystery.
pero que chille sin botellas de agua del bronx,
sin polvo de ángel, sin atmósfera que le hinche los cachetes.
Rodrigo Castillo. Ciudad de México, . Premio Nacional de Poesía Joven Jaime Reyes .
Es autor del libro Espacio de resistencia (). Coordinador de la colección de poesía latinoamericana reciente de El Billar de Lucrecia y director del proyecto poético-electrónico en México Las Afinidades Electivas / Las Elecciones Afectivas (http://laseleccionesafectivasmexico.
blogspot.com)
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
Blind blues
JULIÁN HERBERT
últimamente
estoy viviendo esos días
de autobús al encender sus motores
Este es el blues de la ternura suicidante
ese tiempo de olor a disel
y doncellas respirando
dentro de sus bolsos de piel
mientras mueven
la mano en un adiós sin reflectores
No es suficiente llegar
con la bondad y la inocencia,
o bien llamar a todos los brujos del Perú
ese abigarramiento
de hombre colgado de sí mismo
como un papalote colérico
pero sin vidrio en la frente
y encerrarlos en los baños de un hotel
hasta verlos escupir cartas de incienso;
no es suficiente siquiera
dar golpecitos en la pared,
buscando el hueco
por donde asoma poco a poco el camaleón:
para tocar un cuerpo ajeno es necesario
poner el as y el puñal sobre la mesa
y tantear otra vez en el trapecio
como deseando fracturarnos las rodillas,
porque en un solo cuerpo van trazadas
las líneas de la mano, y ensambladas
las entrañas, que pesan varios kilos;
pero el destino es cabrón como los moribundos:
por eso nunca nos dice la verdad.

alforja  |  
Julián Herbert. Acapulco, Guerrero, México, . Vive en Saltillo. Es autor de varios libros
de poesía, una novela y un libro de cuentos. Ha obtenido la presea Manuel Acuña, el Premio
Nacional de Literatura Gilberto Owen en poesía y el Premio Nacional de Cuento Juan José
Arreola. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Es vocalista del grupo de
rock Madrastras.
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
CARLOS REYES
JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO
El blues del gran imbécil
Este blues no comienza en Mayor
inició el  de febrero de 
como quien se acuesta en la basura
sintiéndose por fin en casa.
Solo es la palabra
que mejor me queda
pero no solo de soledad
solo de a de veras
solo en mis puntos de vista
solo en mis comentarios
solo de mujer, de opciones
de sangre y altura
solo de eso y de todo lo demás.
Este es el blues del gran imbécil
del que no supo tirar la toalla a tiempo
del que se hizo azul en medio de las flamas
un blues que termina como empezó.
A veces siento que vivo en un traje
cortado a la medida de otro.
Carlos Reyes Ávila. Torreón, Coahuila, México, . Entre sus libros destacan Luna de Cáncer, Habitar la transparencia, Claridad en sombra y Arthasastra. En  ganó el Premio Nacional de Poesía Tijuana.

alforja  |  
El blues de Sam
diré que no te amo
ah sí te lo diré ahora mismo nena
y saldrán de sus huecos duros los espantajos felices
y bb king tocando como él sabe
ese tristísimo blues del río del norte
pero no todo será benéfico no nunca sería benéfico
óiganme por favor atentamente y no se arrepentirán
escuchen lo que me ha sucedido reciente ayer
por el puente con sue ann
oh señor mío fue una desilusión tremenda:
el panorama estaba serio
sue ann se encontraba cerca de la alambrada
buscando topos para el desayuno
vean lo que le dije a sue ann entonces:
oye muchacha te morderán los topos no sabes lo que haces
así mismo se lo dije se lo repetí lentamente
y ella me contestó no seas tonto
oh sue ann me respondió terrible
el tiempo era malo
malo como la zona de los apalaches o las calles de chicago
como mi papá me ha contado y pensé: sue ann no sabe nada
hey linda yo no te podré ayudar si te sucede dije
yo estaba enamorado de sue ann
me encantaba su goma de mascar durante el verano
y sus vestidos ajados descompuestos
y cuando la veía venir sobre la colina me daba el corazón
un tope de alce bravo
oye sue ann
recuerda las nueces cayendo sin fin y las ardillas por montones
óyeme sue ann te amo y te morderá un topo y lo sentiré
mejor deja eso
iremos a probar un tarro de mermelada de melocotón
 & 

y zurcirás mis pantalones
pero sue ann me observaba sin decir nada
sus ojos claros eran como esas tardes húmedas de febrero
como esos animales anónimos que uno mata cuando hay nieve
y pensé: sue ann es linda y le diré te amo así de sencillo
y viajaremos por las praderas del sureste
y haremos una cabaña amplia con su chimenea humeando
oh qué de cosas pensé yo de sue ann
pero vean vean nada más lo que me ha sucedido
hombre nena hermosa qué malo fue todo
como no podía sacar ni un miserable topo
estuve burlándome de ella cantando al estilo
de peter & gordon: oye muchacha tonta
oye muchacha tonta qué tonta oye muchacha tonta
te comerá el uy el topo y me dejará sin nada
pero sue ann ni se perturbaba
me miró con esos ojos que me habría comido antes y dijo:
prueba tú ahí está el topo
pensé que sería rápido y acepté: me puse a meter la mano
al hoyo desgraciado
sue ann dijo que esperaría abajo
qué felicidad oh sue ann estará bajo el puente
así estuve casi una hora hasta que salió el topo
mis manos estaban para el entierro pero pensé:
sue ann aquí está tu amadísimo topo
y yo estoy enamorado de ti sue ann ¿me entiendes?
así que como venado corrí hasta el puente hacia el río
le diría: estoy como este topo atrapado por ti sue ann
y caminando por el puente
vi a sue ann enteramente desnuda qué maravilla
una muchacha desnuda como sue ann no se ve todos los días
así que dejé al topo sobre el puente
y rápidamente me quité toda la ropa para irme detrás de sue ann
que bajó al río
olía a húmedo de nuevo y el día era transparente y nublado
extensamente profundo
y dejé al topo ahí mismo inmóvil
y mi ropa
pero aquí viene lo realmente desagradable:

alforja  |  
apenas me había despojado de la ropa y del topo
cuando salió de los arbustos jim el retardado
también desnudo
riendo como un loco poseído canturreando
‘lo haré de nuevo nena’
oh desilusión tremenda
fui hasta abajo del puente y ahí estaba sue ann
y jim el retardado desnudos como el señor dios
los trajo al mundo uno encima del otro
como no se debe hacer como dice el reverendo pastor
que es pecado malo
después de ver eso pensé que sue ann no abriría sus ojos
y la tarde vendría a romperse
dije: será mejor que vaya a buscar mis ropas y al topo
bueno creo que me debo ir pensé y subí el puente
oh dios ni ropa ni topo too perdido!
como pude volví a casa y no salí hasta hoy temprano
para mirar el día encima de las colinas
amarillo como mi corazón y las hojas de los árboles
hey hombre cánteme ese tristísimo blues del río del norte
José de Jesús Sampedro. Zacatecas, México, . Poeta y ensayista. Coordinador de la revista DosFilos, que desde  también se transformó en editorial. Es autor de varios libros de
ensayo y poesía. Ganador del Premio Aguascalientes en  con su libro Un (ejemplo) salto
de gato pinto, publicado en .
 & 

LAWRENCE FERLINGHETTI
PATTI SMITH
Conozca a Miss Metro*
El sueño del perro
Versión de Carlos Bauer y Julián Marcos
Conozca a Miss Metro
de 
Vea a Miss Metro
de 
yendo en el Shuttle de Times Square
una y otra vez
a las cuatro de la mañana
Conozca a Miss Metro
de 
con lapones de algodón de cincuenta
centavos
en su chata y negra nariz
yendo una y otra vez
en el Shuttle de Times Square
a las cuatro de la mañana
agarrándose
a los anillos de hierro del cielo
con dorados brazos llenos de cortes
y una negra yerba en una mano negra
Usted puede conocer a Miss Metro
Usted puede ver a Miss Metro
de 
con unos tristes pantalones puestos
y un bolso que hace juego
circulando por los coches del tren
y sujetándose
con agotados brazos negros
y un cigarro negro en una mano negra
Y los vagones de hierro
desviándose para siempre
en la muerte y la oscuridad
oh perdida Ubangai
tropezando en
las “sucesivas ojivas” del infierno
bajando por la última escalera de
incendios
de Dante
Traducción de María Vázquez Valdez
has visto
al perro de dylan
tiene alas
puede volar
si hablas
con él de eso
es el único
momento en que dylan
no puede verte a los ojos
has sostenido
la serpiente de dylan
suena como un juguete
duerme en el pasto
se enrolla en su mano
tararea y golpea fuera
cuando dylan grita
cuando dylan grita
has apretado
contra tu rostro
el ave de dylan
el ave de dylan
yace en la cadera de dylan
tiembla dentro de él
le deja caer en el suelo
se enrolla alrededor de dylan
es el único
que viene
cuando dylan viene
has visto
al perro de dylan
tiene alas
puede volar
cuando aterriza
como un payaso
es el único
que tiene permitido
mirar a dylan a los ojos
*Este poema pertenece al libro Mensajes orales. El volumen fue concebido específicamente para
leerse acompañado por un conjunto de jazz y, por lo tanto, los textos deber ser considerados como
“mensajes orales” dichos espontáneamente, más que como poemas escritos para la página impresa.
Lawrence Ferlinghetti. Nueva York, Estados Unidos, . Poeta, pintor, editor, traductor, cofundador de City Lights Booksellers & Publishers. Es autor de poesía, ficción, teatro, crítica y narración
fílmica. Ha ganado numerosas distinciones, y es célebre por su amistad y relación cercana con los
poetas beats, y por A Coney Island of the mind (), colección de poemas que se ha traducido a
nueve idiomas y ha vendido más de un millón de ejemplares.
Patti Smith. Estados Unidos, . Cantante y poeta. Se dio a conocer con su disco Horses,
de .

 & 
alforja  |  

PARMÉNIDES GARCÍA SALDAÑA
CARLOS VELÁZQUEZ
Fue un año difícil
Impostergable blues
(blues pero rítmico)
El año pasado de 
sucedieron muchas cosas;
el año pasado de 
sucedieron muchas cosas,
entre otras yo me iba a casar,
entre otras yo me iba a casar;
pero todos ustedes saben
las demás, sí, las demás.
Dicen que fue un año muy bueno
para el turismo del país,
dicen que fue un año muy bueno
para el turismo del país,
pero yo sé que fue un año violento
para la gente de aquí.
Oh sí, yo sé que fue un año violento
para la gente de aquí.
Vi a la gente desfilando
marchando en orden y en silencio.
Vi a la gente hablando
como si todos fueran amigos.
Vi a la gente unida
hablando de sus problemas,
pero también vi a la gente muriendo;
sí, vi a la gente muriendo, en este país.
Quise creerme extranjero
desde que vi a la gente morir
en este lugar de la tierra
este lugar que es mi país.
El año pasado de 
sucedieron muchas cosas,
yo me iba a casar,
yo me iba a casar.
Pero la mujer que amaba
me parece que estaba casada.
Oh sí, la mujer que amaba
me parece que estaba embarazada
o algo así,
y por eso el año pasado
conmigo no se quiso juntar.
Y por eso el año pasado,
conmigo no se quiso juntar.
De las otras cosas que pasaron,
todos ustedes saben las demás;
de las otras cosas que pasaron,
todos ustedes saben las demás.
Pero ahora todo está calmado,
como si no hubiera pasado nada.
Creo que todo sigue igual,
creo que todo sigue igual,
lo mismo de siempre ahora,
lo mismo de siempre a-hoy,
en la ciudad más grande del país,
en la ciudad más grande del país.
Te vienes
el jugo de tu sexo es vicio es cáncer
a veces amigo otras enemigo
y casi siempre todo lo que le hace falta a la fe
El fuego de tu orgasmo levanta un breviario del desierto
sobre él una cruz de absoluto amanecer
una pasión que sólo se representa los domingos
:
Es lo mismo de siempre
Es lo mismo de siempre
Es lo mismo de siempre.
Agua sexual en mi boca o en mi cuerpo
hiedes a todas las calles sin semáforo a libidos profanas
Tu saliva invalida mi semen
es la nieve sobre las cortezas
sin importarte que del desierto no nazca
la nieve tú la inventas
la constituyes
no la platicas
la rezas
México, Distrito Federal.
México, Distrito Federal.
Parménides García Saldaña. Ciudad de México, . Perteneció al movimiento conocido como
La Onda. Una leyenda de las letras contraculturales. Creador de una de las novelas más portentosas
de la literatura mexicana: Pasto verde, y de En algún lugar del rock, publicado después de su merte.

alforja  |  
 & 

Tu voz es la barba de dios cuando está borracho
perdido sobre la barra de una cantina
ÓSCAR DE PABLO
blues
Cintura arriba lóbulos y pezones ojos y corazón
sonríen a la perturbación de la lujuria
cintura abajo eres un animal sin sueños
la perra hambrienta que despierta y adivina los deseos
lo sabes
vas a morder su cuchillo nombre
Tu clítoris edifica templo sobre templo
siempre encuentra una lengua una amenaza
la promesa de lubricación en la madrugada
hasta que tus labios se despierten y ardan
vas a escribir
a escribir vientre abajo la palabra abismo
La noche y la luna las llevas dentro
en el ano y en la vulva donde a tu deseo le plazca
y en los dedos de la oscuridad que se atreva a masturbarte
a estrujarte como a un saxofón
hasta que espantosamente deje
de dolerte
lo sabes
dios no debió maldecir el tajo que abrió entre tus piernas
la divinidad es una mierda de lo más sexual
eres una virgen que riega las flores con su menstruación
vas a frotarte el cuerpo
con la luz áspera de junio
para que llegue la noche
lenta
Ángel de pelos fruta sal
gusto de las hormonas en correspondencia
abre la luz y la calentura la agonía y la piedad
y te recorra
lo sabes
Sepúltame
la posición de mi nombre en el norte destrúyela
vas a torturar un solo de guitarra
hasta que sus gritos sean insoportables
Te vienes
como una cruz te vienes
en la resurrección te vienes.
hasta que te venzan el placer y el asco
y que no sepas qué hacer
con tanta sangre
Carlos Velázquez. Coahuila, México, . Es autor de los libros de cuentos Cuco Sánchez
blues () y La biblia vaquera (). Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Primer lugar en el premio nacional de cuento Magdalena Mondragón.

alforja  |  
Óscar de Pablo. Ciudad de México, . Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha sido ganador de premios como el
Nacional de Poesía Joven Elías Nandino () y el Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal ().
 & 

JACK KEROUAC
Versiones de Carlos Velázquez
Del libro Mexico City Blues
 
Charlie Parker luce como Buda
Charlie Parker, quien recientemente murió
sonriente como un prestidigitador en la TV
tras semanas de tensión y enfermedad,
fue llamado el Músico Perfecto.
Y la expresión en su rostro
era de calma, bella y profunda
como la imagen de Buda
representada en el Este, con los párpados caídos
La expresión que dice Todo está bien
—Esto es lo que Charlie Parker
decía cuando tocaba, Todo está bien.
Tú tienes el sentimiento de la madrugada
como el disfrute de la Ermita, o como
el llanto perfecto
de algunos gángsters salvajes en una jam session
gemido, Wop-Charley estalló
sus pulmones para alcanzar la rapidez
que los velocistas desean
y lo que ellos consiguieron
fue su Eterno Despaciolento.
Un gran músico y un gran
creador de formas
que finalmente encuentra su expresión
en los demás y en lo que tú tienes.

alforja  |  
Del libro San Francisco Blues
 
Decreciendo en el viento.
Yo tengo el blues
de San Francisco
tan Blues como la Miseria
Yo tengo el blues de San Francisco
tan Blues como la Eternidad
Voy a irme a casa
a imponerme
otra
cordura
Yo tengo el blues
de San Francisco
tan Blues como las puertas de la gloria,
masculina,
Yo tengo el blues de San Francisco
tan Blues como la pintura azul,
Santo, Mejor me voy a casa
a dormir en
mi sueño dorado
otra vez
 & 

 
 
Richmond Hill Blues
Yo tengo el blues de San Acsia
cantando en la calle todo el día
Yo tengo
el blues
de San Acsia
gimiendo en la calle todo el día
Yo mejor me voy, compañero,
a hacer de mi Oeste
el Camino del Este-
Blues de San Francisco
escrito en una silla de piedra
en el Hotel Cameo
San Francisco pordiosero
mil novecientos cincuentaycuatro.

San
Fran
cis
coSan
Fran
cis
co
Ohba
by
Dulce y pequeño dopaje a la pipíbit bit piano tip
tintineos plips
y estruendosos brochazos puntuales
en la pequeña nube del momento
Esta hermosa ciudad blanca
en el otro lado del país
no estará largo tiempo
um
disponible para mí
Vi a la gloria moverse
decir “Este es el fin”
porque estaba cansado
de todo este augurar.

Dulce y triste tenor joven
Y en cualquier momento que
me necesites
Llama
Estaré en el otro
fin
esperando
en la estancia final
el metal colgante alrededor del cuello
con la barba llena de basura
encorvado esperas
por el Apocalipsis,
oyendo al nuevo
negro y crudo pequeño trompetista
diciendo las boscosas noticias;
Y el ritmo del bajo
el bajo-introduce
una bomba a los golpes del baterista
el piano tintinea tecleadas
Dulce tenor asciendes
todas las penas Americanas
nacidas de la boquilla hacia tu boca
y soplas a través de los dedos
los sonidos de acero

alforja  |  
 & 

Orlanda Blues
 
Mi mente! tan dura como
mi sendero, mi libertad
es mi piano
O, guau, salvaje guau
NBC OOO
piano
como el cielo
de Lee Konitz,
Yay, guau?
Apagarse!
Despacio! Swing? AHÍ
VASeste nuevo gato tenor
me hizo tamborilear mi lápiz,
Elvin Jones
LEONARD COHEN
laica, & la Ellington
buena preparatoria
orgía de sexo
muchachas
en los bosques
de la
violación,
querida monja
El único turista en La Habana que
vuelve sus pensamientos a casa
Traducción de María Vázquez Valdez
Jack Kerouac. Lowell, Massachussets, Estados Unidos, -St. Petersburg, Florida, . Miembro
relevante de la generación beat y autor de novelas legendarias como En el camino, Big Sur y Los subterráneos.
Vengan, mis hermanos,
dejen que gobernemos Canadá,
dejen que encontremos pensamientos serios,
dejen que tiremos asbestos en la Casa Blanca,
dejen que hagamos que los franceses hablen inglés,
no sólo aquí sino en todas partes,
dejen que torturemos a los miembros del Senado
hasta que confiesen,
dejen que purguemos al Nuevo Partido,
dejen que favorezcamos las carreras oscuras
para que ellos sean indulgentes
cuando tomen el poder,
dejen que hagamos que la CBC hable inglés,
dejen que nos inclinemos todos en una sola dirección
y flotar hacia abajo
hacia la costa de Florida,
dejen que hagamos turismo,
dejen que coqueteemos con el enemigo,
dejen que fundamos hierro en lingotes en nuestros traspatios,
dejen que vendamos nieve
a naciones subdesarrolladas,
(¿es cierto que uno de nuestros líderes nacionales
era un católico romano?)
dejen que aterroricemos Alaska
dejen que fundamos
Iglesia y Estado,
dejen que tengamos dos Generales Gobernantes
al mismo tiempo
dejen que tengamos otro lenguaje oficial,

 & 
 
El Nueva Orléans Club
de Nueva York
desea anunciar
la apertura
de
nuevas sesiones,
& nuevos campos, Papito,
 
Zoot Sims
y su
Johnny Williams.
“Esta Feliz Cosa Saltarina”
Kitty Batería Barry
Gray, te gusta el cementerio
del swing?
“Enorme Feliz Navidad Seal”
Equipos de hockey-?
Al? -formación
El swingueo
de Dave Brubeck
Y yo deseo decirle
adiós
a
Al
Smith
Hola Dave
alforja  |  

dejen que determinemos lo que será,
dejen que formemos un Concilio Fraterno de Canadá
a la sugerencia más original,
dejen que enseñemos sexo en casa
a los padres,
dejen que amenacemos con unirnos a los Estados Unidos
y retroceder en el último momento,
mis hermanos, vengan,
nuestros pensamientos serios nos esperan en alguna parte
como valijas abandonadas
después de un golpe de estado,
dejen que las retomemos rápidamente,
dejen que mantengamos un silencio pétreo
en las vías marítimas de San Lorenzo.
GERARDO DE JESÚS MONROY
organic/inorganic blues
Por Billie y Charlie y los desenfrenados
lluvia color de lágrima cae sobre la ciudad
lluvia que no es de verdad una lágrima
La Habana, abril de .
Leonard Cohen. Montreal, Canadá, . Es poeta, novelista y cantante. Un buen acercamiento a su vida y obra (ambas de cualidades sobresalientes) es el documental de Lian Lunson, Leonard Cohen, I’m your man. Su más reciente colección de poesía, The book of longing,
es altamente recomendable.

alforja  |  
la ciudad: sus gentíos mendicantes
cadavéricos muros sus agónicos teatros
sus tropeles de gárgolas y sus templos incrédulos para el rezo nocturno
y sus rostros absurdos bordados en esperma:
todo cae sobre mí, destrozando mis labios
como de hombre o volcán en su inmanencia
brotan piedras
piedras de ciudad brotan piedras y piedras
piedras que no brotan piedras que no se mueven enteras piedras
inorgánicos ojos que no miran ensimismados en su enorme molicie edificada
piedra a piedra la piedra
cae sobre mí
no para mí
soy tan sólo esa flor incorrecta que cortamos
las hojas tardas que pierde el destino
ácida o dulce esta es un agua que se moja a sí misma
el viento canta el blues del vacío del viento
el blues de no oigo nada en la montaña
mi desazón se azora en esta distancia muda
dice el viento en pedazos
quiero oír algo más que sólo viento
y anda como un borracho, con los calzones rotos
soy yo por las cantinas, con los calzones rotos
eh de verdad soy yo sin nariz y sin ojos de verdad soy el viento que no siente
 & 

trastabillando peor que burro apaleado
burro borracho burro con encías dolorosas el tiempo me arrancó las muelas ya algo
abuelas
sí, fue el tiempo, fue el tiempo... y el agraz y la mugre y los besos de sangre que nunca me
dio nadie
aunque mendigué amor le ordené a Dios en la barra: sírveme mil besos rojos. Ahora. Que
para eso estoy pagando.
(tan sólo mil, tan sólo rojos) (de mujer, en la boca) (pero no de una única mujer)
eres Dios, para ti mil no es nada por favor tienes todo el dinero y los dolores del mundo
¿qué más quieres?
amorfo fue el amor para mí siempre; nunca mostró otro rostro
el diablo me ha humillado colgándome esta cara
el diablo me ha robado la guitarra
pero así y todo y así y nada yo de cantina en cantina voy cantando sin manos con la nariz
y la quijada suelta y los calzones llenos de pedos
cuando bebo escupo mis dientes y me río pero no piensen soy feliz
tengo el blues que nadie oye el blues del ser que no es oído pero no tengo nada que decir
me duele la quijada de burro suelta
¿por qué alguien iba a querer escucharme?
el universo entero no es más que un lugar a medias
le falta oír le falta contestar le falta saber quién soy
si supiera quién soy bajaría los ojos a mirarme estoy seguro sonreiría me curaría la hepatitis
me ha parecido triste no ser Dios
hasta hoy no era algo que echara de menos
me ha crecido una niebla
me ha crecido una niebla
tengo una escarcha en mis testículos bajo el fulgor de agosto
señoras y señores aquí estoy
aquí está Dios, en medio del infierno
HERSCHEL SILVERMAN
Versiones de Carlos Velázquez
Perla
Para Flo
Sé ligero y no ames
la simple digitación
Construye un santo en tu visión
pero no te deslices en reversa a través de la vida.
Mantén a tu Dios oculta tu bebida
para un día lluvioso.
Reconoce que tus ilusiones son genuinas
y no sólo sueños.
Conoce tus vidas en el planeta
y lo perdido en internet.
Estruja tu imaginación en un espejo
y danza con ella.
En sueño proyéctate a ti mismo
Como a una perla.
Y prepárate para el lamento, como John Coltrane.
El blues de Amtrak
Gerardo de Jesús Monroy. Monterrey, Nuevo León, México, . Vive en Torreón. Es autor del poemario Algunas hojas (), editado por el Instituto Coahuilense de Cultura. Ganó la beca en 
para Jóvenes Creadores de Nuevo León.
Nena oh oh oh nena nena nena nena
camino a Atlanta camino a Atlanta
Georgia en mi mente Georgia en mi mente
Gritos en la cabeza de Jimmy Guiffre gritos en la cabeza de Jimmy Guiffre
Va en camino va en camino va en camino
Leroy vinagre valiente vinagre valiente
Gerry Mulligan canta Gerry Mulligan canta
Un sonido de sax y media luna sonido de sax y media luna
Camino a Atlanta en este tren media luna

 & 
eh de verdad soy yo
alforja  |  

Nena oh nena oh nena nena oh
Tienes el blues de amtrak tienes el blues de amtrak
El blues de las visiones de la noche blues de las visiones de la noche
Pequeños y blancos tenis pechos redondos redondos
Oh ooh tienes el blues del pendiente de oro
El blues del hambriento rizo inclinado de los cuerpos
Hambriento rizo inclinado de los cuerpos
El blues de Newark, el blues de New Jersey, el blues de Atlanta
Nena nena oh ooh nena
Ahora ahora ahora ahora ahora tienes el blues de amtrak
El blues de amtrak amtrak blues
Una parte del sillón parte parte del sillón
Con una visión nocturna de vampiro visión nocturna de vampiro
Préndeme fuego fuego fuego
Tienes el blues de amtrak amtrak blues
El blues de la noche blues de la noche
O nena oh nena tienes el blues de amtrak
No olvides tambalearte tambalearte
No la olvides la luz aérea
Luz aérea brillando en mi sueño
No olvides las tiesas y dolientes piernas
Tiesas y dolientes piernas
Largas como tu dulzura largas como tu dulzura
Largas como tu calidez tan cálidas
Cerca de mí cerca de mí
En el terreno de amtrak en el terreno de amtrak
I
Ahora ahora ahora ahora nena nena ahora nena
Tienes el blues de amtrak el blues de amtrak
El blues sin manos blues sin manos
Mi mente llena de deseo mi mente llena de deseo
En la pequeña almohada blanca la pequeña almohada blanca
Tienes el blues sin manos blues sin manos
El blues de amtrak el blues de amtrak
A m t r a k blues

Jazz y cambios*
alforja  |  
el ordinario
velludo jazz
un forcejeo
pedregoso
grito de alegría
de blues
de previa
reprimida
comunicación
es la
declaración
de mi constitución,
entonces un seguro bienestar
instalado
con la edad media.
el jazz es el conector
colector
el esparcidor de las visones
insanas
de la paranoia
de los ojos estéreo,
de alguna forma yo
imagino
cheches de la I B M encendiéndose
con bulbos-cadera enmendados
a un genio
nacional,
(lo que sea que esto signifique
lo pienso salvajemente)
y en medio de esta
* Publicado en inglés en El Corno Emplumado, núm. , enero de .
 & 

locura particular
está Art. Pero
la Mente es forma
créanlo o no
cualquiera publica
este jazz
eso
pienso
soy un poeta
II
el jazz es comunicación
de alguna clase
de probable
represión
realizada en loco despotricar.
yo le estoy hablando
a mi vida
confesando
muestro las hojas
de mi historia
hablo
palabras ridículas
en la tarde del Viernes
en la cafetería en día de pago
las palabras
nos legan jadeantes
líneas
inversiones
corriendo enloquecidas
una línea que se convierte en párrafo,
y memorias
incorporadas
de curtidas

mujeres indias
de California
descripciones de las
aceitosas ruedas de los trenes,
palabras usadas
para representar
preferirían vencer
mis introversiones,
yo canté
guisos de carne
huevos revueltos
bistéces de jamón
una hambre enloquecida,
yo canté
mi jazz a las Abejas de mar
en un tren despacio
con membrete a Shoemaker
California
durante la segunda
guerra mundial
y yo acusé o
proyecté mi propio pánico
en ellas
y dije ellas eran
un tumulto,
ellas eran
III
pienso que sé
sobre lo que trata
el jazz
swing y
beat humano
alforja  |  
la chispa vital del sexo
de la vida en sí misma
magnificada por los sonidos
transcritos
que se pierden por expresar
un alma o la unidad de las almas,
y los cambios
los cambios hacen posible
el arte de la variación
revelan el carácter politécnico
de nuestros dioses humanos
IV
hablo con ella
sobre la noche,
sobre el sabor
de la noche
acerca de la siempre entretenida
virginidad
superior
en el origen de nuestras mentes
y en el jazz
sepultando
las arácnidas reflexiones
en cada uno de nuestros ojos,
vamos hacia Sinatra
quien arrebata
con una expresión
ciertamente sexual
un millón de castos
gemidos
de su arma
Parmount,
 & 
las julietas
giran
al momento
en el balcón
desarmadas
con sus santos sonidos
y Benny Goodman swingea
taxis miel
en la soleadita calle
oscurecida
del cupido Nueva York
V
hablaba con ella
sobre la locura
y los cambios
sufridos en mí por su
luz
y la llamé Laura
Syvania
e iluminado
por el diccionario de sinónimos
y memorias del brandy
de bayas negras calentando mis palabras
me distraje en el pánico
de las jadeantes
líneas
cambiantes entrelíneas sin
la soltura de la velocidad
por medidas de aliteración
y el beat del jazz,
fantaseo
con presumir zapatos de contador
y remembrar

el challah cada Domingo
y el sabor de los años pasados
del whiskey
Slivovitz
la inmediata
reacción
de mí mismo como un Van Gogh
pintando mi sofá
la superficie deslizante,
y la locura negativa de
el frenesí de Él
en mi deseo me remolineo alrededor
del cuarto de estar
observo en el espejo
de cuerpo entero
aparecer las oscurecidas
reflexiones
de una persona
de valor
una anécdota salida de Alfredo
Norte Cabezablanca
VI
trato de explicarle a ella
que esto no es jazz
jazz Real
sin Vísceras
sin Amor
o declaración Zen,
no hay oído
sin Jazz
no hay jazz
sin Oído,

el jazz
es la declaración
diaria
y la realización
incorporada
de la condición
individual
del alma
en relación
con Dios
VII
hablaba con ella de la Galería del Jazz
esperaba que conociera el sonido
de las cuerdas
de Charles Mingus
el sentir del público
sobre un hombre un alma
expresar a través de sus dedos
su sensibilidad
su caos y su
experiencia en la vida
su consciencia
formándose
los sonidos del
orden de esto
y la convivencia a través de su
instrumento
la esencia
el mensaje
hacia los escuchas
para compartirles el parentesco
las similitudes
alforja  |  
la asonancia
ritmo
y aliteración
del ser
VIII
pienso en Art Blakey
un baterista fantástico
en el Club Bohemia
de la calle Barrow
Nueva York
dispara a un pelotón de fusilamiento de
carbón
en edificios de formas
de acero fosforescente
entregando Toda
su parlante alma
y enseña
jazz
a los aficionados,
explica que el jazz
es la única
forma del arte
en América,
ahora,  años después
tengo
segundos pensamientos
de esto,
como lo emergente
del Arte Pop
latas y etiquetas
Batman
y el ago go
 & 
los cambios, o
la desviación de
la sociedad
debe recibir ahora el advenimiento del
Arte Americano
y el lenguaje jazz de
Blakey, no está quieto
bajo
un millón de pieles
profundo
desde el inicio de los tiempos
IX
recuerdo
en nuestra cama matrimonial
graznidos
acerca
de las piernas de su madre
de calidez
de una multitud
de inexpresables
necesidades O
cómo en ocasiones
he vibrado,
cómo la sinceridad animal
ha congelado mi rostro
en tensa lujuria?
en verdad esperaba
hablar con ella
como las cuerdas de Mingus
pero todo lo que dije
intensamente
fue ’Jack y Jill

subieron a la colina
en medio
de la cópula,
el último preámbulo
recordable
de una media nota flauteadita
de los poemas del Lunes
de Micheline
y Eli Shul
X
algunos cambios aparecen
en los poemas de Corso
(el pequeño niño
diccionario de las calles)
una voz de director de escena
hip literaria
de Grecia,
un individual, personal,
original poeta
con una fuerte conexión entre la era
pasada
y el próximo siglo,
y los cambios de Corso
son como los de Dizzy Gillespie,
Dizzy, el nexo entre
swing-bop
y futuro,
estilos similares
compuestos por un serio
conocimiento del pasado,
y el deseo del artista
por la perfección
por el swing natural
de la expresión
libre pero controlada
las risas y
el parloteo
salidos de
una seriedad extrema
con notas ridiculizadas,
palabras,
y haciendo de ellos la maldita
situación,
ascenso
y soplo de nuevo ímpetu
para que una generación
contemple
y se maraville
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
De sastre y poeta…
Vístase con Escalante
y desvístase
con la mujer de sus sueños.
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Bestial el saxofón
el primitivo bajo
la rueda dentada de la voz
movida por aspas de un molino imaginario
como el soul donde revuelve
la soledad de Dios y de los hombres
el propio yo que no se habla
El sastre canta a la pasión de Whitman
Toca las cuerdas de su arco
Sacude los tendones del bambú
Dispara flechas al señor que está en los cielos
para rezar con fe a sí mismo
Le tira a lo que lleve estrellas por insignia
Pasan silbando al pentagrama sus corcheas
Dios
es el sexo
de dos
…haciendo el amor
hacemos
a Dios…
Dios somos todos
haciendo el amor
Herschel Silverman. Cuenta ahora con  años. Poeta estadounidense poco reconocido fuera de su
país. Su obra no ha gozado de la traducción al español. En toda la red de Internet no hay un solo registro de su nombre que aparezca en castellano. A menudo relacionado con la poesía beat, propietario
de una dulcería en Bayonne, comparte un rasgo estilístico de su obra con los autores de Nueva York
y San Francisco. Su poesía se encuentra basada por completo en la imitación de la técnica empleada
en el jazz y utiliza personajes del género como motivos principales en sus poemarios, por lo que se
le podría etiquetar como un beatnik tardío. Sostuvo una dilatada correspondencia con Allen
Ginsberg. En noviembre de  fue incluido en la antología The outlaw Bible of american poetry,
junto a Allen Ginsberg, Diane Di Prima, Bob Dylan, Woody Guthrie, Amiri Baraka y William Carlos
Williams. La editorial de la revista Long Shot publicó en  una antología de sus poemas titulada
Liftoff. New and selected poems, -.

alforja  |  
 & 

Quien sienta que no cabe en sí
por ser deforme o demasiado bello
quien no quepa en la ciudad por ser extraño
o busque un traje personal como el de nadie
debe pedir al cortador de signos
su nuevo modelo de pensar la ropa
sin cartabón sin apariencia cierta
La improvisada imagen animal sobre la tela
delgada que separa la razón del sentimiento
el aullido rapaz del grito ardiente
la discusión con Dios y con el Diablo
JOEL PLATA
La balada de los cocodrilos borrachos
eructos de girasol de viento helado
la tormenta sopla la sal del corazón como una banda
de música
era el invierno otra vuelta en la rueda
(pero eso fue en otro tiempo)
el buen micky preguntando: ¿a dónde diablos vamos?
no puedo quitarle el corcho a la botella
¿dónde dejaron las sodas?
y la noche estaba a tiempo con gente de prisa
poniéndose seria porque todo es serio
en estos tiempos
lecumberri se había caído o la habían tumbado
a la banqueta
como a un gato
la caída no le hizo bien al jefe de la policía
muy difícil podrá verse una cárcel como esa
en nuestros días
tienen que tumbarlas o irse a otro lado
porque rompen la arquitectura de las demás
construcciones
oh el ayer
los recuerdos como pájaros volando en nuestra cabeza
breton de los espantos
como en los relojes de péndulo: se acaba la cuerda y
pumm
el tiempo se incendia como un astro
y he aquí que las estaciones arrasan con los puentes
y una manera de hacer el amor menos conflictivo:
muchachitos se preparan a pelear
Yo
Que te quiero y que me quiero
Comiéndote a besos lujurientos siento
Que me devoro a mí mismo
Diseñador
poeta
sastrólogo de géneros mundanos
descendiente del mitote a tamborazos
facultador del jazz en sostenido rojo
mete la aguja venérea en la evidencia ciega
suelta la hebra gruesa de su voz en un escaparate
En noches remendonas canta
descose el estupor el pasmo
Escribe mientras corta
pega una pieza con la otra
Escalantinas que llevan el blues en el bolero
Sastrologías con uso de dos vistas
Una página vacía
también es poesía
También se poseía
una página vacía

alforja  |  
 & 

así que toma tu fusil y escóndete
al primero que veas dispara
alto o disparo
bang
el ángel de la guarda se desploma
y no teniendo oídos ni complicaciones
una amable petición para que se presente
el nuevo modelo de helicóptero ha llegado
ahora sabes que tu vida no es tuya
yo tuve una muchacha que se llamaba laura
era llevado hacia ella por mi propia voluntad
con una fuerza increíble
era la clase de muchacha que le interrumpe a uno
su soledad
durante las noches y a través de la coexistencia
pacífica
mi corazón era una sandía partida por el verano
ella me dijo quédate aquí dentro quédate mientras
se rompen los puentes
seguro ella sabía que la policía siempre gana
así que no llevaba el mundo en sus hombros
de todas maneras alguien prendió un cigarro y dijo:
los tiempos son difíciles
la unión soviética y los estados unidos están
en desacuerdo
cuba argentina el papa
mi mamá
todo el mundo en desacuerdo menos nosotros
y la botella pasó de mano
en mano
NERVINSON MACHADO
Roberth Johnson, blues war
I
Ya todo esto no es otra cosa
que un cuerpo hurgándome el cuerpo
allá bien lejos, en ese gran sonido.
Aquí no hay guitarras que nos den trompadas
ni huesos juguetones
emitiendo lágrimas
fuera de los mitos,
aquí sólo cantamos blues war
blues war, como el dulce cañonazo del olvido.
II
Decidí saltar al vacío con esta canción
es cuestión de mirar cómo el cielo se cae a pedazos.
III
Antes de morirme
quisiera cantar conmovido
con esta letra
a ese ojo sin párpado:
Nada se parecerá al mito de este beso
que parece una declaración de guerra,
con nosotros morirá este lenguaje que nadie entiende.
me hubiese gustado tener esa voz
suave y ciega;
soñando tanto deseando tanto
que merecemos morir.
Joel Plata. Torreón, Coahuila, México, . Es autor de La división y otros muertos.

alforja  |  
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
El blues de la muerte de William Burroughs
BOB KAUFMAN
Versiones de Carlos Velázquez
Nos quedamos afuera ¿Comprendes?
afuera, después que Noé se marchara
y se llevara consigo a sus animales verdaderos
y nos dejara a nosotros con las quimeras,
después que Platón nos deportara
de su República
y nos corriera de su Caverna
cuando ya no había espacio en Macondo
y nos dejaran vivos en Comala.
Round about midnight
Un jazz que golpea la radio a medianoche,
Round about midnight.
Sentado en la cama,
con una chica tipo jazzy,
Round about midnight.
Nos quedamos afuera
cuando Moro nos dejó
como zarrapastrosos
lejos de su Utopía
y sin Muros de los Lamentos.
El piano sonríe, en mis oídos,
Round about midnight.
Provoca sonrisas, lágrimas moribundas,
Round about midnight.
¿Cómo explicártelo Burroughs?
Te desbarataste en sus manos
y nos quedamos afuera,
sin melancolía, sin arca de los sueños
ahogándonos en las aguas de Dios,
y nos dejaron tan sólo
con nosotros
y se llevaron todo
¡Todo!
Incluyendo
nuestro rabioso silencio.
Suaves voces azules, risas enmudecidas,
excitadas voces, los pecados del Padre,
Round about midnight.
Vamos nena, quítate la ropa,
Round about midnight.
Chica jazz
Nervinson Machado. Caracas, Venezuela, . Narrador y poeta. Ha vivido en varias partes
de Latinoamérica, entre ellas México y Chile, donde publicó su primer poemario, El libro de
los muertos o Caminos de sueños insomne. A partir de mediados de  se instala nuevamente en México. Actualmente mantiene el blog: www.exhumandoletras.blogspot.com.

alforja  |  
La música de su brasier, vibra
sonidos ardientes dentro de su trasero aterciopelado.
Los Hips silenciosos estafan tontos.
Revoluciones de éxtasis goteante
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
Sonidos de la Costa Oeste-
de los alabastros de los billares de jazz
donde la música cool calienta almas.
El más articulado silencio de ojos
como una Medusa de cien lenguas.
Un puente de ojos, consentidores de sonrisas
revelan su presencia cantando
remembranza cool, bolas felices
envueltas en swing
Jazz
Su música…
Jazz.
Traducción: Gerardo de Jesús Monroy
San Fran, comarca hipster,
Sonidos jazz, sonidos peluca,
Sonidos terremoto, otros,
Allen en Chestnut Street,
Dando poesía a las plazas,
Corso de rodillas, suplicante,
Ojos de Dios.
Rexroth, Ferlinghetti,
Contoneándose, en sótanos,
O-Jazz-O
Kerouac en Locke's,
Donde la cuerda
en
algún punto,
es jazz umbilical,
o quizá,
en la memoria,
un largo y perdido cruce sangriento,
se entierra alguna caballería de acero.
En qué tiempo
por quién tenemos que sangrar,
notas perdidas, de algún jazzman
en banca rota.
Lágrimas musicales de ojos
perdidos.
Baquetas rotas, por qué?
Peddro reddoble, revienta gotas
bombas en medio
de mis emociones
el sonido de mi padre
el sonido de mi madre
es amor,
es vida.

alforja  |  
Escribiéndole a Neil
En alta máquina,
Neil, echando a correr un chucu-chucu,
Por vías zigzagueantes.
Ahora, muchos gatos
Se dejan caer,
Gatos de New York,
Un montón de gatos,
Más fresca la escena en Monterey,
San Franers, caen.
Cierran las envasadoras.
Sardinas separándose
Hacia México.
También yo.
Bob Kaufman. Con más precisión, Robert Garnell Kaufman, Nueva Orleans, Estados Unidos, . Ha sido descrito como un “poeta innovador” y un escritor importante que se dio
a conocer con la generación Beat.
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
CHARLES BUKOWSKI
GABRIEL TRUJILLO MUÑOZ
El blues de la coca
Traducción: Eduardo Iriarte Goñi
Si crees que algunas mujeres sólo quieren tu amor
prueba a darles un poco de coca
no recordarán el
color de tus ojos
o lo que les has susurrado al
oído.
pero corta unas rayas
y dales un cerillo
(para demostrar su profesionalidad)
y
a diferencia de la mujer enamorada
volverán
fielmente.
Sanborns blues
Estoy aquí
adherido a mi esqueleto
La noche cae entre sirenas
y no hay cuerda suficiente
para amarrarse al timón
que da vueltas como loco
Y hay que admitirlo
la fidelidad de cualquier
clase
probablemente
Estoy aquí
en medio del bullicio
con una taza de café
que humedece mis anteojos
Con un libro de versos
que tiene las páginas cosidas
y resiste mis afanes por abrirlo
es
mejor que la
indiferencia de las aceras
vacías.
y entonces uno
se vuelve a
asombrar.
Estoy aquí
escribiendo este poema
y una muchacha se acerca y me sonríe
para hacerme comprender
que la poesía
vive más allá de las palabras
crece como hierba en los muros
Charles Bukowski. Los Ángeles, California, Estados Unidos, -. Escritor y poeta. Autor prolífico que escribió más de cincuenta libros, incontables relatos cortos y una gran cantidad de poemas. Es considerado uno de los grandes escritores estadounidenses, símbolo del
“realismo sucio” y la literatura independiente.

alforja  |  
 & 

Who knows where the time goes
(Vinyl blues)
Ahora que escucho de nuevo tus canciones
y que tu voz emerge con el timbre
rapaz de las guitarras eléctricas
presiento
Sandy
Blues para un funeral
Traducción de Julián Herbert
Detengan los relojes, descuelguen el teléfono;
Que ya sabes
A dónde va el tiempo que vuela
intuyo que nada pervive más
que la mismísima voz de los muertos
denle un hueso jugoso al perro: que no ladre;
silencien los pianos y, con un tañido sordo,
saquen el ataúd. Hagan un sitio a los dolientes.
Tu voz —Sandy— que tenía
el poder paralizante: la gracia
desdeñosa de las olas
Que aeroplanos quejumbrosos sobrevuelen en círculos
escribiendo en el cielo la noticia: “Está muerto”.
Porque tú podías
Pongan moños lúgubres en los cuellos blancos de las palomas públicas
y que lleven los agentes de tránsito negros guantes de algodón.
pasar sin advertencia
de la calma a la tempestad
de la mansedumbre a la revuelta
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
Ese era tu estilo
mi semana laboral y mi domingo de descanso,
Sandy: ser una
estrella fugaz: una cascada repentina
como la niña que siempre fuiste
como el duende que ahora eres
jugando con los ritmos
que habitan los surcos de tus discos
y son atajos seguros en el meridiano de la muerte
mi mediodía y medianoche, mi charla, mi canción;
Luciérnagas audibles
en el hueco de tu ausencia.
pues nada ya tendrá belleza ni bondad.
Gabriel Trujillo Muñoz. Mexicali, Baja California, México, . Es autor de Mexicali city
blues.

W. H. AUDEN
alforja  |  
pensé que el amor duraba para siempre: estaba equivocado.
Ya no importan las estrellas, que las apaguen todas.
envuelvan la luna, desarmen el sol,
vacíen el océano y arrasen el bosque,
W. H. Auden. York, Inglaterra, -. Poeta conocido como uno de los grandes escritores
del siglo XX. Autor prolífico que también escribió ensayos y textos relacionados con literatura, política, psicología y religión.
 & 

MISCELÁNEA
JANIS JOPLIN
Blues de la montaña negra
Traducción de María Vázquez Valdez
Fuera en la montaña negra un niño abofeteará tu cara.
Digo que fuera en la montaña negra un niño abofeteará tu cara.
Los bebés lloran por licor, y todos los pájaros cantan bajo.
Bien, esas personas en la montaña negra son tan malas como lo pueden ser.
Y esas personas en la montaña negra son tan malas como lo pueden ser.
Ahora utilizan pólvora para apenas endulzar su té.
Bien, fuera en la montaña negra no puedes mantener a un hombre bueno en la
cárcel.
Sí, fuera en la montaña negra no puedes mantener a un hombre bueno en la
cárcel
porque si el jurado lo condena, el juez pagará su fianza.
Tuve a un hombre en la montaña negra, el hombre más dulce del pueblo.
Tuve a un hombre en la montaña negra, el hombre más dulce del pueblo.
Pero luego él encontró a alguien de la ciudad, y me botó.
Señor, voy rumbo a la montaña negra, yo, mi navaja y mi fusil,
voy de regreso a la montaña negra, yo, mi navaja y mi fusil.
Voy a quemarlo si se mantiene de pie, voy a cortarlo si corre.
Señor, ahora has oído mi historia, has oído mis noticias.
Señor, ahora has oído mi historia, has oído mis noticias.
Ahora mi hombre puede limpiarse, he conseguido el blues más negro de la
montaña.
Janis Joplin. Estados Unidos, -. Es símbolo femenino de la contracultura de la década de  y es considerada la primera mujer blanca en convertirse en gran estrella del rock
and roll.

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RODOLFO ALONSO
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José Augusto Seabra
L
a dolorosa noticia me llegó de Brasil, por amigos comunes. En París, el  de
mayo de  falleció José Augusto Seabra (nacido en Vilarouco, ). No
sólo un gran poeta portugués sino, también, un humanista cabal, un intelectual de primera, una figura clave de la vida cultural y política europea, a quien muchos recordarán como uno de los más brillantes embajadores de Portugal. En poco
más de un año (-) fue capaz de editar entre Argentina y Brasil tres libros
absolutamente significativos. En dos de ellos quiso involucrarme: una edición bilingüe y comentada de la conferencia que en  había ofrecido Borges en Buenos
Aires sobre Camoens, y la primera antología comparada —también bilingüe— de
dos momentos clave de la poesía moderna de Brasil y Portugal: simbolismo y modernismo.
Los lectores sudamericanos pudieron calibrar su talento en diversos periódicos y
revistas: desde una emocionada revisión de las coincidencias entre nuestra revista
Poesía Buenos Aires y los jóvenes poetas portugueses de la resistencia antifascista,
hasta una lucidísima indagación alrededor de los poemas de Mallarmé leídos por
Pessoa, sin olvidar (entre muchos otros) un bello poema para Pushkin en Moldavia.
Exiliado político en su juventud, después de conocer cárcel y tortura bajo la dictadura salazarista, al recuperarse la democracia portuguesa con la luminosa “revolución de los claveles” Seabra volvió a su país, donde se reintegró a la vida pública
como diputado de la Asamblea Constituyente y de la Asamblea de la República, llegando a ser ministro de Educación. Fue catedrático en Oporto y París, como profesor invitado en La Sorbona Nueva, y embajador en India, Rumania, Argentina y la
Unesco (-), donde fundó la excelente colección “Archivos” y cuyo Consejo
Ejecutivo integró por expresa decisión de sus miembros.
A partir de  dio a luz una obra lírica honda y contenida, nunca excesivamente
prodigada. Me seducen los límpidos, precisos poemas de Desmemoria () y los
textos tan tocantes de ese entrañable “diario poético”: La luz de Creta (), la isla
fundacional de la mitología y la razón mediterránea a la cual volvía ineludiblemente, verano tras verano.

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En un contexto tan rico como el de la dignísima poesía portuguesa —una de
las muy pocas de Europa que no ha logrado ser disminuida por el posmodernismo
global imperante—, Seabra sostuvo el arduo pero fecundo camino de continuar los
desafíos de Mallarmé, en el cual —él mismo advirtió— no dejaba de coincidir
Pessoa: “La poesía es una música que se hace con ideas, y por eso con palabras”. Su
obra incluye numerosos ensayos, especialmente alrededor de Pessoa (tema de su
doctorado en La Sorbona, bajo la dirección de Roland Barthes): Fernando Pessoa o
el poetodrama (), Poética de Barthes (), así como su brillante edición crítica de
Mensaje, el único libro que Pessoa publicó en vida (Madrid, col. Archivos Unesco,
1993).
Hombre de incansable actividad intelectual,
Seabra dirigió la excelente revista Nuevo Renacimiento, que unió el rigor intelectual al respeto por la diversidad, fruto sin duda de su
personalidad radicalmente democrática como
intelectual, ciudadano y artista que, en los difíciles tiempos que corren, abrumados de banalidad y demagogia, se nos hacía fraternalmente
necesaria. Y hoy nos vuelve su ausencia irreparable. Por eso, quizás, vuelvo y vuelvo de nuevo, una y otra vez, a tratar de recuperarlo en mi
memoria.
*
No es en absoluto habitual —por lo menos en
Argentina—, que diplomáticos extranjeros llamen personalmente a poetas locales. Por eso me
sorprendió, allá a comienzos de , recibir
una llamada de la embajada de Portugal y que
me comunicaran directamente con su titular.
Era José Augusto Seabra, casi recién llegado a
Buenos Aires, y su primera pregunta lo pinta
por entero: “¿Usted es el autor de aquella primera traducción de Pessoa en América Latina?”
Me emocionó, es claro, que recordara eso,
tan invalorable para mí, cuarenta años después.
Pero mucho más me emocionó su gentileza,
su don de gentes, su falta de grandilocuencia y
de pomposidad, su sensibilidad profunda y atinada, su modestia que, para mí, era su grandeza. Pronto, gracias a él, nos hicimos muy
asiduos, siempre con un delicadísimo respeto,
y aprendí a conocerlo por lo que era. No sólo
un luminoso y exigente poeta, sino también


un cabal ensayista y un dedicado, exigente traductor, pero también un auténtico humanista, un antifascista, un ciudadano, un demócrata cabal.
La dedicación intensa a tan nobles causas no le impedía su obra personal, que fluía
sin excesos, siempre de fondo. Si en la reflexión y en el análisis se mostraba de una
integrísima exigencia, de una seriedad que era al mismo tiempo clara conciencia del
oficio y devoto respeto por la dignidad de los interlocutores, del lector, en su propia
poesía, no menos exigente pero también límpida y discretamente caudalosa, nunca
derrochada sino más bien de fondo, bien en la línea de sus maestros del alma Pessoa
y Mallarmé, estaba más cerca del hombre secreto que del dignísimo hombre público
que también era, al mismo tiempo, sin contradicción y sin conflicto, como si todas
las fuentes de su espíritu brotaran de un mismo yacimiento de belleza y verdad.
Carente del más mínimo servilismo, entonces, sí, pero siempre dispuesto a dar, a
darse. Por ejemplo, nunca entendió la diplomacia sino como un servicio, y en ella hizo confluir generosamente todos sus muchos intereses. Así, durante el poco más de
un año que fue embajador de Portugal en Argentina, no sólo consiguió desempolvar y abrir los salones a toda la colonia portuguesa —cualquiera fuese su nivel social

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y, en realidad, prestando más atención a los humildes y a los desvalidos—, sino también poner en práctica su luminosa idea de la diplomacia cultural, que imaginaba a
Portugal cobrando presencia viva en todos los ámbitos de la latinidad y que Seabra
tanto amaba. No se limitó al consabido, consanguíneo Brasil, sino pensó en una fraternidad más amplia y honda que, desde la misma península ibérica diversa y una
confluyera en una integración, una convivencia activa entre las dos grandes corrientes vivas de América Latina: la que habla portugués y la que habla castellano, después de todo lenguas no sólo afines sino directamente hermanas.
En su breve pero intensísima gestión en Argentina hizo crear aquí entonces cátedras de portugués, auspició bibliotecas y polos culturales, habló y expuso sus ideas
y su talento en todos los lugares que se lo solicitaron; a mí mismo me tocó invitarlo a dar una muy concurrida conferencia sobre Camoens y Pessoa a través de Borges
en el Centro Cultural Paseo Quinta Trabucco, de la provincia de Buenos Aires.
Pero donde su clara inteligencia y su incansable voluntad de trabajo se ponen de
manifiesto de manera muy concreta es en el hecho de que, dentro del cumplido
lapso de dieciséis meses durante el cual tuvimos el honor y la alegría de tenerlo en Argentina, fue capaz de preparar y hacer editar tres libros, casi siempre en edición bilingüe, todos ellos significativos y que aún mantienen su memoria en la región. Por un
lado, Destino y obra de Camoens, la magnífica conferencia que Borges (su admirado
Borges, del cual siempre recordaba que su domicilio quedaba a pocos pasos de la
Embajada de Portugal en Buenos Aires) había ofrecido en el Centro de Estudios Brasileños a pedido de María Julieta Drummond de Andrade (a mí me hizo traducir al
castellano algunos textos). Por el otro, la exhumación de la olvidada novela Amor
crioulo (Vida argentina), de quien también había sido embajador de Portugal entre
nosotros, Abel Botelho.
Finalmente, lo que considero su obra cumbre aquí, el gran volumen igualmente
bilingüe de su antología Poetas portugueses y brasileños. De los simbolistas a los modernistas, editado en Brasilia por Thesaurus —del que me hizo traducir al castellano
a los veintidós poetas de Portugal incluidos—, y donde también figuran veintidós
poetas brasileños, vertidos igualmente en castellano por diversos traductores. Se trata, por un lado, de una obra literariamente valiosísima, compendiada y prologada por
Seabra, en la que —creo yo que por primera vez— se relacionan esos dos momentos clave de la poesía en Portugal y en Brasil. Pero, además, por haber sido editada en
Brasilia, reunir poetas de Brasil y Portugal y haber sido traducida al castellano —incluso en gran medida por un poeta argentino, como es mi caso—, dicha obra constituye un testimonio vivo y fecundo de aquella diplomacia cultural invocada y puesta en práctica por Seabra, ya que, sin dejar de lado por supuesto a Brasil (todo lo
contrario), incluye también en el ámbito de influjo cultural portugués a todos los
países hispanoamericanos de habla castellana, con un proyecto que, si es a la vez
ibérico y latinoamericano, no deja de presagiar, también, al mundo grande, mayor,
de la latinidad que a todos nos incluye.
En lo personal, ¿qué más puedo decir? Nuestros contactos durante poco más de un
año —siempre a iniciativa suya, ya que mi pudor probablemente orgánico me
impedía entrometerme en su intimidad o en sus funciones— me llevaron a creer
conocerlo bastante, de manera especial en aquellos largos almuerzos de los sábados,


prácticamente los dos solos en la residencia, que se prolongaban siempre hasta ya entrada la noche. Allí me fue dado intuir —porque nuestra mutua y acaso congénita
discreción nos impedía todo exceso de, digamos, sentimentalismo— que además de
tantas coincidencias en lo estético y en lo ético, sin habernos conocido nunca antes
ni contar con explícitos lazos en común, había entre nosotros misteriosos pero evidentes parentescos previos, no sólo de inteligencia, sino también de índole.
Primer hijo de inmigrantes gallegos nacido en Buenos Aires, mi infancia había
sido vacunada contra el fascismo y el estalinismo por la guerra civil española y la segunda guerra mundial, y la poesía y la traducción de poesía habían nacido en mí sin
premeditación alguna, acaso por mi niñez bilingüe o por los ancestros de cultura
campesina de mi linaje. Nacido él en el norte portugués, bien cerca de Galicia, su
propia adolescencia de estudiante comprometido en las luchas contra la dictadura
de Salazar le había hecho conocer desde temprano la cárcel, la tortura y el exilio. Yo
me vi convertido en el miembro más joven de una
legendaria revista argentina de vanguardia, Poesía Buenos Aires (en
la que comencé a difundir a los
jóvenes poetas portugueses
también enfrentados con
la dictadura), y en el
primer traductor al
castellano de todos
los heterónimos de
Pessoa (Buenos Aires, ). Él se graduó
en París, en La Sorbona,
con una de las primeras
grandes tesis sobre Pessoa bajo la dirección de su querido maestro, Roland Barthes, y en la cual, como él mismo me dijo,
ya le había quedado grabado mi nombre entre los primeros traductores.
Pocas veces llegué a sentirme (en una vida que tuvo la suerte de contar desde
temprano, aquí y allá, con espontáneas e imprevistas relaciones epistolares en otros
países) tan hermanado por tantas cosas de fondo en común con una personalidad
intelectual, artística y humana, como me ocurrió con José Augusto Seabra. Con él,
sin decírnoslo explícitamente, nos íbamos descubriendo ligados por un sincero respeto y una temblorosa confluencia, como si desde siempre hubiera entre nosotros
tantos dominios en común, tan poco presentidos como misteriosamente explícitos.
Si su cambio de destino diplomático ya había constituido para mí una sensible interrupción, la pérdida de una presencia muy cercana, la incomprensible y severa noticia de su temprana muerte, que sólo poco a poco pude asimilar como evidencia
insoslayable, se ha convertido en un corte tan doloroso que todavía no he conseguido —quizás nunca consiga— aceptar del todo. Pero, como dijo Borges de la voz de
Macedonio Fernández (“¿Qué morirá conmigo?”), la cálida calidad estética, intelectual y humana de José Augusto Seabra se mantiene, entibiándome, viva y latente,
contagiosa y cómplice, en mi memoria.

alforja  |  
JOSÉ AUGUSTO SEABRA
De La luz de Creta
Selección y traducción de Rodolfo Alonso
 de agosto
Esa luz que nos atraviesa como una espada, reverberando en todo el cuerpo, con un
centelleo cósmico, es desde luego la de la Grecia sagrada por el mirar de los dioses,
a la que siempre volvemos como si inmemorialmente la reconociésemos, íntima.
Ella está ya dentro de nosotros, recorriéndonos la sangre y el alma, ascendiendo a
la conciencia más inmediata y sensible, en una explosión de serena violencia, a la que
nos entregamos sin reservas. ¿Cómo definir lo que es al mismo tiempo limitado y
sin límite, contenido y desbordante, entero y excesivo?
 de agosto
De año en año, la erosión invisible de la caparazón rocosa que desciende sobre la
bahía va royendo la costa que se pulveriza. Pero los surcos dibujados en las peñas van
resistiendo, tenaces, con sus arrugas estriadas, sus cicatrices sinuosas, sus tallas
hondas, sus concavidades súbitas. La luz cruda, diáfana, da una nitidez total a las
formas, hasta la minucia, aún a una larga distancia. Es el cielo atravesado por el sol
apolíneo, cuya sombra sólo se adivina en el infinito.
Y está el canto de las cigarras, que tiene una armonía secreta, en su monotonía
ronca, en competencia con las mareas:
Las cigarras afinan
la grave y secular
guitarra. Al oído
del viento: en desafío
con las olas rendidas
de la historia, agitándose.


 de agosto
A lo lejos, las cadenas de montañas superpuestas, como cuerpos yaciendo lado a
lado, que se vuelven translúcidos, en sus salientes esfumadas entre el cielo nublado,
diluyéndose en la bruma del mar Egeo. Es una hora plácida, en que todo parece detenerse de repente, recubierto por una luz oblicua, en un ante-crepúsculo prolongado. Hay como un convite al éxtasis, a la fruición lenta de la delicia de ser, que
sólo el escalofrío irisado de las aguas ligeramente perturba, con una angustia latente, refractada en el aire cortado por una brisa leve, que encrespa los arbustos circundantes. Me siento en la terraza que da sobre la bahía y me dejo estar así, abandonado
a un devaneo incierto, en una delectación morosa donde vienen a inscribirse los
fantasmas de la noche.
rativo categórico, que Kant no supo asumir hasta el fin. Y Hegel, que con Schelling
fue compañero de Hölderlin en la juventud, tampoco, a pesar de la dialéctica, a pesar de la aufhebung. La confrontación de los opuestos, en su coexistencia al mismo
tiempo necesaria e imposible, alcanza con el poeta alemán la expresión suprema.
Por eso su Antígona nos toca en lo más íntimo, en la médula del ser.
 de agosto
¿De qué temple
fermenta
la lámina
de luz
tan rápida
por dentro?
 de agosto
Ciego dentro
de los huesos
de la cal
amaneciendo
y sólo ardo
de deseo
en los párpados
del viento.
 de agosto
En el momento en que algunos, obnubilados por el mercado único de , parecen
olvidar que Europa tiene un alma, la cual, como dijo Pessoa, es griega en su nacimiento, será bueno recordar algunos de sus valores esenciales. Es cierto que Grecia
todavía no consiguió volver a erguirse de una larga decadencia. Pero, como decía
Henry Miller, “nada puede ensuciar el mar griego, el cielo griego”. Es necesario
asumir la herencia helénica, prolongada por las de la latinidad y el cristianismo,
trabajando para que un “Nuevo Renacimiento” sea posible, en este viraje de siglo y
de milenio, cuyas señales proféticas se anuncian, en indicios mínimos, deshechos.
 de agosto
Releo el estudio de George Steiner, Antígonas, que traje conmigo, así como el texto de las observaciones de Hölderlin sobre su traducción de la tragedia de Sófocles.
Es siempre con temor que vuelvo a la cuestión de lo trágico, la cual retorna, insistente, como acaso la que los griegos más misteriosamente nos legaron. La visión de
Hölderlin, que Steiner analiza largamente, es al mismo tiempo una teoría de la tragedia y de la traducción, en que la hybris es confrontada: de ahí que haya pagado
con la locura su empresa insensata. ¿Pero sin esa experiencia de transgresión de los
límites habríamos accedido nosotros a la verdad mortal de lo trágico? Antígona, en
su libertad irreductible, frente a las leyes de los dioses y de la polis, es el símbolo de
lo que, en la conciencia humana, trasciende las fronteras de la razón, pues es del orden del amor, en lo que tiene de más alto. La fraternidad de la sangre como impe-

alforja  |  
 de agosto
Hace dos años, nos llegaba aquí a Creta, desde lejos, la noticia de la muerte de Jacinto. ¿Cómo no recordar la mitología que está ligada con su nombre, en esta Grecia
que también amaba?
En flor te hirió Apolo la frente vulnerable
cuando la sangre en sombra tu alegría inundaba
y el asta de firmeza te erguía a clara cima


donde siempre subías con las sandalias libres.
Lanzabas contra el viento, en tu flecha de oro,
el dardo con que, exacto, tu golpe despedías
tan ágil y certero. Pero el dios con el fuego
y la amistad jugaba, como tú con tu vida.
Todo tu flanco joven aflojó en su regazo.
Pero ya en tierra abrían tus más puras simientes
a pesar de insectos voraces y nocturnos.
Y aguas de la tristeza innúmeras regaron
agua de las raíces creciendo hasta los pétalos
en que naces de nuevo, vertical, oh poeta.
sagrados dispersos por la gruta. Impresiona el aparente estado de pobreza, o por lo
menos de abandono, si es que no de degradación, del edificio, que fue también una
fortaleza contra los invasores, de la que se conservan vestigios. El monje es acogedor, con su barba blanca y su hábito hasta los pies, algo mugriento pero elegante.
En su “estudio” todo es de una gran sobriedad, desde su escritorio al lado de la cama, donde duerme. No vimos a los otros monjes, que debían estar en las celdas, cuyas puertas están coronadas por pequeñas cruces toscas, talladas en el dintel de las
puertas. Una serie de gatos, desparramados por el patio, durmiendo a la sombra, dan
un aire de pereza al convento. ¿Qué harán los monjes, además de rezar, comer y
dormir? Es el Estado quien les paga, aunque reciban también ofrendas de los creyentes. Allí pusimos asimismo una vela en el gran candelabro de la iglesia, por cien
dracmas… El convento tiene, por otro lado, recursos propios: una quinta medio
cultivada medio abandonada, donde pastan algunas cabras. Hay vestigios de antiguos trigales y manzanares, pero no queda nada más que una desolación, que parecería propicia a los eremitas.
 de agosto
 de agosto
A pedido de un grupo de ecologistas y artistas griegos inauguré una exposición en
Istron, habiéndoseme pedido glosar el tema de la relación de los griegos con la Naturaleza. En mi discurso retomé a algunos filósofos presocráticos y poetas trágicos,
en la traducción de Marguerite Yourcenar, que tenía conmigo. Fue sobre todo en
Empédocles y en Esquilo que fui a buscar las citas. Es extraordinario como en ellos
se encuentra, nítida, una visión de la Naturaleza como un sujeto en diálogo con los
dioses y con los hombres. ¿Qué mejor fundamento para una ecología auténtica,
liberada de los quitaypon de la política? Fue lo que intenté transmitir a mis oyentes. Algo se habrá traspasado en mis palabras, calurosamente aplaudidas. Pero qué
distancia —¡qué abismo!— entre el francés y el griego, aunque esté de por medio
Marguerite Yourcenar…
En un barco alquilado navegamos hasta la pequeña isla de Psira, situada en la boca
del Golfo de Mirabello, ahora desierta, pero que fue la sede de una metrópoli minoica. Las ruinas están allí, abandonadas. La estructura de siempre, semejante a la
de Gournia, con las casas minúsculas, encimadas, adivinándose el ágora, los almacenes: Cnossos en miniatura. La posición estratégica de la isla debía darle un papel
importante en la talasocracia cretense. Ahora impresiona ver la corteza del monte
alrededor, recubierta de jaras, mientras que la ensenada donde anclamos, como una
leve punta de arena, parece un puerto antiguo, rodeado de rocas, como muralla defensiva. La sensación de que la historia es cíclicamente enterrada, no dejando más
que restos perdidos, muertos.
 de agosto
 de agosto
Fuimos a visitar un pequeño convento religioso enclavado en la ladera de Istron,
de la orden de Faneromenis. Nos recibió el monje-mayor, acompañado por una especie de gobernanta. El convento nació de una gruta en las rocas, donde fue encontrado un ícono, que allí se conserva. La iglesia es subterránea, con los ornamentos

alforja  |  
Es el último día, el fatídico día del regreso. Miro el cielo muy azul, en el espejo de
las olas verdosas, lentas, y siento en el cuerpo toda la conjunción de los elementos,
que es tal vez el secreto de esta sensación de plenitud que aquí nos envuelve. ¿Cómo escapar de este encantamiento, de este temblor múltiple de la luz, que nos fascina y ciega? ¿Cómo arrancarnos del éxtasis? Es una ruptura brutal, seca, que nos
quiebra físicamente por dentro.


su largueza verde devuelta azul
de viaje errante marcando sus quillas
por todos los rumbos de navío a Itaca.
LUZ ELENA CABRERA
Desde la marina
La pequeña no llegó a la playa
húmeda y descalza,
no se pudo envolver en el juego
de las olas con la arena,
no saboreó el tacto rugoso
de las almejas resbalando
su turbio miedo de agua sin mar.
Con sus primeros recuerdos
de una marina
apareció distendido
en el reflejo metálico del horizonte,
entre sombras y formas,
su aguamar de mil facetas.
La marina fue para la niña
su nana de pechos espesos,
mullido vaivén de pilotaje
tras la rígida calma rugiente de sentir frío,
Con la sola intención de su mirada
aprendió a agitar el océano
a su antojo
y ocultar en el fondo salino del rebato
su nido indócil entre palabras y periplos.
pero la pequeña no recibió en sus muñecas
el ritmo de las barcas ondulando
cordeles de espuma libre,
El mar pensó en llevarse a la niña
como un secuestro de Casiopea
y guardarse el alma
temeraria de oleajes y resacas.
las manos se ataron tensas
a la cadencia férrea de su crianza
de abuela materna vencedora
por su firme descendencia,
Pero ese mar de comedor victoriano
era un pobre ahorcado marítimo,
difunto del inapresable fuego fijo
en los ojos desbordados de la niña,
creció sólo con la invención
de un movimiento eterno
sobre los ojos fijos nublados de mar.
su sal no acarreó el canto de oleaje brío
por su lengua anaranjada,
ni supo empapar la nave de la viajera
con sus deberes de cabotaje,

alforja  |  
Luz Elena Cabrera. Ciudad de México. Realizó estudios de letras germánicas e historia del
arte en universidades de Alemania y después cursó la carrera de filosofía en México. Ha realizado estancias de estudio en Estados Unidos y España. En  publica Mistrales, en la editorial Arte Letra. En  publica Abelardo y Heloisa. El arte de la pasión, en Ediciones del
Ermitaño, en su colección Minimalia.


***
JOSU LANDA
Acabo de abofetearme.
Extinciones V
La mosca que debí haber aplastado en mi mejilla huyó otra vez a lugar seguro.
Cada uno de sus asaltos a mi piel ha de confirmar mi olor a muerto.
Doy con un pedazo de hilo en el suelo:
***
busco a los lados,
hacia atrás,
hacia delante,
allá,
acullá:
Baila el fuego con el viento:
temblor de sombras.
***
nada:
Cae una hoja y espera con paciencia que la Tierra le abra sus puertas.
ni rastro de Ariadna.
***
***
Su mirada y la mía se acaban de cruzar.
Los gallos se desgañitan en la madrugada.
Ahora sus ojos son mis ojos.
La luz tarda en aparecer.
***
Y ¿a quién le importa?
Aun en el suelo, las flores de las jacarandas dictan el vivo furor de la primavera.
***
***
Llego al parque.
Todo invita a entrar en tratos intensos con el mundo:
los árboles en su apogeo,
el estanque quieto como el instante,
los pájaros hirviendo de vida…
Como todas las noches, hoy llovió a cantaros.
Como todas las noches, los sapos buscaron la carretera para darse baños de vapor
sobre el pavimento tibio.
Como siempre, los coches pasaron por la carretera y aplastaron montones de sapos.
Y lo único que me nace es leer el periódico.
Como todos estos días, hoy amaneció la carretera encharcada de sapos destripados.
***
Como siempre, los coches siguieron pasando y pasando por la carretera.
Cae algo al estanque:
el cielo enclavado en la superficie del agua se traga los círculos concéntricos.

alforja  |  
Y nadie vio nada extraño en la masacre.


MARIT KALDHOL
pan blanco
el pan blanco que tú conoces
está sobre la mesa
caliente aromático
y que de vez en cuando
el viento
sople
donde más le plazca
aunque lo sepas
o no
en espera bajo un mantel
fue amasado con la harina blanca
que tú conoces pero no viste cómo
el pan caliente que tanto te gusta
ahí está en espera de ti
el pan amasado con las manos
que te quieren y conocen
el viento
hable
como más le plazca
aunque lo sepas
o no
besa no obstante
me quito las medias
si la boca besa
la misma roca
en el mismo lugar
siete veces al día
cada día
toda la vida
en los escalones de entrada
desparramo
pétalos de rosas pálidas
en el pretil de la puerta
tiro finas lascas de sueños
en la sala
me quito las medias
arrojo el vestido y
desciendo a mis sueños
nada quedará
de los besos
de la boca
cuando quien besó
quede sepultado
bajo tierra
silencio silencio
que nadie hable
cuando voy a bañarme
en la blanca laguna
besa no obstante dice la boca
besa no obstante dice la boca
esto es lo bueno del viento
y que de vez en cuando
revuelva tus cabellos
tus pasos ya saben de todo esto
blanco caliente
que te está prometido
y disfrutarás
al llegar a casa
cuando beso
cuando beso los párpados
del ser que amo,
beso a Dios
por fin en casa estarás
con hambre y cansancio
casa amor harina blanca
corazón palpitante
te esperan sobre la mesa
bajo un mantel

cuando beso las lágrimas
del ser que amo,
beso a Dios
cuando beso el anhelo
por el ser que amo,
es Dios
quien a mí me besa
alforja  |  
Marit Kaldhol. Alesund, Noruega, . Poeta, narradora y dramaturga. Ha publicado un promedio de
 libros, una parte de los cuales han sidoalgunos de ellos de literatura infantil. Su obra literaria ha
merecido varios reconocimientos como el Premio Europeo Pier Paolo Vergario , el Deutsche Jugendliteraturpreis  y el Samlagsprisen , entre otros.


JIM MORRISON
La ceremonia del lagarto
Traducción de José Vicente Anaya
Hay leones en las calles y perros
que vagan en celo, con rabia,
echando espuma.
Bestia en una jaula al
centro de la ciudad,
el cuerpo de su madre
pudriéndose en el suelo
del verano, él
escapó de la ciudad, se
fue al sur cruzando la frontera;
atrás dejó caos y desorden,

allá, detrás de sus hombros.
Al amanecer despertó
en un hotel verde
con una extraña criatura
que gruñía a su lado, con
dulce sudor de su piel
brillante.
¿Están todos aquí?
La ceremonia va a comenzar.
alforja  |  
¡Despierta!
No puedes recordar dónde es que sucedió.
¿Se ha detenido tu sueño?
a la gente.
Construiremos una torre
única.
La serpiente estaba de un
pálido dorado,
vidriosa y retorcida.
Teníamos miedo de tocarla.
Las sábanas calientes
aprisionaban la muerte.
Ella está en mi costado.
No es vieja… muy joven.
Su cabello es rojo oscuro
y suave blanca su piel.
Ahora corre ante el espejo del baño.
¡Mira!
Viene hacia mí.
No puedo vivir el lento siglo
que tarda en cada movimiento.
Permito que caiga mi rostro
sobre la fría baldosa suave.
Percibo que el reconfortante frío
punza mi sangre. Hay
suaves serpientes siseantes
en la lluvia.
Este juego es divertido.
Sólo cierra tus ojos,
no tienes nada que perder.
Aquí estoy yo,
voy a dejar de controlar.
Entramos en un acto
de disolución.
Hace un tiempo yo jugaba a
culebrear hacia atrás en mi
cerebro.
Creo que bien sabes de qué
juego estoy hablando,
me refiero al juego de
“vuélvete loco”.
Ahora tú intenta este juego:
cierra los ojos y olvida tu nombre.
Olvida al mundo, olvida

Regresa a lo profundo
de tu cerebro.
Explora el pasado alrededor
de donde me duele y
vuelve a donde nunca llueve,
donde el carnero suavemente cae
sobre el poblado y
las cabezas de todos nosotros,
allá en los bajos manantiales.
Callada presencia no terrenal
de los nerviosos moradores de la colina.
En los cerros apacibles, alrededor,
abundan reptiles, fósiles, cavernas
y un frío aire de altura.
Cada casa reproduce un molde.
Hay ventanas giratorias.
Un carro bestia se aprieta
contra el amanecer.
Ahora todo duerme.
Cobijas silenciosas, espejos vacíos,
ciego polvo bajo las camas
de los matrimonios.

Envueltos en sábanas
y las hijas fariseas con
ojos de semen en sus pezones.
Ya no hay nada que hacer
pero
corre, corre, corre.
Corramos, corramos.
Una casa en la colina.
La luna sigue mintiendo.
Las sombras de los árboles
atestiguan la brisa agreste.
Vamos, chava, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la cúspide de la colina
hay una tibia mansión
con recámaras suntuosas
y cómodas, sillas de
lujo con brazos tapizados
en color rojo. Y tú
no sabrás nada, hasta
estar ahí dentro.
¡Un momento!
Aquí hubo una matanza.
No dejes de hablar ni de
mirar alrededor.
Tus guantes y tu abanico están
sobre la tierra.
Nos vamos de la ciudad
a la carrera
y quiero que tú vengas.
No hay que tocar la Tierra
ni ver el sol.

El cadáver del presidente
está en el carro de su chofer.
El motor suena
pegajoso y alquitranado.
Ven, no iremos muy lejos,
sólo hasta el Oriente, para
visitar al zar.
Corre conmigo, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la playa del lago viven
los fueradelaley.
La hija del ministro
se enamoró de la víbora
alforja  |  
que vive en un manantial,
a la orilla de la carretera.
¡Despierta muchacha!,
ya casi llegamos al hogar.
Sol, sol, sol.
Arde, arde, arde.
Luna, luna, luna.
¡Pronto te alcanzaré!
¡Pronto! ¡Pronto!
Yo soy el Rey Lagarto
que todo lo puede.
Permite el sonar de las campanas
en el carnaval.
Permite que cante la víbora.
Permítelo todo.
Bajamos de los ríos y
de las carreteras.
Bajamos de los bosques
y de las aguas que caen.
Bajamos de Carson y de
Springfield.
Bajamos del Fénix
sojuzgado.
Y puedo hablarte de
los juegos del Reino.
Puedo hablarte de
lo que ya conoces.
Escucho el puñetazo
del silencio
que
trepa los valles por
las sombras.
jugando extraños juegos
con las muchachas isleñas.
Ahora he regresado a
la tierra del encanto,
de fuerza y sabiduría.
Hermanos y hermanas
del pálido bosque.
¡Oh, niños de la noche!
¿Cuántos de ustedes
se comprometerán
con la cacería?
Ya llega la noche
con su legión púrpura.
Retírense
a sus tiendas de campaña
y a sus sueños.
Mañana tomaremos la ciudad
de mi nacimiento.
Quiero estar preparado.
Durante siete años viví en
el perdido palacio del exilio,


ALFREDO FRESSIA
MARTÍN BAREA MATOS
Uruguayos y jóvenes:
Martín Barea Matos y William Johnston
SOY ALÉRGICO AL PAN y estoy flaco
por eso imagino el trazo trozado
de un pedazo de poema
y junto las migas
y doy gracias
antes
de untar
la manteca.
Dos poetas
S
on dos poetas uruguayos y jóvenes, uno de treinta años y el otro de cuarenta.
El más joven es Martín Barea Matos. Nació en Montevideo en . Ha publicado Fuga de ida y vuelta (), Dos mil novecientos noventa y cinco ()
y Los ojos escritos (). Los poemas que ahora publica alforja son parte de su próximo libro (E, poesía), aún inédito.
El también montevideano William Johnston nació en . Es crítico literario,
además de poeta. Residió en México donde realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México un doctorado en letras. Sus libros son: Un jarrón chino (Montevideo, ), Los fragmentos dispersos (México, ) —libro que reúne tres poemarios: Un jarrón chino (), Autorretrato en agua quieta () y Poemas recientes
()—, La estación de las bellas furias y otros poemas (México, ). Su último libro, Leve sombra (Montevideo, ) recibió el premio —voto unánime—de la Intendencia Municipal de Montevideo.
De hecho, ambos poetas han sido premiados varias veces, y ambos tienen esa especie de libertad rara de la buena poesía uruguaya, que lleva la “marca”, no de Caín,
pero de Lautréamont, digamos. La última vez que lo oí fue en la Casa de la Poesía
de Buenos Aires: “Qué país extraño el de ustedes los uruguayos, son poetas sorprendentes, y todos ‘raros’, desconcertantes.” Me han hablado con una perplejidad parecida en México o en Perú. Sé, claro, que esas afirmaciones generales tienen mucho
de exageración, o son un juego impracticable de medias verdades. También sé que
es un modo retórico (y ciertamente gentil) de reaccionar frente a algo que, sin embargo, existe de hecho en la poesía uruguaya. Hablo de la impronta de Lautréamont,
pero podría ser la de Julio Herrera y Reissig, o de nadie, venir del hecho de que esa
poesía es creada en un país de formación positivista, que acosa a la poesía y paradójicamente la revitaliza. Elegí a estos dos poetas para presentarlos en alforja mientras no sale en nuestra revista una real, significativa muestra de poesía uruguaya.
Mientras tanto, los poemas de Barea y Johnston sólo quieren ser “muestra” de Barea y Johnston. Y tal vez de cierta melancolía con olor a puerto, esa que sube como
el viento del mar en las calles grises de Montevideo.

alforja  |  
Honor
te doy mi palabra
mi poema
el silencio
y la posibilidad
de ser traicionado
me das tu palabra
otro poema en silencio
y no tengo opción
te doy mi palabra
o un pacto de silencio
te ofrezco la traición
te doy
la tradición
mi palabra.


La sombra del objeto
El objeto de la palabra a la sombra del lenguaje
Lo dicho sólo una dirección en el paisaje
Como una esquela testimonia al ausente
El artista a la sombra del arte
Durmiendo a la sombra del sueño
Despierta con las manos oníricas
Vellones de una almohada que se hizo realidad
Para siempre a la sombra del tiempo
Discurriendo en otros ojos
Lo escrito a la sombra del lector
Lo leído a la sombra del libro
Una caja una ventana una casa sólo una estructura del sueño
Para construir o habitar nuestra voz esa geografía
LOS NIÑOS NUMISMÁTICOS son la lluvia de cualquier día aunque haya sol
una monedita una monedita una redondita gotita
mi lluvia
piensan una ayuda para hacerse ricos de descanso torrencial limosna
meciendo caprichos de niño a la sombra de palmeras
siempre generosas redondas como nísperos
los niños numismáticos alteran el nivel de la bolsa de pecados
la moneda del turista neumático
sin tiempo para estudiar han llegado trabajando dieciocho horas con sus julios a
orillas del mercado de la marea del mar
los niños numismáticos
te sacan los ojos
como pez en mano
como gato fileteando
y cada día
disfrazados de carnada
como aquella niña la sombra de mi madre
Que soñaba con dar a luz al objeto
pescan su trabajo.
Y darle nombre y darle cuerpo
SIEMPRE HAY OTOÑO
siempre dirás nunca
siempre es la boca quien nombra
bóveda primaveral celeste
cayendo hacia el reflejo
nunca digas siempre porque nunca
termino de contar las hojas
cuando entrevero
árboles escribas y recién escrito
viento cruzando escobas.

alforja  |  


Emblema
WILLIAM JOHNSTON
Hacia la noche
¿qué es este apellido que gravita más allá del sonido
ordena los huesos en números primos
apresura el latido que ocupa lo vertical del corazón
amansa la imaginación de izquierda a derecha
Paisaje I
como si fueran nubes en un paisaje impreciso?
la ventana enmarca sin diálogo un sábado:
mismos rituales desde el presentido sueño
igual a la melancolía
en círculos de ceniza de su infierno domesticado.
los objetos perduran desde sus cielos.
las acciones levemente se atan a la curva de los relojes.
johnston: cierzo que parte en dos el delirio
de enumerar cada uno de los objetos de esta realidad
y la siguiente y la próxima y la más lejana.
no hay lugar a dudas: este apellido es emblema secreto
abre las puertas de lo que finge ser destino
—la cerradura contiene la evaporada forma de cierta caligrafía infantil—
salvo aquella flor: en el centro de la sala
el color es grito que gira sin raíz ni garganta
al describir las mil y una historia siempre incompletas
la sombra de un sicomoro que arroja más sombra
hacia el jardín de los boschetti
mientras la mirada escupe del rojo
los otros significados de una dalia.
donde los días eran dones que se confundían con el resto de la luz
como los viajes los hoteles o la espera hacia el costado del río
donde la felicidad era ese cardumen de pejerreyes
en sus escamas se leía el aura perdida del tiempo
Paisaje II
“todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira
la piel amarilla
vendría a ser el antiguo resplandor de la luna.
cambian la mar, el monte y el ojo que lo mira”.
así el apellido que ahora comienza a tatuar
los ojos varados en el cardumen de aquella imagen:
una casa al borde del mar
un mar que bien puede llamarse recuerdo.
el mar el monte y el ojo que lo describe
similar a aquel niño en soledad apolillado de fotografías
mientras la sangre
disecada a su alrededor explica
por qué el tiempo es una línea sin sombra.

todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira
cambian la mar, el monte y el ojo que lo mira.
 
alforja  |  


Hacia la noche
ENZIA VERDUCHI
Rafael Courtoisie
no podré esconderme dentro de los espejos
tu imagen me inunda desde adentro de los huesos
Las debilidades
del hombre invisible
es un mar que acaba siempre en el filo de una fotografía
envenena la sangre hasta escupir por los ojos
la idea de que aún estás allí esperando bajo la parra
el abrazo la carta la palabra donde
comparo tu vida con el aleteo de aquellas luciérnagas que sólo deletreaban
la alucinación hacia la noche
esa noche que tanto se parece a esta habitación llena de nubes
esa noche cuando solíamos adentrarnos en el bosque para cazar constelaciones.
ya no podré esconderme en los rincones del espejo
la palabra luciérnaga se incendia se corrompe se convierte en otra cosa
un zumbido memorable tal vez de un perdido grillo que rima con la siesta
el calor intenso la playa como la extensión transitable de un sueño cualquiera
en una habitación llena de nubes ahora se anuncia tormenta entonces
R
afael Courtoisie, quien desearía “ser el hombre invisible, o Drácula para no
reflejarme en los espejos… Lástima que me gusta el ajo —agrega—, dicen los
profetas de la New Age que el ajo es sano y evita las malas ideas de la posmodernidad, no sé si tiene acción sobre las buenas…” y define su interior como “amplio,
oscuro y luminoso”, es parte de la “generación del silencio” o “generación de la dictadura”,
corriente de poetas y narradores que después del golpe de Estado de  en Uruguay, coexistió con el discurso autoritario y surge como alternativa en busca de un estilo decantado. De este grupo, a partir de la década de , Courtoisie sobresale por la personalidad
propia y rigor de su voz. En Montevideo, cerca del Puerto del Buceo, en su casa-biblioteca, donde se llevó a cabo esta entrevista, Courtoisie me asegura que “las debilidades del
poeta son su principal fortaleza”.
abro un libro cualquier libro ese libro de selva y leo
“ha pasado la verde fragancia de los años
pero mi infancia aún duerme en tu mano”
la mano de mi abuela en tu mano la mano que sostiene la caligrafía
el papel entre presagios el escalofrío
en este último verso donde comenzaré a pensar en tu muerte.
ha pasado la verde fragancia de los años
pero mi infancia aún duerme en tu mano.
 .

alforja  |  
¿Cuál es tu recuerdo más nítido de la infancia?
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi el
mar. Quiero decir, no sabía que esa masa plana que se
extendía hasta el horizonte y que se movía como un
animal inmenso, en cuyo lomo pastaban las ovejitas
de las olas, era el famoso mar. Poco después descubrí
sus adyacencias: los animales marinos reales e imaginarios: peces, caracoles, endriagos, marinos y bañistas.
¿Cuáles fueron las lecturas decisivas en tu formación?
Mencionas reiteradamente a Cioran, Vallejo y Lautréamont…
Me acerqué a la poesía leyendo a los autores del Siglo
de Oro (o de los siglos de oro, puesto que puede decirse

Rafael Courtoisie

que fueron varios). Luego descubrí una poesía de comunicación inmediata, sin efectismos, en la obra del uruguayo Líber Falco. En la adolescencia estuvo siempre Lautréamont (L’autre a’Montevideo, el otro en Montevideo). Isidore Ducasse fue un abuelo
literario, una sombra tutelar y un desafío: ¿qué era aquello? ¿Poesía? ¿Así que era posible hacer poesía de ese modo? Lautréamont fue liberador, pero fue también un
enorme compromiso con la irracionalidad humana y, a la vez, con la lucidez y racionalidad para convertirla en producto estético, para “sublimarla”. Vallejo es otra referencia ineludible. Cuando ya parecía que no se podía mucho más, Vallejo demostró
que el más allá es móvil, que puede trazarse de nuevo siempre. Hay muchas lecciones
en Vallejo, desde el aparente epígono modernista de Los heraldos negros hasta la revolución sintáctica (y semántica) de Trilce. Vallejo no es solamente un nombre de
poeta, es una posibilidad siempre latente, siempre viva, de escritura. De Vallejo se abren
muchas líneas autónomas diferentes. El gran poeta Juan Gelman es, de algún modo,
un descendiente originalísimo, entre otros, de Vallejo. En cuanto a Cioran, creo
que me atrae fundamentalmente esa apropiación del discurso filosófico, del
discurso reflexivo, que por momentos se vuelve concreción poética de primera magnitud. Resulta además conmovedor cómo escribe en su lengua
de exilio y se la apropia en su mejor tradición, a la vez reafirmando su
médula y, en términos derrideanos, deconstruyéndola. Otro desafío en
Cioran es que su actitud nihilista y disolvente parece encerrar
un soberbio sentido del humor, y una demostración ética por el absurdo. Pero Cioran
también puede llegar a intoxicar. La
perfección de la prosa de Los silogismos de la amargura es
en ocasiones tóxica, peligrosa. Pero, en todo caso,
en la era de los antidepresivos, en la era de esos
agentes químicos denominados “inhibidores
selectivos de la recaptación de la serotonina”, ese
riesgo llamado Cioran puede en parte ser conjurado. Pasa
algo parecido —aunque la textura, la composición de su prosa
sea muy distinta— con
Juan Carlos Onetti.
Integras la llamada
“generación del silencio”, un grupo de poetas
que comenzaron a dar a
conocer su discurso en los
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años de la dictadura militar en Uruguay, el estilo era decantado, permeaba la censura y
autocensura. En  se publican tus primeros poemas. ¿Qué representa para ti esa etapa?, ¿cómo sientes que ha ido evolucionando tu discurso poético?
Cuando comienzo a escribir todavía estábamos en democracia; una democracia
en crisis, pero democracia al fin. Luego, la dictadura obligó a replegarse, era la brutalidad y la oscuridad. Eso condujo a resaltar el valor de la entrelínea, de los espacios en blanco, de lo connotado. La atmósfera externa planteó la necesidad —e hizo
descubrir la posibilidad— de una “estética del silenciamiento”. Por caminos diferentes, en otras circunstancias, habían llegado a formulaciones parecidas Celan, pero
también el español Valente, y en términos de discurso, de plantear la posibilidad o imposibilidad de “lo predicable”, lo expresable, los límites gnoseológicos del decir, está
Wittgenstein.
¿Piensas que exista una relación entre poesía y sociedad? ¿El poeta debe necesariamente estar ligado a los problemas de su tiempo?
No como mandato, al menos no como mandato programático. Considero que
todo poeta está necesariamente ligado a su tiempo, de un modo u otro. Lo que sí creo
es que ningún creador puede plantearse una postura naïve como estatuto… El arte
no es ingenuo. Es una frase hecha, pero se puede reiterar: el único compromiso es
con la literatura. Pero la literatura es una totalidad…
Tu formación es científica, tu lenguaje parece partir de la lógica y se traduce en un
contenido imaginativo, en los poemas de Estado sólido se percibe claramente…
He procurado un proyecto poético donde el planteamiento humanista se dé en
toda su dimensión: lo humano es racional pero también irracional. Intenté escribir
una poesía donde compareciera lo oscuro pero en su total claridad, aunque parezca oximorónico. Para patentizarlo, en un libro como Estado sólido debí recurrir a un
estilo voluntariamente impersonal: en ese libro no comparece ninguna autorreferencia. No aparecen las palabras “yo”, “mi”, “nosotros”… Hay un voluntario despojamiento y una suerte de mimesis de cierto discurso científico, pero ese procedimiento se lleva a cabo para lograr una estructura y una propuesta poética (ojalá
también se haya dado una suerte de revelación). Creo que en todos mis libros convergen elementos de un supuesto discurso científico y otros más “irracionales”, pero
tal vez iluminadores. Hay algunos títulos en la obra de Olga Orozco que se emparentan con este punto: La oscuridad es otro sol, También la luz es un abismo. Estado
sólido intenta patentizar, entre otras cosas, la fragilidad de las grandes certezas y evidenciar la poderosa verdad de la “frágil” poesía…
Has declarado que perteneces a la generación que “nació y se formó con la televisión,
con el cine, en parte también con el video-clip, con una cultura de la imagen rápida, de
la imagen sucesión, no sólo de la imagen estática. Eso indefectiblemente influye en la
literatura”. ¿Cómo ha influido en tu escritura?, ¿hace esto difícil la relación del poeta
con el lenguaje común?, ¿cómo se afecta esa relación?
Creo que se ha verificado un cambio en las estructuras de percepción. Esto se comprueba a fines del siglo XX y ahora en el XXI. Venimos de una cultura tipográfica,


pero vivimos en una cultura de la imagen. Eso plantea varios desafíos: el escritor
debe buscar lo esencialmente literario, lo que se da en su medio, lo que es posible
mediatizar con palabras y sólo con palabras. A la vez, está imbuido de la velocidad
y simultaneidad que los medios audiovisuales han impuesto a su percepción y a la
de los lectores, y esto cambia los modos de narrar… Quizá no cambien tanto los
“modos de conducir poesía” hacia el lector.
Tu narrativa está construida con un ritmo interno sobre frases breves y contundentes, y tu poesía está estructurada de tal forma que se resuelve y asemeja al relato. ¿Cómo
estableces este paralelismo entre prosa y poesía?
El asunto de los géneros debe importar mucho a los sastres y a los críticos literarios, pero la creación se da a partir de una génesis anterior a las taxonomías. Tal vez
las clasificaciones genéricas sean muy útiles en términos pedagógicos. Pero la fenomenología de la creación se verifica en otras dimensiones. Es cierto que he escrito
obras narrativas sobre la base de frases muy breves, siguiendo un ritmo marcado. Pero eso depende de la historia y, a veces, del tema. En fragmentos de Vida de perro hay
periodos largos, párrafos extensos. En Tajos, el personaje y el tema imponían un tratamiento vertiginoso. Todo depende. Creo que uno debe adiestrarse en las diversas
“formas” para coincidir estéticamente con los diversos “fondos”.
¿Cómo difieres el proceso de una novela a la creación poética?
Empieza de la misma forma. La novela lleva más tiempo, es un esfuerzo sostenido, como aguantar la respiración bajo el agua y nadar y nadar, rodeado de criaturas
submarinas y hermosas sirenas de bellísimas tetas, y seguir adelante, conteniendo el
aire, hasta topar con todos los tesoros de todos los naufragios, con todos los ahogados y todos los desaparecidos que las dictaduras arrojaron vivos al mar, y seguir y
seguir y seguir hasta la última página, hasta que los muertos resuciten.
¿Cuál es tu proceso de composición literaria, los hábitos prácticos que aplicas en tu
escritura?
Depende. Tajos la diseñé en la mente. El personaje se me apareció. Me pedía que
lo dijera, que lo explicara. Luego la escribí de un tirón. En Caras extrañas reuní con
paciencia elementos de mi memoria, algunas obsesiones propias y ajenas de gente
que, de distintas maneras, vivió aquella época de la guerrilla. También entrevisté a
testigos, a sobrevivientes. Luego compuse una versión, luego otra. Deseché algo. Escribo en computadora, con música. Necesito concentración y alegría, aunque la protagonista del relato o el poema sea la misma putísima tristeza…
La música popular y el rock tienen un significado para ti, incluso han servido de
leit motiv en tus novelas. ¿Los aspectos técnicos de la música son importantes para tu
poesía?
No es del todo consciente. No entiendo de música en el sentido racional. Pero algunos textos tienen una estructura musical y su desarrollo sonoro es tan importante
como lo que aparentemente refieren. Creo que no hay escritura sin música, o al menos sin un conjunto de sonidos con cierto patrón. Rubén Darío es un ejemplo ex-
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traordinario de efectividad y contundencia en eso que puede denominarse la masa
sonora del poema. Es una variable importante también en la prosa, en el fraseo, pero
también en una estructura narrativa más general, como en el caso de una novela: la
masa sonora de un texto determina en gran parte su legibilidad, su ritmo, pero de algún modo también hace surgir su sentido. En esa forma —a veces mensurable—, en
los juegos de densidad y transparencia de esa masa sonora, suele crearse la condición propicia para que aparezca el fondo, para que por un momento se vislumbre, se haga nítido.
En tus libros Textura, Estado sólido y Umbría
los poemas son en prosa, tus poemas más recientes
están escritos en verso libre y corto, me refiero en
específico al libro (inédito) Música para sordos.
¿A qué atribuyes este regresar a otras formas
poéticas?
Lo formal siempre está presente como
estrategia de creación. Prefiero la llamada
prosa poética, pero hay textos que se imponen en formas tradicionalmente “poéticas”… Yo acato. Se trata de estrategias
discursivas diferentes. El poema en
prosa también participa de nítidas leyes de composición. En Música para
sordos coexisten poemas en prosa y
poemas en verso libre —ningún verso
es del todo libre— y, en general, corto.
Esa combinación permite otra ideación,
otro diseño poético del libro como conjunto. Se trata de lograr una arquitectura
equilibrada desde una diversidad que acompañe ciertas direcciones sémicas y las potencie. Es
un tema de ritmo de la estructura global.
Percibo en Umbría un sentido bíblico, pero también un reordenamiento del caos…
Es un libro complejo. Umbría es un universo y es
un país. Es el caos, pero también es el orden sin tiempo, es el aplastante peso de la autoridad, pero
también la diatriba, la crónica y la palabra
libre que abre el espacio y permite respirar. En ese sentido también es un libro
“bíblico” y, en cierta forma, psicoanalítico: la palabra libera.


¿Cómo suele ser tu día de trabajo? ¿Cuáles son los ambientes y las horas que prefieres
para escribir?
Diversos. Hemingway urdió la leyenda de que solía escribir de pie, descalzo, sobre
una piel de tigre cobrada en uno de sus safaris. Onetti escribía en la cama, sobre todo en los últimos tiempos, de costado, a pulso, con una letra que, si no era hermosa,
al menos resultaba efectiva, un vaso de alcohol a mano y gran cantidad de cigarrillos.
Hay textos como búhos: se imponen nocturnamente, cuando el universo está callado. Esos textos se alimentan de café y cigarrillos, se apoderan y se extienden en el territorio de la noche y, en ocasiones, no es fácil seguirles la pista. En otros casos hay
textos matinales. En ocasiones salto directamente del sueño a la computadora, a las
cinco o seis de la mañana. En general, los textos matutinos tienen más que ver con la
narrativa, y los nocturnos con la poesía, pero esta ley no es absoluta. Creo que por
las mañanas uno aprovecha los materiales frescos del sueño y ciertas sinapsis neuronales que aún están en activo y que conectan zonas muy diferentes del cerebro.
Por las noches uno trabaja con los restos del naufragio del día, o a veces con la materia prima de las pequeñas derrotas cotidianas, procurando transformarlas en victorias o, al menos, en hechos de otra índole, en universos de palabras que con su autonomía le contestan al mundo.
¿Se trata de largas sesiones de trabajo?
Cuando comienzo un relato lo mejor para mí es tener una inmensa extensión de
tiempo por delante. Saber que a la media hora debo interrumpir por algo concreto
muchas veces deja al protagonista colgado del pretil, y una sensación de molestia,
de angustia persistente, que no cesa hasta que el relato se retoma. Pero cuando se reinicia, no siempre se consigue de inmediato la intensidad, el tono justo. Es como zurcir dos partes procurando que la unión no se note. Y el pulso del que zurcido debe
estar en su punto justo, sin temblores. Debe hacerse un ejercicio de adecuación, de
repaso de lo ya escrito. A veces es tedioso y conviene empezar por otra parte, aprovechar el corte justamente como elemento expresivo, imponer un recurso que suele
mejorar el funcionamiento de la narración: analepsis, prolepsis, cambio de punto
de vista, etcétera. En el caso de un poema o conjunto de poemas la fenomenología de
la creación suele ser diferente. La poesía es tiempo en términos literales, pero tiempo
detenido, tiempo puro. Es un no transcurrir o un transcurrir puntual, instantáneo.
La materia poética es discreta. El relámpago se produce al margen del tiempo, dentro de la poesía, en una curva o sinuosidad de su voluta. La poesía se curva, produce
una interioridad que también es exterior, puesto que es expresiva, y de esta aparente
contradicción surge una topología extraña a los hábitos cotidianos de comunicación: la poesía expresa el afuera por el adentro, y viceversa, altera en cierta forma el
principio de causalidad reubicando porciones de la existencia exactamente en el sitio en que debían estar. No debe olvidarse que poesía y verdad deberían resultar sinónimas. La poesía es la forma inmaterial más contundente, más clara, pura y dura de
la verdad. La poesía, cuando es tal, se manifiesta como verdad concreta, como piedra
conceptual irrevocable, límpida. Es una condición espontánea de la materia textual,
una condición que no se infiere, sino que se abduce. Pero para lograr esa espontaneidad se trabaja mucho, se pule, se da vueltas y vueltas a ese guijarro o piedra de la
verdad hasta librarlo de impurezas, de cuerpos extraños. Es un trabajo cuya fatiga
otorga al protagonista orfebre un bienestar extraño y definitivo, pero cuyo costo en
impulso y energía es incalculable. El resultado del quehacer poético, la poesía, es un
salto cualitativo absoluto, inaugura otro nivel de realidad que puede habitarse, una
dimensión que parece estar en el lenguaje y está en el espacio de la realidad, es pura
existencia, existencia sin nada. En poesía la nada ha sido extirpada, extraída del interior de la existencia, de modo que la compacidad y expresión de su piedra componen una razón diferente y abierta.
¿Escribes todos los días?
Sí y no. Puedo pasar meses sin realizar el acto material de trazar palabras en un
papel o en una pantalla. Pero durante ese tiempo camino mucho. Parques, plazas,
la costa, que en la ciudad de Montevideo se llama Rambla, son propicios para las caminatas creativas, para la invención y la observación. El ritmo de las caminatas,
diversos estímulos, reflejos, haces de luz, a veces un rostro, una silueta, desatan el
impulso y dan la idea para un relato o un poema. En invierno, parte de la ciudad de
Montevideo está vacía, se ven algunos perros y algunos seres humanos encorvados,
parecen estar huyendo de algo. Hombres y perros se disputan el contenido hediondo de los botes de basura. En parques y plazas los adolescentes juegan al fútbol con
pelotas casi deshechas, en jirones, esferas que al volar parecen planetas harapientos,
lunas tiñosas de cuero y entrañas vivas de caucho. Bajo algunos árboles, al caer la tarde, se ven parejas haciendo el amor de pie. Un movimiento pendular y apurado, un
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
quejido, y lo que un instante antes parecía ser un animal doble y erguido, con dos
cabezas y cuatro pies entrelazados, se parte, se separa. La mujer se baja la falda y se
acomoda el pelo. El hombre se sube la bragueta del pantalón. Se alejan en direcciones contrarias. No se besan. No se saludan. No se despiden. Simplemente se apartan, como si el encuentro fuera del todo casual y les hubiera causado menos placer
que molestia. Se ven sombras sin cuerpos que las proyecten. Espíritus o brisas de aire enrarecido que silban y pasan. Seres que disputan, que riñen en la calle con ferocidad estética.
ROSA MARÍA BATEL
Luz
Luz manojo de sombras inflamado
delirio de la carne enferma
y de horas coaguladas
en el cáliz del apóstata
Has dicho que “el desafío de escribir una literatura en un milenio tan violento y tan
despiadado como el que se está presentando está precisamente en la renovación de la
tradición”. Según tu opinión, ¿cómo debería darse esa renovación?
Creo que la tradición se renueva, se rehace a cada momento. La tradición es el futuro en la medida en que cuando se compone una tradición, cuando se manifiesta
una veneración y una tradición, en realidad se está escribiendo un programa de creación, se está dibujando un mañana. La manera de renovar una tradición es combinar conocimiento pasado e imaginación presente para inventar el futuro con alegría.
¿Dónde la luz?
Su leve cuerpo anida
entre pisadas sordas
y entrañas vacías
Su fulgor cicatriza el hambre
anterior a la semilla
germen de la desmemoria
¿Sigues llevando contigo a todas partes esas libretitas donde apuntas todo, desde la
letra de una canción hasta un número de teléfono?
Por supuesto. Tengo decenas de esas minúsculas libretitas. Perdí algunas. Lamento en particular el extravío de una que tenía algunos datos y pensamientos recogidos a lo largo de un viaje realizado a la orilla del Mar Muerto, en varias páginas había borrones producidos por la sal… Esas libretas son oro para mí. La ventaja es que
pesan mucho menos que el oro, son portátiles y contienen palabras; algunas de esas
palabras siguen vivas después de muchos años… de ahí salen cuentos, poemas, crónicas, títulos para libros escritos o para libros que nunca se escribirán… En esas libretas hay retazos de amor y soledad, como en la vida y en algunas telenovelas de la
tarde.
Luz
mancillada por el tedio
la podredumbre
y las lenguas del temor
en las fauces abiertas de la tierra
¿Dónde la luz?
Su larga mano se tiende
por senderos de silencio
Su sonrisa se abre a la noche
que la extravía la sepulta con ofrendas
de sangre inmaculada

Entre su obra poética destaca Contrabando de auroras (), Tiro de gracia (), Orden de
cosas (Arca, ), Trobar clus (, Premio de Poesía del Ministerio de Cultura de
Uruguay), Cambio de estado (), Textura (México, , Premio Internacional de Poesía
Plural), Poetry is crime (Québec, ), una extensa antología, Instrucciones para leer ceniza
(Bogotá, ), Parva (Barcelona, ), Estado sólido (Visor, Madrid, ; este libro lo convierte en el primer uruguayo en obtener el Premio Internacional de Poesía Fundación
Loewe), Umbría (Caracas, ; Juan Gelman definió este libro como “el intento —afortunado y exacto— de mostrar el envés de la palabra, ese vacío lleno de rostros que tiemblan en
los claros silencios”), y el entonces inédito Música para sordos (Premio Internacional de
Poesía Jaime Sabines ). Por su obra narrativa, en  fue nominado al Premio Rómulo
Gallegos con Vida de perro (Alfaguara, ), y sus novelas Tajos (Lengua de Trapo, Madrid,
) y Caras extrañas (Lengua de Trapo, Madrid, ) han recibido notables elogios de la
crítica española y latinoamericana.

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Luz
estallido de ausencias
y venas mustias
en el corazón yacente
bajo el suelo fértil del olvido


Llama efímera
PEDRO GRANADOS
Soledad impura
Escondida en el silencio
la llama surge incendiando su nombre
[fragmentos]
fugaz
eterno

manifiesto
A mi abuelo Desiderio Agüero
lo asesinaron a golpes
en la provincia de Cangallo, Ayacucho, allá por .
Lo emboscaron en la propia recepción
de su cargo como sub-prefecto.
Medio centenar de puños
se ensañaron hasta la muerte contra él.
Los azuzadores fueron capturados
y purgaron veinticinco años de cárcel
por el homicidio. Se apellidaban Rodríguez.
Hacendados de poca monta
y de medio pelo, pero hacendados al fin.
Tú no esperas muerte distinta.
Morir de cara a taimados anfitriones.
Llegar donde a uno lo esperan.
Para morir. Para vivir quizá aún más
de esa manera.
Mi abuelo camina dentro mío
con pasos semejantes a aquéllos.
Y su pequeña hija no derramó lágrimas,
meditó más bien.
Y su viuda, Aurora Prado, veló hasta el crepúsculo
por nietos tan indefensos.
Que él no conoció. Salvo de oídas.
A través de las ondas de la laguna
o del rumor de las hojas de cedrón de su pueblo.
Árbol tutelar de los andes del Perú.
Y que su nieto limeño —el último de la prole—
conoce también, pero sólo de oídas
y por el delicado perfume de la infusión.
Ilusión de sí mismo
el fuego anida en la madera
intangible ardor
que consume siendo
sin ser apenas
Una quimera de colores
abrasa el instante transformado
materia inaprensible
cuerpo mutable
de la nada
El ramo de flores
El poeta contempló el jardín
No le cabía entre los brazos
Supo entonces que no podría nombrarlo todo
Cortó unas flores para hacer un ramo
Y dejó intacto el poema

alforja  |  



Y que te amo
con todo mi corazón.
Al que no da el sol.
Y que te espero
con sol o sin sol.
Como siempre.
Como de costumbre.
Contra el secreto
de la interpretación. Lloro.
Hace días. Hace tiempo
que llorar quería.
Tanto tiempo que no entiendo.
Tantas horas que constituyen
ahora mismo mis pasos.
Mi cara de perro asomándose
en cualquier esquina.
Mi hermano Eduardo falleció hace un mes.
Murió como pobre, pero sin deudas.
Murió como pobre, pero sin dudas.
Sus manos no tenían dudas.
Tampoco su voz. Ni su amor.
Mi hermana Elena pagó los gastos
del crematorio. Y Lucy, su viuda,
guarda por nosotros las cenizas.
En todo esto, yo no participé sino
poniéndole los ojos en blanco
a una morena. Chivilla y blanquísima de ojos
mi negra. Igualita a la muerte.


Vamos a ver.
Plantas.
Sol sobre las plantas.
No sobre mi hígado oscuro.
No sobre mi agitado corazón.
No sobre mi cabeza calva.
Sol. Sol. Sol.
Sobre el paisaje de afuera.
Pero no detrás de mis pestañas.
Insinúo que no he vivido.
Afirmo que emerjo,
que me agarro.

alforja  |  
El invierno nos pone la realidad
más cerca de los ojos.
Pura literatura es el invierno.
Vívida, por gris.
Palpable, por tan encapsulada.
Ante toda esta realidad
un culo bien redondo
es lo que más necesitamos.
Un huayruro del tamaño
de nuestra esperanza.
Por eso pienso en Elimane,
repaso su correo
de hace unas horas.
La repaso desnuda
contra las paredes color blanco humo
de nuestra habitación en Haití.
Bajándose el calzón, tan alegre, y subiéndose
con la mejor de sus sonrisas.

Confrontado ante la poesía
y ante mí mismo. Hondos
costados los del mar. Oscuros
sus sobresaltos.
Una herbívora gaviota lo sobrevuela,


me sobrevuela.
Confrontado con mis seres queridos,
con mis queridas amistades.
Haberlos traicionado a todos.
Menos en la desnuda lágrima.
Menos en el deseo incandescente.
Yo soy otro hombre ya.
Alguien que abre puertas
y se marcha. Algún otro que no busqué.
Que vino así y me fue tiñendo
desde los calcetines hasta el gorro.
Alguien que abre su puerta
y se va. Que ya se marcha para siempre.

Estamos frente a frente, pues.
Mejor dicho, uno
al lado del otro.
El recuerdo de lo vivido es inevitable.
El de nuestra vida juntos.
La soledad ha sucedido,
no es absoluta,
aunque en camino va.
Los años se han sucedido también.
Aunque en la mente —a medias sumergidos—
chapuceemos todavía en lo más agradable.
Ha sucedido el ganarme el sustento
a conciencia guardar pan para mayo
y fracasar. Pero esto en realidad no importa.
Uno al lado del otro.
Sin el delirio de antes. Así nomás,
como ahora. Copiando. Acusando recibo.
Y tú mirándome la plana. Mirándome
de plano y tal como soy.
Pero no te importa. Felizmente
esto a ti no te importa.

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CARLOS ESPINOSA DOMÍNGUEZ
Con olor a buena poesía
A
diferencia de otros autores contemporáneos suyos, como Reina María Rodríguez, Abilio Estévez, Efraín Rodríguez y Marilyn Bobes, quienes después
decidieron incursionar en la narrativa, Víctor Rodríguez Núñez (La Habana, ) mantiene desde hace casi tres décadas una inalterable fidelidad a la poesía.
Desde que publicó en  su primer libro, Cayama, ha venido cimentando una trayectoria literaria que, en palabras de José Pérez Olivares, es prueba de su “amor hacia
un oficio que está más allá de modas y tendencias literarias, y que emerge de cada
verso con su absoluta autenticidad”. A esa fidelidad, Rodríguez Núñez ha sumado
una constancia de la que dan buena cuenta los títulos que conforman su corpus
poético: Cayama (), Con raro olor a
mundo (Premio David, ), Noticiario
del solo (Premio Plural, ), Cuarto de desahogo (), Los poemas de nadie y otros
poemas (), El último a la feria (Premio Educa, ) y Oración inconclusa
(Premio Renacimiento, ). A él se debe además la compilación de las antologías Cuba: En su lugar la poesía (),
Usted es la culpable () y El pasado del
cielo. La nueva y novísima poesía cubana
(), así como un número considerable
de ensayos y artículos en los que confluyen el rigor crítico y la pasión del lector
devoto de nuestra poesía.
Esa regularidad con la cual comparece ante los lectores (la novela tiene público; la poesía, lectores, dijo alguien) se
confirma en estos últimos años con los
tres nuevos títulos que Rodríguez Núñez
ha dado de alta en su bibliografía: Con
raro olor a mundo. Primera antología,
- (Ediciones Unión, La Habana,


), Actas de medianoche / I (Accésit Premio Fray Luis de León, Junta de Castilla y
León, Valladolid, ) y Actas de medianoche / II (Premio Leonor , Diputación
Provincial de Soria, Soria, ).
El primero de esos libros posee, entre otros valores, el de ofrecer un resumen de
veinte años de actividad poética, de reunir lo que pudiéramos llamar el canon de la
obra de Rodríguez Núñez, recogido y establecido por él. Para conformar la autoantología seleccionó un centenar de textos de cinco de sus libros (no incluyó ninguno de Cayama ni de Cuarto de desahogo). Si consideramos que, en conjunto, éstos
suman quinientas páginas, podemos deducir que el autor ha sido especialmente severo consigo mismo y, como se muestra igualmente parco al presentar esos poemas,
nada sabemos del criterio que adoptó en esa criba. En cambio, aclara que más que
recopilar poemas escritos a lo largo de ese periodo, lo que reúne en Con raro olor a
mundo… son “reelaboraciones a fondo y en toda la línea”. Estas versiones, afirma,
“desautorizan a sus antecesoras, y deben ser tomadas —valga la paradoja— como
momentáneamente definitivas. Es decir, que continúan su libre tránsito por ese camino que ojalá no tenga fin”. Pese a que, como antes señalé, representa una parte muy
reducida de la producción poética de Rodríguez Núñez, Con raro olor a mundo…
permite leer y aquilatar su obra como un todo congruente. En ese aspecto, a través
de sus páginas se comprueba su unidad y su evolución, esto es, el discurso de la misma voz con las distintas inflexiones con las cuales se ha materializado esa unidad. Y
aquí el término es apropiado, pues a lo largo de esos cien textos su autor consigue
mantener una voz, un estilo, un rigor. Unos poemas sobresalen sobre otros —pienso que un antólogo exigente no desdeñaría piezas como “Trenes”, “Estaciones”, “Ceremonias”, “Hospitales”, “Conjuros”—, pero el sello de la buena poesía va impreso
en todos. El espectro temático que abarcan esos poemas es bastante amplio. Están,
por un lado, asuntos tradicionales como el amor, la muerte, la amistad, las inmersiones en los recuerdos de la infancia. Este último da lugar a luminosas reminiscencias
cargadas de nostalgia, de lo cual son buenos ejemplos piezas como “Complejo de
culpa”, “Paisajes”, “Distancias” y “¿Dónde?”, al cual pertenecen estos versos:
¿A dónde habrán ido mis juguetes
los de la cuerda rota por la lluvia?
¿Vivirán
en el fondo del mar como naufragios
en el fondo del cielo
cual luceros de vidrio
en el fondo del río como cangrejos verdes
en el fondo del fuego
cual ceniza de espanto?
¿O en el fondo de mí
como fantasmas?
Rodríguez Núñez incorpora además reflexiones sobre el destino del ser humano, y
en sus textos se trasluce una mirada insatisfecha y crítica respecto a los problemas
de nuestra época. Esa visión del mundo se canaliza sobre todo a partir de Los poemas de nadie y otros poemas, libro que, a mi juicio, marca un punto de inflexión en su
obra. Para entonces, el autor ha dejado atrás la etapa juvenil y el yo lírico de esos poemas ha cobrado la aguda percepción del hombre escindido y desgarrado, que posee
“la autoconciencia de quien quiere aprehender todos los estadios de su transcurrir
por el mundo” (son palabras de Juan Manuel Roca, tomadas de su prólogo a una
selección de la poesía de Rodríguez Núñez publicada en Colombia). En varios textos
de El último a la feria y Oración inconclusa aparece el motivo de la trashumancia,
con el cual la escritura de Rodríguez Núñez se abre a otros paisajes. Los ejemplos más
evidentes, aunque no los únicos, son textos como “Moscú-Hotel de tránsito”, “The
last tango in Managua”, “Nocturno de Madrid”, “Bogotano”, “Son nica” y “An oregonian poem”. Esa apertura lleva al sujeto lírico a desplegar una mirada atenta a los
marcos sociales. Así, en “Bogotano” se lee:
Arracimados
sobre el pasto tenaz
de este parque escogido
los gamines se sacuden el polvo
que Dios echó en su alma
y se bañan con sol
El de ruana molida
busca en la bolsa plástica
el aliento de la felicidad
Y el que tiene las costillas al aire
caza como un gorrión
migajitas de pan entre la hierba.

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
Mas sea uno u otro el asunto que trate, Rodríguez Núñez lo hace siempre sin renunciar al acento lírico y a la preocupación por ennoblecerlos y trascenderlos mediante la
reelaboración poética. Algunos de los que han escrito sobre su obra han destacado
esa capacidad suya. El argentino Jorge Boccanera señaló que, si bien sus textos recrean
una cotidianidad vuelta íntima y un entorno diario, corriente y maravilloso a la vez
y se expresan a través de una oralidad familiar, “esta poesía no pierde intensidad en
ningún momento al estar sostenida por imágenes de gran fuerza y belleza”. Otro ingrediente que aparece en varios de los poemas de Rodríguez Núñez es el humor, que
en ocasiones adopta la forma de una fina ironía (véase, por ejemplo, “Frente frío”).
Compendio de dos décadas de constancia y quehacer poéticos, Con raro olor a
mundo… constituye, en resumen, una puerta idónea para asomarse a la escritura de
Víctor Rodríguez Núñez. A lo largo de sus ciento sesenta y un páginas, la antología
mantiene el buen nivel estético que define a su autor y a una obra hecha con cimientos sólidos y perdurables. Pienso que conducirá a algunos lectores a buscar la integridad de sus libros, para así conocer su poesía con más detalles.
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Acerca de la génesis de Actas de medianoche, Rodríguez Núñez declaró en una entrevista que cuando se hallaba redactando su tesis doctoral, se vio en la necesidad de encontrar un modo de escapar de la rutina ensayística. Fue así como empezó a escribir
por las noches (“cuando únicamente se puede salir al balcón en Texas durante la mayor parte del año”) unos textos que no sabía bien lo que eran. Y comenta: “Aquello
no tenía fin y resultaba algo muy diferente a lo que había hecho con anterioridad.
Hasta entonces mi obra consistía en poemas cortos, que siempre visualizaba como
una estructura, que giraban en torno a un concepto y que seguían una estricta organización. Aquí dejé que mi conciencia fluyera, sin poner ninguna traba, salvo un ritmo, que es el mío, basado en versos de siete, once y catorce sílabas métricas”. Una vez
que concluyó sus estudios, volvió sobre aquellas anotaciones y comenzó a pasarlas
a la computadora. “Unas veces —cuenta Rodríguez Núñez—, de una página se salvaba un verso; otras, ocurría todo lo contrario: de un verso salía una página. Cuando
pude leer todo el material fui instintivamente haciendo pilas de hojas, que resultaron
siendo catorce. Entonces me di cuenta de que se trataba de un soneto. Cada uno de
los catorce capítulos consta de once sonetos, que son falsos porque no tienen rima.”Razones de orden práctico (“a los editores no les gustan los libros muy grandes”) llevaron al autor a dividir aquellos textos en dos bloques, Actas de medianoche / I y Actas
de medianoche / II, aunque sueña con que algún día se puedan publicar juntos.
Estamos ante una obra de unas ambiciones, un talante experimental y una extensión poco frecuente en nuestra poesía, en la que abundan más los libros meramente
acumulativos. Rodríguez Núñez parte de la noche como principio articulador de un
discurso, en el cual ese motivo se enlaza con otros en un texto del cual se derivan otras
lecturas. Pienso que, en ese sentido, es interesante comparar la connotación que su
autor da a la noche con la que le dan en sus textos otros autores cubanos. Luisa Pérez de Zambrana comienza así “La noche de los sepulcros”: “Ceñida de azucenas
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tembladoras / y vestida de perlas y rocío, / se sienta ya la entristecida tarde / de la noche en el pórtico sombrío.” En “Noche insular: jardines invisibles”, Lezama Lima hace
toda una celebración del día y de “la luz grata, / penetradora de los cuerpos bruñidos”, que “adivina los más lejanos rostros.”Llama a la luz para que dance y a los címbalos a que ahuyenten “a la noche en el pórtico sombrío”. Y Orlando González Esteva,
en uno de sus haikus, escribe: “Cerrar los ojos, / impedir que la noche / lo sea todo.”
Son, por supuesto, unos pocos ejemplos, y pudieran citarse otros en los que la
noche adquiere otros significados. El propio Rodríguez Núñez practica en algunos
de los poemas recogidos en su auto-antología esa polivalencia. Ejemplos ilustrativos
son, entre otros, “Aquí la noche espanta”, “Cada noche me inundo / un musgo azul
se prende de mi voz”, “Mi bien / en Selva Negra / se demora la noche / gota a gota”,
“Aquí la noche / su tranquilo misterio”, “Esta noche no me promete nada / su color
es jamás”, “La mañana anochece / si comienza en tus piernas”. Pero vuelvo a los versos de Pérez de Zambrana, Lezama Lima y González Esteva antes citados para contrastar el valor que en los mismos se da a la noche con el que Rodríguez Núñez le
asigna en Actas de medianoche. El primero de los dos libros se inicia de este modo:
Puerta que cierra y abre
para que tu sombra no pueda entrar
Y así seguir sumido en la luz
que todo lo embrutece.
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
Aquí, como se ve, se han invertido los valores de los pares dicotómicos día-noche, luzoscuridad. La sombra ahora se espiritualiza, cambia de color (“sombra blanca”),
posee luminosidad (“La sombra despojada / ¿por qué alumbra?”), es inderrotable
(“Nadie ha podido doblegar la sombra / ponerla de rodillas ante una sola luz”). En
sus libros anteriores, Rodríguez Núñez había logrado una escritura que, pese a estar
sostenida por imágenes sugestivas y de gran fuerza, conservaba siempre la capacidad
de comunicación con el lector. Es una poesía clara y cálida que no renuncia al misterio, capaz de expresarse con limpidez y con un lenguaje suavemente conversacional sin perder intensidad y aliento lírico. En Actas de medianoche, en cambio, su autor
opta por un discurso que plantea muchas dificultades de acceso, lo que lo convierte
en un discurso cerrado sobre sí mismo. Rodríguez Núñez ha declarado que fueron
necesidades de expresión las que lo llevaron a asumir los riesgos de una obra experimental como lo es Actas de medianoche. Es muy de elogiar que un creador que sobrepasó ya el medio siglo de vida no se duerma en los pasados logros y sepa tomar
riesgos. Pero llevar eso a niveles extremos de radicalidad puede conllevar para el lector retos demasiados arduos y complejos. Esas dificultades resultan más acentuadas
en Actas de medianoche / I.
En la segunda parte, en cambio, el sujeto poético se concentra más en sí mismo
e incorpora al texto una pulsión más íntima, sin que ello implique olvido del entorno social. Las coordenadas autobiográficas, ausentes en la primera parte, emergen
ahora insertadas en el tiempo y la historia. El calado introspectivo hace que el discurso se vuelva, en algunos versos, oblicuamente confesional: “Soy la gallina arisca
/ cenicienta de patio / a la que mi madre torció el pescuezo / aleteando en un rincón
de Cayama / ahora y para siempre.” Se pone además un énfasis más notorio en la
identificación con la noche (“Soy creación de la noche / desvelada materia / que se
afirma a sí misma”), y el yo lírico la asume como su patria libertaria: “La noche es
mi jornada laboral / No hay sirenas que denuncien el cierre / o anuncien la apertura / La noche es mi célula mi núcleo / Ya no hay orientaciones / nada cae del cielo /
nadie levanta el acta / La noche es mi estructura sindical // […] La sombra no me
pide pasaporte / carnet de identidad / No requiere visado / permiso de salida / Sólo
la noche es libre / en Miami en La Habana / La noche sin fronteras / sin irse ni quedarse / La noche sin censura / ni libertad de prensa / La noche democrática / que
quita el sueño al cuadro al disidente / Sólo la noche en sí / utópica y abierta en
cualquier parte.” Aunque expresa que no han faltado lectores que reconocen valores
a Actas de medianoche, Víctor Rodríguez Núñez declaró: “La complejidad del poema, que no fue premeditada, puede aislarme del lector que siempre busco. Pienso
que en próximas obras tendré que tratar de mantener un balance entre la densidad
y la comunicación.”
Sea cual sea el derrotero que siga en los poemarios por venir, quiero concluir
puntualizando que no estamos en modo alguno ante una obra fallida o un paso en
falso en la trayectoria de un poeta instalado definitivamente en su madurez. Por el
contrario, el hecho de que se haya arriesgado a ensayar otros caminos debe saludarse como una demostración de claro crecimiento.
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ
PRÓLOGO
a La arboleda perdida de Rafael Alberti
Cuando el cometa Halley
ese viejo maleante de los cielos
cruzó a navajazos el vientre de la noche
mi abuela
que aún no era la abuela
de nadie en este mundo
soñó tener su limpia cabellera
y puso en el mortero seis huevos de gorrión
que volvió
quién sabe cómo
polvo enamorado
para rehacer su rostro húmedo
a la triste manera de la luna
Pero en otro rincón de este planeta
que gira como un enjambre de avispas
cuando el cometa Halley
guardaba ensangrentada de noche su navaja
un niño gaditano con ojos de bahía
quiso peinar la rauda cabellera del cielo
con su tridente de marinero en tierra firme
Ha tenido que pasar
desesperado
el siglo
han cicatrizado las heridas de la noche
el niño no es el niño
sino un viejo
poeta del destierro que regresa
la abuela no es la abuela
sino una abeja
Nueva Jersey,  de mayo de .
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
Confirmaciones
que aguijonea el alma
a otro niño que peina en el recuerdo
la limpia cabellera
de una noche del mundo
El menor de mis hijos
que aún no sabe su nombre
ni caminar derecho
a medianoche
en la más alta fiebre
Conjuros
Mi madre recoge flores silvestres
entre los árboles de Selva Negra
El pico del tucán
las plumas de la lapa
el canto del chorlito
que no la embrujen
Y no se quede atrás en el sendero
ni se vaya a perder
entre tantos colores
El danto
la guardatinaja
el armadillo
que se aparten de ella
Y acabe de subir esta colina
desde donde hoy la miro
por primera vez
canta
Es doble este camino
La razón y la fe
Tengo fe en la razón
—en la razón impura
Comprendo las razones de la fe
—la fe de los herejes
Entre el hecho y la duda cruzan ambos caminos
Y al partir regresamos
Danza mi rosa ebria
desprevenida
sin vergüenza del sol
La olvido en el sendero
que comienza en tus manos
y sin más vueltas me lleva hasta mí
Esa vela que alumbra
los ojos de mi madre
La vela desnudísima
con su candela áspera
y su alma de cera
La vela que no duerme
deshilando las sombras
La vela que no cesa
de volver luz su miedo
y quieta se consume
Esa vela que sólo
con tu aliento se aviva
La vela que no logran
a pesar del insomnio
apagar estos versos

Las preguntas son tigres
que acechan junto al río
Las respuestas
ciervos inalcanzables
Mi mucha sed te ahogue
Y náufrago en el polvo
espera cualquier cosa
menos resignación
Para José Pérez Olivares
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
¿Arte poética?
ISAÍAS PEÑA
Saqué unos ojos miopes
una nariz bisiesta
unos labios que no puedo juntar
un pelo de camello
El País íntimo de
Hernán Vargascarreño
más un cuerpo de atleta retirado
También el mal genio de mi padre
el dolor en el lado de mi madre
el lunar sospechoso de mi abuela
el cólico nefrítico de todos
y hasta las fiebres constantes de mi hijo
E
Razones que me obligan
a tener mala opinión de la belleza
Para María Santucho y Víctor Casaus
Víctor Rodríguez Núñez. Poeta, periodista, crítico, traductor y profesor universitario cubano. Ha publicado los poemarios Cayama (Santiago de Cuba, ), Con raro olor a mundo
(Premio David, La Habana, ), Noticiario del solo (Premio Plural, México; La Habana,
), Cuarto de desahogo (La Habana, ), Los poemas de nadie y otros poemas (Medellín,
), El último a la feria (Premio Educa, San José de Costa Rica, ), Oración inconclusa
(Premio Renacimiento, Sevilla, ), Actas de medianoche / I (Accésit Premio Fray Luis de
León, Valladolid, ), y Actas de medianoche / II (Premio Leonor, Soria, ). Con raro
olor a mundo: Primera antología, - (La Habana, ) ofrece una muestra representativa así como una reescritura de su obra poética. Durante la década de  fue redactor y
jefe de redacción de la revista cultural El Caimán Barbudo, donde publicó numerosos trabajos sobre literatura y cine. Seleccionó las antologías de su generación Cuba: En su lugar la
poesía (México, ), Usted es la culpable (La Habana, ) y El pasado del cielo: La nueva
y novísima poesía cubana (Medellín, ). Es autor del ensayo Cien años de solidaridad.
Introducción a la obra periodística de Gabriel García Márquez (Premio UNEAC, La Habana,
), y compiló y prologó la obra del mismo autor, La soledad de América Latina: Escritos
sobre arte y literatura, - (La Habana, ). Entre sus traducciones de poesía destacan Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe (de Margaret Randall, Madrid,
), El silo. Una sinfonía pastoral y América o el resplandor (de John Kinsella, en colaboración con Katherine Hedeen, La Habana,  y ). Es profesor de literaturas hispánicas en el Kenyon College, Estados Unidos.
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l libro País íntimo, de Hernán Vargascarreño, compuesto de nueve partes,
entre las que se destacan “Trenes”, “Moradas”, “Infancia”, “Salvedades”, “País
íntimo” y “Viajeros”, ganó el Premio Nacional de Poesía Antonio Llanos, en
Cali, año ; el jurado estuvo integrado por Miguel Iriarte, Eugenia Sánchez Nieto y Ana Milena Puerta.
Desde cuando Vargascarreño creó el grupo Poetas al Exilio, a comienzos de la década de , en Santa Marta, he leído sus poemas, que hoy poseen un matiz inconfundible. El mestizaje de su poesía se enriquece con las raíces hispanoamericanas y
norteamericanas, combinación que, entre nosotros, se hace visible en poetas como
Jaime Manrique Ardila, para dar solo un ejemplo (no son muchos, tampoco). En su
corta y ambiciosa carrera, Vargascarreño ha cimentado esta tradición sobre todo en la
musicalidad de sus frases, que a veces versea y, en otras, conversa. En verso y en prosa, su poesía crece en cada página, sin solución de continuidad, como la corriente
de un ancho río que va al mar. Un permanente oleaje de aguas dulces se vuelven
salobres a medida que se aproximan al gran caos de la sepultura verde-azul. En ocasiones, también, esas olas se hunden en pequeños remolinos que pronto vuelven a
la superficie con temas graves (o grávidos, como diría el remoto José Eustasio Rivera), pero no por eso menos íntimos. Y es aquí donde descubro la magia de los poemas suyos. Porque una de las ventajas de Vargascarreño es su inmensa capacidad
para mezclar (se dice así en el argot de los mejores cócteles) el tono grave de sus temas,
que van desde la mirada al tren que jamás volverá hasta la insoportable naturaleza
del tiempo enfrentado a la mezquina eternidad, con la casi imperceptible cadencia
musical de sus frases poéticas, como si se tratara de un saxo contralto que toca temas graves con la lucidez de una música nocturna, a lo Charlie Parker.
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
El país íntimo de su libro no se remite, por supuesto, al país nacional. Si por dentro somos cada uno de nosotros un país, un paisano (que todos vienen de la misma
raíz), sus poemas nos hablan de ese territorio, de esa extensión, de ese sujeto que habita esa extensión terrenal y los mira desde el transcurrir del tiempo: el fondo del
camino siempre va a Vargascarreño preocupado por la infelicidad del hombre que
llegó sin tiempo a la estación desaparecida. Sus primeros poemas, pequeñas joyas
por donde transitan fantásticos trenes, están dedicados al cuento antológico de Juan
José Arreola,“El guardagujas”. Y de la “Estación del olvido” pasa a las “Moradas”, con
un epígrafe de su querida Emily Dickinson. El territorio íntimo comienza por la
casa, claro. “La casa que se resquebraja dentro de mí nadie la habita”, dice el poeta.
Y “Para hacerse a una casa” es necesario amistarse con las palabras: “el lenguaje /
siempre ha sido una especie de salvación”. Por eso la construye desde la poesía: “Podrás reconocer entonces que has erigido y / habitado la estancia que todo nos ofrece:
la Poesía.” Ante la orfandad, el poeta apela a la poesía como un recurso, no importa que sea tautológico. Sólo ella podría develarnos la intimidad de nuestros territorios amados, o padecidos, o rechazados.
De la “Infancia” quedan alegrías y el sinsabor de la traición del tiempo que se ha
aliado con la muerte. Ahora son los muertos quienes saben de las flores que nacen
en el césped. En “Salvedades” la poesía vuelve a la corriente de la idea. Son excelentes
sus poemas “Los raros” y “A la vida vine a vivir”. El saxo se vuelve barítono y deja la
melancolía para decir “Miren que la vida regala poco / y todo lo cobra generalmente
por adelantado. / Abran paso. No estorben. No jodan. / A la vida vine a vivir.”
La sección “País íntimo” comienza con una “Confesión”: “Me confieso culpable de
entender más a los animales que a las personas” y “de soñarme a veces Don Quijote,
Minotauro, Atila o la hetaira más hetaira de la gran decadencia griega”, en un poema
desenfrenado que avanza sobre la búsqueda de su propio territorio íntimo. Pero la
intimidad no corresponde en Vargascarreño a la vaguedad lírica, como podría llegar
a creerse. Al contrario, en poemas como “La hermana”, “El padre”, “Carta al hermano”,“Poema para mi amor que es un animal”, se rompen los arquetipos y avanza por
un territorio íntimo pero inefable, ácido para quienes la poesía no tiene la libertad de
adentrarse en todos los territorios del hombre. “¿Por qué el destino la obsequió con
toda su frialdad?”, dice de la hermana.“Conocí a mi padre a los diez años como quien
mira una fotografía de un pariente lejano que no conocimos ni sabemos amar”, dice
del padre. “Tal vez aún haya un camino. Escríbeme y dime cómo es el frente de tu
casa; dame aunque sea una señal para no equivocarme de puerta”, le dice al hermano. “Intenten con un silbido suave, un trino, / un gorjeo, un canto extraño, / algo noble que no tenga palabras / para que pueda entender”, le dice a su amor.
En ese país íntimo el poeta sospecha de todo: del tiempo y de la eternidad, del
hombre y su lenguaje, que sólo salva la poesía, de los territorios invadidos (mirar su
diatriba contra los diccionarios), de la racionalidad vivida, de los lazos que se rompieron, del tren embrujado. “Alguien que no es la muerte / nos engaña desde siempre”, dice al final. Tal vez el hombre, dirá el poeta.
HERNÁN VARGASCARREÑO
A la vida vine a vivir
A la vida vine a vivir.
Que no me falte la sagrada carne
ni el espíritu que la hace bella;
que tu mirada sea siempre
el espejo donde me pueda revelar;
que jamás jamás me abandonen los dioses de la poesía y
los avatares para llegar a ella;
que la noche no me niegue nunca sus alas
de vuelos alucinógenos y que el día
no me aplaste con sus esplendente verdad.
Que nunca me olvide agradecer lo recibido y
el ingenuo narciso que deje asomar de ninguna forma
sea malintencionado;
que el deleite del vino me secunde siempre
el fragor de la amistad;
que por el umbral de mi casa entren menos fantasmas
y más seres reales, pero con la condición de que
posean la belleza que ilumina la poesía;
que el universo aleje de mí —lo más remoto posible—
a mezquinos y fanáticos, maulas y malnacidos,
y que a cambio, no me falten
tus deseados labios que llevarme a la boca,
ni los árboles y sus cantos de pájaros,
ni el misterio de los gatos
o la hondura de la música y los atardeceres.
A la vida vine a vivir.
Pero no me lo hagan tan difícil,
que tengo pocas fuerzas
y estos tiempos son realmente precarios.
Abran paso. No estorben, no malquisten.
Déjenme alucinar con el horizonte de los sueños
Isaías Peña Gutiérrez. Decano de Educación de la Universidad Central, Colombia.

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
y no metan zancadilla sólo por envidia,
que soy yo quien debo gozar
mis propias alegrías y mis íntimas tristezas.
Miren que la vida regala poco
y todo lo cobra generalmente por adelantado.
Abran paso. No estorben. No jodan.
A la vida vine a vivir.
Confesión
Que no tengo personalidad ni quiero tenerla
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Me confieso culpable de entender más a los animales
que a las personas
de solazarme días enteros ociosamente mirando pasar
las nubes mientras el mundo trabaja y trabaja
de haber tenido serios deseos/ de matar a unos cuantos
de no ser rápido para tomar decisiones y
pasar como un tontazo cuando no entiendo lo que
hablan a mi alrededor, por ejemplo, la teoría literaria,
el índice dow jones, la ley de educación, etc
de no haber aprendido a pintar para evadirme con
el furor o la tristeza de los colores
de aburrirme soberanamente
de desconfiar de los alumnos que pretendan ser
más imbéciles que yo
de no haberme fugado de casa cuando chico y haber vuelto
unos cuantos años después convertido en
prestidigitador o en trapecista
de no abrazar ninguna religión más que la naturaleza y
su poesía viva
de llorar cuando al alma le venga en gana aunque
últimamente eso ya no esté de moda
de tener pocos amigos y muchos amores idos
de soñarme a veces Don Quijote Minotauro Atila o

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la hetaira más hetaira de la gran decadencia griega
de jamás ofrecer la otra mejilla/ sin antes sacar
el arma que siempre llevo conmigo
de haber declinado con el hachís /porque es tan
difícil conseguirlo
de no saberme bonachón ni estable ni dócil
de creer en el delirio en la insania en el caos
de no ser inteligente ni sagaz tanto como
despistado amnésico y abúlico
de haber sido feliz/ sólo hasta la adolescencia
de que los demás me confundan conmigo/ cuando en
realidad me he pasado la vida sin encontrarme
de haber abandonado mi familia y ser incapaz de
convivir con alguien
de hablar solo o con los perros o con la lluvia o
con los muertos
de detestar el trabajo con horarios tanto como
los pésames y las condecoraciones
del gusto por abandonarme en mi hamaca y repasar
inútilmente en ella la película de mi vida
de haber deseado muchas veces que un enorme enorme
meteorito se estrelle contra la tierra y ¡zas! todo
(y todos) quedemos convertidos en pavesas, en
polvillo del universo
de amar a Emily a Charles a Kavafi a Dalí
de haber preferido ser un gusano en el buen sentido y
apetito de la naturaleza
de haber llegado a los cuarenta y seguir vivo usurpando
el oxígeno que otro aprovecharía mejor
de no saber engañar a los demás
(que de mí me encargo yo)
de aullarle a la luna y querer ser una sombra nada más…
en fin,
que soy culpable culpable de sentirme
débil olvidado ajeno prestado
presa de dichas y desdichas, aquí, entre todos ustedes,
cuando aún (dicen) puedo dar la cara,
pues una vez me haya ido
ni del hedor mío podré sentirme culpable.
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
Tu viaje a la soledad de tu noche
CARMINA ESTRADA
Para merecer los caminos del mar el hombre ha de ser su propia nave guiado por el
pensamiento y la perplejidad de su lenguaje. Cualquier punto servirá como partida llevándose como equipaje a sí mismo, su carga delirante de recuerdos, su pasión
Nada está a salvo
[Entrevista con Mario M. Reyes]
apuntando a la deriva y su doliente Itaca fulgurando en la memoria.
Nada más acorde con los sueños que la aventura del infortunio; nada más certero
que la propia incertidumbre y su íntimo dolor enfrentándose a su rostro; despertarse una mañana en tierras lejanas y encontrarse en una mirada que nunca volveremos
a contemplar; descubrir que no es el atavío de la palabra poética lo que nos desconcierta sino su huella y su música profunda asestando nuestros sueños; avanzar
herido hacia un puerto imaginado buscando alivio y protección; en fin, saborear
la desazón de nuestro destino al cruzar el umbral de otras vidas desconocidas cuyas miserias nos están anhelando tanto como nuestras ilusiones.
Sólo hay que dejarse ir, desnudar ciertos temores, sentirse, como lo somos, dueños
de nada, y creer con vehemencia que el universo todo lo provee, desde la dicha del
amar y ser amado, hasta el faro de la muerte vislumbrándonos en su justo momento.
Para alucinar los caminos del mar sólo faltas tú como viajero. Aférrate a tu nave y
no permitas que su quilla estalle antes de tiempo. Arrea su última vela, así esta sea tu
propia alma. En una de las tantas rutas podremos cruzarnos; reconoce esta mano
hermana, que más que un adiós dibujado a la distancia, alentará tu viaje a la soledad de tu noche.
Hernán Vargascarreño. Zapatoca, Colombia, . Poeta, traductor y editor. Premio Nacional
de Poesía Antonio Llanos (Cali, ); segundo finalista Premio Nacional de Poesía Ciudad
de Bogotá (); Premio Nacional de Poesía Sin Banderas, Casa de Poesía Silva (). Es
editor de la revista de poesía Exilio. Libros: Plural (), País íntimo (), Almenas del tiempo (traducciones de Lee Masters, ) y ¿Quién mora en estas oscuridades? (traducciones de
E. Dickinson, ).

alforja  |  
C
onocí el trabajo de Mario M. Reyes* en
, cuando llegué a la Dirección de
Literatura de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) como editora de
la revista Punto de Partida y me topé con una abultado carpeta de textos e imágenes. Eran los resultados
del concurso  de la revista, y entre el material vi unos
grabados de Mario que, por aquel entonces todavía
firmaba con su primer apellido, Maldonado. Recuerdo que la serie de marras era “Pérdida de la
sustancia necesaria”, acreedora del premio de
viñeta en dicho concurso. Dos años más tarde,
cuando el jurado me entregó el trabajo ganador
del mismo premio en la edición  del certamen,
no me quedó duda que “Serie gráfica del corazón” era obra del mismo artista, estudiante en
ese entonces de la Escuela Nacional de Artes
Plásticas: la línea ya definida, la firme marca
de los surcos en el linóleo, la cicatriz en el papel de algodón, el tema. Desde entonces, mucha
tinta ha pasado por la prensa de Mario M.
Reyes, y sus grabados han ilustrado varios números de Punto de Partida —su casa—, y las
portadas de los libros de las ediciones del mismo nombre: Moscas, niñas y otros muertos,
* Por azar o no, el artista comparte nombre y vocación
con el maestro Mario Reyes, figura emblemática de la
gráfica de la segunda mitad del siglo XX, quien fundara,
en , el Taller Libre de Grabado.
 

Un orbe más ancho, Los pasos del visitante e Infiernos particulares ostentan, cada uno, al menos un grabado del artista plástico que ilustra estas páginas.
Las imágenes reproducidas en este número de alforja
son, a mi juicio, la mejor presentación del artista: el trazo
sobrio, justo, medido el alcance de cada corte de gubia; el
dominio de la técnica; el contraste en el estilo: a veces abigarrado, otras discreto. Aún así, redacté un cuestionario
sobre algunos puntos que consideré de interés para el
público lector. Dado que Mario vive y trabaja en la ciudad de Pachuca, le envié las preguntas por correo electrónico, y transcribo las respuestas precedidas no por las
interrogantes, sino por la enunciación de los temas tratados.
Hago esta aclaración porque lo que sigue no es propiamente
una entrevista —no hubo interlocución—, sino una serie de respuestas del artista a las inquietudes planteadas.
 
Pienso que no hay temas grandes ni pequeños; tal vez sólo existen momentos, circunstancias y coincidencias que llevan a un individuo a ocuparse de un asunto en particular. En la generación de un discurso visual, literario, musical o de cualquier otro tipo,
lo importante está más allá de la elección de un tema; creo que lo sustancial reside
en la manera de abordarlo. Para que un tema adquiera relevancia debe ser entendido
y mostrado como un punto de vista que evidencia la postura del autor acerca del
asunto que ha elegido y que revela incluso su posición frente al arte o el medio específico que le permite la expresión de sus ideas. En lo personal no tengo un tema
predilecto, aunque sí la tendencia a utilizar prolongadamente ciertos elementos iconográficos e insistir en el uso de algunos recursos técnicos. Debemos pensar también
que, en las artes visuales, los temas no necesariamente deben ubicarse fuera del contexto artístico o estar sujetos a la narración-descripción de cosas y hechos. Un tema podría ser, por ejemplo, la oposición visual entre espacio vacío y solidez de la materia.
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    :  
Yo soy dibujante. Hacer de este recurso parte importante de mi labor profesional se debe a que encuentro en él la inmediatez y espontaneidad que no tienen, por ejemplo, la pintura o la escultura.
A la primera le toca más una labor reflexiva y pensante, y la segunda demanda un espacio de trabajo adecuado, fortaleza física y gusto por el polvo y las virutas. Desde luego, éstas no son las razones
de peso que orientaron mi elección, sólo bromeo. De hecho, tomo
la pintura de manera esporádica aunque los resultados no siempre
son los que deseo. Con el grabado tengo un poco más de suerte y
en algún momento pienso que podría trabajar con las formas
escultóricas, pues desde hace tiempo he venido acumulando, por
medio de dibujos, algunos proyectos e intenciones para con el
volumen.
Utilizo al dibujo unas veces como medio y otras como fin; por
lo pronto, creo que es uno de los recursos que mayores aportaciones hace para generar mi trabajo. Pienso que el dibujo es la
extensión directa de mi sensibilidad y el medio que me permite
establecer vínculos de todo tipo con la realidad física de las cosas
(a veces creo que también con algunos aspectos de la realidad
interna que me constituye). Sus recursos formales son los más
elementales —el punto y la línea— y, a partir de su combinación y variedad es que debe articularse un repertorio personal de signos que harán posible la aparición de propuestas
gráficas. Aprender a dibujar es aprender a mirar, y mirar es labor indispensable del artista visual.

alforja  |  
En general, mi proceso de trabajo avanza penosamente lento; desde la aparición de
las ideas hasta su elaboración final suele pasar mucho tiempo, de ahí que resulte una
constante necesaria el uso reiterado del dibujo pues éste me exige la conclusión de las
formas en un solo momento y, a veces, cierra toda posibilidad de trabajo posterior.
Por eso la pintura, al permitir arrepentimientos, dudas y arreglos desde la reflexión
y la acumulación de las ideas y la materia no es el recurso que mejor se ajusta a mis
modos de trabajo que, en sí, implican procesos prolongados.
Sin embargo, no es ésa la motivación principal que me mantiene dibujando. Hace
tal vez tres años que ociosamente comencé a llenar libretas con dibujos. Las primeras
tienen un carácter más bien de estudios estructurales de objetos y personas; siguieron otras en donde el acento se inclina hacia la técnica y la presentación de algunos
temas. Los contenidos de las más recientes van desde el uso de instrucciones gráficas
y analogías formales entre diversos objetos, hasta las narraciones gráficas y el uso de
metáforas visuales para la presentación de algunos conceptos.
Pienso que esta labor es equiparable a la del coleccionista, pues se ha convertido
no sólo en un asunto recurrente y hasta en mi tema de trabajo, sino en una especie de
obsesión por acumular y clasificar especímenes para el propio deleite. La tarea consiste en tener siempre al alcance una libreta y un bolígrafo, dibujar permanentemente, mirar por las noches los resultados y votar junto con Dania por el mejor de ellos.
Creo que llenar libretas es lo más sensato que puedo hacer mientras permanezca
dando clases y espero también incentivar con ello a mis alumnos. Es necesario explorar profundamente en los alcances y límites que cualquier medio expresivo nos
ofrece —llámese dibujo o informática—. Por ello, la insistencia sobre algún recurso
no necesariamente implica angostar las posiciones o restringir los resultados; por el
contrario, pienso que el conocimiento amplio de un medio permite, en alguna medida, fundamentar propuestas visuales que ofrezcan a la mirada algún tipo de interés.
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
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Creo que más que condiciones estilísticas, lo que finalmente determina el carácter formal de mi trabajo, tiene que ver con los medios que empleo y con la función o el uso
que la imagen ha de cumplir.
Grabar una placa de linóleo, por ejemplo, conlleva siempre la tentación de hacer
alarde del oficio y de recursos compositivos; es una labor meditada que la mayoría
de las veces exige paciencia y moderación. Hacer un dibujo, en cambio, implica dejar que los accidentes controlados dicten el rumbo de las cosas. Por eso, el resultado
formal tiene como característica principal el gesto y la mancha, la inmediatez y la espontaneidad, como hace un momento mencionaba.
Cuando realizo un trabajo que será mostrado públicamente en una sala de exposiciones, soy yo quien establece los parámetros de “calidad”, los temas y las posiciones
frente a éstos; pero si se trata de ilustrar una revista como alforja —suceso afortunado que además agradezco—, la tarea requiere de un compromiso distinto. Se conjuntan, por ejemplo, situaciones que restringen el tiempo a periodos precisos para la
entrega del trabajo, los límites temáticos los proporciona el autor del texto o, simplemente, la labor en su conjunto se encuentra a disposición y juicio del editor, el diseñador y demás personal encargado de la óptima presentación de la publicación.
Deben existir otras condicionantes que hacen del proceso de trabajo una suerte
de enigma que impide conocer anticipadamente los resultados. Por lo pronto se me
ocurren esas dos. De cualquier manera, pienso que concibo mi trabajo desde una
perspectiva lo suficientemente amplia como para permitirme una mañana hacer el
retrato de mi abuelo con cada una de sus arrugas y detalles, y por la tarde llenar de
puntitos rojos una tira de papel de once metros que salga de la tierra. Es decir, a nivel conceptual, formal y técnico no existe en mi trabajo ningún tipo de prejuicio o
restricción.
Considero que el vínculo con la tradición de la gráfica popular mexicana en mi
caso se ha perdido, pues no observo ninguna de sus intenciones en mi trabajo; jamás
me consideraría heredero o sucesor de las ideas y objetivos —muchas veces extraartísticos— que estos grupos profesaban. Considero que en este momento las nuevas posibilidades tecnológicas que apoyan la generación de imágenes visuales han
tomado el centro de la discusión y, en parte, se están convirtiendo en el tema mismo de las producciones artísticas.
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Creo que no reconozco influencias específicas que tengan que ver con el arte. El mío pretendo que visiblemente
sea un modo de hacer derivado del
interés sobre las imágenes visuales.
En todo caso, me gustaría reconocer en mi trabajo la influencia de
la música y los ruidos de la calle,
el ambiente del transporte colectivo, los dibujos de las ruedas de un
auto sobre el pavimento…
Como productor de imágenes y persona interesada en las artes visuales, aspiro a tener cierta claridad sobre el fenómeno
de la creación artística y las implicaciones del mirar, antes que la intención de
hacer de mi labor una suerte de reiteración intencional de los autores de mi preferencia.
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Creo que en México quien se dedica a hacer grabado está obligado a conocer al menos medianamente los antecedentes históricos inmediatos que se generaron en el país
como propuestas visuales portadoras de una nueva voluntad de hacer arte. Desde luego, no basta con sólo conocer autores, motivos y finalidades, sino que también es
necesario establecer una posición personal frente a los hechos. El grabado mexicano
realizado durante la primera mitad del siglo XX parte de la renovación de los temas
y no de la renovación o reflexión sobre el recurso. Como medio es adecuado para la
tarea inmediata, la burla y el ataque, de ahí su relación y afán de servir a las causas
sociales de interés popular; siendo la reproducción serial la mayor ventaja que el
grabado ostenta frente a otros recursos. Esta característica es la que ha logrado trascender hasta nuestros días como un asunto de importancia, el hecho de generar imágenes que permiten la reproducción múltiple, permite pensar en la posibilidad de
eliminar deliberadamente la noción de obra única, original e irrepetible, al tiempo
que los circuitos de difusión para la obra se diversifican.

alforja  |  
     
Considero que, por más novedoso que resulte un medio, el propio proceso debe ser el que dicte los destinos de una obra. Por
otro lado, arte y tecnología siempre han estado relacionados. La
tecnología se asoma en una simple barrita de carbón aunque en
este momento ese objeto no despierte el mínimo interés.
Estar al tanto y permanecer abierto a las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías es una condición indispensable para el artista visual; sin embargo, también
creo que pretender hacer uso del recurso sin haber establecido una mínima posición crítica o reflexiva frente al hecho conlleva un riesgo. Probar siempre será interesante y es de mucha utilidad conocer nuevas herramientas, pero atención: se trata
sólo de los medios. Las finalidades de la obra son un planteamiento distinto y personal. Pienso que el artista debe hacer uso de lo que mejor convenga a sus intenciones
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
expresivas y finalidades pretendidas, lo importante empero, es desarrollar su potencial creativo, pues si nada tiene para decir, no habrá lápiz ni computador que lo salve.
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No es asunto sencillo establecer la relación entre literatura y plástica; sin embargo,
me atrevería a afirmar que entre las imágenes literarias y las imágenes visuales el
punto de encuentro es la capacidad que ambas tienen de originar intencionadamente asociaciones significativas. Es decir, ambas despiertan e involucran, desde sus medios específicos, la capacidad humana de juntar imágenes y apelan al entendimiento de quien lee o mira. A fin de cuentas, las palabras y las formas representativas o
simbólicas no son más que artificios en los que nos apoyamos para establecer un
vínculo con el entorno y con los otros, y nos ayudan a entender algunas de las cosas
que forman parte de eso que hemos convenido en llamar realidad.
Cuando la imagen visual se pone al servicio de las letras, en alguna medida el proceso de elaboración implicado se modifica, aunque no de manera sustancial. Cuando trabajo así, el origen de la imagen visual es la palabra, el primer papel que hago
posee un tenue carácter neutral: no es el de dibujante o grabador, sino el de lector
en un primer momento e intérprete activo después. Habiendo leído con la suficiente atención empezarán a sucederse las asociaciones imaginativas útiles para el trabajo con las formas. A partir de aquí el proceso envuelve la formalización de las ideas
en un medio específico hasta lograr un producto final estructurado y concluyente
que deberá mostrar desde un ángulo revelador la idea general que expresa la obra
literaria.
Creo, sin embargo, que es imposible trasladar una imagen literaria a una forma
visual pues se trata de dos medios singulares con caminos y límites propios, la distancia entre ellos no se libra con un salto. El dibujante que apoya con formas las palabras en un texto, puede aspirar a lo mucho a mostrar una pequeña parte de lo que
pudo imaginar repasando la lectura y en ninguno de los casos el resultado será lo
que quiso decir el autor literario. Palabras y formas representan de modos distintos;
sus motivaciones, aspiraciones y finalidades implican diversos niveles de complejidad para su uso y análisis.
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Al revisar de nuevo los grabados que Mario M. Reyes entregó para este número de alforja me asalta la intuición
de que en ellos nada está a salvo: los elementos se imbrican, se transmutan; la figura humana se cierra en sí
misma, cercada, asediada; elementos de por sí son inofensivos —peces, mariposas, ranas— dejan entrever una
amenaza velada. Un corazón puede ser un manojo de
cardos…

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CRÍTICA DE LA POESÍA Y DE LOS POETAS
JOSÉ MANUEL RECILLAS
Contra Gombrowicz
1 Sequitur, Madrid, .
Todas las citas corresponden, por supuesto, a esta
edición. Las cursivas, salvo indicación contraria,
son siempre mías.

L
a aparición del ensayo Contra los poetas,1 de Witold Gombrowicz, casi medio siglo después de su publicación en polaco y
francés, me deparó la emoción de hallar a alguien que tal vez
tenía algo importante que decir acerca del mal oficio que rodea al quehacer poético, particularmente entre nosotros. Pero una lectura detenida del mismo me provocó una terrible decepción. Gombrowicz no
tiene nada inteligente que decir en contra de los poetas. Más que convertirse en defensor del hombre, como pretende, se transforma en un
inquisidor que, con dedo flamígero, acusa y condena, y sólo le falta tomar la leña, el hacha o la soga para ser el verdugo también. Triste papel
el de Gombrowicz en este ensayo.
Desde que Platón excluyó a los poetas de su república ideal, uno
imaginaría que alguien después de él tendría algo más inteligente que
decir al respecto o, al menos, aportar pruebas concretas, tangibles, plausibles, para convencernos de sus argumentos. Pero no, Gombrowicz no
ofrece una sola prueba y, como todo buen inquisidor, elabora un complicado edificio de acusaciones que, lamentablemente, están sustentadas en absolutamente nada que no sean malabares, prestidigitaciones
intelectuales y en fuegos de artificios —así de fatuas y vanas me parecen sus argumentaciones—. Veamos su caso, o más bien, para usar un
término jurídico, su falta de caso.
El punto central de la acusación de Gombrowicz contra los poetas es
más temerario que el de Platón, pues él simplemente afirma que “nadie
alforja  |  
(o casi nadie), en verdad, ama los versos, que el universo de la poesía
en versos no es sino ficción y afectación”, que “las poesías no me producen ningún entusiasmo… es más, me aburren” (p. ) y que, en virtud de ello, “no soporto esa melopea, monótona y siempre sublime”.
Para excusarse de cualquier reproche ante tal afirmación —y hay que
decirlo, está en todo su derecho de decir que le aburre la poesía—,
Gombrowicz se parapeta en el argumento de que “ataco todas esas formas que dejan de ser para el hombre un cómodo abrigo y se convierten
en un rígido y pesado caparazón” (p. ).
Obsérvese el atinado recurso del inquisidor:“Nadie (o casi nadie), en
verdad, ama los versos”, un absoluto matizado, de forma que no haya
manera de reprocharle casos específicos que aparentemente pudiesen
refutar sus afirmaciones. Por eso el inquisidor se protege con ese “casi
nadie”. Ah, qué recurso tan ramplón para una acusación tan seria. Y es
que no tendría el mismo peso la acusación si sólo dijera que le aburren
los versos, como de hecho lo dice. Y resulta curioso que en otro momento, Gombrowicz afirme: “Me gusta la aritmética, me permite abordar no pocos problemas” (p. ). Lo curioso es que esto lo dice casi
quince años después para otro entramado teórico sustentado en malabarismos similares. En el caso de su diatriba contra los poetas y a pesar
de ese gusto por la aritmética —que seguramente le entretiene más
que la poesía—, no hay un solo ejemplo aritmético, un solo cálculo que
apoye sus argumentaciones. Sólo ese absolutismo de que “nadie, en verdad, ama los versos”.
En una respuesta posterior, Gombrowicz señala que sus detractores
“deberían haber evaluado, ante todo, objetiva y positivamente, en qué
medida mi afirmación de que ‘nadie, o casi nadie’ ama los poemas es
cierta”(p. ). Dado que parece que nadie lo ha hecho, ni siquiera el propio Gombrowicz, hagámoslo nosotros. Sólo como medida de contraste
y de control, vayamos al summum, es decir, al libro más vendido —en
este caso, a la saga de libros más vendidos. Me refiero, naturalmente, a
la saga de Harry Potter.
Según algunos, hasta  había vendido la nada despreciable cantidad de cuatrocientos millones de copias.2 That’s a lot! Comparemos
esta asombrosa cantidad con la población mundial, que en  era de
 mil  millones  mil.3 Esto significa que este libro, bueno… esta
saga de libros, la más vendida de la historia, sólo interesó a algo así como a un poco más del  por ciento de la población mundial. De modo
que estamos comprobando, empírica, objetiva y positivamente, que la
realidad le da la razón a Gombrowicz. Casi nadie gusta de la poesía.
Basta ver los tirajes de libros del género en México (no más de mil por
título) para sentir ese aire gélido como de muerte que debería colarse
hasta por debajo de las ventanas para aquellos que escribimos poesía.
Y no veo cómo un libro de poesía en ningún lugar del mundo pudiese
darle un aire de respiro a su autor.
                           
2 Jenny Booth y agencias
[noticiosas]. “J. K. Rowling publishes Harry
Potter spin-off”, en Times
UK, ° de noviembre
de . Cfr. [http://entertainment.timesonline.co.
uk/tol/arts_and_entertainment/books/article27843 97.ece].
3 http://es.wikipedia.org/
wiki/Poblaci%C3%B3n_
humana

Lo que sorprende, entonces, es el simplismo de la argumentación de
Gombrowicz. ¿Tenía que escribir un pequeño ensayo para decir solamente esto? ¡Qué triste papel el de este intelectual, quemando en infiernitos su pólvora! Pero bueno, no nos desviemos del asunto y revisemos
sus argumentaciones, que no se detienen en una simple cuestión aritmética —la cual, matemáticamente, le da la razón. Dice Gombrowicz:
“[…] no carezco de sensibilidad poética, ya que ésta no me falta, hasta
puedo decir que me sobra” (p. ) y, en apoyo de su dicho, afirma que
“como cualquier mortal me conmuevo cuando la Poesía aparece no como verso, sino mezclada con otros elementos más prosaicos —por
ejemplo, en los dramas de Shakespeare en la prosa de Dostoievski o
Pascal, o simplemente al contemplar una puesta de sol” (p. ).

alforja  |  
Analicemos por un instante esta poesía mezclada que le agrada. Lo
primero que podríamos pensar es que mencionar a Dostoievski o a
Shakespeare es, por sí mismo, un lugar común. ¿Dónde está esa poesía
con elementos prosaicos que tanto deleita a Gombrowicz en estos autores? No lo sabemos, pues no se molesta en dar siquiera un ejemplo.
Pero podemos afirmar que esa supuesta poesía seguramente le llegó a
Gombrowicz por medio de traducciones. ¿Alguien que no haya estudiado letras inglesas ha tratado de leer a Shakespeare en inglés? … Lo
mismo pienso yo. ¿Dostoievski? Es más probable que por cierta cercanía lingüística Gombrowicz lo hubiese leído. ¿Y Pascal? Seguramente sí.
Y sin embargo, inmediatamente después compara esa poesía con
elementos prosaicos como “una puesta de sol”. ¿Es posible hallar una
escena más estereotipada, más cliché (es decir, una imagen fija, codificada, fácilmente repetible) que ésta? No creo. Es, de hecho, una imagen que la burguesía prodiga y consume con indiferente alegría. Y ése
es el ejemplo de poesía prosaica que Gombrowicz quiere recetarnos.
Una imagen, además, que no es, ni con mucho, poesía por sí misma si
no es a través de constructos sociales, contra los cuales se supone Gombrowicz se opone. De modo que lo que a Gombrowicz le atrae es esta
suerte de destilado aguado que, en definitiva, no es poesía.
Y vean la trampa que nuevamente pone el inquisidor. Estamos hablando de poesía, de versos, y de repente, Gombrowicz, como émulo de
algún protestante citando la Biblia fuera de contexto, nos pregunta:
“¿Por qué me aburre tanto esa receta farmacéutica llamada ‘poesía pura’?” Ah, entonces no es toda la poesía, sino la poesía pura la que molesta a Gombrowicz. Ya cambió de tema. Si viviera hoy en día, diría que
sólo está enmarcando la discusión y que se mantiene firme en su rechazo. Pero véase la confusión que el autor ha generado ya en tan pequeño
espacio. Para sustentar su dicho de que los poemas le aburren hasta el
cansancio, sin presentar pruebas, ahora señala al culpable: la poesía
pura. Y de allí concluye que si a él le aburren esos versos, “esa melopea
monótona”, entonces a nadie le interesa la poesía. Y usa una fraseología muy particular: “nadie ama los versos”. Y tiene razón. No sé de nadie
que ame los versos —los enamorados los usan, pero no creo que ninguno los ame realmente—. Pero allí está una de las primeras trampas
lingüísticas del inquisidor, algo muy típico de ellos.
Y de repente, otra vuelta de tuerca para acosar al culpable a fin de
hacer imposible cualquier respuesta. Dice inmediatamente después:
“¡Cuántas cosas descubriríamos si intentáramos saber en qué medida
la persona que se postra ante Bach es en verdad capaz de sentir la música en general y la de Bach en particular!” (p. ) Y nos remilga un
ejemplo bastante barato, típico del inquisidor, en donde sólo faltan el
gallo negro y el cuenco con sangre derramada.
Yo lo confieso: a mí me gusta Bach, pero no me postraría ni me he
postrado ante él o ante su obra.
                           

4 La bruja. Un estudio de
las supersticiones en la
Edad Media, Akal, Barcelona, , p. .
5 Ibid., p. .
Si seguimos leyendo con cuidado y deshojando la margarita, veremos que ya podemos detectar el método gombrowicziano para ensartar
sus perlas: exageración tras exageración, rodeando sus absolutos mientras su malabares distraen para que no veamos de dónde saca realmente
el conejo. Aquí otra perla, antes de seguir. En su respuesta a la carta de
Milosz, como buen inquisidor, muestra ya sus garras y amenaza: “Por
primera vez en mi vida he descubierto el placer del escritor que, rebelándose contra la tiranía, se convierte en portavoz del pueblo… ¡Temblad, poetas, temblad! […] vuestro poder está llegando a su fin” (p. ).
No sé por qué, pero este improperio del polaco contra los poetas me
recuerda a los inquisidores. Y no hablo, como él, de abstracciones, sino
de casos concretos. “El juez actúa con absoluta seguridad; aquel que
tiene delante es culpable, y si se defiende, todavía peor.” No, no lo dijo
ningún poeta; lo dijo Jules Michelet en su opus magnum 4 al referirse a
la forma en que los inquisidores persiguieron a las llamadas brujas y
brujos durante toda la Edad Media. Y de hecho, nos pone un ejemplo
de esta justicia divina que, en nombre de un absoluto, persiguió inclementemente a miles de hombres, mujeres y niños en toda Europa:
Remy, el excelente juez de Lorena, que llegó a quemar a ochocientas brujas, explica triunfalmente el terror desencadenado: “Mi justicia es tan
buena, que dieciséis, que fueron detenidas el otro día, no esperaron el
juicio y se colgaron antes.”5
teléfono. ¿Cuántas personas habrán llamado para escuchar ese poema?
No importa, esa sola señora destruye la argumentación de Gombrowicz. ¿Entendería ella el fragmento de ese poema, alejado de su contexto? No importa. Le agradó lo que escuchó y marcaba sólo para
volverlo a escuchar.
¡Oh, Gombrowicz, pobre Gombrowicz! ¡Con qué facilidad se destruye tu artificio absolutista! Todo su ejemplo de la fragmentación
de textos para engañar a conocedores resulta irrelevante porque no demuestra nada. ¡Oh, Gombrowicz, con qué facilidad te engañaste! ¿Dónde están esos millares de los que habla Gombrowicz que admiran a los
versificadores? En una simple y anónima señora —o en varias, no lo sabremos nunca— que marcaba un número de teléfono para escuchar
un poema de un autor del que nada sabía. Y no dudo que en este mismo instante, alguien, al leer esto, decida, él también, de manera anónima, buscar un poema moderno que le agrade, elegir un fragmento,
una cuarteta, y cambiar el mensaje de su contestadora por un poema
por el simple regocijo de hacerlo. No para probar absolutamente nada,
sino para compartirlo con otros, anónimos, que tal vez por equivocación hablen a su número y descubran ese poema. Así ocurren los milagros y se derriban los absolutos intelectuales. ¡El rey va desnudo!
¿Exagero? Veamos lo que le merece la respuesta de Milosz a Gombrowicz: “Con estupor leí la confesión del poeta que, con serenidad y extraña libertad, acepta el cuchillo que apunta en su pecho, apoya aquello
que lo mata” (p. ). ¿Puede alguien en verdad pretender apoyar las opiniones de Gombrowicz, el inquisidor, sin sentirse él mismo asqueado?
Me gustaría verlo.
Sólo para demostrar que los versos pueden gustarle incluso a los no
legos en la materia, referiré una anécdota que un amigo alguna vez nos
refirió a varios. Según él, un día grabó en su contestadora automática
unos versos de un amigo poeta. Si alguien llamaba, escuchaba ese pasaje que él había seleccionado, leído y grabado. Un buen día llegó a su
casa, el teléfono sonó y él contestó. Del otro lado, una señora, desconcertada, le pidió que colgara, que no había marcado el teléfono para
hablar con él, sino que quería escuchar el poema. Este amigo, entre
divertido y sorprendido, colgó y dejó que la buena señora escuchara el
poema. Ella no sabía del prestigio del autor, ni quién era ni nada de lo
que a los lectores —escasísimos— de poesía les importa. Cómo haya
dado con el teléfono de este amigo es irrelevante; lo que sí lo es es el
hecho de que alguien ajeno al mundillo de la poesía, de los prestigios
—reales o ficticios—, de los premios y las becas, descubrió un poema
que podía oír cada vez que deseara con sólo marcar ese número de

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                           

6 Remito al lector interesado a [http://jmrecillas.
blogspot.com///
creacin-y-responsabilidadprimera.html#links] y
[http://jmrecillas.blogspot.
com/2006_02_01_archive.
html], donde encontrará
una exposición más amplia y concreta sobre esta
clase de asuntos.

Gombrowicz desarrolla después una retahíla de comparaciones históricas y literarias sin dar un solo ejemplo: que si la poesía pura es
como el azúcar pura, que si los poetas se multiplicaron a lo largo de
los siglos (p. ), para señalar más adelante, ya sin ocultar lo que en
realidad él es —o fue—: “De ahí que no debiéramos aceptar actitudes
(sean las que fueren) que reducen nuestras posibilidades casi a la nada
tapando nuestras bocas con mordazas —y ante actitud tan artificial
y tan pretenciosa, como la del ‘cantor’, deberíamos redoblar nuestra
intolerancia” (p. ). Por fin un ápice de honestidad, una confesión por parte del inquisidor, el rasgo que mejor caracteriza
a éstos: la intolerancia.
Viene luego una serie de argumentaciones con las que no puedo menos que estar de acuerdo
(pp. -). ¿La razón? En todo este pasaje Gombrowicz se aleja de su
tono inquisitivo y aterriza sus ideas
en asuntos concretos: la relación del
artista con el mundo de los hombres. Pero inmediatamente después
vuelven las generalizaciones. De
nuevo situaciones ridículas, más
que hipotéticas, “imaginemos la
siguiente escena…” (p. ) ¡Pero
qué estulticia! Podemos imaginar lo que se nos dé la gana para
apuntalar la idiotez que nos venga en gana. ¿Por qué no pone un
ejemplo concreto, histórica y
metodológicamente comprobable? Porque es más fácil construir
un edificio de ficción sin relación
con la realidad, que dar ejemplos concretos que, por lo demás, nunca faltan.6 Porque en el fondo la sola propuesta del autor es una
absoluta estulticia de principio a fin.
Las perlas siguen una tras otra, pero el colmo de la estulticia llega
cuando Gombrowicz señala lo siguiente (me ahorro la pena de citar
otros ejemplos y disertaciones previas): “¿Acaso creen que si no fuera
porque en el colegio nos obligaron a entusiasmarnos por el Arte, de mayores se entusiasmarían espontáneamente? ¿Que si la organización cultural no nos impusiera el arte, nos someteríamos voluntariamente a él?”
(p. ) Cualquier fiscal o abogado defensor en cualquier juzgado del
mundo diría que la pregunta lleva su propia respuesta. ¿Cómo pregunta
alforja  |  
Gombrowicz una estupidez de este tamaño? Me da más vergüenza a mí
citarla que la que le debería haber dado a él en su momento. Todo lo que
rodea al hombre, incluyendo el arte, es un constructo social. Lo que nos
parece natural, espontáneo, es el fruto de esas elaboraciones culturales
y sociales que determinan lo que somos y lo que no somos. Comer y beber, algo tan natural. Todos bebemos algo durante la comida. Y usamos
cubiertos y una serie de adminículos: platos, vasos, copas, servilletas,
manteles. Incluso, el hecho de acompañar la comida de bebidas, todo es
un constructo social. Los animales comen primero y sólo beben después, si tienen sed. El hombre —al menos el hombre occidental— bebe
mientras come, acompaña sus alimentos de bebidas, que, strictu sensu, no son necesarias. Todo, absolutamente todo lo que nos rodea y nos
hace hombres, seres humanos, es el fruto de diversos constructos sociales que, de tan consuetudinarios, nos parecen naturales.7 Y todos esos
constructos, por laxos o naturales que nos parezcan, nos son y nos han
sido impuestos. La ropa, el calzado, los horarios, incluso el dormir de
noche y trabajar de día. Todo es una larga imposición.
Y a la estupidez señalada, Gombrowicz agrega otra de similar catadura: “Se trata, por tanto, de un error o de una lamentable ingenuidad
pretender de la poesía, o de cualquier arte, que sea, tan sólo, un motivo de gozo para los seres humanos. Sólo así, pueden justificarse todo
el ridículo y todo el absurdo que imperan en el mundito de los poetas:
sí, les resulta normal que el arte (y la admiración que provoca) sea fruto del espíritu colectivo antes que de una espontánea reacción individual”
(p. ). Es increíble la soberbia de Gombrowicz. ¿Quién, que no sea él
mismo en este panfleto, ha dicho semejante estupidez? Ni siquiera se
molesta en inventar un nombre ficticio que pudiera darle cierta
verosimilitud a sus barbaridades. Simplemente, de un plumazo, decide que todos los poetas piensan algo así. ¿Cuál es su fuente? ¿De dónde
saca semejante idea? Imposible saberlo.
Toda la diatriba de Gombrowicz contra la poesía y los poetas se desgasta, como hemos visto, en afirmaciones gratuitas, en exageraciones,
en absolutos que apoyan su aburrimiento universal, su extrema sensibilidad ante algo que no es poesía ni tiene nada que ver con ésta (una
puesta de sol). Y lo más divertido es que en realidad no se trata de una
diatriba sino, de hecho, de un mero berrinche. ¿Por qué Gombrowicz
no usa la aritmética, que según él le ayuda a resolver muchos problemas, para sustentar su enojo frente a los poetas? Porque si lo hiciera no
podría elaborar esta complicada coreografía de arbitrariedades y estupideces. Decir que a nadie le importa la poesía basado sólo en datos estadísticos es algo que, como ya vimos, se demuestra en un santiamén.
Justificar nuestra oposición hacia los poetas es otra cosa. Y eso, infortunadamente, no logra demostrarlo Gombrowicz. ¡Cómo me hubiera
gustado leer una argumentación inteligente y sustentada en vez de este
triste espectáculo de soberbia e ignorancia!
                           
7 Véase Norbert Elias, La
sociedad cortesana, Fondo
de Cultura Económica,
México, .

RESEÑAS
El poeta sabio
Álvaro Ojeda
T
oda composición poética es un ejercicio
de control. Se controlan emociones y
palabras. La obra en apariencia más desmesurada esconde un pulso firme, cierta proporcionalidad oculta y una búsqueda apasionada de la concisión. Si el poeta opta por una
forma poética estricta, la esclavitud elegida
liberará al lector, como ocurre con este libro.
Nacido en Montevideo en  y radicado
en Brasil desde , Alfredo Fressia había reunido su poesía en el cultísimo poemario Eclipse,
de , mostrando un discurso poderoso y
elocuente. Su nuevo poemario, Senryu o El
árbol de las sílabas, abunda en una brevedad
tomada de la literatura oriental, retocada con
pizcas del estuario montevideano y con cierta
tristeza del exiliado, de cuño latino.
Fressia detalla en el prólogo: “Este libro
está formado por cien poemas breves de tres
versos cada uno. Son piezas de exactas diecisiete sílabas poéticas y en el mismo orden de
los haikus: un primer verso de cinco sílabas,
el siguiente de siete y el remate de cinco sílabas otra vez. Ya se sabe, el haiku es la flor rara
del árbol y, si canta, es la rara avis. ¿Encontrar
un haiku en el árbol de las sílabas se aproximará al hallazgo de la perla en la ostra?” La
pregunta no es retórica porque consagra a la
poesía como hallazgo y como tarea del tiempo, como perla de la espera que asoma en
ciertos sonidos y en su medida exacta.
No obstante la igualdad formal con el

alforja  |  
haiku, el senryu se permite y permite otras
libertades. No necesita remitir obligatoriamente a la naturaleza o a cierta estación del
año, puede ser reflexivo desde la intimidad
más o menos velada del poeta, o humorístico, o discretamente elegiaco. El senryu habla
desde una brevedad engañosa y contradictoria, la contradicción del decir completo pero
reticente. Su pequeña historia fluye hacia los
ojos del lector como un río que él mismo reconocerá porque lo ha recorrido largamente.
El poeta sólo lo dibuja por medio de diecisiete sonidos sin otra pretensión que desafiarse a sí mismo señalando una ocasión, una
silueta, una pincelada.
En los textos pueden encontrarse algunas
obsesiones temáticas del poeta. Una de ellas
es la reflexión filosófica a partir de un casi
inocente juego de palabras: “Un buey contiene / en sí a todos los bueyes. / ¿Qué hay en
un hombre?” Otras veces la paradoja radica
en una descripción sencilla y lineal que sorprende al lector como una cuchillada: “Es un
caballo / —es todos los caballos— / y no relincha.” En algunos senryu el poeta recurre a
viejos tópicos de la poesía para señalar, con
la ausencia del contrincante, el martirio de la
soledad: “Juego al ajedrez / largas noches de
invierno. / No sé con quién.” El lector podrá
colocar en esa ausencia el espectro que desee.
A veces el poeta no deja lugar a suposición
alguna: “Ése es mi hijo / ¿lo ves? Nunca
nació. / Espera en vano.”
Otra serie de senryu podrían referirse a un
tema recurrente en la poesía de Fressia: el
exilio. En concreto, esa suerte de ingravidez
que inhabilita y enmudece pero que no asegura separación final de la patria; un eterno
parto que obliga a retornar a un útero amargo
y amado. Esta trilogía describe un futuro incierto: “Hasta mi casa / desde Montevideo /
será una vida.” Enuncia un presente inevitable: “Hasta mi casa / desde Montevideo / hay
un océano.” Proyecta un viaje ominoso: “Hasta
mi casa / desde Montevideo / dura la muerte.”

Luminosos y sorpresivos, como peces que
saltan desde el mar y brillan un instante al
sol, algunos haikus muestran la maestría del
poeta en esa consolidación del momento fugaz. Esa especie de pre fotografía que la literatura japonesa enseñó al mundo: “Árbol o
espectro, / te embalsamó el otoño / de oro,
aserrín.” En otros senryu, la alegoría de la
ostra y su secreto aluden a un arte poética
esbozada: “Tiempo de perlas. / La eternidad
del mar / pesa en la ostra.”
No obstante, hay lugar para el humor en
esta brevedad. Como otro Onetti intemporal
escribe Fressia: “Más de cien víctimas / componen la hecatombe. / Treinta y tres gauchos.”
 
Senryu o El árbol de las sílabas
Linardi y Risso, Uruguay, ,  pp.

RESEÑAS
Libelo de varia necrología,
de Balam Rodrigo
Víctor García Vázquez
L
eer el libro de un poeta joven es un acto
que, en sí mismo, representa un riesgo;
el lector, aun cuando se acerque con buenas
intenciones, puede quedar decepcionado
para toda su vida y quizá nunca vuelva a
intentarlo, a menos que se sienta obligado,
pues además del fenómeno que algunos han
dado en llamar la “talleritis”, la euforia por
los premios, estímulos a la creación y otros
fenómenos afines de la mercadotecnia han
generado un voluminoso acervo prescindible
que nos aleja de la auténtica poesía. Por otra
parte, el hallazgo de un poeta joven puede ser
un acto de revelación, un ejercicio que nos
confirma que la poesía en México vive una
de sus mejores etapas y que lo mejor está a
punto de venir. Quizá esta producción masiva, desmedida, esta explosión demográfica de
poetas que acualmente existe, constituya el
humus de donde brotarán nuestros poetas
más fértiles y logrados. Parafraseando a
Efraín Huerta, creo que, a fuerza de haber
tantos poetas, dejará de haber tantos poetas a
fuerzas.
Mientras tanto, me parece estrictamente
necesario que, antes de emitir un juicio sobre
la poesía reciente, primero hay que tener la
humildad de leerla, porque también en las
letras se han instalado los vicios de la prensa
del corazón y los espectáculos; de ahí que
actualmente se acostumbre juzgar por la
amistad, las apariencias, las relaciones

sociales, los currículos inflados, la simpatía
de grupos, escuelas o generaciones, la pertenencia a una misma nómina, la adicción a las
mismas sustancias, etc., y no propiamente
por la obra literaria. Muchos críticos y
creadores actuales pierden de vista que la
poesía está más allá de los programas gubernamentales, más allá de los planes burocráticos y la necesidad de los empresarios por
alforja  |  
hacer actos demagógicos. Aunque lo parezca,
la poesía no es asunto de Solidaridad, Progresa u Oportunidades. Tampoco el poeta
debe necesariamente caer en estos juegos del
mecenazgo institucional sólo por la necesidad de la supervivencia. Hay muchas formas
de dignificar nuestra cultura. En una época
en que hemos sido despojados de todo —de
la esperanza, el respeto, la tolerancia, la
diversidad, la libertad de culto y hasta de la
libertad de amar— sería bueno que nos
atrincheráramos para defender lo poco que
nos queda; entre eso poco está la libertad de
crear y de creer. Esta es una labor que le
compete a los jóvenes; a los adultos les tocó
un régimen laboral diferente y muchos de
ellos están muy cómodos en su lugar. De ahí
no se mueven por miedo a que se los quiten.
Algunos recibiendo becas por sus valiosísimos aportes al arte y la cultura; otros
sirviendo de jurados con una dudosa moral
y algunos más adoctrinando a las nuevas
generaciones sólo para que se encarguen de
preservar su obra en la memoria; no digo de
los lectores, sino en las memorias de los congresos y demás eventos donde se hable de literatura. Insisto, compete a los jóvenes
creadores dignificar la literatura: escribiendo
obras de calidad, poniendo todo su talento y
su capacidad crítica en cada uno de los poemas, haciendo recaer el valor de un libro en
su contenido y no en las solapas.
Debo expresar mi beneplácito por estar
frente a un poeta muy digno y dignificante.
Si hablo bien o mal de él, no se deberá a la
amistad, pues apenas lo conozco, sino estrictamente a algunos de sus poemas que he leído en revistas, antologías y, principalmente,
en su libro Libelo de varia necrología.
Tampoco se debe a que sienta una afinidad
espontánea porque ambos pertenezcamos al
mismo estado, y peor aún, a una misma
región, la del Soconusco; pues me parece que
la geografía es un mero accidente y nunca
debe ser criterio para favorecer o vilipendiar

a nadie. El fenómeno del “paisanismo” es
una fijación provinciana que mucho daño le
hace a nuestra cultura. El sentido de pertenencia es un asunto que, a mi parecer, no se
establece a partir de límites territoriales,
climáticos o dialectales, sino a la decidida
voluntad de identificarse con ciertos códigos.
Y es entonces cuando puedo decir, a riesgo
de contradecirme, que como lector me identifico con algunos poemas de Balam y, mejor
aún, me reconozco humano y chiapaneco en
algunos de sus poemas. Como en “Apátrida
página”, que me tomaré la libertad de citar:
“Amanezco zopilote de la brevedad. Oboe
apenas / si cansado no del aire, ni de vida
crepitando en mí / sus burlas ni sus veras
voces. // Agotado estoy del humo, de las
horas asfálticas / de urbe, ubre de concretos
donde lactan los casi muertos, / los selectos
de la histeria y la ansiedad. // Hay veces que
vuélvome pájaro y migro por el canto, / fluyo
por caminos de canción y melodiosa bulla. //
Soy mirlo en rotación de soles, marimbo en
desbandada. // Entretanto me desueñan claxones y pitos, / gritos chirrioneros acuitando
a mí y a nos, lector; / (muy a pesar que musiquita del yo-mirlo hermosa es / o hermosa
cantiga ésa, la que escuchas). // Haz un hueco en el silencio, lector: Agazapado en tus
oídos / encontrarás un pájaro que primavera
estos instantes, / dédalo que destila su himno
agridulzón / y casi grito limonero de su olor
en cítrico gemido. // Después de salivar la
limonez de tu silencio, lector, / tira al pájaro
el guijarro, calla la siringe mía / que descifra
el vuelo que habré de pajarar / hasta la ciudad que vive y muere / en el punto éste de tu
página.”
El poema expresa ese dolor del desarraigo
que todos hemos sentido alguna vez, esa
desazón que causa la ciudad porque uno
añora su monte, su selva y extraña su animalidad. Como fiera en zoológico, el hombre
montaraz se va volviendo triste en la ciudad
contaminada; y aunque ya no pueda rugir

o bramar, le quedan fuerzas para escribir
poemas nostálgicos como éste. Pero Balam
no es un poeta que constantemente hable
sobre su condición geofísica; al contrario,
parece que su búsqueda dista mucho de
sus coterráneos.
Libelo de varia necrología, libro ganador
del Primer Concurso de Poesía Ciudad de
México , es una obra que desde el título
mismo advierte su desavenencia con los
clichés contemporáneos. Su autor, de formación ecléctica —es biólogo con estudios en
teología—, es dueño de una cultura extraña
y poco frecuente entre los hacedores de poemas. Lo común, como sabemos, es que los
poetas actuales sean egresados de las carreras
de letras o alguna otra del ámbito de las
humanidades. Balam es biólogo, teólogo y
poeta, pero por fortuna no se le notan los
diplomas.
Tres secciones conforman este libelo: “de
Madame la Loca y sus noches gáticas”, “en de
la Lengua Del Cardo ya más muerto”, y “de
los Ebrios Cazadores de Luz”. Desde los mismos títulos se advierte ya la valiente apuesta
por un lenguaje que transgrede la sintaxis y la
semántica tradicional.
En el primer cuaderno —“de Madame la
Loca y sus noches gáticas”—, Balam recorre
los caminos ya andados por otros poetas latinoamericanos, entre otros, César Vallejo,
Otto-Raúl González y, según su propio dicto,
el brasileño João Guimarães Rosa. Cada uno
de estos poetas, desde su lengua, se aventuró
a incluir neologismos en su poesía. En el caso
del brasileño, el neologismo no es sólo un
elemento ornamental, sino parte esencial de
su poética. Consciente de su labor creativa, el
poeta adopta una actitud crítica respecto al
lenguaje: escribir es inventar; la creación de
nuevos mundos posibles lleva consigo el descubrimiento de una nueva lengua. Nuestro
poeta se embarca en esta tradición y sigue
más o menos los mismos recursos que sus
antecesores.

El español tiene más de ochenta mil vocablos básicos y, en total, posee más de cuatrocientas mil palabras. Sin embargo, el poeta
no siempre encuentra el término más adecuado para expresar la idea; de ahí la necesidad de los neologismos. El mecanismo que
Balam sigue para la creación de las palabras
nuevas se apega a los lineamientos que la
misma lengua señala desde su origen: la
composición, la derivación y la parasíntesis.
En el primer caso encontramos varios términos compuestos por yuxtaposición.
Frecuentemente se yuxtaponen dos sustantivos: gatoperlas y gatopacio; o un sustantivo
más un adjetivo: gatávico y mínina; o bien,
dos adjetivos: azulejana. También hay composición por prefijación, como en antigato.
La derivación la encontramos en palabras
como palimpsestía, gatedad, gaturnal y gatido,
mientras que la parasíntesis aparece en el
neologismo maulluvie, que personalmente es
el que prefiero.
Sin embargo, el elemento principal de este
cuaderno no son los neologismos, a pesar de
que puedan atraer o distraer nuestra atención, sino su aspecto superestructural. El
poema entreteje dos discursos poéticos claramente identificables por las marcas tipográficas. Por una parte, se percibe una voz construida con versos de arte mayor, cuyo recurso
principal es el tono descriptivo y que frecuentemente elude el Yo poetizante. Este sujeto
poemático contempla la ciudad, la describe,
la sufre en su condición de felino e involucra
al lector para que padezca la sordidez y amargura de los espacios citadinos. Cito un fragmento de esta parte: “Porque no hay sino la
sola ciudad y el ácido zarpazo de sus calles,
sino el solo pentagrama de sus cables que
estrangulan sueños y zapatos desahuciados.”
Residente del interior poético de la ciudad
es el personaje Madame la Loca, quien se hace
escuchar en el poema mediante una voz resaltada por las cursivas. Este personaje puede
ser la voz misma de la ciudad, pero se instala
alforja  |  
en la mirada del felino. Su voz se apoya unas
veces en recursos narrativos, otras parece construir un discurso que tiende más a lo doxal o
gnómico, pero casi siempre está permeado
por el sarcasmo, el humor negro y la conciencia de la muerte. Una voz que acicala su
misterio en cada uno de los versos.
Según observo, el poema pone en escena a
dos voces poéticas pero que en esencia
quieren ser una sola; mantienen un diálogo
que a lo largo del poema se convierte en
monólogo interior directo. Podemos decir
que el espacio poemático está configurado
por una voz y una perspectiva; la voz, como
lo mencioné anteriormente, depende de un
sujeto lírico que elude el Yo poetizante; la
perspectiva, en cambio, está instalada en la
mirada felina; esta mirada trata de engatusarnos, hacernos creer que la lengua es inmortal, como se dice de los gatos: “Gatear ha
si la víspera de su reposo final anocheciere.
Gatear ha si en los crepúsculos rotos se yergue sobre los tejados del insomnio a maullar
lunas, allí donde ágata es la noche y los zurdos gatos se ponen a lamer el corazón de la
ciudad y sus bemoles: / Gatávico el lenguaje,
gatísima la letra y la aprehendida palabra, y
gáticas las noches del idioma porque inmortal es la ciudad en su más honda felinura […]”.
Porque en su propio nombre lleva su
condición de felino, a este poeta no le es ajena la costumbre de los gatos. Lo interesante
de este poema es que el autor logra mantener
la tensión lingüística y la intensidad emotiva;
además desarrolla una historia que nunca
pierde el hilo conductor. Producto de su
poética neologista, Balam logra con este texto una neotonalidad, una música extraña y
sugestiva; aún consciente de que las palabras
son todo en la poesía, el poeta no pierde de
vista la sintaxis, la cadencia y el ritmo. Para
ello recurre al polisíndeton, un recurso que
permite mantener la armonía y el suspenso.
Así como recurre a los neologismos, el poeta
acostumbra también incorporar palabras en

desuso, formas anacrónicas que funcionan
como oxímoron semánticos de las formas
inventadas. Aquí habrá que recordar que en
la región de donde procede el autor se
mantienen vocablos del español antiguo, y
que los campesinos de la costa chiapaneca
utilizan muchas palabras que ya sólo el Quijote usa. De ahí que podamos decir que sus
recursos no son meramente librescos, sino
que, a menudo, los toma de su habla popular.
La combinación de los términos antiguos
con los nuevos crea una música ronroneante,
un lenguaje gatuno que crea un intrigante
equilibrio entre la forma de la expresión y la
forma del contenido.
Debo reconocer que “de Madame la Loca
y sus noches gáticas” me ha parecido uno de
los poemas más logrados que he leído de un
poeta joven en los últimos años; en él no sólo
hay destellos, sino zarpazos, tarascadas de
auténtica poesía. Su logro consiste en que el
autor pudo dar con el lenguaje adecuado,
explotar al máximo su germen creador y usar

uno de los elementos imprescindibles de la
poesía: el humor. No el chiste, el albur o la
ocurrencia, como muchos acostumbran, sino
el auténtico humor, entendido como el estado afectivo donde convergen la amargura de
la vida y la ironía de la muerte.
Sobre el tema de la muerte habla justamente el segundo cuadernillo del libro, “en de
la Lengua Del Cardo ya más muerto”, conformado por un solo poema. Aunque la disposición tipográfica lo hace parecer en prosa, en
realidad se trata de un poema perfectamente
versificado, con versos de arte mayor medidos por la respiración, escritos con una
cadencia cercana a la letanía. No se trata de
un poema que hable de forma directa de la
amargura de la muerte; más bien describe la
impronta que deja en cada uno de los seres: la
muerte como una especie de nostalgia de lo
que aún no se ha padecido. Más que el padecimiento, la imaginación, mejor aún, la

preocupación por saber “qué ojo nos verá
mañana”.
“De los Ebrios Cazadores de Luz”, tercera
sección del libro, agrupa poemas inspirados
en la obra del fotógrafo checo Josef
Koudelka. Para quien haya observado sus
fotografías, no es ajeno el profundo mensaje
humanista y el desgarrador sufrimiento físico
y moral que emana del trabajo de este artista
de la lente. Balam sabe que, como poeta,
debe entrenar la mirada y poder transmitir
poéticamente lo que sus ojos contemplan.
Sin embargo, más que una descripción, el
poeta nos presenta su propia percepción.
No lo guía un afán descriptivo, sino el anhelo
de resemantizar lo que el ojo del fotógrafo
captura, y lo hace con un lenguaje no exento
de humor e ironía; como muestra citaré los
siguientes versos: “Si el revelador no me
engaña, / los negativos —cual filicidas cuervos— / han de sacarme los ojos: // Hijos de
la luz en desbandada.”
¿Quién es el ebrio cazador de luz? ¿El fotógrafo que sabe asir la realidad con la ayuda
de la lente o el poeta que tiene la capacidad
de capturar esa imagen con la luz de la palabra? Tomaré como respuesta el último verso
de este libro, pues quizá mi duda sea sólo un
“Inútil guiño de luz / en una eternidad de
sombras.”
Libelo de varia necrología es un poemario
que deja leerse de principio a fin; muchos de
sus versos destellan auténtica poesía y nos
confirma que no siempre los creadores
jóvenes son antídotos letales contra la poesía.
Su autor, Balam Rodrigo, ha encontrado la
madriguera perfecta y no escatima en rugidos con tal de que los lectores podamos tactar un poco la luz que él posee.
 
Libelo de varia necrología
Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito
Federal, México, ,  pp.
alforja  |  
FE DE ERRATAS
alforja REVISTA DE POESÍA, núm.  (invierno )
“El retardado surrealismo de Octavio Paz”, de José Vicente Anaya
p. , renglón 
Dice: “(quien tenía siete años de edad cuando el surrealismo nació)”
Debe decir: “(quien nació siete años después del surrealismo)”
p. 149, renglón 7
Dice: “(con doce años de edad en el momento que Breton
lanza el primer manifiesto)”
Debe decir: “(nacida doce años después del momento
en que Breton lanzó su primer manifiesto)”
alforja
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