m e n s a j e CRISTIANO PARA FX MUNDO DE HOY Dom Helder Cámara Es difícil comprender a dom Helder Cámara, sacerdote y obispo, sin haber visitado las favelas de Río de Janeiro y los mocambos de Reci¡e. Fue el contacto con la miseria ¡a que marcó definitivamente su vocación. La miseria puede ser objeto de estudio y constituir un legítimo tema de oratoria política, de análisis económico y social; incluso inspirar a poetas y dramaturgos. Pero la miseria real de las favelas y mocambos es hediondez, es promiscuidad donde el amor pierde todo hálito de romanticismo y se traimlvrma en sexo avasallador y desesperado, es basura con la que se pretende re llenar pantanos de aguas podridas y negras, son niños raquíticos y enfermos que se dispuían con los cerdos y los perros los restos —huesos y carne podrida— que pueden servir de alimento primario: la miseria real es desesperación y fatalismo resignado. Eslo hizo que un jot-en sacerdote, profesor universitario, se sintiera tocado en esa dimensión misteriosa donde la libertad humana se entrecruza con el llamado impalpable de Dios y decidiera jugarse para siempre por los desamparados pasando a ser voz de los miles y miles que viven, sufren y mueren sin poder hablar. Ese joven sacerdote se llamaba dom Helder Cámara. De Río de Janeiro pasó a Recife. de sacerdote a Arzobispo, pero siguió siendo dom, Helder, el que como Cristo tenia que dar testimonio de la verdad, de esa tremenda verdad que roe como un cáncer nuestra Aviérica Latina: la verdad de los explotados que ni siquiera tienen la fuerza de rebelarse; la verdad de los que viven muriendo cada día de desnutrición, de apatía enfermiza, de rabia que se descarga absurda y cruelmente contra sus mujeres, sus hijos y sus perros, de total falta de incentivos y de experanza. De ese mundo viene dom Helder y de ese habla. mundo No pretende ser ni político ni economista ni sociólogo. No pretende abrir caminos de solución para que puedan ser discutidos por eruditos de libros. Simplemente nene a recordarnos que en Brasil JI América Latina hay hombres, mujeres y niños —muchos, una centena de millones— que 139 más que vivir vcyetnn en un sopor que es anticipación de ¡a muerte. ÍCr un articulo de El Mercurio, H.P.A. se refiere ai ••i de Monseñor" (1& de abril) y utiliza el fácil y • no recurso de la ironía. La injusticia que denuncia dom lielder. y que en boca de los obispos de América Latina se ha llamado, y con razó», "violencia insta lada", la reduce a términos domésticos: a pequeñas las familiares, a que el papú puede violentar al . B] hijo ni papá, a que el marido puede molestar a ujer y la mujer al marido. Y tnunfalmenle H.P.A. nos dice que dom llelder "muestra un camino Que no piensa seguir u que nadie sabe a dónde va", Pero lo que no entiende H.P.A. —¿y coma la podría iender?— es que <lt¡m Helder no pretende trazar un camino caucre'.o. ¿Qué camino trazó Cristo? Nos dijo q te !L ERA EL CAMINO, pero ¿cuál? El evangelio. • •••':r ununcio. que Cristo nos trajo fue su, muerle y su rt'.iurrección. Nos enseñó que el pecado —ese germen de egoísmo y de agresividad que anida en todo ser humano podía ser superado por la misteriosa fuerza que Él no otorgaba con su presencia redentora: nos enseñó que el imor —palabra tan manoseada pero vocación y sentido último de todo ser humano— era más fuerte que la muerte misma. El camino que nos señaló Cristo fue í'.l mismo: fe. esperanza capaz de desafiar todos los cálcu los u prospectivas humanos, amor clavado en la cruz pero resucitado y victorioso. Y todo esto significó el envió tlet Espíritu. E¡ Espíritu transformaría a pescadores toscos ¡i cobardes en verdaderos apóstoles: el Espíritu seguiría a Jo largo de tus siglos llamando a cada hombre y marcándole su vocación y deber individual: irredttctibie a toda aplicación de principios generales y teóricas. unidenxe peni denuncia el vasallaje a que tfuraníi hemos estado sometidos por nuestro gigantesco vecino del Norte. Manifiesta su simpatía ¡rente a la calidad humana de un Che Guevara o de «n Camilo Torrea pera a la violencia armada prefiere una protesta sincera, va tiente, continuada y profunda que esté cimentada en el amor y no en el odio. ¿Demagogo? Basta ver su rostro de bondad, su sencillez u pobreza para darse cuenta de que no lo es. Para arrastrar nasas hay que utilizar slogans y simplismos que dom Helder no utiliza. ¿Utopista? Es posible. Pero ¿no hay un punto donde la utopia humana se liga con la esperanza cristiana'.' ¿No fue Cristo un utópico que en su mensaje de amor fracasó y fue aparentemente vencido por hs Itombres que •manejaban el poder político y el dinero? Sin embargo resucitó y su resurrección transformó la utopia en realidad, y en esperanza destinada a alimentar la historia hasta el fin de los siglos. Lo que dom Helder nos ha traído es esto: wt simple, humilde, auténtico yesto de amor y una inyección de esperanza. ¿ín frases, sin amargura, con profunda sencillez ¡¡ respeto nos ha recordado lu que todos sabemos pero coas cíente o inconscientemente queremos olvidar: han millones de hombres en América Latina que viven una vida tn/ra kimona y esto sólo podrá ser superado cuando los hom bres sean capaces de amar más; cuando seamos, ruda uno, capaces de amar más. Estuvo una semana con nosotros. Habló a profesores universitarios, a estudiantes, a sacerdotes, religiosos, abreros. Habló francamente, sin evasivas, sin distingos. Habló en ese lenguaje directo donde la verdad y la convicción Na crinaremos a H.P.A. Ni siquiera pretendemos ata se trasparentan. Habló sin miedo en un ambiente donde cario; si hemos hecho alusión a él se debe a que en sus la cautela empieza a transformarse en virtud fundamental. uicios i'enos un síntoma y un símbolo. Síntoma de tiuesSu rostro bondadoso y cansado, su figura pequeña, sti 1 " tiempo eu que la pasión enceguece hasta el punto de vestimenta pobre fue una expresión quizás máx elocuente distorsionar lo que. por su misma simplicidad, parecería que s¡w palabras: voz de los que no pueden hablar y mi imposible desfigurar. Símbolo permanente de Ion que pre llamado inspirador a todos. teiiden oír sin darse cuenta que Dios, el verdadero, —no A base de entrega personal, de idealismo, de esperan la palabra que se usa— sólo se deja escuchar en !<i inti- ~a, de estudio, de esfuerzo mancomunado y sostenido, midad de un corazón que está dispuesto a darse a alguien abramos los caminos a que dom llelder nos llama: Un que no ca uno mismo. gamos de nuestra América Latina un continente soberano Dom Helder un viene a trazar caminos: por lo mismo y no una suma de países que en su endémico coloniaje puede ser fácilmente criticado por extremismos de derecha corren incluso el peligro de ir perdiendo lo poco de almu que les queda. o de izquierda. No es anlicomunisla pero no teme denun ciar los aspectos explotadores de Rusia, No es antiesiadoMENSAJE 1+0