De relatos y transformaciones: Mito y alegoría en las colecciones

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Pintura y escultura, 7 noviembre al 30 de diciembre
De relatos y transformaciones:
Mito y alegoría en las colecciones del MNBA
Texto curatorial Soledad Novoa Donoso
Continuando con la exhibición de obras relativas a los grandes temas de la historia del
arte, pertenecientes a las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, esta exposición
aborda dos de las temáticas más prolíficas y ricas en este campo, en las que se cruzan
estrechamente relato y visualidad.
Aunque los mitos y las alegorías forman parte de la producción simbólica de distintas culturas,
las colecciones del MNBA albergan obras que se basan principalmente en aquellos relatos
propios y fundantes de la cultura occidental, de raíz grecolatina, dando cuenta de la imposición
de una cultura hegemónica a partir de los procesos de conquista iniciados por España y
Portugal en América Latina durante el siglo XVI. Es ésta la que orienta la formación de nuestros
artistas desde la segunda mitad del siglo XIX así como la adquisición de obras de coleccionistas
durante el siglo XIX y primeras décadas del XX, las que luego pasarán a las colecciones del
Museo ya sea a través de donaciones, legados, envíos o adquisiciones.
La temática mitológica y alegórica se desarrolla desde muy temprano en la producción artística
grecolatina, con ilustraciones de los relatos míticos de creación del mundo a través de la
actuación de deidades y seres de la naturaleza, o de las vicisitudes vividas por los grandes
héroes y sus pueblos (ilustraciones de la Ilíada y la Odisea por ejemplo).
Para la pintura y escultura europeas, las temáticas alegóricas y mitológicas cobran especial
relevancia a partir del Renacimiento y el reencuentro con la cultura clásica que éste implica,
constituyendo también, y con posterioridad, uno de los grandes temas abordados por la pintura
académica.
Es a través de la llegada de pintores europeos a principios del siglo XIX y del traslado de la
Academia de Bellas Artes como institución de enseñanza artística a América Latina, que estas
temáticas comienzan a ser introducidas en el imaginario visual local, cuestión que en el caso
chileno se manifiesta con toda vehemencia desde el discurso inaugural de la Academia
pronunciado por Alejandro Cicarelli en 1849. En éste, el artista italiano llega incluso a
“profetizar que este hermoso país será un día la Atenas de América del Sur”.
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
Departamento de Comunicaciones,
Parque Forestal s/n, Santiago, Chile.
(56-2) 4991607
comunicaciones@mnba.cl / www.mnba.cl
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Ya que el principal objeto de la Academia de Pintura es la formación de artistas que puedan
abordar la pintura histórica (también llamada pintura de historia), su Reglamento, publicado en
enero de 1849, establece como parte de las obligaciones de los alumnos de número que “Al
tiempo del examen para pasar a la clase de modelo, el alumno deberá conocer la mitología, o al
menos los nombres y atributos de las divinidades griegas y de las estatuas que acaba de
estudiar” (art. 9).
Siguiendo lo anterior, podemos señalar que en esta ocasión, se exhiben obras producidas entre
los siglos XVII y XX, tanto en pintura como en escultura, siendo el cuerpo más importante aquel
producido durante el siglo XIX, respondiendo a una creación tanto europea como de artistas
chilenos. Entre ellas, Filoctetes abandonado de Alejandro Cicarelli (sin fecha siglo XIX), Dido y
Eneas de Ernst Kirchbach (sin fecha siglo XIX), Sísifo de Pedro Lira (1893), La ciencia mostrando
al genio que sólo ella conduce a la inmortalidad del saber de Alfredo Valenzuela Puelma (1884),
Orfeo atacado por las Bacantes de Fernando Álvarez de Sotomayor (1902), Pigmalión atribuido
a Cornelis Cornelisz van Haarlem (sin fecha, siglo XVI / XVII), Baco y Venus atribuido a Jacob
Jordaens (c. 1645).
Cabe considerar asimismo como parte de la exhibición dos obras que reciben
permanentemente a los visitantes del Museo, desplegando la muestra desde el exterior hacia el
interior del edificio y sus salas: Unidos en la gloria y en la muerte, obra realizada por Rebeca
Matte en 1922 que aborda el mito de Ícaro y Dédalo y, a la vez, constituye una alegoría de la
aviación, y Alegoría de las Bellas Artes, realizada por Guillermo Córdova en 1910 y ubicada en el
frontis del Museo.
La pintura –y escultura- de temática mitológica y alegórica puede ser considerada parte del
conjunto que a partir del siglo XVII en Europa se denomina “pintura de historia”, género
pictórico del que se espera narre una historia, pudiendo ser ésta un acontecimiento real
(reciente o pasado), o uno basado en la historia cristiana, la historia antigua (ambas con fuertes
visos de leyenda), u obras que toman su relato de fuentes literarias.
La pintura de historia tiene un fin moralizante y pedagógico; es por ello que, al momento de
organización de la Academia de Pintura en Francia en el siglo XVII (cuyo modelo se trasladará a
Chile en 1849 con la inauguración de nuestra Academia de Pintura) se establece una jerarquía
que, a modo de pirámide, la instala en su cúspide, siguiendo los preceptos establecidos por el
arquitecto y teórico italiano León Battista Alberti en su tratado De pictura (1436): “la relevancia
de un cuadro no se mide por su tamaño, sino por lo que cuenta, por su historia”.
La formación que entrega la Academia, entendida como sistema de enseñanza y consagración
artística, exige a sus alumnos la subordinación a una serie de reglas tanto formales y técnicas
como temáticas, lo que implica un importante dominio de la pintura de paisaje y retrato que
permita dar cuerpo a la pintura de historia, así como una sólida formación en literatura, historia
y cultura clásica.
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La pintura de historia es fundamentalmente narrativa, debe representar una escena que
transmita valores morales o intelectuales. Para ello, en numerosas ocasiones, se vale del relato
mitológico y alegórico, el que es trabajado por lo general en telas de gran formato, concentrada
en pocos personajes que destacan del paisaje y que se acompañan de atributos o
características que las hacen reconocibles (por ejemplo, el dios Baco acompañado de racimos
de uva en alusión al vino, la flauta asociada al dios Pan o las perlas asociadas a Venus).
La mitología clásica (grecorromana) ha constituido uno de los temas más abordados en la
pintura occidental pues los dioses y diosas que la habitan representan o se relacionan con
distintos aspectos de la conducta humana, dando cuenta de sentimientos y acciones como el
amor, la pasión, los celos, la envidia, la búsqueda de justicia.
La principal fuente de la pintura mitológica está constituida por los relatos contenidos en las
Metamorfosis del poeta romano Ovidio (43 aC / 17 dC), libro que desde su aparición se
transformó en modelo para muchos artistas y obras, comenzando por las pinturas murales de la
ciudad de Pompeya, la pintura renacentista y barroca, el siglo XIX y hasta el presente.
Dentro de esta lógica, nuestra pintura y escultura derivada de la Academia y posterior Escuela
de Bellas Artes manifestará un profundo desconocimiento de los mitos y relatos locales,
ignorándolos como temática a abordar en las obras; de esta manera, la temática mitológica y
alegórica responderá al afán europeizante de nuestras élites culturales y será reflejo del
traslado cultural de Europa a América.
Por su parte, la alegoría puede definirse como una figura literaria o representación visual que
busca manifestar un concepto o una idea más o menos abstracta valiéndose de imágenes
(formas humanas, objetos, animales, etc.). En muchas ocasiones, la pintura alegórica busca
transmitir valores morales o representar virtudes humanas, aunque también da cuenta de otras
acciones o campos del saber, como las alegorías a las bellas artes o a la filosofía.
Una tercera posibilidad está constituida por la llamada historia alegórica, en la cual se relata un
acontecimiento real o un acontecimiento de la vida de un personaje cuya acción cobra valor
moral (como es el caso de Lucrecia) o se acompaña al personaje de atributos de carácter
simbólico o alegórico (buscar ejemplo).
Siguiendo un análisis más amplio, es significativo señalar que la pintura de temática mitológica
o alegórica ha respondido a lo largo de la historia a la tradición occidental de representación del
cuerpo femenino como objeto de contemplación, cuya temática en ocasiones ha servido de
excusa para exhibir modelos de belleza o seducción acorde a los gustos de cada época, o en
ocasiones, dando pie a escena de contenido claramente erótico que, al están amparadas bajo
los relatos aceptados culturalmente han sido exhibidos en el marco institucional del Salón o el
Museo.
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Un ejemplo destacable en este sentido es el pintor chileno Alfredo Valenzuela Puelma, quien
fuera uno de los introductores del desnudo femenino como temática en nuestra pintura,
valiéndose para ello de temas religiosos (Magdalena en penitencia), orientalistas (La perla del
mercader) o mitológicos (Náyade cerca del agua). Asimismo, podemos mencionar al pintor
inglés George Hare, quien durante la época victoriana había adquirido una gran popularidad
entre coleccionistas que le realizaban encargos de pintura erótica con el fin de ornamentar sus
dependencias privadas, las que, tal como La puerta de Venus que se exhibe en esta muestras,
estaban protagonizadas por grupos o parejas de mujeres desnudas o semidesnudas.
Como parte de su misión de resguardar y conservar el patrimonio artístico del país, el MNBA
desarrolla una serie de acciones que permiten poner en valor y exhibir al público sus
colecciones.
Entre estas acciones se encuentran fundamentalmente las de documentar e investigar las obras
que resguarda, así como mantenerlas en adecuados estados de conservación. Para esto último,
el MNBA cuenta con el apoyo del Centro Nacional de Conservación y Restauración, así como de
un equipo de restauradoras que trabajan en función de las exposiciones que el Museo
programa.
Entre las obras restauradas para esta exposición se cuentan La ciencia mostrando al genio que
sólo ella conduce a la inmortalidad del saber, las dos Sibilas, La Fortuna, Modestia y Vanidad,
Pigmalión, Hércules matando a los niños, Venus y Vulcano, La muerte de Lucrecia y Venus y
Adonis. Asimismo, la obra Dido y Eneas fue sometida a un intenso proceso de restauración en el
CNCR, involucrando a los equipos de restauración de papel y restauración de pintura.
En la idea de compartir con el público parte de los procesos involucrados en la restauración de
una obra de nuestras colecciones, el equipo de restauradoras del Museo trabajará en sala sobre
la obra La puerta de Venus durante el tiempo que dure la exhibición; paralelamente se
restaurará su marco original en el taller para, una semana antes de acabada la muestra, poder
exhibir la obra enmarcada y restaurada.
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