CONFIGURACIONES SOCIO - FAMILIARES E INSTITUCIONES EDUCATIVAS EN CONTEXTOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ESTA COMPLEJA RELACIÓN Victoria Orce, Universidad de Buenos Aires victoria_orce@yahoo.com.ar El interés principal que guía esta presentación es la de plantear algunas líneas posibles para comprender el fenómeno social de la violencia en las escuelas, fenómeno que ha cobrado relevancia en el plano de los discursos mediáticos, en los discursos sociales de la cotidianeidad y ha comenzado a ser, recientemente, un objeto de indagación sistemática en el campo científico. Para ello nos basaremos principalmente en un material empírico de investigación, obtenido a partir de una serie de entrevistas realizadas a directores de escuelas secundarias en cuatro ciudades pertenecientes a zonas distantes entre sí de la Argentina, donde se indagó, entre otras cuestiones, la visión de estos directivos sobre la situación de violencia en las escuelas y sobre el tipo de acciones posibles de realizar para paliar dicha situación. A los efectos de esta presentación, tomaremos una serie de respuestas recortadas en tanto que “casos” a analizar, para lo cual resulta necesario hacer una advertencia metodológica, a partir de lo que nos aporta Elías en su trabajo “Ensayo acerca de las relaciones entre establecidos y forasteros”1. Allí el autor nos dice que: La selección de una pequeña unidad social como objeto de investigación de problemas que se pueden detectar en una gran variedad de unidades sociales más amplias y diferenciadas (...) puede servir como un tipo de «paradigma empírico». Al aplicarlo a modo de muestra a otras figuraciones más complejas de este género es posible entender mejor las características estructurales comunes y las razones por las que, bajo condiciones diversas, operan y evolucionan en diferentes direcciones. (p. 221) Como encuadre general compartido por el equipo de investigación, asumimos que las investigaciones sobre la violencia en el ámbito educativo no deben circunscribir el concepto a los límites estrechos de cierta aproximación teórica, ya que las elaboraciones teóricas resultantes son temporales y relativas a un contexto histórico, cultural e institucional (Castorina y Kaplan, 2006). La investigación social y educativa nos interpela en nuestra propia práctica social en tanto que investigadores. José Antonio Castorina, al trabajar desde una perspectiva epistemológica los aportes de la teoría de Elías para la investigación acerca de la violencia, pone de relieve la necesaria articulación, al modo de una dialéctica, entre “compromiso” y “distanciamiento”, en tanto posibilidad concreta superadora en la praxis científica de otras distinciones clásicas como “sujeto” y “objeto” o “individuo” y “sociedad”. Compromiso como condición previa para comprender los problemas sociales y distanciamiento a partir del trasfondo de involucramiento personal o grupal (pero siempre emocional) en la vida social. (Castorina, 2008) 1 Elías, N. Ensayo sobre las relaciones entre establecidos y forasteros, Revista española de Investigaciones Sociológicas (Reis) nº 104, 2003. Art. Original: 1968. ORCE, V. CONFIGURACIONES SOCIO - FAMILIARES E INSTITUCIONES EDUCATIVAS EN CONTEXTOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ESTA COMPLEJA RELACIÓN. In: SIMPOSIO INTERNACIONAL PROCESO CIVILIZADOR, 11., 2008, Buenos Aires. Anais... Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 2008. p. 429-436. 429 En un contexto social atravesado por profundos procesos de des – civilización y des – subjetivación, que coexisten con los procesos históricos de civilización y subjetivación, nos preguntamos por el lugar asignado a las familias de los jóvenes tipificados como “violentos” y por el reposicionamiento de los docentes y adultos en tanto figuras de autoridad. Al preguntar a los directores cuáles creen que son las principales problemáticas que atraviesa nuestra sociedad en la actualidad, aparece un número significativo de respuestas que incluimos en la categoría que hemos denominado “crisis de la institución familiar”. Antes de entrar en detalle en el análisis de las mismas, nos detendremos a realizar, recuperando trabajos anteriores del equipo de investigación, una breve caracterización de aquellos rasgos o notas principales del contexto socio – económico actual que permiten situar la cuestión que nos ocupa. La literatura socioeducativa ha venido produciendo análisis sistemáticos que permiten proponer una caracterización genérica del contexto latinoamericano actual como de alta exclusión y fragmentación social. Las políticas sociales y económicas de las últimas décadas arrojan como resultado un impactante incremento de la desocupación, la pobreza y la desigualdad, que dio lugar al surgimiento de amplios sectores de “nuevos pobres” en condiciones de creciente vulnerabilidad o exclusión paulatina del mercado de trabajo y del acceso a los bienes. (Kaplan 2004) Asistimos en los últimos tiempos a dramáticos procesos de transformación social. En un trabajo anterior (Kaplan, Kantarovich, Orce, 2007) basándonos en autores como Arroyo y Bauman, decíamos que en el marco de la denominada globalización, resta poco espacio para pensar a los Estados y a los actores sociales con margen de maniobra a nivel local o comunal. La globalización así entendida, conlleva una reconfiguración de los espacios, de los tiempos, de los movimientos, de las estrategias emprendidas –tanto de los Estados como de las comunidades- para actuar. Asimismo, si nos situamos en la dimensión de los sujetos, los procesos de globalización remiten a una creciente fragmentación y polarización entre los que están adentro y afuera, cerca y lejos; establecidos y forasteros, en términos de Elías. En este punto, el abandono del Estado de Bienestar ha implicado, entre otras cuestiones relevantes, un corrimiento de la centralidad estatal en la organización de la vida social, cediendo ante el auge del mercado. La delegación de ciertas funciones económicas y sociales del Estado hacia el mercado, que se llevaron a cabo a través de políticas neoliberales que han tenido su punto más álgido en la década de los noventa, trajo aparejado una pérdida del rol central del Estado. En este punto se puede argumentar que los fenómenos de desregulación y descentralización, han traído y traerán en el mediano y largo plazo una disminución de las funciones civilizatorias, en particular, de la posibilidad de las autocoacciones, sea por parte de los sujetos o de las instituciones. El proceso civilizatorio se despliega en el proceso de constitución de dos monopolios que están en la base de la formación del Estado Moderno, en tanto configuración política particular, que son: la monopolización de la violencia física y simbólica. En términos de Elías, no resulta posible entender el desarrollo de la civilización sin incluir en el análisis la conformación del estado moderno; la coyuntura actual se complejiza, porque, como señalábamos arriba, se da una coexistencia con los procesos de des – 430 civilización. Estos procesos descivilizatorios están íntimamente vinculados con la realidad que viven los miembros de las instituciones escolares en el sentido de que resulta posible establecer un vínculo entre las condiciones de exclusión social vividas por los jóvenes y sus familias y las manifestaciones de violencia que se dan en las escuelas. Estas consideraciones nos permiten afirmar que los procesos de exclusión que atraviesan a nuestras sociedades impactan de manera profunda en la subjetividad de los actores sociales. En este sentido, y si tenemos en cuenta que la institución escolar es ante todo una institución social, no podemos dejar de lado la forma singular en la que sus actores protagonistas asumen estas transformaciones, haciendo construcciones sobre aquello que el mundo social les ofrece. De esta manera se cae en el riesgo de que sean las formas de exclusión y de precarización laboral las que dejan su impronta en la formación de personalidades desintegradas. El proceso de descivilización presenta el siguiente pasaje: en el auge de la civilización la autoridad centralizada permitía estructuras de personalidad autocoaccionadas. Hoy el proceso de descivilización socavaría la autoridad institucional y obliga a los sujetos a autogestionarse, a hacerse sujetos por sí mismos; para los que no lo logran existen múltiples formas de heterocoacciones. Los sujetos en la actualidad son aparentemente más libres, menos dependientes de formas de sujeción institucional, pero también están más librados a su suerte y es allí donde deben gestionarse a sí mismos con los recursos que estén a su disposición (capital cultural, social y económico). Para quienes no cuentan con el acceso a esas formas de capital aparecen diversas formas de represión que operan de manera diferente según los sujetos y espacios sociales. Pasaremos ahora a trabajar con algunos de los datos empíricos recabados en el transcurso de nuestra investigación, principalmente en lo referido a la categoría antes referida: crisis de la institución familiar. De las entrevistas a los equipos de conducción escolar se desprenden una serie de apreciaciones sobre el papel de las configuraciones sociofamiliares en la coyuntura actual. Presentamos a continuación algunas de las frases discursivas de los directores de escuela entrevistados, sobre las cuales basaremos nuestro análisis. “Un tema de la sociedad que influye en las escuelas, es la carencia de familia, por ejemplo. Donde los roles no juegan bien su papel, la familia tradicional está desdibujada, y entonces, evidentemente, todo eso se resiente.” “el desapego que hay de los padres hacia los hijos, la falta de acompañamiento y que el chico comprenda qué es una familia, el respeto de la familia, tanto en la casa como afuera de la casa, que aprenda a respetar a los demás” “…lo más grave que ocurre este momento es la desintegración de la familia: causa de muchos problemas sociales.” “La institución familia, está totalmente desvalorizada, siento de que ya no se responde a la imagen del papá, de la mamá, del hijo, y todas las funciones, el rol que cada uno cumplía....” “…el desmembramiento familiar es el principal problema, la disgregación es bastante marcada de hace un tiempo atrás a esta parte de la familia.” 431 “…las causas del desmembramiento familiar por las exigencias laborales de los padres” “…fundamentalmente las situaciones familiares conflictivas son causales de la violencia escolar” “…el abandono de la familia conlleva a los problemas que tenemos en las escuelas, que es la repitencia, la deserción, y el embarazo adolescente…” Las adjetivaciones más recurrentes se refieren a fenómenos tales como desapego, desmembramiento, disgregación, desintegración, carencia, como características actuales de la situación socio – familiar, a la vez que aparecen ciertas referencias a un ideal de familia, la de la modernidad. A partir de esto, resulta posible observar marcadas referencias que ubican a las familias, o más exactamente, a la crisis de la institución familiar, como causa de los principales problemas sociales que repercuten directamente en las escuelas. Si bien en algún caso se menciona que la crisis familiar es consecuencia de la crisis social (las exigencias laborales de los padres), en la mayoría de las respuestas el discurso remite a una modalidad que apunta a la responsabilización familiar. Estas respuestas nos plantean una serie de interrogantes tales como: ¿por qué los directores, en tanto actores institucionales del sistema educativo, señalan a la familia como una problemática social actual? Para dar cuenta de ciertas aristas vinculadas a este interrogante, nos parece pertinente trabajar aquí con la categoría de “estigmatización”. Norbert Elías nos aporta, en su ensayo ya citado sobre las relaciones entre establecidos y forasteros, un punto de vista muy interesante al analizar el caso de una localidad habitada por un grupo poblacional (los establecidos) que rechaza y desvaloriza a otro grupo, de características sociales similares, (los forasteros) que se instalan a vivir en la misma ciudad. La estigmatización aparece como un aspecto de la relación entre estos dos grupos, reflejando y justificando el prejuicio que los establecidos sienten hacia los miembros del grupo forastero. “En todas las sociedades los individuos disponen de un abanico de términos para estigmatizar a otros grupos. Todas estas expresiones simbolizan el hecho de que el miembro de un grupo foráneo no está a la altura de las normas del grupo superior porque, según esas normas, es anómico”. (op. Cit. P. 228) Otro autor que trabaja con el concepto de estigmatización es el sociólogo Goffman2, quien afirma que a lo largo de la historia, las sociedades han establecido distintos mecanismos a través de los cuales se categoriza a las personas, estableciendo aquellos atributos que se perciben como normales y naturales para cada una de ellas, atributos que se transforman en estigmas cuando producen en los demás un descrédito amplio. (Kaplan, 2004) En el mismo sentido, Elías nos dice que el estigma social que se asigna al grupo forastero se transforma en su imaginación, en un estigma material, esto es, se reifica. Se 2 Goffman, E. (1995): "Estigma. La identidad deteriorada". Amorrortu editores. Buenos Aires, (1°edición 1963) 432 presenta como algo objetivo, algo “implantado en los forasteros por la naturaleza o por los dioses”, esto es, algo que los predetermina de manera objetiva. En nuestro caso, estamos hablando de dos instituciones sociales con normas y tradiciones de larga data, que actualmente se encuentran en crisis, que se enfrentan al hecho de ver agotado el modelo social, político y económico que les dio origen 3 y configuró un tipo particular de relación entre ambas. A partir de las particularidades observadas en nuestro “paradigma empírico”, la escuela estaría asumiendo el papel social de “establecida” y la familia de “forastera”, extraña a los ojos de las configuraciones más tradicionales. Adaptarse a las nuevas características del contexto social signado por la exclusión y la alta vulnerabilidad social; asumir que las condiciones sociales, estructurales e institucionales están cambiando no es fácil, dada la complejidad del cambio civilizatorio en nuestros días. Elías señala que puede ser necesario un largo período de tiempo hasta que los actores sociales del grupo de establecidos puedan asumir el impacto de la realidad, ya que la existencia de un tipo de “carisma grupal”, suele impedir la apreciación de los cambios, en una suerte de “negación emocional del cambio y la preservación tácita de la imagen querida de grupo carismático resultan autodestructivas”. En otro texto, La civilización de los padres4, Elías trabaja especialmente sobre los cambios en las configuraciones socio familiares a lo largo de la historia, cambios que se han acelerado especialmente en el siglo XX. Organiza su texto a partir de la reconstrucción histórica del proceso civilizatorio de la relación padres – hijos. En primer lugar, resulta preciso resaltar que los cambios en las relaciones entre los hombres – entre padres e hijos o entre marido y mujer, como miembros de una familia – son del todo inseparables de las relaciones de los hombres como habitantes de una ciudad o como miembros de un Estado. Elías considera como un malentendido la creencia tan extendida de que las relaciones familiares son la base de todas las relaciones sociales de los hombres. Por el contrario, la estructura de la familia, la forma socialmente dada de la relación entre marido, mujer e hijos se modifica en relación y en correspondencia con los cambios que experimenta la sociedad amplia de la cual forma parte (p. 444). Todo esto indica que la familia difícilmente puede ser vista como una configuración autónoma dentro de la figuración más amplia de la sociedad estatal. A lo largo de los siglos, justamente, la sociedad estatal ha asumido un número cada vez mayor de funciones que antes recaía sobre el grupo familiar; en el pasado las familias campesinas, por ejemplo, se autoabastecían e incluso se ocupaban de la educación de los hijos, de la atención de ancianos, etc. El desarrollo hacia el Estado de bienestar ha llevado a los hombres a obtener los recursos económicos por fuera del ámbito familiar, reforzando, también, la relativa independencia de los jóvenes frente a sus padres (con los subsidios de desempleo, por ejemplo). En síntesis, la familia en nuestros días ha cedido a otras instituciones, ante todo al Estado, muchas de las funciones que antes 3 En la Argentina, el modelo sarmientino de educación configuró una forma particular de articulación entre familia y escuela, donde la escuela se sitúa como bisagra entre la familia y el estado, pretendiéndose que la educación pública tuviera efectos sobre la educación doméstica. (Carli, S. Niñez, pedagogía y política, Miño y Dávila, Buenos Aires, 2002) 4 Elías, N. La civilización de los padres y otros ensayos, Bogotá, Norma, 1998. 433 definían en parte su carácter, y le quedan, fundamentalmente las funciones afectivas y emocionales en tanto lugar social de anclaje emocional de los hombres. De este modo Elías caracteriza, a grandes rasgos, el proceso de civilización de las relaciones familiares. Elías dice también que se podría hablar en la actualidad de una democratización de la distribución de poder entre padres e hijos, que si bien no es simétrica, es más equilibrada que antaño. Los niños tienen legalidad propia, aún cuando los padres a veces asistan desconcertados a la pasión de las demandas infantiles. A pesar de que contribuyen decididamente al proceso civilizatorio individual que los niños deben experimentar antes de poder alcanzar el nivel civilizatorio de los adultos, aun no se puede decir que los padres ya hayan entendido la naturaleza de este proceso. El desafío se presenta ante una relación de dominación modificada de esta manera, ya que demanda un grado comparativamente alto de autocontrol por parte de los padres, que como ejemplo y medio de educación impone también a los niños un alto grado de autocoacción. (p. 446 – 447) Elías señala algunas condiciones sociales actuales que dificultan el logro de una relación civilizada entre padres e hijos. Principalmente, la creciente individualización e independización de todas las personas implicadas en la construcción de una familia. En nuestra época, no solo los hombres sino, en creciente medida las mujeres, se ven abocadas al trabajo profesional fuera del hogar. Más que nunca antes, todos los miembros de la familia tienden a tener una vida individual solo para sí mismos, incluso también los niños. Entonces, se trataría de dar vuelta el argumento que sostiene que “…lo más grave que ocurre este momento es la desintegración de la familia: causa de muchos problemas sociales”, ya que, como dijimos antes, la estructura familiar actual define una forma dada socialmente de relación entre padre, madre e hijos, y se modifica en relación y en correspondencia con los cambios que experimenta la sociedad amplia de la cual la familia forma parte. Para nuestros directores, podría decirse, “la familia está en desorden” (Roudinesco, 2000)5. Fundada durante siglos en la soberanía divina del padre, la familia occidental se vio, en el siglo XVIII, ante el desafío de la irrupción de una serie de cambios, entre los cuales la autora, en coincidencia con Elías, menciona a lo femenino, a partir, principalmente, de la aparición de la burguesía, otorgándose un lugar central a la maternidad. El nuevo orden familiar puso en cuestionamiento el antiguo poder patriarcal. Sin orden paterno, sin ley simbólica, la familia de las sociedades posindustriales se vería, “pervertida en su función misma de célula básica de la sociedad”. Sarcásticamente, Elisabeth Roudinesco señala que como consecuencia, el Occidente judeocristiano y, más aún, la democracia republicana estarían bajo la amenaza de la descomposición. Analizando la realidad francesa, deriva de lo anterior, la evocación constante de las catástrofes presentes y venideras: los profesores apuñalados, los niños violadores y violados, los automóviles incendiados, los suburbios librados al crimen y la ausencia de toda autoridad (p. 2 ) Volviendo a Elías, lo que cambió fue el rol del padre como único detentor del poder en la familia y como autoridad suprema frente a sus hijos. 5 Roudinesco, E. La familia en desorden, Fondo de Cultura económica, 2000. 434 La escuela, a través de los discursos de los directores que entrevistamos, parece poner en tensión, de alguna manera, ese ideal moderno de familia y consecuentemente de relación entre familia y escuela, sin lograr comprender, aun, los alcances de las nuevas configuraciones socio – familiares aunque se reconozca que la violencia es social y no escolar. En este esquema, correspondería preguntarse por los cambios en las configuraciones educativas, ya que resulta obvio que la escuela también cambia en todo este contexto. Esta situación pone en cuestión una de las principales funciones sociales de la escuela moderna y al papel asignado a los docentes, dando paso a la configuración de una nueva identidad docente que plantea inseguridades y puede ser fuente de conflicto. En un interesante trabajo Bullogh (2000) plantea que el proceso de convertirse en profesor no es claro como lo fue en otras épocas y esta situación se da ya que coexiste una realidad social como la que venimos describiendo, con vestigios del pensamiento moderno que, resultan cuanto menos, anacrónicos. El debate acerca de si la escuela en la actualidad puede seguir pensándose como aquel lugar de la modernidad en términos de integración social, no puede quedar al margen de la pregunta acerca de “integración a qué”. Los discursos que circulan en el espacio social tienen un impacto en la forma de sentir, actuar y ver el mundo de los sujetos. Es por ello que prestar especial atención a los contenidos de los discursos sociales nos puede dar algunos elementos para entender las formas singulares de apropiación por parte de los actores sociales. BIBLIOGRAFÍA Arroyo, M. (2001) “Educación en tiempos de exclusión”. En Gentili y Frigotto (comp.): La ciudadanía negada. 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Sociología de las violencias en las escuelas. Miño y Dávila, Buenos Aires, 2006. 435 Kaplan, Carina: “Las nominaciones escolares: ¿Alumnos pobres o pobres alumnos?”, en Cuaderno de Pedagogía Rosario, año VII, Nro. 12, Agosto 2004, Libros del Zorzal, Rosario. Pp. 65-78. Elias, Norbert (1995) Mi trayectoria intelectual, Barcelona: Península. Elias,N (2003) “Ensayo acerca de las relaciones entre establecidos y forasteros”, Reis, No. 104, 219-255. Elias, N (1987) El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Madrid: Fondo de Cultura Económica. Elías, N. La civilización de los padres y otros ensayos, Bogotá, Norma, 1998. Goffman, E. (1995): "Estigma. La identidad deteriorada". Amorrortu editores. Buenos Aires, (1°edición 1963) Tenti Fanfani, E (1999) “Civilización y “descivilización”. Norbert Elias y Pierre Bourdien, intérpretes de la realidad social contemporánea”. Revista Sociedad, No. 14, Facultad de Ciencias Sociales. UBA. Buenos Aires Roudinesco, E. La familia en desorden, Fondo de Cultura económica, 2000. 436