Cambiar Desde Adentro: Meditación Vipassana en la Reclusión de Mujeres de Pereira La ley dice que una de las funciones de la pena es la resocialización. Supuestamente, el propósito de enviar a una persona a una cárcel a cumplir una condena no es solamente castigarla. Se la envía a la cárcel a que cambie de vida. Si llevaba una vida de vicio, la idea es que en la cárcel aprenda a vivir honradamente. Muchas personas encuentran difícil cambiar de vida, no solamente en la cárcel. Pero en la cárcel las condiciones para el cambio pueden ser más duras. Aunque algunas reclusas estudian y trabajan, muchos de los complejos que una persona tenía desde antes de llegar a la cárcel siguen ahí, incluso después de salir libres. Para algunas, la experiencia de la privación de la libertad profundiza los complejos internos. En la cárcel, muchas personas se encuentran con un sufrimiento del que pareciera que no se pueden liberar. Vipassana, una técnica de meditación milenaria, le ha dado la oportunidad a muchas personas de cambiar sus vidas, incluidas a aquellas que están en la prisión. Les ha dado las herramientas para liberarse del sufrimiento. Vipassana le ha permitido a esas personas cambiar desde adentro, en todo el sentido de la palabra. El cambio más profundo, el más auténtico, es el cambio hecho desde dentro de una misma. Y ese cambio es posible hacerlo desde dentro de la cárcel. La práctica de Vipassana se remonta a la India. Hace más de 2500 años, Sidarta Gotama, llamado el Buda (Buda quiere decir el iluminado), encontró una forma de purificar la mente mediante la práctica de la meditación. Aunque tuvo muchos seguidores, con el paso del tiempo la pureza de la práctica se perdió. En Birmania, sin embargo, fue conservada todo el tiempo. En ese país, un empresario de origen indio llamado S. N. Goenka tomó un curso de diez días que cambió su vida para siempre. Goenka descubrió que la causa de sus males eran las impurezas de su mente y que la meditación Vipassana era el método para purificarla. Luego de haber tomado muchos cursos, su maestro, Sayagi U Ba Khin, le permitió ir a enseñar Vipassana a otras personas. Goenka no se contentó con enseñar cursos en varios lugares de la India y luego en otros países. Él también se propuso enseñar Vipassana en las prisiones porque sabía que mucha gente privada de la libertad iba a sacarle el jugo a la práctica de la meditación, que muchos presos y presas iban seriamente a cambiar su vida, y que lo iban a hacer desde adentro. En muchos sentidos, las condiciones de la cárcel son adecuadas para la práctica de la meditación. Los monjes que meditan en monasterios lo hacen en celdas. En la cárcel, cada presa tiene asignada la suya. Desde luego, para hacer un curso de meditación se requieren de ciertas condiciones adicionales, pero en principio la cárcel puede ser un buen lugar para la práctica meditativa. Esto fue lo que entendió la directora de la Reclusión de Mujeres de Pereira. Ella había oído hablar de Vipassana. Incluso envió a una guardiana y a una trabajadora social a un curso de diez días a Medellín para que conocieran de primera mano en qué consistía esta técnica para liberarse de profundos complejos. La experiencia de la guardiana y de la trabajadora social fue tan positiva que la directora se convenció que un curso de meditación podría traerle beneficios a muchas de las internas. Con la ayuda y el entusiasmo de un grupo de meditadores de la ciudad de Pereira, se iniciaron los preparativos para el curso que se realizó a finales de marzo. 45 reclusas se inscribieron y 36 de ellas concluyeron el curso de diez días. Eran mujeres entre 18 y 53 años, de varios lugares del país, de distintos niveles de educación, tipo de sentencia y tiempo trascurrido en la cárcel. Sin embargo, al término de la experiencia, todas confiesan que permanecer con los ojos cerrados, sin ningunca clase de comunicación verbal o visual con las demás, y sin moverse, es extremadamente difícil, pero todas sienten que haberlo logrado las fortalece, les aumenta su autoestima, el respeto de las demás y el respeto hacia las demás. Los testimonios obtenidos al final del curso son muy elocuentes: … es la experiencia más importante que he tenido desde que estoy en la cárcel…, no sabía que la mente fuera tan poderosa…, nunca antes había estado dentro de mí…, no imaginaba cómo vivir por fuera de la cárcel y ahora tengo una esperanza …., me siento más liviana…., he podido perdonar…., he entendido que no solamente existo yo…, ahora sé que el pasado ya pasó y el futuro depende de cómo viva el presente…. El trabajo que realizaron, el de purificar la mente, no es fácil. Es uno de los trabajos más arduos. Es, quizá, el más difícil. El curso tiene una agenda pre-establecida muy exigente, que es igual en todos los países del mundo. A las 4:30 de la mañana comienza la primera meditación. A las 9:00 de la noche concluye la última. Desde luego, hay intervalos para tomar el desayuno, el almuerzo y una merienda por la tarde, así como para descansar entre meditación y meditación. La práctica continua durante los diez días es la clave del éxito. Quienes practican concienzudamente logran ver los cambios en su interior y pueden ver cómo esos cambios se proyectan hacia el exterior; pueden ver cómo su vida cambia y cómo todo cambia alrededor, incluido todo lo que hay dentro de la cárcel. De verdad, ¿de qué sirve estar libre si uno lleva una cárcel por dentro, la de sus complejos y la de su sufrimiento? Vipassana permite que todos los reclusos, los que están dentro de la cárcel y los que están por fuera de ella, puedan romper las cadenas de su sufrimiento mediante la purificación de la mente. El curso en la Reclusión de Mujeres de Pereira es el primero en Colombia. En Tihar, en India, ya hay un centro permanente para personas privadas de su libertad y el gobierno de ese país estudia la posibilidad de crear más centros en otras prisiones. Otros lugares donde se han realizado cursos son la prisión de Lancaster Castle, Inglaterra; la prisión de Nueva Zelandia; en Tailandia y Taiwán. En los Estados Unidos se han realizado cursos en el centro de reclusión NRF (por sus siglas en inglés) de Seattle, en la cárcel de San Francisco y en el centro correccional de máxima seguridad W.E. Donaldson, en Alabama. De los cursos en India y en Estados Unidos ya hay varios documentales. Uno de ellos, el documental de India, ya tiene subtítulos en español. Siguiendo los pasos del NRF de Seattle, precursora del proceso en los EEUU, se ha encontrado que los reclusos “participan más en otros programas de la prisión, consiguen relacionarse mejor entre ellos y con el personal, siguen mejor las reglas y con menos resistencia y mejoran las relaciones con sus propias familias”. Algunos presos que han terminado su sentencia, han tomado cursos adicionales. Muchos trabajan y viven con más paz interior. Algunos otros están participando con éxito en centros de rehabilitación de droga o de alcohol. Para ser una meditadora Vipassana y cosechar los beneficios de la práctica de purificar la mente no hay que convertirse en budista, ni hay que cortarse el pelo ni dejárselo largo. No hay que ponerse túnicas blancas ni hacer invocaciones ni nada por el estilo. Se requiere sí llevar una vida honesta, siguiendo unos preceptos básicos; concentrar la mente y cultivar la sabiduría que se obtiene con la práctica. En la cárcel de Pereira, las estudiantes del primer curso han continuado la práctica de la meditación Vipassana por su propia cuenta. Tienen el apoyo del grupo de meditadores de esa ciudad que, una vez a la semana, asiste a una meditación en grupo en la Reclusión de Mujeres. Cada una de las meditadoras ya comenzó su propio cambio: el que cada una hace desde adentro. COMO APRENDER LA TECNICA DE VIPASSANA La técnica de Meditación Vipassana se enseña en cursos de retiro de diez días durante los cuales los participantes aprenden la técnica y practican suficientemente como para experimentar sus beneficios. Todos los cursos impartidos en el mundo son idénticos. Cuentan con un protocolo detallado que incluye la meditación guiada directamente por el Profesor Goenka a través de una grabación original en inglés, traducida consecutivamente en el idioma de cada país y la presencia de un profesor(a) asistente que preside el curso, apoyada por estudiantes antiguos que prestan distintas funciones de servicio. No se cobra por los cursos, ni siquiera para cubrir los gastos de comida y alojamiento. Todos los gastos son sufragados por donaciones de personas que, habiendo completado un curso, han experimentado sus beneficios y desean dar a otros también la oportunidad de beneficiarse. Hay numerosos Centros en el mundo: India y el resto de Asia; Norte América; América Latina; Europa; Australia/Nueva Zelandia. Adicionalmente, fuera de los Centros, se realizan con frecuencia cursos de diez días en recintos provisionales en otros lugares organizados por estudiantes de Vipassana locales. En Colombia, se dictan cursos dos veces al año en Bogotá y Medellín: junio- julio y Noviembrediciembre. Para información: http://www.dhamma.org/es/bycountry/la/co.shtml