Tercera Parte El Dios-que-dialoga, lo malo y el sufrimiento de los inocentes domingo 14 de abril: síntesis 2 domingo 5 de mayo: entrega de la síntesis 3 (hasta las 22:00 por el buzón, tod@s) (impreso: lunes 6 de mayo [depende de lo que pida el ayudante]) Temas 12. 15 de abril: Experiencias del mal en la vida 13. 17 de abril: El sufrimiento del inocente: escándalo para la fe bíblica 14. 22 de abril: Aproximación bíblica el enigma del mal (Gn 2—3; Sab 2—3) 15. 24 de abril: Superación del mal I (perspectiva bíblica): La respuesta divina a la respuesta humana (la Justificación) 16. 29 de abril: Superación del mal II (perspectiva bíblica): La fe (respuesta humana a Dios salvador) Presentación La imagen del ‘Dios-que-dialoga’ debe pasar por el crisol de la experiencia del sufrimiento y de lo malo y proponer algún ángulo de comprensión para esa realidad. Por una parte, todos hacemos la experiencia de lo malo, como víctimas y como autores. Incluso nos descubrimos víctimas de nuestra propia propensión a dañar a las personas, como algo inevitable (como señala Pablo en Romanos 719: ‘no hago el bien que quiero y hago el mal que no quiero’). Y también experimentamos el sufrimiento de los inocentes, desgracias que ‘no pueden ser’, que ‘Dios no debería permitir’. Por otra, la imagen del Dios-que-dialoga sostiene que la iniciativa divina es solamente buena y que la respuesta (divina)-a-la-respuesta (humana) es sólo de salvación y vida, incluso para el pecador. Como señala, bien explícitamente, Hebreos (214 “Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al que tiene poder para matar, es decir, al diablo”), Dios sólo puede dar vida: quien tiene poder para matar es el diablo. Quien es la Vida no puede ser origen de muerte ni mal (en otras palabras: eso que experimintamos como Vida, es a eso mismo que llamamos Dios). Es, precisamente, a través de la muerte, del miedo a la muerte, que el diablo actúa en la vida de las personas, en la historia (2,14b “…para aniquilar mediante la muerte al que tiene poder para matar, es decir, al diablo, 15 y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud”). La fe cristiana, al poner las cosas en estos términos, toma el camino más difícil para entender la experiencia humana tocada por la esclavitud que nace del miedo a la muerte, al sufrimiento, a la maldad. ¿Cómo conciliar la bondad absoluta de dios, justo y poderoso, con la realidad escandalosa del sufrimiento y la violencia, de los actos malos? Sería más fácil creer en un dios que, al menos, negocia con el mal. O en la presencia de un dios malo junto a uno bueno. O, finalmente, de un dios malo (al decir ‘dios’ pensamos en alguna realidad trascendente, capaz de intervenir en el mundo para orientar a los hombres hacia solamente el bien, y no quiere hacerlo). Como dice Buda: “Si a su amplio poder ningún límite lo puede contener, ¿Por qué rara vez su mano se extiende para bendecir?” Buddha -Jataka libro XXII Tercera parte: El Dios-que-dialoga, lo malo y el sufrimiento de los inocentes 2 El Concilio Vaticano II se plantea esas preguntas, que son las que exigen respuesta de parte de la Iglesia a tantos hombres y mujeres que claman a un cielo que les parece silencioso (cf. Albert Camus, La Peste): “… ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio?” (GS 10) (citado por Juan Pablo II en Dives in Misericordia 10). ¿Qué habría que decir al respecto desde las afirmaciones propias de la imagen del Diosque-dialoga? Hoy no es posible seguir creyendo seriamente, de manera adulta y propia de hombres y mujeres del s. XXI, si no se abordan con rigor y a fondo las preguntas planteadas: cómo creer en un dios bueno que deja que sus creaturas tengan que soportar tan intensos dolores, tantas injusticias, que deja que cometan las peores atrocidades. No es raro que las respuestas que se proponen desde la fe no pasen de ser una petición de fe en principios incomprensibles y superficiales frente al tema, creer en razonamientos que se limitan a ponerle nombre a las cosas, sin ayudar a conocerlas y a vivir la experiencia humana como experiencia también de Dios. Como si la razón que pregunta, dada por Dios, no fuese un modo de interpelación divina. La Biblia no esquiva la crisis de fe que nace de la experiencia de la violencia y el sufrimiento. En esta parte trataremos de ver cómo diversas tradiciones, y también la Sagrada Escritura, recogen el grito humano ante el mal, hasta el de Jesús en la cruz (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”), como interrogante puesta a Dios, a su bondad, su existencia (en la cruz, es finalmente Dios –Jesucristo– quien pregunta a Dios). Y cómo, desde dentro, propone también respuestas. Si la iniciativa divina y la respuesta-a-la-respuesta son solamente buenas, el mal sólo puede darse al interior de la respuesta humana libre, al interior de la Historia. El mal tiene su raíz en el pecado, la respuesta humana negativa al proyecto humanizador de Dios. De igual manera, también la superación del mal pasa por la libertad humana que decide unirse a Dios y su proyecto. Objetivos El alumno será capaz de: 1. Reconocer y distinguir diversas situaciones de mal (físico) (mal inocente) y maldad (mal moral) (mal responsable y culpable) y sus interpretaciones en diversas tradiciones religioso/filosóficas, Reconocer y distinguir mal personal y estructural. 2. Proponer preguntas que la realidad de la maldad y del sufrimiento plantean a la vida y a la imagen del Dios-que-dialoga. 3. Contrastar diversas interpretaciones de las situaciones de mal (su origen y superación), con la propuesta bíblica sobre esa realidad. 4. Aplicar los conocimientos adquiridos al contenido de una película indicada con anterioridad, a través de a) un trabajo elaborado en grupo que relacione críticamente los elementos estudiados con el contenido de la película y de b) una ‘reacción personal’ que los aplique a un tema relacionado con la carrera que estudia. [Se trata de un trabajo en grupo. La síntesis se realiza entre todos, respondiendo a la pregunta/tema propuesto. La reacción personal la hace cada uno, relacionando la síntesis con algún tema relacionado con la carrera; para calcular la nota: el puntaje de cada uno en esta parte se promedia y se suma al puntaje obtenido en la síntesis propiamente tal.]