Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: semanariovirtual@viva.org.co www.viva.org.co La fusión Partido Verde-Progresistas: oportunidad política para liderar un proyecto de gobierno de centro izquierda en Colombia Álvaro Villarraga Fundación Cultura Democrática Tras configurar un fenómeno de opinión política coyuntural contra corrupción y en defensa de lo público en las pasadas elecciones presidenciales surgió el Partido Verde pero no logró consolidarse como proyecto político al sufrir un acelerado desgaste en medio de la división, la dispersión de sus líderes y corrientes y la carencia de una definición programática coherente. Sin embargo, en la coyuntura reciente, vertientes de centro y centro izquierda a su seno derrotaron las posiciones de derecha, de forma que aprobaron unificarse con el movimiento Progresistas, hecho que despeja una perspectiva de su reconformación como proyecto político de centro izquierda, el cual podrá recuperar el importante espacio político ocupado en el pasado reciente por importantes franjas de la izquierda democrática. En efecto, a finales del mes pasado el IV Congreso del Partido Verde aprobó la fusión con el movimiento Progresistas con base en una resolución con formulaciones generales de carácter programático, el retiro de la coalición de gobierno, el respaldo a la alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá y la preparación de un tipo de consulta hacia definir su candidatura presidencial, una vez se conozca la decisión del presidente Santos con respecto a su posible candidatura para aspirar a la reelección. El movimiento Progresistas, conformado por un sector proveniente del PDA que agrupa varias vertientes, acumula el éxito político de lograr la alcaldía en Bogotá, a pesar de ser afectado por las dificultades de sus propios problemas de gestión y de la radical oposición en su contra de sectores de poder tradicional que recurren a todo tipo de maniobras en su contra. El reconocido liderazgo de Antonio Navarro y las posibilidades de retoma de una dinámica nacional importante de éste sector, pueden significar una valiosa contribución a la recuperación del proyecto político unificado ahora definido. Durante estos años los sectores integrantes del Partido Verde se fueron disgregando sin haber logrado conformar un proyecto partidista coherente. Antanas Mokus, fue la principal figura de la llamada “ola verde” y candidato presidencial del entonces naciente Partido Verde, quien brilló por su innegable transparencia y el eco que tuvo su llamado a la defensa de lo público en rechazo al clientelismo, la ilegalidad y la corrupción presentes en la cultura política colombiana. Sin embargo, a pesar de haber logrado la segunda votación tuvo un pronto desgaste político al dejar en evidencia serias debilidades en su discurso, la comprensión política de temas nacionales de alto interés e incapacidad de conducción adecuada del proyecto emprendido. En una digna actitud ante la alianza del Partido Verde con el uribismo se marginó de este proyecto político y en buen grado de la actividad política en el pasado reciente. Lucho Garzón en dirección a su marcado sectarismo contra toda expresión de la izquierda, de la cual provenía, se alió con Enrique Peñalosa de forma que en la aspiración de éste a la alcaldía de Bogotá establecieron un acuerdo con el ex presidente Uribe y su sector político de extrema derecha, en una equivocada lectura de las circunstancias políticas locales y nacionales, lo cual ocasionó la derrota y un serio debilitamiento del proyecto político del Partido Verde. El presidente Uribe vivía al momento un creciente desgaste ante las consecuencias ocasionadas por los rasgos autoritarios de su mandato, sus lamentables efectos en términos de derechos humanos, las crecientes denuncias sobre casos de corrupción en su administración e innumerables evidencias y procesos jurídicos en curso por cargos de narcotráfico y el paramilitarismo que lo comprometen junto con muchos de sus familiares, allegados y aliados. Entre tanto, el triunfo electoral de Gustavo Petro con el naciente movimiento Progresistas puso de nuevo de presente que la ciudadanía de la capital del país se inclina a las opciones renovadoras, transparentes y a las apuestas de la izquierda democrática. Entre tanto, Enrique Peñalosa perfiló con claridad un discurso favorable al modelo neoliberal, la privatización generalizada de lo público, la aproximación a las propuestas programáticas del uribismo, el expreso rechazo a las vertientes de izquierda que reivindican la equidad social y la militancia junto con las corrientes más retrógradas en busca de revocar el mandato al alcalde Petro en Bogotá. Por su parte, Sergio Fajardo al concurrir con su movimiento Compromiso Ciudadana al Partido Verde ofreció la opción de extender orgánicamente sus posibilidades a Antioquia y aportó una vertiente de centro comprometida con la transparencia, la defensa de lo público y una inclinación progresista en el tratamiento de los asuntos políticos. Sin embargo, también tomó distancia de la alianza con el uribismo, al cual derrotó con notable éxito en Antioquia al conseguir la gobernación de ese departamento, en un hecho con notoria repercusión política positiva. Su sector, a pesar de estar presente en los acercamientos y preparativos del congreso referido y de que la fusión producida estaba prevista con su participación, decidió marginarse, ante la pervivencia de diferencias y en consecuencia con unas posibilidades políticas que cosecha con más fortaleza desde una dinámica regional reclamada con justeza. El Partido Verde venía con una marcada fractura interna entre las posiciones de centro derecha representadas en su anterior presidente, el representante Prada, en el ministro consejero Lucho Garzón y en el representante de la élite social y política a su seno Enrique Peñalosa, de forma que en respuesta a la fusión Verde-Progresista, anunciaron el retiro del proyecto político reconformado, la permanencia en el gobierno adoptando su programa de centro derecha y en rechazo y señalamiento injusto contra el movimiento Progresista, al calificarlo como supuesta expresión solo de los líderes provenientes del M19. A propósito de ello es de advertir que tanto en el Partido Verde como en Progresistas militan desde sus orígenes personas de esa proveniencia como de otras vertientes diversas, incluidas aquellas que proceden de los procesos de paz –M19, EPL, CRS y otras-, como expresión de pluralidad y de ejercicio político asumido por tales sectores desde un marcado compromiso con la civilidad, los avances constitucionales conseguidos, los propósitos de transformación democrática y el marcado empeño en aportar a la construcción de la paz. Vale destacar la importante labor y liderazgo conseguido al seno del Partido Verde por la representante a la Cámara Ángela Robledo, quien junto con otros integrantes de tal proyecto político han delineado una línea de actuación desde el centro político proclive al entendimiento con la izquierda democrática y en ruptura con las posiciones contrarias a la reivindicación social y al avance político progresista. De tal forma, resultan coherentes sus posiciones y explicables muchas convergencias con el progresismo, en torno a temas como al profundización democrática a todo nivel, la defensa del medio ambiente, los derechos humanos, la solución política y la paz y el alinderamiento en contra de las posiciones militaristas, elitistas y retrógradas del espectro político. Queda entonces para la fusión Partido Verde – Progresistas, el reto de forjar un proyecto político coherente de centro-izquierda, con pluralidad pero con claridad en compromisos programáticos y con estrategias políticas con tal proyección. El panorama político en la actual coyuntura resulta ser una ventana de oportunidad al respecto. Si bien el gobierno nacional de manera positiva adelanta el proceso de paz con la insurgencia es marcado su desgaste ante las ambivalencias, insostenible la orientación de su política económica y social para un proceso de paz sostenible y explicable su reacción de ataque público ante la fusión comentada al perder un aliado que defendía sus posturas y perfilarse una opción independiente que con su acción, paradójicamente puede ser su mejor emulación y competencia, para que obre en consecuencia con las demandas en democracia, en lo social y en lo político para el logro de un exitoso proyecto de paz democrática. En perspectiva política por diversos factores y situación de abierta rivalidad no es previsible una alianza entre la extrema derecha uribista y el centro derecha que encarna el proyecto presidencial, de forma que la izquierda tradicional hoy representada en los sectores que quedan agrupados en el PDA y el surgimiento de nuevas vertientes como Marcha Patriótica -cercana a la UP y al PCC-, sectores comprometidos con las posibilidades del proceso de paz, y la izquierda democrática, en buen grado ahora representada por la Alianza Partido Verde-Progresistas, junto con otros sectores independientes como Compromiso Ciudadano, Pido la Palabra, la ASI y sectores sociales e indígenas, entre otros, pueden ser factor decisivo y configurar una opción de poder, que incida para hacer factible una aspiración de gobierno de centro izquierda en Colombia. Edición N° 00372 – Semana del 11 al 17 de Octubre de 2013