[En: Adrian Bieniec, Szilvia Lengl, Sandrine Okou, Natalia Shchyhlebska (eds.), Rem tene, verba sequentur! Gelebte Interkulturalität. Festschrift zum 65. Geburtstag des Wissenschaftlers und Dichters Carmine/Gino Chiellino, Dresden, Thelem, 2011, pp. 141-153.] Sobre la literatura ectópica (*) Tomás Albaladejo (Universidad Autónoma de Madrid) tomas.albaladejo@uam.es I. Un poema árabe escrito en España, en Al-Ándalus, en el siglo VIII expresa la tristeza y la añoranza de Abderramán I, el primer emir de Córdoba, que, como la palmera que él ha plantado en los jardines de la Arruzafa, está lejos de su patria: Tú también eres ¡oh palma! en este suelo extranjera. Llora, pues; mas siendo muda, ¿cómo has de llorar mis penas? Tú no sientes, cual yo siento, el martirio de la ausencia. Si tú pudieras sentir, amargo llanto vertieras. A tus hermanas de Oriente mandarías tristes quejas, a las palmas que el Éufrates con sus claras ondas riega. Pero tú olvidas la patria, a par que me la recuerdas; la patria de donde Abbas y el hado adverso me alejan. (Von Schack, 1867-1871: capítulo II) (*) Este trabajo es resultado de investigación llevada a cabo en el proyecto de I+D+i “Retórica cultural”, de referencia FFI2010-15160, concedido por la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España. 1 La palmera es muda, pero el poeta tiene voz y es con su voz como expresa la tristeza de estar ausente de la tierra propia, del lugar habitual, la lejanía del territorio asiático, recordado, añorado desde el Occidente. La palmera no habla, pero la construcción condicional de prótasis y apódosis contenida en los versos «Si tú pudieras sentir, / amargo llanto vertieras […]» plantea la hipótesis del sentimiento y de la voz de la palmera, la cual, de no ser muda, se quejaría y enviaría sus quejas tristes a sus hermanas las palmeras regadas por el Éufrates. La palmera se convierte así en un trasunto literario del poeta que escribe fuera de su lugar, lejos de él, y lo recuerda con tristeza. La relación entre los lugares es clave, tanto para el poeta como para la palmera; ambos están lejos de su tierra y el poeta expresa su propio sentimiento y el hipotético sentimiento de la palmera. Se da una dialéctica espacial entre el espacio de origen y el espacio en el que se está, en el cual se recuerda dicho espacio de origen y se escribe la obra. El gran arabista español Emilio García Gómez ha sido consciente de la relevancia que en este poema escrito fuera del lugar de procedencia de su autor tienen la palmera, también extranjera, y la forma poética en la que está compuesto1. Un dato importante que hay que tener en cuenta es que Abderramán (que sería después Abderramán I) llegó de Siria a España, a Al-Ándalus, huyendo de los abbasidas. II. La literatura necesita el espacio y el tiempo para su producción, para su comunicación y para su recepción en interpretación. Tanto el espacio como el tiempo pueden acoger de manera más o menos puntual o de manera dilatada la producción 1 Emilio García Gómez escribe: «Y el Islam dio a España la lírica clásica, la qasida del desierto. Cuando Abd al-Rahman I, al venir de Siria, cantaba a la palmera que plantó en Córdoba: ¡Oh palma! Tú eres, como yo, extranjera en Occidente, alejada de tu patria, no sólo eran extranjeros el príncipe y la palmera, sino también la poesía en la que la cantaba.» (García Gómez, 1971: 23-24; cursiva original). 2 literaria. Pero a veces el espacio de la creación literaria no es el que se podía esperar que fuera, el espacio propio o el espacio habitual del sujeto de la escritura, de quien lleva a cabo la creación literaria. Como Carmine Chiellino (2001) ha explicado, las palabras de la literatura pueden ser parole erranti, palabras que van de un lugar a otro, que pasan de una cultura a otra, que son producidas e interpretadas en contextos de la multiculturalidad y la interculturalidad y se enriquecen en su viaje a la vez que enriquecen los espacios por los que pasan y a los que llegan. La literatura tiene su tópos, el lugar en el que es producida y con el que mantiene una relación de adecuación fundamentada por el aptum retórico, que rige todas las relaciones en el discurso y las que se mantienen desde el discurso. “Literatura ectópica” es una expresión que puede ser utilizada para denominar la literatura que ha sido escrita por autores que se han desplazado de su lugar de origen a otro lugar, implicando ese desplazamiento en muchos casos inmersión en una realidad lingüística distinta de la de origen e incluso cambio de lengua. Es la literatura que es producida fuera del lugar propio, fuera del espacio o territorio, en sentido geográfico y también en sentido cultural, en el que ha nacido o se ha formado el sujeto productor de dicha literatura. Es la literatura que está fuera del que sería su tópos propio y se sitúa en otro tópos, que también es lugar, espacio, pero distinto del previsible. Es la literatura que, a falta de su territorio habitual, encuentra otro territorio; es ectópica en relación con el tópos primero, el habitual. El título de las memorias de Edward Said, Out of Place (Said, 1999), puede ser tomado como un patrón para esta literatura, la cual, sin embargo, es más antigua, habiendo producido sus primeras obras en diversos momentos históricos; es, por ejemplo, en la obra de José Blanco White, emigrado de España a Inglaterra en el siglo XIX. Los seres humanos han migrado históricamente y han creado obras literarias en nuevos espacios, distintos de sus lugares de origen (Castaño, 2004; Albaladejo, 2008). Así, podemos hablar de “autor ectópico” y de “obra ectópica” como expresiones relacionadas con la literatura ectópica. En la actualidad, la producción de obras de literatura ectópica es relativamente frecuente; las migraciones están presentes en el mundo actual en todos los continentes y permiten el establecimiento de relaciones entre diferentes culturas, diferentes lenguas y literaturas. En la obra literaria ectópica hay elementos que proceden de la cultura de origen y elementos que tienen sus raíces en la cultura de llegada, produciéndose un hibridismo que no es ajeno a la constitución de la literatura, sino, antes bien, propio de ésta, que está abierta a influencias de diferentes culturas, especialmente cuando es 3 literatura producida en un lugar distinto del que podría considerarse habitual, por un desplazamiento espacial, que también es cultural (Albaladejo, 2007a). En la literatura ectópica pueden observarse diversos campos y adoptarse diferentes perspectivas. En principio, es necesario tener en cuenta factores como el país de origen y el país o países de acogida, la lengua de origen y la lengua adoptada, en su caso, distinguiendo entre los casos en los que ha habido cambio de lengua y los casos en los que dicho cambio no se ha producido. Igualmente la nacionalidad de origen y la de acogida y asimismo los casos en los que no se ha producido un cambio de nacionalidad han de ser tenidos en cuenta. También conviene tener en cuenta el factor consistente en la edad a la que se ha producido el desplazamiento, pues en relación con dicha edad está el carácter más o menos voluntario de la adopción de una lengua o la inmersión o ausencia de ella, incluso su mitigación, en la cultura de llegada y el mantenimiento más o menos intenso de rasgos de la cultura de origen. La complejidad del fenómeno de la literatura ectópica hace necesario tomar en consideración estos factores, así como llevar a cabo todas las matizaciones que sean oportunas para dar cuenta de la producción literaria fuera del lugar propio o habitual de quien escribe, con el fin de elaborar una estructura de explicación de esta literatura, cuyas diferencias internas son suficientes para no considerarla un conjunto homogéneo y cerrado. De este modo, podrían distinguirse, sin que ello suponga exhaustividad, al menos las siguientes posibilidades de literatura ectópica, en las que me sitúo en una perspectiva establecida a partir de las obras escritas por los autores de literatura ectópica, los cuales pueden tener, a su vez, diferentes situaciones al ser posible que escriban unas obras dentro de alguna de las posibilidades y otras obras dentro de otra de las posibilidades: 1) Obras escritas por escritores ectópicos en la lengua del país de acogida. Es un caso que se da con cierta frecuencia. El autor no escribe en su propia lengua o deja de escribir en ella y escribe en la lengua del lugar al que llega. Se produce entonces un desplazamiento que tiene la complejidad de ser geográfico, cultural y lingüístico. Es, por ejemplo, el caso de Under the Western Eyes de Joseph Conrad. Uno de los principales autores de literatura ectópica es precisamente este escritor. Nació como Józef Teodor Konrad Korzeniowski en Berdichev (entonces en el Imperio Ruso y actualmente en Ucrania), en una familia de cultura polaca, vivió en varios países y se estableció en el Reino Unido, siendo el inglés, lengua aprendida, su lengua de escritura literaria. Su lugar de nacimiento no pertenecía a Polonia políticamente cuando él nació, aunque sí era Polonia cultural y lingüísticamente, y tampoco en la actualidad es parte de 4 Polonia; cuando él nació porque Polonia, tras su desaparición política en el siglo XVIII, aún no había sido restaurada como estado y en la actualidad porque ese lugar es ahora parte de Ucrania. Es también el caso de las obras escritas por Elias Canetti en alemán en Austria o en la Suiza de lengua alemana, siendo el judeo-español su lengua materna, su Heimsprache, su lengua residencia. La elección de la lengua (Ruiz Sánchez, 2003a) es decisiva para la situación de la obra y del propio sujeto de la escritura. 2) Obras escritas por autores ectópicos en su propia lengua en países cuya lengua es la misma. Es el caso de la poesía escrita por Juan Ramón Jiménez en Puerto Rico durante el exilio o el de la obra escrita por José Ricardo Morales en Chile. En estos casos se produce un desplazamiento espacial, pero no lingüístico, si hacemos caso omiso de las variedades diatópicas que las lenguas presentan y que no son de gran relevancia al respecto, al primar sobre ellas el hecho de que se trata de la misma lengua. No hay que descartar en estos casos un desplazamiento cultural, por las variedades culturales que se dan en los espacios de las lenguas muy extendidas. 3) Obras escritas por autores ectópicos que mantienen su propia lengua como lengua de escritura en un país cuya lengua es distinta. Es, por ejemplo, el caso de la novela The Guardian of the Dawn, escrita por el norteamericano Richard Zimler, que reside en Portugal. 4) Obras escritas por autores ectópicos en una tercera lengua diferente tanto de la lengua materna del autor como de la lengua del lugar en el que escribe. Por ejemplo, la novela Les Bienveillantes, escrita en francés por el norteamericano Jonathan Littell, residente en Barcelona. Es también el caso de Party im Blitz, escrita en alemán en Inglaterra por Elias Canetti, cuya lengua materna era, como es sabido, el judeo-español. Estas posibilidades forman una serie abierta, dada la complejidad y la amplia casuística de la literatura ectópica. No constituyen una clasificación exhaustiva, sino, más bien, unas líneas básicas sobre las que situar la literatura ectópica, la cual se desarrolla de diversas formas, de tal modo que podría pensarse en otras posibilidades o en combinaciones de posibilidades. Así, el caso de autores como Samuel Beckett, escritor irlandés cuya lengua materna era el inglés y que escribía en francés, pero también en inglés. Por otro lado, las obras de Elias Canetti se sitúan en más de una posibilidad, dependiendo de que su lengua de escritura literaria, que es distinta de su lengua materna, coincida o no con la lengua del lugar en el que escribe como autor ectópico (Albaladejo, 2005; 2007b; 2009a). 5 La complejidad de la literatura ectópica lleva a plantear un conjunto de tareas de interés para su estudio. Una de ellas sería la profundización en la explicación del concepto lengua de escritura literaria utilizada por los autores ectópicos, planteando sus diferencias con la lengua de escritura no literaria, en el caso de que sea distinta una de otra en un escritor. Se añade aquí la necesidad de tener en cuenta la posibilidad de que un escritor emplee más de una lengua de escritura literaria. Por otro lado, es necesaria una explicación lo más exhaustiva posible del concepto de lengua del espacio de llegada o acogida, al ser variadas las situaciones lingüísticas de los distintos países y convivir en muchos de ellos varias lenguas. También es importante prestar atención a los casos de literatura ectópica en los que el autor se ha desplazado a varios países en los cuales ha escrito obra literaria ectópica, como es el caso de Elias Canetti. Es de interés, en este sentido, plantear el hecho de que un espacio de llegada y acogida, una vez que el autor ectópico se ha habituado a él, puede acercarse a lo que es un espacio propio y funcionar como tal respecto de un desplazamiento posterior. Ello sin descartar que el país al que llega y en el que se establece un escritor ectópico pueda convertirse en un espacio que para él sea realmente un espacio propio. Piénsese, por ejemplo, en el caso del español Max Aub, nacido en París de padres alemanes en 1903, que se desplaza a España en 1914 y que, como escritor español, tras pasar por Francia, Argelia y Marruecos, se exilia en México en 1942. Las causas del desplazamiento de un país a otro, de una cultura a otra, con cambio de lengua o sin él, han de ser tenidas en cuenta para entender y explicar diferentes situaciones. Así, por ejemplo, el desplazamiento de François Cheng de China a Francia no puede ser equiparado al desplazamiento de Jonathan Littell de Estados Unidos a España. Como he señalado, la edad en la que se produce el desplazamiento es un factor importante, que ha de ser tenido en cuenta; es clave, por ejemplo, en el caso antes mencionado de Max Aub en su desplazamiento de Francia a España. También lo es en los desplazamientos de Elias Canetti, nacido en Ruse (Bulgaria) en una familia sefardí; en su infancia fue a vivir a Manchester en 1911 y, tras la muerte de su padre, pasó de Manchester a Viena en 1912 y de allí a Zurich en 1916. El caso del escritor y filósofo hispano-norteamericano George Santayana (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana Borrás), nacido en Madrid en 1863, que llegó a Estados Unidos desde España con su padre en 1872, ofrece un gran interés, por ser uno de los principales filósofos norteamericanos y escritores en lengua inglesa, también por haber mantenido durante todo su vida la nacionalidad española y por haber tenido un doble desplazamiento, ya 6 que en 1912 viajó a Europa, donde tuvo estancias en París, Oxford y Ávila, ciudad que, junto con Madrid, había sido su espacio vital durante los primeros años de su vida, y también en Roma, ciudad en la que residió y en la que murió en 1952. Pero el carácter de escritor ectópico de Santayana no puede explicarse adecuadamente, teniendo en cuenta todos sus rasgos y peculiaridades, si no se da la importancia que tiene a la temprana edad con la que se fue a vivir a Estados Unidos. Y, por supuesto, su segunda condición de escritor ectópico en Europa, en el país de su nacimiento, España, en otro país cuya lengua, el inglés, es la que era su lengua en Estados Unidos y su lengua de escritura, y en otros países, Francia e Italia, con lenguas distintas de su lengua original y de su lengua de acogida en su primera migración, de España a Estados Unidos. La evolución y el desarrollo de los medios de transporte y también de las telecomunicaciones obligan a replantearnos la configuración de la literatura ectópica. La situación de un autor que hace un largo viaje en barco, de semanas de duración, entre su país de origen y el país de acogida no es comparable con la situación de quien en la actualidad puede recorrer en horas distancias que antes se recorrían en semanas o en meses y que, además, una vez en el espacio de llegada o de acogida puede estar perfectamente comunicado con su espacio de origen y con otros espacios. De acuerdo con esto, surge la cuestión de si podemos considerar como literatura ectópica la actividad de creación literaria (y los resultados de la misma) que se ha llevado a cabo en un lugar distinto del habitual sin que en el desplazamiento hayan influido causas o circunstancias de carácter político, económico o social, que proporcionen un carácter involuntario al desplazamiento hacia el lugar de acogida y que impidan bien el retorno en cualquier momento en el que se desee regresar al lugar de procedencia, bien una comunicación con él absolutamente libre. Si en este sentido tomamos en consideración casos como los dos de los que voy a tratar brevemente a continuación, difícilmente podríamos hablar de literatura ectópica plena respecto de ellos. Uno es el de Jaime Salinas, editor y autor de Travesías. Memorias (1925-1955), que desde 1960 pasaba parte del año en Islandia. Otro es el del escritor holandés Cees Nooteboom, que reside durante períodos en España y en Alemania, además de en su país natal. En ninguno de estos dos casos nos referiríamos a su escritura literaria como literatura ectópica, a pesar de haber sido escrita en un lugar diferente del espacio de origen del autor. El que Jaime Salinas, nacido en Argelia, hijo del poeta Pedro Salinas, y Cees Nooteboom en su escritura fuera de su lugar hayan seguido teniendo como lengua literaria el español y el neerlandés, respectivamente, sin duda contribuye a que su literatura no sea considerada 7 plenamente ectópica, junto al importante factor consistente en que sus desplazamientos a un lugar diferente del de origen o del habitual son voluntarios y no forzados por persecuciones por motivos políticos o por necesidades económicas; a ello se añade un factor antes mencionado, la facilidad de los transportes y de las comunicaciones. En el ámbito de la literatura ectópica no plena podríamos situar también las obras de Zimler y de Littell, a quienes me he referido anteriormente. En un mundo globalizado como el actual, en “the global village” de Marshall McLuhan, la distancia y también la diferencia entre el lugar de origen y el lugar de llegada o acogida quedan reducidas y mitigadas por la tecnología, la extensión de unos determinados modos de vida más allá de los lugares en los que han surgido, en definitiva, por elementos que se puede pensar que hacen más pequeño el mundo en tanto en cuanto hacen menos diferentes, a pesar de que sigan siéndolo, las partes que lo integran. La literatura ectópica está relacionada con la migración como resultado o consecuencia de ésta, lo cual puede ofrecer un apoyo a la distinción entre literatura ectópica asentada sobre unas determinadas condiciones de abandono del lugar de origen y literatura que, aunque escrita en otro lugar, en un lugar distinto del habitual, podría haber sido escrita sin problemas en el lugar de origen, esto es, la que no consideramos plenamente ectópica. Como hemos visto anteriormenre, las fronteras entre una y otra no son fáciles de trazar; si en el caso de Jaime Salinas y Cees Nooteboom nos parece que no ha habido factores que obliguen a los escritores a desplazarse en contra de su voluntad, es verdad que su escritura es una escritura fuera de lugar, si bien sin dificultades para el retorno a su espacio habitual. La elección de la lengua siempre es problemática y no es infrecuente una situación de diglosia entre lengua íntima, con escritos en ésta que no se hacen públicos, y lengua pública. En el caso del escritor libanés Amin Maalouf (Castellani, 2005), en cuyo desplazamiento a la situación de guerra del Líbano se unió la cuestión de la lengua, el cambio del árabe por el francés como lengua de comunicación pública. A partir del conocimiento del árabe y del francés por Maalouf, la inicial relación entre una y otra lengua, en la que la langue d’ombre es el francés, frente a la langue de lumière que es el árabe en sus años libaneses, se transforma en la relación inversa en sus años en Francia (Maalouf, sine anno). Las diferencias culturales existen aunque muchas comunidades o sociedades se ven unidas por un hilo globalizador que las conecta, sobre todo en virtud de la 8 tecnología del mundo contemporáneo, tan importante para la era de la información, en palabras de Manuel Castells (1997-1999). Por ello, aun en los casos de diferencias menos intensas entre culturas, siempre hay multiculturalidad, que en el caso de los escritores ectópicos se proyecta en interculturalidad (Chiellino, Hrsg., 2000; Ruiz Sánchez, 2003b), al no quedar inertes las culturas que son puestas en contacto, sino que dinámica y dialécticamente se filtran en la obra, dándose en muchos casos, más que una filtración, una cimentación de la escritura ectópica. En su complejidad, la noción de literatura ectópica no puede desligarse de la de migración, en tanto en cuanto aquélla y ésta comparten los rasgos semánticos de espacio y de movimiento (o desplazamiento), explícito en ‘migración’ e implícito en ‘ectópica’. La literatura ectópica está en muchos casos relacionada con el conflicto y con el postconflicto (Demaria, Wright, 2006), cuyas situaciones empujan a los seres humanos a migrar, a buscar otros espacios distintos del propio o del habitual. Conflicto y postconflicto contribuyen así al desplazamiento en busca de nuevos espacios que no sean hostiles para quien en ellos busca refugio y cuya voz se hace literatura out of place, fuera del lugar en el que el sujeto de la escritura habría deseado escribir en condiciones normales. III. La necesidad del espacio para la literatura es la que hace que la pérdida del tópos que sería propio sea compensada con el hallazgo de un nuevo tópos, de un tópos de acogida que el autor puede hacer propio, puede adquirir. En el lugar de acogida, la literatura sigue siendo ectópica respecto del lugar de origen, pero en el de acogida las raíces pueden penetrar con fuerza en la nueva tierra, en el nuevo tópos. Como sucede con la obra de Joseph Conrad en el espacio inglés, con un arraigamiento que no habría sido posible sin la adquisición como propia de la lengua inglesa por el escritor polaco. La literatura del desplazamiento, en su búsqueda de lugar, no solamente encuentra espacios geográficos, sino también lingüísticos y culturales. Para la literatura de autores que se desplazan, que migran, la lengua es también un tópos. Una vez asumida como propia una lengua distinta de la lengua materna, lengua de procedencia, o fortalecida la conciencia de la lengua materna si ésta se mantiene como lengua de escritura, autores 9 que abandonan el espacio geográfico propio encuentran en la lengua el espacio de residencia que necesitan. La lengua como tópos se convierte en un espacio en el que el autor habita al margen de los espacios geográficos; es el caso de Elias Canetti, cuya elección de la lengua alemana como lengua de escritura, a la que no es ajena la influencia de su madre y la intensidad de las clases de alemán que le da en el viaje desde Inglaterra a Austria tras la muerte de su padre en Manchester, le permite conquistar una parte del espacio familiar que antes le había estado vetado, el de sus padres y sus conversaciones en alemán como lengua de alcoba, como lengua que los hijos no entendían: «Meine Eltern untereinender sprachen deutsch, wovon ich nichts verstehen durfte. Zu uns Kindern und zu allen Verwandten und Freunden sprachen sie spanisch.» (Canetti, 2004: 17). El alemán como lengua de escritura se convierte para Canetti en un tópos transversal, más allá y por encima de los diferentes tópoi geográficos (incluso culturales) en los que el propio escritor haya estado o llegue a estar. Y contribuye a poner las bases de una cartografía transcultural (McGuirk, 2008). Durante sus años en Inglaterra, el alemán es el espacio literario, el territorio, en el que Canetti vive, su verdadero lugar de residencia, dándose, de este modo, una interesante dualidad respecto de su territorialización en conexión con el desplazamiento. En 1938, a causa del Anschluß, Canetti se desplazó desde Austria a París y desde allí a Londres; vivió en Inglaterra muchos años y obtuvo la nacionalidad británica en 1952; desde Inglaterra se trasladó en los años 70 del siglo pasado a Zurich, donde murió en 1994; el desplazamiento de Canetti en su huida de los nazis le llevó a un territorio de acogida, el Reino Unido, en el que vivió en los años de la II Guerra Mundial y posteriores, de tal modo que podemos decir que el autor de Die Blendung se expatrió, se desterritorializó para territorializarse en el Reino Unido, pero —y por ello la dualidad— se mantuvo en el mismo territorio lingüístico que tenía en Austria, en la lengua alemana como tópos que llevaba consigo a cualquier lugar al que fuera. Así, Canetti vive en la lengua (Albaladejo, 2005) como lugar, como espacio, como territorio que se proyecta transversalmente, transculturalmente, constituyendo su residencia como lengua de creación literaria a pesar de su desplazamiento. Constituye así la lengua un tópos en el que el autor se encuentra, a pesar de ser autor ectópico y a pesar de ser ectópica la obra creada fuera del lugar habitual, porque la lengua se convierte para él en residencia, en patria, en tierra-casa, tierra que habita, constituye su Heimatland. 10 IV. Al estudio de la literatura ectópica puede contribuir la Retórica cultural (Albaladejo, 2009)2, ya que ésta está centrada en la construcción persuasivoconvincente de todos los discursos, tanto literarios como no literarios, como parte de las construcciones culturales, y, entre otros aspectos del discurso y la comunicación, se ocupa de la adecuación entre la obra literaria o el discurso en general y todos los componentes de la propia construcción discursiva y comunicativa, en conexión con la categoría central de la adecuación comunicativa, el aptum, mencionada anteriormente. Cuestiones como la del contexto de producción y el contexto de recepción de la obra, la del código o lengua en la que la obra es escrita, la de la conexión entre autor y receptor, etc. están situadas en el ámbito del aptum y son altamente sensibles a hechos como el que el autor escriba en un lugar que no es el propio o que utilice una lengua distinta de su lengua materna. La Retórica cultural atiende al análisis y a la explicación de los mecanismos que dentro del discurso, dentro de la obra, sostienen y configuran la dimensión persuasivo-convincente del discurso literario y del no literario, mecanismos que, en su posición dinámica bidireccional son por un lado interiorización, intensionalización, textualización de la dimensión externa del texto, de su relación con el contexto, con el productor, con el receptor, pero también son proyección desde el texto en sí hacia su funcionamiento comunicativo, literario, expresivo, en la relación poiético-hermenéutica entre autor y lectores (también oyentes y espectadores) y, como consecuencia de ésta, en la inserción del discurso, de la obra literaria, en la sociedad como parte de su configuración cultural. Desde el momento en el que intervienen diversos espacios, diversas lenguas, diversas culturas, esta configuración es multicultural e intercultural. Los temas, la presencia de elementos de la cultura de origen y de elementos de la cultura de llegada en la obra literaria, los receptores ideales de la obra, el grado de intensidad de la apelación a éstos, etc. son objeto de estudio de la 2 La Retórica sin adjetivos, tanto clásica como contemporánea, contiene los elementos que hacen de ella una Retórica cultural. No obstante, he propuesto la expresión Retórica cultural con el fin de destacar y enfatizar el componente retórico de la Retórica y su participación en la cultura como constituyente de la sociedad y de las actividades que hacen posible la existencia y el funcionamiento de ésta, teniendo en cuenta en este sentido que para el humanista Juan Luis Vives, iustitia (la justicia) y sermo (el lenguaje en discurso) son los fundamentos de la sociedad humana (Vives, 1531: 47v; 1998: 90). 11 Retórica cultural dentro del objetivo de ésta de explicitar y explicar la dimensión persuasivo-convincente de la obra literaria como construcción cultural y su posible desglose en persuasión y convicción (Perelman, Olbrechts-Tyteca, 1989: 55 ss.) según cuál sea la intensidad de la intención de mover a hacer o a adherirse a los planteamientos de la obra. En relación con esto hay que tener en cuenta una noción asociada a la de literatura ectópica como es la de lectura ectópica —lectura ectópica propiamente dicha, pero también lectura de la literatura ectópica—, noción que está relacionada con el espacio hacia el que se dirige la poiesis con los presupuestos de que en él se va a llevar a cabo la lectura y también con la cuestión de quiénes son los lectores, pero también a quién se está dirigiendo central o principalmente el autor de la obra de literatura ectópica, a los lectores de su lugar de origen, a los de su lugar de acogida, a unos y a otros o a un receptor universal. La cuestión de la lengua vuelve a ser decisiva en este aspecto y se vincula con la actividad de traducción, que, siempre necesaria para que la comunicación literaria sea efectiva sin la limitación de los conocimientos de la lengua, puede ser imprescindible para los lectores del lugar de llegada o para los del lugar de origen según cuáles hayan sido las decisiones del autor ectópico en cuanto a la elección de la lengua. La traducción, que, desde una perspectiva retórica, hay que considerar como actividad que contribuye al aptum, tiene una instauración histórica que puede conectarse con la Retórica cultural y no puede dejar de ser tenida en cuenta en el estudio de la literatura ectópica. V. El interés por la literatura ectópica no se da sin atención a la literatura toda, a sus diferentes formas y a sus distintas circunstancias. Una perspectiva teórico-literaria y comparatista puede hacer que conozcamos mejor la literatura por medio de la explicación de los elementos comunes y diferenciales existentes entre esta literatura y la que no ha sido escrita por autores que han tenido que hacer desplazamientos espaciales con influencia en su escritura literaria, en su inventio o hallazgo referencial, en su transformación del referente en organización temática y en expresión literaria que culmine la actividad poiética y haga comunicable la obra. Mirar hacia la literatura ectópica y tratar de explicarla en su constitución textual y referencial, en su producción 12 y en su recepción, en sus relaciones contextuales, en la lengua utilizada, etc. permite no sólo conocer mejor esta literatura, sino también la literatura que no es ectópica, examinando lo mucho en común que tienen y lo mucho que las diferencia. La perspectiva comparada, activada gracias al componente de comparación que actúa en campos de estudio muy diversos y, por supuesto, en el de los estudios literarios, también es importante en el interior de la literatura ectópica, dadas las diferentes posibilidades de la misma, como se ha expuesto más arriba. Asimismo, el estudio de la literatura ectópica permite tener en cuenta a autores y obras que, por su vinculación con más de una cultura (Ruiz Sánchez, 2003b), con más de un país o territorio, con más de una lengua, son difícilmente clasificables, si lo que se pretende es situarlos en una sección o apartado perfectamente delimitado. Por otro lado, y en relación con la dificultad de clasificación, el estudio de la literatura ectópica se sitúa en el ámbito de la idea de la Weltliteratur como superación de los límites de las literaturas nacionales, como explicó Goethe a Eckermann en la conversación que mantuvieron el 31 de enero de 1827. 13 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. 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