Resumen de la información sobre el “Lleó de Bocairent”: Entre las muchas publicaciones técnicas referidas al “lleó de Bocairent”, hay dos artículos publicados en Programas de Fiestas de San Blas, ambos titulados “El León de Bocairente”: El de Francisco Vañó Silvestre, en 1963, y el de Enrique Plá Ballester, en 1968. Francisco Vañó era investigador y no arqueólogo, por lo que su exposición se basa exclusivamente en datos de terceros, como los de Enrique Pla Ballester, de Tramoyeres Blasco y otros. En su artículo aporta puntos de vista y opiniones personales totalmente válidas, aunque estuvieran menos contrastadas. ------------------------------------La información más completa y técnica es la que proporciona Enrique Plá Ballester, en una narración que resume una gran parte de las conclusiones a las que llegaron los especialistas de la época. Tras una exposición científica de antecedentes, Enrique Plá, citando al entonces propietario del terreno, D. Vicente Calabuig y Carra, catedrático de la Universidad de Valencia, describe que el lleó “…apareció a mediados del siglo pasado desmontando cierto terreno para hacer una balsa, al pie de una colina (la Lloma de Galbis) donde nace una fuentecilla denominada la Malladeta partida de la Sierra, próxima a la fuente dels Brulls, que da origen al río Vinalopó”, y sigue: “.. hallóse quebrada en dos grandes trozos y otro pequeño, y no pudo encontrarse el correspondiente a las patas delanteras. Parece probable que la rotura no fue casual, sino intencionada y costosa, pues la piedra es durísima, del país, llamada vulgarmente de la Cordillera o de la Solana." Continúa diciendo: “Por otros autores de primeros de siglo se dijo que formaba parte de un templo, cuyos restos se descubrieron y cuya planta podía adivinarse entre los matorrales que cubrían el suelo, pero el erudito valenciano don Luis Tramoyeres, que visitó el lugar, no se atrevió a afirmar nada en concreto respecto al supuesto templo. Con posterioridad ha sido frecuentemente visitada la Lloma de Galbis, con muy pocos resultados prácticos, y en ella no se han efectuado nunca excavaciones científicas que pudieran aclararnos los muchos problemas que el hallazgo de tan importante pieza escultórica ha venido planteando. Sólo, como veremos, en el Museo Municipal de Alcoy se conservan unas cerámicas procedentes del yacimiento, sin que sepamos si, además de ellas, se ha encontrado alguna cosa más y, en tal caso, ignoramos su paradero”. El Lleó, considerado desde el principio una pieza de gran relevancia, produjo una interesante confrontación de opiniones sobre su origen y su “edad”, porque el hallazgo coincide con el primer apogeo de los estudios ibéricos. Era una época en la que científicos internacionales recorrían Europa en nombre de los grandes museos, como El Louvre, tratando de adquirir piezas para aumentar sus fondos. Así, el sabio francés Pierre Paris, opinó que “la simplicidad de la concepción artística y el hecho de hallarse en territorio que consideraba tartésico(*), y por !o tanto ocupado por gentes filohelénicas” definían al Lleó como “un derivado local del arte arcaico griego”. Sin embargo, años después, son científicos españoles con gran experiencia en el arte y la cultura ibérica, entre ellos Ramos Folqués, que realizaba trabajos de campo en Elche, los que llegaron a la conclusión, difícilmente discutible, de que: “la gran escultura ibérica de la Contestania y Bastetania - es decir, el grupo de esculturas que se encuentran en yacimientos de las actuales provincias de Murcia, Albacete, Alicante y sur de la de Valencia -, deja precisamente de producirse en el siglo III y tiene su momento de esplendor hacia la mitad del siglo IV. A esta época pertenecen, pues, el "león de Bocairente", la Dama de Elche, la esfinge de Agost, etcétera. Respecto a la pieza de Bocairente, a pesar de que no se hayan realizado excavaciones en la Lloma de Galbis, tenemos una confirmación de su cronología gracias al hallazgo en este lugar de dos fragmentos de cerámica griega, cuyas fotografías acompañamos. Pertenecen a un kylix (*) ático (**) de figuras rojas y se distingue, en su cara externa el resto de una escena en la que se representarían tres personajes masculinos cubiertos con un manto -el himation- y enfrentados dos de ellos. Esta cerámica ha sido clasificada por la doctora Trías de Arribas, especialista en vasos griegos, como del siglo IV a. de C., fecha que por comparación con las piezas escultóricas de Elche dábamos antes para el "león", encontrado en el mismo lugar que estos fragmentos de cerámica”. En resumen: Todos coinciden en que se trata de una escultura propia de la cultura helenística, del siglo IV a. de C., muy similar a una encontrada en Focea (Antigua Grecia, actual Turquía), esculpida en la zona del hallazgo y que, probablemente, formaba parte de la decoración de una casa principal, de un monumento funerario o de un templo importante, lo suficiente para tener un “guardián” de tanto nivel como el León de Bocairent, que, posiblemente, fuera pareja de otro no encontrado. A partir de aquí vienen las especulaciones sobre lo que fue, ó las fantasías sobre lo que pudo ser • Lo que hoy es término municipal de Bocairent debió de ser un punto de especial interés para comerciantes de la época. No en vano el Barranc de la Fos, el cauce del Clariano y la Valleta eran, prácticamente, los únicos accesos entre las montañas de Ontinyent y Xátiva, y la altiplanicie de Banyeres hasta Villena, en el camino de ida o de regreso del mar, en Alicante. • Como decía anteriormente, todos los autores coinciden en que las figuras de león aparecen frecuentemente como elementos decorativos, entre otros, en monumentos funerarios o en casas de gran porte. • La zona del hallazgo, la ladera sur de una loma situada no lejos del camino que transcurriría, aproximadamente, por la carretera actual, debió tener una gran importancia y un especial significado en aquella época, hasta el punto de que no es descabellado suponer la tercera alternativa: Que el lleó formara parte de la decoración de un templo. • Y, por otra parte, es casi impensable que un templo de estas características, si se construyó, fuera un edificio solitario y aislado. Lo lógico es suponer que, o bien fue el edificio emblemático de una población (****), o que, al menos, habrían edificaciones anexas destinadas a los sirvientes y sacerdotes, y para alojar a los peregrinos que lo visitaran. • El hecho de que la cabeza del león presente una leve desviación del cuello hacia la derecha permite fantasear con que la pieza encontrada formara parte de un conjunto de dos leones, guardianes de una entrada que miraran hacia el centro del paso, como lo hacen habitualmente este tipo de figuras, los leones de las Cortes Españolas, por ejemplo. Las figuras animalísticas de otro tipo de monumentos, los funerarios por ejemplo, suelen presentar un aspecto más estático (… el hieratismo de otras esculturas..”, como dice Plá Ballester), con la cabeza y la mirada dirigida hacia el frente. Aunque no aporta valor científico al análisis, no puedo por menos que transcribir la excelente y casi poética descripción que Enrique Plá Ballester hace del “león de Bocairente”: “El animal se halla tendido, con las patas traseras dobladas bajo los cuartos posteriores y, al parecer, debía tener las delanteras extendidas hacia el frente; la cola está metida entre las patas y asoma su extremo por encima de la garra izquierda; la cabeza presenta un aspecto extraño a consecuencia de haber perdido las orejas y el extremo delantero del hocico, pero permite ver la buena talla en la comisura de los labios y en las líneas representando los pelos del bigote. El cuerpo, de línea suave, tiene marcadas las costillas mediante ligeras ondulaciones, y el cuello, largo y esbelto, apenas si deja entrever la melena, finamente grabada. Una leve desviación, hacia la derecha, del cuello y de la cabeza dan a la pieza una sensación de viveza que contrasta con el hieratismo de otras esculturas y con la pesadez del cuerpo. El conjunto sugiere fuerza y vida, a pesar de las mutilaciones que el transcurso de los siglos le ha causado”. José Luis Martínez Angel Nota añadida después de la excursión del 15 de abril de 2012: Algunos excursionistas me preguntaron por el origen de los íberos y de la cultura ibérica. En mi opinión, basada en textos de estudiosos de la materia, los íberos no fueron una etnia que apareció de pronto y se asentó en la actual Península Ibérica, especialmente en el sur y el sureste de la península ibérica, (nombre que le dieron los fenicios, precisamente porque fueron ellos sus primeros contactos de nuestras costas). Los íberos fueros la resultante de los pueblos del Eneolítico y de la Edad del Bronce y de las aportaciones de los grupos indoeuropeos, que a principios de la Edad del Hierro atravesaron los Pirineos y se asentaron en diversos territorios hispánicos. Nunca se reconocieron como nación y su organización, tipo celta, se basaba en asentamientos urbanos independientes, controlados por un sistema de autoridad civil y religiosa (tipo poblado de Asterix, si me permitís la broma) que se desarrollaron de forma desigual hasta que en gran parte de la zona aparecieron dos formas culturales (la fenicia primero y la griega después) que aceleraron y perfeccionaron la agricultura y las industrial locales (les instruyeron en el cultivo de la vid y el olivo, y en la extracción y aprovechamiento de minerales y materias primas), para servir de intermediaros comerciales en una asociación que favoreció a los dos pueblos: los íberos fabricaban productos acabados (aceite, vino, utensilios, etc.) o extraían minerales, que vendían a los fenicios para que estos, a su vez, los negociaran con otros pueblos. Naturalmente este contacto provocó una simbiosis con las culturas más desarrolladas, y los íberos asimilaron rápidamente parte de las costumbres de sus nuevos socios, dando origen a una cultura local, la ibérica, que reproducía lo que aprendió de ambos pueblos, y especialmente de los griegos en sus manifestaciones artísticas. Así pues lo importante no fue la presencia de los íberos en nuestras tierras, porque eran sus habitantes seculares, sino la aparición de esta nueva forma cultural, la ibérica, desconocida en la Europa occidental y que interesó enormemente a los eruditos de principios del siglo XX. También me preguntaron cuando y porqué desapareció esta cultura. Mezclando lo que conozco y lo que imagino, los cartagineses arrasaron a los tartesios de Andalucía, pueblo muy desarrollado incluso antes de la llegada de los fenicios, precisamente porque había sido grandes aliados de sus enemigos los griegos, pero, seguramente, no hay demasiados casos de otros enfrentamientos armados. Lo que debió ocurrir es que, una vez que la cultura del comercio prevaleció a la del saqueo y pillaje, los pueblos civilizados, y los íberos de la zona lo eran sin ninguna duda, perdieron la necesidad de vivir fortificados ó en puntos elevados fáciles de defender, y decidieron bajar a los valles, creando asentamientos mayores cerca de los caminos principales, donde podían realizar sus intercambios ahorrándose gran parte de los desplazamientos y evitando así un enemigo común que ya existiría y continuó, prácticamente, hasta nuestros tiempos: los bandoleros y saqueadores de caminos. Así pues la cultura no desapareció: simplemente evolucionó, se fusionó con la de los nuevos visitantes, especialmente romanos y árabes, y siguió su camino hasta las formas actuales en las que se pueden identificar claramente la influencia de cada uno de ellos, tanto en las costumbres, como en la agricultura, la industria, la organización social, las formas del comercio, la música y el resto de las expresiones artísticas. Comentaba con los otros excursionistas un ejemplo muy reciente: a los “maseros” de la Mariola, actualmente desaparecidos, no los expulsó nadie; fueron bajando de la montaña, sobre todo, porque los grandes adelantos en la locomoción les evitaban vivir en las masías, con los graves problemas de aislamiento, asistencia sanitaria o educación de los hijos. Viviendo en el pueblo, y con la ayuda de su “moto” o su furgoneta, también llegaban en unos minutos a los campos o a las masias donde estaban depositados sus tractores o el resto de aperos de labranza.. * La civilización tartésica estuvo localizada en la zona bética, por lo que es difícil suponer que llegaran a tener peso e influencia en esta zona de la montaña levantina, aunque es cierto que los tartesos fueron los primeros que recibieron el asesoramiento de los fenicios, especialmente en la elaboración del aceite y del vino, y también en la utilidad de minerales y otras materias primas, con los que crearon una red comercial que se extendía por todo el mediterráneo. También los griegos, mucho más amantes de las artes, llegaron con posterioridad a estas costas. Lo probable es que fenicios y griegos contactaron directamente con los habitantes de nuestro territorio, influyeron también en sus usos y costumbres, y los integraran como proveedores de sus numerosos clientes, por lo que no es imprescindible que pertenecieran al mundo “tartésico” para poder considerarlos “filohelénico” ** Tipo de copa para beber usado en la Antigua Grecia *** Gentilicio de Ática, una región de Grecia. **** Algunos bocairentinos amantes de la historia y la naturaleza y conocedores del terreno, como Rafael Doménech o Marcelino Sempere, me aseguran que en esta zona se apreciaban claramente los restos de una muralla después de que un incendio forestal eliminara la maleza y el monte bajo. Es una opinión a tener en cuenta, pero sin constatación científica Se recomienda la lectura del artículo de Enrique Plá Ballester, publicado en el programa de San Blas 1968, bien desde el propio programa, o accediendo al siguiente enlace de la página web de Aculliber: http://www.aculliber.com/val/documentos/img_BBDD/1033/El%20Leon%20Iberico.PDF IMÁGENES: La primera se corresponde al estudio titulado “Ensayo de Definición Arqueológica de las Etnias Prerromanas de Andalucía”, de Raquel Lacalle Rodríguez. Como indica el título es un trabajo orientado al estudio de las etnias de Andalucía, pero enlaza con algunas zonas del levante. En cuanto a las esculturas animalísticas contiene láminas de hallazgos de caballos, toros, leones o animales fantásticos. En la lámina correspondiente a la página 17 se localizan las “esculturas de león ibérico”, y hay dos grandes grupos: El correspondiente a Andalucía, y el del sureste de la península. De este segundo grupo, los que más nos interesa es el arco formado por los números 1, 2, 3, 5, 6 y 7 correspondientes a descubrimientos en Sagunto, Corral de Saus (de Moixent), Bocairent, La Alcudia (Elche), La Escuera (San Fulgencio - Alicante) y El Molar (Abarán - Murcia), con una desviación al punto 4, correspondiente al Tossal de la Cala (zona de Benidorm). En ambos casos están marcando rutas terrestres interiores entre las costas al norte y el sur del cabo de La Nao. Evidentemente la mayoría de los yacimientos son de gran entidad y se descubrieron figuras humanas o de diversos tipos de animales (Elche Moixent, etc.), pero a nosotros nos interesan especialmente las figuras de toros. ---La figura 2 corresponde a la página 93 de la “historia Universal” de Jesús P. Martínez y Oscar Pérez Tello, y representa las colonias fenicias en el mediterráneo, en la que se aprecian las de Andalucía, y las del sureste mediterráneo hasta las costas de Valencia