LA IDENTIFICACION DE DIALECTOS EN EL CASTELLANO AM ERICANO D. LINCOLN CANFIELD Desde la publicación del Cuestionario lingüístico hispa­ noam erican o de Tomás Navarro en 1945 (Instituto de Filo­ en muchas partes de América durante su vida aventurera. U n investigador norteamericano, preocupado por el logía) crece por m om entos el interés en las manifestaciones dialectales del castellano americano. Desde esa época se han problema taxonómico, se puso a examinar el asunto desde otro punto de vista. El profesor M elvyn C. Resnick en su escrito muchos artículos y varios libros sobre aspectos del P honological Variants and Identification in Latin Am eri­ can Spanish (The Hague, 1975), se propuso examinar la to­ español de A mérica, y se han ocupado profesores e investi­ gadores con la descripción de la fonología, la sintaxis, y el léxico de ciertas variedades del español de las repúblicas talidad de los datos sobre la fonología del castellano ameri­ cano, y luego, empleando una técnica de distinciones bina­ iberoamericanas y los EE. UU. rias (rasgos distintivos), analizó esta totalidad, formando Se aprecia la cantidad de estas obras en la Bibliografía de la lingüística española de Homero Serís (Bogotá: Instituto Caro,y Cuervo, 1964), y se nota que hay tres grupos prin­ unidades de contraste. Cada distinción crea automática­ m ente dos unidades dialectales, y cuando se agrega otro cipales de estudiosos en este sentido: los hispanoamerica­ nos, los españoles, y los norteamericanos. Muchas de las que con 16 rasgos distintivos se crean 272 posibles varieda­ des de español americano. Por ejemplo, la /r/ es vibrante investigaciones se han llevado a cabo en centros de estudios superiores como el Consejo Superior de Investigaciones o no lo es (contraste que existe entre El Salvador y Guate­ m ala, por ejemplo), o la /s i final de sílaba es sibilante o no Científicas de España, el Instituto Caro y Cuervo de Colombia, el Colegio de México o el antiguo Instituto de lo es (contraste que existe entre México y Cuba—y otros muchos lugares). Los contrastes se indican con los signos Filología de Buenos A ires, y en los Estados Unidos ha sido preocupación de individuos o de universidades estatales o particulares tales com o Buffalo, Illinois, Texas, California, matemáticos más (+ ) y menos (—). En varios cuadros el autor presenta elementos fonoló­ Harvard, Corneli, Rochester, a veces costeados los trabajos con becas Fulbright. distinguibles. La presencia del elemento que parece ser más común recibe el signo más (+ ) y cualquier otra pronun­ Con el interés citado, se aprecia entre ciertos grupos un cambio general de actitudes hacia toda la cuestión de lengua, ciación el signo menos (—). Así con los cuatro fonemas dialecto, corrección, etc., y se siente una disposición más objetiva respecto de distinciones. Sin embargo, gran parte del público americano todavía piensa en términos normati­ se pronuncia como sibilante final de sílaba; recibe el signo m ás, si no, recibe el signo menos (puede ser aspirada o ceceosa). Para la /r/, si es vibrante, recibe signo más, si se vos, y se cree todavía que las academias formulan las reglas pronuncia asibilada o velar, recibe signo menos. La /x/ y que la autoridad suprema es el Diccionario de la Real aspirada recibe + y la velar —, y la /V que perdura en con­ A cadem ia. traste con la /y/ en ciertas regiones, recibe el signo más. Donde se han nivelado en [y], se indica con menos. Con estos cuatro fonemas y las combinaciones de sus po­ Con el estudio y la descripción del idioma de tan alejadas regiones del antiguo imperio español surge naturalmente cierto deseo de clasificar y de poner en grupos, de formar zonas contiguas. Al tratar de resolver estos problemas ta­ xonómicos, se encuentran dificultades; es decir, aunque se forman casi por sí zonas léxicas, en materia de fonología y de sintaxis pueden asemejarse regiones de los extremos opuestos del vasto territorio americano. El voseo, por ejemplo, está más arraigado en el Río de la Plata y en Centroamérica. La pronunciación del español ecuatoriano se­ rrano es más sem ejante a la de México que la mexicana a ia de El Salvador, que está a unos pasos de México. Las inves­ tigaciones del profesor Luis Flórez indican que hay muchas diferencias dialectales dentro de Colombia. Así es que la es­ tructura rara vez corresponde a la entidad política. El hecho histórico es que la conquista y población de América por españoles es empresa bastante moderna y se contraste se dobla el número de unidades hasta tal punto gicos del español americano que tienen variantes bien /s/, /?/, /x/, l / J se forman alternativas: en el caso de /s/, si sibles variantes se señalan 16 "dialectos," y agregando otros cuadros de otros fonemas con sus variantes regionales o sociales, se señalan muchas posibles combinaciones. Resulta ser que en materia de pronunciación y sintaxis no hay zonas geográficas contiguas. Como he indicado en La pronunciación del español en América (Instituto Caro y Cuervo, 1962), hay indicios de que los factores son más bien históricos y se relacionan con movimientos políticos, m igratorios, comerciales, y con la facilidad y frecuencia con que podían realizarse estos movimientos, dados los obstá­ culos de índole topográfica. Es decir, se trata de grados de facilidad de comunicación. La importante obra de Peter Boyd-Bowman, Indice geobiográfico de cuarenta m il pobladores españoles de A m é­ rica en el siglo XVI, I (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, ha llevado a cabo con una rapidez vertiginosa para la época, 1 964); II (M éxico: Editorial Jus, 1968), nos presenta por y en un ambiente de nacionalismo y religiosidad. Las líneas de comunicación eran tenues, y varios de los con­ primera vez un análisis detallado de los orígenes penin­ sulares de los pobladores de América, utilizando datos de quistadores y exploradores más destacados se encuentran muchas fuentes. No sólo se da cuenta del origen de los po­ bladores, sino a dónde van en América, y en términos de profesiones, quiénes eran. Según las cifras de BoydBow m an, predominaban andaluces, y en las provincias modernas de España serían Sevilla, Huelva, Badajoz, y después de 1519, Sevilla, Badajoz, Cáceres, Toledo y Sa­ lamanca. varias, a base de factores no geográficos. Aunque muchos de los rasgos corresponden indirecta­ m ente a condiciones topográficas, no se puede decir que los lugares de la m isma altura son del mismo dialecto, porque en la diacronía andaluza se verifican varios cambios y porque las condiciones de comunicación con la Metrópoli Para señalar el predominio de Andalucía, México recibió la m ayor parte de sus elementos europeos de las provincias de Sevilla, Badajoz y Toledo, y esto es m uy típico de gran parte de Hispanoamérica. De las m ujeres, más de la mitad eran de la misma provincia de Sevilla. son múltiples y complicadas. En general, los lugares lejos de las rutas de comercio mantienen carácter andaluz del A sí es que no hay duda de la rúbrica andaluza y extreme­ ña en la población de América, pero ¿cuáles son los orígenes Ecuador, y entre Argentina y Centroamérica, y en ciertas cosas Bogotá se parece a Guatemala, y Cuba a Guayaquil. de las diferencias que se encuentran hoy día? Como no se form an en zonas geográficas ni se forman a base de fronte­ cos para los investigadores del porvenir. siglo xvi. Los territorios en las mismas rutas de comercio reciben cambios que surgen después, en el siglo xvn y aun en el xvm . A sí es que hay semejanza entre México ÿ el Estos y otros casos presentan problemas sociolingüísti- ras nacionales, tiene que haber otra taxonomía, o tal vez Southern Illinois University