UNIDAD IV: PSICOLOGÍA SOCIAL POSTMODERNA

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UNIDAD IV: PSICOLOGÍA SOCIAL POSTMODERNA
Surgimiento de la idea de la postmodernidad y su relación con la psicología
social
Tal como lo menciona Garrido y Álvaro (2007, pag.450), “a continuación se
presenta un movimiento heterogéneo, cuyas fuentes psicológicas, sociológicas y
epistemológicas no son en todos los casos coincidentes, pero todos los que aquí
militan comparten su insatisfacción frente a la psicología social tradicional de
origen psicológico, tanto en sus planteamientos epistemológicos como en sus
enfoques teóricos y recursos metodológicos”. Según Collier y cols. (1991, citados
en Ovejero, 2000), es preciso comprender bien la crisis originada por la crítica al
neopositivismo y las que siguieron en la década de los setenta y parte de los
ochenta para entender bien el surgimiento de la Psicología Social Postmoderna.
Esta crisis tiene sus raíces en las reacciones al neopositivismo de los años
sesenta, y en concreto a las transformaciones que sufrió la sociedad americana a
lo largo de esa década, y que se podrían resumir en el fuerte contraste que
supuso la larga prosperidad económica que en los Estados Unidos siguió a la
Segunda Guerra Mundial, y luego la Guerra de Vietnam y sus secuelas
(hundimiento de la economía norteamericana, inflación galopante, etc.).
El neopositivismo (llamado también Círculo de Viena, neoempirismo, positivismo
lógico), se refiere al grupo de discusión formado por Schlick, Frank, Feigl, Hahn y
Neurath alrededor de los años 20’s, en torno a los problemas epistemológicos,
relacionados con la defensa del empirismo, el rechazo de la metafísica y una
orientación unificadora de la Ciencia tanto en sus lenguajes como en sus métodos.
Este movimiento se expandió y se llegó a crear la Sociedad para la Filosofía
Científica en Inglaterra. Se alimentó de las tesis positivistas y de la doctrina
empírico-criticista de Erns Mach que afirmaba que los hechos de la experiencia
constituían el fundamento ultimo del conocimiento, así como de los postulados de
Bertrand Russell y Wittgenstein. Para este último, todas las cuestiones filosóficas
– sobre todo las metafísicas - carecían de sentido si se las examinaba a la luz de
un análisis lingüístico. Con esto, se excluyó de la investigación científica todo
hecho extralingüístico y se depuró a la filosofía de una gran cantidad de pseudoproblemas, y de paso se sustentó la unidad de las Ciencias, delimitando y
construyendo hasta un lenguaje propio que descartara toda ambigüedad y error.
Esta postura, unida a la situación de crisis de Norteamérica al final de los años
60’s, provocó el final del sueño americano y del Estado del Bienestar,
radicalizando y polarizando a la sociedad, provocando el surgimiento de
movimientos sociales pacifistas (Ej. hippies), contraculturales, feministas, etc.
Todo ello llevó a que una serie de ideas, que ya defendían autores como los de la
Escuela de Francfort, comenzaran a extenderse por toda América y hasta Francia
(Ej. Mayo 68), haciéndose probable y generalizándose una serie de valores y
comportamientos que poco después empezaron a conocerse con el nombre de
postmodernismo o condición postmoderna, y algunos llegan a nombrarlo como
capitalismo tardío o era postindustrial. "Estos movimientos incorporaron los valores
tradicionales basados en una ilimitada libertad personal con nuevos ideales
contraculturales basados en la oposición a las personas que están en puestos de
autoridad. Estudiantes y adultos jóvenes comenzaron a cuestionar los valores
tradicionales de autosacrificio y de éxito material que habían motivado a sus
padres. Y adoptaron nuevos valores basados en la libertad personal y en la
autoexplotación, combinando una crítica a la tecnología y al progreso con un
fuerte deseo de perfeccionar la sociedad. Ello originó un gran número de
experimentos sociales, tales como comunas y grupos de encuentro, así como
estrategias que favorecían unos estilos de vida más simples y más humanos"
(Collier y cols., 1991, p. 239).
Como se ha mencionado, la postmodernidad surge como respuesta a un rechazo
por los supuestos positivistas y neopositivistas en las que estaban fundamentadas
las ciencias sociales. Incluso en el campo de la Psicología Social, el
postmodernismo sigue caminos que ciertamente no son marxistas, pero tampoco
son conservadores. Por el contrario, siguiendo las pautas marcadas por Nietzsche,
Heidegger, Wittgenstein y Foucault, los psicólogos sociales postmodernos van por
caminos nuevos, radicalmente contestatarios y emancipatorios (Ovejero, A. 2000).
Entre los diferentes enfoques que constituyen la época postmoderna esta el
construccionismo social de Kenneth Gergen (1982-2001), el enfoque etogénico de
Ron Harré (1974), el enfoque retórico de Michael Billig (1987), el análisis de las
conversaciones (Sacks, 1989 y otros) y el análisis del discurso (Potter y Wetherell,
1987). Todos comparten rasgo comunes, como la crítica la critica que le hacen a
las prácticas y métodos científicos derivados de la concepción neopositivista de la
ciencia, la idea de que existe una correspondencia entre nuestras ideas y los
hechos externos a los que estas se supone se refieren. Coinciden entonces en
que la validez y la objetividad de la ciencia no solo pueden ser alcanzadas a través
de un proceso de verificación empírica que trata de encontrar la simetría entre los
hechos objetivos del mundo real y las representaciones que tienen los individuos
sobre dichos hechos. También rechazan la noción explicativa y causalista del
conocimiento, así como la noción de acumulatividad y progreso científico. En este
nuevo enfoque la realidad es interpretada, lo que implica que esta realidad cobre
sentido dependiendo del uso que de el individuo y el contexto en el que sea
utilizado.
La oposición a una filosofía racionalista o realista y su sustitución por una
perspectiva relativista y el abandono de las nociones de validez y objetividad dan
paso a un énfasis en la retorica o el análisis del discurso. Sin embargo se debe
observar su concepto de lenguaje: para Wittgenstein, el lenguaje no tiene la
función de representar el mundo, sino que su significado depende de su uso y del
contexto en el que es utilizado, de allí que toda práctica discursiva , retórica o
textual en ningún caso nos remite a un referente externo sino a las prácticas de
una comunidad interpretativa, por lo que lo propio del lenguaje para los psicólogos
postmodernos es su carácter relacional y no representacional (Garrido, Álvaro,
2007).
Conceptos fundamentales de la psicología social postmoderna
- El construccionismo social de Kenneth Gergen
El construccionismo social debe ser entendido como una forma de generar nuevas
formas de conocimientos que ayudan a repensar la sociedad y los individuos que
la constituyen. Justifica el conocimiento teórico en sí mismo, defiende que no hay
ninguna forma privilegiada de acceso a la realidad y considera innecesario buscar
en la correspondencia entre nuestras ideas y la realidad externa la validez de los
principios que la guían (Garrido, Álvaro, 2007). La teoría construccionista de
Gergen propone reexaminar críticamente todo el conocimiento generado en la
psicología social (cognitiva) y analizarlo como prácticas discursivas. De esta
manera, para los construccionistas, las teorías pasicosociales son construcciones
sociales, producto de conversaciones lingüísticas. De esta manera, el lenguaje no
tiene como función la representación objetiva del mundo y tampoco debe ser
entendido como una expresión de una condición interna, sea esta de carácter
cognitiva o emocional, ya que expresar una idea o una emoción implica
relacionarse con alguien.
Es así como este enfoque propone dispositivos metodológicos diferentes y pone
especial “énfasis en el discurso como vehículo a través del cual el yo y el mundo
se articulan y en el funcionamiento de dicho discurso en las relaciones sociales”
(Gergen, 1999, citado en Garrido, Álvaro, 2007, p.454). Gergen, propone que se
preste atención a las consecuencias que diferentes formas de discurso tienen en
nuestras prácticas cotidianas e intelectuales. Es decir, que se provoque un
potencial polivocal que implica la utilización de las teorías en forma generativa
para cuestionar sus propios supuestos y dar lugar a teorías alternativas que
permitirían proponer acciones sociales relevantes que cambien la sociedad.
Tal como lo señalan Garrido y Álvaro (2007), lo interesante en la propuesta de
Gergen es que nos invita a pensar sobre las prácticas en las que como psicólogos,
sociólogos o psicólogos sociales estamos implicados, sobre la naturaleza histórica
de nuestro conocimiento, sobre nuestras concepciones sobre la verdad y la
objetividad implicadas en nuestros métodos y técnicas de investigación. Sin esto,
corremos el riesgo de convertir la psicología social en un conocimiento técnico,
pero despojado de su carácter reflexivo y crítico.
- El enfoque Etogénico de Rom Harré
La teoría etogénica puede ser considerada como una perspectiva interpretativa de
los actos humanos considerados como el resultado consciente de una acción
planeada según reglas y planes socialmente establecidos. La psicología sería la
ciencia que estudia el sistema de reglas que orientan la acción cotidiana (Harré,
Clarke, De Carlo, 1985). En este sentido parte de un modelo antropocéntrico del
ser humano, en el que la persona no es considerada como un objeto sometido a
las fuerzas del medio – conducta regida por automatismos – sino como un agente
que dirige su propia conducta y es capaz de dar sentido a su acción mediante la
capacidad interpretativa que nos ofrece el lenguaje simbólico – autonomismos o
conductas autodirigidas de acuedo a los significados dados a nuestras acciones
(Harré, 1974, citado por Garrido y Álvaro, 2007).
Para Harré, el análisis psicosocial de la acción y de las relaciones sociales debe
centrarse en el “orden expresivo” el cual hace referencia a la motivación de los
actores sociales por “mantener su honor y dignidad, obtener el respeto del prójimo
y evitar su desprecio, así como mostrarse moralmente valiosos y estéticamente
atractivos”. Su modelo de análisis es el drama.
Un concepto de gran importancia en el análisis de los actos es la noción de
Episodio, el cual sería cualquier división de la vida social que incluye
comportamientos, sentimientos, intenciones y planes de los participantes. Los
episodios se pueden clasificar en formales y enigmáticos. Los formales son los
que se caracterizan por un conjunto explícito de reglas que son reconocidas por
quienes participan en ellos (Ej. El ritual de una boda). Los episodios enigmáticos
son aquellos que no tienen un conjunto de reglas y causas que determinen su
origen y desenlace (Ej. Los proceso de facilitación social). Ahora, la Psicología
Social Tradicional ha estudiado la manera en que el desempeño de una actividad
se facilita o inhibe por la presencia de otras personas (estudios de Triplett), ya sea
como espectadores o realizando la misma tarea, y considerando al fin y al cabo a
los sujetos estudiados como autómatas. Por el contrario, para el modelo
otegénico, estos episodios enigmáticos deben tratarse como episodios formales
en los que las personas que están involucradas responden hasta cierto punto de
forma autónoma y consciente. De esta manera, la facilitación social sería en este
contexto el resultado de proceso que tienen que ver con la activación de la
atención, pero también en proceso sobre los cuales el sujeto puede actuar e influir
sobre el desempeño de la tarea.
- El enfoque retórico de Michael Billig
Billig realizó importantes aportes a la teoría de la identidad social de Henri Tajfel a
través del estudio que dio lugar al paradigma del grupo mínimo. Luego de
entrenarse en los procedimientos de investigación más ortodoxos se le hacen
evidentes sus limitaciones para abordar ciertas variables psicosociales, como por
ejemplo el estudio del pensamiento de los fascistas, por lo cual adopta una
metodología cualitativa. De allí que empieza a cuestionar el modelo de sujeto
humano en la psicología social psicológica en el cual prima la consistencia y no
hay lugar para la incertidumbre y la contradicción. Sus trabajos han contribuido al
estudio de diferentes aspectos de la ideología, a la ampliación del concepto de
etnocentrismo y del nacionalismo.
Para Billig (1987), el conocimiento del sentido común y el científico de la
psicología social tienen una fundamentación retórica, que quiere decir que la
psicología tradicional habría fracasado en su pretensión de eliminar los obstáculos
que el sentido común imponía a la pretensión de un conocimiento objetivo de la
realidad, “… ya que cada experimento y su principio justificativo es una discusión
contra el principio opuesto…” (Billig, 1990, citado por Garrido y Álvaro, 2007,
pag.464). La idea básica defendida por él, es que el pensamiento esta modelado
por los procesos de argumentación resultado de la actividad social y discursiva.
Esta perspectiva concibe las actitudes no como respuestas individuales ante
estímulos externos, ni como proceso cognitivos de carácter interno sino como
argumentos de un debate en el que se favorece una determinada posición en
contraposición a otra. El significado de una actitud depende entonces del contexto
argumentativo en el que esta se manifiesta, de allí que ninguna fórmula permite
garantizar cuándo una actitud podrá ser cambiada por un proceso de persuasión.
Esta preocupación por el análisis del lenguaje lo acerca a los procesos
metodológicos que utilizan el análisis del discurso.
- El Análisis del discurso
Existen diferentes posturas para considerar el discurso y su análisis, pero aquí se
abordará, tal como lo sugiere Garrido y Álvaro (2007) los planteamientos de Potter
y Wetherell (1987) por su mayor difusión en psicología social. Para ellos, el
Análisis del Discurso puede ser considerado como una teoría postmoderna, con
orígenes ubicados en la teoría de los actos de habla de Austin, la Etnometodología
de Garfinkel, y la Semiótica de Barthes. De Austin retoma su concepción del
lenguaje como representación performativa, es decir que nos orienta para actuar
de una determinad manera y no es posible establecer su falsedad o veracidad. De
la etnometodología, toma la idea que la acción es algo indeterminado que se
construye en el curso de las representaciones y que el sentido de nuestras
representaciones cambia según el contexto. De la semiología recupera el
concepto de mito, para dar a entender que cada signo puede ser interpretado en
niveles diferentes de significación.
Como teoría psicosocial, el Análisis del Discurso se caracteriza por su rechazo a
una concepción representacionista de la mente y por proponerse como una
psicología social no cognitiva, al indicar que el lenguaje no es reflejo de los
estados internos de la conciencia.
La crítica a una concepción realista del lenguaje y su énfasis en la orientación para
la acción del discurso, así como su antimentalismo lo acercan a los postulados de
Wittgenstein, así como al construccionismo social de Gergen. Su enfoque se
diferencia de la etogenia porque el Análisis del Discurso no pretende conocer, a
través de los relatos de los sujetos, el sistema de reglas que sustentan la acción.
Potter (1997, citado por Garrido y Álvaro, 2007), califica el Análisis del Discurso
como antifundacionalista, ya que se desarrolla al margen de una concepción de la
verdad y se asienta sobre el carácter retórico de toda argumentación y en su
capacidad de cuestionar el orden establecido.
- El Análisis de las conversaciones
Tal como lo describe Garrido y Álvaro (2007), este enfoque mantiene una estrecha
relación con la teoría del Análisis del Discurso. Su origen se encuentra en el
enfoque sociológico desarrollado por los etnometodólogos, y en especial en el
Análisis de las Conversaciones propuesto por Harvey Sacks en la década de los
60’s. Su objetivo era analizar la forma en que se organiza y estructura la
conversación. Examinar el habla como un objeto de estudio en sí mismo, al
considerarla como una forma de acción. Entre sus objetivos se encontraban el
analizar cómo en el curso de la conversación se produce el entendimiento entre
los participantes, cómo estos construyen en el contexto de la conversación sus
acciones o actividades y cómo dan lugar a la construcción de las acciones o
actividades de los otros.
Para Sacks (1989), en una conversación existe un orden secuencial, una
estructura organizativa de la conversación que se define durante su propio
desarrollo, de acuerdo a las reacciones que se provocan de manera recíproca en
los participantes por la manera en que dicen las cosas, lo cual puede ser un objeto
de estudio en sí mismo. De esta manera, el Análisis Conversacional se podría
definir como el estudio de la forma en que las personas, en el transcurso de sus
conversaciones, producen su conducta al tiempo que interpretan la de otros
(Heritage, 1988). El Análisis de la Conversación se centra en la construcción
intersubjetiva del sentido, y es el contexto conversacional el que hace inteligibles
los intercambios lingüísticos. Su preocupación se centra en la descriptibilidad de la
actividad interactiva que se da en las conversaciones.
La investigación etnometodológica y el Análisis de las Conversaciones tienen
varios puntos en común: - Ambas parten de la interpretación que los sujetos hacen
de sus actividades, lo que significa que el analista considere a los hablantes como
actores competentes que tienen un conocimiento de sus acciones. – Las
conversaciones son tratadas en sí mismas como objeto de investigación. – El
análisis de la interacción conversacional se realiza en contextos naturales en los
que no existe manipulación o intervención por parte del investigador.
En general se observa que el análisis de la estructura de las conversaciones
revela un orden secuencial en torno al cual se organiza la interacción. Este orden
permite interpretar el significado de las acciones de los demás y dar sentido a la
propia interacción. En otras palabras, el análisis revela cómo a través de la
conversación, las personas producen un conocimiento sobre la vida cotidiana y
hacen inteligibles sus prácticas cotidianas. El análisis de centra en las mismas
conversaciones sin referir cada intervención a las características personales de
quienes interactúan, a sus proceso cognitivos o a circunstancias externas al propio
proceso de interacción conversacional. De esta manera, el objetivo principal es
analizar cómo las personas, lingüísticamente competentes, en sus prácticas
conversacionales construyen intersubjetivamente el sentido de la realidad social
en la que viven.
¿División o integración en la psicología social de hoy?
No hay duda que la división entre las dos psicologías sociales (psicológica y
sociológica) sigue estando al orden del día. Para algunos esta crisis se debe a la
juventud de la disciplina; para otros se debe a su modo particular de instauración
de una disciplina a partir de tradiciones o actitudes intelectuales vividas y de
requerimientos sociales concretos. Para otros es simplemente la falta de
actualización como producto de las dos disciplinas que le dieron origen: la
Psicología y la Sociología.
El debate generalmente se instala en términos dicotómicos: unos enfatizan lo
sociológico y otros lo psicológico, entre los defensores de la observación y los
métodos naturales de recolección de datos, y los defensores de la
experimentación y los métodos controlados de recolección de datos, entre los
defensores del modelo humanista del hombre y los defensores de un modelo
mecanicista del hombre, entre los defensores de un enfoque positivista y los
defensores de un enfoque fenomenológico, entre los estructuralistas y los
culturalistas, entre la psicología social burguesa y la psicología social marxista,
etc. Pero en síntesis esta crisis se enfoca, ya sea desde un punto de vista teórico
– metodológico (posible generalización de resultados), ya sea desde un punto de
vista ideológico (modelo de hombre que subyace).
Sin embargo el enfoque sociológico va ganando cada vez más terreno psicológico,
y aquí es necesario señalar los cambios o evolución de enfoque que en los
psicólogos tradicionales se han llevado a cabo. Los investigadores Snow (1974),
Cronbach (1974), Campbell (1974) y de Cook (1979), modificaron su estricta
concepción positivista y cuestionaron el enfoque exclusivamente cuantitativo y
experimental. Actualmente la perspectiva que tiende a reducir la complejidad a un
pequeño número de leyes es cada vez menor (Prigogine y Stengers, 1979, citados
por Mucchielli, 1996). La ciencia debe hacer frente a un número cada vez más
fragmentado de conocimientos y a una pérdida de certeza (Morin, 1977), a un
examen del lugar del azar y del desorden (Boudon, 1984), así como a tener en
cuenta las evoluciones, mutaciones, crisis y transformaciones en lugar de los
estados estables y permanentes (Prigogine y Stengers, 1979), todo lo cual
favorece cada vez más la postura de la Psicología Social Sociológica y con ella la
preferencia de un enfoque metodológico particular a nuestro objeto de estudio.
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