46 l Sábado 11 de octubre de 2014 l Heraldo de Aragón CULTURA &OCIO La excavación arqueológica contradice la versión oficial sobre la batalla de Belchite Hallan signos de combate y restos de proyectiles de artillería en una fortificación que, según las fuentes, se había rendido sin presentar resistencia 1 2 ZARAGOZA. «La arqueología no miente». Así de tajante se muestra Alfredo González Ruibal, coordinador del proyecto Arqueología de la Guerra Civil Española, al hablar de las conclusiones de la campaña de trabajo que acaba de terminar en los paisajes de la Batalla de Belchite. Los trabajos, impulsados por el CSIC-Incipit (Consejo Superior de Investigaciones CientíficasInstituto de Ciencias del Patrimonio) y con financiación de un proyecto europeo, se han desarrollado a lo largo del mes de septiembre. Han participado una treintena de estudiantes de arqueología y voluntarios –entre ellos descendientes directos de brigadistas internacionales–. González Ruibal ha dirigido la campaña junto a Salvatore Garfi (University of East Anglia) y el arqueólogo aragonés Pedro Rodríguez. Las investigaciones se han desarrollado en tres puntos: una posición franquista en los alrededores de la localidad, las trincheras de las Brigadas Internacionales en Mediana y el propio pueblo viejo de Belchite. ‘Olvido’ historiográfico Los resultados más llamativos se han dado en la posición de El Saso, a menos de dos kilómetros de Belchite. Orgullo de la ingeniería franquista, la posición fue conquistada por los republicanos el primer día de combate y fue clave en todo lo que pasó después. La información publicada por el bando franquista daba a entender que el sitio se rindió sin apenas resistencia, en parte debido a la traición de un suboficial. Pero en las excavaciones ha salido a la luz una realidad bien diferente. «La posición fue atacada con artillería pesada, lanzagranadas, morteros y fuego de fusil y ametralladora. En las propias trincheras hemos encontrado restos de granadas y casquillos. Ante el empuje republicano, por tanto, parece que los defensores decidieron retirarse a una línea más cercana a Belchite. El ‘olvido’ de esta batalla en la historiografía oficial podría deberse a que constituyó un 3 4 5 1. Fortín de ametralladoras de El Saso. 2. Uniforme hallado escondido en una paridera. 3. Cepillo de dientes, dentífrico y peine aparecidos en una de las ‘chabolas’. 4. Granada de mortero sin explotar. 5. Restos de granadas de varios tipos recuperados durante los trabajos. hecho poco glorioso para el ejército sublevado: las fortificaciones del Saso se consideraban inexpugnables y sin embargo cayeron con facilidad», concluye el especialista. ¿Cómo era la ‘inexpugnable’ posición del Saso? Pues se construyó a partir de una vieja paridera, que se fortificó con galerías de hormigón, trincheras y refugios antibombardeo. Un impacto de granada artillera al comienzo de la batalla hizo que se hundiera el techo. Esto ha permitido que se conservaran en su interior multitud de restos relacionados con los últimos momentos de uso de la paridera por la tropa. «Gracias a ello sabemos que los soldados estaban bien alimentados: comían guiso de cordero, congrio e incluso mejillones, y bebían vino, jerez, brandy y gaseosa. El único fallo del menú era el café: tenían que torrar granos de cebada como sucedáneo. Frente a la idea de que en la guerra se pasó mucha hambre, la paridera del Saso nos recuerda que los soldados (especialmente los vencedores) casi siempre estuvieron bien alimentados». El proyecto de investigación, a nivel nacional, empezó en 2008. «Queremos escribir una historia de la guerra civil basada en los escenarios, no en los documentos ni en los testimonios orales –subra- ya Alfredo González Ruibal–. Hemos trabajado en los escenarios de las batallas de Madrid y el Ebro, y en los de la ofensiva del Alto Tajuña. Pero queríamos hacerlo en Belchite porque es un icono, un lugar emblemático». El equipo de trabajo estudió además en Mediana un complejo de trincheras y refugios republicanos. «Excavamos varias ‘chabolas’ –como se las llamaba en la época– en las que vivían los soldados: refugios semisubterráneos de pequeño tamaño que protegían a la tropa de los bombardeos y de las inclemencias del tiempo. En un refugio encontramos un ‘kit’ de higiene completo: cepillo de dientes, pasta dentífrica, peine con lendrera para los piojos, bacía para el afeitado y espejo». Las excavaciones han demostrado, además, que las trincheras de ambos bandos estaban sometidas a constante bombardeo: se pueden observar por todos lados trozos de metralla y cráteres. «Además, recuperamos dos granadas de mortero completas, que no llegaron a explotar, al lado de los parapetos republicanos. Como mínimo, el 10% de los explosivos no funcionaba, un número más alto en Belchite porque el suelo es muy blando. Las prospecciones de los parapetos y la tierra de nadie nos han permitido seguir la pista a los soldados que salían por la noche en pequeños comandos a atacar las trincheras contrarias». Tres años más de investigación El equipo de trabajo prevé, procesando los datos obtenidos en las excavaciones con programas de sistemas de información geográfica (SIG), reconstruir las luchas que se desarrollaron en esta zona del frente. «Frente a las trincheras de Mediana descubrimos, gracias a las informaciones de un colaborador de la zona, una paridera que fue usada como refugio eventual durante la guerra. Entre el cañizo y las tejas encontramos diversos uniformes escondidos: camisas militares y civiles, chaquetas, chaquetones y pantalones reglamentarios pertenecientes a varios soldados que quizá estaban desertando». Pero los trabajos no se han quedado ahí. También se ha realizado una prospección preliminar en las ruinas de Belchite preparando próximas intervenciones. «Queremos excavar alguna vivienda bombardeada durante la guerra. Nuestra idea es trabajar en Belchite, si todo va bien, durante tres años más. Y poder exponer al público el fruto de nuestro trabajo». MARIANO GARCÍA