Tema 3. Las trampas de la cultura. Relación entre cultura y género Tema 3. Las trampas de la cultura. Relación entre cultura y género Es necesario repetir una vez más que en la colectividad humana nada es natural y que la mujer es uno de los tantos productos elaborados por la civilización (Simone de Beauvoir) 3.1 Presentación El vínculo de las mujeres con la cultura ha implicado una relación tradicionalmente compleja, por múltiples razones. En principio, porque se enuncia como algo neutro, que veladamente las aleja, algo que pertenece al otro sexo o sexo opuesto de los varones1, y que las escasísimas mujeres que han destacado en el campo de la cultura son seres excepcionales. En la medida que ellas como mujeres, están definidas por la naturaleza que las compele a cumplir una función esencial como reproductoras de la especie y cuidadoras de la familia. Esta diferenciación o corte que se establece entre la cultura y la naturaleza, publico/privado2 traza los límites, así como la idea de complementariedad "armónica" que habrían de ocupar cada uno de los sexos en el nuevo orden social del Estado Moderno. Orden en el cual la familia nuclear va a jugar un papel fundamental (Giddens, 1998). La creación del espacio doméstico para las mujeres versus el espacio público de la ciudadanía que ocuparán los varones. La filósofa española Celia Amorós, dice con un tacto irónico que este orden significó para las mujeres la representación de las mismas como "idénticas". Ahora bien, la dominación no depende únicamente de la violencia, (la prohibición de ciertas tareas) ya sea física o psicológica, implica "un formidable trabajo mental, La relación de la mujer con la (cultura) producción no viene regulada por las eventuales limitaciones que pudiera imponerle el hecho biológico de que ella es la que pare, sino que se le regula por medio de la prohibición de determinadas tareas –que, por definición, podría realizar (Amorós, 1985: 238). 2 Distinción que se ha considerado erróneamente como universal y ahistórica. 1 2 un trabajo ideológico que, ante el pensamiento y por el pensamiento, haga aparecer como legítimas para todas las partes involucradas las relaciones sociales por medio de las cuales ciertas partes del cuerpo social están subordinadas a otras " (Godelier, 1989: 80). Una óptica para desanudar esta trampa ideológica o recurso de poder de la dominación masculina, que se ejerce a través de la sedimentación y repetición de los habitus de género, la podemos consultar en el siguiente documento de Pierre Bourdieu: "La dominación masculina": https://www.youtube.com/watch?v=QALw668Qtbc En la legitimación de esta exclusión de las mujeres del mundo de la cultura se articularon diferentes discursos provenientes de ámbitos tan diversos como de la filosofía, de la política, de la ciencia y del arte. Pero valga la pena destacar que la resistencia a esta dominación masculina o patriarcal, se remite a tiempos inmemoriales, y a figuras míticas e históricas aisladas (Christine de Pisan, Sor Juana Inés de la Cruz) o a resistencias micro-grupales premodernas, como las autodenominadas Las Preciosas (siglo XVII), mujeres burguesas quienes sabían que para emanciparse era necesaria la educación y quienes supieron aprovechar las oportunidades del espacio de la vida cultural, que brindaban los salones3 muchos de los cuales eran de su propiedad o del marido ausente-, para transitar de la conversación a la creación, no obstante de la ridiculización y escarnio de personajes como Moliere. En esta lectura partimos de la base de que el pensamiento y movimiento feminista, como política cultural -capaz de desestabilizar el Orden Patriarcal- es un producto que hunde sus orígenes en el contexto de la Ilustración 4 o del Siglo de las Luces (Amorós). Aunque éstas no brillaran para el sexo femenino, en tanto fueron limitadas En el siglo XVIII, los salones ya no son tanto lugares pedagógicos y escuelas de galantería, sino que se convierten en cajas de resonancia para los autores, para los artistas y las obras. Diderot reina en la casa de Mme. dÉspinay, Buffon en la de Mme. Necker, mientras que Voltaire es el ídolo del salón de Mme. du Châtelet. Ver Dulong, 1993. 4 La ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su entendimiento sin verse guiado por ningún otro. Uno mismo es culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo sin la guía de algún otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la ilustración. (Citado en el texto de Eduardo Nivón). 3 3 para ejercer el pleno uso de la Razón y excluidas de los nacientes derechos humanos y derechos ciudadanos, del Estado Moderno. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en sentido estricto era un orden androcéntrico respaldado por la mayoría de los pensadores o philosophes franceses, e ingleses -salvo honrosas excepciones, que se pueden mapear en la figura de René Descartes, pero principalmente en su discípulo Poullain de la Barre De l´egalité des deux sexes (1673), quien se vio influenciado por el movimiento de Las Preciosas. O en figuras como el marqués Condocert y en Inglaterra la de John Suart Mill (siglo XIX), entre otros. Las historiadoras feministas contemporáneas han documentado cómo durante los años de la revolución francesa, miles de mujeres participaron en el terreno de la política. Incluso algunos de sus escritos estaban en la línea de la nueva filosofía revolucionaria sobre los derechos del hombre, que ellas reivindicaban también para la mujer. Habéis devuelto al hombre la dignidad de su ser al reconocer sus derechos; no debéis permitir que la mujer siga sufriendo bajo una autoridad arbitraria", declaró Etta Palm d´Aelders, una holandesa participante en la revolución, cuando se dirigió a la Asamblea Nacional en el verano de 1791 para pedir una educación igual para las niñas y a la vez iguales derechos para las mujeres. Ese mismo año, Olimpia de Gouges, dramaturga revolucionaria, escribió “La declaración de Derechos de la Mujer y de la ciudadana. Dos años más tarde, en octubre de 1793, con el antiguo argumento de que "una mujer no debería dejar a su familia para mezclarse en asuntos de gobierno", la actividad política les fue prohibida a todas las mujeres en Francia. Ese mismo año, de Gouges fue guillotinada y Aelders se vio obligada a huir de Francia (Anderson y Zinsser, 1991: 399). La lucha de las mujeres para alcanzar su emancipación, así como la conquista de los derechos civiles y políticos fue la bandera distintiva de lo que ha sido considerado como la primera ola feminista5. Los derechos a la educación 5 Por tanto, la primera ola del feminismo es la del feminismo ilustrado. Abarcaría desde 1673 (Poulain De la Barre) hasta la vindicación de los derechos de la mujer de Mary 4 igualitaria fueron parte de las principales demandas que se levantaron en contra de los discursos político-filosóficos como los de Locke (siglo XVII) y los de Rousseau, éste último estableció claramente los lugares y funciones asignados para las mujeres, encarnadas en la figura de Sofía, y de los hombres, encarnada en la de Emilio. Rousseau argumentaba: La mujer no es sujeto del contrato social ni participa en la constitución de la voluntad general, pues su misma inmediatez hace de ella un ente precívico y determina su aptitud como forjadora, en el espacio privado, de las condiciones de posibilidad de lo cívico, es decir, como reproductora del ciudadano. Ahora bien, para asegurar que cumpla como guardiana de la función reguladora de los valores del estado de naturaleza, los varones deberán constituirse en sus guardianes: pues la inmediatez de la mujer justifica que se la haga objeto de una educación diferencial y altamente represiva (Amorós, 1990). "Cuando la mujer se queja de la injusta desigualdad en que la ha puesto el hombre, comete un error; esta desigualdad no es una institución humana, o al menos no es la obra del prejuicio, sino de la razón" (Amorós, 1990). En la configuración cultural de este nuevo orden social moderno, la ciencia médica y la biología jugaron un papel muy elocuente, al instituirse una nueva lectura de los cuerpos, que implicó de acuerdo con Thomas Laqueur, un giro copernicano, en la medida que se rompió con la visión hegemónica del modelo isomórfico o modelo Wollstonecraft, en 1792. Serían aproximadamente 120 años. En esos 120 años hay una gran cantidad de defensas y ataques, pues el siglo ilustrado cultiva la polémica. En cuanto a la agenda del siglo XVIII es pequeñísima. Se trata de lograr pequeños cambios: a) el matrimonio por consentimiento; que las niñas no sean forzadas (recordemos la obra “El sí de las niñas” de Moratinos); b) que las mujeres puedan tener educación. Mme Chatellet, pareja de Voltaire, hace conocer en Europa la física de Newton. Es una aristócrata que proclama que ya que a las mujeres se les quitan los honores y los empleos, al menos que les dejen el saber (para las mujeres de las clases altas, claro). Tomado de Valcárcel, 2009. Ver el resumen de la conferencia de Amelia Valcárcel “El sentido de la libertad” en el Curso Voces y espacios femeninos. Feminismos. Retos para el siglo XXI. 25 de febrero de 2009: http://elculturaldenerea.zaragozame.com/2009/02/26/apuntes-de-la-charla-elsentido-de-la-libertad-de-amelia-valcarcel/ 5 del unisexo de los cuerpos, sostenida por Galeno (siglo II d.C.), para instituir en el siglo XVIII el paradigma disomórfico o del sexo opuesto de los mismos, vigente hasta la actualidad. Durante miles de años había sido un lugar común en Europa Occidental, la idea que las mujeres tenían los mismos genitales que los hombres, a excepción de que, "los suyos están en el interior del cuerpo y no en el exterior". Las mujeres eran esencialmente hombres en los cuales una falta de calor vital -de perfección- se había traducido en la retención, en el interior, de las estructuras visibles en el hombre". "Los órganos que habían sido considerados versiones internas/externas se interpretaron como de naturaleza distinta. De acuerdo con Laqueur: El sexo tal como lo conocemos fue inventado en el siglo XVIII. Los órganos de la reproducción pasaron a ser lugares paradigmáticos que manifestaban la nueva jerarquía social. El sexo fue también campo de batalla importante de la Revolución francesa. La creación de una esfera pública burguesa, agudizó la cuestión de qué sexos(s) debería ocuparla legítimamente. Y en todas partes, la biología entró a formar parte del discurso. Es evidente que quienes se oponían al aumento de poder civil y privado de las mujeres- la gran mayoría de los hombres que se dejaban oír- aportaron pruebas de la inadecuación física y mental de las mujeres para tales progresos: sus cuerpos las hacían ineptas para los espacios quiméricos que la revolución había abierto sin reparar en las consecuencias" (Laqueur: 331). Laqueur sostiene que “la idea de que sólo el progreso científico, el puro descubrimiento anatómico, podría justificar el interés de la última parte del siglo XVIII y del XIX por el dimorfismo sexual, no es simplemente equivocada en el plano empírico, es también filosóficamente insensata”, y amplía un argumento que subraya que "todo lo que se desea decir sobre el sexo- ya ha sido reivindicado para el género". "El sexo sólo puede explicarse dentro de las batallas en torno al género y el poder”. 6 De ahí la importancia de considerar que no se trata de estudiar el cuerpo transcultural real, sino más bien en el espacio entre éste y sus representaciones. El sexo como el ser humano, es contextual. En síntesis: "los cambios sociales y políticos no son por sí mismos la explicación para la reinterpretación de los cuerpos. El crecimiento de la religión evangélica, el desarrollo de nuevos tipos de espacios públicos en el siglo XVIII, las ideas de Locke sobre el matrimonio como contrato, el sistema fabril con su restructuración de la división sexual del trabajo, el crecimiento de una economía de libre mercado de servicios y mercancías, el nacimiento de las clases, todas estas cosas influyeron por sí mismas o en combinación: ninguna de ellas fue causa de la construcción de un nuevo cuerpo sexuado. Antes bien, la reconstrucción del cuerpo es intrínseca a cada uno de esos desarrollos (Laqueur, 33). De igual manera intervinieron con gran fuerza sutil los discursos literarios (la excesiva publicación de manuales y novelas) y los discursos artísticos, que apelaban a las emociones, las voluntades y los sentimientos, a fin de disciplinar a los cuerpos con el claro interés de reificar el nuevo orden social. La historiadora de arte Carol Duncan señala que: A finales del siglo XVIII, los artistas y escritores franceses se enamoraron de una serie de personajes cuyos atractivos y virtudes eran aún nuevos para el público. Estos personajes, la madre, buena o feliz y el padre amoroso (2007: 197). Lo que reflejan estas imágenes de familias felices y de madres satisfechas no es la realidad social del siglo XVIII y ni siquiera ideales comúnmente aceptados. Más precisamente, manifiestan un nuevo concepto de familia que desafió actitudes y costumbres largamente establecidas (2007: 200). El elemento unificador de la nueva familia fue la esposa-madre. Principalmente era de ella de quien fluía esa calidez y tranquilidad que los solteros de la Ilustración, como Diderot, elogiaron como principal atractivo de la vida familiar (2007: 212). 7 3.2 La vetas de la Ilustración6 Amorós elabora un argumento analítico interesante que nos permite repensar la Ilustración, no como un fenómeno cultural homogéneo y fijo, tanto en el espacio como en el tiempo, sino como un recurso político y epistemológico, por cuyos resquicios son reflexionados, cuestionados y resignificados de manera particular o endógena, los discursos legitimadores de la subalternidad. Este proceso de apropiación de las ideas, producto de la migración de teorías o de los recursos culturales, lo denomina como las "vetas de la ilustración". Sostiene que Europa y Occidente no tienen el monopolio de la Ilustración, y por tanto “no vamos a caer en la posición eurochovinista que consideraría la capacidad autónoma de juzgar, la posibilidad de los sujetos de acceder a la mayoría de edad, como Kant lo quería, como algo que se circunscribiría a la cultura de Occidente. La propia Ilustración europea debe muchos de sus inputs a contrastaciones interculturales, posibilitadas por los descubrimientos geográficos y el comercio. /.../ Pensamos que en todas las culturas deben poder encontrarse lo que llamo "vetas de Ilustración", es decir, críticas de sus instituciones, puesta en cuestión de algunas de sus prácticas, de sus jerarquías, para las que dejan de valer más antiguas legitimaciones” (Amorós, 2006)7. En ese sentido el feminismo, es una forma de radicalización del propio discurso deslegitimador que los philosophes esgrimieron en contra del Antiguo Régimen, al llevar al terreno político el plano de la denuncia en contra de la desigualdad y exclusión de las mujeres. Como se ejemplifica en la “Vindicación de los derechos de la mujer”, escrita en 1792 por la feminista inglesa Mary Wollstonecraft8, donde... Ver el video de Amorós, Celia, "Vetas de la Ilustración": https://www.youtube.com/watch?v=8fQQ4bitZJ4 7 Además del texto citado pueden verse la reseña del libro de Amorós “Teoría feminista: De la Ilustración a la Globalización” en De Miguel, Ana (2009) y Amorós (1990). 8 Consúltese la biografía de Mary Wollstonecraft, quien luego de una vida tormentosa se casó con el filósofo y escritor inglés William Goldwin, con la que tuvieron una hija. Mary Wollstonecraft murió al dar luz a Mary Goldwin. Esta última, más tarde se casó con Percy Shelly, por quien cambió su apellido y quien fue integrante de la corriente literaria del romanticismo inglés (junto con Blake, Coleridge, Lord Byron y otros más). Mary Shelly fue la autora del famoso libro Frankenstein. Consúltese Ferre, 1992. 6 8 utilizará el mismo lenguaje de los varones ilustrados, resignificándolo de manera insólita y lanzándolo contra los defensores de la desigualdad del mismo modo que los ahora interpelados lanzaban sus argumentos contra la Nobleza y la Monarquía. El lenguaje ilustrado ofrecía así unas posibilidades de radicalización de la regla de uso de determinadas abstracciones a la vez que opera pragmáticamente en el sentido de restringir el ámbito semántico de aplicación de esas mismas abstracciones. La principal crítica que Mary Wollstonecraft le hará a Rousseau, el gran teórico del nuevo ideal de feminidad y de la nueva familia patriarcal que se está gestando y cuya hegemonía perdurará durante más de dos siglos, consiste en la impostura que esconde detrás de su concepción de la complementariedad de los sexos invocando la nueva mujer natural frente al modelo aristocrático anterior: para Wollstonecraft, el sometimiento a causa de las costumbres y los hábitos sociales ha construido una segunda naturaleza que Rousseau confunde con la verdadera naturaleza de las mujeres. Estas estrategias reivindicativas en el campo de la disputa de la orientación simbólica de la sociedad, fueron el motor de la primera ola feminista, también conocida como la lucha por los derechos para las mujeres, que prevalecerá a lo largo de todo el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. 9 Consultar el siguiente documento: https://www.youtube.com/watch?v=m4hs5nUPoSk Inclusive, en el propio movimiento del Romanticismo, del que Rousseau fuera precursor, no modifica en nada la visión naturalizada de las mujeres. Tal como lo plantea Ana Hardison en su artículo "Una mirada feminista al romanticismo". "A veces se ha entendido el movimiento romántico como un proyecto liberador y revolucionario en el que se intenta reunir las partes desgarradas de todos los órdenes de la vida: la razón con la sensibilidad /.../ Pero en este proyecto reunificador se produce invariablemente la distinción de los elementos masculinos identificados con los aspectos activos: razón, libertad, deber e historia; así como los elementos femeninos se identifican con los aspectos pasivos: naturaleza, sensibilidad, ser y felicidad. "Si en la Ilustración la mujer era considerada, por naturaleza, esposa y madre, constituyendo un lazo de mediación entre el ciudadano y el Estado, en el 9 Para conocer la historia del feminismo en México, consultar a Gabriela Cano, 1996. 9 romanticismo esa equiparación con la naturaleza la convierte en nexo de unión entre el artista y la creación. "Así la mujer-naturaleza se convierte en mito. Es el medio a través del cual el sujeto espiritual y masculino encuentra la reconciliación con la naturaleza femenina, que es considerada como el lazo de mediación con la naturaleza en general. De este modo, la mujer, resulta un objeto incapaz de autoconciencia, al poseer un ser inmanente a la naturaleza, al estar encerrada en un genérico común, nunca adquiere conciencia de sujeto, ni la individualidad radical, que es privilegio del sujeto, es decir, del hombre" En esta revisión histórica -metarelato- queda un vacío por documentar las producciones artístico-culturales de las resistencias feministas, que comprende en este periodo de larga duración de la primera ola feminista. Afortunadamente esta labor ha sido realizada por las historiadoras de arte feminista y de género de la siguiente oleada. 3.3 Segunda ola feminista Una vez conquistados los derechos políticos de las mujeres en gran parte del planeta en la primera mitad del siglo XX, se consideraba que el feminismo no tenía ya razón de ser, pues la igualdad ciudadana estaba puesta en la mesa. Sin embargo, a ellas les correspondía seguir sirviendo la misma,10 no obstante de su ingreso inequitativo al mundo laboral y escolar. Fue a finales de los años sesenta y principios de los setenta que el malestar personal y colectivo tuvo nombre (Friedan, 1963) y las voces de las feministas se hicieron escuchar nuevamente. Primero en las reuniones del pequeño grupo de autoconciencia, para luego expresarse en los mítines y eventos públicos, que fueron convocando estos colectivos o grupos, al que se sumaban cada vez más mujeres, que compartían el enojo con la desigualdad establecida para los sexos. Lo que no quiere decir que el feminismo fuera un movimiento homogéneo y no hubiera diferencias y distancias ideológicas al interior del mismo, manifestadas por las distintas articulaciones de clase, de etnia/raza, edad, de orientación sexual, entre otras. 10 Virginia Woolf, en su célebre libro Una habitación propia (1929), se hace este tipo de preguntas. 10 Los movimientos feministas de la segunda ola sorprendieron no sólo por la radicalidad de sus posiciones políticas y la creatividad expresada en sus manifestaciones artísticas, sino por la fuerza teórica desarrollada por las feministas académicas,11 a partir de la categoría analítica de género12. Categoría desde la cual se problematizan la relaciones de inequidad y de distancia social marcadas por la desigualdad de género, así como se conquistan de espacios y libertades que han hecho del feminismo un movimiento exitoso13. Quiero detenerme en la dimensión teórica, ya que el debate de las últimas décadas (Alcoff, Butler, Scott, Zerilli) ha implicado un vuelco epistemológico deconstructivista y antiesencialista de la categorías género, sexo, mujer y hombre. Parte de estos desarrollos son debido a los intercambios, cuestionamientos y apropiaciones de las lecturas y de los recursos culturales provenientes de los estudios culturales, de las teorías posestructuralistas, de los estudios del psicoanálisis, de las teorías posmodernas, de las poscolonialistas y de la subalternidad, con las que algunas feministas de la segunda y de la tercera ola14 han interactuado, debatido o participado. Esta discusión teórica y política ha sido llevada a cabo en el contexto de un mundo completamente diferente al de los inicios de los años setenta. En la medida que los años ochenta marcaron el arranque de la globalización y de la sociedad informacional. Instaurando la lógica de una política económica neoliberal, que ha llevado a la sensación de estar un mundo desbocado, en el que la depredación de La validación de las propuestas teóricas feministas se concretan en espacios académicos como son la creación de programas, centros, estudios de la mujer, estudios feministas y de género, que se ofertan en las universidades y centros de investigación universitarios, entre otros (Goldsmith, Cardaci, Palomar, Guevara Ruiseñor, etc). 12 De acuerdo con Marta Lamas, los aportes de Margaret Mead -discípula de Boas, y representante del relativismo cultural- fueron relevantes de para mostrar la pluralidad de formas de ser hombres y ser mujeres, y las relaciones de poder entre ambos. Igualmente los orígenes teóricos de la categoría género pueden ubicarse en propuesta de Simone de Beauvoir, con la célebre frase: Una no nace, sino se hace mujer" (1996: 9). Ver Lamas, 1986. 13 Castells apunta que el feminismo es "la revolución más importante porque llega a la raíz de la sociedad y al núcleo de lo que somos". Y es irreversible. Lo que no significa que los problemas de discriminación, opresión y maltrato de las mujeres hayan desaparecido o ni siquiera disminuido en intensidad de forma sustancial. /.../La violencia interpersonal y el maltrato psicológico se generalizan, debido a la ira de los hombres, individual y colectivamente, por su pérdida de poder. No es, y no será, una revolución de terciopelo (2003: 160). 14 Portolés, 2004. 11 11 las empresas y del mercado libre ha minado la soberanía de los Estados Nación y de las formas institucionales e identitarias tradicionales. Un mundo en el que las mujeres han vivido cambios muy rápidos en el contexto de sus vidas. Éstos se han producido no de una manera uniforme y lineal, sino con unos claros vaivenes de progreso y retrocesos. Sin embargo, se puede discernir una línea de movimiento general, que va de un "vivir para los demás" a "vivir un poco la propia vida" (Beck, 2003). A medida que las mujeres fueron accediendo al control de su reproducción/sexualidad, fueron ingresando al mercado laboral, al sistema educativo superior, y a la par liberándose de su vinculación directa con la familia, sus biografías experimentaron un fuerte impulso de individualización y reflexividad. Imagen: "we won´t play nature to your culture" "No vamos a hacer el papel de naturaleza en su cultura" Barbara Kruger: http://www.arthistoryarchive.com/arthistory/feminist/Barbara-Kruger.html 12 3.4 Género-sexo-género El cuerpo (sexo/diferencia sexual/carne) y sus múltiples representaciones ha sido la piedra angular de estos movimientos, al tomarlo como un punto de partida para el campo de batalla por las disputas de su significación15. El uso de la categoría de género se convirtió en la clave inicial para referirse a la fuerza cultural sobre el cuerpo (sexo), y por tanto para la posibilidad de la transformación de las costumbres y las ideas desiguales y jerárquicas sobre el mismo. En las resignificaciones recientes es el género el que produce significados para el sexo y la diferencia sexual, no el sexo el que determina los significados del género (Scott, 2009). La antropóloga británica Henrietta Moore, citada por Marta Lamas, dice que si bien es obvio que sexo y género no son lo mismo, no hay que tratar de definir tajantemente las fronteras entre ellos, pues las fronteras se mueven: los seres humanos son capaces de variar sus prácticas, de jugar con sus identidades, de resistir a las imposiciones culturales hegemónicas. Sin embargo, no hay que confundir la inestabilidad de las categorías sexo y género con la desaparición o desdibujamiento de los hombres y las mujeres, tal como los conocemos, física, simbólica y socialmente. Moore señala que la sexuación de los cuerpos no se podrá comprender si se piensa que el sexo es una construcción social (nominalista/discursiva). Su dilema intelectual pasa por la posibilidad de reconciliar las teorías que aceptan el inconsciente con las de la elección voluntarista, las estructuras no cambiantes de la diferencia lingüística con la actitud discursiva performativa, el registro de lo simbólico con el de lo social. Lamas ha insistido a lo largo de los años de su activismo teórico, que la categoría de género da cuenta de la dimensión cultural de los discursos sobre el cuerpo, los sexos. Pero que en los seres humanos no se puede concebir a las personas sólo como construcciones sociales ni sólo como anatomías. /.../El cuerpo es más que la "envoltura" del sujeto. El cuerpo, es mente, carne e inconsciente, y es simbolizado Tanto Laquer (1994) como Anne Fausto-Sterling (ver Blog Herramientas transfeministas del 27-061012 (http://herramientastransfeministas.blogspot.mx/2012/06/fausto-sterling-y-los-cincosexos.html) dan cuenta de complejidad y continuum que hay entre los dos sexos, al referirse al sexo genital, cromosomático, hormonal y gonádico. 15 13 en los dos ámbitos: el psíquico y el social. Agrega que "quienes se interesan por la investigación y reflexión sobre el género deben advertir la estrecha articulación que tiene la diferencia sexual con la dimensión psíquica, y los procesos de identificación que desata (Lamas, 2006: 109)16. De la mano con la explosión de la identidad femenina como algo fijo, universal y estable, se manifiestan los movimientos de la diversidad sexual LGTTBIyz (lésbico, gay transexual, transgénero, bisexual, intersexual) quienes dan cuenta de estos entrecruzamientos identitarios señalados por Lamas y a la vez dan cuenta de los temas emergentes de los estudios culturales queer.17 3.5 Producción y experiencias estéticas feministas Jesús Adrián Escudero18 propone una tipificación de las trayectorias seguidas por la producción artística feminista, que de alguna manera representan estos debates teóricos y políticos arriba referidos. Plantea que en la primera etapa de la segunda ola feminista se expresa un discurso de corte "esencialista", en el que se "ensalza la superioridad moral de las mujeres, que invoca un ideal de feminidad pura y original que contrasta con los instintos belicosos y depravados de los hombres". Postura que en cierta forma las hace caer en la trampa del propio modelo binario de los sexos que buscan combatir. Lo cual no les resta validez en el impacto político y cultural de sus propuestas. Menciona a la artista norteamericana Judy Chicago19 como representativa de esta primera corriente. Su trabajo The dinner party es un testimonio iconográfico muy elocuente. Igualmente en su trabajo Birth Project la experiencia universal y prototípicamente femenina de la figura materna. Lamas, 2006. Ver Moreno, s/f y Beatriz Preciado: http://www.youtube.com/watch?v=VtIKD7DOomA 18 Escudero, 2003. 16 17 Mónica Mayer (2007 y 2009) relata cómo su interés por el feminismo se vio influenciada por el propio movimiento emergente en México, como por la lectura de una entrevista a Judy Chicago publicada en el célebre año 1975 (Primera Conferencia Internacional de la Mujer, organizada por la ONU), que la llevaron a estudiar en el Feminist Studio Workshop en el Woman´s Building en Los Angeles, en 1978. 19 14 A principios de los setenta, el cuerpo femenino se concibe como un cuerpo real/natural, que se plasma sin pantallas protectoras, sin velos representativos. El cuerpo mismo se convierte en discurso puesto en acción, en el elemento de choque y de protesta. Los recursos y estrategias utilizadas para crear las experiencias estéticas fueron diversas y desestabilizadoras de los cánones tradicionales de este campo (el collage, el montaje, el pastiche, el performance, la instalación, el arte colectivo) (Bernárdez, 126). 3.6 El giro de los años ochenta En el marco del posestructuralismo o de la posmodernidad (Foucault, Barthes, Derrida, Butler), el feminismo ya no opera con los esquemas dicotómicos de masculino/femenino, hombre/mujer, público/privado o dominador/dominado, sino que se concentra en la tarea de desmontar los roles estereotipados de masculinidad y feminidad. En los años ochenta se toma plena conciencia de que el cuerpo biológico tan sólo proporciona una superficie básica para la inscripción social; el cuerpo no es una hoja en blanco, sino una superficie salpicada de discursos de corte masculino que hay que desmontar, transformar o, incluso, subvertir (Escudero 288-289). Escudero precisa que "en esta nueva generación de artistas posmodernas y políticamente activas la reivindicación sexual, la defensa del cuerpo femenino como algo compacto, unitario, compacto y puro da paso a una reflexión crítica sobre el género, sobre unas identidades que se han fragmentado como la luna de un escaparate, que entran en colisión a causa de sus propias diferencias culturales, étnicas, religiosas, económicas, sociales" (Escudero, 303).20 Ver el comentario sobre Barbara Krueger: “You are not yourself”: http://www.flickr.com/photos/emilyspliff/3267036226/ 20 15 Imagen Las propuestas estéticas del colectivo anónimo The guerrilla girls, son intervenciones de política cultural contestatarias, que utilizan la ironía como un instrumento, así como la risa y la crítica profunda, comenzando con el cuestionamiento de la idea del artista como un ser excepcional, individual y célebre y reivindicar el anonimato y trabajo colectivo.21 Nos hallamos con frecuencia ante un cuerpo que oscila entre lo natural y lo antropomórfico, lo orgánico y lo artificial, lo humano y lo poshumano, lo carnal y lo protésico. /.../ El cuerpo es quebrantado, humillado, profanado como en la serie de fotografías de Cindy Sherman tituladas Fairly Tales (1985), Disasters (1986-1989) o Sex Pictures (1992) (Escudero, 2003: 299). El cuerpo, se convierte en algo que ya no posee el aura de lo bello y lo sublime, sino que se transforma en su contrario, es decir, en lo obsceno, en lo impúdico, en lo degradante, en lo abyecto (2003:300)22. El cuerpo deja de someterse al canon de belleza para convertirse en el lugar de manifestación de los excesos tecnológicos y de las enfermedades sociales, en la fusión con lo mecánico, inorgánico y artificial (2003:301). 3.7 Reflexiones finales La complejidad de los debates y de las teorías del modelo naturaleza/cultura, sexo/género ha entrado en un dilema que desestabiliza al propio sujeto del feminismo: la categoría mujer23, pero no los reclamos políticos del mismo. Marta Lamas plantea la necesidad de un discurso político feminista movilizador que aborde el análisis del cuerpo sin caer en esencialismos. Para ello recupera una salida política elaborada por Gayatri Spivak, quien distingue entre el uso de un esencialismo sustantivista del concepto mujer y otro uso esencialista estratégico del mismo. Este nudo queda más claro desde la reflexión de la psicoanalista Virginia Goldner, citada también por Lamas, al decir: Ver: http://www.guerrillagirls.com/ Para el caso de México pueden verse las propuestas artísticas de Lorena Wolffer y Teresa Margolles. 23 Nelly Richard, 2012. 21 22 16 La paradoja es que el género es una verdad falsa, pues por un lado, la oposición binaria masculino-femenino es supraordenadora, estructural fundante, y trasciende cualquier relación concreta; así masculino-femenino, como formas reificadas de la diferencia sexual son una verdad. Pero, esta verdad es falsa en la medida en que las variaciones concretas de las vidas humanas rebasan cualquier marco binario de género. Existe multitud de casos que no se ajustan a la definición dual (Lamas, 2006: 104). El reto consiste en construir relaciones democráticas de justicia y de equidad intercultural (Reygadas), que reivindiquen las diferencias a la par que la igualdad (entre los sexos). Pero vistos no de manera binaria ("natural" y heteronormativa), sino compleja, que dé paso a la diversidad y a la pluralidad de formas de ser de los seres humanos. La exigencia entonces no es sólo la demanda por la inclusión de las mujeres en la cultura política cultural dominante de los hombres; más bien se trata de modificar y ampliar nuestros esquemas de pensamiento culturales, sedimentados en una cárcel binaria, que poco ayuda para navegar por los mares diversos, desiguales y complejos de la sociedad global actual. El paradigma de la equidad intercultural puede constituirse en una opción frente al igualitarismo ciego a las diferencias culturales y frente al multiculturalismo particularista. Pero, sobre todo, puede representar una vía para avanzar hacia la igualdad en un mundo global amenazado tanto por el agravamiento de las desigualdades socioeconómicas entre individuos, grupos sociales y países como por los fundamentalismos, endurecimiento de las identidades y la proliferación de conflictos interculturales (Reygadas, 2009: 83). 3.9 Bibliografía Amorós Puente, Celia (1985), Hacia una crítica de la razón patriarcal, Antropos Editorial del Hombre, Barcelona. Amorós, Celia (1990), "El feminismo: senda no transitada de la Ilustración", en Isegoría, No 1, 151160 http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/viewArticle/383. 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