Las cifras no cuadran Personas muertas, capturadas, heridas, secuestradas y desplazadas en el marco de la política de seguridad democrática en Colombia Período 2002-septiembre de 2008 Editorial de Codhes ¿Cuántas personas murieron, fueron capturadas, se desmovilizaron en forma colectiva o desertaron individualmente de los grupos armados durante los últimos seis años y medio en Colombia? Según cifras del Ministerio de Defensa, un total de 114.259 integrantes de los grupos armados ilegales ya no hacen parte de esta confrontación armada, gracias a la “lucha contra el terrorismo” que adelanta el gobierno en el marco de la “política de seguridad democrática”. La cifra resulta sorprendente. Si es cierta, mostraría que los grupos al margen de la Ley han tenido o tienen más integrantes de lo que se sospechaba. De ser exagerada, quedan muchas dudas en torno a la verdad de los informes sobre la efectividad y los resultados de la política de seguridad, pero sobre todo, dejaría un gran margen de duda sobre las bajas reales, ficticias y “prefabricadas” en las unidades militares comprometidas. Este debate de las cifras cobra vigencia por el escándalo de los llamados “falsos positivos”, una práctica masiva, sistemática y deliberada de ejecuciones extrajudiciales atribuida a integrantes del Ejército de Colombia en complicidad con grupos paramilitares, que actuaron en contubernio para desaparecer y matar civiles y presentarlos después como “terroristas muertos en combate”. Por estas denuncias conocidas desde mediados de 2008, fueron removidos en octubre del mismo año treinta oficiales y sub oficiales del Ejército Nacional, entre los que se encuentran tres generales y diez coroneles y se adelantan investigaciones para determinar responsabilidades penales por estos crímenes de lesa humanidad. Esta depuración, a la que se suma la renuncia del comandante del Ejército Nacional, era necesario pero aún es insuficiente; pues se centra en los mandos operativos y desconoce responsabilidades políticas, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de graves violaciones de derechos humanos que ponen en entredicho la política de seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe Vélez. El Gobierno Nacional ha insistido en la tesis de que las Fuerzas Armadas deben procurar primero la desmovilización, después la captura y por último las bajas del enemigo, 1 pero las cifras del propio gobierno indican que la política de seguridad democrática tiene en las bajas mortales de sus enemigos un alto componente y pondrían en evidencia que los “falsos positivos” se extienden más allá de las ejecuciones extrajudiciales e involucran capturas y deserciones individuales. 1 En el discurso pronunciado en la celebración del 60 aniversario de la declaración Universal de los Derechos Humanos, el presidente Uribe se refirió al tema en los siguientes términos: “Algo bien importante en nuestras Fuerzas Armadas: primero, el interés es buscar que todos estos grupos se desmovilicen. Segundo, ponerlos presos. Y por última prioridad está la de darles de baja. Esa escala de prioridades debemos destacarla, porque así trabajan hoy nuestras Fuerzas Armadas”. Cartagena, 9 de septiembre de 2008. En las cifras del Ministerio de Defensa también se hace referencia a dos delitos que deberían disminuir en la medida en que se consolidan los resultados de las operaciones militares, según la doctrina de la seguridad democrática del Gobierno: el desplazamiento forzado y el secuestro. Las cifras De dar crédito a los datos del Ministerio de Defensa (ver cuadros de cifras al final del documento), un total aproximado de 1.847.957 personas, entre combatientes y civiles habrían sido afectadas (muertos, heridos, capturados, desplazados y secuestrados), lo que indica un promedio diario de 751 personas, en los seis años y nueve meses, que cubren el último semestre del gobierno del presidente Andrés Pastrana y los seis años de gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez. A este número se suman las personas que desertaron de los grupos armados ilegales en forma individual (17.750) y quienes se desmovilizaron de manera colectiva (31.671) 2 , para un total de 49.421 desmovilizados. El Gobierno sostiene que 19.263 personas, pertenecientes a grupos armados al margen de la Ley e integrantes de la Fuerza Pública murieron en este período, lo que significa que, en promedio cada día pierden la vida 7.8 colombianos en acciones armadas en Colombia. El Ministerio de Defensa incluye 12.713 “subversivos abatidos” (Farc, Eln, Erg y “disidencias”), lo mismo que 2.602 integrantes de las “autodefensas ilegales” y de las “bandas criminales” y 3.948 integrantes de la Fuerza Pública, a los que incluye en la categoría de “asesinados”. En cuanto a personas capturadas, el Ministerio de Defensa dice que fueron 49.523 personas de los cuales 32.335 serían integrantes de grupos guerrilleros, 13.456 a las “autodefensas ilegales” y 3.732 a las “bandas criminales”. En conclusión, 114.259 personas habrían salido de la confrontación armada en los últimos seis años y medio, lo que no concuerda con los informes militares que daban cuenta de 20 mil guerrilleros y 12 mil paramilitares al comienzo del gobierno Uribe 3 . 2 La cifra hace parte del informe de rendición de cuentas de la Alta Consejería para la Reintegración (ACR) presentado al presidente de la república a comienzos de 2008. Pearl, Frank, Informe del Alto Consejero, 2008 un nuevo rumbo, se consolida la Reintegración, Bogotá, marzo de 2008, en www.reintegracion.gov.co/app/Portals/0/doc/balance_reintegracion.doc 3 Según un informe secreto preparado por la Unidad de Información y Análisis Financiero del Ministerio de Hacienda y revelado por la revista Semana “para finales de 2003 las Farc estaban compuestas por 136 estructuras y que el número máximo de guerrilleros sería de 16.672. La misma publicación asegura que “(…) los miembros de la Uiaf contaron con una herramienta que hasta ahora no ha tenido ningún investigador en el país: acceso ilimitado a toda la información que cualquier entidad tuviera sobre las Farc. Entre otros pudieron ver todos los archivos y la información reservada de inteligencia de las Fuerzas Armadas (Ejército, FAC y Armada), Policía, DAS y Fiscalía. Tomado de http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Las%20cuentas%20de%20las%20FARC.pdf. El documento que informa sobre la consolidación de la política de seguridad democrática del Ministerio de Defensa reconoce personas heridas sólo entre los integrantes de la Fuerza Pública, 11.488, y queda la pregunta sobre el número de personas heridas pertenecientes a grupos guerrilleros y a los nuevos grupos paramilitares. El Ministerio de Defensa incluye en sus estadísticas 1.759.179 personas desplazadas y 8.504 personas secuestradas. Para enfrentar la violencia y superar sus efectos, es necesario precisar cuántas personas han sido dadas de baja (muertos, heridos, capturados y desertores), cuantas permanecen en las filas de los grupos armados y qué capacidad real de reclutamiento tienen sus estructuras. Sin embargo, las cifras oficiales no cuadran y merecen una revisión a la luz del debate sobre los “falsos positivos” ¿Ejecuciones judiciales o “falsos positivos”? Más que “falsos positivos”, son ejecuciones extrajudiciales, es decir, delitos de lesa humanidad. Más allá del mecanismo perverso de mostrar resultados operativos y cobrar bonificaciones, las ejecuciones extrajudiciales hacen parte de una política sistemática y deliberada dentro de una concepción de seguridad que requiere de muertos, capturados y desmovilizados para demostrar que es efectiva y exitosa. Tal y como lo afirmó en su momento la Ofician en Colombia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, “(…) la ejecución extrajudicial es un homicidio doloso perpetrado o consentido por personas cuya ilegítima actuación se apoya, de manera inmediata o mediata, en las potestades del Estado” 4 . Según el derecho internacional de los derechos humanos, las ejecuciones extrajudiciales son homicidios perpetrados por agentes del Estado que colocan a la víctima en situación de defensión o inferioridad. “Hay ejecución extrajudicial cuando individuos, cuya actuación compromete la responsabilidad internacional del Estado, matan a una persona en acto que presenta los rasgos característicos de una privación ilegítima de la vida. Por lo tanto, para que con rigor pueda hablarse de este crimen internacional, la muerte de la víctima ha de ser deliberada e injustificada. “La ejecución extrajudicial debe distinguirse, pues, de los homicidios cometidos por servidores públicos que mataron: a. Por imprudencia, impericia, negligencia o violación del reglamento. b. En legítima defensa. c. En combate dentro de un conflicto armado. d. Al hacer uso racional, necesario y proporcionado de la fuerza como encargados de hacer cumplir la ley”. “En ciertos casos la ejecución extrajudicial es perpetrada en un contexto bélico. Ello ocurre, por ejemplo, 4 Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, (OACNUDH) Consideraciones sobre la investigación y el juzgamiento de conductas punibles constitutivas de graves violaciones de los derechos humanos o de crímenes de guerra, Medellín, 2005‐09‐14, tomado de http://www.hchr.org.co/publico/pronunciamientos/ponencias/ponencias.php3?cod=75&cat=24 cuando con ocasión y en desarrollo de conflicto armado un miembro de la fuerza pública da muerte a una persona que no participa directamente en las hostilidades. En el caso de Colombia, esta conducta punible —conocida con el nombre de homicidio en persona protegida— ha sido tipificada por el artículo 135 del Código Penal, y pertenece al género de los delitos contra personas y bienes protegidos por el derecho internacional humanitario” El 15 de diciembre de 1989, mediante la Resolución 44/162, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el instrumento titulado Principios relativos a una eficaz prevención e investigación de ejecuciones extralegales, arbitrarias y sumarias. Según este instrumento, con relación a tal género de criminalidad tienen los gobiernos varias obligaciones. Entre ellas, cabe mencionar: 1ª. La de prohibir por ley tales ejecuciones y velar por que ellas sean tipificadas como delitos en su derecho penal. 2ª. La de evitar esas ejecuciones, garantizando un control estricto de todos los funcionarios responsables de la captura, la detención, el arresto, la custodia o el encarcelamiento de las personas, y de todos los funcionarios autorizados por la ley para usar la fuerza y las armas de fuego. 3ª. La de prohibir a los funcionarios superiores que den órdenes en que autoricen o inciten a otras personas a llevar a cabo dichas ejecuciones. 4ª. La de garantizar una protección eficaz, judicial o de otro tipo, a las personas que estén en peligro de ejecución extralegal, arbitraria o sumaria, en particular aquéllas que reciban amenazas de muerte 5 ”. Este marco normativo no ha sido tenido en cuenta en el momento de de las operaciones militares, con frecuencia presionadas por el propio presidente de la república para mostrar resultados e incentivadas por la Directiva del Ministerio de Defensa número 029 del 17 de noviembre de 2005, que establece el pago de recompensas por la captura o abatimiento en combate de cabecillas de las organizaciones armadas al margen de la ley, o por información que permita incautar material de guerra y de intendencia. En ese contexto, es posible que los llamados “falsos positivos” se extiendan a capturas y desmovilizaciones de personas sindicadas de pertenecer a grupos armados ilegales. Los informes de derechos humanos de la ONU sobre Colombia dan cuenta de esta realidad cuando se refiere a la persistencia de ejecuciones extrajudiciales atribuidas a miembros de la fuerza pública, fundamentalmente del Ejército: “La oficina en Colombia continuó recibiendo quejas de ejecuciones extrajudiciales atribuidas a miembros de la Fuerza Pública. Algunas características comunes a los casos denunciados son presentar a las víctimas como muertos en combate, alterar la escena de los hechos antes del levantamiento del cadáver y en la mayoría de las ocasiones hacer que la Justicia Penal Militar asuma las investigaciones. Las investigaciones adelantadas por las autoridades sobre algunos de estos casos revelan que podrían estar motivados por la presión por resultados y el interés de algunos 5 Ídem. miembros de la Fuerza Pública de obtener a partir de dichos resultados una serie de beneficios y reconocimientos” 6 . Las organizaciones de derechos humanos agrupadas en tres plataformas en Colombia 7 , fueron más precisas en su Informe para el Examen Periódico Universal de Derechos Humanos, que revisará la situación de derechos humanos en Colombia el próximo mes de diciembre en Ginebra, Suiza: “(…) en el último quinquenio se ha constatado un aumento del 67,71% en los registros de ejecuciones extrajudiciales directamente atribuidas a la Fuerza Pública, lapso que coincide con la aplicación de la política de “seguridad democrática” promovida por el Gobierno actual desde su posesión el 7 de agosto de 2002. Así, entre julio de 2002 y diciembre de 2007, se han registrado por lo menos 1.122 casos de ejecuciones extrajudiciales atribuibles directamente a la Fuerza Pública, frente a 669 casos registrados entre enero de 1997 y junio de 2002”. La Mesa de Ejecuciones Extrajudiciales de la CCEEU (Coordinación ColombiaEuropa-Estados Unidos, coalición de ONG de derechos humanos de Colombia) informó que “(..) En los últimos 18 meses transcurridos entre el 1 de Enero de 2007 y el 30 de Junio de 2008 han sido más graves en materia de ejecuciones extrajudiciales, según los registros de las organizaciones que conforman En este periodo hemos registrado que 535 personas perdieron la vida a causa de ejecuciones extrajudiciales directamente atribuibles a la Fuerza Pública. Quiere decir que (en promedio) en estos 18 meses una persona perdió la vida cada día, víctima de una ejecución extrajudicial. Esto significa un aumento de casi el doble de los hechos registrados durante el periodo comprendido entre el 1 de Julio de 2002 y el 30 de junio de 2007 (en el cual se registraron 1122 casos de ejecuciones extrajudiciales, es decir una víctima cada dos días) y del triple con relación al período anterior a la posesión del actual gobierno comprendido entre enero de 1997 y junio de 2002 (en el cual se registraron 669 casos, es decir, una persona cada tres días). De los 535 casos registrados por la Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos, 117 casos, representando el 21,9% del total de los casos denunciados en este informe, tienen algún tipo de seguimiento jurídico (judicial o disciplinario) por parte de la organizaciones de que conforman la Mesa de Ejecuciones Extrajudiciales de la Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos. Del resto, 78,1% no estamos en condiciones de (establecer) hasta qué punto (han) sido objeto de algún procedimiento (…) judicial o si permanecen en completo olvido de instancias judiciales encargadas de su investigación y esclarecimiento” 8 . 6 Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, 2007, disponible en http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informes.php3?cod=11&cat=11 7 La Coordinación Colombia‐Europa‐Usa, el Capítulo Colombia de la Plataforma Interamericana de Derechos Humanos Democracia y Desarrollo y la Alianza de Organizaciones Sociales por una Cooperación para la Paz y el Desarrollo. 8 Informe del Observatorio de derechos humanos y derecho humanitario Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos, “Ejecuciones extrajudiciales: realidad inocultable” 2007 – 2008), Bogotá, octubre de 2008. Desde 2003 se presentaron los primeros casos de muerte de civiles que se convirtieron en una constante en varias regiones del país y que fueron registrados como “errores” de la Fuerza Pública, “fuego amigo” y finalmente como “falsos positivos”, aun cuando hay denuncias reiteradas de un comportamiento similar en años anteriores. Los hechos que generaron la alarma ocurrieron el municipio de Soacha cuando se hizo pública la desaparición de 11 personas, en su mayoría jóvenes, que desaparecieron de sus casas tras anunciar que habían sido contactados para diferentes trabajos fuera de la ciudad, pero a las pocas horas aparecieron muertos a cientos de kilómetros de distancia, vestidos con uniformes militares y presentado como abatidos en combate 9 . Entre la negación y la justificación La primera reacción del gobierno ha sido negar los hechos, después ha intentado justificarlos, descalificando a quien formula las denuncias y por último, responsabiliza a los mandos militares, en un esfuerzo por demostrar que las violaciones de derechos humanos no son política del gobierno. Sobre los desaparecidos en el municipio de Soacha el presidente reaccionó asegurando que sí hubo combates y justificando las bajas: “(…) los jóvenes desaparecidos de Soacha fueron dados de baja en combate, no fueron a recoger café, iban con propósitos delincuenciales y no murieron un día después de su desaparición, sino un mes más tarde” 10 . Días más tarde el Ministro de Defensa y después, el propio presidente, reconocen la gravedad de lo ocurrido y provocan la crisis en el mando militar. Según el informe de una comisión especial designada por el propio gobierno y citada por los medios de comunicación “(…) en la mayoría de los casos, se repitió un modus operandi que no cumplía la doctrina militar básica. En primer lugar, no había ningún tipo de inteligencia previa antes de salir a la operación o, si la había, era un reporte vago, sin análisis. En segundo lugar, tampoco salían con un plan de operación, es decir, quién dirigía el grupo, cuál era la estrategia, etcétera, y en algunos casos sin poner al tanto a mandos superiores. Y, por último, hacían la operación de noche. En los informes reportan haber encontrado una o dos sombras sospechosas que se mueven, les gritan "alto", la 'sombra' dispara con una pistola y ellos responden con ráfagas de fusiles. Y, como si fuera poco, el control que debían ejercer los mandos superiores brillaba por su 9 Citar revista Cambio y Semana, además de notas de El Tiempo. 10 Ver: http://co.eprensa.com/cgibin/show_article.cgi?dir=20081008&file=nwco1::semana.com__noticias1130 _004&subclient=ONU&mode=&eurodatenoslash=08102008&keywords=coco1%3A%3ANaciones___Uni das ausencia. Por ejemplo, en el caso de Ocaña hay 111 muertos en combate en el último año, muchos de ellos enterrados como NN” 11 . Otro caso de negación ocurrió el 10 de abril de 2004 cuando unidades del Ejército ejecutaron a cinco civiles, cuatro de ellos menores de edad en el municipio de Cajamarca, Tolima, y presentaron el caso como un error militar. El presidente Uribe afirmó días después: “(…) estoy convencido de la buena fe del Ejército en esta equivocación. Si se tratara de un ejército violador de derechos humanos, quienes dispararon contra los campesinos hubieran buscado el ocultamiento, la mentira o la desaparición de los cadáveres. Nuestros soldados y oficiales, afectados por el dolor, llamaron de inmediato a sus superiores y comunicaron la verdad”. Justamente, por ocultar la verdad y “evitar que quedaran testigos de ese acontecer trágico”, el 18 de julio de 2007 la Procuraduría General de la Nación destituyó e inhabilitó por doce años para ejercer cargos públicos a siete miembros del Ejército Nacional vinculados a estos hechos. Los uniformados, dijo el ente investigador, fueron hallados responsables de ejecutar en estado de indefensión al campesino Norberto Mendoza Reyes, quién había sobrevivido a la masacre. Según la Procuraduría, este hecho constituyó una “falta disciplinaria gravísima por haber incurrido en graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario, por el homicidio del señor Mendoza Reyes, quien recibió varios disparos a corta distancia y en estado de indefensión, ya que el campesino se encontraba herido y pidió a los militares que no lo dejaran morir”. Ya el 30 de enero de 2006 la Fiscalía General de la Nación había proferido una resolución acusatoria contra el sargento, el cabo y los cinco soldados involucrados en la matanza de Cajamarca, atribuyéndoles el delito de homicidio en persona protegida. Además, están en marcha investigaciones contra el comandante de las Fuerza Militares de la época y otros altos oficiales por intentar desviar la investigación de las autoridades. Entre el 21 y el 22 de febrero de 2005 se registró la masacre de San José de Apartadó en la que fueron asesinadas ocho civiles, entre los que se encontraban un bebé de 21 meses, un niño de un año y uno más de cinco años de edad. El domingo 20 de marzo de 2005, el presidente de la república, antes que condenar el crimen y motivar la investigación para esclarecer los hechos que comprometían unidades del Ejército, prefirió decir que: “(…) en esta comunidad de San José de Apartadó hay gente buena, pero algunos de sus líderes, patrocinadores y defensores están seriamente señalados, por personas que han residido allí, de auxiliar a las Farc y de querer utilizar a la comunidad para proteger a esta organización terrorista”. El mismo argumento fue usado por los paramilitares que participaron en la masacre. Uno de ellos conocido con el alias de “Pirulo”, relató a la Fiscalía que llegaron a la 11 La historia detrás del remezón, Revista Semana, 1 de noviembre de 2008, en http://semana.com/noticias‐nacion/historia‐detras‐del‐remezon/117295.aspx comunidad de San José de Apartadó persiguiendo a varios guerrilleros de las Farc, para lo cual montaron una emboscada en la que fueron retenidos Luis Eduardo Guerra, su esposa Bellanira Areiza y su hijo Deiner Andrés, a quienes los ‘paras’ les preguntaron por la guerrilla, “luego dieron la orden de asesinarlos, siendo degollados” (El Espectador, 1 de agosto de 2008). Casi cuatro años después, la Procuraduría General de la Nación formuló pliego de cargos en contra del teniente coronel Orlando Espinosa Beltrán, los capitanes Guillermo Gordillo Sánchez y Óscar Gerardo Omaña García y otros seis suboficiales por graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario, luego de que se comprobara que facilitaron la incursión de las autodefensas, quienes ejecutaron a ocho civiles ajenos al conflicto armado, tras torturarlos y posteriormente desmembrarlos y enterrarlos en una fosa común (El Espectador, 1 de agosto de 2008). Según el diario El Tiempo, “en marzo (de 2008), la Fiscalía General ordenó la captura de 15 militares (…) por la masacre cometida en coordinación con grupos paramilitares, en febrero de 2005. El mensaje del presidente Uribe combina la justificación con la autorización para que los militares actúen haciendo caso omiso a las organizaciones de derechos humanos. En el acto de posesión del general Édgar Alfonso Lesmez Abad como nuevo comandante de la Fuerza Aérea, el presidente Uribe terminó su intervención afirmando: “Asume usted el Comando de la Fuerza Aérea para derrotar el terrorismo. Que los traficantes de los Derechos Humanos no lo detengan, no lo equivoquen, que toda la Fuerza Aérea Colombiana le preste a esta gran Nación el servicio de ayudar a que nos liberemos de una vez por todas de esa pesadilla”. Mensajes como éstos crearon un clima propicio para la violación de los derechos humanos bajo la lógica de que el fin de la “seguridad democrática” justifica los medios. El 2 de julio de 2008, cuando el país celebraba la liberación de Ingrid Betancurt y 14 personas más que estaban en poder de las Farc, el presidente Uribe, exaltando a las tropas afirmó que mal podrían las ONG insistir en acusar a las Fuerzas Militares de matar civiles, ponerles uniformes de camuflado y presentarlos como muertos en combate y llamó a los jueces a revisar las acusaciones contra militares acusados de violación de los derechos humanos: “Con la guerrilla hemos tenido el siguiente problema: Es bueno anotarlo, que lo conozcan los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos. Primero, en muchas oportunidades cuando el Ejército daba de baja a alguien de la guerrilla, decían: Ah, eso no fue el Ejercito fueron los paramilitares que le hicieron ese trabajo. Entonces nos acusaban de que estos homicidios, de que esas no eran bajas de nuestra fuerza pública sino asesinato paramilitares. Y en el último tiempo es ´no esa no fue una baja en combate, eso fue una ejecución extrajudicial´, en el derecho nuestro sería un asesinato, un homicidio fuera de combate, siempre tratan de desorientar de esa manera y desacreditar nuestra política, y a nuestras institucionales, haciendo esas imputaciones de violación de los derechos humanos” Dos meses después se demostró que las denuncias y los informes de los organismos de derechos humanos tenían fundamento, que sí había una acción deliberada, masiva y sistemática para violar los derechos humanos y que en esa política estaban comprometidos altos mandos militares. Son hechos muy graves que requieren respuestas claras y contundentes por parte del gobierno nacional, ante el país y ante la comunidad internacional que observa con alarma y preocupación lo que está ocurriendo. Por eso, de la crisis deben resultar acciones específicas que permitan: • • • • • • • Asegurar la NO REPETICIÓN, es decir, que esta práctica sea abolida en todas las unidades militares y de policía y asegurar controles para tal fin. Investigar, desde la justicia civil, para identificar los culpables (autores materiales e intelectuales) y proferir las condenas a que haya lugar, asegurando todas las garantías a los inculpados. Establecer las responsabilidades políticas, porque no se puede circunscribir la sanción sólo en los mandos operativos. Revisar la directiva 029 del Ministerio de Defensa para aplicar los correctivos necesarios. Revisar las cifras del Ministerio de Defensa para que se conozca la verdad sobre los resultados de la política de seguridad democrática en materia de muertos en combate, capturados y desmovilizados. Revisar a fondo de la política de seguridad democrática desde los derechos humanos Propiciar todas las garantías a las ONG de derechos humanos, nacionales e internacionales, para que sigan adelantando su legítima labor. No contribuyen a crear un clima propicio para la defensa, promoción y realización de los derechos humanos la descalificación de sus defensores. La mejor defensa de la institucionalidad, de la democracia, del rol de la Fuerza Pública y el deber del Gobierno no se hace ocultando la verdad, negando o justificando los hechos o limitando la acción ejemplarizante sólo en algunos militares. El compromiso es a fondo y en serio y la comunidad internacional está vigilante, en términos políticos y judiciales. Los “abatidos” (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Total “subversivos abatidos” Promedio diario Total “autodefensas ilegales” y “bandas criminales” abatidos “Miembros de la Fuerza Pública asesinados en combate” Promedio diario 12.713 5.1 2.602 3.948 1.6 Total muertos Los capturados (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Guerrilleros Autodefensas Ilegales Bandas criminales Total capturados Los desmovilizados (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Desmovilizados individuales Farc Promedio diario Desmovilizados individuales Autodefensas Ilegales Promedio diario Desmovilizados individuales Eln Promedio diario Desmovilizados individuales de disidencias Total desmovilizados individuales Los heridos (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Heridos Fuerza Pública 19.263 32.335 13.456 3.732 49.523 11.195 4.5 3.682 1.49 2.368 0.9 505 17.750 11. 488 Los desplazados (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Total personas desplazadas 1.759.179 Los secuestrados (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Total personas secuestradas 8.504 Resumen (Fuente Ministerio de Defensa. Período 2002-septiembre 2008) Total “abatidos y “asesinados” 19.263 Total “capturados” 49.523 Total desmovilizados individuales 17.750 Heridos Fuerza Pública 11. 488 Total personas desplazadas 1.759.179 Total personas secuestradas 8.504 Total personas afectadas 1.865.707