R20 b PAIS LATERCERA Sábado 5 de abril de 2014 La curva maldita de Curanipe La noche del 18 de septiembre del año pasado quedó grabada en la memoria de los habitantes de Curanipe. Dos accidentes de auto, ambos con consecuencias trágicas. El expediente del caso más mediático, el que involucra a Martín Larraín, entrega relevante información sobre lo ocurrido. TEXTO: Francisco Siredey Escobar FOTOGRAFIA: Archivo J OSE ANDRES PRADO entró a la primera fonda que vio y pidió un jarro de chicha. Aunque se había separado de su grupo, no los extrañó demasiado: se encontró con una amiga que lo invitó a seguir los festejos en su casa. Entonces, Prado vio el Land Cruiser amarillo. Al otro lado del vidrio del conductor estaba el rostro de Martín Larraín Hurtado (24), que se estaba alojando en su casa. “Le dije que fuéramos a la casa de mi amiga y me dijo que se iban para la casa. No recuerdo la hora, pero creo que eran cerca de las cinco A.M.”, declaró Prado a la fiscalía. Al rechazar la propuesta, Larraín selló su suerte y la de Hernán del Carmen Canales (39). Hay distintas versiones de lo que sucedió después, en la madrugada del 18 de septiembre. El jeep llevaba siete personas adentro: Antonio Valenzuela, Matías Villela, Consuelo Gutiérrez, Bárbara Aguiló, Sofía Gaete (23), Sebastián Edwards (23) y Larraín, quien iba al volante. Por la berma transitaban varios grupos de jóvenes, pues el balneario había sido invadido por cientos de santiaguinos con ganas de fiesta. De acuerdo a diversos testimonios, se había esparcido el rumor de que Curanipe estaría “bueno” durante Fiestas Patrias. En cabañas o casas arrendadas, los visitantes organizaban asados que se extendían hasta la noche, momento en el que recién se dejaban ver por las fondas del pueblo. Luego de dejar a Valenzuela en las cabañas Sirena, el vehículo retomó el rumbo a Curanipe de sur a norte por la Ruta M-80 N. En el sector de Quinta Chile, Larraín se enfrentó a una curva hacia la izquierda y no alcanzó a ver a un hombre que caminaba con sus pantalones abajo. Bárbara Aguiló, que iba pegada a la ventana derecha del asiento trasero, observó todo de frente. “Nos miramos a los ojos. Siento el impacto y Martín lo esquiva hacia la izquierda. Le digo ‘para el auto, porque lo atropellamos’”, declaró en la investigación, según consta en la carpeta, a la cual tuvo acceso Reportajes. Larraín se bajó junto a Sebastián Edwards y Sofía Gaete. Vieron el cuerpo de Hernán Canales en una zanja, sobre una cerca de alambres de púas. “Emitía quejidos guturales”, recordó Larraín en sus declaraciones posteriores. Los tres bajaron a verlo y lo alumbraron con sus celulares. Estaba vivo. Gaete se trató de comunicar con Carabineros y con una ambulancia, pero sólo tuvo éxito varios minutos después. “Me dijeron que venían en camino”, indicaría después. Aún conmocionado, Larraín subió a la berma para revisar el auto. Bárbara Aguiló se había bajado. El la instó a regresar adentro, junto a Villela y Gutiérrez, quienes estaban ebrios y no recuerdan nada. Gaete le hizo ver a Larraín que la presencia de un par de borrachos no ayudaba y que los fuera a dejar. “Mi amiga me dice ‘ándate, ándate, te vas a meter en un lío por lo público de tu familia, y yo, en estado de shock, me voy”, sostuvo Larraín, hijo del presidente de RN, Carlos Larraín, a la Fiscalía de Cauquenes, en su segundo testimo- nio, del 10 de octubre. Luego de reemplazar un fusible quemado que tenía el jeep en pana, se fue del lugar, unos 25 minutos después del atropello. La ambulancia de la Cesfam de Curanipe y la paramédico Edith Amaro no llegarían a tiempo. Ella encontraría el cadáver aún con los ojos abiertos. Edwards lo sospechaba: “Cuando Matías se fue, el señor ya no se quejaba”. “Mi amiga (Sofía Gaete) me dice ándate, ándate, que te vas a meter en un lío por lo público de tu familia, y yo, en estado de shock, me voy”. “(Canales) dio unos pasos hacia el centro de la calzada cuando viene el jeep de la nada. No tocó la bocina y tampoco lo escuché frenar”. “La alcoholemia de Larraín se realizó casi 48 horas después, lo que, sumado a testimonios, nos da la convicción de que había bebido antes”. “Por la distancia a la que dicen que se encontraban (Sebastián Milon y Jorge Hurtado) era imposible que pudieran ver el atropello”. Matías Larraín, imputado. Sebastián Milon, testigo del accidente. Juan Pablo Pereira, fiscal de Cauquenes. Gonzalo Bulnes, abogado querellante. “ Las batallas que vienen El fiscal de Cauquenes, Juan Pablo Pereira, formuló ayer su acusación al Juzgado de Garantía de Chanco en contra de Martín Larraín por el delito de conducción en estado de ebriedad con resultado de muerte. También ratificó el cargo de obstrucción a la investigación en contra de Sebastián Edwards y Sofía Gaete, la pareja que se quedó junto al cuerpo de Canales y que luego mintió en su primer testimonio a Carabineros, al decir que el vehículo responsable del atropello fue una “camioneta doble cabina blanca”. La pena solicitada para Larraín fue de cua-