Teatro MSJ Traición en triángulo amoroso Virginia Rioseco* La presentación en el Teatro de la UC de un clásico de la dramaturgia internacional del Nobel 2005, Harold Pinter, resuelve con maestría el arriesgado desafío de una obra que desde el primer parlamento revela el desenlace. En este montaje queda claro que la peor traición es la que uno se hace a sí mismo, sea transgrediendo sus propias normas morales y éticas, sea dejando que la vida pase sin ser actor consciente de la misma. *Periodista 52 244 L a historia del teatro, el cine y la literatura desborda de narraciones acerca de la traición en sus diversas facetas y, en especial, en su versión amorosa. Este tema no solo es recurrente, sino que además vende: la traición duele y vende. Sin embargo, hacer un buen guión acerca de esta y luego traducirlo en el escenario con actores que deben a su vez conseguir una afinada interpretación de la historia, no es tarea fácil. Ambas dificultades han sido sorteadas con éxito, en distantes latitudes: En el norte, en Inglaterra, con la pluma de Harold Pinter, el dramaturgo; en el sur, con la maestría de Ramón Nuñez, el director. En la interpretación que se hace en el Teatro de la Universidad Católica, se agradece el apego y “respeto” por el texto, todo un clásico de la dramaturgia internacional y obra del Premio Nobel 2005, Harold Pinter. La experimentación debería estar siempre en función del texto y muchas veces se hacen trizas excelentes clásicos por el prurito de la novedad. En esta versión eso no ocurre y el resultado es bueno. Podríamos considerar, entonces, que este montaje −que inaugura la temporada del Teatro de la UC, 2007−, es una verdadera apuesta que va a la segura. Buen texto, buen director y actores que, en su mayoría, sorprenden. Y, más encima, con taquilla completa. Sin duda, con la abundancia de obras de teatro, no es tarea fácil. UNA HISTORIA EN TRES HILOS La historia en Traición es importante: narra el triángulo amoroso entre Jerry (interpretado por Álvaro Escobar), su amante Ema (con una excepcional Javiera Contador) y Robert (con el actor Tito Bustamante en el papel del esposo de Ema y el amigo de Jerry). Pero más importante que la historia es el cómo se narra, se interpreta y se pone en escena. El tono es sutil. Y es extremadamente arriesgado presentar una obra que ya desde el primer parlamento nos sitúa en el desenlace final. Cuadros que uno a uno, en retrospectiva, van contando de la ruptura entre Ema y Jerry, y entre la separación entre Ema y Robert. Lo que quiere el lector o espectador es saber cómo se sucedieron los hechos que llevaron a este triángulo y a este término. Son cuadros que, como en el cine, terminan yendo a negro y que van narrando homeopáticamente la historia. Y son los pequeños detalles, las mínimas intrigas y desafíos de un grupo de burgueses que deambulan por el mundo de las artes, lo que interesa. La frialdad de Robert, su ambigüedad sexual sutilmente deslizada a Ema; la apasionada búsqueda de Ema que es la sombra tanto del esposo como del amante, pero que al poco andar vemos que detrás de ese silencio es ella quien los sostiene tanto emocional como intelectualmente; o el cinismo de Jerry. Todo confluye para dar cuenta de un grupo socio cultural que es el reflejo atemporal de otros grupos que acomodados en el estatus y en el éxito pierden el norte de sus propias vidas. Junio 2007 Lo interesante es que tanto Pinter como Núñez apuestan al no juicio. Es el espectador el que completa y se siente o no interpelado por la historia y se hace parte −cual voyerista− de lo que ocurre en escena. La trama está llena de detalles sicológicos y sobre todo culturales, en un contexto determinado que se adivina entre los sesenta y setenta, aunque podría ser en cualquier tiempo y que conmueve porque habla de universales en la vida del ser humano: dudas, ambigüedades, dolores, frustraciones y traición. En la dramaturgia de Harold Pinter no existe la intención de dar normas morales o de dejar una moraleja, sino mostrar descarnadamente las vidas de los involucrados, sencillamente lo que ocurrió. El resto se deja a los espectadores, quienes son cómplices de esta Traición y de las múltiples traiciones que ya por ser humanas se deben encarar en la vida. Sin embargo, en este montaje queda claro que la peor traición es la que uno se hace a sí mismo, sea transgrediendo sus propias normas morales y éticas, sea dejando que la vida pase sin ser actor consciente de la misma. Ema es, de alguna manera, la más consciente de esta situación. Ella busca con desesperación y angustia, propias del hombre y de la mujer modernos, algo de qué asirse, con un marido que la maltrata (lo cual no justifica su actuar, pero quizás lo explica), un hombre que la anula y que desde su frialdad Junio 2007 la trata como objeto. Con un cinismo tan cruel como la misma traición que corrompe la vida de todos los involucrados en la historia. Nadie sale inmune de esto. Nadie puede salir inmune de esto. Tres vidas que se trastocan porque han sido, quizás, construidas desde la falsedad de las apariencias. Las lecturas son tan múltiples como vidas pueda haber, tantas como espectadores vayan a ser cómplices de esta traición humana. Con una sala llena todos los fines de semana se infiere que los espectadores están involucrados en lo que esta obra, que sugiere y que no impone, transmite a sus observadores. Una cierta compasión por los otros y, lo más relevante, por sí mismo. ¡Hay que verla! MSJ FICHA TÉCNICA Nombre: Traición, de Harold Pinter Lugar: Teatro de la Universidad Católica Dirección: Jorge Washington Nº 26, Ñuñoa. Teléfono: 2055652 Horario: Mayo a julio. Miércoles, jueves, viernes y sábado, a las 20:30 horas. Director: Ramón Núñez Reparto: Álvaro Escobar, Javiera Contador, Tito Bustamante 245 53