Grecia, o el desenlace de una historia catastrófica *Luis Carlos

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Grecia, o el desenlace de una historia
catastrófica
*Luis Carlos Olaya
La versión romana de la тройка «troika» rusa se
conoció como el trium viratus «triunvirato» y a
diferencia del uso y costumbre eslavos, en los
tiempos de la República romana aquel término
designó la alianza de tres figuras del quehacer
político, quienes asumían el control cuando
menester fuera debido a la dificultad que
diversas circunstancias pudieran ofrecer al
oficio del comando del vulgo pueblo romano.
De modo un tanto curioso, la primera
conformación de triunvirato romano, a la
cabeza de Licinio Craso, Julio César y Pompeyo
Magno, tuvo su primera versión eslava con la
alianza de Zinoviev, Kamenev y Stalin, esta vez
contra Trotsky, quien para 1924, año de la
muerte de Lenin, ya era considerado un
enemigo al interior del Buró político que
gobernaba a la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas.
Del mismo modo en que la versión romana
contó con otros representantes del triunvirato,
en la URSS hubo también otras troikas,
calendadas en 1953 y 1964, años de la muerte
de Stalin y de la destitución de Jruschov, que
tomaron bajo sus alianzas el destino político de
las tierras eslavas. La historia tradicional suele
reconocer en estas fechas las últimas
expresiones de esta institución de raigambre
tanto eslava como occidental, por lo menos en
lo que atañe a la historia de Rusia. Sin embargo,
lejos de ser estas sus últimas expresiones, en
1991, con el fin del siglo XX, otra alianza
tomaría lugar en tierras eslavas, esta vez
partiendo de allende el Atlántico y aterrizando a
la cabeza de dos instituciones creadas hacia
finales de la Segunda Guerra Mundial: el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional,
que en alianza con el Departamento de Estado
de los Estados Unidos, designaron a un grupo
de economistas y juristas que asesorarían la
transición de la que otrora fuera la Unión
Soviética, hacia la moderna Federación Rusa.
No obstante las altas presencias institucionales,
la fórmula a aplicar era tanto más simple: la
privatización total de la naciente República
rusa.
Con el arribo de esta alianza institucional,
llegaron también a Rusia inversores del mundo
entero, quienes a cuenta de tener el capital
necesario, compraron por sumas realmente
irrisorias numerosas fábricas e industrias en los
Urales y Siberia. Desde luego que tales medidas
producto de la sapiencia económica occidental,
no llevarían a una consecuencia distinta que a la
devastación del pueblo ruso. Tal como para
principios del año actual empezara a ocurrir en
Grecia, debido a las medidas que estas mismas
instituciones condujeran a tomar por parte de
este país de Europa continental. Ahora bien,
este conjunto de resoluciones económicas no
tuvo lugar en Rusia sino gracias a la fuerza
política reaccionaria que destara el intento de
golpe de Estado que los radicales comunistas
trataran de propinar en 1991, golpe que se
denominó catastroika y que intitula un conocido
documental estrenado en el 2012, dirigido por
Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi. Este
documental muestra que la celeridad con que la
Unión soviética se privatizó, fue debida
primeramente a la posibilidad de instaurar un
gobierno represivo, a la manera del Chile a
manos de Pinochet y de la Turquía bajo el
mando de Evren, para dar luego transición a un
régimen llamado democrático.
Esta misma sapiencia económica asesoraría la
compra que Alemania occidental hiciera de la
República Democrática Alemana, dando con
ello origen a la República Federal Alemana y
encausando del mismo modo que en Rusia, un
aniquilamiento de las condiciones de vida de
los habitantes del lado oriental del derrumbado
muro de Berlín. Estos hechos dejan claro que
el talante político del triunvirato romano se
mantiene presente en estas medidas que se
pretenden meramente económicas. Sin
embargo no se trata solamente de un ánimo
político, sino que es profundamente ideológico,
ya que tras las operaciones económicas hechas
en Rusia y Alemania oriental, y bajo el velo de
la instauración democrática, se dictaminaron
medidas que establecerían recortes en el pago
de seguridad social, pensiones y demás
beneficios laborales. Justamente los mismos
requerimientos que se le imponen a la Grecia
en bancarrota del siglo XXI, no por obra de
una coincidencia, sino porque una troika
conformada por la Comisión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario
Internacional, se encarga hoy día de definir el
futuro de Grecia.
De hecho el pasado 24 de septiembre, el diario
alemán Der spiegel estableció que, de acuerdo
con los cálculos de la mentada troika, el déficit
presupuestal del gobierno griego es más grande
de lo que se había pronosticado, y que asciende
por lo menos a 20 millones de euros. Este
nuevo guarismo supone que las medidas de
austeridad propuestas por la troika se harán
cada vez más férreas, de manera que el
gobierno, a la cabeza de su primer ministro,
Antonis Samaras, esté en condiciones de
afrontar el préstamo que, a título de banqueros
privados y fondos de la Unión Europea, le
brindaría condiciones para afrontar la inmensa
deuda pública que afronta. Tales presiones
están llevando la discusión en Grecia al nivel
del tecnicismo económico, tal como lo ha
anunciado en el pasado mes de agosto
Evangelos Venizelos, líder del Movimiento
Socialista Panhelénico, de modo que el
incómodo carácter ideológico que la moderna
troika está logrando imponer se mantenga
obliterado. Sin embargo no se trata de los
complejos cálculos que la proporción de la
deuda pública debería guardar respecto del
tamaño de una economía nacional cualquiera,
cual si fuera una lección que Grecia le enseñara
a los políticos y economistas del mundo, tal
como pretende hacerlo ver Larry Elliot desde el
diario inglés The guardian; se trata en cambio de
tener pleno conocimiento respecto a que las
medidas económicas impuestas a Grecia están
animadas por una ideología neoliberal que, en
contubernio con un clase política corrupta,
negocia el porvenir de una nación, tal como ya
ocurriera con Rusia y Alemania oriental,
poniendo la mirada en el salvamento y solución
de lo que Mikis Theodorakis, en entrevista al
diario Athens news, llamó la crisis del capitalismo
internacional.
Joven Investigador
Facultades de Ciencia política y Gobierno y de
Relaciones Internacionales
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