Capítulo segundo.— Distribución de cultivos y formas de propiedad

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Capítulo Segundo
Distribución de cultivos y
formas de propiedad a mediados
del siglo XVIII
1.
APROVECHAMIENTO Y PARCELACION
DEL TERRAZGO
En el momento de efectuarse los informes, que con posterioridad serían conocidos como Catastro del Marqués de la Ensenada, al término municipal de Carmona se le considera una
superficie total de 132.638 fanegas (= 75.616 has.)
En el municipio de Carmona está perfectamente establecido,
a lo largo del período estudiado, que una fanega = una aranza^
da = 0,5701 hectárea.
La respuesta de Carmona a la pregunta número nueve del
Interrogatorio General («De qué medidas de tierra se usa én
aquel pueblo, de cuántos pasos o varas castellanas en cuadro se
componen...) fue la siguiente: «Que en este término se usa el
nombre de fanega para las tierras de sembradura y para las
huertas, y en los plantíos, de aranzada, lo que en substancia es
una misma; pues la fanega se compone de 510 estadales de
cuatro varas cada uno, que ascienden a 8.160 varas superficiales
cada una, y los mismos estadales y varas tiene la aranzada» (1).
Efectivamente, como el estadal se compone de 16 varas cuadradas y la vara equivale a 0,835905 metros (2), fanega y aranzada
valen 5.701 metros cuadrados (3).
Esta conversión queda confirmada en el Amillaramiento refundido de 1910. Aquí la extensión supe^cial de la parcela
aparece en un doble encolumnado; en primer lugar, la exten(1) Catasrro del marqués de la Ensenada. Interrogatorio General, fol. 121
v.° y 122 r.°
(2) Alvera Degrás, A., Córzrultorio métsico y monetaria, cuentar hechar a todo.r
!or precio.r por mayor y menor. Libr. de don León Pablo Villaverde, Madrid, 1854,
132 páginas; en págs. 17 y 49.
(3) Una fanega = 510 estadales = 8.160 varas cuadcadas = 90,33 x 90,33
varas lineales; y siendo la vara lineal igual a 0,835905 merros, la fanega será
igual a
1 fg =(90,33 x 0,835905)z = 5.701 m2.
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sión expresada en la «medida local», y, en segundo lugar, en el
siscema mérrico decimal. La equivalencia dada en 1910 es la
anteriormente expresada, y se mantiene hasta hoy día.
Destaca, pues, el hecho de que fanega y aranzada posean el
mismo valor, y también la reducida extensión de la fanega
carmonense por relación a la fanegá castellana (0,6439 ha) o,
incluso más próximo a ella, la fanega de la Campiña de Córdoba (0,6121 ha) ( 4); lo que a su vez es índice de la mejor
calidad de las tierras.
Sin embargo, a pesar de que la conversión no ofrecía ninguna duda, se ha optado por expresar los valores tratados en las
medidas que originariamente se utilizan en el documento. EI
motivo de semejante decisión estriba en la disparidad existente
entre la cifra que da en el Catastro del Marqués de la Ensenada
como superficie total del término (132.638 fanegas = 75.616
ha) y la que realmente posee (91.998 ha). Hay, pues, una
diferencia de 16.000 hectáreas, sin que desde el siglo XVIII
hasta hoy se hayan producido modificaciones sustanciales -naturalmente, se tendrían que haber producido agregaciones. Esta
merma de casi un 20 por 100 de la superficie hay que achacarla, en parte, a posibles ocultaciones, y en parte, a la falta de
precisión en las mediciones efectuadas en aquel entonces, especialmente en las mediciones de los espacios menos productivós (5 ).
Así pues, aunque se hubiese hecho la conversión al sistema
métrico decimal, las cifras obtenidas no reflejarían superficies
reales, sino que tendrían un valor relativo. Por consiguiente,
(4) López Ontiveros, A., «Evolució ❑ de los cultivos de la Campiña de
Córdoba del siglo XIII al XIX». Papele.r del Departamento de Geografía, Murcia,
2 (1970), págs.9-77, en pág.21.
(5) Según Artola, en el catastro de Ensenada, sólo se censa el 83 por 100
de la superficie de Andalucía. EI afirma textualmente que es «inexplicable».
De todas formas consideramos que la extensión real cataztrada es todavía
menor, por cuanto que Artola utiliza la fanega castellana (0,6439 ha) como
medida de conversión uniforme para toda Andalucía. Por lo que a la provincia
de Sevilla respecta, el valor de la fanega es inferior a esa medida, e incluso en
algunos municipios (Aljarafe) baja de 0,50 ha. Artola, M., Bernal, A. M. y
Contreraz, J., El latifundio. Propiedad y explotación. Siglo.r XVI/1-XX, Secretaría
General Técnica del Ministerio de Agricultura, Madrid, 1978, 197 páginas, en
pág. 28.
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parecía más oportuno trabajar con los valores originales, tanto
más cuanto prácticamente en todos los estudios realizados sobre
datos coetáneos se mantienen las mediciones al uso.
Aprovechamientos
Una primera apreciación de la forma cómo se encuentra
aprovechado el terrazgo en Carmona la da la relación existente
entre tierras cultivadas y tierras no cultivadas. En estos momentos, la superficie no cultivada en tal extenso municipio cubre
17.834 fanegas (10.167 ha), lo que se traduce en un 13,45 por
100 de la superficie total. Este valor indica que nos encontramos en una zona intensamente cultiyada, de las más intensamente cultivadas de la España de la época (6), lo cual no deja
de ser lógico, pues hay que tener en cuenta que nos movemos
en un área tradicionalmente reputada de agrícola (7).
Ahora bien, esta afirmación no debe inducir a pensar que
en Carmona está siendo cultivado todo el espacio cultivable.
Téngase en cuenta que un porcentaje del 13,45 por 100 de
superfcie inculta, dado que va referido a una cifra .absoluta
muy alta, supone una discreta, cuando no considerable, superfcie absoluta sin roturar: próxima a los 18.000 fanegas. Dieciocho mil fanegas dedicadas a dehesas, monte bajo, o simplemente catalogadas como «tierras infructíferas por naturaleza»
constituyen un buen trozo del terrazgo; más aún si se toma en
consideración las fértiles tierras sobre las que tales aprovechamientos se asentaban.
Además, hay indicios para pensar que la diferencia antes
(6) Para el mismo período y en una zona con características agronómicas
similazes, la Campiña de Córdoba, López Ontiveros da la cifra de 30,6 por 100
de superficie inculta, aunque, como él mismo apunta, han sido incluidos cérminos que se encuentran a caballo entre la campiña y la sierra. López Ontiveros,
A., loc. cit., págs. 21 y 22.
(7) «Estrabón... no se cansa de ensalzar la riqueza agrícola y forestal de la
Bética, que aventaja a todas las demás provincias por la riqueza de su aspecto y
por c ierto esplendor peculiar en su fertilidad». Blázquez, J. M.: «Estructura
económica de la Bética al final de la República y comienzos del Imperio (años
72 a. C.-100)». Hi.rpania núm. 105 (1967), págs. 7-62, en pág. 12. O también:
«la Bética era no sólo la región más culta de Hispania, sino la más rica y uno de
los territorios más productivos del mundo entonces conocido», pág. 11, y en
general págs. 10-19.
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señalada entre la superficie catastrada en 1750 y la que realmente posee el término de Carmona no se distribuye equitativamente entre los aprovechamientos que el Catastro recoge,
sino que, presumiblemente, buena parte de esta diferencia debía corresponder a tierras incultas. Su significación real se
vería así incrementada en algunos puntos.
La distribución de los principales cultivos y aprovechamientos ha sido recogida en el cuadro II.1.
A) Cultzvo.r de .recano
Destaca, sin lugar a dudas, el absoluto predominio de las
tierra.r de labor, que cubren más del 70 por 100 de toda la
superficie, porcentaje que se eleva al 81 por 100 si se toma
únicamente en consideración las tierras cultivadas. Así pues,
para este período puede hablarse de un auténtico monocultivo
cerealista. De todas ellas se dice que son tierras explotadas por
el sistema de áño y vez, tanto las pequeñas suertes como los
grandes cortijos, sin que podamos corroborar la afirmación
hecha por A. López Ontiveros para la Campiña de Córdoba
-comarca con grandes afinidades con el espacio carmonense, y
de ahí que busquemos similitudes- de que en el siglo XVIII
los cortijos eran cultivados al tercio (8). En la descripción de
cada cortijo o parcela de terreno se utiliza la expresión que
«que con descanso (o "intermissión") de un año producen una
cosecha de cuatro quintas partes de trigo y una de cébada y
semillas». Y en el mismo sentido se expresan las respuestas
número 4 y 9 del Interrogatorio General (9). En nirigún momento, pues, se hace mención a un sistema de rotación basado
en el cultivo al tercio.
(8) «En el siglo XVIII, las tierras acortijadas se cultivaban al rercio. Con
este fin, los cortijos se hallaban divididos en tres hojas o tercios -de ahí su
nombre-, cada uno de^ ellos sin solución de continuidad para facilitar las
labores y pastoreo del ganado». López Ontiveros, A., Emigración, propiedad y
paitaje agrario en !a Camprña de Córdoba, Ariel, Barcelona, 1974, 6^7 páginas, en
pág. 502.
(9) Respuesta níun. 4: «... y las tierras de sembradura de secano [giro que
habitualmente se utiliza para hacer referencia a las tierras de labor 1 hai que
tambien producen sin inrermission, y todas las demas cada dos años» (fol.
121 v.°).
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Estas palabras no deben ser interpretadas en el sentido
literal del término y concluir diciendo que, por lo que a Carmona se refiere, el paso de un sistema de explotación de año y
vez a otro de rotación al tercio no se ha iniciado aún a mediados del siglo XVIII. Si nos ceñimos estrictamente a los textos
anteriores parece evidente que todas las tierras se.cultivan por
el sistema de año y vez, pero en el caso de algunas fincas
podría pensarse en otro sistema de explotación, debido a la
importancia que en ellas posee en ganado. Efectivamente, al
final de la descripción de 23 explotaciones cerealistas hay una
nota que hace referencia a su uso como pastos: «Del número
de fanegas réferido las 676 de ellas .con cerrada.r y producen pa.rto.r
.rin intermi.r.rión que a dos reales y medio que esta regulada cada
una, importan 1.690 reales de vE!lón» (10). Se trata de propietarios de grandes fincas (una media de 400 fanegas) que poseen
a su vez cabañas ganaderas. Repetimos que en la descripción de
sus tierras se usa la «fórmula ritual» con de.rcan.ro de un año, pero
desde luego hay que pensar que configuran típicas explotaciones de labor y pa.rto.r y que probablemente eran Ilevadas por el
sistema de rotación trienal.
Por su parte, los ruedos del pueblo (o cortinales si nos
atenemos a la palabra habitualmente utilizada en el Catastro)
son asímismo terrenos cerealistas. Estas parcelas, de reducidas
dimensiones, se caracterizan, y diferencian de las tierras de
labor propiamente dichas, porque_ se siembran todos los años y
Respuesta núm. 9: «...la fanega de sembradura de primera calidad que
produce cada dos años, se empana con quince celemines de trigo, dos fanegas
de cebada, una fanega de garvanzos o alverjones, dos y medio de habas, ocho
celemines de yeros menudos y dos de sahina» (fol. 122 r.°). Y«Que las
semillas se siembran en barbechos, que no impiden empanar las tierras a su
legítimo tiempo...» (fol. 123 r.°).
(10) Libro Regi.rtro de lo Real (desde ahora LRR), T.° V, seculares, folio
3.259 r.° El subrayado es nuestro. Sorprende esta situación en 1755, por
cuanto que existía la obligaroriedad, por parte de los agriculmres de no cercar
sus tierras, a fin de que se pudiera llevar a efecto la derrota de mi.rer. EI
interrogatorio general aclara este punro en la contestación a la pregunta
núm. 28 (fols. 142 y ss.). Se enumeran todos los cortijos cerrados y se especifica la causa de tan excepcional situación: «por servicios pecuniarios que hizo a
su Magestad»; pero no consta la fecha (o fechas) de la concesión de tales
gracias.
59
porque se dedican integramence al cultivo de la cebada (11). En
conjunto, todas ellas ocupan 178,41 fanegas (101,7115 ha),
valor que, dada la enorme extensión del término, se traduce en
un porcentaje insignificante (0,13 por 100). Esto no debe llevarnos a olvidar su importancia reál, porque se trata de tierras
intensamente cultivadas, que no conocen el barbecho y situadas
junto al núcleo de, población. Son, por tanto, las tierras más
productivas, excepción hecha de las de regadío. Además, si se
analiza la forma cómo se distribuye esas 178 fanegas en función
de la calidad del terreno, se puede apreciar igualmente el hecho
de que; en conjunto, son valoradas,como «buenas tierras». Casi
el 5 3 por 100 aparecen clasificadas como tierras de primera, y
tan sólo el 6,52 por 100 son cortinales de tercera calidad.
Por la extensión que cubren, se sitúan a continuación las
tierras de olivar. Estas totalizan 20.044 aranzadas (11.427 ha),
que en términos relativos suponé el 15,12 por 100 del conjunto del municipio. Es, pues, el segundo aprovecliamiento en
importancia en la Carmona de mediados del siglo XVIII, pero
muy distanciado del que se acaba de describir como predominante.
En el Catastro, las parcelas o subparcelas de olivar aparecen
diferenciadas en tres categorías distintas:
a) «Olivar hecho»: El árbol produce a pleno rendimiento (12). La mayoría de las tierras de olivar, más dél 83 por
100, están incluidas en esra categoría. Ahora bien, el grado de
detalle con el que se ha querido elaborar este Catastro de la
riqueza rústica ha llevado a sus redactores a distinguir dos
categorías más dentro de las tierras dedicadas a olivar.
b)
«Olivar que por nuevo no produce»: Así aparecen defi-
(11) «Que la fanegi de sembradura de secano que produce sin intermission
se empana con dos de cebada, que es solamente la única especie que produce.»
También de la respuesta núm.9 (fol. 122 r.°).
(12) «Otra pieza de una rercia de aranzada de segunda calidad pobÍada de
olivar hecho al sitio de la Cañada del Paraíso, una legua de esta ciudad...» LRR,
tomo I, seculares, fol. 550 r.°
«La una aranzada y quatro y medio zelemines estan poblados con quarenta y
dos olivos de la tercera calidad, cuio producto es sin intermissiom> (ibidem,
tomo III, ecl'esiásticos, fol. 2513 v.°).
60
nidas 1.996 aranzadas (13). Son parcelas, o subparcelas de terreno en las que aún no se ha efectuado ninguna recolección. A
estas tierras no se les evalúa producto alguno, y consecuentemente, sus propietarios no van a pagar impuestos por ellas; de
ahí el interés puesto tanto por los pericos como los propietarios
de las parcelas, cada uno por diferentes motivos, por conocer
con exactitud el montante global de estos nuevos olivares. Por
otra parte, hay que señalar que en la mayoría de las ocasiones,
estas tierras permanecen sin calificar: evidentemente, si aún no
se ha recolectado ningún fruto, no se puede determinar su
calidad.
c) «Para plantío de olivar»: Finalmente, se individualizan
1.376 fanegas en las que, si bien ni siquiera se han plantado las
estacas de olivos, al menos parece que se tiene la intención de
hacerlo (14). No es fácil colegir de los diferentes textos si se
trata de una simple intención declarada de los propietarios del
terreno, o si existen indicios en la parcela -porque el terreno
esté siendo desbrozado- de que, efectivamente, va ser puesto
en cultivo en un espacio corto de tiempo. No suelen aparecer
como parcelas individualizadas, sino que son trozos de una
parcela, la mayor parte de la cual está plantada de estacas o de
olivos, a medio o pleno rendimiento (15). Así pues, parece más
verosímil pensar en una parcela que poco a poco va siendo
roturada y plantada con olivos.
En conjunto, la existencia de 3.363 aranzadas de olivaz
(1.917 ha) que aún no han entrado en producción, evidencian
nuevas y continuadas roturaciones en terrenos hasta el mo-
(13) «Dos aranzadas de tierra poblada de olivar nuevo que no produce»
(ibidem, tomo I, seculazes, fol. 530 r°).
(14) En la medición de este tipo de rerreno no se utiliza la palabra aranzada, la usual en los plantíos de olivar, sino, por el contrazio, la de fanega; esto
hace pensaz en que estas tierras aún no habían sido «aradas».
(15) «Una pieza de una tercia de azanzada de tierra de tercera calidad
poblada de olivar nuevo que produce dos tercias partes de su regulado fruto...»
«Una cuazta parte de aranzada de tierra poblada de olivar nuevo que no
produce.»
«Una fanega y cinco celemines de tierra destinados paza seguir el plantío de
olivar» (LRR, tomo I, seculares, fol. 431 r.° y v.°). Obsérvese, asimismo, que
en la descripción de las tierras de plancío, sé utiliza la fanega como medida.
61
mento incultos, cubiertos de monte bajo o palmar. Estas roturaciones, en parcelas de pequeño tamaño y hechas por los
vecinos del pueblo, se orientan preferentemente hacia el olivar,
y en algunos casos, los menos, al viñedo. Pero no hay constancia de desbrozamiento en los que la nueva parcela se dedique al
cultivo de cereales. En ocasiones se justifica esta atención preferente al olivar por tratarse de cierras de baja calidad, que no
admitirían otro cultivo, pero parece más lógico pensar, de
acuerdo con lo señalado por M. González Jiménez para finales
de la Edad Media, que las autoridades locales inducían, cuando
no imponían, el plantío de olivar o viñedo, en la intención de
que no fuesen ampliadas las tierras de labor (16).
Entre las tierras de secano ocupa la tercera posición el
viñedo, que viene a completar así la tradicionál trilogía mediterránea, aunque si bien es verdad, en el terrazgo carmonense los
tres integrantes de dicha trilogía tengan una presencia tan desigual. Efectivamente, el viñedo a mediados del siglo XVIII,
apenas alcanza las 1.000 aranzadas de extensión, lo que en
términos relativos se traduce en el 0,75 por 100. Y, aunque
aparezcan pequeñas subparcelas destinadas a plantío de viñedo
-73,49 aranzadas-, sin embargo, la tendencia dominante'parece ser la de la reducción de la superficie cultivada, de tal
forma que en estos momentos la producción del municipio
apenas sí alcanzaría a satisfacer la demanda interna (17). Esta
tendencia a la reducción está confirmada por algunas notas
(16) «Las nuevas romraciones que se llevaban a cabo constantes en las
tierras comunales y realengas hubi^an podido suponer no sólo una ampliación
progresiva de las tierras dedicadas al cuhivo de los cereales, sino, sobre todo,
un aumento del níunero de propietarios. Esto hubiera sido lo más lógico, en
especial, teniendo en cuenta el general aprecio de los cereales, base principal de
la alimentación de la época. Por ello no deja de ser socprendente encontraz
disposiciones del cabildo, sobre cuya aplicación se ituiste periódicamente, recordando la prohibición de sembraz trigo y cebada en las tierras concejiles que
se daban a pazticulares... Se tiene la impresión, al leer estas disposiciones,
legales, de que se trataba deliberadamente de evitar la ampliación de las tierras
cereales.» González Jiménez, M.: EI roncejo de Carmona..., op. rit., págs. 102103.
(17) ^Acaso no resulta significativo, a este respecto, que en 1755 existan en
Cazmoná 80 trarantes de vinó paza una población de 12.320 individuos? Libro
Registro de lo Personal (desde ahora LRP), tomo I, cuadro sin paginaz.
62
marginales en el texto (18), de las que se deduce que la producción de vino ha disminuido sensiblemente. Asi mismo, para
finales de la Edad Media, M. González Jiménez, da la cifra de
432 propietarios de viña (19), mientras que el Catastro del
Marqués de la Ensenadá sólo registra 292.
Si algo las caracteriza, tanto ahora como entonces, tanto en
1500 como en 1750, es que son fincas de reducidas dimensiones. En ambos casos predominan las de menos de cinco aranzadas: en torno a 1500, sólo 14 fincas superan las cinco aranzadas, y en 1750 son 52 las que lo hacen; y esta cifra, que podría
ser considerada como elevada, debe ser ponderada con otros
datos: la parcela de viñedo de mayor extensión es propiedad
del vicebeneficiado don Francisco Barrera y posee 14 aranzadas; asimismo, la parcela de mayor tamaño que dedica parte de
su superficie a viñedo es una finca del monasterio de San
Jerónimo de Sevilla, que, con una superficie total de 61 aranzadas, tiene una subparcela de 7 aranzadas de viña. En las parcelás
con más de 61 aranzadas, ni un celemín se dedica al cultivo del
viñédo.
.
.
No se especifican más tipos de cultivos de secano que los
hasta aquí expuestos. Así pues, la variedad,. si de variedad
puede hablarse, se reduce a las tierras de labor, olivar y viñedo.
Las primeras cubren la mayor parte del terrazgo cultivado, se
explotan por el sistema de año y vez, con dedicación preferente
al trigo, secundaria a la cebada y en las que el barbecho se
semilla con. leguminosas; el olivar es un aprovechamiento de
segundo orden, pero en ascenso, si se toma en cuenta el volumen de las nuevas tierras roturadas; finalmente, el viñedo:
cultivo en descenso y con una presencia apenas significativa.
B)
Cultivo.r de regadío: hortaliza.r^ y árbole.r frutaler ^
Las tierras. regadas tienen aún menos significación espacial
que el viñedo. Considerando en conjunto huertas y árboles
(18) «Igualmente gnza en el privilegio del citado Juro setescientas cantazas
de vino en cada año sobre las referidas Tercias Reales el que de presente no
rinde cosa alguna por falta de valores en esta especie.^ LRR, tomo V, seculazes,
fol. 3.560 r.° .
(19) González Jiménez, M., op. cit., pág. 97.
63
frutales, las ^erras que se riegan (con agua de noria) son 300
fanegas (171,3891 hectáreas) (20).
Es ésta una superficie exigua, que se traduce en el 0,23
por 100 del término, valor muy por debajo del que da
López Ontiveros para la Campiña de Córdoba: 0,7 por
100 (21). Su función sería la de abastecer a Carmona, y, muy
probablemente a otros núcleos próximos (Mairena y El Viso del
Alcor) en hortalizas y frutales. Tienen cierta importancia relativa, por cuanto que las tierras de regadío son las que más alto
se cotizan: a una fanega de huerta de primera calidad se le
evalúa, en el Catastro, un producto de 440 reales, y a una
fanega de cortinal, también de primera, 135 reales. Así pues, la
fanega de huerta triplica ampliamente el valor de la fanega de
cortinal, las tierras de secano mejor valoradas.
Predominan entre estos cultivos tierras de buena calidad.
Todos los frutales se asientan, sin excepción, en ^erras de primera; en cuanto a las huertas, si bien un 23,51 por 100 de la superficie por ellas cubierta es de segunda calidad, mayoritariamente están consideradas como tierras de primera (76,49 por 100).
No es posible determinar qué tipo de hortalizas eran cultivadas en las huenas, ni tampoco el de árboles frutales, aunque
parece ser que existía un cierto predominio del naranjo, pues
con relativa frecuencia se hace una alusión expresa a ellos. Sí es
una constante que hortalizas y frutales de regadío aparezcan asociados en una misma parcela, dedicándose una subparcela de mayores dimensiones a«puebla de hortaliza», y otra menor, a frutales.
C)
Terreno.r inculto.r
Aparte de pequeñas éxtensionés, _ 123 fanegas (70 ha), dedicadas a«monte», sin que poseamos especificaciones más concretas de las que deducir qué tipo de formaciones arbóreas o
arbustivas lo componían, y 348 aranzadas [ 198 ha ] a pinar «de
prirnefá y única clase», en su conjunto las tierras no cul ^vadas
se reparten en dos categorías bien diferenciadas: 10.602 fanegas
(20 «Dos fanegas y tres celemines de otra son de re^dío por noria, y de
puebla de hortaliza, que pcoducen de continuo» (LRR, tomo II, eclesiásticos,
fol. 1061 r:°).
(21) López Ontiveros, A., «Evolución de los cultivos..., lor. crt., págs. 24-25.
64
(6.044 ha) son referidas como dehe.rar de puro pa.rto, y 6.761
(3.854 ha) se consideran tierras «infructífera.c por naturaleza».
Aunque es nuestra intención hacer en este primer aparatado
una presentación global de los aprovechamientos y ocuparnos
más adelante de los títulos de propiedad, sin embargo, tanto en
el caso de las dehesas a pastos como de las tierras infructíferas,
parece obligada una referencia a sus formas de propiedad, por
cuanto que están condicionando, e incluso creando, el tipo
de aprovechamiento.
De las 10.602 fanegas dedicadas a pastos, 10.100, esto es, el
95,27 por 100 de las mismas, pertenecen al Común de Carmona. 1^1ás adelante trataremos del problema de los bienes
comunales y de propios y de su posible diferenciación; nos
limitamos aquí a recoger la titulación que en ^ abeza este conjunto de bienes: «Común de Carmona». Así pues, prácti ^amente
todos los pastos que posee el término de Carmona son propiedad de su Común.
De entre las dehesas comunales destacan por su estimable
extensión las siguientes: la Dehesa del Concejo con 2.000 fanegas de primera calidad, cuya constitución data de 1.467 (22); la
Dehesa de los. Potros, «destinada para la cría de ellos con réal
facultad», asimismo de 2.000 fanegas; la Dehesa de las Yeguas,
«para su cría y conservación», de 1.650 fanegas; la Dehesa de
Gualvardilla y la de La Gaverna Alta, con 1.000 fanegas cada
una e igualmente de primera calidad (23). Nótese que todas las
(22) «Ia Dehesa del Concejo había sido creada en 1467 por autorización
del infante rey don Alfonso, al objeto de dotaz a la villa de más bienes de
propios, y, sobre todo, de un lugar acotado donde poder cobijaz a los novillos,
yeguas y bueyes de arado durante el invierno.^ González Jiménez, M., op. cit.,
pág. 198. De aquí se desprende también que las dehesa de yeguas y la de
potros tuvieron que crearse con posterioridad a esta fecha.
(23) Cifras ^tan redondas» en las dehesas comunales hacen pensar que, por
tratazse de fincas de grandes proporcionés y ser propiedad del Común, sus lindes
no fueron medidos con precisión, sino que se aceptaron las cifras globales dadas
por las autoridades locales. Y además pazece lógico pensar que tales aproximaciones pecarían por defecto. Este hecho ayudáría a explicaz, por una pazte, que
a mediados del siglo X1X se encuentrén mayores superficies incultas aún, a
pesaz de haberse efecmado el reparto de algunas déhesas, y por otra, podría
explicazse también, al menos en pazte, la considerable diferencia entre la
superficie total catastrada en 1750 y la que realmente posee el municipio.
65
dehesas del Común, y sólamente ellas, han sido calificadas
como tierras de primera calidad, mientras que las restantes
extensiones de pastos, las de propiedad no comunal, son calificadas como de tercera (24).
Igualmente, de las 6.761 fanegas de tierras infrucúferas,
5.072 (75 por 100) cónstiruyen los baldíos (o «valdias», tal
como aparecen en el Catastro, sin mayor especificación). Están
formados por 97 parcelas dispersas por el término, con extensiones que oscilan entre 1 y 933 fanegas. Todas estas parcelas
aparecen sistemáticamenie descritas en los mismos términos;
por ejemplo «Otra pieza de tierra al sitio de la Garrapaca... se
compone de 15 fanegas de tierra infructifera por naturaleza,
pedregosa y de ningun suelo y substancia...» (25). No se le
reconoce, pues, ninguna utilidad agrícola a estas tierras baldías;
tan sólo en algunos casos aparecen dispersos pies de árboles en
estos terrenos: habirualmente se trata de pinos, y en ocasiones,
las menos, de olivos e higueras.
Ias restantes tierras infructíferas no suelen aparecen como
parcelas individualizadas de terreno, sino que son subparcelas
marginales, de reducidas dimensiones, ubicadas dentro de una
parcela mayor, y lo mismo se encuentran en campos de vid,
como de olivar, o en tierras de labor. Naturalmente que en la
descripción de cada una de estas subparcelas se insiste en que
se tratan de «tierras infructíferas por naturaleza» y que «no
sirven para aprovechamiento alguno», lo que si bien puede ser
cierto en algunos casos, en otros cabe pensar en la posibilidad
de que no se encuentren cultivadas por desidia de sus propietarios.
El conjunto de estas tierras incultas servían de sustento a
una importante cábaña ganadera, aparte de otros aprovecha-
(24) La descripción de los bienes del Común de Carmona se encuentra
recogida en la LRR, tomo I, seculazes, fols. 433 y ss.
(25) La descripción de las tierras baldías está contenida en los úhimos folios
(a paztir del fo1.3.161), det tomo IV, de seculares, es decir, se encuentra
situada en último lugar de entre los bienes seculazes cuyos propietarios son
residentes en Cazmona. Esta ubicación material de las tierras baldías, pues en el
tomo V comienza la descripción de la pcopiedad no residente, puede acercaznos
a la conceptuación jurídica y de propiedad que sobre dichas tierras se tenía en
el momento de redactar el Catastro.
66
mientos marginales o secundarios no especificados en el documento, tales como carboneo, leña, etc.
El censo ganadero de Carmona en 1750 estaba constituido
por 52.393 cabezas de ganado y 1.008 pies de colmena, distri-.
buidos de la forma siguiente:
^
CUADRO I I-2
Aprovechamiento ganidero en 1755 i26)
Machor
Hembra.r
Tota!
Etquilmo
U.G.
4.799
Vacuno
3.732
2.267
5.999
68.O1Ó
Porcino
2.714
943
3.657
37.720
731
Lanar
Caprino
Caballar
8.351
1.246
1.548
24.240
3.436
926
32.591
4.682
2.474
218.160
30.924
46.300
3.259
468
2.474
Asnal
1.139
1.625
2.764
32.500
2.211
226
52.393
433.614
226
14.168
1.008
53.401
4.032
437.646
Mular
TOTAL
Pies de
colmena
TOTAL ^
(26) El esquilmo viene dado en reales de vellón, y sólo se valoran las
hembras ( animales «de .vientre^):
-
una yegua = 50 reales,
una cerda = 40 reales,
una vaca = 30 reales,
una butra = 20 reales,
una oveja = 9 reales,
i
- una cabra = 9 reales,
- un pie de colmena = 4 reales.
En cuanto a las unidades ganaderas se utíliza el sistema adoptado convencionalmente por la FAO con los siguientes índices:
Ganado caballaz
«
mular
«
asnal
«
vacuno
«
porcino
«
lanar
,
«
cabrío
1 u. g.
1 u. g.
0,8 u. g.
0,8 u. g.
0,2 u. g.
0,1 u. g.
0,1 u. g.
67
Esta cabaña viene a suponer algo más del 2 por 100 de toda
la riqueza ganadera del Reino de Sevilla: el 2,2 por 100 del
número de cabezas de ganado y el 2,3 por 100 del valor total,
lo cual supone un porcentaje considerable, pues hay que tener
en cuenta que en estos momentos dentro del Reino de Sevilla
se encuentran incluidas junto a la actual provincia de Sevilla, las
de Cádiz y Huelva, provincias, áún hoy, de mayor dedicación
ganadera que la primera (27).
'
Con todo, al poner en relación la producción total ganadera
con la agraria encontramos un saldo netamente favorable a la
agricultura.. A pesar de que en estos momentos en Carmona
eziste una importante cabaña ganadera, la actividad pecuaria es
secundaria, muy secundaria, frente al papel predominante, hegemónico, jugado por la actividad agrícola propiamente dicha:
el producto total de las tieiras cultivadas en Carmona es de
6.849.615 reales de vellón y el de la ganadería de 437.464
reales; así pues, la agricultura contribuye al producto total con
un 94 por 100, mientras que la ganadería lo hace sólo con el 6
por 100.
Naturalmente estamos en una zona en la que la producción
agrícola siempre se va a situar muy por delante de la ganadera,^
pero aún enmarcando esos valores dentro de su contexto regional, destaca la mayor dedicación agrícolá de Carmona. Efecti-
(Fundación Foessa, Informe Jariológiro Jobre la Jituación Jocial en Etpaña. 1970.
Euroamérica, Madrid, 1970, 1634 páginas, pág.205.) Aunque el uso de esca
conversión sea el más extendido, sin embargo, tampoco está totalmente consagrado y hay autores que acuden a otros índices. Así Roux, B. establece el
«equivalente-ovino»: 1 ovino = 0,125 bovino = 0,90 cabrío, sólo para rumiances (Cri.riJ agraria eu la Jierra andaluza. Un ettudio económico de !aJ empre.raJ
ganaderaJ de la provincia de Huelva. Instituto de Desarrollo Regiortal, Sevilla,
1975, 274 páginas, pág. 30.) ( Y Maztín Ruiz, P., realiza 1 bovino = 8 ovinos =
1,6 unidades ganaderas, o lo que es lo mismo, l u.g. = 0,625 bovinos (ComentarioJ Jobre la romarca KSierra Norte^ de Sevilla y Ju plan de mejora. Ministerio de
Agricultura, s/l, s/f, 94 páginas, en pág.46). De todas maneras, aunque los
índices que se establecen vazían, una celación básica permanece constante: 1
bovino = 8 ovinos.)
(27) En todo el reino de Sevilla hay censadaz 2.230.839 cabezas de ganado
y 185.409 pies de colmenas, con un esquilmo total de 19.21.7.592 reales de
ve(lón (A. H. N. Sección Hacienda, libros 7.492 y 7.494, EJtadoJ re.rumeu de la
letra H, sin paginar).
'
68
vamente, en el conjunto del Reino de Sevilla la relación
agricultura/ganadería se estable ^e en los siguientes términos:
87,7 -por 100 de la producción procede de la agricultura
(136.694.824 reales de vellón) y el 12,3 por 100 de la ganadería (19.217.592 reales) (28).
Mayores dificultades reviste el intentar establecer la densidad de ocupación pecuaria del territorio. En la relación cabezas
de ganado/superficie de rerreno es fácil homógeneizar el primer
término de la comparación, mediante su reducción a unidades
ganaderas, tal como se ha hecho en el cuadro II.2. Pero la
conversión no es tan inmediata para lás . superficies, ya que
dentro de los terrenos incultos han sido incluidas tierras de
carácterísticas edáficas y de cualidades forrajeras muy diferentes, y éste es el factor determinante en la ponderación de la
capacidad alimenticia de las unidades superficiales de terreno
Dentro de los terrenos incultos se di ^ tinguen:
10.602
fanegas definidas como «pastos»
i48 fanegas definidas como «pinar»
123 fanegas definidas como «monte»
6.761 fanegas definidas como «baldías»
17.834 fanegas
__
Y lógicamente, cada una de ella admite una diferente densidad ganadera. Hay, en primer lugar, 10^602 fanegas cuyo aprovechamiento principal parece ser el gandero, pero habría que
conocerlás para ponderar su capacidad n ^tritiva, ya que existirán diferencias apreciables en la calidad de las mismas. Por otra
parte, las tierras definidas como «montuosas» o«sin ningún
fruto o substancia», también darían alimento a algún tipo de
gando; aunque fuese de forma muy extensiva, estácional, y casi
en uso exclusivo por el ganado cabrío.
Pero además de éstas tierras hay que añadir el aprovechamiento que se llevaba a cabo en algunas grandes fincas. Re-
(28) Los dazos del producto toral del reino de Sevilla están recogidos en el
apéndice XXXV de la obra de A. Matilla Tascón, La Unica Contribucián y'et
Cata.rtro de Enrenada, Servicio de Estudios de la Inspección del Ministerio de
Hacienda, ;Madrid, 1947, 602 páginas, págs. 539 y 543.
69
cuerdese aquellas veintitres fincas cercadas y con producción de
pastos de las que hablábamos más arriba. Por esta causa, 9.002
fanegas más deben ser tomadas en consideración comó territorio de aprovechamiento ganadero, aunque tampoco es posible
determinar su capácidad ganadera en relación a la de los rerrenos anteriormente mencionados (29).
Con todo, teniendo en cuenta las observaciones hasta aquí
expuestas, ha sido establecida una relación simple entre unidades ganaderas y supe^cie total con aprovechamiento pecuario:
15.298 ha (26.836 fanegas). Relación que da una intensidad de
aprovechamiento de 0,92 unidades ganaderas por ha; o su la
comparación resulta más clara, 1,15 vacas por ha. Esta cifra
indica, sin ninguna duda una elevada densidad de ocupación (30), y más aún si se considera que han sido evaluadas por
igual las dehesas de puro pasto, las tierras de labor, y^ las
baldías, cuando, obviamente, ^ la capacidad alimenticia de estas
últimas debería ser muy inferior a la de las primeras; de tal
modo que si aplicamos un índice reductor a las tierras de
montes, pinares y baldías, estimando su calidad forrajera en la
octava páne de la de las dehesas y labor, la densidad de ocupación subiría a 1,2 unidades ganadéras. Tan elevada densidad de
aprovechamiento ^nadero parece indicar que, aunque no apa-
(29) P. Maztín Ruiz ha establecido para la Sierra Norte de Sevilla unos
índices según el valor de los terrenos considerados. Distingue hasta siete clases
de terrenos diferentes:
l.a Pastos naturales no aptos para ser mejorados, 0,35.
2.a Pastos naturales aptos paza ser mejorados, 0,70.
3? Matorral apto para su reconversión a pastos naturales mejorados, 0,70.
4.a Olivaz de baja producción, adecuados para una siembra de praderas
aztificiales, 0,80.
S.a Labor o pastos, adecuados para su siembra de praderas artificiales.
6.a Labor o pastos, adecuados para cultivos anuales forrajeros, 1,20.
7? Regadío, existente o de posible implantación: 5.
(Op. cit., pág.46.) Como puede apreciarse resulta imprescindible reconocer
materialmente los terrenos paza determinaz su índice multiplicador/reductor.
(30) P. Martín Ruiz calcula que una explotación de 500 hectáreas, constituida por terrenos de diversas calidades, puede mantener 185 vacas, es decir,
2,7 hectáreas por vaca. (lbidem, págs. 46 y 47.) Por otra pane, como se verá
más adelante pazece que la superficie inculta está evaluada por defecto. E ❑ ral
caso, la densidad de ocupación real no sería tan elevada.
70
rezca especificado en el documento, no sólo el barbecho y los
rastrojos dé las 9.002 fanegas señaladas eran aprovechadas por
el ganado, sino que asimismo lo serían la mayor parte de las
tierras de cereales, merced a la costumbre de la derrota de
mieses.
Parcelación
En el Catastro del Marqués de la Ensenada lo que se recogen son descripciones de «piezas de terreno». Estos «trozos de
tierra», como a veces también se les denomina, son unidades de
superficie individualizadas en el paisaje, con lindes reconocidas
a none, sur, levante y poniente, y de las que, aproximadamente, se conoce sus contornos, pues su figura aparece dibujadá, aunque de manera algo burda, en las márgenes del Libro
Registro de lo Real. Esas «piezas» pueden ser consideradas
como parcelas de terreno en el sentido que la palabra parcela
recibe hoy en los documentos catastrales, por cuento que posee
unidad de propiedad, aunqué no siempre de aprovechamiento y
uso. De acuerdo cón este concepto, según el. Catastro del
Marqués de la Ensenada, en el término de Carmona, hay 4.474
parcelas, y siendo la superficie total 132.638,47 fanegas, obtenemos una parcela media de 29,64 fanegas (o si se prefiere,
16,9014 hectáreas).
Este valor medio difícilmente nos acerca a la diversidad
existente en las 4.474 parcelas, tanto más cuando, como viene
siendo usual en nuestro ámbito, la propiedad agrícola se encuentra muy.desigualmente repartida, lo que se traduce en una
enorme dispersión de los datos. Así pues, el interés de la media
estriba, más que en ella misma como indicadora de una situación; en el valor relativo que pueda adquirir al compararlo con
medias de períodos sucesivos, medias igualmente obtenidas de
datos muy dispersos.
Efectivamente, el recorrido de los datos en la parcelación de
Ensenada va desde medio celemín (aproximadamente 0,4 fanegas), la parcela de menor tamaño, a 2.000 fanegas, la parcela de
mayores dimensiones; esta última es, pues, 50.000 veces más
extensa que la primera. Manejando grupos de valores extremos,
encontramos que existen 250 parcelas que poseen menos de
una fanega, y entre todas ellas totalizan una supe^cie de
^
71
128,54 fanegas. En el extremo opuesto hay 18 parcelas que
superan las 2.000 fanegas y acumulan 25.273 fanegas. Con
semejante dispersión de datos, cualquier intento de aprehender
la realidad con un valor medio resulta poco menos que imposible. El valor de la parcela mediana, 4,25 fanegas, resulta más
significativo al respecto. La mitad de las 4.474 parcelas poseen
menos de 4,25 fanegas de extensión.
CUADRO II-3
Relación porcencual entre grado
de parcelación y supe^cie
Grupo.r
N.°
Razón
Superficie
Parcela.r
%
ab.coluta
%
%Mx/Mn
1
0,01 a 1 fg.
250
5,59
128,54
0,10
55,90
2
3
1,01 a2 fg.
2,01 a 4 fg.
605
1.168
13,52
26,11
810,46
3.145,12
_0,61
2,37
22,16
11,01
4
5
6
4,01 a 8 fg:
8,01 a 16 fg.
16,01 a 32 fg.
1.108
561
268
24,77
12,54
5,99
5.953,43
5.939,11
5.926,78
4,49
4,48
4,47
5,51
2,80
1,34
7
32,01 a 64 fg.
171
3,82
7.715,37
5,82 .
1,52
8
64,01 a 128 fg.
123
2,75
11.090,53
8,36
3,04
9
10
128,01 a 256 fg.
256,01 a 512 fg.
101
64
2,26
1,43
18.555,05
22.971,25
13,99
17,32
6,19
12,37
43
12
4.474
0,96
0,27
100
32.218,21
18.185,00
132.648,85
24,29
13,71
100
25,30
50,77
11 512,01 a 1.024 fg.
12 1.024,01^ a 2.048 fg.
TOTAL
Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR).
Datos: en fanegaz.
Elaboración: propia.
Una visión más detallada del grado de parcelación es reco.gida en el cuadro II.3., y pone de manifiesto una desequilibrada
parcelación de la tierra. En esta tabla se establece una clara
relación inversa entre las frecuencias de clases: mientras que la
significación porcentual del número de parcela ^ decrece desde
los primeros grupos a los íiltimos, por el contrario, la significación . porcentual de la superficie ocupada por . cada grupo de
' pazcelas aumenta en la misma dirección. Consecuencia lógica de
esta inversión es que las distribuciones más equilibradas se dan
72
en las clases intermedias, sobre todo en la clase número 6
donde se agrupan las parcelas comprendidas entre 16 y 32
fanegas: el 5,99 por 100 de las parcelas cubren el 4,47 por 100
del territorio. Y las mayores diferencias están, lógicamente, en
los extremos de la tabla. En el extremo superior el 5,59 por
100 de las parcelas poseen el 0,10 por 100 de la superficie, y la
razón entre ambos (5,59/0,10) arroja el índice más alto: 55,9.
En el extremo inferior encontramos que el 0,27 por 100 de las
parcelas cubren el 13,71 por 100 de la superficie catastrada, y
la razón éntre ambos valores es igualmente elevada.
A1 efectuar una ordenación de las clases atendiento al índice
resultante de dividir el porcentaje superior por el porcentaje
inferior se obtiene una intercalación casi perfecta entre las
clases superiores e inferiores. La ordenación sería la siguiente
(de mayor a menor): grupo número 1-12 - 11 - 2= 10 -3 -9 -4
8-5-7 -6.
Y ello viene a confirmar, de manera muy esquemática, lo
que el cuadro II.3. conciene: una desigual parcelación del terrazgo,^ donde coexisten sin ambages minúsculas y extensas
parcelas. Es éste,.pues, un fenómeno qúe arranca del Antiguo
Régimen, y que el Nuevo Régimen no hará más que confirmar.
Relación entre aprovechamiento y parcelación
Hasta aquí hemos analizado como si de dos fenómenos
aislados se tratasen los aprovechamientos del terrazgo y lá
forma como éste se encuentra fragmentado. Sin embargo, ^ on
dos elementos del paisaje que se encuentran en íntima correspondencia; de tal forma que se observa una tendencia de determinados aprovechamientos a asociarse con parcelas de cierto
tamaño. En los cuadros II.4. aparece cuantificada dicha asociación (31).
La presencia (mayor o menor) o la ausencia de los distintos
(31) Los trece aprovechamienros que se distinguían en el cuadro II-1 han
quedado reducidos a siete. El objetivo de este agrupamiento es el de hacer
compazables los datos de los sucesivo^ catastros, ya que varía bastante' la
terminología, sobre todo en las tierras incultas y, además, suprimir especificaciones q^ e resultaban demasiado detalladas a la hora de ofre ^ er una visión de
sínresis.
.
73
aprovechamientos en las parcelas, están en correlación con el
tamaño que estas últimas poseen (a excepción de las tierras
infructíferas y montes, que comentaremos más adelante). Esta
correlación es directa para las tierras de labor y los pastos:
mientras mayor es el tamaño de la parcela, mayor extensión se
dedica al cultivo de los cereales y a dehesas; y la correlación es
inversa para el olivar, viñedo y regadío: mientras menor es el
tamaño de la parcela, se dedica, en términos medios, más superficie a su cultivo.
Sabemos que en todo el término de Carmona un 70,74 por
100 está dedicado a tierra de labor. Si el tamaño de la parcela
no afecrara a la distribución de aprovechamiento, ese valor de
70,47 por 100 teóricamente debería repetirse en todas las clases existentes. Sin embargo, no ocurre así. Todos los valores
que sé sitúan por debajo de 70,47 por^ 100 (ver cuadro II.4.c.)
indican que las parcelas de esa clase dedican menos superficie
de la que en teoría le corresponde a la tierra calma; a su vez
todos los valores que superan el 70,47 por 100 indican que se
está dedicando más supe^cie que^la que le correspondería en
una distribución equilibrada. Pero además, ese situarse por ^encima de o por debajo de 70,47 por 100, no ocurre de manera
arbitraria en cada una de las clases, sino que se observa un
aumento progresivo desde la clase tercera (6,7 por 100) hasta la
clase novena (92,56 por 100): La excepción de los grupos
inferiores y superiores está justificada por causas de diferente
índole. Para las clases inferiores hay que tener en cuenta que
dentro de la denominación de tierra de labor se encuentran
incluidos los cortinales, y éstos, se localizan preferentemente en
parcelas de reducidas dimensiones, normalmente inferiores a las
2 fanegas; así pues, la elevación hasta un 32,04 por 100 en la
primera clase, y un 12,32 por 100 en la segunda, «anormal» en
la gradación que acabamos de establecer, responde a la inclusión dentro de dichas categorías de los ruedos del pueblo. En el
extremo opuesto, las clases superiores parecen no mostrar esa
tendencia genéral de «a mayor tamaño, mayor superficie dedicada a, tierra de labor»; pero és esa una impresión errónea, por
cuanto que el cuadro II.4.c. está construido sobre la base de
que el 100 por 100 es el total de la superficie que comprende
cada categoría, y el comportamiento de otros aprovechamientos
74
^o^ ^aoo^o ^^aoo c^
N O a0 ^ O O N O N r^ O O C
^ .r O `d' er^ V N `C' V' O ^^ ^
.., .• M m r^ 'n , c^ r^ ao ^
^
^
^
y
0
^
O
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dentro de cada categoría, afecta a la cifra obtenida en el que
ahora analizamos. Que en las clases décima, undécima y doceava el porcentaje de tierra de labor «descienda» a 89,86 por
100, 82,71 por 100 y 64,26 por 100, respectivamente, está
motivada por la fuerte presencia de pastos en dichos grupos. Si
se observa ahora el cuadro II.4.d. encontramos que más del 50
por 100 de todas las tierras de pastos están concentradas en la
última categoría; ello, evidentemente, provoca un descenso relativo de la tierra de labor, descenso relativo, pero no real.
Igualmente, la observación de los valores de la tierra de labor
en el cuadro II.4..d. confirma las tendencias inicialmente apuntadas: mayor presencia de la tierra de labor en las parcelas de
mayores dimensiones. Así pues, para la completa comprensión
FIGURA 12
Significación porcentual de la tierra de labor en función
del tamaño ^de la parcela. 1755
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FANEGAS
79
del fenómeno se requiere la consulta simultánea de ambos
cuadros.
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Una situación contraria a la descrita para la tierra de labor, y
extensible a los pastos, es la que se da en las restantes tierras
cultivadas. Tanto el olivar, como el viñedo y las úerras regadas
«rehuyen» las grandes parcelas y tienden a hacerse dominantes
en las par^elas de pequeño tamaño. EI olivar, con una presencia
media del 15,11 por 100 del terrazgo, supera este valor en
todas las clases inferiores, hasta la octava inclusive, y alcanza un
78 por 100 en las clases tercera y cuana, lo que se traduce en
un verdadero monocultivo de olivar en las parcelas comprendidas entre las 2 y las 8 fanegas. Las figuras 12 y 13 recogen de
manera gráfica el comportamiento de los dos aprovechamientos
principales del terrazgo, en los diferentes tamaños de parcelas.
FIGURA 13
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de la pazcela. 1755
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Como puede apreciarse ambos diagramas de barra son, en gran
medida, complementarios.
Igual tendencia que en el olivar, se manifesta en la distribución del viñedo y de las tierras regadás, que concentran en
las cinco primeras clases (hasta 16 fanegas de extensión) el
95,34 por :100 y el 81,91 por 100, respectivamente, del conjunto de las tierras dedicadas a tales aprovechamientos.
En cambio, no se detecta una relación clara entre uso
y tamaño de la parcela en los dos últimos aprovechamientos de la tabla: montes y tierras infructíferas. Los «montes»
parecen reflejar una tendencia inicial a concentrarse en
las primeras clases, aunque existen excepciones a esta regla,
y excepciones muy imporcantes: la clase séptima concentra el
20,38 por 100 de los terrenos de monte y la undécima, el
23,89 por 100. A nuestro entender, el problema reside, como
ya se ha apuntado anteriormente, en que no aparece bien
definido en el Catastro qué es lo qué se entiende por la palabra
«monte», ni qué tipo de formaciones, arbóreas o arbustivas,
han sido incluidas bajo dicha especificación, y algunos textos
hacen pensar, incluso, en la posibilidad de que tierras monruosas e infructíferas sean términos equivalentes (32). Así pues, la
no clara definición del tipo de formación, o formaciones, q ^e
han sido incluidas dentro de la palabra «monte» induce a pensar en formaciones de diferente porte, y ello se refleja en un
comportamiento no regular en la distribución en función del
tamaño de las parcelas.
Por otra parte, y en términos estadísticos podría decirse que
la distribución de las tierras infructíferas confirma la hipótesis
nula: no existe relación entre aprovechamiento y tamaño de la
parcela, por cuanto que se observa una distribución relativamente proporcional entre las distintas clases, aunque con una
(32) «Ias treinta fane^s restantes son inútiles por estar montuosas y de
palmar, a cuia causa no sirven para aprovechamiento alguno» (LRR, tomo II,
eclesiásticos, fol. 1383 v.°). Esta cita representa una excepción pero en ella tierra
inútd, montuosa y de palmaz apazecen como equivalentes. Quizá pueda confundir la palabra palmar tal coJno se usa en el te^o, y nosotros la hemos recogidos.
Su acepción correcra actual es la de palmitar, y en este sentido debe ser
interpretada.
81
ligera tendencia hacia las parcelas de mayores dimensiones. La
explicación hay que buscarla en el tipo de tierras que se
encuentran contenidas bajo la denominación de «infructíferas».
La mayor parte son tierras baldías ( más del 75 por 100), a su
vez constituidas por 97 parcelas de todos los tamaños y, por
tanto, repartidas entre todas las clases. El resto de las tierras
infructíferas son subpazcelas residuales de terreno, cuyo tamaño
es proporcional al tamaño total de la parcela (igualmente encontramos 0,50 fanegas de tierras infructíferas en una parcela de 2
fanegas, como 30 en una pazcela de 193,25 fanegas de superficie total).
Con estas dos últimas excepciones, en cierto modo justificables, puede afirmarse que existe una relacicín clara entre
tamaño de la parcela y aprovechamiento al que ésta se dedica, y
además, es precisamente en las tierras cultivadas donde la corre-,
lación no ofrece ninguna duda.
Este tipo de relación puede ser visualizado de manera gráfica y sintética a través de un análisis de correspondencias, por
cuanto que la comprensión del fenómeno a partir de su representación numérica original -tal como hasta ahora aquí hemos
venido haciendo- exige la consulta simultánea de un considerable número de datos y el significado correcto de las relaciones existentes puede perderse en buena pazte. En cambio,
mediante el análisis de correspondencia se consigue representar
en un eje de coordenadas (fig. 14) los dos conjuntos de hechos
FIGURA 14
Correspondencia entre el tamaño de las parcelas y
aprovechamientos. 175 5
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(en nuestro caso, aprovechamientos y dimensiones de la parcela), de manera que sus relaciones naturales aparecen puestas
de manifiesto en el espacio.
El análisis de correspondencia es una variante del análisis
factorial, por el que se relacionan espacialmente dos conjuntos
de hechos en la intención de conocer cómo la distribución de
uno influye en, o determina, la distribución del otro. Los cálculos, que hay que efecruaz para obtener el peso de cada uno de
los factores; han sido descritos'por Benzecri (33).
En la figura 14 se ha representado la intersección de los
ejes I y II, ejes que en nuestro caso absorben más del 94 por
L00 de la información (34). En él se refleja de manera condensada lo que hasta ahora hemos venido exponiendo a partir de la
:nformación numérica: las parcelas de reducida extensión
igrupos 1- 2- 3- 4- 5- 6) son claramente atraidas por el viñedo
:el cultivo que fija más a las pequeñas parcelas), el regadío y el
olivar. Por su parte, las parcelas de mayores dimensiones se
asocian a otros aprovechamientos: la tierra de labor se asocia
especialmente a los grupos 9, 10 y 11; los pastos al grupo 12,
y, en el gráfico, las tierras infructíferas se muestran más nítidamente relacionadas con las grandes .parcelas.
La explicación de estas interconexiones hay que buscazla en
^:^usas de distjnto orden. Por una parte, cabe pensar en razones
(33) Benzecri, «L'Analyse des correspondences», en L'Analyre de.r donnéer,
*omo I: La Taxinomie, París, Dunod, 1973, 612 pá^nis, en págs. 20-28. Benze:ri advierte ya de lo costoso de algunas operaciones, especialmente la ^ iniciales
iuando se calcula la matriz cuadrada simétrica, a partir de los datos originales.
La ayuda de la informática ha sido muy estimable al automatizaz tales
^peraciones, y existe ❑ progamas completamente desarrollados para efectuar
lnálisis de correspondencia. En el Centro de Cálculo de la Universidad de
Sevilla se dispone del efectuado por Fernández Alés, R. Sancho Royo, F., y
^I'orres Martínez, A., lntrodurrrón a! análrtir multivariante. Departamento de
Ecología, Sevilla, ejemplaz mulcicopiado, s/f, s/p).
(34) Porcentajes de inercia acumulada en cada eje:
Eje I:
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Eje II:
Eje III:
Eje IV:
Eje V:
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83
de tipo histórico: ya hemos visto que las ordenanzas municipales de 1511 establecían que las nuevas rierras roturadas deberían ser plantadas de olivaz o viñedo, pero en ningún caso se
dedicaríán a tierra calma (35). Estas roturaciones que solian
hacerse en parcelas de pequeñas y, cuando mucho, medianas
dimensiones pueden haber contribuido a fijar la pequeña y mediana parcelación de olivaz y viñedo.
Pero un factor mucho más determinante -por cuanto que
la tendencia continúa hasta nuestros días, y el peso de algunas
disposiciones históricas necesariamente debe de haberse diluido- lo constituye, a ñuestro entender, razones de economía
agraria. Regadío, viñedo y olivar son cultivos de los que se
obtiene una mayor producción bruta y, al mismo tiempo, son
los cultivos que precisan una mayor dedicación, mayor número
de horas de trabajo, por unidad de superficie. Así pues, quien
dispone de una parcela de dos, una, o incluso media fanega,
entiende que debe sacarle el máximo rendimiento, y es lógico
que se oriente hacia los cultivos más productivos, aún a costa
de una mayor dedicación laboral, precisamente por cuanto que
él de lo que dispone es de su propia fuerza de trabajo y, en
ocasiones, la de los miembros de su familia.
2.
ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD
El Catastro del Marqués de la Ensenada registra 1.109 propietarios de tierra en Carmona. Esto supone que cada uno de
ellos disfruta de una propiedad media de 119,60 fanegas
(68,1839 ha), y que cada propiedad está integrada por 4,03
parcelas.
Como en el caso precedente de la parcelación, hemos dé
consideraz estos valores medios con cierta cautela, por cuanto
que, si bien tiene la virtud de reducir toda una serie de datos a
un solo valor, sin embargo, y por eso mismo, difícilmente
podrán describir toda la diversidad contenida en los datos analizados.
(35) Véaze nota 16 de este capítulo.
84
Dispersión/concentración de las tierras
Una media de cuatro parcelas por propiedad, en principio,
indica una débil dispersión de tierras, cuando menos; una débil
dispersión relativa en comparación con los valores que aparecen
en otras regiones españolas. Actualmente, en la Baja Andalucía
no es frecuente que la propiedad se fragmente en parcelas de
diferentes lócalización, sino que la propiedad, espacialmente,
suele estar concentrada. Una debil dispersión parcelaria debe
ser considerada como un aspecto positivo de la estructura agraria, por cuanto que la situación contrária obliga al agricultor a
continuos desplazamientos de una parcela de terreno a otra,
con la consiguiente pérdida de tiempo y esfuerzo humano.
El valor medio antes señalado oculta situaciones reales muy
diferentes, situaciones a las que podemos acercarnos a partir de
la información recogida en el cuadro II.S.
CUADRO II-5
Número de parcelas por propiedad
^
Propietazios con 1 pazcela
Propietarios con 2 parcelas
Propietarios con 3 a 5 parcelas
Propietarios ^on 6 a 10 pazcelas
Ptopietarios con 11 a 20 parcelas
Propietarios con 21 a 30 parcela ^
Propietarios con más de 30 parcelas
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13
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17,4
18,5
10,6
4,6
1,8
1,2
Fuente: Ca[astto del Marqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR).
Datos: en fanegas.
Elaboración: propia.
Apreciamos ya importantes matizaciones. En primer lugar, hay
509 propietarios, 46 por 100 del censo, que tienen sus tierras
reunidas bajo unos mismos linderos. En términos generales, las
propiedades constituidas por una sola parcela son de reducidas
dimensiones. Péro también eziste un considerable número de
medianos y grandes propietarios que explotan una única parcela
85
de terreno, e incluso se da el caso de un propietario que supera
las mil fanegas, y están todas reunidas en una sola linde. Se
trata del hospital de la Cazidad de Sevilla que disfruta de 1.269
fanegas de tierra de labor.
En el extremo opuesto hay 84 propiedades, 7,6 por 100 dei
censo, que distribuyen sus tierras en más de 10 parcelas: es ésta
una cifra que indica ya una fragmencación considerable. El caso
de mayor dispersión parcelaria es el vínculo a nombre de los
herederos de Miguel Lasso de la Vega, vínculo dotado con
3.905 fanegas, y dividido en 91 parcelas. Igualmente merece
mencionarse por su alta parcelación la propiedad territorial del
convento de Santa Clara, que tiene sus tiérras, 4.270 fanegas,
divididas en 75 parcelas. Si consideramos válido el umbral de
10 parcelas como límite de dispersión parcelaria, ésta apenas
tiene significación en Carmona a mediados del siglo XVIII.
En cualquier caso consideramos que la calificación de dispersión parcelaria no se puede hacer unicamente en función del
número de parcelas, sino que éste adquiere todo su valor
cuando simultáneamente se tiene en cuenta la superficie total
de la propiedad. Obviamente no puede ser lo mismo una propiedad, que dividida en 11 pazcelas, posea una extensión total
de 1.134 fanegas, que aquélla otra, igualmente parcelada en 11
suertes pero que en total reuna 35,16 fanegas. En este sentido,
el caso más grave de atomización de la propiedad es el de la
Cofradía de las Angustias: posee dos celemines de tierra (aproximadamente 0,16 fanegas) y cada celemín,es una parcela individualizada de terreno. Desde luego es éste un caso aislado y
extremo, pero con relativa frpcuencia se dan casos como el de
la Cofradía del Santísimo, de la parroquia de Santa María, que
tiene 6,37 fanegas divididas en 6 parcelas, o el de la Cofradía de
las Animas de San Pedro con 5 parcelas y 7,99 fanegas, o el de
la capellanía de Fernando Costiel con 20 parcelas y 6Z,57
fanegas.
La explicación a este tipo de propiedad tan fragmentada se
encuentra en el origen y formación de esas mismas propiedades.. En la mayoría de los casos, tal como ocurre en los. ejemplos citados, los propietarios son instituciones eclesiásticas (cofradías y fábricas de iglesias parroquiales, capellanías y conventos), cuyos pauimonios se han ido formando. bien a costa de
86
^.^: .auones de particulares, en la mayoría de los casos de exi^_;!^as proporciones (36), bien por la «politica» emprendida por
' a Iglesia de adquisición de tierras cuando la coyuntura econó:!^íca lo hacia aconsejable (37).
Dispersión/concentración de la propiedad
EI valor medio de 119,60 fanegas por propietario parece
:ndicar, en principio, una superficie media de considerables
proporciones. Pero se trata de un valor que apenas dice nadá
:le la distribución real de lá propiedad en estos momentos, pues
una de las características más acusadas de la estructura de la
propiedad es la desigual distribución de la tierra, y la dispersión
cue separa los valores extremos es aquí mayor que la existente
e n la parcelación. La propiedad mediana con 8,99 fanegas, se
s^para sensiblemente de la media e indica gran parte de la
c istorisión entre los valores considerados.
EI amplio recorrido viene marcado por los siguientes límir^s: los propietarios que gozan de menos tierras son los hereder^s de Inés Pila y la Cofradía de las Angustias, cada una de ellas
t on 0,16 fanegas; y el mayor propietario es el Común de
^:armona que, en 40 parcelas, reune una ,superficie total de
.^í.736 fanegas (8.401 ha) es decir, más del 11 por 100 del
,errazgo carmonense es propiedad de su Común. Entre ambos
^•alores se sitúan propiedades de muy diversas dimensiones.
(36) Leyes prohibiendo a los vasallos del rey que^ enajenaran sus tierras a
favor de las instituciones eclesiásticas, las hay desde muy temprana época. Ya
e n el siglo XII se promulgaron las primeras leyes en este sentido (Cortes de
Nájera, 1138), aunque haciendo referencia únicamente a los bienes raíces
l rocedentes de la Corona. Más tarde, Alfonso XI hizo extensiva la prohibición
s todo tipo de bienes. Sin embazgo, estas leyes no fueron observadas y la
Ip.}esia continuó recibiendo donaciones hasta el mismo siglo XVIII (véase
+.azdenas, F., Entayo .robre !a hi.rtoria de la propiedad territoria! en E.rpaña, Imp. de
; Noguera, Madrid, 1873, 2 vols., tomo I, págs. 429 y ss.
(37)Véase Bernal Rodríguez, A. M., «La propiedad de la tierra: problemas
c ue enmarcan su estudio y evolución», en Anes Alvarez, G. y otros, La ecanomía
cgraria en la hirtoria de E.rpaña: propiedad, explotación, comercialización, rentat,
r:diciones Alfaguaza/Fundación Mazch, Madrid, 1978, 386 págs., en pág. 100. Y
,arnbién: González Jiménez, M., «Propiedad y rentas territoriales del Cabildo
^.e la Catedral de Sevilla a fines de la Edad Media», en Cuadernor de Hi.rtoria,
;^mo VIII (1977), págs. 167-212.
87
Pudiera pensarse que ambos extremos constituyen una excepción, que siempre pueden aparecer situaciones marginales
que, por excesó o por defecto, desvirníen la dispersión real. Ya
en otro orden de cosas, resulta positivo que el mayór propietario
reuna tan extensos terrenos, pues en este caso concreto, dicho
propietario es el Común del pueblo.
Ahora bien, la gran dispersión de la propiedad queda igualmente confirmada si en vez de comparar los valores máximo y
mínimo, se comparan bloques de valores extremo ^ . En el extremo inferior figuran 99 propietarios con menos de dos fanegas cada uno de ellos, y entre todos poseen 102,17 fanegas. En
el extremo superior, y no se contabilizan las tierras del Común,
hay 11 propietarios que alcanzan o superan las 2.000 fanegas de
tierra y entre todos ellos reunen 39.436, 51 fanegas, es decir,
cerca del 30 por 100 del terrazgo carmonense (38).
Tal dispersión de valores en el fenómeno que estamos analizando -tamaño de las propiedades de terreno agrícola- significa por sí misma, y sin que haya necesidad de recurrir a otro
análisis, una distorsionada distribución de la propiedad agrazia,
que soporta en sus extremos, simultáneamente, minifundio y
latifundio. Por una parte, un minifundismo que se muestra
incapaz de mantener, por sus exiguas dimensiones, a ningún
campesino, y éste se verá obligado a contratarse como
bracero, y a ser considerado como tal. Y por otra pazte, un
latifundismo, exponente de un régimen de explotación extensiva, que no es únicamente origen dé prestigio social, sino al
mismo tiempo fuente de poder politico.
En cualquiér caso, se hace necesazio completaz este análisis,
realizado únicamente a partir de la observación de los valores
extrémos, con el estudio completo de todas las propiedades y
sus dimensiones. A este fin, ha sido construido el cuadro II.6,
en el que se encuentran distribuidas, en una tabla de frecuencias de 15 clases, número de propietarios y extensión superfi-
(38) Acerca del significado del minifundio'en la agricultura de Andafucía
occidental, de cone esencialmenre lacifundista, puede consultazse el artículo de
A. M. Bernal, «El minifundio en el régimen de propiedad agrazia lazifundista de
Andalucía», en La propredad de !a tierra y luchar agraria.r andaluza.r, Ariel,
Barcelona, 1974, 181 páginas, en págs. 57-lOC.
88
cial que a cada clase corresponde. La significación porcentual de
ambos valores, muestra las mismas tendencias que ya han sido
observadas en el estudio de la parcelación, pero con ciertas
correcciones: aumento del número de clases, disminución sensible del número de propietarios en las primeras categorias (por
relación al número de parcelas en las mismas categorías), y
mayor concentración aún de tierras en las clases superiores.
CUADRO II-6
Relación porcentual entre número
de propietarios y superficie que poseen.
. Distribución en quince clases
N.° de propietariot
Grupo.r
Valor
ab.c.
1
2
0,01 a 1 fig.
1,01 a 2 fig.
3
4
2,01 a 4. fg.
4,01 a 8 fg.
172
251
S
6
7
8,01 a 16 fg.
16,01 a 32 fg.
32,01 a 64 fg.
8
9
34 .
64
Extenrión ruperf:'cial
Valor
abr.
%a
%
1'6,37
84,55
0,01
0,06
15,51
22,63
458,32
1.348,77
0,35
1,04
196
116
8S
17,67
10,46
7,66
2.227,10
2.638,59
3.749,80
1,68
1,99
2,83
64,01 a 128 fg.
128,01 a 256 fg.
59
48
5,32
4,33
5,402,42
8.980,75
4,07
6,77
256,01 a 512 fg.
512,01 a 1.024 .fg.
35
20
3,16
1,80 .
13.201,49
15.808,36
9,95
11,92
12 1.024,01 a 2.048 fg.
13 2.048,01 a 4.096 fg.
14 4.096,01 a 8.192 fg.
20
5
2
1,80
0,45
0,18
30.523,55
15.027,90
9.342,64
23,01
1^1,33
7,04
2
0,18
23.792,24
17,94
10
11
15
más de 8.192 fg.
3,07
5,77
.
Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR):
Datos: en fanegas.
Elaboración: propia.
Ya en el esrudio de la parcelación se puso de manifiesto la
desigual fragmentación parcelaria del terrazgo. Las «correcciones» introducidas en la propiedad indican una agudización de
89
^:'a di^^ i^i^n, ; si bien disminuye la importancia de los propiec3rios en las primeras categorías, las parcelas excraidas
^^^ las mismas han pasado masivamente a engrosar las
^.^ropiedades comprendidas entre 2 y 32 fanegas: algunas de
^llas igualmente minifundistas, y las restantes difícilmente superarán la calificación de pequeña propiedad.
Pero de manera mucho más patente, las anomalias de la
^_listribución de la propiedad se reflejan en el cuadro II.7. y en
!a figura 15. De forma sintética en el primero y de forma
r;ráfica en la segunda, se vuelve a describir la misma situación.
El cuadro II.7. reproduce una tabla de distribución de fre^uencia más condensada que la anterior, con idéntica estructura,
F^ero en la que el intervalo de clase anterior es multiplicado por
i 0 y, en consecuencia, sólo se crean 5 categorías.
CUADRO II-7
Relación porcentual entre númem
de propietários y superficie que poseen.
Distribución en cinco clases
Grupot
Propietario.r
Superficie
Razón
% mcíx.
% min.
0,01 a 4 fg.
4,01 a 40 fg.
40,01 a 400 fg.
400,01 a 4.000 fg.
I Más de 4.000 fg.
Abt
%
Ab.r.
%
271
595
180
24,44
53,65
16,23
560,49
7.398,87
23.712,70
0,42
5,58
17,89
59
5,32
67.782,83
51,14
9,61
4
0,36
33.095,13
24,97
69,36
59,19
9,61
1,10
Fuente: Cacaztro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR).
Datos: en fanegas.
Elaboración: propia.
Aunque suponga una cierta simplificación, en líneas generales puede afirmarse que estas cinco clases se corresponden con
^
grandes tipos de propiedad:
90
- (^lase primera: propiedad minifundista (39)•
- Clase segunda: pequeña propiedad.
- Clase tercera: mediana propiedad.
- Clase cuartá: gran propiedad.
- Clase quinta: no existe una expresión propia para identificarla. Quizá podriamos calificarla como «gran propiedad excepcional».
Casi un 25 por 100 de los propietarios entran dentro de la
categoría de propietarios minifundistas. Esto va a suponer una
rémora importante en el desarrollo posterior de la agricultura,
que pretende racionalizarse. En la clase quinta, su «antípoda»
los términos se invierten por completo: 4 propietarios (0,36
por 100) disfrutan del 24,97 por 100 de las tierras.
Los pequeños propietarios, cuyas tierras oscilan entre las 4 y
las 40 fanegas, constituyen el grupo más numeroso, no sólo ya
en términos relativos sino también en términos absolutos pues
superan ampliamente el 50 por 100 de los agricultores. Pero
sólo ocupan el 5,58 por 100 de las tierras. De ,nuevo, la
situación se invierte para lá clase cuarta, representante de la
gran propiedad: el 5,32 por 100 de los propietarios acaparan el
51,14 por 100 de las tierras del término.
Por su parte, en la figura 15, se ha representado gráficamente la distribución de la propiedad haciendo uso de la curva
de Lorenz. En ésta, la distribución teórica ideal vendría dada
por la diagonál, pues ésta es la línea que aparecería en aquel
municipio, comarca o región, donde al 10 por 100 de los
propietarios le correspondiesen el 10 por l0Ó de la superficie
agraria, y al 30 por 100 le correspondiese el 30 por 100 de las
tierras, etc. Mientras más se distancie la representación de la
situación real de la diagonal, más distorsionada será la distribución de la propiedad.
En. el caso de Carmona, como no podía ser menos por
(39) «En un doble sentido podemos definú el minifundio: en función de la
e^ctensión superficial y en razón del régimen de propiedad, tenen ^ ia y explotación. Respecto al-primero, durante todo el siglo XIX, se estableció como tipo
de la pequeña propiedad... un área superficial que oscilaba entre dos y cuatro
fanegas... siempre referidas a tierra de labor en secano y por regla generál de
no muy buena calidad.» Bernal, A. M., loc. cit., pág. 61. Esta afirmación hecha
por Bernal para el siglo XIX, puede hacerse extensiva al siglo XVIII.
91
FIGURA 15
Curva de Lorenz representando la acumulación
de la propiedad. 1755
:5
so
75
loox
^5
Indica
da Gini ^ o,8e
50
75
^^II
100
%
25
50
75
t00 x
S U P E R F I C I E
cuanto aquí se ha expuesto, la gráfica que dibuja la distribución
de la propiedad a mediados del siglo XVIII no^sólo se aparta
de manera considerable de la diagonal, sino que literalmente
puede decirse que se «pega» a los ejes. Gini ha sabido expresar
numéricamente el distanciamiento de la curva con respécto a la
diagonal, dividiendo la superficie limitada por la curva y la
diagonal (SC) por la superficie limitada por la diagonal (SD). En
nuestro caso, SC es = 4.394,95 y SD = 5.000, y el índice de
Gini alcanza el valor de 0,88. Es éste uno de los índices más
elevados que conocemos sobre la distribución de propiedad
agraria.
92
Concluyendo pues, dos características definen la estructura
de la propiedad de Carmona al finalizar el Antiguo Régimen:
dispersión y concentración. En primer lugar, una fuerte dispersión entre los valores considerados: el mayor propietario, el
Cabildo Metropolitano de Sevilla con 9.056 fanegas, posee
tierras 56.352 veces más extensas que el propietario más modesto. En segundo lugat, y sobre todo, una fuerte concentración de la tierra en pocas manos e idéntica concentración de
propietarios en pocas tierras. De modo que la dualidad
minifundio/latifundio de nuestra agricultura debe, en consecuencia, ser reconocida como plenamente consolidada ya en el
Antiguo Régimen. Además no debe considerarse que se trata
de un minifundismo ocasional y de carácter coyunrural (40),
basado en repartimientos de suertes o en arrendamientos de
pequeñas parcelas, sino que se trata pura y simplemente de un
imporrante núcleo de propietarios.
Los grandes propietarios
A)
Lo.r terratenientet
Según el Catastro de Ensenada hay 30 propietarios que
superan las 1.000 fanegas de tierra En el cuadro II.8. se recoge
la relación de estas 30 propiedades, la extensión que ocupa
cada una de ellas, así como los aprovechamientos a que están
dedicadas.
No vamos a insistir aquí en la fuerte concentración de
tierras que existe en manos de los grandes terratenientes a
finales del Antiguo Régimen, cuestión de la que ya nos hemos
ocupado con anterioridad, pero desde luego, esta relación
vuelve a confirmarlo: los propietarios con más de 1.000 fanegas poseen 80.989 fanegas, esto es, el 61,06 por 100 del
terrazgo.
Llama atención el absoluto predominio de las tierras vinculadas. Con la excepción de tres propiedades (la de Joaquín
Fernández de Córdoba, la de Gonzalo Tamarís y Echevarría y
las tierras proindivisas entre Fernando Briones Escobedo y Juan
(40)
Bernal Rodríguez, A. M., ibidem, pág.62.
93
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94
Briones Saavedra) y parte de las fincas del duque de Veragua,
todas las demás grandes posesiones se encuentran vinculadas: el
93,6 por 100 de las grandes propiedades están vinculadas. Este
hecho es fundamental para comprender la escasez de tierras en
el mercado libre y la consiguiente alza de los precios de las
mismas. Con posterioridad, este será uno de los argumentos
más frecuentemente esgrimido para justificar y pedir la desamortización de los bienes de manos muertas.
Como no todas las tierras vinculadas fueron sometidas posteriormente al pro ^ eso desamortizador, se hace preciso distinguir dentro de estos grandes terratenientes el peso de los
distintos estamentos:
- eclesiásticos . . . . .. . .. . . .... . .. . .. 33.704,04 fg
- señoríos seculares . . . . . . . . .. . . .. . . 22.244,89 fg
- comunales y baldíos . . . . . . . . . . . . . . 19.808,74 fg
44,54 ^/
29,34 ^/,
26,12 ^/r
Destacan, en primer lugar, por - su extensión, las tierras
pertenencientes al clero, tanto al clero regular como al secular.
Todos los bienes eclesiástico serán objeto de desamortización
en 1835, aunque el procesd no será definitivamente completado
sino en el segundo período desamortizador, ya en la segunda
mitad del siglo. Destaca, .por el volumen de tierras que disfruta,
el Cabildo Catedralicio de Sevilla. Posee 9.000 fanegas en
Carmona y figura como segundo propietario del término.
Por su parte, lo ^ terrenos baldíos y concejiles no entran en
el proceso desamortizador hasta la ley Madoz de 1855. Las
leyes hacen una clara distinción entre los que son bienes de
propios ( desamortizables) y los bienes comunales (que no lo
son). A la postre, Carmona perderá tanto los propios como los
comunales, debido a la confusión existente en la calificación de
los terrenos y al interés de algunos influyentes vecinos en que
todas las tierras comunales pasasen a propiedad privada.
Es igualmente importante . el número de fincas y tiérras
vinculadas en señoríos seculares. Su disolución es aprobada ya
en las Cortes de Cádiz y pasa por sucesivas fases regresivas y
progresivas, a tenor de los cambios políticos, hasta que se
produce definitivamente su disolución en 1841. Existe una neta
diferencia entre la desamortización de los bienes eclesiásticos y
concejiles, por una parte, y la desvinculación de los señoríos
95
por otra. Pues así como los primeros van a salir forzosamence
a la venta en los años posceriores a la promulgación
de una u otra ley desamortizadora, . sin embargo, tanto la ley
sobre señoríos de 1811, como la de 11 de octubre de 1820, lo
único que hacen es declarar los bienes señoriales «absolutamente líbres» (41), pero no encran en el mercado de tierras ni
inmediata, ni forzosamente, sino que lo harán de forma paulatina y mucho más lenta que las tierras concejiles y eclesiásticas.
Otro aspecto que llama la atención es la ausencia casi total
de vecinos de Carmona entre los grandes cerratetúentes del cérmino. De los treinca nombres registrados, sólo tres de ellos
corresponden a vecinos del pueblo: Gonzalo Tamaris Echevarría, Fernando Briones Escobedo, con tierras vinculadas, y Juan
Briones Saavedra, quien posee tierras proindivisas con el anterior.
La situación observada encre los grandes propietarios nos ha
llevado a estudiar, eti apartados posteriores, cómo intervienen
distintos sectores sociales en la apropiación del terrazgo carmonense, así como a analizaz la presencia efecciva de los vecinos
del pueblo y la de los residentes fuera del mismo:
Ya. en el estudio de la parcelación se puso de manifiesto
que la tierra de labor era el aprovechamiento dominante de las
grandes parcelas. La propiedad, que no hace sino centrar las
tendencias existentes en la parcelación, se orienta en el mismo
séncido: En las grandes propiedades hay un predominio absoluto de la tierra calma, auténtico monocultivo en la mayoría de
los casos. En las cablas de frecuencia de los cuadros II.9. se ve
cómo más del 90 por 100 de la superficie de las clases doceava
y creceava, así como de la onceava, están dedicadas a tierra de
labor (ver cuadro II,9.c.), mientras que los valores de las clases
14a y 15a se ven distorsionados por la presencia, muy particular, de cierras baldías y dehesas comunales, respectivamente.
Los dos criterios básicos analizados en el estudio de la
(41) «Quedan suprimidos todos los mayorazgos, fideicomisos, patronatos y
cualquiera otra especie de vinculaciones de bienes raíces y estables, los cuales
se restituyen desde ahora a la clase de absolutamente libres.» Anículo 1° del
proyecto de ley de 1820, ^ itado por Clavero, B., Mayorazgo. Propiedad feuda! e»
Ca.rti!!a (1369-1836). Siglo XXI, Madrid, 1974, 434 páginas, pág. 362.
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relación aprovechamiento/tamaño de la parcela, se mantienen,
en líneas generales, en la relación aprovechamiento/tamaño de
la propiedad. A saber: gran propiedad = tierra de labor; pequeña y mediana propiedad = olivar; los dos aprovechamientos
básicos del terrazgo carmonense.
De todas formas, se han producido modificaciones, algunas
de ellas muy significativas, en .especial la distribución de las
tierras infructíferas y las fincas de regadío. E1 75 por 100 de las
primeras aparece concentrado en la categoría 14a, y corresponde al conjunto de las tierras baldías; el 25 por 100 restante
se reparte sin relación aparente con el tamaño de la propiedad,
lo que confirma lo que ya se señaló en el estudio de la parcelación: son subparcela^ marginales en fincas de mayores dimensiones.
En cuanto al regadío, ha desaparecido de las propiedades de
menos de dos fanegas, y su presencia continúa siendo significativa en explotaciones de considerable extensión. Esto demuestra
que las tierras regadas, aunque en sí constituyan parcelas de
reducidas dimensiones, se encuentran integradas en explotaciones más diversificadas y complejas.
La exi^ tencia en las grandes propiedades de dehesas a puro
pasto y de tierras baldías infructíferas, por una parte, así como
la existencia de importantes extensiones dedicadas al olivar, por
otra, obliga a efectuar una relación en función, no ya del
número de fanegas única y exclusivamente, sino del producto
de esas cierras, a tenor de los aprovechamientos que en ellas se
dan.
• En líneas generales, esta nueva relación es muy similar a la
precedente, pues, a excepción de las tierras baldías y de Joaquín Fernández de Córdoba (que pasa a ocupar el puesto número 37), se siguen manteniendo como grandes propietarios
-podriamos decir, como grandes «productores»- las mismas
personas y entidades que ya conocemos.
Sí se producen, en cambio, algunas modificaciones en los
puestos que cada cual ocupa. Hay quien sensiblemente pierde
posición, como son los casos de Gonzalo Tamarís y Luis Araoz,
debido a que poseen extensiones, más o menos importantes, de
tierras infructíferas; es también el caso de Joaquín Fernández de
Córdoba. O los casos de Juan Briones Saavedra y Fernando
BrionPS Escobedo, porque tienen bastantes tierras calificadas
101
CUADRO II-10
Relación de las propiedades cuyo pmducto
supera los 50.000 reales de vellón
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1
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Cabildo Catedralicio de Sevilla
Convento de Santa Clara (Carmona)
3
Vinc. de.los Hrds. de M. Lasso de la Vega
267.965
Común de Carmona
Duque de Veragua
Coride de Amayuelas y Peñaflor
Mayorazgo de la Marquesa de Santa Cruz
Universidad de Beneficiados de Carmona
Mayorazgo de Miguel Villegas Tello
Mayorazgo del Fuenre del Sauco
Monasterio de San Jerónimo (Sevilla)
Convento de Santa Clara (Sevilla)
Convento de Sta. M.a de las Dueñas
Vinc. de Fernando Briones Escobedos
Vinc. de Bernardo Cavallero
Hospiral del Cardenal de Sevilla
Fábrica de la Igl. de Sta. María
Hospital de la Caridad de Sevilla
Convento de la Sanra Trinidad
Proindiviso entre F. Briones y J. Briones
Vinc. de. Luis Araoz y Quintanilla
Convento de los Jerónimos (Carmona)
Colegio de la Compañía de Jesús
Convento de Madre de Dios de Sevilla
Gonzalo Tamarís Echevarría
Fábrica de la Igl. P. de Sro. Patrocinio
Convento de Santa Paula de Sevilla
Capellanía de Antonio Barba Guzmán
Convento de San Clemente de Sevilla
Beneficiados de la Igl. P. de Sta. María
Convento de la Concepción
Iglesia de Sta. María de Covadonga
240.577
219.784
4
5
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7
8
9
10
11
12
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15
16
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25
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32
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272.288
160.294
156.548
149.678
134.316
122.640
108.668
101.157
99.113
98.732
94.621
90.452
88.428
85.847
84.348
79.324
74.353
72.707
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72.455
71.345
70.452
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60.905
55.981
55.170
50.964
como de 3.a calidad. O, es evidente, el ^ aso de las tierras
comunales, por el absoluto predominio de los pastos.
Otros en cambio, mejoran su posición, bien porque las
tierras estén dedicadas a cultivos más productivos (vínculo de
Bernardo Cavallero, éonvento de los Jerónimos [Carmona]),
bien porque sean preferentemente de primera calidad (Convento de Santa María de las Dueñas y Hospital de la Caridad,
ambos de Sevilla).
Así pues, tanto por la extensión de la finca, como por el
producto en ellas obtenido, éstos son los grandes terratenientes
de Carmona. A1 caer gran parte de. tales tierras en la calificación
de «desvinculables», parece lógico esperar un profundo cambio
en la estructura de la propiedad de Cazmona en el siglo XIX.
B)
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Carmona no es un pueblo de ganaderos. En total se registran en 1755, 797 propietazios de alguna clase de ganado, y
mayoritariamente, por oposición a lo que ocurre en la propiedad de la tierra, son vecinos de pueblo (758 personas).
En realidad, de la mayor parte ni siquiera puede decirse que
sean ganaderos en ningún sentido de la palabra. Son personas
que aparecen censadas como própietarios de un par de asnos o
mulos, o algún que otro cerdo, complemento imprescindible en
la economía campesina, bien como animales de tiro o carga,
bien como recurso alimenticio: de minifundismo ganadero lo
califica López Ontiveros (42). De modo que la cifra inicialmente indicadá de 797 ganaderos, se vería sensiblemente rebajada si todos estos individuos fuesen excluidos de la lista. Con
más de 1.000 reales de producto (43), valor a partir del cual
podríamos empezar a hablar de ganaderos, sólo hay 49 personas; con más de 10.000 reales, los grandes ganaderos, hay 12
personas que aparecen especificadas en el cuadro II.11.
Destaca, en primer lugar, la fuerte concentración que se
produce en manos de esos 12 ganaderos. Reúnen más del 50
por 100 de la riqueza pecuaria del término, el 57 por 100 de
(42) López Ontiveros, A., Emrgración, propredad..., op. cit., pág. 298.
(43) Recuérdese que a una yegua se le evalúa un esquilmo de 50 reales, 40
a una cerda, y 30 a una vaca de vientre.
103
las cabezas de ganado y el 55 por 100 del producto total (44).
Y así como no podía hablarse de una ganadería e ^pecializada en
el conjunto del pueblo, sí existe una clara especialización entre
los grandes ganaderos, pues se aprecia una dedicación preferente al ganado ovino (76 por 100 del censo lanar) y en
segundo lugar, pero ciertamente distanciado, al ganado vacuno
(43 por 100). Las restantes especies apenas si tienen peso real y
representación procenrual entre los grandes, y ello confirma lo
que ya señalábamos anteriormente: que las cabañas caprina,
asnal, caballar, mular o de cerda, se constituyen por un agregado de ganaderos minifundistas que poseen una, dos o cuatro
cabezas de algunas de estas especies como complemento de su
economía pero sin llegar a constiruir unidades de explotación
en el sentido real del término. De todas formas este ganado
representa un papel no desdeñable en las grandes cabañas, y en
especial el equino y mular por su función específica en la
explotación.
Es interesante, asimismo, analizar la relación propiedad de la
tierra y propiedad pecuazia. En conjunto, los grandes ganaderos
-todos ellos sin excepción, con residencia fijada en Cazmona,
y en su mayoría, personas seglares- no se cazacterizan por ser
propietarios de grandes extensiones de tierra. Más exactamente,
podría afirmarse que no existe ningún tipo de relación entre
tamaño de la propiedad y número de cabezas de ganado. En
esta relación de 12 personas apreciamos diferencias que van
desde el que no tiene ni un celemín de terreno en propiedad
(Francisco Gutiérrez Armijo, el segundo ganadero del municipio), quien posee 56 ó 100 fanegas, hasta la Compañía de
Jesús, propietaria de más de 1.100 fanegas (45). Sin embargo, sí
existe una relación clara entre grandes ganaderos y grandes
arrendatarios. Encontramos interesantes coincidencias entre los
nombres de estos ganaderos con los nombres de los grandes
arrendatarios de Carmona (véase cuadro II.28)'. Del sentido de
(44) Téngase en cuenta que los pies de colmena han sido excluidos del
número de cabezas, pero no del producto total.
(45) En la Campiña de Córdoba en estas mismas fechas, «ninguno de los
grandes ganaderos es a la vez gan terrateniente», López Ontiveros, A., Emigracrón, propiedad..., op. rit., pág. 293.
104
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105
esta relación nos ocuparemos más adelante, pero es evidente
que nos encontramos ante lo que podríamos llamar «empresarios agrícolas». Cuando no son propietarios de tierra, la arriendan ya que, por el momento, es la principal fuente de riqueza
A1 mismo tiempo, en su deseo de obtener mayores beneficios,
inteñ^ ifican y diversifican su producción, que de ser única y
exclusivamente agrícola en la mayor parte de las explotaciones,
especialmente en las grandes fincas vinculadas, ha pasado a ser
agropecuaria.
Los grandes estamentos propietazios
de la tierra (46)
En una distribución por estamentos (cuadro II.12) llama la
atención, en primer lugar, la fuerte presencia de la propiedad
eclesiástica en Carmona: casi el 44 por 100 del término es
propiedad del clero. Además, junto a ser el estamento que
disfruta del mayor número de tierras, las distribuye entre pocas
personas: 356 propietazios, y esto, lógicamente, se traduce en
una propiedad media de grandes dimensiones, muy superior (la
dobla con creces) a la propiedad media de los seglazes. Estos,
por el contrario, aunque poseen una cantidad de tierra similar a
la de los eclesiásticos (41 por 100), al tenerlas que distribuir
entre 750 individuos, aparece en una situación mucho más
desfavorable, con 72,83 fanegas por término medio.
A)
Ecle.riá,rtico
Bajo la denominación de propiedad eclesiástica se encuadran diversos tipos de situaciones jurídicas. En ocasiones se ha
señalado la dificultad de conocer el montante global de los
bienes eclesiásticos, por cuanto que ni siquiera el concepto de
eclesiástico éstá bien definido (47). En el Catastro del Marqués
(46) Paza evirar confusiones, ucilizazemos et rérmino «secular» al hablar del
clero (clero regulaz y clero seculaz); y«seglar^ o«seglazes^ al referirnos a las
personas no refigiosas.
(47) González Jiménez, M., E! Concejo de Carmona..., op. ^it., pág. 107.
106
CUADRO II-12
Disuibución de la tierra por estamentos ,
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Prop.
&lesiáscicos
Se^ares
Comuoales•
Tara!
356
750
3
t.109
y'r
32,I0
67,63
0,27
I00
Fanrgat
58.217,39
54.405,88
20.OI5,49
132.G48,76
^
43.88
41,02
IS,IO
100
Prop.
N.'
Med.
Parc.
163,53
72,83
6.671,83
t.752
2.583
139
I19,G0
4.474
^
39.16
57,73
3,11
100
Parc.
Med.
33,23
2I,06
143,99
29,65
(•) Dentro de «comunales» se han incluido las tierras del Común de Cazmona, los
terrenos baldíos y 2 parcelas del Común de Guadajoz.
Fuente: Catastro del Marqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR).
Dazos: en fanegas.
Elaboración: propia.
de la Ensenada esta dificultad queda obviáda, pues propiedad
seglar y propiedad eclesiástica apazecen censadas como dos
tipos dif^rentes, e incluso materialmente son incluidas en tómos
distintos. ^
Dentró de la diversidad de situaciones señaladas, una distinción inicial debe ser hecha entre propiedades individuales, adscritas a personas físicas, y propiedades comunitarias adscritas a
personas jurídicas. Entre los primeros destacan, por su número
los capellanes: 141 capellanías, y los presbíteros: 48 personas.
Se registra un número menor de beneficiados, vicebeneficiados,
clérigos de órdenes mayores o menores, religiosos, etc. En total
262 personas eclesiásticas propietarias de tierras. En su mayor
parte son residentes en Carmona (48) y las fincas no son de
grandes dimensiones.
^
(48) Según el Interrogatorio General, respuestas a las preguntas núms. 38 y
39, en estos momentos residen en el término de Carmona 122 dérigos, «los
sesenta y seis ordenados in sactis», 181 religiosos seculares y 161 reli ^iosas. Un
total de 464 personas coasagadas al culto divino. De éstas poseen renta
eclesiásticaz 216 personas. Las tierras a su nombre son bienes eclesiásticos y no
bienes particulazes de sus usufruccurarios, por cuanto que en aquellos casos en
los que un eclesiástico posee bienes propios patrimoniales, ha sido incluido
dentro de las propiedades seglares.
107
Entre las personas jurídicas, se encuentran representados
todos los tipos de comunidades religiosas contempladas dentro
de la Iglesia Católica: conventos, hermandades, hospitales, cofradías, ermitas, cabildos, obras pías, iglesias parroquiales, etc.,
que totalizan la cifra de 82 comunidades propietazias de tierras
en el término de Carmona. Entre las mismas se observa una
clara distinción. Por una parte, ermitas, cofradías, hermandades
y fábricas de las iglesias parroquiales, cuyas propiedades -con
algunas excepciones- son de modestas dimensiones y se encuentran fragmentadas en varias parcelas, lo que puede ser
reflejo de pequeñas donaciones, realizadas por los campesinos.
Por otra parte, las comunidades religiosas del clero regulaz
^olegios, conventos y monasterios- y hospitales suelen ser
grandes propietarios de tierras, especialmente los conventos v
hospitales de la ciudad de Sevilla.
En términos generales, puede decirse que los propietarios
eclesiásticos de Carmona, ya sean individuos o colectividades,
poseen fincas de reducidas dimensiones. Los no residentes son
comunidades religiosas y reunen una importante extensión de
terreno.
Las diferencias existentes entre propiedad eclesiáscica residente y no residente en Carmona son recogidas y puéstas de
manifiesto en el cuadro II.13. Los avecindados en el pueblo
CUADRO II-13
Propiedad eclesiástica residente y no residente
N.°
Prop.
Ecl. residences
Ecl. no residences
Toral
;'^
Fanrgat
;'^
Prop.
N.'
Med.
Parc
264
92
74,I ^
25,84
22.605,48
35.611,92
38,83
Gl,l7
85,63
387,08
1.335
417
356
t00
58.2I7,40
100
163,53
I.752
Fuente: Catastro del Marqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR).
Dazos: en fanegac.
Elaboración: propia.
1^8
Parc.
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76,20
23,80
100
Mtd.
16,93
85,40
33.23
son, sin lugaz a dudas, el grupo más numeroso. Suponen casi el
75 por 100 del número de propietarios eclesiáscicos, sin embargo, sólo poseen el 38 por 100 de las tierras. Los valores se
invierten a favor de los eclesiásticos foráneos: no son más que
92 personas (físicas y jurídicas, aunque predominan estas últimas) y disponen de más del 60 por 100 de las tierras eclesiásticas. Comó resultado, la propiedad media de un clérigo forastero, es, por término medio, cinco veces superior a la de uno
vecino del pueblo.
Esta situación, unida a la igualmente existente dentro de la
propiedad seglar, crea un profundo desequilibrio entre propiedad residente en el término y propietarios absentistas, a favor
de estos últimos; situación que analizaremos más adelante.
Con el ánimo de conocer si la forma de propiedad inciden
de alguna manera en el tipo de aprovechamiento, ha sido confeccionado el cuadro II.14 con úna estructura idéntica a.la del
cuadro II.1, pero referido exclusivaménte a la distribución de
cultivos y aprovechamiento en las tierras eclesiásticas. Como
puede apreciarse, las diferencias que se establecen son ciertamente sensibles y, a partir de ello, puede afirmarse, sin ninguna
restricción, que las formas de propiedad han sido decisivas, en
múltiples ocasiones, para la determinación de los aprovechamientos.
^
En primer lugar, se advierte una menor diversidad de cultivos. Tierra de labor y olivar monopolizan prácticamente las
tierras eclesiásticas: el 97,80 por 100. El 2,20 por 100 sobrante
se lo reparten en cantidades inapreciables los demás aprovechamientos existentes en el terrazgo carmonense. Así pues, en
su conjunto, las tierras eclesiásticas aparecen como más productivas que la media municipal, por cuanto que de ellas han
desapazecido casi por completo las tierras infructíferas, pinazes,
pastos y montes.
Pero mucho más significativo aún es el absoluto predominio
de las tierras de labor. De las 58.217 fanegas que posee el
clero, 50.395 son de tierra calma, y ello significa que el 54 por
100 de las tierras cerealistas, el 5.4 por 100 de las mejores
tierras de la Vega son propiedad de la -Iglesia.
^Por qué esta fuerte concentración de tierras de labor en
manos de eclesiásticos? La explicación ha de buscarse en el
109
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111
hecho de que el clero no acostumbra a explotar directamente
las tierras que posee, sino que las da en arrendamiento: el 80
por 100 de las tierras eclesiásticas están arrendadas. Ahora
bien, la característica primordial de los arrendamientos en Andalucía, más concretamente en la Baja Andalucía, es que son
arrendamientos de corta duración, arrendamientos de un año
como norma -«de Santiago a Santiago»- o como mucho por
un período de cuatro años (49). En tal situación, el azrendatario
dificilmente se va a ver animado a invertir en la tierra que
explota, dado lo precario de su contrato (50). A1 mismo tiempo,
parece lógicó pensar que se arriende con preferencia las tierras
con cultivos anuales, tal cual son los cereales, y no las parcelas
con cultivos permanentes, caso del olivar. En la gran proporción de tierras dadas en arrendamiento por el clero, la corta
duración de los contratos, y, consecuentemente, lo infrecuente
de arrendamientos de olivares, hay que buscar parte de la
explicación de esa elevada concentración de tierras cerealisticas
en manos de los eclesiásticos.
Pero tampoco debe olvidarse las razones de tipo histórico e
incluso de poder político y económico. En el período que
estamos analizando, la base de la alimentación humana la coñtinuaban constituyendo los cereales, y sobre todo el trigo. Así
pues, se comprende el interés de los grandes, eclesiásticos eñ
este caso, pero asímismo de los nobles, por controlar las grandes regiones productoras de trigo. Este interés, presente desde
los primeros momentos de la ocupación y repartimiento de la
Baja Andalucía, ha provocádo la concentración de la tierra
calma en manos de los influyentes eclesiásticos, por una parte,
(49) «La segunda causa consiste en que el propietacio es árbirro de despedir
al colono cuando quiera. Los azrendamientos son temporales, y por tiempo muy
breve: raro es el que pasa de los tres años.» Olavide, P. de, Informe Jobre !a Ley
Agraria, edición a cargo de R. Carande y J. Ruiz del Portal, Maestre, Madrid,
1956, 112 páginas„en pág. 24.
(50) «Intendazs et magistrats accussent, en outre, la médiocrité de 1'outillage agicole, 1'absence de selections des semences, le peu de soin dans le
travail de la terre et, de façon génerale, le médiocre intér ^ t que prend le
cultivateur ^uvrier agricole ou tenancier précaire- pour une terre á laquelle
il ne se sent pas attaché.» Defourneaux, M., «Le probléme de la terre en
Andalousie aux XVIII siécle et les projets de réforme agraire», Revue Hittorique, tomo CCXVII ( 1957), págs. 42-57, en pág. 48.
112
y de los grandes señores seglares, como veremos, por otra.
Finalmente, queremos hacer mención de los tres mayores
propietarios eclesiásticos de tierras en Carmona: el Cabildo de
la Catedral de Sevilla, el Convento de Santa Clara y la Universidad de Beneficiados, estas dos últimas instituciones avecindadas en Carmona. Ambas constituyen una excepción a la tendencia general anteriormente señalada, según la cual los mayores
propietarios eclesiásticos son forasteros.
La formación de tan extensas propiedades agrarias difiere
según se trate del primer caso (Cabildo sevillano), o de los dos
últimos. La clave de la diferencia puede darla, aunque de forma
un tanto simplificada, el número de parcelas que componen
cada propiedad. Las 9.056 fanegas del Cabildo Catedralicio se
encuentran divididas en 16 parcelas tan sólo, y las tierras de la
Universidad de Beneficiados y las del convento de Santa Clara
se componen de 38 y 75 parcelas respectivamente. Así pues,
mientras en el primer caso hemos de pensar en donaciones
reales de considerables extensiones, bajo unos mismos linderos,
en el segundo han sido las pequeñas donaciones efectuadas por
los vecinos de pueblo a los representantes de su iglesia, las que
han llevado a la formación del patrimonio del Convento y de
la Universidad.
EI Cabildo de la Iglesia Metropolitana de la ciudad de
Sevilla recibió uno de los mayores donadíos concedido por el
rey en el repartimiento de Sevilla aunque en él no se encontraba ninguna heredad situada en el término de Carmona (51).
Sin embargo, ya en 1465 el Cabildo poseía 4.269 aranzadas en
este término (52): La formación del patrimonio territorial de la
(51) «E dióle el rey a Ombret, a que puso el rey nombre la Mesa del
Arçobispo, e diol a la iglesia de Sevilla por heredad, por los tres mill maravedis
que les pudiera el rey por heredamiento desta guisa: en Tejada los mill
maravedis, en Solúcaz otros mill, en Azrtalcaçzaz otros mill en el termino de
Aznalfazache; e fué dada por mill azançadaz. E despues dió el heredamiento a la
iglesia de Sevilla: Lupas, que habia el rey apartado para sus galeas, en que avia
veinte mill pies e diez mill quemados, e por medida de tierra ochocientas e diez
y seis azançadas, e que lo oviese el cavildo.^ González, J., Repartrmiento de
Sevilla, Estudio y edición preparada por -, CSIC, Madrid, 1951, 2 vols. en
tomo II, pág. 18.
(52) González Jiménez, M., El Concejo de Carmona..., ap. cit., pág. 123.
113
Catedral de Sevilla ha sido estudiada por M. González Jiménez (53). Por lo que a Cazmona respecta, con la excepción del
cortijo Faichena, que fue una donación hecha por el rey Alfonso X, las tierras que el Cabildo posee aquí, proceden básicamente de una operación de compraventa efectuada por la
viuda de Juan Sánchez Librado en el último cuarto del siglo
XIV (54). Posteriores compras y algunas donaciones completarían el patrimonio del Cabildo Catedralicio en Carmona.
Todas las tierras del Cabildo, a excepción de una fanega de
regadío y 40 fanegas de terreno inculto, son de pan llevar,
situadas en la proverbial rica Vega de Carmona y, como no
podía ser menos, en su mayor parte se encuentran arrendadas.
Los arrendatarios del Cabildo son a su vez grandes propietarios
del pueblo. Así por ejemplo, Juan Briones Escobedo o Diego
de la Milla y Fernández de Córdoba, Marqués de Saltillo, por
citar algunos de los más significativos.
Resulta interesante esta situación en la que grandes propietarios son así mismo arrendatarios de los grandes señores eclesiásticos. Quizá, dada la considerable extensión de las fincas y
lo elevado de las rentas, solamente podían ser arrendadas por
personas que hubiesen sido capaces de acumular una cierta
cantidad de dinero con anterioridad. Volveremos ^obre esta
cuestión más adelante.
Por su carácter de excepcional, hay que destacaz el caso de
dos grandes fincas del Cabildo que son arrendadas por colonos
en pequeñas pazcelas. Este caso, en el que un número no
especificado de colonos le arrienda a la catedral 1.553 fanegas,
junto a otro de 139 fanegas ^de la capellanía de don Gerónimo
Caro Mancera, son los únicos en los que hay constancia de que
se arrieden pequeños lotes a colonos.
En cuanto a las propiedades agrarias del convento de Santa
Clara y la Universidad de Beneficiados, pazece ser que se
encontraban prácticamente formadas a finales de la Edad Media.
Por un informe realizado en 1533 se deduce que el convento
(53) González Jiméñez, M., nPropiedar! y rentar..., loc. cit.
(54).lbidem, pá^s. 177-180. Esto con5rmá la opinión de Bernal en el sentido dé que la Iglesia no se limit^ á mantener una actitud pasiva en la formacióñ de sii patrimonio, sino que se preocupó de ampliarlo. (Vease, «La propiedad de la tierra...», !a. ritJ
114
de Santa Clara era, con gran diferencia, el convento más rico de
los existentes en la villa de Carmona (55) aunque no poseemos
cifras exacras de la superficie total de sus tierras. González Jiménez ha estudiado con detalle la formación dé la propiedad de la
Universidad de Beneficiados en el período comprendido entre
1321 y 1477. Sucesivas donaciones efectuadas a lo largo de la
Alta Edad Media dieroñ como resultado la acumulación de
importantes extensiones de tierra, de tal forma que, a finales de
este período, la propiedad agraria de la instirución estaba prácticameñté cótisolidada (56). En 1477 la Universidad reunía ya
2.499. fanegas; en los casi tres siglos que media entre esta fecha
y la de la ejecución de Catastro del Marqués de la Ensenada, se
le van a agregar 341 fanegas más. Esco evidencia que, aunque
más espaciada y de forma esporádica, y a pesar de las pro ^ibiciones que pesaban al respecto (57), la costumbre de donar
parcelas de terreno a la Iglesia continuó "dándose hasta tinales
'
del Antiguo Régimen.
Todas las tierras de la Universidad de Beneficiados, a excepción de dos parcelas,` están arrendadas. No se adyierte la
presencia de los grandes terrateñientes como arrendarios en'
este caso, como ocurríá con las tierras del Cabildo. Efectivamente, al tratarse de hazas de más reducidas dimensiones es
frecuenté la figura del mediano arrendatario, que paga entre
400 y 600 reales anualmente por una finca de 80 a 120 fanegas
'
por término medio.
Igualmente, el convento de Santa Claza arrienda, en condiciones semejantes, todas sus tierras de labor, pero no lás 220
aranzadas que posee de olivar. Esto demuestra Io que ya ha
sido señalado más arriba: lo excepcional de' los azrendamientos
"
de olivares.
"
^
A modo de resumen pues, de cuanto hasta aquí se ha
venido exponiendo:
^
^
- El estamento eclesiástico, prbpietario del 44 por 100 del
terrazgo, se destaca como el esiamento con mayor pesó en
^
Carmona.
.
^
(55) González Jiménez, M., el Concejo de Carnrona..., op. crt., págs. 117-118.
(56) Véase, asimismo, Gómez Muñiz, S., Recuerdo.r de ^la^venerable Univer.cidad de la Ciudad de Carmona, Sevilla, 1892, 268, páginas, eñ págs. 13-21.
,
(57) Veáse Cardenas, F., op. cit., tomo II, pág. 454 y ss\
115
- La mayor parte de estas tierras están ubicadas en la Vega
y, consecuentemente, dedicadas al cultivo de los cereales, que
en el caso de Carmona significa monocultivo triguero.
- No acosrumbran a explotar directamente sus tierras, sino
que están dadas en azrendamiento de corta duración (58).
- Finalmente, los grandes propietarios eclesiásticos son las
comunidades religiosas, en especial las residentes en la ciudad
de Sevilla. El Cabildo Metropolitano és el mayor terrateniente.
B) ^ Comunal
^,
'
`
Consideramos aquí como comu^nales no únicaménte los bienes del Común propiamente dichos, sino asimismo los terrenos
baldíos.
Reiteradamente se ha discutido acerca de la naturaleza jurídica de las tierras baldías y sobre su titularidad dominical, y en
los más de los casos; Concejos municipales y Corona se han
disputado su propiedad. EI origen de esta disputa ha de buscarse en el hecho' mismo de la Reconquista, tras la cual, una vez
hecha la repartición entre los repobladores, muchos de . los
terrenos, normalmente los . m,enos productivos, no recibieron
una declaración expresa de dominio y quedaron, podríamos
decir, como remanentes o fondo, público al que se acudió en
posteriores repartimientos o concesiones.(59). Al fijazse más
tarde con precisión los límites de los. distintos términos municipales, los concejos se sintieron coñ derecho a reclamar como
propio aquellos baldíos que habían quedado incluidos denrro de
sus lindes.
.
(58) Solamente hemos,encontrado un caso en el que se.habla de arriendo
vitalicio: «EI referido conijo está arrendado vitaliciamente a don Pedro Xinete
vecino de la villa de Fuente a ciento, y veinte fanegas de trigo, dos de
garvanzos, dos de abas, y doce gallinas, a el año, que a los precios regulados
importan dos mil, y veinte y dos reales de vellon.» LRR, tomo III, eclesiásticos,
fols. 2618 v° y 2619 r° Propietazio: el Conveñto de la Concepción.
(59) «Resultaron de aqui dos especies de dominio o señorio, el no enajenado ni entregado a pazticulazes, que se llamó realengo o propio del rey, y el
enajenado o poseido por personas privadas o corporaciones que se Ilamó de
señorio. Los realengos eran rembién de dos clases: los de la corona se había
apropiado y utilizaba en beneficio del Erazio o dél público, y los que aún no
tenían un destino determinado... Los segundos,eran baldíos, eriales de que iba
disponiendo la corona, según las necesidádes dé la población y de la monazquía.» Cazdenas, F. de, op. cit., tomo I, pág. 245.
116
Pero aquí no nos preocupa tanto la titulazidad dominical de
los terrenos como el aprovechamiento que dé los mismos se
hacía, y los baldíos eran tierras aprovechadas, dentro de lo
limitado de sus posibilidades, ya que reiteradamente son definidos como pedregosos e infructíferos, por. todos los vecinos del
pueblo (60). Y en este sentido de su uso comunitario -independientemente de su titularidad-, en el que consideramos a
los baldíos como bienes comunales (61):
Inceresa comprobar si ya en estos momentos se hace distinción entre . bienes de Propios y de Gomún, distinción que,
como se sabe, va a resultar fundamental a la hora de llevarse a
cabo la desamonización civil.
Parece claro que hasta ahora no se ha establecido.una diferenciación enrre lo que más tarde se conocerá como bienes de
Propíos -^uyo producto'se utilizaba para satisfacer los gastos
del municipio- y bienes del Común -^le aprovechamiento
colectivo por los vecinos del pueblo-. Efectivamente, en el
Libro de lo Real únicamente aparece .la e^tpresión «Cómún de
Carmona» y en ningún momento se utiliza la de. «Propios de
Carmona». Por su parte, en las respuestas al Interrogatorio
General sí aparecen ambas palabras, pero relacionadas de tal
forma que indican falta de diferenciación jurídica entre ambas.
La respuesta á la pregunta 23 («qué propios tiene el común y a
qué asciende su producto al año, en que se deberá satisfacer»)
comienza así: «Que los Propios del Común ascienden a...». Y la
respuesta a la pregunta 25 («Qué gastos debe satisfacer. el
común como salario a Justicia y Regidores, fiestas del Corpus u
otras; empedrado, fuentes, sirvientes, etc., de que de deberá
pedir relación autétiti ^a») de la siguiente manera: «Qué los
gastos que satisface el Común de sus Propios...». Tanto para el
autor del interregotario como para la persona; encargada de
contestarlo, la palabra Común es sinónimo de municipio 0
ayuntamiento, mientras que Propios hace referencia a las pro-
(60) Nieto, A., Biene.r comunaler, Revista de Derecho privado, Madrid, 1964,
975 páginas, en pág. 103.
(61) Gómez Mendoza, J., «Ia venre de baldíos y comunales en el siglo
XVI. Escudio de su proceso en Guadalajara», E6 núm. 109 (1.967), págs. 499559, en págs. 517-519.
x.
117
piedades a los bienes que pertenecen, que son propios, del
Común.
Pero si bien no se ha creado una diferencia jurídica dentro
de los bienes del municipio, sin embargo, sí existe una clara
dualidad de aprovechamientos. Es en esa dualidad de usos
donde se encuentra el germen de la posterior distinción que se
va a estableéer entre bienes de propios y bienes comunales. La ^
14.736,08 fanegas propiedad del Común de Carmona se reparten de la siguiente forma: 4.636,08 están dedicadas a tierra de
labor, mientras que las 10.100 restantes son dehesas de puro
pas to.
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Ciertamente no existe ninguria referencia a que las tierras
del Común se arrendasen, como no la existe de ninguna propiedad que no sean las eclesiásticas, ni tampoco hay constancia
de que las tierras estén , repartidas en lotes entre los vecinos (62), situación que posteriormente vamos a en ^ontrar en
1850. Pero . es •obvio que el Común no explota d ^ectamente
esas 4.600 fanegas de tierra cerealistas, sino que, de una u otra
forma, las tendría cedidas para su explotación, obteniendo a
cambio algún tipo de canon, censo o renta. Así pues, podría
aventurarse la hipótesis de que estas tierras de labor y el
beneficio obtenido en su explotación van a dar lugar a la figura
jurídica de los bienes de Propios; pos su parte, los bienes
comunales van a derivar del aprovechamiento colectivo que se
haga de los pastos, aunque como se trata de una superficie
extensa, más de 10.000 fanegas, es posible que parté ella fuese
cedida en alguna forma de arrendamiento.
Tomando en consideración todas las tierras que revertían en
beneficio del pueblo, tanto las de aprovechamiento directo
como ind ^ecto, tanto las propiamente comunales como las denominadas baldías, los vecinos del pueblo de Carmona disfrutaban de unas 20.000 fanegas, es decir, del 15 por 100 de su
propio terrazgo. Se trata de una superficie ciertamente elevada
que contribuiría al mantenimiento de la población jornalera
(1.681 jornaleros agrícolas censados en el Libro Registro de lo
(62) Forma de uso que A. Nieto reconoce como de aprovechamiento
comunal: Nieto, A., op. rit., pág. 719. Los repartos periódicos de suertes entre
los vecinos de un pueblo no se realizazán sino con posterioridad a la fecha de la
.
elaboración del Catastro de Ensenada: a partir de 1760.
118
Personal), especialmente en los largos períodos de inactividad
agrícola.
C) Seglar
Los seglares constitúyen el grupo más numeroso de propietarios en Carmona, 750 personas, y en principio aparece cómo
el grupo menos favorecido en cuanto a la propiedad de la tierra
se refiere. Ahoia bien, bajo esta amplia denominación de seglares se encierra un conjunto de situaciones jurídicas y sociales
bien diferente, por lo que el estudio global de la propiedad
seglar pierde sentido frente al que adquieren algunos de sus
análisis sectoriales.
En primer lugar, se advierten profundos equilibrios entre la
propiedad territorial poseida por los vecinos del pueblo y la
que e^ disfrutada por los residentes fuera del término (véase
cuadro II.15). Los vecinos constituyen, sin duda alguna, el
grupo más numeroso de propietarios, 648 personas, esto es el
86,40 por 100 de los seglares y el 58,43 por 100 del total de
propietarios del pueblo; pero apenas si alcanzan a repartir entre
ellos 22.000 fanegas de tierra. Por el contrario, los 102 propietarios absentistas disfrutan de 32.000 fanegas. Consecuentemente, la propiedád media de los forasteros es diez veces
superior a la de los vecinos del pueblo.
CUADRO II-15
Propiedad seglar residente y no residente
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Residentes
Ausentes
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102
750
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N.°
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320,15
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20,40
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10,58
G1,96
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Fuenté: Catastro del Marqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR).
Datos: en fanegas.
Elaboración: propia.
119
Pero las diferencias no se limitan únicamente al montante
global de las tierras en juego, sino que además es muy diferente el uso que cada uno de los grupos hace de las tierras de
las que disponen. Los cuadros II.16 y II.17 recogen la distribución por aprovechamientos entre los propietarios seglazes residentes y no residentes, respectivamente. Las diferencias que se
establecen son múltiples, y más aún si tomamos también en
consideración la siruación media de todo el térrazgo (cuadro
II.1).
Lo más destacado es la fuerte presencia del olivaz en las
tierras cultivadas por los propios vecinos de pueblo. EI olivaz se
sitúa como el aprovechamiento dominante, pues a él le dedican
los cazmonenses algo más del 46 por 100 de sus tierras, mientras que la importancia de la tierra de labor decrece de manera
considerable. Asimismo cobran mucha mayor importancia las
tierras dedicadas al viñedo, cultivos de huerta y frutales de
regadío. De hecho, éstos son aprovechamiento marginales dentro del término de Carmona, y por tantó, nunca alcazarán una
superficie significativa en , ninguno de los sectores analizados.
Pero considerados en términos relativos, se puede apreciar una
clara tendencia hacia tales aprovechamientos: los vecinos de
Cazmona cultivan el 67,8 por 100 de toda la superficie dedicada a viñedo en el término, el 55,3 por 100 de las huertas, y
el 52,4 por 100 de los frutales de regadío; y ello sobre la base
de que sólo son propietarios del 16,41 por 100 de su propio
terrazgo. Cultivos que exigen una mayor y permanente dedicación, consumen un elevado número de jornadas de trabajo y
dan una producción bruta superior por unidad de superficie,
es lógico que sean acaparados por aquéllos que residen cerca de
las tierras y que son los que menos poseen: los vecinos del
pueblo.
Igualmente significativo, aunque ahora desde un punto de
vista diferente, es la total ausencia de pastos en las tierras de
estos propietazios. Hay que tener en cuenta que disponen de
las tierras comunales y baldías.
Finalmente, observamos la presencia de otro elemento diferenciador en los aprovechamientos de la propiedad vecinal. Se
trata del bajo porcentaje representado por las tierras de pri120
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mera calidad. Frente a los valores medios que sinían en algo
más del 43 por 100 el montante global de las tierras de primera
calidad (cuadro II.1.6.), en el cuadro II.16.6. encontramos que
este porcentaje desciende hasta el 30 por 100 compensado por
un avance de las tierras de segunda calidad y aquéllas en las que
la calidad no consta.
Dos explicaciones, muy distintas, pueden darse a semejante
situa^ ión. Por una parte, podría pensarse que los vecinos del
pueblo, en contacto directo con la junta de calificación, habrían
presionado sobre la misma para conseguir que sus tierras obtuviesen las calificaciones más bajas. Por otra parte, que sencillamente no sean los poseedore ^ de las mejores tierras.
A1 analizaz con detalle la distribución de cada cultivo, la
primera de las dos posibles explicaciones queda rechazada. Si
los vecinos hubiesen presionado para conseguir una rebaja en la
calificación de sus tierras, ésta se habría reflejado de forma
similar en todos los aprovechamientos y, además, donde más
lógicamente cabría esperarla sería en las tierras de olivar. Sin
embargo, no ocurre así: es la falta de tierras de labor de
primera calidad e ❑ manos de los vecinos . del pueblo lo que
provoca los desequilibrios finales, pues, el resto de los aprovechamientos macitiene unos niveles semajantes a los medios. Los
vecinos de Carmona no sólo han sido desposeidos de las tierras
cerealísticas de su Vega, sino que además, las que poseen, son
las de peor calidad.
La distribución de aprovechamientos en las tierras de los
propietarios absentistas muestra un comportamiento más en consonancia con las tendencias observadas en las tierras eclesiásticas,
que el que acabamos de ver entre los vecinos del pueblo. Sus
características son: absoluto prédominio de las tierras de labor,
que cubren algo más del 87 por 100 de la superficie que
poseen, y ausencia casi total de los aprovechamientos menores:
monte, pastos, viñedo y regadío.
^
No existe ninguna referencia a que estas tierras estén
arrendadas, y esto es tanto má ^ extraño cuanto, piimero, las
referencias sí existen para la propiedad eclesiástica, y segundo,
acrualmente es bien conocido que la gran propiedad arrendaba
125
sus tierras (63), o en el mejor de los casos eran regidas por sus
representantes o apoderados. Las referencias a la figura del
administrador -figura de tanto peso social y político en los
ámbitos rurales de la España del siglo XIX- son excepcionales
en el Catastro del Marqués de la Ensenada (64). Echamos en
falta estas referencias por cuanto que, con frecuencia, los administradores de las fincas componaron un papel de verdaderos
arrendatarios de las tierras de sus señores, e incluso aparecen
como compradores de las mismas cuando fuerón desvinculada ^,
y las necesidades pecuniarias de sus duéños lo ^ fonaron á
ponerlas en venta.
^
Volviendo al tema de los arrendamientos, no cabe sino
concluir que el Catastro de Ensenada, doc^mento insustiruible
en el estudio de muchos aspectos de la actividad agraria, no ha
recogido los arrendamientos de las tierras de seglares, pues
estos ciertamente se daban.
Finalmente, dentro de las tierras seglares no pueden ser
olvidadas las diferentes situaciones jurídicas que en ellas existen. Todas las tierras analizadas hasta ahora, éclesiásticas y comunales, son por definición bienes vinculados, situados al margen del mercado de tierra. Sin embargo, ^ en las seglares se
distinguen, por una parte, tierras asimismo enajenadas, en manos de las familias nobiliarias, anexas a vínculos y mayorazgos, y
por otra, tierras libres, las únicas que pueden comprarse, venderse y transmitirse sin restricción alguna.
Pues bien, de nuevo se aprecian profundos desequilibrios
entre estos dos tipos de propiedades (cuadro II.18), y fuertes
contrastes en la fragmentación y división de la propiedad, así
como en la orientación de los aprovechamientos. .
(63) Las referencias pueden ser múltiples. A título de ejemplo citamos las
palabras de un ccetáneo: Olavide, P. de, op. cit., a lo lazgo de toda su exposición. Entre las invescigaciones más recientes:,Artola, M., Bernal, A. M., Contreras, J., op. crt., págs. 63-76. También, Bernal, A. M., La lurha Qor !a tre+ra en
!a cri.ri.r de! antiguo regimen, Taurus, Madrid, 1979, 489 páginas, en págs. 141
.
y ss.
(64) «Esta pieza de tierra está azrendada a don Antonio Montenegro vezino
de la ciudad de Sevilla encaveza de Don Juan Fernandez su apoderado, en diez
y ocho fanegas de trigo de renta a el año...» (LRR, tomo ^II, eclesiásticos, fo1.
1000 v.°).
126
CUADRO II-18
Propiedad seglaz libre y vinculada
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Prop. librr
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54.405,88
35,47
G4,53
100
29,23
390,10
1.694
889
72,54
2.583
G5,58
34,42
100
I1,39
39,49
21,06
Fuente: Cataztro del Mazqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR).
Dazos: en fanegas.
Elaboración: propia.
Sólo un 35 por 100 dé los bienes raíces de.los seglares son
tierras no vinculadas, y recordemos que ésta es la única categoría de terrateniente donde la propiedad es libre. No Ilegan a
20.000 fanegas; el resto pasa a englobar el montante, ya suficientemente abultado, de las tierras enajenadas, que terminan
configurándose así como la categoría absolutamente predominante.
.
La falta de equilibrio es así mismo evidenciada por el hecho
de que el tamaño medio de la propiedad vinculada es 13 veces
superior al de la propiedad libre. Cuatrocientas fanegas como
superficie media de las propiedades enajenadas ponen de manifiesto las habituales grandes proporciones de estas fincas, proporciones que no se van a ver alteradas cuando se decrete la
desvinculación de estas tierras.
En cuanto a los aprovechamientos (veáse cuadros II.19 y
II.20) vuelven a repetirse las tendencias observadas en siruaciones anteriores. Las tierras cultivadas están básicaínente dedica• das a las labores cerealistas_ (82 por 100) y el resto es de hecho
ocupado por el olivar (cas'r-un 16 por 100), y los demás aprovechamienros apenas si tienen ezpresión paisajista. Por su parte,
las tierras libres muestran mayor diversificación de cultivo, con
una atención preferente al olivar. Sobre todo debe ser señalada
la imponancia de olivar nuevo y de las tierras destinadas a
plantío de olivar (más del 10 por 100), lo que está indicando
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claramente quiénes son los que llevaban a cabo las nuevas
roturacionés.
De modo que las afinidades que a lo largo de estas páginas
han venido manifestándose, obligan a hacer un replanteamiento
del estudio de la estrucrura de la propiedad.
Síntesis de la esttuctura de la propiedad: las dualidades
residente/ausente, libre/vinculada
El análisis hasta aquí realizado de la propiedad de Carmona
en el An ^ guo Régimen, nos ha llevado a la conclusión de que
las diferencias existentes en las estructuras agrarias están mucho
más relacionadas con las categorías de propiedad presenteausente, y propiedad libre/vinculada, que con los estamentos
tradicionalmente considerados: eclesiásticos, seglares y comunales.
Y para obtener una visión más completa de la situación real
de la estructura agraria en -1755, se hace necesario, a modo de
síntesis global la consideración final de estas dos categorías de
propiedades, haciendo caso omiso de su estructuración estáme ntal.
El estudio de los valores recogidos de los cuadros II.21 y
II.22, nos lleva a'establecer las siguientes conclusiones:
En primer lugar, destaca la escasez de tierras no enajenadas y libres: ní siquiera alcanza el 15 por 100 del término.
Y no hay que insistir que ésta es una zona a ^rícola por excelencia. Así pues, justo es reconocer que los ilustrados del siglo
XVIII se quejaban con razón cuando aducían que, dada la
escasez de tierras en el mercado, consecuencia a su vez de la
desproporcionada cantidad de las que se encoñtraban vinculadas, se alcanzaban precios muy elevados en las ^ompraventas de
fincas (65). E ^ta carestía de la tierra agrícola supone diversas y
graves derivaciones. No se tratá ya únicamente de que la adqui(65) «Que las tierras han llegado en España a ^ n pré^io escandaloso; que
este precio sea un efecto natural de su escasez en el cómertio, y que esta
escasez se derive principalmente de la énorme cantidad de ellas que está
amortizada, son verdades de hecho que na necesitan demostración.» Jovellanos,
G. M., Injorme tolire !a Ley Agraria, Editión de J. Lage, Cátedra, Madrid, 1977,
332 páginas, en pág. 212 y en general págs. 209 a 243.
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sición de tierras quede restringida a quienes poseen grandes
cantidades de dinero, o que a los braceros les sea practicamente
imposible el acceso a la propiedad, sino que además afecta al
desarrollo general de la producción agrícola.
A1 alcanzaz la tierra precios tan elevados puede así mismo
provocaz, en primer lugaz, la inmovilización de importantes
capitales, cuando esos capitales estarían haciendo falta ya en el
desarrollo industrial del país. En seguñdo lugaz, que los beneficios adquiridos en el sector agrícola sean proporcionalmente
más bajo que los obtenidos en otros sectores de la producción.
Y, en tercer lugaz, como consecuencia de lo anterior, la descapitalización del campo, ya que sus propios beneficios van a
pasar a capitalizar ocros sectores más rentables. A partir de aquí
se entra en un círculo vicioso, pues al descapitalizarse el çampo,
lógicamente sus rendimientos te_nderán a disminuir aún más.
Si ésta es la situación de un municipio con absoluto predominio de las tierras cultivadas (86,55 por 100 del terrazgo),, qué
cabrá esperar en aquéllos otros donde sea mayor aún la proporción de tierras incultas...
,
^ En segundo lugar, hay que señalar la importancia de las
tierras en manos de propietarios , absentistas: algo más de1 60
por 100 del total considerado. Es éste un valor considerable, y
supone_ que los beneficios de cerca de 70.000 fanegas, en su
mayor pazte, las mejores tierras de cereales, no revierten en los
vecinos de Carmona, sino que aprovechan a terratenientes absentis ^as, conventos y nobles, con residencia eñ la cercana ciudad
de Sevilla. Gonxález Jiménez, a partir de las rentas de trigo y
cebada de forasteros y vecinos, concluye que, en funcióñ de
estas rentas, en torno al 72 por 100 de las tierras de labor
pertenecían a propietários no residentes, a p^rincipios del siglo
XVI (66). Aunque él no pudo confirmar con más precisión esa
cifra, ya que carecía de información acerca de la extensión de
las fincas, dos siglos más tarde sabemos con certeza que la
propiedad absentista poseía en Carmona el 66,63 por 100 de
las tierras de labor.
Consideramos, por su importancia, en tercer lugar, la fuerte
desproporción que existe entre las dimensiones medias de la
(66) González Jiménez, M., E! Concejo de Carnrona..., op. cit., pág. 125.
134
propiedad absentista o vinculada, por una parte, y la residente o
libre, por otra. Tanto la propiedad vinculada como la absentista
están constituidas por un número reducido de personas (36,4
`por 100 y 17,5 por 100, respectivamente), pero gozan de cantidades importantes de tierras (85,4 por 100 en el primer caso, y
el 60,6 por 100 en el segundo). En consecuencia, obtienen
propiedades medias de considerable extensión. Por el contrario,
un elevado número de individuos engrosan las filas de la propiedad libre (63,6 por 100) o la residente (82,5 por .100), pero
poseen menos tierras, y, en consecuencia, la propiedad media
que cada uno de ellos disfruta es de reducidas dimensiones. La
desproporción es grande entre la propiedad no residente y la
residente en Carmona: 352 y 49 fanegas, respectivamente, pero
es aún mayor entre las tierras vinculadas (280 fanegas) y las
libres (27 fanegas).
Sin embazgo, no se da una correlación entre concentración
de la propiedad y concentración parcelaria, o dispersión de la
propiedad y fragmentación parcelaria. A la mayor dispersión de la propiedad. (tierras libres con 27 fanegas por término
medio) corresponde la mayor concentración parcelaria, con sólo
2,4 parcelas por propiedad. Entre los propietarios no residentes
y las tierras vinculadas la relación es de 4,8 y 7,1 parcelas por
propietazio, respectivamente. La explicación de esta situación,
especialmente en las tierras vinculadas, hay que verlas en el
hecho de que estas propiedades se han ido formando por sucesivas donaciones o anexiones al vínculo inicialmente constituido, y de ahí su mayor fragmentación paisajista.
Finalmente, no podemos pasar por alto la incidencia que
esta estructuración de la propiedad tiene en la distribución de
aprovechamiento (véase cuadros II.23, II.24, II.25, y II.19).
Entre los terratenientes absentistas (cuadro II.24) podemos hablar practicamente de un monocultivo cerealista: el 91 por 100
de sus .tierras son de labor, el 7,5 por 100 está dedicado a
olivaz y ya cantidades inapreciables a los restantes aprovechamientos catastrados en el municipio. La situación es muy similar
en las tierras vinculadas (cuadro II.25), aunque, al haber sidó
incluidas entre ellas las tierras comunales, baja, proporcionalmente, la imporcancia de la tierra de labor, pues un 10 por 100
de la superficie de este grupo es cubierto por dehesas y pastos.
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Sin embargo, en términos absolutos, la importaticia de la tierra
calma no decrece, sino que por el contrario se acrecienta:
84.116 fanegas, esto es, el 90 por 100 de las tierras de labor
están vinculadas.
Por s ^ parte, como ya ha sido p ^esto de. manifiesto en
anteriores análi ^is, hay una relativa mayor diver^ificación de
ap'rove^hamientos en la propiedad residente (cuadro II:23) y la
propiedad libre (cuadro II.19). Los cuhivos de re^adío son
relativamente si^nificativos. EI olivar juega un papel pré^ominante eñ estas tierra^, y sobre todo, en ellas se Ileva a ^abo los
núevos plantíos. Finalmente, desciendé la aien^ión pres^ada a
lo^ cereales, con el agravante de .que las tierras cultivadas por la
propiedad libre en pocas ocasione ^ se califica como de primera
calidad. Este hecho, qUe ya ha sido comentado al ánálizar la
situación de las tierras seglares vecinales, poñé dé riianifiesto,
uña vez más, la reIación q ^ e exi ^te entre tierrás segláres vécinales y tierras libre ^ .
Así^ pués, a lo largo de e^ta expósic.ióñ, hémós apréciado
^ na coirecta relación entre las siguientes va^iábles:
vecinál
absentista
libré ^
viticulada
^
E^ decir, que las tierras disfrutadas por los vecinos de Carmona ^on, en su mayor parte, tierras librés y con ^ti ^uyen el
grupo más desfavorecido, por su poca éxtensión, bája calidad y
gran dispersión; mientras que las tierras vinéuladas lo éstán en
manos de terratenientes absentistas, son lás más extensas, las de
mejor calidad y se las reparten entre un corto número de^.
individuos.
3.
TIERRAS EN ARRENDAMIENTO Y
GRANDES ARRENDATARIOS
Arrendamiento de tierras eclesiásticas
Como es sabido, en el Catastro del Marqués de la Ensenada
sólo constan los arrendamieñtos de las tierras eclesiásticás. Él
análisis que hacemos de las cierras arrendadas es, pues, un
análisis parcial, por cuanto que existe una importanté laguna
142
informativa; pero como las fincas de la gran propiedad nobiliaria absentista (y probablemente arrendataria) poseen unas características similares a las de los grandes eclesiásticos (en extensión, siruación, aprovechamientos y sistemas de cultivo), cabe
pensar que su arréndamiento se haría en las mismas condiciones
que el de las tierras eclesiásticas.
La mayor parte de las tierras eclesiásticas se explotan en
arrendamiento. De un total de 58.217 fanegas, se arriendan
46.131, es decir, prácticamente el 80 por 100 de su riqueza
territorial (cuadro II.26). Con relativa frecuencia se registran
arrendamientos de parcelas de reducido tamaño: concretamente
hay azrendadas 21 parcelas de menos de utia fanega de extensión, y 100 parcelas con menos de 10 fanegas. Peró en relación
a los valores globales que han sido considerados en las páginas
anteriores, la tendencia que se manifiesta és que preferenfemente se arriendan parcelas de grandes diménsiones.
CUADRO II-26
Tierras arrendadas
^
Tierras azrendadas
Tierras eclesiásticac
Superfrrie
46.131,37
58.217,40
^
79,23
100
N.° Parr.
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1.752
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22,37
100
Pc ^ Med.
Mrdiana
117,68
33,23
39,25
4,00
Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR).
Datos: en fanegas.
Elaboracióa: propia.
Los aprovechamientos a los que se dedican las tierras arrendadas son recogidos en el cuadro II.27. Y a la vista de la
información que en el mismo se contiene, parece preferible
hablar de «aprovechamiento», y no de «aprovechamientos». El
96,38 por 100 de todas las tierras arrendadas se dedican al
^ ^ltivo de cereales; que en nuestro caso, en el caso de Carmona, significan rotación bienal y producción de 4/5 partes de
trigo y 1/5 de cebada y semillas. Como consecuencia de esto, si
bien como término medio se arrierida el 35 por 100 del te-
143
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145
rrazgo, el porcentaje se eleva hasca alcanzar la cifra de un 48
por 100 (47,66 exactamente) con respecto a las tierras de labor.
Casi la mitad de las tierras cerealistas de Cazmona son dadas en
arriendo.
Además, no se trata de tierras de labor a secas, sino que
porporcionalmente son las mejores tierras de cereales. En todo
el término de Carmona, el 42,33 por 100 de la tierra de labor
son de primera calidad (67). En las tierras azrendadas esta proporción asciende al 47,12 por 100, compensado por un descenso de las de tercera calidad. Este predominio de las tierras
de mejor calidad está relacionado directamente con el hecho de
que las tierras que se arriéndan son las eclesiásticas, y ya
en ellas habíamos observado un claro predominio de esta clase
en los terrenos de labor (68). Aún así, poniendo en relación el
conjunro de las tierras edesiásticas con las arrendadas, también se
advierte la mayor importancia --casi dos puntos de diferenciaque han adquirido las tierras de primera calidad en las fincas
arrendadas.
Parcelas dedicadas a orros aprovechamientos apenas acostumbran a ser arrendadas. Destacan 714 aranzadas de olivar,
502 fanegas de dehesas para pastos, 157 de tierras infructíferas,
y 112 de monte, cuyo significado es mínimo frente a las 44.500
fanegas de tierra calma. De todas formas, conviene advertir que
están dadas en arriendo absolutamente todas las tierras que el
clero posee de pastos (502 fanegas) y de monte (112 fanegas).
El predominio absoluto de la tierra calina en los arrendamientos es coherente con los tipos de cqntratos rústicos usuales
en la Baja Andalucía y que ya ha sido comentado en páginas
anteriores. Dado lo precario y corta duración de los arriendos,
éscos acostumbran a hacerse en tierras dedicadas a cultivos
anuales y no permanentes.
Está siruación ha resultado particulazmenre l;rave para la
agricultura andaluza, pues ha venido a incidir en la falta de
capitalización de lá misma. Más arriba, y por causas diferentes,
se ha hablado de la descapitalización del campo de forma genérica en el Antiguo Régimen. Los altos precios alcanzados por la
(67) Cfr. cuadro II-1.
(68) Cfr. cuadro lI-4.
146
tierra, a causa de su vinculación y escasez en el mercaao, se
traducían en una baja rentabilidad del producto agrario, frente a
la actividad comercial o a la incipiente industrial. Los mismos
beneficios del sector agrario se van a canalizar hacia esos sectores.
.
A esta siruación generalizada en el Antiguo Régimen en gran :
pane del país, viene a sumarse un aspecto pazticulaz de la
agricultura andaluza La inseguridad derivada de los cóntratos
anuales, o a lo sumo de cuatro años, difícilmente animazían a
los arrendatarios a realizar inversiones en las tierras que contrataban (69).
Si bien en el conjunto de los azrendatazios hemos observado una orientación casi exclusiva hacia la explotación de la
tierra calma, los grandes arrendatarios hacen compatible el cultivo de la tierra de labor con la explotación ganadera. Ya. al
abordar el estudio de la ganadería y de los principales ganaderos se puso de manifiesto que si bien no existía relación alguna
entre grandes propietazios y grandes ganaderos, sin embargo, sí
la había entre grandes ganaderos y grandes arrendatarios.
Igualmente vimos cómo en la descripción de algunas fincas sé
decía que tales tierras están cerradas y producen «Pastos sin
intermissión». Pues bien, de las 9.000 fanegas de tierra de labor
cercadas, 4.763 están arrendadas, y precisamente por algunos
de aquellos grandes ganaderos: la Compañía, de Jesú ^, Joseph
Caro Briones, o Francisco Gutiérrez Armijo, por ejemplo.
A primera vista parece existir una insalvable contradicción
con cuanto acabamos de decir acerca de arrendamientos de
cona duración y siruación precaria de los arrendatarios, y el
hecho de que éstos se decidan a invenir en explotaciones
ganaderas. La clave quizás nos la pueda dar el conocimiénto de
esos grandes arrendatarios.
(69) Olavide en su informe sobre la ley agraria insiste en este aspecto,
pidíendo que los atrendamiencos sean siempre de lazga duración (él distingue
entre azrendamientos de más de cien años y de menos de cien años), y que al
azrendazario se le dé la garantía de que no se le va a expulsar de las tiérras a
menos que no pague o que el propierario se quiera hacer cargo de la explotación. Asimismo insiste en que los propietazios han de pagar a los arrendatazios
las mejoras que éstos hagan en las fincas. Olavide, P. de, op. crt., págs. 48 y ss.
147
Los grandes arrendatarios
En la relación de grandes arrendatarios de tierra en Carmona (cuadro II.28) se advierte un claro predominio de los
seglares residentes en la villa (SR). De los 31 nombres que
componen la lista, 23 residen en la ciudad de Carmona. Esto ya
de por sí constiruye una significativa novedad en relación a
quienes eran los grandes propietarios de tierra.
Sólo se registran dos casos de arrendacarios eclesiásticos: el
Colegio de la Compañía de Jesús, y el presbítero Francisco
Navarro. De todas las comunidades religiosas propietarias de
tierra en Cazmona, la Compañía de Jesús presenta unos rasgos
muy peculiares, por la forma cómo lleva a cabo la explotación
de sus propiedades. Merecería la pena abordar el estudio parcicularizado de los bienes de está congregación en el momento
de la expulsión de sus miembros y confiscación de su hacienda,
efectuada por Carlos III^ pocos años después de la realización
del Catastro de Ensenada (1767). No ya por el simple hecho de
conocer el montante global de sus bienes, sino también, por la
forma cómo se hacen uso de los mismos. Mientras las restantes
comunidades se limitan a arrendar sus tierras, la Compañía de
Jesús es a la vez arrendadora y arrendataria, y además posee la
tercera cabaña ganadera^ del término.
Por otra parte, sólo existen cinco grandes arrendatarios que
no están avencidados en Carmona: Antonio Montenegro, vecino de Sevilla; Andrés Adalid Gascón y Pedro Jinete, de
Fuentes de Andalucía; Juan Ramírez Medina, de El Arahal; y
Alonso González Lucenilla, de Paradas. Es lógico que los
arrendatarios sean mayoritariamente vecinos del mismo pueblo.
La relación que exisre entre grandes arrendatarios vecinos-no
vecinos de Carmona, es la misma que hay en el conjunto: de un
total de 284 arrendatarios, 41 de ellos no son residentes en
Carmona (70).
(70) Por su lugar de residencia, los azrendararios no vecinos de Carmona se
distribuyen de la siguiente manera:
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12 de Fuentes de Andalucía.
6 de la ciudad de Sevilla.
5 de El Viso del Alcor.
148
De forma genérica puede afirmarse que los grandes arrendácarios no son propietarios de tierra. Naturalmente hay excepciones a esta norma general: en primer lugar, la misma Compañía de Jesús, propietaria de 1.165 fanegas de tierra, pazte de las
cuales arrienda a su vez (393 fanegas). Asimismo, Antonio
Montenegro y Diego de la Milla Fernández de Córdoba, Marqués del Saltillo.
Pero en conjunto, los grandes arrendatarios o poseen proporcionalmente pocas tierras, o parcelas de muy reducidas dimensiones, insignificantes en comparación a las que arrienda, e
incluso existe quienes no poseen ni un sólo celemín en propiedad.
Una interrogante plantea esta situación: ^cómo han conseguido esos individuos Ilegar a convertirse en grandes arrendatarios? ^Cómo han logrado hacer la acumulación suficiente de
dinero para estar en condiciones de contratar anualmente tierras por valor de 6 u 8.000 reales de vellón? Pero hay más.
Con relativa frecuencia encontramos que algunos de estos
grandes arrendatarios son a su vez grandes ganaderos del término, y que son arrendatarios precisamente de las pocas tierras
que hay cercada^. Esta situación --^ercado de fincas, explotación ganadera- sólo se da entre los grandes arrendatarios. Son
personas que arriendan 400 ó 500 fanegas de tierras, y alguno
de ellos más de 2.000, y lo hacen por valor de 6.000, 8.800 ó
10.000 reales de vellón (por ejemplo, Diego de la Milla Fernáden de Córdoba, Jospeh Rueda Porres o Juan Lasso de la
Vega). A la pregunta de cómo han Ilegado a hacer la acumulación suficiente paza arrendar por tan alto valor, cabría añadir
otra: ^por qué presuponen estabilidad en la explotación como
para lanzarse a realizar tales inversiones (ganado y cercas)?
En realidad, esta «clase de arrendatarios» está ya consolidada en 1755 y habría que remontarse a épocas precedentes
5
5
3
1
de La Campana.
de EI Arahal.
de Alcolea del Río.
de Málaga.
^
Destaca la presencia de doce vecinos del pueblo de Fuentes, algunos de
ellos unidos con clazos lazos de pazentescos: el presbítero Lorenzo Adalid,
Andrés Adalid Gascón y Diego Adalid.
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150
paza conocer su formación, pero desde luego es evidente, que
estos arrendatarios aparecen como un grupo con un importante
potencial económico, relacionados por lazos de. parentesco con
grandes propietazios y vinculados consaguíneamenie entre ellos
mismos. De sus relaciones con algunos propietarios importacites, baste citaz el ejemplo de Juan Briones Escobedo; pues hay
un Fernando Briones Escobedo que posee 2.037 fanegas vinculadas, o el de Francisco Gutiérrez Armijo, ya que igualmente
un Alonso Gutiérrez Armijo posee, entre libres y vinculadas,
708 fanegas e incluso se empazentan con la nobleza, ya que no
hay que olvidar que Gonzalo Tamaris Echevarría es el Marqués
del Valle de la Reina, y posee 2.000 fanegas de tierra en
propiedad. Pero es quizás mucho más reveladora la existencia
de lazos de consaguineidad entre muchos de ellos (71). Efectivamente, llama la atención la frecuencia con que se repiten
algunos apellidos, frecuencia que no puede ser espontánea ni
casual, sinó que es indicátiva de un verdadero entramado de
relaciones familiares (72).
(71) Individuos vinculados por lazos de consanguinidad, ec,tre los 30
arrendatarios mayores:
Francisco Gutiérrez Armijo y Tamarrt.
Cr ^ tóbal Tamarit.
Juan Romero Tamarir.
Gonzalo Tamarir González.
Juan Brioner Escobedo.
Juan Saavedra Brioner.
Joseph Caro Brronet.
Francisco Ventura Caro.
Juan eerrugo Caraino.
Cr ^ tóbal Cararno Auñón.
Juan Berrugo Morale.r.
Pedro Moralet.
Joseph Rueda Porre.r.
Diego Rueda Porret.
{72) Recieñtemente, ha sido publicado un trabajo donde se analiza los
patronímicos en dos pueblos de la Baja Andalucía, aunque referido a una época
más reciente de la que aquí consideramos (1860-1960): Abbad, F., Bernal,
A. M., Lacroix, J., Lecordier, P., Roux, B., y Vayssiere, B.: Clar.rer dominantet et
.rociété rurale en Ba.rre-Arrdalou.rie. Publications de la Casa de Velázquez. Edit. E.
Boccazd, París, 1977, 184 páginas. En 1975 apazecen en Catmona algunos
apelfidos de los que se encuentran presentes un siglo más tarde en Morón y
Osuna, tales como Tamaris (o Tamaziz), Caro y Auñón (op. crt., págs. 161 y ss.).
151
De estas características, bien puede deducirse que no es
presumible que vayan a tener dificultades a la hora de la renovación de los arriendos. En primer lugar, porque forman parte
de la clase rural dominante, y en segundo lugar, porque dado lo
elevado de la renta, difícilmente encontrarán competidores en
el mercado.
Pero si es importante que hayan conseguido continuidad en
la explotación de las tierras que arriendan, para nosocros es
mucho más significativo el hecho de que constituyan un grupo
de cultivadores que inviérten en la explotación, en el sostenimiento de una cabaña ganadera y en el cercado de las fincas.
Pensamos que la iniciativa de cer^ ar las fincas paztiría en un
principio de los arrendatarios, y no de los dueños de la tierra
^Con qué intención?^Con la intención de llevar a cabo un
aprovechamiento más intensivo e integral de las tierras que
explotan, y de esa forma obtener una productividad más elevada que compense el valor retraido por la renta. Por este
motivo, los consideramos como una clase social en ascenso
(frente a los meros grandes terratenientes), preocupados por
obtener el mayor rendimiento posible a las tierras, y que en los
procesos de transferencia de la propiedad del siglo XIX se van
a encontrar en condiciones, bien de incrementar su patrimonio
territorial, bien de acceder a la posesión de la tierra.
152
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