Capítulo Segundo Distribución de cultivos y formas de propiedad a mediados del siglo XVIII 1. APROVECHAMIENTO Y PARCELACION DEL TERRAZGO En el momento de efectuarse los informes, que con posterioridad serían conocidos como Catastro del Marqués de la Ensenada, al término municipal de Carmona se le considera una superficie total de 132.638 fanegas (= 75.616 has.) En el municipio de Carmona está perfectamente establecido, a lo largo del período estudiado, que una fanega = una aranza^ da = 0,5701 hectárea. La respuesta de Carmona a la pregunta número nueve del Interrogatorio General («De qué medidas de tierra se usa én aquel pueblo, de cuántos pasos o varas castellanas en cuadro se componen...) fue la siguiente: «Que en este término se usa el nombre de fanega para las tierras de sembradura y para las huertas, y en los plantíos, de aranzada, lo que en substancia es una misma; pues la fanega se compone de 510 estadales de cuatro varas cada uno, que ascienden a 8.160 varas superficiales cada una, y los mismos estadales y varas tiene la aranzada» (1). Efectivamente, como el estadal se compone de 16 varas cuadradas y la vara equivale a 0,835905 metros (2), fanega y aranzada valen 5.701 metros cuadrados (3). Esta conversión queda confirmada en el Amillaramiento refundido de 1910. Aquí la extensión supe^cial de la parcela aparece en un doble encolumnado; en primer lugar, la exten(1) Catasrro del marqués de la Ensenada. Interrogatorio General, fol. 121 v.° y 122 r.° (2) Alvera Degrás, A., Córzrultorio métsico y monetaria, cuentar hechar a todo.r !or precio.r por mayor y menor. Libr. de don León Pablo Villaverde, Madrid, 1854, 132 páginas; en págs. 17 y 49. (3) Una fanega = 510 estadales = 8.160 varas cuadcadas = 90,33 x 90,33 varas lineales; y siendo la vara lineal igual a 0,835905 merros, la fanega será igual a 1 fg =(90,33 x 0,835905)z = 5.701 m2. 53 sión expresada en la «medida local», y, en segundo lugar, en el siscema mérrico decimal. La equivalencia dada en 1910 es la anteriormente expresada, y se mantiene hasta hoy día. Destaca, pues, el hecho de que fanega y aranzada posean el mismo valor, y también la reducida extensión de la fanega carmonense por relación a la fanegá castellana (0,6439 ha) o, incluso más próximo a ella, la fanega de la Campiña de Córdoba (0,6121 ha) ( 4); lo que a su vez es índice de la mejor calidad de las tierras. Sin embargo, a pesar de que la conversión no ofrecía ninguna duda, se ha optado por expresar los valores tratados en las medidas que originariamente se utilizan en el documento. EI motivo de semejante decisión estriba en la disparidad existente entre la cifra que da en el Catastro del Marqués de la Ensenada como superficie total del término (132.638 fanegas = 75.616 ha) y la que realmente posee (91.998 ha). Hay, pues, una diferencia de 16.000 hectáreas, sin que desde el siglo XVIII hasta hoy se hayan producido modificaciones sustanciales -naturalmente, se tendrían que haber producido agregaciones. Esta merma de casi un 20 por 100 de la superficie hay que achacarla, en parte, a posibles ocultaciones, y en parte, a la falta de precisión en las mediciones efectuadas en aquel entonces, especialmente en las mediciones de los espacios menos productivós (5 ). Así pues, aunque se hubiese hecho la conversión al sistema métrico decimal, las cifras obtenidas no reflejarían superficies reales, sino que tendrían un valor relativo. Por consiguiente, (4) López Ontiveros, A., «Evolució ❑ de los cultivos de la Campiña de Córdoba del siglo XIII al XIX». Papele.r del Departamento de Geografía, Murcia, 2 (1970), págs.9-77, en pág.21. (5) Según Artola, en el catastro de Ensenada, sólo se censa el 83 por 100 de la superficie de Andalucía. EI afirma textualmente que es «inexplicable». De todas formas consideramos que la extensión real cataztrada es todavía menor, por cuanto que Artola utiliza la fanega castellana (0,6439 ha) como medida de conversión uniforme para toda Andalucía. Por lo que a la provincia de Sevilla respecta, el valor de la fanega es inferior a esa medida, e incluso en algunos municipios (Aljarafe) baja de 0,50 ha. Artola, M., Bernal, A. M. y Contreraz, J., El latifundio. Propiedad y explotación. Siglo.r XVI/1-XX, Secretaría General Técnica del Ministerio de Agricultura, Madrid, 1978, 197 páginas, en pág. 28. 54 parecía más oportuno trabajar con los valores originales, tanto más cuanto prácticamente en todos los estudios realizados sobre datos coetáneos se mantienen las mediciones al uso. Aprovechamientos Una primera apreciación de la forma cómo se encuentra aprovechado el terrazgo en Carmona la da la relación existente entre tierras cultivadas y tierras no cultivadas. En estos momentos, la superficie no cultivada en tal extenso municipio cubre 17.834 fanegas (10.167 ha), lo que se traduce en un 13,45 por 100 de la superficie total. Este valor indica que nos encontramos en una zona intensamente cultiyada, de las más intensamente cultivadas de la España de la época (6), lo cual no deja de ser lógico, pues hay que tener en cuenta que nos movemos en un área tradicionalmente reputada de agrícola (7). Ahora bien, esta afirmación no debe inducir a pensar que en Carmona está siendo cultivado todo el espacio cultivable. Téngase en cuenta que un porcentaje del 13,45 por 100 de superfcie inculta, dado que va referido a una cifra .absoluta muy alta, supone una discreta, cuando no considerable, superfcie absoluta sin roturar: próxima a los 18.000 fanegas. Dieciocho mil fanegas dedicadas a dehesas, monte bajo, o simplemente catalogadas como «tierras infructíferas por naturaleza» constituyen un buen trozo del terrazgo; más aún si se toma en consideración las fértiles tierras sobre las que tales aprovechamientos se asentaban. Además, hay indicios para pensar que la diferencia antes (6) Para el mismo período y en una zona con características agronómicas similazes, la Campiña de Córdoba, López Ontiveros da la cifra de 30,6 por 100 de superficie inculta, aunque, como él mismo apunta, han sido incluidos cérminos que se encuentran a caballo entre la campiña y la sierra. López Ontiveros, A., loc. cit., págs. 21 y 22. (7) «Estrabón... no se cansa de ensalzar la riqueza agrícola y forestal de la Bética, que aventaja a todas las demás provincias por la riqueza de su aspecto y por c ierto esplendor peculiar en su fertilidad». Blázquez, J. M.: «Estructura económica de la Bética al final de la República y comienzos del Imperio (años 72 a. C.-100)». Hi.rpania núm. 105 (1967), págs. 7-62, en pág. 12. O también: «la Bética era no sólo la región más culta de Hispania, sino la más rica y uno de los territorios más productivos del mundo entonces conocido», pág. 11, y en general págs. 10-19. 55 señalada entre la superficie catastrada en 1750 y la que realmente posee el término de Carmona no se distribuye equitativamente entre los aprovechamientos que el Catastro recoge, sino que, presumiblemente, buena parte de esta diferencia debía corresponder a tierras incultas. Su significación real se vería así incrementada en algunos puntos. La distribución de los principales cultivos y aprovechamientos ha sido recogida en el cuadro II.1. A) Cultzvo.r de .recano Destaca, sin lugar a dudas, el absoluto predominio de las tierra.r de labor, que cubren más del 70 por 100 de toda la superficie, porcentaje que se eleva al 81 por 100 si se toma únicamente en consideración las tierras cultivadas. Así pues, para este período puede hablarse de un auténtico monocultivo cerealista. De todas ellas se dice que son tierras explotadas por el sistema de áño y vez, tanto las pequeñas suertes como los grandes cortijos, sin que podamos corroborar la afirmación hecha por A. López Ontiveros para la Campiña de Córdoba -comarca con grandes afinidades con el espacio carmonense, y de ahí que busquemos similitudes- de que en el siglo XVIII los cortijos eran cultivados al tercio (8). En la descripción de cada cortijo o parcela de terreno se utiliza la expresión que «que con descanso (o "intermissión") de un año producen una cosecha de cuatro quintas partes de trigo y una de cébada y semillas». Y en el mismo sentido se expresan las respuestas número 4 y 9 del Interrogatorio General (9). En nirigún momento, pues, se hace mención a un sistema de rotación basado en el cultivo al tercio. (8) «En el siglo XVIII, las tierras acortijadas se cultivaban al rercio. Con este fin, los cortijos se hallaban divididos en tres hojas o tercios -de ahí su nombre-, cada uno de^ ellos sin solución de continuidad para facilitar las labores y pastoreo del ganado». López Ontiveros, A., Emigración, propiedad y paitaje agrario en !a Camprña de Córdoba, Ariel, Barcelona, 1974, 6^7 páginas, en pág. 502. (9) Respuesta níun. 4: «... y las tierras de sembradura de secano [giro que habitualmente se utiliza para hacer referencia a las tierras de labor 1 hai que tambien producen sin inrermission, y todas las demas cada dos años» (fol. 121 v.°). 56 ^ ^ C o V1 m^n M^ ^--^ ^--^ O 0 O v^C G^G^v O V1 M^ O N Vr N 1^ M N V1 I,^ I I I M I^M^^O z ^ ^ Vr O í^n ^^ ñ 0^0 Ó ^ ^ ti M ^^^^ I I Ñ^ I I I I I^ ^ ^ ^ ^ N 00 00 O v'^ O M`7 00 ^--' C 7! Ó ^ C v ..y y ^ 00 M O V1 G^ V'^ ^^^ o^ I^^ ^ ^ o I I I^ ^ M ^-' ^ N n O lO GC .r r+ ^i u v > O ct o^. ~ á ^ O ^ ^ á a4 a. A ; V = ^ ú 6! ^O h v ^ ^ ^ y mG^MOpoo ^o^ 1^ M^--^ (1 M^--^ o 0 o v Vr ñ ^ ^ 0^0 ^ Ó ^ Ó ^ ^^ N, ^ M I I I I o^ c^ ^ M ó o^ ^--^ V•^ ^ á po --^ N^ m o N o --^ v^t G^ G^ ^ ^ ^^T^7 ^tv^ M.oo o m^o^ ^ r^ pÓ Ó ^ Ó ^ ^ c^ oó m ^ m c^ G^ 00 ^ p0 ^n O O O^ N Vr t^ ^^ ^ ^ N Vr G^ N ^•-+ C\ ^ M^ M I^ V'^ M ^ .^ O '. ^j ry ó G^ M í^ .a 0 á^ ^ w Id l0 Q v ^ ' ^ ^ 7 ^C cy p ^I p ^ a i.. ^ ^ ^ p y O y 7 a^ -p ^ C! ^ ^q t^ ^ y C ^ `^ ^ ^ cti ca ,n R^ $ N fn y -^o ^ó w ^ ^ ú v, ^n w 4^ C^ ^O ^ .C.. ú v, m v, C a. a. .^. v O y ^y y• (d ld ^+ ú ^ ^ 4 4 4 I.^i y ^•^ .^ ^ 4 1C ^ C O C1 GJ Y FvOOxw>ww^F^F^F^ y ^ ^ v _ v p,^Ó ^ ^ á ^ ^ ^ ^. `O v a+ ^ ^'rp' a+ ^ ^ G ^ wAw 57 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 dd^ó-óóóóóóóó 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 r. r, ^ ^ n ^a 0 0 ^ 0 ^ooo^ I I^^ I I IM I^ooo^ V rr ú ° ^ ^ ^+ 4 ^ ^^~^ ^ ^^^ ^ ^ ^ ^ ^ oó N V' ^--^ --^ `7 ^Y' N ^--^ N ^ H ^ b l0 y^ ^O C .^ Q^ i', ^ ^ p^ ^ ^-r ^ !'P1 M ^ ^ y ^ Ó^ V' ^ H1 I pp I I pp I I I Ó fn m ^ ^ N ^ ^ ^ ^ v V v ^ ,..^ ^ ^ r.1 ^ N^-^ v^ ^ G^ O V' I^ O pp mCTn^7^T OVr N O NN^i^TVr ÓV^ V,O ^ ^ ^ ^ ff^ ^ v^^ r^ONG^O ,^ ^^`.^ i a > O Q ^ ^ ^ ^, 3 V .^ ^ aomooaO^ooG^O^mMV^o rn '. ^n ^ O V'' O N O O O O O ^n O ^ N. -^ pp ,--^ o r^ ^ x 6 ^ ó E ^ V__ m v ^ e v é w ^ v ^ . ^ ^ p^ p ^^ ^ p Í cd co p .^ C ,^ ^ ^a p ,, -v ^ ^ ^° =v ^ ^ ^ v ^o 4 ^ ^ ^ e c v ^. v ^ ^ o ^'S. ^ v o ^ ^ á -p -^p C U a b_ ^ v p ' C ^ ^p (^ C C ^ h ^. 4 4 4 ^.^ O N ^ y ^y ^y{ V y ^ 7 ^ Ll N ^ ^ G' y 4 1.~.i 4^C ^_C O CJ v Y QJ p:-^ :-. 7 ^UOOxw>aa.^^[-^F 58 W L ^ M tn ^ dg^ ^C ^ WF7W Estas palabras no deben ser interpretadas en el sentido literal del término y concluir diciendo que, por lo que a Carmona se refiere, el paso de un sistema de explotación de año y vez a otro de rotación al tercio no se ha iniciado aún a mediados del siglo XVIII. Si nos ceñimos estrictamente a los textos anteriores parece evidente que todas las tierras se.cultivan por el sistema de año y vez, pero en el caso de algunas fincas podría pensarse en otro sistema de explotación, debido a la importancia que en ellas posee en ganado. Efectivamente, al final de la descripción de 23 explotaciones cerealistas hay una nota que hace referencia a su uso como pastos: «Del número de fanegas réferido las 676 de ellas .con cerrada.r y producen pa.rto.r .rin intermi.r.rión que a dos reales y medio que esta regulada cada una, importan 1.690 reales de vE!lón» (10). Se trata de propietarios de grandes fincas (una media de 400 fanegas) que poseen a su vez cabañas ganaderas. Repetimos que en la descripción de sus tierras se usa la «fórmula ritual» con de.rcan.ro de un año, pero desde luego hay que pensar que configuran típicas explotaciones de labor y pa.rto.r y que probablemente eran Ilevadas por el sistema de rotación trienal. Por su parte, los ruedos del pueblo (o cortinales si nos atenemos a la palabra habitualmente utilizada en el Catastro) son asímismo terrenos cerealistas. Estas parcelas, de reducidas dimensiones, se caracterizan, y diferencian de las tierras de labor propiamente dichas, porque_ se siembran todos los años y Respuesta núm. 9: «...la fanega de sembradura de primera calidad que produce cada dos años, se empana con quince celemines de trigo, dos fanegas de cebada, una fanega de garvanzos o alverjones, dos y medio de habas, ocho celemines de yeros menudos y dos de sahina» (fol. 122 r.°). Y«Que las semillas se siembran en barbechos, que no impiden empanar las tierras a su legítimo tiempo...» (fol. 123 r.°). (10) Libro Regi.rtro de lo Real (desde ahora LRR), T.° V, seculares, folio 3.259 r.° El subrayado es nuestro. Sorprende esta situación en 1755, por cuanto que existía la obligaroriedad, por parte de los agriculmres de no cercar sus tierras, a fin de que se pudiera llevar a efecto la derrota de mi.rer. EI interrogatorio general aclara este punro en la contestación a la pregunta núm. 28 (fols. 142 y ss.). Se enumeran todos los cortijos cerrados y se especifica la causa de tan excepcional situación: «por servicios pecuniarios que hizo a su Magestad»; pero no consta la fecha (o fechas) de la concesión de tales gracias. 59 porque se dedican integramence al cultivo de la cebada (11). En conjunto, todas ellas ocupan 178,41 fanegas (101,7115 ha), valor que, dada la enorme extensión del término, se traduce en un porcentaje insignificante (0,13 por 100). Esto no debe llevarnos a olvidar su importancia reál, porque se trata de tierras intensamente cultivadas, que no conocen el barbecho y situadas junto al núcleo de, población. Son, por tanto, las tierras más productivas, excepción hecha de las de regadío. Además, si se analiza la forma cómo se distribuye esas 178 fanegas en función de la calidad del terreno, se puede apreciar igualmente el hecho de que; en conjunto, son valoradas,como «buenas tierras». Casi el 5 3 por 100 aparecen clasificadas como tierras de primera, y tan sólo el 6,52 por 100 son cortinales de tercera calidad. Por la extensión que cubren, se sitúan a continuación las tierras de olivar. Estas totalizan 20.044 aranzadas (11.427 ha), que en términos relativos suponé el 15,12 por 100 del conjunto del municipio. Es, pues, el segundo aprovecliamiento en importancia en la Carmona de mediados del siglo XVIII, pero muy distanciado del que se acaba de describir como predominante. En el Catastro, las parcelas o subparcelas de olivar aparecen diferenciadas en tres categorías distintas: a) «Olivar hecho»: El árbol produce a pleno rendimiento (12). La mayoría de las tierras de olivar, más dél 83 por 100, están incluidas en esra categoría. Ahora bien, el grado de detalle con el que se ha querido elaborar este Catastro de la riqueza rústica ha llevado a sus redactores a distinguir dos categorías más dentro de las tierras dedicadas a olivar. b) «Olivar que por nuevo no produce»: Así aparecen defi- (11) «Que la fanegi de sembradura de secano que produce sin intermission se empana con dos de cebada, que es solamente la única especie que produce.» También de la respuesta núm.9 (fol. 122 r.°). (12) «Otra pieza de una rercia de aranzada de segunda calidad pobÍada de olivar hecho al sitio de la Cañada del Paraíso, una legua de esta ciudad...» LRR, tomo I, seculares, fol. 550 r.° «La una aranzada y quatro y medio zelemines estan poblados con quarenta y dos olivos de la tercera calidad, cuio producto es sin intermissiom> (ibidem, tomo III, ecl'esiásticos, fol. 2513 v.°). 60 nidas 1.996 aranzadas (13). Son parcelas, o subparcelas de terreno en las que aún no se ha efectuado ninguna recolección. A estas tierras no se les evalúa producto alguno, y consecuentemente, sus propietarios no van a pagar impuestos por ellas; de ahí el interés puesto tanto por los pericos como los propietarios de las parcelas, cada uno por diferentes motivos, por conocer con exactitud el montante global de estos nuevos olivares. Por otra parte, hay que señalar que en la mayoría de las ocasiones, estas tierras permanecen sin calificar: evidentemente, si aún no se ha recolectado ningún fruto, no se puede determinar su calidad. c) «Para plantío de olivar»: Finalmente, se individualizan 1.376 fanegas en las que, si bien ni siquiera se han plantado las estacas de olivos, al menos parece que se tiene la intención de hacerlo (14). No es fácil colegir de los diferentes textos si se trata de una simple intención declarada de los propietarios del terreno, o si existen indicios en la parcela -porque el terreno esté siendo desbrozado- de que, efectivamente, va ser puesto en cultivo en un espacio corto de tiempo. No suelen aparecer como parcelas individualizadas, sino que son trozos de una parcela, la mayor parte de la cual está plantada de estacas o de olivos, a medio o pleno rendimiento (15). Así pues, parece más verosímil pensar en una parcela que poco a poco va siendo roturada y plantada con olivos. En conjunto, la existencia de 3.363 aranzadas de olivaz (1.917 ha) que aún no han entrado en producción, evidencian nuevas y continuadas roturaciones en terrenos hasta el mo- (13) «Dos aranzadas de tierra poblada de olivar nuevo que no produce» (ibidem, tomo I, seculazes, fol. 530 r°). (14) En la medición de este tipo de rerreno no se utiliza la palabra aranzada, la usual en los plantíos de olivar, sino, por el contrazio, la de fanega; esto hace pensaz en que estas tierras aún no habían sido «aradas». (15) «Una pieza de una tercia de azanzada de tierra de tercera calidad poblada de olivar nuevo que produce dos tercias partes de su regulado fruto...» «Una cuazta parte de aranzada de tierra poblada de olivar nuevo que no produce.» «Una fanega y cinco celemines de tierra destinados paza seguir el plantío de olivar» (LRR, tomo I, seculares, fol. 431 r.° y v.°). Obsérvese, asimismo, que en la descripción de las tierras de plancío, sé utiliza la fanega como medida. 61 mento incultos, cubiertos de monte bajo o palmar. Estas roturaciones, en parcelas de pequeño tamaño y hechas por los vecinos del pueblo, se orientan preferentemente hacia el olivar, y en algunos casos, los menos, al viñedo. Pero no hay constancia de desbrozamiento en los que la nueva parcela se dedique al cultivo de cereales. En ocasiones se justifica esta atención preferente al olivar por tratarse de cierras de baja calidad, que no admitirían otro cultivo, pero parece más lógico pensar, de acuerdo con lo señalado por M. González Jiménez para finales de la Edad Media, que las autoridades locales inducían, cuando no imponían, el plantío de olivar o viñedo, en la intención de que no fuesen ampliadas las tierras de labor (16). Entre las tierras de secano ocupa la tercera posición el viñedo, que viene a completar así la tradicionál trilogía mediterránea, aunque si bien es verdad, en el terrazgo carmonense los tres integrantes de dicha trilogía tengan una presencia tan desigual. Efectivamente, el viñedo a mediados del siglo XVIII, apenas alcanza las 1.000 aranzadas de extensión, lo que en términos relativos se traduce en el 0,75 por 100. Y, aunque aparezcan pequeñas subparcelas destinadas a plantío de viñedo -73,49 aranzadas-, sin embargo, la tendencia dominante'parece ser la de la reducción de la superficie cultivada, de tal forma que en estos momentos la producción del municipio apenas sí alcanzaría a satisfacer la demanda interna (17). Esta tendencia a la reducción está confirmada por algunas notas (16) «Las nuevas romraciones que se llevaban a cabo constantes en las tierras comunales y realengas hubi^an podido suponer no sólo una ampliación progresiva de las tierras dedicadas al cuhivo de los cereales, sino, sobre todo, un aumento del níunero de propietarios. Esto hubiera sido lo más lógico, en especial, teniendo en cuenta el general aprecio de los cereales, base principal de la alimentación de la época. Por ello no deja de ser socprendente encontraz disposiciones del cabildo, sobre cuya aplicación se ituiste periódicamente, recordando la prohibición de sembraz trigo y cebada en las tierras concejiles que se daban a pazticulares... Se tiene la impresión, al leer estas disposiciones, legales, de que se trataba deliberadamente de evitar la ampliación de las tierras cereales.» González Jiménez, M.: EI roncejo de Carmona..., op. rit., págs. 102103. (17) ^Acaso no resulta significativo, a este respecto, que en 1755 existan en Cazmoná 80 trarantes de vinó paza una población de 12.320 individuos? Libro Registro de lo Personal (desde ahora LRP), tomo I, cuadro sin paginaz. 62 marginales en el texto (18), de las que se deduce que la producción de vino ha disminuido sensiblemente. Asi mismo, para finales de la Edad Media, M. González Jiménez, da la cifra de 432 propietarios de viña (19), mientras que el Catastro del Marqués de la Ensenadá sólo registra 292. Si algo las caracteriza, tanto ahora como entonces, tanto en 1500 como en 1750, es que son fincas de reducidas dimensiones. En ambos casos predominan las de menos de cinco aranzadas: en torno a 1500, sólo 14 fincas superan las cinco aranzadas, y en 1750 son 52 las que lo hacen; y esta cifra, que podría ser considerada como elevada, debe ser ponderada con otros datos: la parcela de viñedo de mayor extensión es propiedad del vicebeneficiado don Francisco Barrera y posee 14 aranzadas; asimismo, la parcela de mayor tamaño que dedica parte de su superficie a viñedo es una finca del monasterio de San Jerónimo de Sevilla, que, con una superficie total de 61 aranzadas, tiene una subparcela de 7 aranzadas de viña. En las parcelás con más de 61 aranzadas, ni un celemín se dedica al cultivo del viñédo. . . No se especifican más tipos de cultivos de secano que los hasta aquí expuestos. Así pues, la variedad,. si de variedad puede hablarse, se reduce a las tierras de labor, olivar y viñedo. Las primeras cubren la mayor parte del terrazgo cultivado, se explotan por el sistema de año y vez, con dedicación preferente al trigo, secundaria a la cebada y en las que el barbecho se semilla con. leguminosas; el olivar es un aprovechamiento de segundo orden, pero en ascenso, si se toma en cuenta el volumen de las nuevas tierras roturadas; finalmente, el viñedo: cultivo en descenso y con una presencia apenas significativa. B) Cultivo.r de regadío: hortaliza.r^ y árbole.r frutaler ^ Las tierras. regadas tienen aún menos significación espacial que el viñedo. Considerando en conjunto huertas y árboles (18) «Igualmente gnza en el privilegio del citado Juro setescientas cantazas de vino en cada año sobre las referidas Tercias Reales el que de presente no rinde cosa alguna por falta de valores en esta especie.^ LRR, tomo V, seculazes, fol. 3.560 r.° . (19) González Jiménez, M., op. cit., pág. 97. 63 frutales, las ^erras que se riegan (con agua de noria) son 300 fanegas (171,3891 hectáreas) (20). Es ésta una superficie exigua, que se traduce en el 0,23 por 100 del término, valor muy por debajo del que da López Ontiveros para la Campiña de Córdoba: 0,7 por 100 (21). Su función sería la de abastecer a Carmona, y, muy probablemente a otros núcleos próximos (Mairena y El Viso del Alcor) en hortalizas y frutales. Tienen cierta importancia relativa, por cuanto que las tierras de regadío son las que más alto se cotizan: a una fanega de huerta de primera calidad se le evalúa, en el Catastro, un producto de 440 reales, y a una fanega de cortinal, también de primera, 135 reales. Así pues, la fanega de huerta triplica ampliamente el valor de la fanega de cortinal, las tierras de secano mejor valoradas. Predominan entre estos cultivos tierras de buena calidad. Todos los frutales se asientan, sin excepción, en ^erras de primera; en cuanto a las huertas, si bien un 23,51 por 100 de la superficie por ellas cubierta es de segunda calidad, mayoritariamente están consideradas como tierras de primera (76,49 por 100). No es posible determinar qué tipo de hortalizas eran cultivadas en las huenas, ni tampoco el de árboles frutales, aunque parece ser que existía un cierto predominio del naranjo, pues con relativa frecuencia se hace una alusión expresa a ellos. Sí es una constante que hortalizas y frutales de regadío aparezcan asociados en una misma parcela, dedicándose una subparcela de mayores dimensiones a«puebla de hortaliza», y otra menor, a frutales. C) Terreno.r inculto.r Aparte de pequeñas éxtensionés, _ 123 fanegas (70 ha), dedicadas a«monte», sin que poseamos especificaciones más concretas de las que deducir qué tipo de formaciones arbóreas o arbustivas lo componían, y 348 aranzadas [ 198 ha ] a pinar «de prirnefá y única clase», en su conjunto las tierras no cul ^vadas se reparten en dos categorías bien diferenciadas: 10.602 fanegas (20 «Dos fanegas y tres celemines de otra son de re^dío por noria, y de puebla de hortaliza, que pcoducen de continuo» (LRR, tomo II, eclesiásticos, fol. 1061 r:°). (21) López Ontiveros, A., «Evolución de los cultivos..., lor. crt., págs. 24-25. 64 (6.044 ha) son referidas como dehe.rar de puro pa.rto, y 6.761 (3.854 ha) se consideran tierras «infructífera.c por naturaleza». Aunque es nuestra intención hacer en este primer aparatado una presentación global de los aprovechamientos y ocuparnos más adelante de los títulos de propiedad, sin embargo, tanto en el caso de las dehesas a pastos como de las tierras infructíferas, parece obligada una referencia a sus formas de propiedad, por cuanto que están condicionando, e incluso creando, el tipo de aprovechamiento. De las 10.602 fanegas dedicadas a pastos, 10.100, esto es, el 95,27 por 100 de las mismas, pertenecen al Común de Carmona. 1^1ás adelante trataremos del problema de los bienes comunales y de propios y de su posible diferenciación; nos limitamos aquí a recoger la titulación que en ^ abeza este conjunto de bienes: «Común de Carmona». Así pues, prácti ^amente todos los pastos que posee el término de Carmona son propiedad de su Común. De entre las dehesas comunales destacan por su estimable extensión las siguientes: la Dehesa del Concejo con 2.000 fanegas de primera calidad, cuya constitución data de 1.467 (22); la Dehesa de los. Potros, «destinada para la cría de ellos con réal facultad», asimismo de 2.000 fanegas; la Dehesa de las Yeguas, «para su cría y conservación», de 1.650 fanegas; la Dehesa de Gualvardilla y la de La Gaverna Alta, con 1.000 fanegas cada una e igualmente de primera calidad (23). Nótese que todas las (22) «Ia Dehesa del Concejo había sido creada en 1467 por autorización del infante rey don Alfonso, al objeto de dotaz a la villa de más bienes de propios, y, sobre todo, de un lugar acotado donde poder cobijaz a los novillos, yeguas y bueyes de arado durante el invierno.^ González Jiménez, M., op. cit., pág. 198. De aquí se desprende también que las dehesa de yeguas y la de potros tuvieron que crearse con posterioridad a esta fecha. (23) Cifras ^tan redondas» en las dehesas comunales hacen pensar que, por tratazse de fincas de grandes proporcionés y ser propiedad del Común, sus lindes no fueron medidos con precisión, sino que se aceptaron las cifras globales dadas por las autoridades locales. Y además pazece lógico pensar que tales aproximaciones pecarían por defecto. Este hecho ayudáría a explicaz, por una pazte, que a mediados del siglo X1X se encuentrén mayores superficies incultas aún, a pesaz de haberse efecmado el reparto de algunas déhesas, y por otra, podría explicazse también, al menos en pazte, la considerable diferencia entre la superficie total catastrada en 1750 y la que realmente posee el municipio. 65 dehesas del Común, y sólamente ellas, han sido calificadas como tierras de primera calidad, mientras que las restantes extensiones de pastos, las de propiedad no comunal, son calificadas como de tercera (24). Igualmente, de las 6.761 fanegas de tierras infrucúferas, 5.072 (75 por 100) cónstiruyen los baldíos (o «valdias», tal como aparecen en el Catastro, sin mayor especificación). Están formados por 97 parcelas dispersas por el término, con extensiones que oscilan entre 1 y 933 fanegas. Todas estas parcelas aparecen sistemáticamenie descritas en los mismos términos; por ejemplo «Otra pieza de tierra al sitio de la Garrapaca... se compone de 15 fanegas de tierra infructifera por naturaleza, pedregosa y de ningun suelo y substancia...» (25). No se le reconoce, pues, ninguna utilidad agrícola a estas tierras baldías; tan sólo en algunos casos aparecen dispersos pies de árboles en estos terrenos: habirualmente se trata de pinos, y en ocasiones, las menos, de olivos e higueras. Ias restantes tierras infructíferas no suelen aparecen como parcelas individualizadas de terreno, sino que son subparcelas marginales, de reducidas dimensiones, ubicadas dentro de una parcela mayor, y lo mismo se encuentran en campos de vid, como de olivar, o en tierras de labor. Naturalmente que en la descripción de cada una de estas subparcelas se insiste en que se tratan de «tierras infructíferas por naturaleza» y que «no sirven para aprovechamiento alguno», lo que si bien puede ser cierto en algunos casos, en otros cabe pensar en la posibilidad de que no se encuentren cultivadas por desidia de sus propietarios. El conjunto de estas tierras incultas servían de sustento a una importante cábaña ganadera, aparte de otros aprovecha- (24) La descripción de los bienes del Común de Carmona se encuentra recogida en la LRR, tomo I, seculazes, fols. 433 y ss. (25) La descripción de las tierras baldías está contenida en los úhimos folios (a paztir del fo1.3.161), det tomo IV, de seculares, es decir, se encuentra situada en último lugar de entre los bienes seculazes cuyos propietarios son residentes en Cazmona. Esta ubicación material de las tierras baldías, pues en el tomo V comienza la descripción de la pcopiedad no residente, puede acercaznos a la conceptuación jurídica y de propiedad que sobre dichas tierras se tenía en el momento de redactar el Catastro. 66 mientos marginales o secundarios no especificados en el documento, tales como carboneo, leña, etc. El censo ganadero de Carmona en 1750 estaba constituido por 52.393 cabezas de ganado y 1.008 pies de colmena, distri-. buidos de la forma siguiente: ^ CUADRO I I-2 Aprovechamiento ganidero en 1755 i26) Machor Hembra.r Tota! Etquilmo U.G. 4.799 Vacuno 3.732 2.267 5.999 68.O1Ó Porcino 2.714 943 3.657 37.720 731 Lanar Caprino Caballar 8.351 1.246 1.548 24.240 3.436 926 32.591 4.682 2.474 218.160 30.924 46.300 3.259 468 2.474 Asnal 1.139 1.625 2.764 32.500 2.211 226 52.393 433.614 226 14.168 1.008 53.401 4.032 437.646 Mular TOTAL Pies de colmena TOTAL ^ (26) El esquilmo viene dado en reales de vellón, y sólo se valoran las hembras ( animales «de .vientre^): - una yegua = 50 reales, una cerda = 40 reales, una vaca = 30 reales, una butra = 20 reales, una oveja = 9 reales, i - una cabra = 9 reales, - un pie de colmena = 4 reales. En cuanto a las unidades ganaderas se utíliza el sistema adoptado convencionalmente por la FAO con los siguientes índices: Ganado caballaz « mular « asnal « vacuno « porcino « lanar , « cabrío 1 u. g. 1 u. g. 0,8 u. g. 0,8 u. g. 0,2 u. g. 0,1 u. g. 0,1 u. g. 67 Esta cabaña viene a suponer algo más del 2 por 100 de toda la riqueza ganadera del Reino de Sevilla: el 2,2 por 100 del número de cabezas de ganado y el 2,3 por 100 del valor total, lo cual supone un porcentaje considerable, pues hay que tener en cuenta que en estos momentos dentro del Reino de Sevilla se encuentran incluidas junto a la actual provincia de Sevilla, las de Cádiz y Huelva, provincias, áún hoy, de mayor dedicación ganadera que la primera (27). ' Con todo, al poner en relación la producción total ganadera con la agraria encontramos un saldo netamente favorable a la agricultura.. A pesar de que en estos momentos en Carmona eziste una importante cabaña ganadera, la actividad pecuaria es secundaria, muy secundaria, frente al papel predominante, hegemónico, jugado por la actividad agrícola propiamente dicha: el producto total de las tieiras cultivadas en Carmona es de 6.849.615 reales de vellón y el de la ganadería de 437.464 reales; así pues, la agricultura contribuye al producto total con un 94 por 100, mientras que la ganadería lo hace sólo con el 6 por 100. Naturalmente estamos en una zona en la que la producción agrícola siempre se va a situar muy por delante de la ganadera,^ pero aún enmarcando esos valores dentro de su contexto regional, destaca la mayor dedicación agrícolá de Carmona. Efecti- (Fundación Foessa, Informe Jariológiro Jobre la Jituación Jocial en Etpaña. 1970. Euroamérica, Madrid, 1970, 1634 páginas, pág.205.) Aunque el uso de esca conversión sea el más extendido, sin embargo, tampoco está totalmente consagrado y hay autores que acuden a otros índices. Así Roux, B. establece el «equivalente-ovino»: 1 ovino = 0,125 bovino = 0,90 cabrío, sólo para rumiances (Cri.riJ agraria eu la Jierra andaluza. Un ettudio económico de !aJ empre.raJ ganaderaJ de la provincia de Huelva. Instituto de Desarrollo Regiortal, Sevilla, 1975, 274 páginas, pág. 30.) ( Y Maztín Ruiz, P., realiza 1 bovino = 8 ovinos = 1,6 unidades ganaderas, o lo que es lo mismo, l u.g. = 0,625 bovinos (ComentarioJ Jobre la romarca KSierra Norte^ de Sevilla y Ju plan de mejora. Ministerio de Agricultura, s/l, s/f, 94 páginas, en pág.46). De todas maneras, aunque los índices que se establecen vazían, una celación básica permanece constante: 1 bovino = 8 ovinos.) (27) En todo el reino de Sevilla hay censadaz 2.230.839 cabezas de ganado y 185.409 pies de colmenas, con un esquilmo total de 19.21.7.592 reales de ve(lón (A. H. N. Sección Hacienda, libros 7.492 y 7.494, EJtadoJ re.rumeu de la letra H, sin paginar). ' 68 vamente, en el conjunto del Reino de Sevilla la relación agricultura/ganadería se estable ^e en los siguientes términos: 87,7 -por 100 de la producción procede de la agricultura (136.694.824 reales de vellón) y el 12,3 por 100 de la ganadería (19.217.592 reales) (28). Mayores dificultades reviste el intentar establecer la densidad de ocupación pecuaria del territorio. En la relación cabezas de ganado/superficie de rerreno es fácil homógeneizar el primer término de la comparación, mediante su reducción a unidades ganaderas, tal como se ha hecho en el cuadro II.2. Pero la conversión no es tan inmediata para lás . superficies, ya que dentro de los terrenos incultos han sido incluidas tierras de carácterísticas edáficas y de cualidades forrajeras muy diferentes, y éste es el factor determinante en la ponderación de la capacidad alimenticia de las unidades superficiales de terreno Dentro de los terrenos incultos se di ^ tinguen: 10.602 fanegas definidas como «pastos» i48 fanegas definidas como «pinar» 123 fanegas definidas como «monte» 6.761 fanegas definidas como «baldías» 17.834 fanegas __ Y lógicamente, cada una de ella admite una diferente densidad ganadera. Hay, en primer lugar, 10^602 fanegas cuyo aprovechamiento principal parece ser el gandero, pero habría que conocerlás para ponderar su capacidad n ^tritiva, ya que existirán diferencias apreciables en la calidad de las mismas. Por otra parte, las tierras definidas como «montuosas» o«sin ningún fruto o substancia», también darían alimento a algún tipo de gando; aunque fuese de forma muy extensiva, estácional, y casi en uso exclusivo por el ganado cabrío. Pero además de éstas tierras hay que añadir el aprovechamiento que se llevaba a cabo en algunas grandes fincas. Re- (28) Los dazos del producto toral del reino de Sevilla están recogidos en el apéndice XXXV de la obra de A. Matilla Tascón, La Unica Contribucián y'et Cata.rtro de Enrenada, Servicio de Estudios de la Inspección del Ministerio de Hacienda, ;Madrid, 1947, 602 páginas, págs. 539 y 543. 69 cuerdese aquellas veintitres fincas cercadas y con producción de pastos de las que hablábamos más arriba. Por esta causa, 9.002 fanegas más deben ser tomadas en consideración comó territorio de aprovechamiento ganadero, aunque tampoco es posible determinar su capácidad ganadera en relación a la de los rerrenos anteriormente mencionados (29). Con todo, teniendo en cuenta las observaciones hasta aquí expuestas, ha sido establecida una relación simple entre unidades ganaderas y supe^cie total con aprovechamiento pecuario: 15.298 ha (26.836 fanegas). Relación que da una intensidad de aprovechamiento de 0,92 unidades ganaderas por ha; o su la comparación resulta más clara, 1,15 vacas por ha. Esta cifra indica, sin ninguna duda una elevada densidad de ocupación (30), y más aún si se considera que han sido evaluadas por igual las dehesas de puro pasto, las tierras de labor, y^ las baldías, cuando, obviamente, ^ la capacidad alimenticia de estas últimas debería ser muy inferior a la de las primeras; de tal modo que si aplicamos un índice reductor a las tierras de montes, pinares y baldías, estimando su calidad forrajera en la octava páne de la de las dehesas y labor, la densidad de ocupación subiría a 1,2 unidades ganadéras. Tan elevada densidad de aprovechamiento ^nadero parece indicar que, aunque no apa- (29) P. Maztín Ruiz ha establecido para la Sierra Norte de Sevilla unos índices según el valor de los terrenos considerados. Distingue hasta siete clases de terrenos diferentes: l.a Pastos naturales no aptos para ser mejorados, 0,35. 2.a Pastos naturales aptos paza ser mejorados, 0,70. 3? Matorral apto para su reconversión a pastos naturales mejorados, 0,70. 4.a Olivaz de baja producción, adecuados para una siembra de praderas aztificiales, 0,80. S.a Labor o pastos, adecuados para su siembra de praderas artificiales. 6.a Labor o pastos, adecuados para cultivos anuales forrajeros, 1,20. 7? Regadío, existente o de posible implantación: 5. (Op. cit., pág.46.) Como puede apreciarse resulta imprescindible reconocer materialmente los terrenos paza determinaz su índice multiplicador/reductor. (30) P. Martín Ruiz calcula que una explotación de 500 hectáreas, constituida por terrenos de diversas calidades, puede mantener 185 vacas, es decir, 2,7 hectáreas por vaca. (lbidem, págs. 46 y 47.) Por otra pane, como se verá más adelante pazece que la superficie inculta está evaluada por defecto. E ❑ ral caso, la densidad de ocupación real no sería tan elevada. 70 rezca especificado en el documento, no sólo el barbecho y los rastrojos dé las 9.002 fanegas señaladas eran aprovechadas por el ganado, sino que asimismo lo serían la mayor parte de las tierras de cereales, merced a la costumbre de la derrota de mieses. Parcelación En el Catastro del Marqués de la Ensenada lo que se recogen son descripciones de «piezas de terreno». Estos «trozos de tierra», como a veces también se les denomina, son unidades de superficie individualizadas en el paisaje, con lindes reconocidas a none, sur, levante y poniente, y de las que, aproximadamente, se conoce sus contornos, pues su figura aparece dibujadá, aunque de manera algo burda, en las márgenes del Libro Registro de lo Real. Esas «piezas» pueden ser consideradas como parcelas de terreno en el sentido que la palabra parcela recibe hoy en los documentos catastrales, por cuento que posee unidad de propiedad, aunqué no siempre de aprovechamiento y uso. De acuerdo cón este concepto, según el. Catastro del Marqués de la Ensenada, en el término de Carmona, hay 4.474 parcelas, y siendo la superficie total 132.638,47 fanegas, obtenemos una parcela media de 29,64 fanegas (o si se prefiere, 16,9014 hectáreas). Este valor medio difícilmente nos acerca a la diversidad existente en las 4.474 parcelas, tanto más cuando, como viene siendo usual en nuestro ámbito, la propiedad agrícola se encuentra muy.desigualmente repartida, lo que se traduce en una enorme dispersión de los datos. Así pues, el interés de la media estriba, más que en ella misma como indicadora de una situación; en el valor relativo que pueda adquirir al compararlo con medias de períodos sucesivos, medias igualmente obtenidas de datos muy dispersos. Efectivamente, el recorrido de los datos en la parcelación de Ensenada va desde medio celemín (aproximadamente 0,4 fanegas), la parcela de menor tamaño, a 2.000 fanegas, la parcela de mayores dimensiones; esta última es, pues, 50.000 veces más extensa que la primera. Manejando grupos de valores extremos, encontramos que existen 250 parcelas que poseen menos de una fanega, y entre todas ellas totalizan una supe^cie de ^ 71 128,54 fanegas. En el extremo opuesto hay 18 parcelas que superan las 2.000 fanegas y acumulan 25.273 fanegas. Con semejante dispersión de datos, cualquier intento de aprehender la realidad con un valor medio resulta poco menos que imposible. El valor de la parcela mediana, 4,25 fanegas, resulta más significativo al respecto. La mitad de las 4.474 parcelas poseen menos de 4,25 fanegas de extensión. CUADRO II-3 Relación porcencual entre grado de parcelación y supe^cie Grupo.r N.° Razón Superficie Parcela.r % ab.coluta % %Mx/Mn 1 0,01 a 1 fg. 250 5,59 128,54 0,10 55,90 2 3 1,01 a2 fg. 2,01 a 4 fg. 605 1.168 13,52 26,11 810,46 3.145,12 _0,61 2,37 22,16 11,01 4 5 6 4,01 a 8 fg: 8,01 a 16 fg. 16,01 a 32 fg. 1.108 561 268 24,77 12,54 5,99 5.953,43 5.939,11 5.926,78 4,49 4,48 4,47 5,51 2,80 1,34 7 32,01 a 64 fg. 171 3,82 7.715,37 5,82 . 1,52 8 64,01 a 128 fg. 123 2,75 11.090,53 8,36 3,04 9 10 128,01 a 256 fg. 256,01 a 512 fg. 101 64 2,26 1,43 18.555,05 22.971,25 13,99 17,32 6,19 12,37 43 12 4.474 0,96 0,27 100 32.218,21 18.185,00 132.648,85 24,29 13,71 100 25,30 50,77 11 512,01 a 1.024 fg. 12 1.024,01^ a 2.048 fg. TOTAL Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR). Datos: en fanegaz. Elaboración: propia. Una visión más detallada del grado de parcelación es reco.gida en el cuadro II.3., y pone de manifiesto una desequilibrada parcelación de la tierra. En esta tabla se establece una clara relación inversa entre las frecuencias de clases: mientras que la significación porcentual del número de parcela ^ decrece desde los primeros grupos a los íiltimos, por el contrario, la significación . porcentual de la superficie ocupada por . cada grupo de ' pazcelas aumenta en la misma dirección. Consecuencia lógica de esta inversión es que las distribuciones más equilibradas se dan 72 en las clases intermedias, sobre todo en la clase número 6 donde se agrupan las parcelas comprendidas entre 16 y 32 fanegas: el 5,99 por 100 de las parcelas cubren el 4,47 por 100 del territorio. Y las mayores diferencias están, lógicamente, en los extremos de la tabla. En el extremo superior el 5,59 por 100 de las parcelas poseen el 0,10 por 100 de la superficie, y la razón entre ambos (5,59/0,10) arroja el índice más alto: 55,9. En el extremo inferior encontramos que el 0,27 por 100 de las parcelas cubren el 13,71 por 100 de la superficie catastrada, y la razón éntre ambos valores es igualmente elevada. A1 efectuar una ordenación de las clases atendiento al índice resultante de dividir el porcentaje superior por el porcentaje inferior se obtiene una intercalación casi perfecta entre las clases superiores e inferiores. La ordenación sería la siguiente (de mayor a menor): grupo número 1-12 - 11 - 2= 10 -3 -9 -4 8-5-7 -6. Y ello viene a confirmar, de manera muy esquemática, lo que el cuadro II.3. conciene: una desigual parcelación del terrazgo,^ donde coexisten sin ambages minúsculas y extensas parcelas. Es éste,.pues, un fenómeno qúe arranca del Antiguo Régimen, y que el Nuevo Régimen no hará más que confirmar. Relación entre aprovechamiento y parcelación Hasta aquí hemos analizado como si de dos fenómenos aislados se tratasen los aprovechamientos del terrazgo y lá forma como éste se encuentra fragmentado. Sin embargo, ^ on dos elementos del paisaje que se encuentran en íntima correspondencia; de tal forma que se observa una tendencia de determinados aprovechamientos a asociarse con parcelas de cierto tamaño. En los cuadros II.4. aparece cuantificada dicha asociación (31). La presencia (mayor o menor) o la ausencia de los distintos (31) Los trece aprovechamienros que se distinguían en el cuadro II-1 han quedado reducidos a siete. El objetivo de este agrupamiento es el de hacer compazables los datos de los sucesivo^ catastros, ya que varía bastante' la terminología, sobre todo en las tierras incultas y, además, suprimir especificaciones q^ e resultaban demasiado detalladas a la hora de ofre ^ er una visión de sínresis. . 73 aprovechamientos en las parcelas, están en correlación con el tamaño que estas últimas poseen (a excepción de las tierras infructíferas y montes, que comentaremos más adelante). Esta correlación es directa para las tierras de labor y los pastos: mientras mayor es el tamaño de la parcela, mayor extensión se dedica al cultivo de los cereales y a dehesas; y la correlación es inversa para el olivar, viñedo y regadío: mientras menor es el tamaño de la parcela, se dedica, en términos medios, más superficie a su cultivo. Sabemos que en todo el término de Carmona un 70,74 por 100 está dedicado a tierra de labor. Si el tamaño de la parcela no afecrara a la distribución de aprovechamiento, ese valor de 70,47 por 100 teóricamente debería repetirse en todas las clases existentes. Sin embargo, no ocurre así. Todos los valores que sé sitúan por debajo de 70,47 por^ 100 (ver cuadro II.4.c.) indican que las parcelas de esa clase dedican menos superficie de la que en teoría le corresponde a la tierra calma; a su vez todos los valores que superan el 70,47 por 100 indican que se está dedicando más supe^cie que^la que le correspondería en una distribución equilibrada. Pero además, ese situarse por ^encima de o por debajo de 70,47 por 100, no ocurre de manera arbitraria en cada una de las clases, sino que se observa un aumento progresivo desde la clase tercera (6,7 por 100) hasta la clase novena (92,56 por 100): La excepción de los grupos inferiores y superiores está justificada por causas de diferente índole. Para las clases inferiores hay que tener en cuenta que dentro de la denominación de tierra de labor se encuentran incluidos los cortinales, y éstos, se localizan preferentemente en parcelas de reducidas dimensiones, normalmente inferiores a las 2 fanegas; así pues, la elevación hasta un 32,04 por 100 en la primera clase, y un 12,32 por 100 en la segunda, «anormal» en la gradación que acabamos de establecer, responde a la inclusión dentro de dichas categorías de los ruedos del pueblo. En el extremo opuesto, las clases superiores parecen no mostrar esa tendencia genéral de «a mayor tamaño, mayor superficie dedicada a, tierra de labor»; pero és esa una impresión errónea, por cuanto que el cuadro II.4.c. está construido sobre la base de que el 100 por 100 es el total de la superficie que comprende cada categoría, y el comportamiento de otros aprovechamientos 74 ^o^ ^aoo^o ^^aoo c^ N O a0 ^ O O N O N r^ O O C ^ .r O `d' er^ V N `C' V' O ^^ ^ .., .• M m r^ 'n , c^ r^ ao ^ ^ ^ ^ y 0 ^ O H ^ .. '. ^ ^ a^o ^á ^ a^o ó ó p I^ M N V^ N V' N 1^ G^ `C N G^ I I I I I I I I 0000 O $ ^ m Ó ^ O N •r V^ ur ^`^, 0 ^--^ rfl V1 ^ ^ M O ^ ^ ^ ^ C ^O .^ o ^ t^ a ^C y ^ a ^ á ^ ^, v^ N ^ v^ Ó" ^ ^ v^ ^ v^ v^ r^ ^ ^V O M n V O ^^^ N N ,-. N Vf o O v'^ O G^ I^ ^^ I^ v'^ 1^ O^--^ V v^ 00 n G^ N N M O M ^ ñ V1 Vr 00 00 00 > . v^ t^ V' ^ `C V^ V N O O O O O O C V'^ O ^ O m I I W I^ ,-. G\ ^ I ^^ v^, °^° ^°v^°^ ó v. 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O Vr ^^ V' r N O V' ^T ^,--^ N Vf ^--i ^ V^ N ^ .-^ .-i '-+ ^ ^ ^ ^ O O O O- O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O •--^ N^ 00 Vr N C^ 00 V''^ N^ 00 .-+ fY'1 Vr N .-. ^ ^i ^i ^i ^i ^i Q ^i ^ O O O O O O O 0 ,--i cV ^7 00 ^ m ^ V1 .-^ N N Q Q 0 0 O O ^ ^ `G' ^ N .N,+ ry ^ O r. .v 0 Q ^ v ^ ^ N v^ O O .-+ t ^ o ^ ó ., a°q, á e ^ W C •O _Q Uv^ Q ó á^ ó ,a Fi W^1W ^ ^ ~ 7% N ' N 4 fi ^ ^ ^--1 C7 ^ 1/'^ ^ ^ O v'^ v^ G\ ^ I I ^ O N N O v'^ I ^ V^ N V' I^ V^ O `7 Op O M v^ v^ O v'^ .Mr ^ r^ 00 1^ ^J M G^ `^ O N I I I p M .-^ M N N M G^ OO v^ O O N v^ 00 ^-+ M I I o O M I p N O O n ^ N O N O M M O M v^ O V^ .--^ V'^ Op v^ ^ N G^ 00 I v^ .--^ ... R ^ ^ I m ^ O ^+? G^ O O M I p O O n v^ .. ^ G^ G^ ^ O V' v^ N o N.-^ N M M 00 00 1^ G^ 00 G\ M^ M O M G^ N Ñ Ñ N^= O N ^ M ^ ^ ^ I -- I I ^ ^ .r M N 00 N V^ N 00 ^`Q' O O N V' G1 M V' v^ M V O^n O O Ó O Ó Ó Ó N`R G^ 00 N DO N O ^ N N .r o O_ ^--^ ^ O t^ M N I^ O O O N O ^ m v^ ^^ ^a ap M o r^ G^ ^ o ^ O N`C' `C `O' V^ 00 `C I^ M M O ^ ^ N ^ O G^ ^ N `O' V'^ M ^ N N N ^ V^ V^ `^ n O .r 00 V^ .ni' 00. f^ N^ G^ N O M V^ `C' N ^ N N ^-+ V^ M N N^--^ O O O O ^ .y ^ `^ O O O O O O O O O O O O O O O ^ O O O O O O O ^-+ N`S 00 fV `C 00 ^^ ^`O' 00 ^ m V' ^ v^ N `Q' N v'^ O O .-^ Í. v ^ ^ .Q b v 4 C W C N ^^ d Q^ Q Q d^ d Q^ ^ V G ^^ O p O O O O O O O O O O Ó.-. cy ^ Op ^ N`O' Op V^^p M V^ ^ ^ N N v^ p 7Ó u L y d 8 _^ W Q W dentro de cada categoría, afecta a la cifra obtenida en el que ahora analizamos. Que en las clases décima, undécima y doceava el porcentaje de tierra de labor «descienda» a 89,86 por 100, 82,71 por 100 y 64,26 por 100, respectivamente, está motivada por la fuerte presencia de pastos en dichos grupos. Si se observa ahora el cuadro II.4.d. encontramos que más del 50 por 100 de todas las tierras de pastos están concentradas en la última categoría; ello, evidentemente, provoca un descenso relativo de la tierra de labor, descenso relativo, pero no real. Igualmente, la observación de los valores de la tierra de labor en el cuadro II.4..d. confirma las tendencias inicialmente apuntadas: mayor presencia de la tierra de labor en las parcelas de mayores dimensiones. Así pues, para la completa comprensión FIGURA 12 Significación porcentual de la tierra de labor en función del tamaño ^de la parcela. 1755 , 70 1 u 80 sa 50 40 b 20 n 10% i ue riz úu FANEGAS 79 del fenómeno se requiere la consulta simultánea de ambos cuadros. ^ Una situación contraria a la descrita para la tierra de labor, y extensible a los pastos, es la que se da en las restantes tierras cultivadas. Tanto el olivar, como el viñedo y las úerras regadas «rehuyen» las grandes parcelas y tienden a hacerse dominantes en las par^elas de pequeño tamaño. EI olivar, con una presencia media del 15,11 por 100 del terrazgo, supera este valor en todas las clases inferiores, hasta la octava inclusive, y alcanza un 78 por 100 en las clases tercera y cuana, lo que se traduce en un verdadero monocultivo de olivar en las parcelas comprendidas entre las 2 y las 8 fanegas. Las figuras 12 y 13 recogen de manera gráfica el comportamiento de los dos aprovechamientos principales del terrazgo, en los diferentes tamaños de parcelas. FIGURA 13 Significación porcentual del olivar en función del tamaño de la pazcela. 1755 eo so <o ao 20 10X © 0 ó +m z^c siz 0 0 +óa FANEGAS 80 Como puede apreciarse ambos diagramas de barra son, en gran medida, complementarios. Igual tendencia que en el olivar, se manifesta en la distribución del viñedo y de las tierras regadás, que concentran en las cinco primeras clases (hasta 16 fanegas de extensión) el 95,34 por :100 y el 81,91 por 100, respectivamente, del conjunto de las tierras dedicadas a tales aprovechamientos. En cambio, no se detecta una relación clara entre uso y tamaño de la parcela en los dos últimos aprovechamientos de la tabla: montes y tierras infructíferas. Los «montes» parecen reflejar una tendencia inicial a concentrarse en las primeras clases, aunque existen excepciones a esta regla, y excepciones muy imporcantes: la clase séptima concentra el 20,38 por 100 de los terrenos de monte y la undécima, el 23,89 por 100. A nuestro entender, el problema reside, como ya se ha apuntado anteriormente, en que no aparece bien definido en el Catastro qué es lo qué se entiende por la palabra «monte», ni qué tipo de formaciones, arbóreas o arbustivas, han sido incluidas bajo dicha especificación, y algunos textos hacen pensar, incluso, en la posibilidad de que tierras monruosas e infructíferas sean términos equivalentes (32). Así pues, la no clara definición del tipo de formación, o formaciones, q ^e han sido incluidas dentro de la palabra «monte» induce a pensar en formaciones de diferente porte, y ello se refleja en un comportamiento no regular en la distribución en función del tamaño de las parcelas. Por otra parte, y en términos estadísticos podría decirse que la distribución de las tierras infructíferas confirma la hipótesis nula: no existe relación entre aprovechamiento y tamaño de la parcela, por cuanto que se observa una distribución relativamente proporcional entre las distintas clases, aunque con una (32) «Ias treinta fane^s restantes son inútiles por estar montuosas y de palmar, a cuia causa no sirven para aprovechamiento alguno» (LRR, tomo II, eclesiásticos, fol. 1383 v.°). Esta cita representa una excepción pero en ella tierra inútd, montuosa y de palmaz apazecen como equivalentes. Quizá pueda confundir la palabra palmar tal coJno se usa en el te^o, y nosotros la hemos recogidos. Su acepción correcra actual es la de palmitar, y en este sentido debe ser interpretada. 81 ligera tendencia hacia las parcelas de mayores dimensiones. La explicación hay que buscarla en el tipo de tierras que se encuentran contenidas bajo la denominación de «infructíferas». La mayor parte son tierras baldías ( más del 75 por 100), a su vez constituidas por 97 parcelas de todos los tamaños y, por tanto, repartidas entre todas las clases. El resto de las tierras infructíferas son subpazcelas residuales de terreno, cuyo tamaño es proporcional al tamaño total de la parcela (igualmente encontramos 0,50 fanegas de tierras infructíferas en una parcela de 2 fanegas, como 30 en una pazcela de 193,25 fanegas de superficie total). Con estas dos últimas excepciones, en cierto modo justificables, puede afirmarse que existe una relacicín clara entre tamaño de la parcela y aprovechamiento al que ésta se dedica, y además, es precisamente en las tierras cultivadas donde la corre-, lación no ofrece ninguna duda. Este tipo de relación puede ser visualizado de manera gráfica y sintética a través de un análisis de correspondencias, por cuanto que la comprensión del fenómeno a partir de su representación numérica original -tal como hasta ahora aquí hemos venido haciendo- exige la consulta simultánea de un considerable número de datos y el significado correcto de las relaciones existentes puede perderse en buena pazte. En cambio, mediante el análisis de correspondencia se consigue representar en un eje de coordenadas (fig. 14) los dos conjuntos de hechos FIGURA 14 Correspondencia entre el tamaño de las parcelas y aprovechamientos. 175 5 ViÑEtW 2 4 5 [EG^OiO MSIOi V arvu e taucE. Il E I ILiE1 82 MONEES Í B 3 (en nuestro caso, aprovechamientos y dimensiones de la parcela), de manera que sus relaciones naturales aparecen puestas de manifiesto en el espacio. El análisis de correspondencia es una variante del análisis factorial, por el que se relacionan espacialmente dos conjuntos de hechos en la intención de conocer cómo la distribución de uno influye en, o determina, la distribución del otro. Los cálculos, que hay que efecruaz para obtener el peso de cada uno de los factores; han sido descritos'por Benzecri (33). En la figura 14 se ha representado la intersección de los ejes I y II, ejes que en nuestro caso absorben más del 94 por L00 de la información (34). En él se refleja de manera condensada lo que hasta ahora hemos venido exponiendo a partir de la :nformación numérica: las parcelas de reducida extensión igrupos 1- 2- 3- 4- 5- 6) son claramente atraidas por el viñedo :el cultivo que fija más a las pequeñas parcelas), el regadío y el olivar. Por su parte, las parcelas de mayores dimensiones se asocian a otros aprovechamientos: la tierra de labor se asocia especialmente a los grupos 9, 10 y 11; los pastos al grupo 12, y, en el gráfico, las tierras infructíferas se muestran más nítidamente relacionadas con las grandes .parcelas. La explicación de estas interconexiones hay que buscazla en ^:^usas de distjnto orden. Por una parte, cabe pensar en razones (33) Benzecri, «L'Analyse des correspondences», en L'Analyre de.r donnéer, *omo I: La Taxinomie, París, Dunod, 1973, 612 pá^nis, en págs. 20-28. Benze:ri advierte ya de lo costoso de algunas operaciones, especialmente la ^ iniciales iuando se calcula la matriz cuadrada simétrica, a partir de los datos originales. La ayuda de la informática ha sido muy estimable al automatizaz tales ^peraciones, y existe ❑ progamas completamente desarrollados para efectuar lnálisis de correspondencia. En el Centro de Cálculo de la Universidad de Sevilla se dispone del efectuado por Fernández Alés, R. Sancho Royo, F., y ^I'orres Martínez, A., lntrodurrrón a! análrtir multivariante. Departamento de Ecología, Sevilla, ejemplaz mulcicopiado, s/f, s/p). (34) Porcentajes de inercia acumulada en cada eje: Eje I: 78, 86 ^`/o Eje II: Eje III: Eje IV: Eje V: 15,82 4,10 0,75 0,36 % % ^Jo % ^ 83 de tipo histórico: ya hemos visto que las ordenanzas municipales de 1511 establecían que las nuevas rierras roturadas deberían ser plantadas de olivaz o viñedo, pero en ningún caso se dedicaríán a tierra calma (35). Estas roturaciones que solian hacerse en parcelas de pequeñas y, cuando mucho, medianas dimensiones pueden haber contribuido a fijar la pequeña y mediana parcelación de olivaz y viñedo. Pero un factor mucho más determinante -por cuanto que la tendencia continúa hasta nuestros días, y el peso de algunas disposiciones históricas necesariamente debe de haberse diluido- lo constituye, a ñuestro entender, razones de economía agraria. Regadío, viñedo y olivar son cultivos de los que se obtiene una mayor producción bruta y, al mismo tiempo, son los cultivos que precisan una mayor dedicación, mayor número de horas de trabajo, por unidad de superficie. Así pues, quien dispone de una parcela de dos, una, o incluso media fanega, entiende que debe sacarle el máximo rendimiento, y es lógico que se oriente hacia los cultivos más productivos, aún a costa de una mayor dedicación laboral, precisamente por cuanto que él de lo que dispone es de su propia fuerza de trabajo y, en ocasiones, la de los miembros de su familia. 2. ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD El Catastro del Marqués de la Ensenada registra 1.109 propietarios de tierra en Carmona. Esto supone que cada uno de ellos disfruta de una propiedad media de 119,60 fanegas (68,1839 ha), y que cada propiedad está integrada por 4,03 parcelas. Como en el caso precedente de la parcelación, hemos dé consideraz estos valores medios con cierta cautela, por cuanto que, si bien tiene la virtud de reducir toda una serie de datos a un solo valor, sin embargo, y por eso mismo, difícilmente podrán describir toda la diversidad contenida en los datos analizados. (35) Véaze nota 16 de este capítulo. 84 Dispersión/concentración de las tierras Una media de cuatro parcelas por propiedad, en principio, indica una débil dispersión de tierras, cuando menos; una débil dispersión relativa en comparación con los valores que aparecen en otras regiones españolas. Actualmente, en la Baja Andalucía no es frecuente que la propiedad se fragmente en parcelas de diferentes lócalización, sino que la propiedad, espacialmente, suele estar concentrada. Una debil dispersión parcelaria debe ser considerada como un aspecto positivo de la estructura agraria, por cuanto que la situación contrária obliga al agricultor a continuos desplazamientos de una parcela de terreno a otra, con la consiguiente pérdida de tiempo y esfuerzo humano. El valor medio antes señalado oculta situaciones reales muy diferentes, situaciones a las que podemos acercarnos a partir de la información recogida en el cuadro II.S. CUADRO II-5 Número de parcelas por propiedad ^ Propietazios con 1 pazcela Propietarios con 2 parcelas Propietarios con 3 a 5 parcelas Propietarios ^on 6 a 10 pazcelas Ptopietarios con 11 a 20 parcelas Propietarios con 21 a 30 parcela ^ Propietarios con más de 30 parcelas - VCIIOY ![IJJ. ^ 509 193 205 118 51 20 13 45,9 17,4 18,5 10,6 4,6 1,8 1,2 Fuente: Ca[astto del Marqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR). Datos: en fanegas. Elaboración: propia. Apreciamos ya importantes matizaciones. En primer lugar, hay 509 propietarios, 46 por 100 del censo, que tienen sus tierras reunidas bajo unos mismos linderos. En términos generales, las propiedades constituidas por una sola parcela son de reducidas dimensiones. Péro también eziste un considerable número de medianos y grandes propietarios que explotan una única parcela 85 de terreno, e incluso se da el caso de un propietario que supera las mil fanegas, y están todas reunidas en una sola linde. Se trata del hospital de la Cazidad de Sevilla que disfruta de 1.269 fanegas de tierra de labor. En el extremo opuesto hay 84 propiedades, 7,6 por 100 dei censo, que distribuyen sus tierras en más de 10 parcelas: es ésta una cifra que indica ya una fragmencación considerable. El caso de mayor dispersión parcelaria es el vínculo a nombre de los herederos de Miguel Lasso de la Vega, vínculo dotado con 3.905 fanegas, y dividido en 91 parcelas. Igualmente merece mencionarse por su alta parcelación la propiedad territorial del convento de Santa Clara, que tiene sus tiérras, 4.270 fanegas, divididas en 75 parcelas. Si consideramos válido el umbral de 10 parcelas como límite de dispersión parcelaria, ésta apenas tiene significación en Carmona a mediados del siglo XVIII. En cualquier caso consideramos que la calificación de dispersión parcelaria no se puede hacer unicamente en función del número de parcelas, sino que éste adquiere todo su valor cuando simultáneamente se tiene en cuenta la superficie total de la propiedad. Obviamente no puede ser lo mismo una propiedad, que dividida en 11 pazcelas, posea una extensión total de 1.134 fanegas, que aquélla otra, igualmente parcelada en 11 suertes pero que en total reuna 35,16 fanegas. En este sentido, el caso más grave de atomización de la propiedad es el de la Cofradía de las Angustias: posee dos celemines de tierra (aproximadamente 0,16 fanegas) y cada celemín,es una parcela individualizada de terreno. Desde luego es éste un caso aislado y extremo, pero con relativa frpcuencia se dan casos como el de la Cofradía del Santísimo, de la parroquia de Santa María, que tiene 6,37 fanegas divididas en 6 parcelas, o el de la Cofradía de las Animas de San Pedro con 5 parcelas y 7,99 fanegas, o el de la capellanía de Fernando Costiel con 20 parcelas y 6Z,57 fanegas. La explicación a este tipo de propiedad tan fragmentada se encuentra en el origen y formación de esas mismas propiedades.. En la mayoría de los casos, tal como ocurre en los. ejemplos citados, los propietarios son instituciones eclesiásticas (cofradías y fábricas de iglesias parroquiales, capellanías y conventos), cuyos pauimonios se han ido formando. bien a costa de 86 ^.^: .auones de particulares, en la mayoría de los casos de exi^_;!^as proporciones (36), bien por la «politica» emprendida por ' a Iglesia de adquisición de tierras cuando la coyuntura econó:!^íca lo hacia aconsejable (37). Dispersión/concentración de la propiedad EI valor medio de 119,60 fanegas por propietario parece :ndicar, en principio, una superficie media de considerables proporciones. Pero se trata de un valor que apenas dice nadá :le la distribución real de lá propiedad en estos momentos, pues una de las características más acusadas de la estructura de la propiedad es la desigual distribución de la tierra, y la dispersión cue separa los valores extremos es aquí mayor que la existente e n la parcelación. La propiedad mediana con 8,99 fanegas, se s^para sensiblemente de la media e indica gran parte de la c istorisión entre los valores considerados. EI amplio recorrido viene marcado por los siguientes límir^s: los propietarios que gozan de menos tierras son los hereder^s de Inés Pila y la Cofradía de las Angustias, cada una de ellas t on 0,16 fanegas; y el mayor propietario es el Común de ^:armona que, en 40 parcelas, reune una ,superficie total de .^í.736 fanegas (8.401 ha) es decir, más del 11 por 100 del ,errazgo carmonense es propiedad de su Común. Entre ambos ^•alores se sitúan propiedades de muy diversas dimensiones. (36) Leyes prohibiendo a los vasallos del rey que^ enajenaran sus tierras a favor de las instituciones eclesiásticas, las hay desde muy temprana época. Ya e n el siglo XII se promulgaron las primeras leyes en este sentido (Cortes de Nájera, 1138), aunque haciendo referencia únicamente a los bienes raíces l rocedentes de la Corona. Más tarde, Alfonso XI hizo extensiva la prohibición s todo tipo de bienes. Sin embazgo, estas leyes no fueron observadas y la Ip.}esia continuó recibiendo donaciones hasta el mismo siglo XVIII (véase +.azdenas, F., Entayo .robre !a hi.rtoria de la propiedad territoria! en E.rpaña, Imp. de ; Noguera, Madrid, 1873, 2 vols., tomo I, págs. 429 y ss. (37)Véase Bernal Rodríguez, A. M., «La propiedad de la tierra: problemas c ue enmarcan su estudio y evolución», en Anes Alvarez, G. y otros, La ecanomía cgraria en la hirtoria de E.rpaña: propiedad, explotación, comercialización, rentat, r:diciones Alfaguaza/Fundación Mazch, Madrid, 1978, 386 págs., en pág. 100. Y ,arnbién: González Jiménez, M., «Propiedad y rentas territoriales del Cabildo ^.e la Catedral de Sevilla a fines de la Edad Media», en Cuadernor de Hi.rtoria, ;^mo VIII (1977), págs. 167-212. 87 Pudiera pensarse que ambos extremos constituyen una excepción, que siempre pueden aparecer situaciones marginales que, por excesó o por defecto, desvirníen la dispersión real. Ya en otro orden de cosas, resulta positivo que el mayór propietario reuna tan extensos terrenos, pues en este caso concreto, dicho propietario es el Común del pueblo. Ahora bien, la gran dispersión de la propiedad queda igualmente confirmada si en vez de comparar los valores máximo y mínimo, se comparan bloques de valores extremo ^ . En el extremo inferior figuran 99 propietarios con menos de dos fanegas cada uno de ellos, y entre todos poseen 102,17 fanegas. En el extremo superior, y no se contabilizan las tierras del Común, hay 11 propietarios que alcanzan o superan las 2.000 fanegas de tierra y entre todos ellos reunen 39.436, 51 fanegas, es decir, cerca del 30 por 100 del terrazgo carmonense (38). Tal dispersión de valores en el fenómeno que estamos analizando -tamaño de las propiedades de terreno agrícola- significa por sí misma, y sin que haya necesidad de recurrir a otro análisis, una distorsionada distribución de la propiedad agrazia, que soporta en sus extremos, simultáneamente, minifundio y latifundio. Por una parte, un minifundismo que se muestra incapaz de mantener, por sus exiguas dimensiones, a ningún campesino, y éste se verá obligado a contratarse como bracero, y a ser considerado como tal. Y por otra pazte, un latifundismo, exponente de un régimen de explotación extensiva, que no es únicamente origen dé prestigio social, sino al mismo tiempo fuente de poder politico. En cualquiér caso, se hace necesazio completaz este análisis, realizado únicamente a partir de la observación de los valores extrémos, con el estudio completo de todas las propiedades y sus dimensiones. A este fin, ha sido construido el cuadro II.6, en el que se encuentran distribuidas, en una tabla de frecuencias de 15 clases, número de propietarios y extensión superfi- (38) Acerca del significado del minifundio'en la agricultura de Andafucía occidental, de cone esencialmenre lacifundista, puede consultazse el artículo de A. M. Bernal, «El minifundio en el régimen de propiedad agrazia lazifundista de Andalucía», en La propredad de !a tierra y luchar agraria.r andaluza.r, Ariel, Barcelona, 1974, 181 páginas, en págs. 57-lOC. 88 cial que a cada clase corresponde. La significación porcentual de ambos valores, muestra las mismas tendencias que ya han sido observadas en el estudio de la parcelación, pero con ciertas correcciones: aumento del número de clases, disminución sensible del número de propietarios en las primeras categorias (por relación al número de parcelas en las mismas categorías), y mayor concentración aún de tierras en las clases superiores. CUADRO II-6 Relación porcentual entre número de propietarios y superficie que poseen. . Distribución en quince clases N.° de propietariot Grupo.r Valor ab.c. 1 2 0,01 a 1 fig. 1,01 a 2 fig. 3 4 2,01 a 4. fg. 4,01 a 8 fg. 172 251 S 6 7 8,01 a 16 fg. 16,01 a 32 fg. 32,01 a 64 fg. 8 9 34 . 64 Extenrión ruperf:'cial Valor abr. %a % 1'6,37 84,55 0,01 0,06 15,51 22,63 458,32 1.348,77 0,35 1,04 196 116 8S 17,67 10,46 7,66 2.227,10 2.638,59 3.749,80 1,68 1,99 2,83 64,01 a 128 fg. 128,01 a 256 fg. 59 48 5,32 4,33 5,402,42 8.980,75 4,07 6,77 256,01 a 512 fg. 512,01 a 1.024 .fg. 35 20 3,16 1,80 . 13.201,49 15.808,36 9,95 11,92 12 1.024,01 a 2.048 fg. 13 2.048,01 a 4.096 fg. 14 4.096,01 a 8.192 fg. 20 5 2 1,80 0,45 0,18 30.523,55 15.027,90 9.342,64 23,01 1^1,33 7,04 2 0,18 23.792,24 17,94 10 11 15 más de 8.192 fg. 3,07 5,77 . Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR): Datos: en fanegas. Elaboración: propia. Ya en el esrudio de la parcelación se puso de manifiesto la desigual fragmentación parcelaria del terrazgo. Las «correcciones» introducidas en la propiedad indican una agudización de 89 ^:'a di^^ i^i^n, ; si bien disminuye la importancia de los propiec3rios en las primeras categorías, las parcelas excraidas ^^^ las mismas han pasado masivamente a engrosar las ^.^ropiedades comprendidas entre 2 y 32 fanegas: algunas de ^llas igualmente minifundistas, y las restantes difícilmente superarán la calificación de pequeña propiedad. Pero de manera mucho más patente, las anomalias de la ^_listribución de la propiedad se reflejan en el cuadro II.7. y en !a figura 15. De forma sintética en el primero y de forma r;ráfica en la segunda, se vuelve a describir la misma situación. El cuadro II.7. reproduce una tabla de distribución de fre^uencia más condensada que la anterior, con idéntica estructura, F^ero en la que el intervalo de clase anterior es multiplicado por i 0 y, en consecuencia, sólo se crean 5 categorías. CUADRO II-7 Relación porcentual entre númem de propietários y superficie que poseen. Distribución en cinco clases Grupot Propietario.r Superficie Razón % mcíx. % min. 0,01 a 4 fg. 4,01 a 40 fg. 40,01 a 400 fg. 400,01 a 4.000 fg. I Más de 4.000 fg. Abt % Ab.r. % 271 595 180 24,44 53,65 16,23 560,49 7.398,87 23.712,70 0,42 5,58 17,89 59 5,32 67.782,83 51,14 9,61 4 0,36 33.095,13 24,97 69,36 59,19 9,61 1,10 Fuente: Cacaztro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR). Datos: en fanegas. Elaboración: propia. Aunque suponga una cierta simplificación, en líneas generales puede afirmarse que estas cinco clases se corresponden con ^ grandes tipos de propiedad: 90 - (^lase primera: propiedad minifundista (39)• - Clase segunda: pequeña propiedad. - Clase tercera: mediana propiedad. - Clase cuartá: gran propiedad. - Clase quinta: no existe una expresión propia para identificarla. Quizá podriamos calificarla como «gran propiedad excepcional». Casi un 25 por 100 de los propietarios entran dentro de la categoría de propietarios minifundistas. Esto va a suponer una rémora importante en el desarrollo posterior de la agricultura, que pretende racionalizarse. En la clase quinta, su «antípoda» los términos se invierten por completo: 4 propietarios (0,36 por 100) disfrutan del 24,97 por 100 de las tierras. Los pequeños propietarios, cuyas tierras oscilan entre las 4 y las 40 fanegas, constituyen el grupo más numeroso, no sólo ya en términos relativos sino también en términos absolutos pues superan ampliamente el 50 por 100 de los agricultores. Pero sólo ocupan el 5,58 por 100 de las tierras. De ,nuevo, la situación se invierte para lá clase cuarta, representante de la gran propiedad: el 5,32 por 100 de los propietarios acaparan el 51,14 por 100 de las tierras del término. Por su parte, en la figura 15, se ha representado gráficamente la distribución de la propiedad haciendo uso de la curva de Lorenz. En ésta, la distribución teórica ideal vendría dada por la diagonál, pues ésta es la línea que aparecería en aquel municipio, comarca o región, donde al 10 por 100 de los propietarios le correspondiesen el 10 por l0Ó de la superficie agraria, y al 30 por 100 le correspondiese el 30 por 100 de las tierras, etc. Mientras más se distancie la representación de la situación real de la diagonal, más distorsionada será la distribución de la propiedad. En. el caso de Carmona, como no podía ser menos por (39) «En un doble sentido podemos definú el minifundio: en función de la e^ctensión superficial y en razón del régimen de propiedad, tenen ^ ia y explotación. Respecto al-primero, durante todo el siglo XIX, se estableció como tipo de la pequeña propiedad... un área superficial que oscilaba entre dos y cuatro fanegas... siempre referidas a tierra de labor en secano y por regla generál de no muy buena calidad.» Bernal, A. M., loc. cit., pág. 61. Esta afirmación hecha por Bernal para el siglo XIX, puede hacerse extensiva al siglo XVIII. 91 FIGURA 15 Curva de Lorenz representando la acumulación de la propiedad. 1755 :5 so 75 loox ^5 Indica da Gini ^ o,8e 50 75 ^^II 100 % 25 50 75 t00 x S U P E R F I C I E cuanto aquí se ha expuesto, la gráfica que dibuja la distribución de la propiedad a mediados del siglo XVIII no^sólo se aparta de manera considerable de la diagonal, sino que literalmente puede decirse que se «pega» a los ejes. Gini ha sabido expresar numéricamente el distanciamiento de la curva con respécto a la diagonal, dividiendo la superficie limitada por la curva y la diagonal (SC) por la superficie limitada por la diagonal (SD). En nuestro caso, SC es = 4.394,95 y SD = 5.000, y el índice de Gini alcanza el valor de 0,88. Es éste uno de los índices más elevados que conocemos sobre la distribución de propiedad agraria. 92 Concluyendo pues, dos características definen la estructura de la propiedad de Carmona al finalizar el Antiguo Régimen: dispersión y concentración. En primer lugar, una fuerte dispersión entre los valores considerados: el mayor propietario, el Cabildo Metropolitano de Sevilla con 9.056 fanegas, posee tierras 56.352 veces más extensas que el propietario más modesto. En segundo lugat, y sobre todo, una fuerte concentración de la tierra en pocas manos e idéntica concentración de propietarios en pocas tierras. De modo que la dualidad minifundio/latifundio de nuestra agricultura debe, en consecuencia, ser reconocida como plenamente consolidada ya en el Antiguo Régimen. Además no debe considerarse que se trata de un minifundismo ocasional y de carácter coyunrural (40), basado en repartimientos de suertes o en arrendamientos de pequeñas parcelas, sino que se trata pura y simplemente de un imporrante núcleo de propietarios. Los grandes propietarios A) Lo.r terratenientet Según el Catastro de Ensenada hay 30 propietarios que superan las 1.000 fanegas de tierra En el cuadro II.8. se recoge la relación de estas 30 propiedades, la extensión que ocupa cada una de ellas, así como los aprovechamientos a que están dedicadas. No vamos a insistir aquí en la fuerte concentración de tierras que existe en manos de los grandes terratenientes a finales del Antiguo Régimen, cuestión de la que ya nos hemos ocupado con anterioridad, pero desde luego, esta relación vuelve a confirmarlo: los propietarios con más de 1.000 fanegas poseen 80.989 fanegas, esto es, el 61,06 por 100 del terrazgo. Llama atención el absoluto predominio de las tierras vinculadas. Con la excepción de tres propiedades (la de Joaquín Fernández de Córdoba, la de Gonzalo Tamarís y Echevarría y las tierras proindivisas entre Fernando Briones Escobedo y Juan (40) Bernal Rodríguez, A. M., ibidem, pág.62. 93 z ^ I I I I I I I ló I I I,^,c;^ z N I^ I I I I I I I I I°cl I I ^ v` Illll^lllirvll^l IIIIIIIIII^II^I N ^IIIIIIIIIIIIII IIIIIIIIIIIIIII I_•I^_^IIIINyIII III^III^II^II^I ^ IIIIIIIIIIIII^I IIIIIillil^ll^^ -ON NO ^J ^-Ñ III^^^Iilip^l^l IIII^III^II^I^_^_ NI^V' xa N NN N N NCO^OCNCC-^ rv^cV' ^ O^CCNr^CV^N V' K^:G^COC V' r^ ÓC- ^T=Ñnv^ a ^ O V G^-Ñ V' ^CC ^N •+G^I^rf1G^N V' -^N V^ V^O v-• I`C,í1C`PCNOx`C O^r"•C ^; C N^a`Pm^nNNV' CC^C C-N x x^P NnC.^CxaC ^ G^ C ^1r^1NtV NtV ^ N-^ ^ ^^.-.^.-•^ ^... .-.- - mo-coooo^cNON•-^ x.^^x^„^^ -c ^cc^v. o-^a.^ovr^N^.?^cNN m voV.oo^Boc^N^N^ V' V'`N 1G^ x 0^ ^ hí^ x^ C `` V'•OOO.n4^-:`R -G^C T C^.nV'^V'xV'...0 ^^ ^^`PONCNGM-C-C ^GÑ-^ rní ..CNG^C <^P•nrnN N-C C 00 x NCGCPx -+-+-.rrr^r..rr.r.-.r^ ^,^ ✓iTrn fVNNN-r lV - ^w^.n1•-^Ñ•'^lyx NO^M.;^G^N^ •Y1^xNMÑ < a«< a«aa«< w wv,^nv^ w^nviw^nv^ww ^n^nwv^wwwwwww^nwww ^^I^•N+1^ ^: ^^.. W ^ O É L ^ ' a««a<a«a«aa -^ ^ m^ m c v ^ v -^ A v > o A ^ o ^ ^V .° v^ _ ^ _ = _ -vi^ € }y o^ ^á o...Úc^o ^ o ^ v^iF ^ .v. v^ o ID^ •n _ 2 ^ ^,.•Fc v rn ^_0.7 v'^"'v^> > ` ^ ó ' ^K :' Ec c fl v v ^ .i9 < N ^^ Q "> ^ y ^^ ;i". ^••^ C -u. `o m ^ € `^ ^ ^ v yw cv^.^-,^ c-- o v^v >^ ú u^n,^C7 . ^a c c ^ ^^ ^°^ `. j pÑ.á ^^ y= ^ j a y Ó^^ v V R V ^ '> ^á ^ A^ o'o y.E"yç O'`n^^ ID ^ g a,ó-o ó^O o^ y ^ 2`'á ` `^v ^^-. v`=V ^_ EfC i a..' >>^ ^^•ó ñ w T^ V..`5 `^° v ñ_^v -c V.n.^ ` á^v^ ` ^ ^ V^ v ^ voz ^^o^^áH`i .° á-via^2 ^ .? ^ó F9.o`°<v^Aacac..E fl.v-,8 S^vú ^ 2_n ^ ^_^^v^ vi éryC^a .a-^ v`i i . ^ fñ ó< + ^ m=^V ^V €^^c 'S , m ^^ E v v ^^'^ 3 Ú á v v ai yV V Q`° v> ó É-^ ^^^vw 1O v=•E v v^ ^-o^ vv:^.-7 fC ^ ^f v iad áuv>= ^ 'v c Í ^. ^ ro L .^.• í^ a^i 'y L ^ o L v ^ G ^V^ o^^.;p á ^m^ á c Q.^ ^^^^ gv S^ ^O Q'vw B 8 .2 ' cc^S &c. oo^oc c IDcoc .^_ vv^v @^o^ ^ 'ro^^^^^ ^a2 ^ p ^•i ^ w p ^ p ^ p^ ^^ p ^^ p Ó C^ O í^ v C ^^ p^2 NT Ñ c O T C O Q f0 ^i ^^ w^^ L^^ ' L<^ L 0^ v^ vN-^- ^^ L L^^ uuF'^o>u^^^>c^i^uo..^>2>u^.vwxuvo-,uc^u ^izF^O^^ 0 Ó á U c• L ^ O ^ g^ -NI+11 N^I^^pG^O^Nyy V^^ y xG^^NÑ NNÑÑÑÑÑ^ ^^M^ ^^ {i^ F^1 W 94 Briones Saavedra) y parte de las fincas del duque de Veragua, todas las demás grandes posesiones se encuentran vinculadas: el 93,6 por 100 de las grandes propiedades están vinculadas. Este hecho es fundamental para comprender la escasez de tierras en el mercado libre y la consiguiente alza de los precios de las mismas. Con posterioridad, este será uno de los argumentos más frecuentemente esgrimido para justificar y pedir la desamortización de los bienes de manos muertas. Como no todas las tierras vinculadas fueron sometidas posteriormente al pro ^ eso desamortizador, se hace preciso distinguir dentro de estos grandes terratenientes el peso de los distintos estamentos: - eclesiásticos . . . . .. . .. . . .... . .. . .. 33.704,04 fg - señoríos seculares . . . . . . . . .. . . .. . . 22.244,89 fg - comunales y baldíos . . . . . . . . . . . . . . 19.808,74 fg 44,54 ^/ 29,34 ^/, 26,12 ^/r Destacan, en primer lugar, por - su extensión, las tierras pertenencientes al clero, tanto al clero regular como al secular. Todos los bienes eclesiástico serán objeto de desamortización en 1835, aunque el procesd no será definitivamente completado sino en el segundo período desamortizador, ya en la segunda mitad del siglo. Destaca, .por el volumen de tierras que disfruta, el Cabildo Catedralicio de Sevilla. Posee 9.000 fanegas en Carmona y figura como segundo propietario del término. Por su parte, lo ^ terrenos baldíos y concejiles no entran en el proceso desamortizador hasta la ley Madoz de 1855. Las leyes hacen una clara distinción entre los que son bienes de propios ( desamortizables) y los bienes comunales (que no lo son). A la postre, Carmona perderá tanto los propios como los comunales, debido a la confusión existente en la calificación de los terrenos y al interés de algunos influyentes vecinos en que todas las tierras comunales pasasen a propiedad privada. Es igualmente importante . el número de fincas y tiérras vinculadas en señoríos seculares. Su disolución es aprobada ya en las Cortes de Cádiz y pasa por sucesivas fases regresivas y progresivas, a tenor de los cambios políticos, hasta que se produce definitivamente su disolución en 1841. Existe una neta diferencia entre la desamortización de los bienes eclesiásticos y concejiles, por una parte, y la desvinculación de los señoríos 95 por otra. Pues así como los primeros van a salir forzosamence a la venta en los años posceriores a la promulgación de una u otra ley desamortizadora, . sin embargo, tanto la ley sobre señoríos de 1811, como la de 11 de octubre de 1820, lo único que hacen es declarar los bienes señoriales «absolutamente líbres» (41), pero no encran en el mercado de tierras ni inmediata, ni forzosamente, sino que lo harán de forma paulatina y mucho más lenta que las tierras concejiles y eclesiásticas. Otro aspecto que llama la atención es la ausencia casi total de vecinos de Carmona entre los grandes cerratetúentes del cérmino. De los treinca nombres registrados, sólo tres de ellos corresponden a vecinos del pueblo: Gonzalo Tamaris Echevarría, Fernando Briones Escobedo, con tierras vinculadas, y Juan Briones Saavedra, quien posee tierras proindivisas con el anterior. La situación observada encre los grandes propietarios nos ha llevado a estudiar, eti apartados posteriores, cómo intervienen distintos sectores sociales en la apropiación del terrazgo carmonense, así como a analizaz la presencia efecciva de los vecinos del pueblo y la de los residentes fuera del mismo: Ya. en el estudio de la parcelación se puso de manifiesto que la tierra de labor era el aprovechamiento dominante de las grandes parcelas. La propiedad, que no hace sino centrar las tendencias existentes en la parcelación, se orienta en el mismo séncido: En las grandes propiedades hay un predominio absoluto de la tierra calma, auténtico monocultivo en la mayoría de los casos. En las cablas de frecuencia de los cuadros II.9. se ve cómo más del 90 por 100 de la superficie de las clases doceava y creceava, así como de la onceava, están dedicadas a tierra de labor (ver cuadro II,9.c.), mientras que los valores de las clases 14a y 15a se ven distorsionados por la presencia, muy particular, de cierras baldías y dehesas comunales, respectivamente. Los dos criterios básicos analizados en el estudio de la (41) «Quedan suprimidos todos los mayorazgos, fideicomisos, patronatos y cualquiera otra especie de vinculaciones de bienes raíces y estables, los cuales se restituyen desde ahora a la clase de absolutamente libres.» Anículo 1° del proyecto de ley de 1820, ^ itado por Clavero, B., Mayorazgo. Propiedad feuda! e» Ca.rti!!a (1369-1836). Siglo XXI, Madrid, 1974, 434 páginas, pág. 362. 96 ^ V 0 0 0 J^ O V^ f^ O`C' M \ ^ o v, .- ^.. ^.. o `C' v'^ I^ G^ G^ ^ N v^ ^ O G^ I^ ^n G^ `C M V` N O V' O N ^ M v^ ^n Ñ N Op I ó I ^ ^ r .-+ I m G^ O V^ w fi N I v^ O+n vi Op G^ N V^ N N 00 V' V' `O' O `C' ry N `^ M V1 ^ N I I I I I I I I I ^ ^ p^ .-^. .-^. O I I O `C ^ ^ I I I a I V• V'^ O O ^ ti c^ ^ N O O O O O O N ^ O O ^,n o v^ ^ V r^ O m O O O O m v^ N O n O•^• .-• O 00 G^ v'ñ v^ O V' M M^--^ O i G^ 00 00 ^^--! ^r V^ OO 00 C^ ^} N N ^y' `^ N M ^ ^ M N ^' O 00 O O N t^^ ^ ^ N M V^ V'^ ^ ^ .--• ^ 1^ G^ ^ ^ ao ^ r ^V' N O M W I I I ^ N V'^ 1^ M G^ 00 f^ 00 00 ^? M N O Vr ^ ^--^ N ^' ^O N ^ O C,^ ^-" N M M N V^ V'^ i^ r OÓ ^ M M^ O M N ^ M N G^ V' O 00 ^ N O Gp 0p n V' O N G^ O ^ N O O I^ I ^ N N M M N ^ M ^ ^ 00 00 N tl O N M `C M M f^ V1 OO ^Y' O ^ O v'^ r. G^ . i' C^ W W n n V' `S v^ .. . fi^ ^-+ •• V' ^--^ V` M ^ O^Y' v^ V' V' v'^ r^ ^ o^ N ^7 M CC N N G^ O r^ m N V^ 1^ V^ .. ^ O ^C aó m ^ M M n O N I^ Op G^ O N ^ m a0 M I' n v^ op ^ n ,ni ^C ^ V1 O`C G^ N m v^ G^ V^ O h ^ n. ^? m c^ o ^? v .r ^ V^ 00 v'^ ^--^ DO `O' N .r .. ^. V^ N M N O p y^ M I^ N N Ó G^ N O`C O a0 O G\ N N^T v^ V1 C1 N n V^ O M I^ V^ .á M N^ n^C' + .--^ N N M V'^ 00 ^ ^ O ^ G^ M N ^ M N M y ~ ^ W C i ^ M^ ^ v^ ^,-^. 'r V^ .-. N .. z p^p v^ ,O' v` O O v^ N N p a M N N L .--i ^O .v^ 0 0 o c o 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 °' 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0^ [ ^7 ^ ^-r N `C 00 ^ N `C OO V' ^ `V' 00 V^ N`C ^^ ^+ M V^ --^ N v^ O O O.. M a+ m ^ N `V' 00 ^ O Q _O ^ Ó y 4 a_ <^_ d_ <^_ _d e_ <_ e_ e_ d_ _e e d^^w ^ W V ^ :O O O O O O O O O O O O O O O O R'i v ^ .-• N `C' ^ .^r 'NYl ^V' ^ í^ i1 N Ñ `C G^ C^ í C ^ ^ -- s ^ N ^:, q o o-^ Q ^ g^ •r N `C 00 Í W (.i [si 97 ,^ .^ o o v^ r^ .-. o m,-. v^n m O O N M N v'^ OO I^ 00 N N M 0 0 0 o p o 0 0 o n"-^1 o I^ v^ m ^ . ^C „"m, ^t0 fi ^ u I N ^t ^^,--^ ^n ,--^ m M v^ G^ O O I O O O O^ ^Y' M V^ M I^ G^ N I I O--^ O^n O^T O o ^?' m I I I I I I I I I I rr I I I I O 0 I^ n^,-• 00 V' ^7 n^ CT o v^ o o O ^-+ ^ m G^ m^ G^ ^ ^ v^ Ó Ó Ó Ó Ó Ó Ó ^'r .-^ p.-^ Ó ^ M c^ c^ ^ v^ oo c^ m^ c^ r^ ^^^^^^^N^M^III óóóó,^,^óóóóo0 á Ó N^-r V' ^ O 00 00 00 ^ Vr N .n i V1 N V'^ M I^ N^ M f^ ^ Op G^ ^ M O O O^ M a0 ^ M^^ m a0 O O M V^ ^ V ,^ ^ ^ N N "-+ I ^--^ M I^ .^+ ^ ^ M 00 O Vr G^ 00 ^ ^ G^ O^n N r^ Vr ^ Vr •• ,--^ O' O q O^ N t^ O ^ 00 N 00 O M^n M^ 00 M"-+ 00 N N ^ N ^^ ^ O o0 ^ N N Vr 00 N Vr N Vr M^ 1^ O^ 1^ 00 ^ M Vr V^ M 0p O V1 1^ ^--^ tl H ^ ^ M N O•-! 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N N Vr ^ V1 G^ Y1 O V^ N N ^ `R M V' ^ V1 ^'-' 00 V'1 ^ M 0 N O N ^-^ ^ t .v z O O O O ~ N^ O O p p O O O O O O O O O O O O O O O O O O O O 7 O' `^ O O ^, ^.^i M V' Ñ V'^ .Nr N `C' G^ í C^ 00 ^ N ^n O O O^-^ M W ^ ~ N ^ ^ .^r O ^ W O O O ^-+ F^ ^c QO •-. N `S .4 y v^ ^ ^ W Q W 0 0 O O O O O O O O O ur' ry O O O O N. `Q' 0D ^ ^ M Vr ^ N v^ ^ ^ v á e ^ ^ ,o U e •^ e C C e e C<< C a a e e 6 C O ^--^ ^ ^ v ^ 99 N ^ I^ M G\ N I^ OD I^ 1^ O O O^ ^ G^ O O v^ O rn G^ v^ O O Ó O.-r ^ O•--^ O O^ O^ I ^ I ^ ^ M N'+ N N 1^ M^--^ V' M I O O I V' V^ G^ Ñ V,' ^ N Ñ^`^ ( I O^ t^ M O > •^ $ ^ a I ^ó '^ ^ ^ ^ " z° ^^ o .. ^ ^ v ó ^^ (^ I^ •C I ao ^.. ^C' •a ^C' M ^ G^ r^ V V m O ~ O M N^ O O G^ ^/'^ N ^ M O M Vr G^ `C' ^ ñ ^ ^ G^ .Mr ^ ^ ^ O O O ^`C V^ N M `C ^•--^ `R 00 V^ m^S 00 ^J v^ .--• V r^ G^ ^^^^^^^^..-.^.. I I I g ó^^ ^ ó ó^^^-^- a^o ^ v, ° ó ó ó•^ ,c aó ó^.^. ^:^ v. v^ .• ^ ó . Ó ^ r•i rr ^ ly 0 ^ Á Q a V • ^ •á O ^^m ^ ^ ^ ^^ ó ^ Ó ^ á ti v b h ^ .^°. 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De todas formas, se han producido modificaciones, algunas de ellas muy significativas, en .especial la distribución de las tierras infructíferas y las fincas de regadío. E1 75 por 100 de las primeras aparece concentrado en la categoría 14a, y corresponde al conjunto de las tierras baldías; el 25 por 100 restante se reparte sin relación aparente con el tamaño de la propiedad, lo que confirma lo que ya se señaló en el estudio de la parcelación: son subparcela^ marginales en fincas de mayores dimensiones. En cuanto al regadío, ha desaparecido de las propiedades de menos de dos fanegas, y su presencia continúa siendo significativa en explotaciones de considerable extensión. Esto demuestra que las tierras regadas, aunque en sí constituyan parcelas de reducidas dimensiones, se encuentran integradas en explotaciones más diversificadas y complejas. La exi^ tencia en las grandes propiedades de dehesas a puro pasto y de tierras baldías infructíferas, por una parte, así como la existencia de importantes extensiones dedicadas al olivar, por otra, obliga a efectuar una relación en función, no ya del número de fanegas única y exclusivamente, sino del producto de esas cierras, a tenor de los aprovechamientos que en ellas se dan. • En líneas generales, esta nueva relación es muy similar a la precedente, pues, a excepción de las tierras baldías y de Joaquín Fernández de Córdoba (que pasa a ocupar el puesto número 37), se siguen manteniendo como grandes propietarios -podriamos decir, como grandes «productores»- las mismas personas y entidades que ya conocemos. Sí se producen, en cambio, algunas modificaciones en los puestos que cada cual ocupa. Hay quien sensiblemente pierde posición, como son los casos de Gonzalo Tamarís y Luis Araoz, debido a que poseen extensiones, más o menos importantes, de tierras infructíferas; es también el caso de Joaquín Fernández de Córdoba. O los casos de Juan Briones Saavedra y Fernando BrionPS Escobedo, porque tienen bastantes tierras calificadas 101 CUADRO II-10 Relación de las propiedades cuyo pmducto supera los 50.000 reales de vellón Realet 1 2 Cabildo Catedralicio de Sevilla Convento de Santa Clara (Carmona) 3 Vinc. de.los Hrds. de M. Lasso de la Vega 267.965 Común de Carmona Duque de Veragua Coride de Amayuelas y Peñaflor Mayorazgo de la Marquesa de Santa Cruz Universidad de Beneficiados de Carmona Mayorazgo de Miguel Villegas Tello Mayorazgo del Fuenre del Sauco Monasterio de San Jerónimo (Sevilla) Convento de Santa Clara (Sevilla) Convento de Sta. M.a de las Dueñas Vinc. de Fernando Briones Escobedos Vinc. de Bernardo Cavallero Hospiral del Cardenal de Sevilla Fábrica de la Igl. de Sta. María Hospital de la Caridad de Sevilla Convento de la Sanra Trinidad Proindiviso entre F. Briones y J. Briones Vinc. de. Luis Araoz y Quintanilla Convento de los Jerónimos (Carmona) Colegio de la Compañía de Jesús Convento de Madre de Dios de Sevilla Gonzalo Tamarís Echevarría Fábrica de la Igl. P. de Sro. Patrocinio Convento de Santa Paula de Sevilla Capellanía de Antonio Barba Guzmán Convento de San Clemente de Sevilla Beneficiados de la Igl. P. de Sta. María Convento de la Concepción Iglesia de Sta. María de Covadonga 240.577 219.784 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 102 539.854 272.288 160.294 156.548 149.678 134.316 122.640 108.668 101.157 99.113 98.732 94.621 90.452 88.428 85.847 84.348 79.324 74.353 72.707 7 2.494 72.455 71.345 70.452 67.584 61.204 60.905 55.981 55.170 50.964 como de 3.a calidad. O, es evidente, el ^ aso de las tierras comunales, por el absoluto predominio de los pastos. Otros en cambio, mejoran su posición, bien porque las tierras estén dedicadas a cultivos más productivos (vínculo de Bernardo Cavallero, éonvento de los Jerónimos [Carmona]), bien porque sean preferentemente de primera calidad (Convento de Santa María de las Dueñas y Hospital de la Caridad, ambos de Sevilla). Así pues, tanto por la extensión de la finca, como por el producto en ellas obtenido, éstos son los grandes terratenientes de Carmona. A1 caer gran parte de. tales tierras en la calificación de «desvinculables», parece lógico esperar un profundo cambio en la estructura de la propiedad de Cazmona en el siglo XIX. B) Lo.r ganaderof Carmona no es un pueblo de ganaderos. En total se registran en 1755, 797 propietazios de alguna clase de ganado, y mayoritariamente, por oposición a lo que ocurre en la propiedad de la tierra, son vecinos de pueblo (758 personas). En realidad, de la mayor parte ni siquiera puede decirse que sean ganaderos en ningún sentido de la palabra. Son personas que aparecen censadas como própietarios de un par de asnos o mulos, o algún que otro cerdo, complemento imprescindible en la economía campesina, bien como animales de tiro o carga, bien como recurso alimenticio: de minifundismo ganadero lo califica López Ontiveros (42). De modo que la cifra inicialmente indicadá de 797 ganaderos, se vería sensiblemente rebajada si todos estos individuos fuesen excluidos de la lista. Con más de 1.000 reales de producto (43), valor a partir del cual podríamos empezar a hablar de ganaderos, sólo hay 49 personas; con más de 10.000 reales, los grandes ganaderos, hay 12 personas que aparecen especificadas en el cuadro II.11. Destaca, en primer lugar, la fuerte concentración que se produce en manos de esos 12 ganaderos. Reúnen más del 50 por 100 de la riqueza pecuaria del término, el 57 por 100 de (42) López Ontiveros, A., Emrgración, propredad..., op. cit., pág. 298. (43) Recuérdese que a una yegua se le evalúa un esquilmo de 50 reales, 40 a una cerda, y 30 a una vaca de vientre. 103 las cabezas de ganado y el 55 por 100 del producto total (44). Y así como no podía hablarse de una ganadería e ^pecializada en el conjunto del pueblo, sí existe una clara especialización entre los grandes ganaderos, pues se aprecia una dedicación preferente al ganado ovino (76 por 100 del censo lanar) y en segundo lugar, pero ciertamente distanciado, al ganado vacuno (43 por 100). Las restantes especies apenas si tienen peso real y representación procenrual entre los grandes, y ello confirma lo que ya señalábamos anteriormente: que las cabañas caprina, asnal, caballar, mular o de cerda, se constituyen por un agregado de ganaderos minifundistas que poseen una, dos o cuatro cabezas de algunas de estas especies como complemento de su economía pero sin llegar a constiruir unidades de explotación en el sentido real del término. De todas formas este ganado representa un papel no desdeñable en las grandes cabañas, y en especial el equino y mular por su función específica en la explotación. Es interesante, asimismo, analizar la relación propiedad de la tierra y propiedad pecuazia. En conjunto, los grandes ganaderos -todos ellos sin excepción, con residencia fijada en Cazmona, y en su mayoría, personas seglares- no se cazacterizan por ser propietarios de grandes extensiones de tierra. Más exactamente, podría afirmarse que no existe ningún tipo de relación entre tamaño de la propiedad y número de cabezas de ganado. En esta relación de 12 personas apreciamos diferencias que van desde el que no tiene ni un celemín de terreno en propiedad (Francisco Gutiérrez Armijo, el segundo ganadero del municipio), quien posee 56 ó 100 fanegas, hasta la Compañía de Jesús, propietaria de más de 1.100 fanegas (45). Sin embargo, sí existe una relación clara entre grandes ganaderos y grandes arrendatarios. Encontramos interesantes coincidencias entre los nombres de estos ganaderos con los nombres de los grandes arrendatarios de Carmona (véase cuadro II.28)'. Del sentido de (44) Téngase en cuenta que los pies de colmena han sido excluidos del número de cabezas, pero no del producto total. (45) En la Campiña de Córdoba en estas mismas fechas, «ninguno de los grandes ganaderos es a la vez gan terrateniente», López Ontiveros, A., Emigracrón, propiedad..., op. rit., pág. 293. 104 w tl ^ o ^ k ^^ <f V^ N M V' p V^ `Q' N`t{ M ^ N V^ v^ n o n C^ í N N o^ n N M^ eY1 O^ 00 V' M M O N V' v^ n`P oD v+ v^ M ^ 0p `Q `Q' `C' ^+ N ^+ N ry ..n ry ..-^ .r .-^ y N M O N^ V^ ^ G^O OOON N N M.-+ ^ .^ ^ ó ^ 4 i^ o OD .+ G^ ^ ^ V^ .-^i V^ í^ O.ni .-^ V^ ^ r M.-^ N N N í^ Ñ`^ O' O M`p' Op O N^ V^ N.•+.+Op O ^ON n^ ^ n v^ M O ^ OD 00 V^ ^ M N N N N CT ^ ^ r M ^-N+ ..+ O ^ N M n ^ n V' O n n^ v^ ^+ n Op ^ ^ v^ i M O ^ 00 M M^% C1 C y^ G^ V^ G^ ^O' n ao N ao ^a ^O' N,,., O `C ^V f`l N N.+ N^^ N N . M IN I I°^ I I I I I I^In°° ^ M`C' V^ 00 I ' `T I^V' n V O n o0 op N O n O r V ' M^f ^ M N ^`p ^ N V' V^ I^ Ñ n O a0 I'+ I^ ^+ n..^ G^O N nMaOO O M^a N 00 M N V^ n ^J `^ M M M M I`er N 7 v O z ^ ^ É Ú ^ V'^ R ^ I I I I I I I I I I I^g^ ^o o^ n v^ ^n ^ ^ 0ooooov.ooo 00 V' Mv^ N 00 C+^CD OD •^ pp M N 00 V^ o N M N N ^' N n+ ^-+ ^+ N N O, (1G^oD I ^ ^ N G\^ N I I^I^ M … ^ ^_ ^ ^ ^ Á < R V ^ O ^ d e E ^ ^^ ^ V ^ a+ <f ^ ^ W ^ Ó C ^ ^ ^ ^ I N V' oo h ^a n O n n N v^ a0 ^ n O^^ n M N N N n+ N N O O `Q' M 00 G^ ^V' N V1 N . ^ Q ç^ oA ^ v ^ ^ b O O N y ^ o ^1 ^., < ^ Ó .v 4 ^+ ^ 7 w ^fd iL1 ^ ^ C °^a ^^.E ,, o w ;, ^É ^ ^ ^7 ó' v ^ ^ ^ '^ ^ ó •^ ^ ,^ ^ ^ ^ CO ^„^ H ... ^ ^ ^ •~ L E ó u o^'a.^ o^^w v ó •° O' ^c^u^ ^ ^ o ^ Éy.9 < a, $^ ^V `^a.. ó r^' a : s o$^' v' -o s< „ •2 .^ ^, W a..^ s^ . P ^ Ecc a.úe ^ ^•8é v^v < ci Ú^, .^-, ^i. ..°^ ^, w A a a. °, F ó^ ^ N M V' r V' n Op ^ O n+ N v Q 7 ^c ^ á ^° .^ v 0 ^ ó ^ á ó c ^ ^ V^^^ c :o u > v _ E ^ 8 ó É ^ ° ^ w O w 105 esta relación nos ocuparemos más adelante, pero es evidente que nos encontramos ante lo que podríamos llamar «empresarios agrícolas». Cuando no son propietarios de tierra, la arriendan ya que, por el momento, es la principal fuente de riqueza A1 mismo tiempo, en su deseo de obtener mayores beneficios, inteñ^ ifican y diversifican su producción, que de ser única y exclusivamente agrícola en la mayor parte de las explotaciones, especialmente en las grandes fincas vinculadas, ha pasado a ser agropecuaria. Los grandes estamentos propietazios de la tierra (46) En una distribución por estamentos (cuadro II.12) llama la atención, en primer lugar, la fuerte presencia de la propiedad eclesiástica en Carmona: casi el 44 por 100 del término es propiedad del clero. Además, junto a ser el estamento que disfruta del mayor número de tierras, las distribuye entre pocas personas: 356 propietazios, y esto, lógicamente, se traduce en una propiedad media de grandes dimensiones, muy superior (la dobla con creces) a la propiedad media de los seglazes. Estos, por el contrario, aunque poseen una cantidad de tierra similar a la de los eclesiásticos (41 por 100), al tenerlas que distribuir entre 750 individuos, aparece en una situación mucho más desfavorable, con 72,83 fanegas por término medio. A) Ecle.riá,rtico Bajo la denominación de propiedad eclesiástica se encuadran diversos tipos de situaciones jurídicas. En ocasiones se ha señalado la dificultad de conocer el montante global de los bienes eclesiásticos, por cuanto que ni siquiera el concepto de eclesiástico éstá bien definido (47). En el Catastro del Marqués (46) Paza evirar confusiones, ucilizazemos et rérmino «secular» al hablar del clero (clero regulaz y clero seculaz); y«seglar^ o«seglazes^ al referirnos a las personas no refigiosas. (47) González Jiménez, M., E! Concejo de Carmona..., op. ^it., pág. 107. 106 CUADRO II-12 Disuibución de la tierra por estamentos , Ne Prop. &lesiáscicos Se^ares Comuoales• Tara! 356 750 3 t.109 y'r 32,I0 67,63 0,27 I00 Fanrgat 58.217,39 54.405,88 20.OI5,49 132.G48,76 ^ 43.88 41,02 IS,IO 100 Prop. N.' Med. Parc. 163,53 72,83 6.671,83 t.752 2.583 139 I19,G0 4.474 ^ 39.16 57,73 3,11 100 Parc. Med. 33,23 2I,06 143,99 29,65 (•) Dentro de «comunales» se han incluido las tierras del Común de Cazmona, los terrenos baldíos y 2 parcelas del Común de Guadajoz. Fuente: Catastro del Marqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR). Dazos: en fanegas. Elaboración: propia. de la Ensenada esta dificultad queda obviáda, pues propiedad seglar y propiedad eclesiástica apazecen censadas como dos tipos dif^rentes, e incluso materialmente son incluidas en tómos distintos. ^ Dentró de la diversidad de situaciones señaladas, una distinción inicial debe ser hecha entre propiedades individuales, adscritas a personas físicas, y propiedades comunitarias adscritas a personas jurídicas. Entre los primeros destacan, por su número los capellanes: 141 capellanías, y los presbíteros: 48 personas. Se registra un número menor de beneficiados, vicebeneficiados, clérigos de órdenes mayores o menores, religiosos, etc. En total 262 personas eclesiásticas propietarias de tierras. En su mayor parte son residentes en Carmona (48) y las fincas no son de grandes dimensiones. ^ (48) Según el Interrogatorio General, respuestas a las preguntas núms. 38 y 39, en estos momentos residen en el término de Carmona 122 dérigos, «los sesenta y seis ordenados in sactis», 181 religiosos seculares y 161 reli ^iosas. Un total de 464 personas coasagadas al culto divino. De éstas poseen renta eclesiásticaz 216 personas. Las tierras a su nombre son bienes eclesiásticos y no bienes particulazes de sus usufruccurarios, por cuanto que en aquellos casos en los que un eclesiástico posee bienes propios patrimoniales, ha sido incluido dentro de las propiedades seglares. 107 Entre las personas jurídicas, se encuentran representados todos los tipos de comunidades religiosas contempladas dentro de la Iglesia Católica: conventos, hermandades, hospitales, cofradías, ermitas, cabildos, obras pías, iglesias parroquiales, etc., que totalizan la cifra de 82 comunidades propietazias de tierras en el término de Carmona. Entre las mismas se observa una clara distinción. Por una parte, ermitas, cofradías, hermandades y fábricas de las iglesias parroquiales, cuyas propiedades -con algunas excepciones- son de modestas dimensiones y se encuentran fragmentadas en varias parcelas, lo que puede ser reflejo de pequeñas donaciones, realizadas por los campesinos. Por otra parte, las comunidades religiosas del clero regulaz ^olegios, conventos y monasterios- y hospitales suelen ser grandes propietarios de tierras, especialmente los conventos v hospitales de la ciudad de Sevilla. En términos generales, puede decirse que los propietarios eclesiásticos de Carmona, ya sean individuos o colectividades, poseen fincas de reducidas dimensiones. Los no residentes son comunidades religiosas y reunen una importante extensión de terreno. Las diferencias existentes entre propiedad eclesiáscica residente y no residente en Carmona son recogidas y puéstas de manifiesto en el cuadro II.13. Los avecindados en el pueblo CUADRO II-13 Propiedad eclesiástica residente y no residente N.° Prop. Ecl. residences Ecl. no residences Toral ;'^ Fanrgat ;'^ Prop. N.' Med. Parc 264 92 74,I ^ 25,84 22.605,48 35.611,92 38,83 Gl,l7 85,63 387,08 1.335 417 356 t00 58.2I7,40 100 163,53 I.752 Fuente: Catastro del Marqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR). Dazos: en fanegac. Elaboración: propia. 1^8 Parc. ryr 76,20 23,80 100 Mtd. 16,93 85,40 33.23 son, sin lugaz a dudas, el grupo más numeroso. Suponen casi el 75 por 100 del número de propietarios eclesiáscicos, sin embargo, sólo poseen el 38 por 100 de las tierras. Los valores se invierten a favor de los eclesiásticos foráneos: no son más que 92 personas (físicas y jurídicas, aunque predominan estas últimas) y disponen de más del 60 por 100 de las tierras eclesiásticas. Comó resultado, la propiedad media de un clérigo forastero, es, por término medio, cinco veces superior a la de uno vecino del pueblo. Esta situación, unida a la igualmente existente dentro de la propiedad seglar, crea un profundo desequilibrio entre propiedad residente en el término y propietarios absentistas, a favor de estos últimos; situación que analizaremos más adelante. Con el ánimo de conocer si la forma de propiedad inciden de alguna manera en el tipo de aprovechamiento, ha sido confeccionado el cuadro II.14 con úna estructura idéntica a.la del cuadro II.1, pero referido exclusivaménte a la distribución de cultivos y aprovechamiento en las tierras eclesiásticas. Como puede apreciarse, las diferencias que se establecen son ciertamente sensibles y, a partir de ello, puede afirmarse, sin ninguna restricción, que las formas de propiedad han sido decisivas, en múltiples ocasiones, para la determinación de los aprovechamientos. ^ En primer lugar, se advierte una menor diversidad de cultivos. Tierra de labor y olivar monopolizan prácticamente las tierras eclesiásticas: el 97,80 por 100. El 2,20 por 100 sobrante se lo reparten en cantidades inapreciables los demás aprovechamientos existentes en el terrazgo carmonense. Así pues, en su conjunto, las tierras eclesiásticas aparecen como más productivas que la media municipal, por cuanto que de ellas han desapazecido casi por completo las tierras infructíferas, pinazes, pastos y montes. Pero mucho más significativo aún es el absoluto predominio de las tierras de labor. De las 58.217 fanegas que posee el clero, 50.395 son de tierra calma, y ello significa que el 54 por 100 de las tierras cerealistas, el 5.4 por 100 de las mejores tierras de la Vega son propiedad de la -Iglesia. ^Por qué esta fuerte concentración de tierras de labor en manos de eclesiásticos? La explicación ha de buscarse en el 109 m.--^ rt1 ^ n ^ V I o O I 0 z .-^ ^ ^ ^r, r ' : ^ ^ v^n v^ oo ao v^ 00 I^ O^ ~ ^ I I I ^ ^ ^+ N .-r .r ^ r(1 M^--^ ^ K1 V1 M N O ^--^ N `C v. o ^7 ^ o ^ ^7. ^^^ ^ ^ ^`^ ^ ^ ^ ( ^ ^^ ^ ^ G; ^ M ^n m ^C G\ ^ v^ y N M G^ o0 b C ^ M^ ^^ ^^ ^ Í ^ ^ ^ ^^ N 00 .--^ O N ' O v'^ O ^ O ^^ v^ ^^^ I^Y' N Vr I ^ I I I I ^ N N N ^/'^ N 0p ^ ^^--^ I^ íC^ N O^ Vr 1/1 V1 00 I^ ^ ^T G^ M V! O O 00 O O^n 00 ^ O v'^ V1 N^ O K1 N Vr N M^ Ñ^--^ ^ 00 d M--^ rn N ..i CT G^ G1 ^r^ ^n N G^ O v-^ ^rf1 O ^ N V1 V' ^7 V^ ^ N N DO ^ . x, ^ < ^ ó E ^ V_ ^ ^v ^ c^ W = O > . ^ u 7 ^ O >, • ^^ ^^ ^a o ó v O á o =ó ° °° > p. ro ^a ^ ^ ^ v ^ ^,v, cd C ^ ^ ^A VI ^+ y ^ ^ç ^ ^ . ^^ C ^ cti QJ ^ ^ y cl á C 7 ^ ^ .c N C t^ ^ ^ Q^ ^. ^^ y ^ ^ ^ y _ ^ . ^ •ñ, o^^ o b u á m ^.^. ^ V c ^ L ^ ^y Ó y;^ '' 7 ^ C ^ :i 0 v 41 Q! F. cg O Ó x w> a ii. ^ ^-. [-^ F^ 110 ,9 ^ ^ >_ ^ ^ ^ ^ ^ W ^ w'Aw 0 0 ó 0 0 0 ó 0 0 0 ó 0 r, 0 0 ó 0 0 0 ó 0 0 0 ó 0 '. 0 0 ó 0 .. 0 0 ó 0 r, 0 0 ó 0 ... 0 0 ó 0 r, 0 0 ó 0 r, 0 0 ó 0 .. 0 0 ^ 0 " ^ ^ C ^ ^ o °OO^ ^ I ^^ I óóó°o^. r. .-, .-^ ..^ ^ z ^ro M ^ ii ^ y ^ v ó h O M ^ G^ ^T V• ^^ O I I I ^^ I I I I I ^ a^ b ^ ^ ^ ^ a^ o^o aó < i ó ó v^ ó m ^^ ^^ v^ m ^T ^7 ^ k v ^ ^+ C c/ ^^ ' ^; y 0 0o v^^ mo^ M N V^ G^ O^ ^n O M I M O ^ ^ v'^ ^?' 00 O N I 0 ^ I I I I^ .-^ O Vr O^7 G1 ^?' ^ v^ CA G1 O N O O r^.^aor^oo^nooo-•^ro^ o ^óc^óóóó-^óóóóóó 00 0 ^ ^ ^ Y ^ W ^ Y > O >, ^^ ^ c^ O ^ 7 ^y 4 O b ^c ^ C W ^ ^ ^ -^ O .7 .. .y ^ O > +_C 0 Á o ^ ^ ^ é a^p ^^ ^ ;^= O y ^ a^ ^ ^ ^ Ql ^ rn C ^ v^i w ^ b .^ ^ y ^^ Vl Vi ' Vf cu cd ca c^ íá i. -^ - v >_ i C/ ^ v ^ cd C í^., 4 4 _ U OOxw"9áii,^(^FE-^ ^ ^ ^ ^ v o ^ ó a°p, á c ^ W ^ V c ^^ v v ., d ^° ^ g^^ wAw 111 hecho de que el clero no acostumbra a explotar directamente las tierras que posee, sino que las da en arrendamiento: el 80 por 100 de las tierras eclesiásticas están arrendadas. Ahora bien, la característica primordial de los arrendamientos en Andalucía, más concretamente en la Baja Andalucía, es que son arrendamientos de corta duración, arrendamientos de un año como norma -«de Santiago a Santiago»- o como mucho por un período de cuatro años (49). En tal situación, el azrendatario dificilmente se va a ver animado a invertir en la tierra que explota, dado lo precario de su contrato (50). A1 mismo tiempo, parece lógicó pensar que se arriende con preferencia las tierras con cultivos anuales, tal cual son los cereales, y no las parcelas con cultivos permanentes, caso del olivar. En la gran proporción de tierras dadas en arrendamiento por el clero, la corta duración de los contratos, y, consecuentemente, lo infrecuente de arrendamientos de olivares, hay que buscar parte de la explicación de esa elevada concentración de tierras cerealisticas en manos de los eclesiásticos. Pero tampoco debe olvidarse las razones de tipo histórico e incluso de poder político y económico. En el período que estamos analizando, la base de la alimentación humana la coñtinuaban constituyendo los cereales, y sobre todo el trigo. Así pues, se comprende el interés de los grandes, eclesiásticos eñ este caso, pero asímismo de los nobles, por controlar las grandes regiones productoras de trigo. Este interés, presente desde los primeros momentos de la ocupación y repartimiento de la Baja Andalucía, ha provocádo la concentración de la tierra calma en manos de los influyentes eclesiásticos, por una parte, (49) «La segunda causa consiste en que el propietacio es árbirro de despedir al colono cuando quiera. Los azrendamientos son temporales, y por tiempo muy breve: raro es el que pasa de los tres años.» Olavide, P. de, Informe Jobre !a Ley Agraria, edición a cargo de R. Carande y J. Ruiz del Portal, Maestre, Madrid, 1956, 112 páginas„en pág. 24. (50) «Intendazs et magistrats accussent, en outre, la médiocrité de 1'outillage agicole, 1'absence de selections des semences, le peu de soin dans le travail de la terre et, de façon génerale, le médiocre intér ^ t que prend le cultivateur ^uvrier agricole ou tenancier précaire- pour une terre á laquelle il ne se sent pas attaché.» Defourneaux, M., «Le probléme de la terre en Andalousie aux XVIII siécle et les projets de réforme agraire», Revue Hittorique, tomo CCXVII ( 1957), págs. 42-57, en pág. 48. 112 y de los grandes señores seglares, como veremos, por otra. Finalmente, queremos hacer mención de los tres mayores propietarios eclesiásticos de tierras en Carmona: el Cabildo de la Catedral de Sevilla, el Convento de Santa Clara y la Universidad de Beneficiados, estas dos últimas instituciones avecindadas en Carmona. Ambas constituyen una excepción a la tendencia general anteriormente señalada, según la cual los mayores propietarios eclesiásticos son forasteros. La formación de tan extensas propiedades agrarias difiere según se trate del primer caso (Cabildo sevillano), o de los dos últimos. La clave de la diferencia puede darla, aunque de forma un tanto simplificada, el número de parcelas que componen cada propiedad. Las 9.056 fanegas del Cabildo Catedralicio se encuentran divididas en 16 parcelas tan sólo, y las tierras de la Universidad de Beneficiados y las del convento de Santa Clara se componen de 38 y 75 parcelas respectivamente. Así pues, mientras en el primer caso hemos de pensar en donaciones reales de considerables extensiones, bajo unos mismos linderos, en el segundo han sido las pequeñas donaciones efectuadas por los vecinos de pueblo a los representantes de su iglesia, las que han llevado a la formación del patrimonio del Convento y de la Universidad. EI Cabildo de la Iglesia Metropolitana de la ciudad de Sevilla recibió uno de los mayores donadíos concedido por el rey en el repartimiento de Sevilla aunque en él no se encontraba ninguna heredad situada en el término de Carmona (51). Sin embargo, ya en 1465 el Cabildo poseía 4.269 aranzadas en este término (52): La formación del patrimonio territorial de la (51) «E dióle el rey a Ombret, a que puso el rey nombre la Mesa del Arçobispo, e diol a la iglesia de Sevilla por heredad, por los tres mill maravedis que les pudiera el rey por heredamiento desta guisa: en Tejada los mill maravedis, en Solúcaz otros mill, en Azrtalcaçzaz otros mill en el termino de Aznalfazache; e fué dada por mill azançadaz. E despues dió el heredamiento a la iglesia de Sevilla: Lupas, que habia el rey apartado para sus galeas, en que avia veinte mill pies e diez mill quemados, e por medida de tierra ochocientas e diez y seis azançadas, e que lo oviese el cavildo.^ González, J., Repartrmiento de Sevilla, Estudio y edición preparada por -, CSIC, Madrid, 1951, 2 vols. en tomo II, pág. 18. (52) González Jiménez, M., El Concejo de Carmona..., ap. cit., pág. 123. 113 Catedral de Sevilla ha sido estudiada por M. González Jiménez (53). Por lo que a Cazmona respecta, con la excepción del cortijo Faichena, que fue una donación hecha por el rey Alfonso X, las tierras que el Cabildo posee aquí, proceden básicamente de una operación de compraventa efectuada por la viuda de Juan Sánchez Librado en el último cuarto del siglo XIV (54). Posteriores compras y algunas donaciones completarían el patrimonio del Cabildo Catedralicio en Carmona. Todas las tierras del Cabildo, a excepción de una fanega de regadío y 40 fanegas de terreno inculto, son de pan llevar, situadas en la proverbial rica Vega de Carmona y, como no podía ser menos, en su mayor parte se encuentran arrendadas. Los arrendatarios del Cabildo son a su vez grandes propietarios del pueblo. Así por ejemplo, Juan Briones Escobedo o Diego de la Milla y Fernández de Córdoba, Marqués de Saltillo, por citar algunos de los más significativos. Resulta interesante esta situación en la que grandes propietarios son así mismo arrendatarios de los grandes señores eclesiásticos. Quizá, dada la considerable extensión de las fincas y lo elevado de las rentas, solamente podían ser arrendadas por personas que hubiesen sido capaces de acumular una cierta cantidad de dinero con anterioridad. Volveremos ^obre esta cuestión más adelante. Por su carácter de excepcional, hay que destacaz el caso de dos grandes fincas del Cabildo que son arrendadas por colonos en pequeñas pazcelas. Este caso, en el que un número no especificado de colonos le arrienda a la catedral 1.553 fanegas, junto a otro de 139 fanegas ^de la capellanía de don Gerónimo Caro Mancera, son los únicos en los que hay constancia de que se arrieden pequeños lotes a colonos. En cuanto a las propiedades agrarias del convento de Santa Clara y la Universidad de Beneficiados, pazece ser que se encontraban prácticamente formadas a finales de la Edad Media. Por un informe realizado en 1533 se deduce que el convento (53) González Jiméñez, M., nPropiedar! y rentar..., loc. cit. (54).lbidem, pá^s. 177-180. Esto con5rmá la opinión de Bernal en el sentido dé que la Iglesia no se limit^ á mantener una actitud pasiva en la formacióñ de sii patrimonio, sino que se preocupó de ampliarlo. (Vease, «La propiedad de la tierra...», !a. ritJ 114 de Santa Clara era, con gran diferencia, el convento más rico de los existentes en la villa de Carmona (55) aunque no poseemos cifras exacras de la superficie total de sus tierras. González Jiménez ha estudiado con detalle la formación dé la propiedad de la Universidad de Beneficiados en el período comprendido entre 1321 y 1477. Sucesivas donaciones efectuadas a lo largo de la Alta Edad Media dieroñ como resultado la acumulación de importantes extensiones de tierra, de tal forma que, a finales de este período, la propiedad agraria de la instirución estaba prácticameñté cótisolidada (56). En 1477 la Universidad reunía ya 2.499. fanegas; en los casi tres siglos que media entre esta fecha y la de la ejecución de Catastro del Marqués de la Ensenada, se le van a agregar 341 fanegas más. Esco evidencia que, aunque más espaciada y de forma esporádica, y a pesar de las pro ^ibiciones que pesaban al respecto (57), la costumbre de donar parcelas de terreno a la Iglesia continuó "dándose hasta tinales ' del Antiguo Régimen. Todas las tierras de la Universidad de Beneficiados, a excepción de dos parcelas,` están arrendadas. No se adyierte la presencia de los grandes terrateñientes como arrendarios en' este caso, como ocurríá con las tierras del Cabildo. Efectivamente, al tratarse de hazas de más reducidas dimensiones es frecuenté la figura del mediano arrendatario, que paga entre 400 y 600 reales anualmente por una finca de 80 a 120 fanegas ' por término medio. Igualmente, el convento de Santa Claza arrienda, en condiciones semejantes, todas sus tierras de labor, pero no lás 220 aranzadas que posee de olivar. Esto demuestra Io que ya ha sido señalado más arriba: lo excepcional de' los azrendamientos " de olivares. " ^ A modo de resumen pues, de cuanto hasta aquí se ha venido exponiendo: ^ ^ - El estamento eclesiástico, prbpietario del 44 por 100 del terrazgo, se destaca como el esiamento con mayor pesó en ^ Carmona. . ^ (55) González Jiménez, M., el Concejo de Carnrona..., op. crt., págs. 117-118. (56) Véase, asimismo, Gómez Muñiz, S., Recuerdo.r de ^la^venerable Univer.cidad de la Ciudad de Carmona, Sevilla, 1892, 268, páginas, eñ págs. 13-21. , (57) Veáse Cardenas, F., op. cit., tomo II, pág. 454 y ss\ 115 - La mayor parte de estas tierras están ubicadas en la Vega y, consecuentemente, dedicadas al cultivo de los cereales, que en el caso de Carmona significa monocultivo triguero. - No acosrumbran a explotar directamente sus tierras, sino que están dadas en azrendamiento de corta duración (58). - Finalmente, los grandes propietarios eclesiásticos son las comunidades religiosas, en especial las residentes en la ciudad de Sevilla. El Cabildo Metropolitano és el mayor terrateniente. B) ^ Comunal ^, ' ` Consideramos aquí como comu^nales no únicaménte los bienes del Común propiamente dichos, sino asimismo los terrenos baldíos. Reiteradamente se ha discutido acerca de la naturaleza jurídica de las tierras baldías y sobre su titularidad dominical, y en los más de los casos; Concejos municipales y Corona se han disputado su propiedad. EI origen de esta disputa ha de buscarse en el hecho' mismo de la Reconquista, tras la cual, una vez hecha la repartición entre los repobladores, muchos de . los terrenos, normalmente los . m,enos productivos, no recibieron una declaración expresa de dominio y quedaron, podríamos decir, como remanentes o fondo, público al que se acudió en posteriores repartimientos o concesiones.(59). Al fijazse más tarde con precisión los límites de los. distintos términos municipales, los concejos se sintieron coñ derecho a reclamar como propio aquellos baldíos que habían quedado incluidos denrro de sus lindes. . (58) Solamente hemos,encontrado un caso en el que se.habla de arriendo vitalicio: «EI referido conijo está arrendado vitaliciamente a don Pedro Xinete vecino de la villa de Fuente a ciento, y veinte fanegas de trigo, dos de garvanzos, dos de abas, y doce gallinas, a el año, que a los precios regulados importan dos mil, y veinte y dos reales de vellon.» LRR, tomo III, eclesiásticos, fols. 2618 v° y 2619 r° Propietazio: el Conveñto de la Concepción. (59) «Resultaron de aqui dos especies de dominio o señorio, el no enajenado ni entregado a pazticulazes, que se llamó realengo o propio del rey, y el enajenado o poseido por personas privadas o corporaciones que se Ilamó de señorio. Los realengos eran rembién de dos clases: los de la corona se había apropiado y utilizaba en beneficio del Erazio o dél público, y los que aún no tenían un destino determinado... Los segundos,eran baldíos, eriales de que iba disponiendo la corona, según las necesidádes dé la población y de la monazquía.» Cazdenas, F. de, op. cit., tomo I, pág. 245. 116 Pero aquí no nos preocupa tanto la titulazidad dominical de los terrenos como el aprovechamiento que dé los mismos se hacía, y los baldíos eran tierras aprovechadas, dentro de lo limitado de sus posibilidades, ya que reiteradamente son definidos como pedregosos e infructíferos, por. todos los vecinos del pueblo (60). Y en este sentido de su uso comunitario -independientemente de su titularidad-, en el que consideramos a los baldíos como bienes comunales (61): Inceresa comprobar si ya en estos momentos se hace distinción entre . bienes de Propios y de Gomún, distinción que, como se sabe, va a resultar fundamental a la hora de llevarse a cabo la desamonización civil. Parece claro que hasta ahora no se ha establecido.una diferenciación enrre lo que más tarde se conocerá como bienes de Propíos -^uyo producto'se utilizaba para satisfacer los gastos del municipio- y bienes del Común -^le aprovechamiento colectivo por los vecinos del pueblo-. Efectivamente, en el Libro de lo Real únicamente aparece .la e^tpresión «Cómún de Carmona» y en ningún momento se utiliza la de. «Propios de Carmona». Por su parte, en las respuestas al Interrogatorio General sí aparecen ambas palabras, pero relacionadas de tal forma que indican falta de diferenciación jurídica entre ambas. La respuesta á la pregunta 23 («qué propios tiene el común y a qué asciende su producto al año, en que se deberá satisfacer») comienza así: «Que los Propios del Común ascienden a...». Y la respuesta a la pregunta 25 («Qué gastos debe satisfacer. el común como salario a Justicia y Regidores, fiestas del Corpus u otras; empedrado, fuentes, sirvientes, etc., de que de deberá pedir relación autétiti ^a») de la siguiente manera: «Qué los gastos que satisface el Común de sus Propios...». Tanto para el autor del interregotario como para la persona; encargada de contestarlo, la palabra Común es sinónimo de municipio 0 ayuntamiento, mientras que Propios hace referencia a las pro- (60) Nieto, A., Biene.r comunaler, Revista de Derecho privado, Madrid, 1964, 975 páginas, en pág. 103. (61) Gómez Mendoza, J., «Ia venre de baldíos y comunales en el siglo XVI. Escudio de su proceso en Guadalajara», E6 núm. 109 (1.967), págs. 499559, en págs. 517-519. x. 117 piedades a los bienes que pertenecen, que son propios, del Común. Pero si bien no se ha creado una diferencia jurídica dentro de los bienes del municipio, sin embargo, sí existe una clara dualidad de aprovechamientos. Es en esa dualidad de usos donde se encuentra el germen de la posterior distinción que se va a estableéer entre bienes de propios y bienes comunales. La ^ 14.736,08 fanegas propiedad del Común de Carmona se reparten de la siguiente forma: 4.636,08 están dedicadas a tierra de labor, mientras que las 10.100 restantes son dehesas de puro pas to. ' Ciertamente no existe ninguria referencia a que las tierras del Común se arrendasen, como no la existe de ninguna propiedad que no sean las eclesiásticas, ni tampoco hay constancia de que las tierras estén , repartidas en lotes entre los vecinos (62), situación que posteriormente vamos a en ^ontrar en 1850. Pero . es •obvio que el Común no explota d ^ectamente esas 4.600 fanegas de tierra cerealistas, sino que, de una u otra forma, las tendría cedidas para su explotación, obteniendo a cambio algún tipo de canon, censo o renta. Así pues, podría aventurarse la hipótesis de que estas tierras de labor y el beneficio obtenido en su explotación van a dar lugar a la figura jurídica de los bienes de Propios; pos su parte, los bienes comunales van a derivar del aprovechamiento colectivo que se haga de los pastos, aunque como se trata de una superficie extensa, más de 10.000 fanegas, es posible que parté ella fuese cedida en alguna forma de arrendamiento. Tomando en consideración todas las tierras que revertían en beneficio del pueblo, tanto las de aprovechamiento directo como ind ^ecto, tanto las propiamente comunales como las denominadas baldías, los vecinos del pueblo de Carmona disfrutaban de unas 20.000 fanegas, es decir, del 15 por 100 de su propio terrazgo. Se trata de una superficie ciertamente elevada que contribuiría al mantenimiento de la población jornalera (1.681 jornaleros agrícolas censados en el Libro Registro de lo (62) Forma de uso que A. Nieto reconoce como de aprovechamiento comunal: Nieto, A., op. rit., pág. 719. Los repartos periódicos de suertes entre los vecinos de un pueblo no se realizazán sino con posterioridad a la fecha de la . elaboración del Catastro de Ensenada: a partir de 1760. 118 Personal), especialmente en los largos períodos de inactividad agrícola. C) Seglar Los seglares constitúyen el grupo más numeroso de propietarios en Carmona, 750 personas, y en principio aparece cómo el grupo menos favorecido en cuanto a la propiedad de la tierra se refiere. Ahoia bien, bajo esta amplia denominación de seglares se encierra un conjunto de situaciones jurídicas y sociales bien diferente, por lo que el estudio global de la propiedad seglar pierde sentido frente al que adquieren algunos de sus análisis sectoriales. En primer lugar, se advierten profundos equilibrios entre la propiedad territorial poseida por los vecinos del pueblo y la que e^ disfrutada por los residentes fuera del término (véase cuadro II.15). Los vecinos constituyen, sin duda alguna, el grupo más numeroso de propietarios, 648 personas, esto es el 86,40 por 100 de los seglares y el 58,43 por 100 del total de propietarios del pueblo; pero apenas si alcanzan a repartir entre ellos 22.000 fanegas de tierra. Por el contrario, los 102 propietarios absentistas disfrutan de 32.000 fanegas. Consecuentemente, la propiedád media de los forasteros es diez veces superior a la de los vecinos del pueblo. CUADRO II-15 Propiedad seglar residente y no residente N.° Prop. Residentes Ausentes Tota! G48 102 750 ,r 86,40 13,G0 100 Panegaf 21.750,3G 32.655,52 54.405,88 „ ?9.98 G0,02 I00 ^ Prop. N.° Mrd. Parc 33,5G 320,15 2.05G 527 72,54 2.583 Parr. „ 79,60 20,40 100 Med. 10,58 G1,96 21,06 Fuenté: Catastro del Marqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR). Datos: en fanegas. Elaboración: propia. 119 Pero las diferencias no se limitan únicamente al montante global de las tierras en juego, sino que además es muy diferente el uso que cada uno de los grupos hace de las tierras de las que disponen. Los cuadros II.16 y II.17 recogen la distribución por aprovechamientos entre los propietarios seglazes residentes y no residentes, respectivamente. Las diferencias que se establecen son múltiples, y más aún si tomamos también en consideración la siruación media de todo el térrazgo (cuadro II.1). Lo más destacado es la fuerte presencia del olivaz en las tierras cultivadas por los propios vecinos de pueblo. EI olivaz se sitúa como el aprovechamiento dominante, pues a él le dedican los cazmonenses algo más del 46 por 100 de sus tierras, mientras que la importancia de la tierra de labor decrece de manera considerable. Asimismo cobran mucha mayor importancia las tierras dedicadas al viñedo, cultivos de huerta y frutales de regadío. De hecho, éstos son aprovechamiento marginales dentro del término de Carmona, y por tantó, nunca alcazarán una superficie significativa en , ninguno de los sectores analizados. Pero considerados en términos relativos, se puede apreciar una clara tendencia hacia tales aprovechamientos: los vecinos de Cazmona cultivan el 67,8 por 100 de toda la superficie dedicada a viñedo en el término, el 55,3 por 100 de las huertas, y el 52,4 por 100 de los frutales de regadío; y ello sobre la base de que sólo son propietarios del 16,41 por 100 de su propio terrazgo. Cultivos que exigen una mayor y permanente dedicación, consumen un elevado número de jornadas de trabajo y dan una producción bruta superior por unidad de superficie, es lógico que sean acaparados por aquéllos que residen cerca de las tierras y que son los que menos poseen: los vecinos del pueblo. Igualmente significativo, aunque ahora desde un punto de vista diferente, es la total ausencia de pastos en las tierras de estos propietazios. Hay que tener en cuenta que disponen de las tierras comunales y baldías. Finalmente, observamos la presencia de otro elemento diferenciador en los aprovechamientos de la propiedad vecinal. Se trata del bajo porcentaje representado por las tierras de pri120 O v1 NG^ 0 ^ I I^ I I I I I I 0^0 ^ Ó a^0 ^ i ^ h ^ ^v ^ ^ v ^ v ^ ^, 4 4 ld M G^ 1^ CA V'^ ^ G^ r(1 O ti C ^ ^ á ^-+ 1^ C^ ,í M N C^ í M rf1 1^ N G^ ^ 00 N ^N^^ I I^. ^ I I I I I I ^M M ^ v^ N,-• O^n O Vr ^ ^ ^ ^ n ^ ^ ^ ^N^°N I^ I I.. I I I o v^ G^ 00 ^ N (Y1 n M ^ v^ 00 `cf ^ O 00 Vr N v^ O n^ G^ ^ M ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ N M ^ ^ ^ ^ ^ ^ Í ^ ^ . O_ G^ v_^ .. M v^ V' v^ O r^ G^ v-^ . ^ V' Vf rt^ á ín rr1 ^ v^ Vr ^T G\ ^ G^ O v^ --^ O N^ CT O N 00 ^n O oC V^ V'^ N V'^ I ^ V^ ..7 V^ 1^ 1^ ^ v^ O O -^ ^ ^ _ 00 00 .-^ 'r .-" .i^ G1 . 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C. ^ p^ ó y ^^ C GJ O ^ í^. • C cá c~a ^ ^ p^. 124 ^ 4 ^ 4 C y ,^ N ó' Vf í^. ^ V y^O ^ y mera calidad. Frente a los valores medios que sinían en algo más del 43 por 100 el montante global de las tierras de primera calidad (cuadro II.1.6.), en el cuadro II.16.6. encontramos que este porcentaje desciende hasta el 30 por 100 compensado por un avance de las tierras de segunda calidad y aquéllas en las que la calidad no consta. Dos explicaciones, muy distintas, pueden darse a semejante situa^ ión. Por una parte, podría pensarse que los vecinos del pueblo, en contacto directo con la junta de calificación, habrían presionado sobre la misma para conseguir que sus tierras obtuviesen las calificaciones más bajas. Por otra parte, que sencillamente no sean los poseedore ^ de las mejores tierras. A1 analizaz con detalle la distribución de cada cultivo, la primera de las dos posibles explicaciones queda rechazada. Si los vecinos hubiesen presionado para conseguir una rebaja en la calificación de sus tierras, ésta se habría reflejado de forma similar en todos los aprovechamientos y, además, donde más lógicamente cabría esperarla sería en las tierras de olivar. Sin embargo, no ocurre así: es la falta de tierras de labor de primera calidad e ❑ manos de los vecinos . del pueblo lo que provoca los desequilibrios finales, pues, el resto de los aprovechamientos macitiene unos niveles semajantes a los medios. Los vecinos de Carmona no sólo han sido desposeidos de las tierras cerealísticas de su Vega, sino que además, las que poseen, son las de peor calidad. La distribución de aprovechamientos en las tierras de los propietarios absentistas muestra un comportamiento más en consonancia con las tendencias observadas en las tierras eclesiásticas, que el que acabamos de ver entre los vecinos del pueblo. Sus características son: absoluto prédominio de las tierras de labor, que cubren algo más del 87 por 100 de la superficie que poseen, y ausencia casi total de los aprovechamientos menores: monte, pastos, viñedo y regadío. ^ No existe ninguna referencia a que estas tierras estén arrendadas, y esto es tanto má ^ extraño cuanto, piimero, las referencias sí existen para la propiedad eclesiástica, y segundo, acrualmente es bien conocido que la gran propiedad arrendaba 125 sus tierras (63), o en el mejor de los casos eran regidas por sus representantes o apoderados. Las referencias a la figura del administrador -figura de tanto peso social y político en los ámbitos rurales de la España del siglo XIX- son excepcionales en el Catastro del Marqués de la Ensenada (64). Echamos en falta estas referencias por cuanto que, con frecuencia, los administradores de las fincas componaron un papel de verdaderos arrendatarios de las tierras de sus señores, e incluso aparecen como compradores de las mismas cuando fuerón desvinculada ^, y las necesidades pecuniarias de sus duéños lo ^ fonaron á ponerlas en venta. ^ Volviendo al tema de los arrendamientos, no cabe sino concluir que el Catastro de Ensenada, doc^mento insustiruible en el estudio de muchos aspectos de la actividad agraria, no ha recogido los arrendamientos de las tierras de seglares, pues estos ciertamente se daban. Finalmente, dentro de las tierras seglares no pueden ser olvidadas las diferentes situaciones jurídicas que en ellas existen. Todas las tierras analizadas hasta ahora, éclesiásticas y comunales, son por definición bienes vinculados, situados al margen del mercado de tierra. Sin embargo, ^ en las seglares se distinguen, por una parte, tierras asimismo enajenadas, en manos de las familias nobiliarias, anexas a vínculos y mayorazgos, y por otra, tierras libres, las únicas que pueden comprarse, venderse y transmitirse sin restricción alguna. Pues bien, de nuevo se aprecian profundos desequilibrios entre estos dos tipos de propiedades (cuadro II.18), y fuertes contrastes en la fragmentación y división de la propiedad, así como en la orientación de los aprovechamientos. . (63) Las referencias pueden ser múltiples. A título de ejemplo citamos las palabras de un ccetáneo: Olavide, P. de, op. cit., a lo lazgo de toda su exposición. Entre las invescigaciones más recientes:,Artola, M., Bernal, A. M., Contreras, J., op. crt., págs. 63-76. También, Bernal, A. M., La lurha Qor !a tre+ra en !a cri.ri.r de! antiguo regimen, Taurus, Madrid, 1979, 489 páginas, en págs. 141 . y ss. (64) «Esta pieza de tierra está azrendada a don Antonio Montenegro vezino de la ciudad de Sevilla encaveza de Don Juan Fernandez su apoderado, en diez y ocho fanegas de trigo de renta a el año...» (LRR, tomo ^II, eclesiásticos, fo1. 1000 v.°). 126 CUADRO II-18 Propiedad seglaz libre y vinculada Prop. N.° Prop. ^/ Fanega.r % Mrd. N.° Parc. % Porr. Mrd. / Prop. librr Prop. virKUlada Tora! 660 90 750 88,0 12,0 100 19.296,77 35.109,I1 54.405,88 35,47 G4,53 100 29,23 390,10 1.694 889 72,54 2.583 G5,58 34,42 100 I1,39 39,49 21,06 Fuente: Cataztro del Mazqués de la Ensenada (Carmona, A.H.M., LRR). Dazos: en fanegas. Elaboración: propia. Sólo un 35 por 100 dé los bienes raíces de.los seglares son tierras no vinculadas, y recordemos que ésta es la única categoría de terrateniente donde la propiedad es libre. No Ilegan a 20.000 fanegas; el resto pasa a englobar el montante, ya suficientemente abultado, de las tierras enajenadas, que terminan configurándose así como la categoría absolutamente predominante. . La falta de equilibrio es así mismo evidenciada por el hecho de que el tamaño medio de la propiedad vinculada es 13 veces superior al de la propiedad libre. Cuatrocientas fanegas como superficie media de las propiedades enajenadas ponen de manifiesto las habituales grandes proporciones de estas fincas, proporciones que no se van a ver alteradas cuando se decrete la desvinculación de estas tierras. En cuanto a los aprovechamientos (veáse cuadros II.19 y II.20) vuelven a repetirse las tendencias observadas en siruaciones anteriores. Las tierras cultivadas están básicaínente dedica• das a las labores cerealistas_ (82 por 100) y el resto es de hecho ocupado por el olivar (cas'r-un 16 por 100), y los demás aprovechamienros apenas si tienen ezpresión paisajista. Por su parte, las tierras libres muestran mayor diversificación de cultivo, con una atención preferente al olivar. Sobre todo debe ser señalada la imponancia de olivar nuevo y de las tierras destinadas a plantío de olivar (más del 10 por 100), lo que está indicando 12? o ^ V'^ N G^ `Q' `e!' M ^--^ I^ 00 Vr ^ I ^^ I I I IIIo^^N ,n o 0 C\ ^--^ I^ M O M G^'00 --+ M M ^n O v^ °° o N I I^.. I I I I I I.-• o ^ ^ ^ M ^ C ^ ^ i ^ ^ M ^^ m^ m I^ 00 ,--^ N `G' M N M Op G\ O v'^ I^ N 00 00 ^F G^ 1^ O M ' 00 I^ .--^ V G^ H1 O O N M 0p ^T ^T 00 n ^ N V1 h 3 4, ^ h O v'^ V' N O O N 00 O^ M 0p ^ O I I^ ^ ^ I ^^ f^ V' ^ C\ G\ .^ I I I ^ I ^ O v^ .^ ^ ^ ^ .-^ O ^ I^ G1 G^ O N I I N G^ v^ n V1 .-. .C^ i ^T ^ n ^ ^n O ^ ^ ^ O M G1 CT 1^ 1^ 00 M m op o 0o O o0 -^ m O aÓ Ó m G^ n ^f r^ '. a0 ^T G^ V^ '--^ G1 N 00 ^ N N ^ 00 OC C\ ^ -O Y ^C .; T ^^ ñ. O Ó ^ .1] ^ ^ ^ p y 40 ív. ^ C v, ^ ca v e y y ^ 4 4 ^.^+ ^ ^ Vl y ^.- .- 7 ^ C O ^ lC ^ O a~i É•VOOxw>ái^^[-y 128 I td ^ Ó V c • L L r^ í^. ^ ó^ w^w 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 ó ó ó ó ó ó ó I ó ó ., ó r,ó .., ó .. r. ., ., .. r. '. r, r. ó ó ó ^ ó ^ ooov, ^ ^ ^ ^ 0 0 -• ao ^ ^ ^ ^ ^ ^ 0 r. .. .^ á i h C ^O .V ^ a ^ ti ' V'^ N 00 CT OG^OmI I,^I I I I I I+^ rf1 ^--^ O N N r, M ^ O O^7 N N o0 ^n r^ m M^^ ^ í^ri I^ ^ ^ ^ ^ ^ (^ t7^ C i ^ ç ^ .^ V 4^ Ñ^^^^ ^ ^ I ^ I I I I Ñ n rt1 N V'^ N 3 ^ó ^ ^óo^n `e}' ^ N M ^ M ^ N ^ T ^ h t ; i :. ^n G^ N ^ O ^o^m^no oo^ov,oo e ^ V ^ ^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ O ó c .^61 ^ c^ -• c^ I ó m M QO N N Z i 0 00 ^ N ^? V' O ^--1 ^ ^ v'^ v ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ I I^ I I I I I I^. N N ^ ^ ^ ^ ^ ^^ ^ ^ó^ ° ^ ^^ó I^ I^ I I I I I I^ ^ ^ .. N G^ .^-1 ó ó' ^ o ° c^ ^ ° oó ^,MN I ^ I ñ ti C ^ O O Vr Vr `C' G1 ^T' N N O N n^+n V'^ O ^ m^ O Vr M N I^ O M ^' CT ^ 0ó O M I ^ N N I ^ O O^ M ^ ^ N ^ ^, x ^ ro C O E ^ U_ m ^o n e v ^ y > O ^ Q ^ ^ T 7 ^ ^ O 1^ (d ^ 0 Q -ó I^ .y ^ > ó' O cV cV y í^ N ^ c4 V ^ ^ -^ ^ ^n ^ ^+ -O C i aa0 ^ ^ O ^+ ^y a. ^ y ^ 6J ^ ^ t^ 4 C ú y p 130 W ^ y ^ ^ cu ^ ce y ^ u ^. «, 7 y y ^ ^ ^ .., ^v °' o m o ^ u á ^ Á.. íá ^` Ó ^ In In ^n V u^ ^ Iy 1y 4 • 4 ; (C 4 ^ CJ ^ (C C 4 4 4 ^ O^. ^ ^ IC v^ C O C! GJ 7^J r 6i ^^ ^ y^^ ^+vOÓ^w>a^.^F^F^^ w'Aw d ó ^ ó ó ó ó ^ ó{ ó ^ ó 0 0 0 0 0 0 0 .. ,^ 0 .^0 0 .^ .^ '. ,^ o ^ o r^ lI^IIIIII^IgN .--i h N N Gti •Ñ ^--^ N Vr O fY1 N .-^ (^j ^^ .--^ ^ N p^ • K1 p" Vr = y^ I ^. I 0 .--^ 0 V' M ^T `C ^ n m CT ^ G\ m o0 0ó ^ rt ^ er ^ I, ( I I I m ^T o^ o ri O 00 ^ O o0 ó aó ^ ó ^ o oo O - ,-. r, 1 ^ í^ v1 ^ Ñ o^0 ^^ Ó^ vi W 0^0 Ó ^ Ó^Y' Ó O Ó Ó I Ó I Ó I o Ó td ^ n tC ^ .^ ^ -Ó ,. `^. ,.`^. ^ 4 ^ ^ ' ^ ^ ^ O 4i .a cd ^ v^ p > y ^ C ^ ^ L atl cd at ^ ^ ^ „^ ;,^ a. w ^ v v '^. o ^ O b u a c ^W^ b b.[ ^ ^^ ca y O ^.^„ • i•+ C .`^ e~v 7 ^7 C O 4 .> > td "' .n v^ v, ^ U^ O O v a^ a^~i e ó^ ^ÚOOxw>áw^^^^-, ^,qW ^ 131 claramente quiénes son los que llevaban a cabo las nuevas roturacionés. De modo que las afinidades que a lo largo de estas páginas han venido manifestándose, obligan a hacer un replanteamiento del estudio de la estrucrura de la propiedad. Síntesis de la esttuctura de la propiedad: las dualidades residente/ausente, libre/vinculada El análisis hasta aquí realizado de la propiedad de Carmona en el An ^ guo Régimen, nos ha llevado a la conclusión de que las diferencias existentes en las estructuras agrarias están mucho más relacionadas con las categorías de propiedad presenteausente, y propiedad libre/vinculada, que con los estamentos tradicionalmente considerados: eclesiásticos, seglares y comunales. Y para obtener una visión más completa de la situación real de la estructura agraria en -1755, se hace necesario, a modo de síntesis global la consideración final de estas dos categorías de propiedades, haciendo caso omiso de su estructuración estáme ntal. El estudio de los valores recogidos de los cuadros II.21 y II.22, nos lleva a'establecer las siguientes conclusiones: En primer lugar, destaca la escasez de tierras no enajenadas y libres: ní siquiera alcanza el 15 por 100 del término. Y no hay que insistir que ésta es una zona a ^rícola por excelencia. Así pues, justo es reconocer que los ilustrados del siglo XVIII se quejaban con razón cuando aducían que, dada la escasez de tierras en el mercado, consecuencia a su vez de la desproporcionada cantidad de las que se encoñtraban vinculadas, se alcanzaban precios muy elevados en las ^ompraventas de fincas (65). E ^ta carestía de la tierra agrícola supone diversas y graves derivaciones. No se tratá ya únicamente de que la adqui(65) «Que las tierras han llegado en España a ^ n pré^io escandaloso; que este precio sea un efecto natural de su escasez en el cómertio, y que esta escasez se derive principalmente de la énorme cantidad de ellas que está amortizada, son verdades de hecho que na necesitan demostración.» Jovellanos, G. M., Injorme tolire !a Ley Agraria, Editión de J. Lage, Cátedra, Madrid, 1977, 332 páginas, en pág. 212 y en general págs. 209 a 243. S 132 Ó É fy, f1, ^ 00 M `Gf G^ M Vr ^^ ó m ^ G\ ^ ,^"' M N r+ n V1 N tl ^ ^ . ^ `O' ry ^ ^ O ^ ^ ^ M I^ ^ ^ ^ o ^i N ^ ^ ^ z^ ^ ^ -' ' 4^ ^ M .G ^ ^ N N m^ ó `^ O ^ ^ °° ^ ^Q' r+ N r ^ M V^ ^ Ñ ^ ^ N ^--i ^ ^ ^ .-. `C' v^ Z^ m^ m M ^ ^ ^ ^ ^ _ ^^ ^ ^ ^ v^ O M ^--^ m v o o ^ 0 0o ^ ^ ap . ^ és ^ r. ap tl N m M ^ N M ,r b^ ^ ^^ ,, 2 4^ _ G^ ^ o ^ ^ m m ^ v^ ^ o '. ^v-^ y V1 ^ N S`. M Vr ^ I^ M ^ ^ V M M ^ v^ ^Y' ^ ^ ^ ^ ^ O .,,^ 00 N ^ ^ M •-+ ^--^ N `C' G^ ^^ ^L ^ N ^C Vr .-i N .-+ Vf `C' ^ Ó ^ v'^ ^ ^ ^ O er O .^ ^ ó^ 2 á ^ N n O 00 ^--^ O ^ ^ c^ .^ Ó ., ^ ^ v Ó E ^ T Ú r-^1 r--I ^^ p N C L ^ W _^ u t ^ 7 l^ y (d ^ 4 ^ V C N ^ ^ ^ a ^.^+ ^ ^ ^ ^ ^ Ñ 4 ÑW ^ ^ E^ E° O v L ei ^ 4 o ^ 4 v ,^ ^ C N ^ ^ V C ^^ L •^ x Y ^^ xz ^ v wAw 133 sición de tierras quede restringida a quienes poseen grandes cantidades de dinero, o que a los braceros les sea practicamente imposible el acceso a la propiedad, sino que además afecta al desarrollo general de la producción agrícola. A1 alcanzaz la tierra precios tan elevados puede así mismo provocaz, en primer lugaz, la inmovilización de importantes capitales, cuando esos capitales estarían haciendo falta ya en el desarrollo industrial del país. En seguñdo lugaz, que los beneficios adquiridos en el sector agrícola sean proporcionalmente más bajo que los obtenidos en otros sectores de la producción. Y, en tercer lugaz, como consecuencia de lo anterior, la descapitalización del campo, ya que sus propios beneficios van a pasar a capitalizar ocros sectores más rentables. A partir de aquí se entra en un círculo vicioso, pues al descapitalizarse el çampo, lógicamente sus rendimientos te_nderán a disminuir aún más. Si ésta es la situación de un municipio con absoluto predominio de las tierras cultivadas (86,55 por 100 del terrazgo),, qué cabrá esperar en aquéllos otros donde sea mayor aún la proporción de tierras incultas... , ^ En segundo lugar, hay que señalar la importancia de las tierras en manos de propietarios , absentistas: algo más de1 60 por 100 del total considerado. Es éste un valor considerable, y supone_ que los beneficios de cerca de 70.000 fanegas, en su mayor pazte, las mejores tierras de cereales, no revierten en los vecinos de Carmona, sino que aprovechan a terratenientes absentis ^as, conventos y nobles, con residencia eñ la cercana ciudad de Sevilla. Gonxález Jiménez, a partir de las rentas de trigo y cebada de forasteros y vecinos, concluye que, en funcióñ de estas rentas, en torno al 72 por 100 de las tierras de labor pertenecían a propietários no residentes, a p^rincipios del siglo XVI (66). Aunque él no pudo confirmar con más precisión esa cifra, ya que carecía de información acerca de la extensión de las fincas, dos siglos más tarde sabemos con certeza que la propiedad absentista poseía en Carmona el 66,63 por 100 de las tierras de labor. Consideramos, por su importancia, en tercer lugar, la fuerte desproporción que existe entre las dimensiones medias de la (66) González Jiménez, M., E! Concejo de Carnrona..., op. cit., pág. 125. 134 propiedad absentista o vinculada, por una parte, y la residente o libre, por otra. Tanto la propiedad vinculada como la absentista están constituidas por un número reducido de personas (36,4 `por 100 y 17,5 por 100, respectivamente), pero gozan de cantidades importantes de tierras (85,4 por 100 en el primer caso, y el 60,6 por 100 en el segundo). En consecuencia, obtienen propiedades medias de considerable extensión. Por el contrario, un elevado número de individuos engrosan las filas de la propiedad libre (63,6 por 100) o la residente (82,5 por .100), pero poseen menos tierras, y, en consecuencia, la propiedad media que cada uno de ellos disfruta es de reducidas dimensiones. La desproporción es grande entre la propiedad no residente y la residente en Carmona: 352 y 49 fanegas, respectivamente, pero es aún mayor entre las tierras vinculadas (280 fanegas) y las libres (27 fanegas). Sin embazgo, no se da una correlación entre concentración de la propiedad y concentración parcelaria, o dispersión de la propiedad y fragmentación parcelaria. A la mayor dispersión de la propiedad. (tierras libres con 27 fanegas por término medio) corresponde la mayor concentración parcelaria, con sólo 2,4 parcelas por propiedad. Entre los propietarios no residentes y las tierras vinculadas la relación es de 4,8 y 7,1 parcelas por propietazio, respectivamente. La explicación de esta situación, especialmente en las tierras vinculadas, hay que verlas en el hecho de que estas propiedades se han ido formando por sucesivas donaciones o anexiones al vínculo inicialmente constituido, y de ahí su mayor fragmentación paisajista. Finalmente, no podemos pasar por alto la incidencia que esta estructuración de la propiedad tiene en la distribución de aprovechamiento (véase cuadros II.23, II.24, II.25, y II.19). Entre los terratenientes absentistas (cuadro II.24) podemos hablar practicamente de un monocultivo cerealista: el 91 por 100 de sus .tierras son de labor, el 7,5 por 100 está dedicado a olivaz y ya cantidades inapreciables a los restantes aprovechamientos catastrados en el municipio. La situación es muy similar en las tierras vinculadas (cuadro II.25), aunque, al haber sidó incluidas entre ellas las tierras comunales, baja, proporcionalmente, la imporcancia de la tierra de labor, pues un 10 por 100 de la superficie de este grupo es cubierto por dehesas y pastos. 135 ^ ^ o 2 i V O m O ' v1 O r^1 rn N op r^ v> ^O• 1^ ,--^ v^ ^ O ^ ^^^ ^ ^ ^ M ^ ^^^v o°o ^á N '. O ^' O ^T ^1' CT CJ .-^ Ki 1^ '. 00 N ^ in ^j ^n v^ ^^Ñ^ I I Ñ^ I I I I I^ ^ ^ ^ ^ ^ M p^ N 0p ^ V1' • ^ M ^^^ O Ñ I^ I I O I I I ^. ^ ^ ' ^ W ^ v y 4 M N ^ I^I 0 Á C rL dl ^ ^ y n ^ ^ M ^ A v r ó b ,n i O ^°o m°o „N„ ^ cMV ^^ ^ ^ ^ ^^ y ^ •á ~ ^7 G^ N G^ V^ ^ ^i ^ V' v^ ^ G^ M N O G1 O N^• 00 00 • py N O r^ ^?' G^ G^ O ^•n v^ v-^ r^ .-• r^ ^^ V^ O V' G^ ^ N O^n ^?' O^ ^ `C N G^ ^^ 00 O G^ ••-^ ^ 00 V1 ^Y1 .r tY1 Vr N ,^ ^ 00 V\ .•-^ p .-^ rY1 .-. Ó á^ ° ^ ^ ^ ^ ^ v a. v o ^ -O ^ ^ ^ 'a C u •y . ^ t^^ ,, ^ ^ ó o ,, ^ ^ 4 v ^ L+ ^ b ^n ^ y v^ O v a^i ^^ ^^.`^. O V e:o a ^ Y M O ^ ^ ^ [-^UOOxw>aii,^F^-'F^ wAw C TJ •^ 136 ,^ ^ ry ,^ ,n ld C a~i p'^ :á 7 ^'C ^ e^á ^ ^ ^^^ + O N ^.^+ ^ 0 0 ó 0 ., u ^ V O z 0 0 ^ 0 .^ .-^ 0 0 ó 0 '. 0 0 d 0 r. 0 0 ^ 0 r. 0 0 ^ 0 0 0 ó 0 .^ .^^ 0 0 0 0 0 0 0 0 ó d d 0 ó 0 0 ... r, ,^ r.. 0 0 ó 0 0 0 ó 0 .^ oooc^ _^ ^ ^ ^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ óóó`^ H ^1 m ^•-1 ^ ti^ ^ ^oN I I^^ I I I I I^ ^ ^ ^ ^ m^^^^ I^ I I ^ I I I M ^ ^N v^m N o^ o V o I I.I I M M^.,^^oooN ^° M M I^ K^j M,.^.^ p„M,,,f G^^ ^^O O ^1' M ONN CT O n M O O N.. O Ó N O N O v^ N O .-. ^ N v ^ ú ^+ ^ ^ 0 b ^ y ^^ .y ó' `^ ^C (7 ^d o ó v ^ -^ 4 v O ^ ^ 4 C a^. . v .b +^ .^ ^ y 7 ^ ^^ v^ O fn y l6 ^C ^ [-^ c^ O Óxw9á^. O ár a~i ^ ^ v v ^ .4 ^ ó p°Q i 4 C ^^•O U c •^ L v á 8$ wÁw 137 ^ N in o0 tl V1 r^ V^ N M O ^ I V .r ,..^ I V^ ^ N Vr M ^ M Z i V ^ ^ ^ `^ 0 ^ G^ 1^ O V'^ ^ V'^ N MN^III^IIIIII^ N ^--i N .r 'r V' 1^ ^Y' N C^ i G^ ^ N N 00 QO ^ ^ C ^ 7J y m ^ ^ .r N .-+ I^ I ^ I I• I I I I Ó M N G ^ ..C u y v ^ . ^ ^ ^^ N .^ ^ ^ y á ^ :a^ ^ y b ^ ^i ^ O ^ `C' ^^ó I N°° I^ I I I I^ O ef1 ^ 00 N ^ 00 00 ^ V^ O 00 N Vr N I^ N N^^--^ ^^ ^ V1 00 U ^ b ^ b^ ^ ^ 4 00 ^ N • %^ Q V 00 ^ a0 V'^ I^ V'^ N N V' ^ N.--^ 00 G^ 00 M Vr ^Y' ^^Y' O^t Vr N V^ V' C^ Kl M I v^ ^. V^ N I^ .-^ cYl ^ .^+ N ^ ^ ^ ^ '-+ cY^ ^0 ^ ^ ^ a ^ ^0 ^ h ^ 1.^ l0 ^ N ^ . . -> O ? ^ ^ ^ 7 ^ _ ,31 C_ O ^ O > ^ ce C ^ C ...a 4 ^ O^ C ^ C O ^ . t ^ ^ ce ca ,^ Vf Vf 4 ^ ^ ^ C C V ^ y •,^^n •,ñ ti v ^. -v o -á .$ v ^ 7 -° ^^ ^ yO N ^ y y ú n a.^tr ^ .^ `' ^ L ^ v O ^ ^ b u á e m",°o UG• v w G! Ó•. ^^ •.^ C'7 C `^ • ^ O C~i Ñ G^~i [-^VOO^w>a.a^E•FÉ-• 138 ^ v 8 ^ Ci A W 0 0 ó 0 0 0 0 0 ó ó 0 0 ,^ .-. 0 0 0 0 0 0 dó ó ó 0 0 0 '. 0 0 j 0 0 0 0 0 ó'ó 0 0., 0 0 ó 0 0 0 ó 0 r, 0 0 ó 0 '. oooo.-^ 00000 I I O O O O N O O O O .--^ .--^ ^--^ ^--^ C\ ^^Ñ I I I M I I I I I I^ ...^ ^--i M ^ fi ^ ^0 h `^ OÓ OÓ I.r I I^ I I I I I I^ M ^ M `V' M ^.-^^ ^ .^ ^ ^ O V O ^T^T`C'.^ V^O N ^ ^ ^ I ^ ^^ C oD^t G^OOV' ^ v^ ct'it^N ^m0 OMV'^p00 N ^ v'^OVr O ^ÓV'^ÓOÓó I óÓÓÓÓó , O (1 N v ^ ^ O ^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^^ •^ •^ ^^ t0 ^^ tt7 .^ O 4 C! C O ^ .^ O ^ 0 ^ ^ v^ óc .^ ..^ w c^ cd C C v v ~ í^.1 -^p ^ ^ ^ ^ ^ C ^ ^y^ 1y 1y ^^ O y y N v, f..^ •^ f6 f0 I.r v a• ..^. y v .y Q ^ ^ v ^ ^ O ^ ^ ^ a ^ W ^ td •o V C •^ v ^ Q 4 ^ t^i 4 > ^ C iC v^ ._ ^ ^ O Ñ 4J Y FcgOOxw>aii,^Ñ^-^+^ O ^ g^ ^ w ^^w 139 $ ^ V m ^ ^ ^~ Ñ ^ ^ ^ O^ í^n .-^.. ^ : .^. ^J m Í^^ ^ m G^ ^ r^1 ^ ^ .^l ^ n^--I 00 ^ ^ oo K? ^ M Ó ^ G^ ^ ^--^ 1/1 M N a0 ^-' I n o m o ^ V ^^^ `C' I ^ ^ ^ Jn r^ ^' ^^ O ^ ^ ^ O o M G^ 1^ N O ^ ^ ^ 00 N 1V'r ; N N ^ M N ^ C ^ 00 ^ .v ^ y-^ ~ I ^ I I I I I I ^ M M M M ^n O^ V! O t^ O O O--+ ^ G^ v^ ^? ^ I `^f G^ ^ ^ ^^ ^ O,nVr OÑ I I I I^ O ap^, ^ ^ ..^ v iy' ^ Vr ^-^i O ^ u ^ a• ^ ^óv^.m^ó^óó^^^ ^^ . •y ^ O ^ •' Q ^ ^ ^ ^ V y ^ ^ _ ^ '--^ N O ^ m ^ ^ M O M,^ 1^ ^ O"'' ^ Vr ^ M v^ ^ ,^ ... r^ ^ ^-. ^` m ^ Ñ '. ^?' Ó Ó ^Y' ^ ^ ^ c^! ^ ^ ^ x < ^ c 0 E ^ v_ ^ -v ^ c v y ^ W ro W ^ c`d ^ p ^ ^ C_ p D p c0 ca ^ O n ^ ^ 7 ^ p ^-y ^ . cd 4 p cd cd .y Ó' - tn ^ y cd ^cd D ^ C C ^ y ' ^ H -p , ^ ^p ^ yN .^O C ^ ^ ^4 • i. > . y Í^ 4/ ^+ h 4, C .^ N v, ^ ^ t^ c^ C 7 7'C ^ C O a a v ^ a~i p • [-^UOÓxw^aw^FF^F 140 `^ Í. ^ v ^ 'á o ^ b ^ 4 c ^ " ,°o U a •^ v í^+ p y ^^ p.AW 0 0 0 0 0 0 ó ó ó 0 .^ 0 '. .^ : V 0 0 ó 0 ... 0 0 ó 0 .^ 0 0 ó 0 r. ...^ g ^ 0 Z 0 0 ó 0 '. ^ 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 ó ó ó ó ó ó 0 ..0... 0 ,^ 0 .^ 0 ,^ 0 ., ^ o00o r^ ^°^ ^ ^ ^° ^ ó ór,ó .^ r. r-.ó ^ r, a`^o ó ^ m ^--1 ^ ^ ^^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ N ^--^ N ^' ^ R ^ v h ^TNN I K1 I^ I I I I I I 'Y1 W C^ N .^ ^ n o o r^ r^ o 0 w 4^. ^ ^?' ^ ^' ^^^^C' I o^0 ó ^ ^^ Ó I I I I ^ I^ N V' v'^ ^ v^ 00 ^ O O^^ 00 O N^--^ ^ Vr O N m N ^ O CT OO Ó O O G^ Ó Ó O Ó^1' O O ^ Ó G^ n .-+ a ' O ^ ^C ro ^+ ^ ^C ,y v' O > O tC id ^ H H 4 V ^ ^ ^ C ^Q ^ ^ . . ti ^ p ^• ^ v h N w v.^C C ^ c ^ ^ .S ^ ^ ^ y C " ^ H ^° ° `^ ^ .. ^ -^o N ^: ^ ^ ^ v ó'^ '^ ^^ '^ ^ ^ ó v á, á F^ VOO^w>a,'w"^ ^-•E-^^ `^ ^. L ^ ^ ' ^. o ° 5 ^ á ^ W C U c ^O ^ ^ ^ ^^ wAw 141 Sin embargo, en términos absolutos, la importaticia de la tierra calma no decrece, sino que por el contrario se acrecienta: 84.116 fanegas, esto es, el 90 por 100 de las tierras de labor están vinculadas. Por s ^ parte, como ya ha sido p ^esto de. manifiesto en anteriores análi ^is, hay una relativa mayor diver^ificación de ap'rove^hamientos en la propiedad residente (cuadro II:23) y la propiedad libre (cuadro II.19). Los cuhivos de re^adío son relativamente si^nificativos. EI olivar juega un papel pré^ominante eñ estas tierra^, y sobre todo, en ellas se Ileva a ^abo los núevos plantíos. Finalmente, desciendé la aien^ión pres^ada a lo^ cereales, con el agravante de .que las tierras cultivadas por la propiedad libre en pocas ocasione ^ se califica como de primera calidad. Este hecho, qUe ya ha sido comentado al ánálizar la situación de las tierras seglares vecinales, poñé dé riianifiesto, uña vez más, la reIación q ^ e exi ^te entre tierrás segláres vécinales y tierras libre ^ . Así^ pués, a lo largo de e^ta expósic.ióñ, hémós apréciado ^ na coirecta relación entre las siguientes va^iábles: vecinál absentista libré ^ viticulada ^ E^ decir, que las tierras disfrutadas por los vecinos de Carmona ^on, en su mayor parte, tierras librés y con ^ti ^uyen el grupo más desfavorecido, por su poca éxtensión, bája calidad y gran dispersión; mientras que las tierras vinéuladas lo éstán en manos de terratenientes absentistas, son lás más extensas, las de mejor calidad y se las reparten entre un corto número de^. individuos. 3. TIERRAS EN ARRENDAMIENTO Y GRANDES ARRENDATARIOS Arrendamiento de tierras eclesiásticas Como es sabido, en el Catastro del Marqués de la Ensenada sólo constan los arrendamieñtos de las tierras eclesiásticás. Él análisis que hacemos de las cierras arrendadas es, pues, un análisis parcial, por cuanto que existe una importanté laguna 142 informativa; pero como las fincas de la gran propiedad nobiliaria absentista (y probablemente arrendataria) poseen unas características similares a las de los grandes eclesiásticos (en extensión, siruación, aprovechamientos y sistemas de cultivo), cabe pensar que su arréndamiento se haría en las mismas condiciones que el de las tierras eclesiásticas. La mayor parte de las tierras eclesiásticas se explotan en arrendamiento. De un total de 58.217 fanegas, se arriendan 46.131, es decir, prácticamente el 80 por 100 de su riqueza territorial (cuadro II.26). Con relativa frecuencia se registran arrendamientos de parcelas de reducido tamaño: concretamente hay azrendadas 21 parcelas de menos de utia fanega de extensión, y 100 parcelas con menos de 10 fanegas. Peró en relación a los valores globales que han sido considerados en las páginas anteriores, la tendencia que se manifiesta és que preferenfemente se arriendan parcelas de grandes diménsiones. CUADRO II-26 Tierras arrendadas ^ Tierras azrendadas Tierras eclesiásticac Superfrrie 46.131,37 58.217,40 ^ 79,23 100 N.° Parr. 392 1.752 ^/r 22,37 100 Pc ^ Med. Mrdiana 117,68 33,23 39,25 4,00 Fuente: Catastro del Mazqués de la Ensenada (Cazmona, A.H.M., LRR). Datos: en fanegas. Elaboracióa: propia. Los aprovechamientos a los que se dedican las tierras arrendadas son recogidos en el cuadro II.27. Y a la vista de la información que en el mismo se contiene, parece preferible hablar de «aprovechamiento», y no de «aprovechamientos». El 96,38 por 100 de todas las tierras arrendadas se dedican al ^ ^ltivo de cereales; que en nuestro caso, en el caso de Carmona, significan rotación bienal y producción de 4/5 partes de trigo y 1/5 de cebada y semillas. Como consecuencia de esto, si bien como término medio se arrierida el 35 por 100 del te- 143 ^ .^^mov,.. V^ v^ v^ N loiilll f^ Vr n ^-r M O N 00 v^ .• V' .--^ 1^ n N 1^ N v^ N ^ O 1^ Ill^llllllm O r 1^ M O O N 0p I M I N I IIII 00 O G^ O V^ 1^ ^ r^ O ^ rn I N r ^ .-. ^ ti C ^ v^ O ^ N V'^ ur" Vr v^ m I N '-+ Kl N N ^ I^ I I I I ó N^ O Vr CT u'^ I^ 'Y1 1^ Vr N^ N V1 N v ^C' O '^n ^V .^ V'^ V1 V1 1^ ef1 O Ó^?' O O V• G^ I^ N M I^ '-+ 00 M 00 ^-! ^ ^ ^7' ^-+ I m N 4J > N 00 V' ^D O ^ 00 00 '.r ^ n tt1 Q ' ' ^, 7 ^Q ^ 0 ^ ^a o ^^ . i ^^ p :ti ^a ^ yo t y • -Ci ^ t^ ^ y ^ ^s ^ ^- ^ . ^^^ ^ í^ O •^ ^ ^ -o ^ .^ ^ ^ ^c^ ^ ;o v ^ ^ ^ ^ ^ O ^ Q ^ ^ ^ ' ^ C ^ ^ ^ ^ ^ y ^n 1p - U e ^ (O Ir y ^ ^ ^y ç 4 ^ ^ ^ , ^ L ^ ^I .^ .^ ^ y W ^ F^VOÓxw>áá^f+E^t^ w'^w 144 0 0 ó 0 r. 0 0 ó 0 .. 0 0 ó 0 r, I I I 0 0 ó 0 '.. 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 ó ó ó ^ ó ó ^ 0 0 0 0 0r, 0 .^ r, r, '. O i V h ^ N ^ G1 1^ N .--^ 'r I ^ I I I I I I 0 0 ó 0 O O O O M O O O O N Ó Ó Ó Ó ^ O O O O r. .-+ ... ,--i I.r I I I I I I pp n N^?' G\ 0 0 ó 0 r, O M ^f ^ ñ I O I. W I I I I I I^ Kl M V^ ^ N M' M O M O N^ Kl Vr Vr G^ I^ O G^ I o' I ^ m M v o M o r. .^ I I I in v^ v^ v^ M N^ ^ o M N m ^n O o0 ^ O O N O' M N p N^ ^M Ó^ Ó Ó Ó Ó' I Ó Ó Ó O Ó ^ ^ ^ V 7 ^ O R^ O C ^ ^ 7 G y ^ cC ^ ^ C O D cC t0 v^ . ^ o O Ó O .-^ d. á .y ^ ^ v v ^ o ^ ó N b y u 4^i 4 C y ^ ^•Ó V c• ^ ^.^^ Ó Ó x w" > á w^ wQw t^á c^ ^. ^ ^CJ ^ c^á ^ u ^ ^ ; ^^ 145 rrazgo, el porcentaje se eleva hasca alcanzar la cifra de un 48 por 100 (47,66 exactamente) con respecto a las tierras de labor. Casi la mitad de las tierras cerealistas de Cazmona son dadas en arriendo. Además, no se trata de tierras de labor a secas, sino que porporcionalmente son las mejores tierras de cereales. En todo el término de Carmona, el 42,33 por 100 de la tierra de labor son de primera calidad (67). En las tierras azrendadas esta proporción asciende al 47,12 por 100, compensado por un descenso de las de tercera calidad. Este predominio de las tierras de mejor calidad está relacionado directamente con el hecho de que las tierras que se arriéndan son las eclesiásticas, y ya en ellas habíamos observado un claro predominio de esta clase en los terrenos de labor (68). Aún así, poniendo en relación el conjunro de las tierras edesiásticas con las arrendadas, también se advierte la mayor importancia --casi dos puntos de diferenciaque han adquirido las tierras de primera calidad en las fincas arrendadas. Parcelas dedicadas a orros aprovechamientos apenas acostumbran a ser arrendadas. Destacan 714 aranzadas de olivar, 502 fanegas de dehesas para pastos, 157 de tierras infructíferas, y 112 de monte, cuyo significado es mínimo frente a las 44.500 fanegas de tierra calma. De todas formas, conviene advertir que están dadas en arriendo absolutamente todas las tierras que el clero posee de pastos (502 fanegas) y de monte (112 fanegas). El predominio absoluto de la tierra calina en los arrendamientos es coherente con los tipos de cqntratos rústicos usuales en la Baja Andalucía y que ya ha sido comentado en páginas anteriores. Dado lo precario y corta duración de los arriendos, éscos acostumbran a hacerse en tierras dedicadas a cultivos anuales y no permanentes. Está siruación ha resultado particulazmenre l;rave para la agricultura andaluza, pues ha venido a incidir en la falta de capitalización de lá misma. Más arriba, y por causas diferentes, se ha hablado de la descapitalización del campo de forma genérica en el Antiguo Régimen. Los altos precios alcanzados por la (67) Cfr. cuadro II-1. (68) Cfr. cuadro lI-4. 146 tierra, a causa de su vinculación y escasez en el mercaao, se traducían en una baja rentabilidad del producto agrario, frente a la actividad comercial o a la incipiente industrial. Los mismos beneficios del sector agrario se van a canalizar hacia esos sectores. . A esta siruación generalizada en el Antiguo Régimen en gran : pane del país, viene a sumarse un aspecto pazticulaz de la agricultura andaluza La inseguridad derivada de los cóntratos anuales, o a lo sumo de cuatro años, difícilmente animazían a los arrendatarios a realizar inversiones en las tierras que contrataban (69). Si bien en el conjunto de los azrendatazios hemos observado una orientación casi exclusiva hacia la explotación de la tierra calma, los grandes arrendatarios hacen compatible el cultivo de la tierra de labor con la explotación ganadera. Ya. al abordar el estudio de la ganadería y de los principales ganaderos se puso de manifiesto que si bien no existía relación alguna entre grandes propietazios y grandes ganaderos, sin embargo, sí la había entre grandes ganaderos y grandes arrendatarios. Igualmente vimos cómo en la descripción de algunas fincas sé decía que tales tierras están cerradas y producen «Pastos sin intermissión». Pues bien, de las 9.000 fanegas de tierra de labor cercadas, 4.763 están arrendadas, y precisamente por algunos de aquellos grandes ganaderos: la Compañía, de Jesú ^, Joseph Caro Briones, o Francisco Gutiérrez Armijo, por ejemplo. A primera vista parece existir una insalvable contradicción con cuanto acabamos de decir acerca de arrendamientos de cona duración y siruación precaria de los arrendatarios, y el hecho de que éstos se decidan a invenir en explotaciones ganaderas. La clave quizás nos la pueda dar el conocimiénto de esos grandes arrendatarios. (69) Olavide en su informe sobre la ley agraria insiste en este aspecto, pidíendo que los atrendamiencos sean siempre de lazga duración (él distingue entre azrendamientos de más de cien años y de menos de cien años), y que al azrendazario se le dé la garantía de que no se le va a expulsar de las tiérras a menos que no pague o que el propierario se quiera hacer cargo de la explotación. Asimismo insiste en que los propietazios han de pagar a los arrendatazios las mejoras que éstos hagan en las fincas. Olavide, P. de, op. crt., págs. 48 y ss. 147 Los grandes arrendatarios En la relación de grandes arrendatarios de tierra en Carmona (cuadro II.28) se advierte un claro predominio de los seglares residentes en la villa (SR). De los 31 nombres que componen la lista, 23 residen en la ciudad de Carmona. Esto ya de por sí constiruye una significativa novedad en relación a quienes eran los grandes propietarios de tierra. Sólo se registran dos casos de arrendacarios eclesiásticos: el Colegio de la Compañía de Jesús, y el presbítero Francisco Navarro. De todas las comunidades religiosas propietarias de tierra en Cazmona, la Compañía de Jesús presenta unos rasgos muy peculiares, por la forma cómo lleva a cabo la explotación de sus propiedades. Merecería la pena abordar el estudio parcicularizado de los bienes de está congregación en el momento de la expulsión de sus miembros y confiscación de su hacienda, efectuada por Carlos III^ pocos años después de la realización del Catastro de Ensenada (1767). No ya por el simple hecho de conocer el montante global de sus bienes, sino también, por la forma cómo se hacen uso de los mismos. Mientras las restantes comunidades se limitan a arrendar sus tierras, la Compañía de Jesús es a la vez arrendadora y arrendataria, y además posee la tercera cabaña ganadera^ del término. Por otra parte, sólo existen cinco grandes arrendatarios que no están avencidados en Carmona: Antonio Montenegro, vecino de Sevilla; Andrés Adalid Gascón y Pedro Jinete, de Fuentes de Andalucía; Juan Ramírez Medina, de El Arahal; y Alonso González Lucenilla, de Paradas. Es lógico que los arrendatarios sean mayoritariamente vecinos del mismo pueblo. La relación que exisre entre grandes arrendatarios vecinos-no vecinos de Carmona, es la misma que hay en el conjunto: de un total de 284 arrendatarios, 41 de ellos no son residentes en Carmona (70). (70) Por su lugar de residencia, los azrendararios no vecinos de Carmona se distribuyen de la siguiente manera: ' 12 de Fuentes de Andalucía. 6 de la ciudad de Sevilla. 5 de El Viso del Alcor. 148 De forma genérica puede afirmarse que los grandes arrendácarios no son propietarios de tierra. Naturalmente hay excepciones a esta norma general: en primer lugar, la misma Compañía de Jesús, propietaria de 1.165 fanegas de tierra, pazte de las cuales arrienda a su vez (393 fanegas). Asimismo, Antonio Montenegro y Diego de la Milla Fernández de Córdoba, Marqués del Saltillo. Pero en conjunto, los grandes arrendatarios o poseen proporcionalmente pocas tierras, o parcelas de muy reducidas dimensiones, insignificantes en comparación a las que arrienda, e incluso existe quienes no poseen ni un sólo celemín en propiedad. Una interrogante plantea esta situación: ^cómo han conseguido esos individuos Ilegar a convertirse en grandes arrendatarios? ^Cómo han logrado hacer la acumulación suficiente de dinero para estar en condiciones de contratar anualmente tierras por valor de 6 u 8.000 reales de vellón? Pero hay más. Con relativa frecuencia encontramos que algunos de estos grandes arrendatarios son a su vez grandes ganaderos del término, y que son arrendatarios precisamente de las pocas tierras que hay cercada^. Esta situación --^ercado de fincas, explotación ganadera- sólo se da entre los grandes arrendatarios. Son personas que arriendan 400 ó 500 fanegas de tierras, y alguno de ellos más de 2.000, y lo hacen por valor de 6.000, 8.800 ó 10.000 reales de vellón (por ejemplo, Diego de la Milla Fernáden de Córdoba, Jospeh Rueda Porres o Juan Lasso de la Vega). A la pregunta de cómo han Ilegado a hacer la acumulación suficiente paza arrendar por tan alto valor, cabría añadir otra: ^por qué presuponen estabilidad en la explotación como para lanzarse a realizar tales inversiones (ganado y cercas)? En realidad, esta «clase de arrendatarios» está ya consolidada en 1755 y habría que remontarse a épocas precedentes 5 5 3 1 de La Campana. de EI Arahal. de Alcolea del Río. de Málaga. ^ Destaca la presencia de doce vecinos del pueblo de Fuentes, algunos de ellos unidos con clazos lazos de pazentescos: el presbítero Lorenzo Adalid, Andrés Adalid Gascón y Diego Adalid. 149 C C ^ ` nV' n (^ i ^V^Nr V'^ ^ k N^NnÑ O ^N1 G^Óe^1NNn GOOG^OG`C ín^pO0G0`P^G^C'OrlnNppV• ^no.^^Q^„n,i,_8 omm__mm^amv.^-QVVOO^..V.vN -^^SQNNN1^nOpO00G^Op0pppGOnnnNY1V^ V' ^nv^v^^P^P^p^C^S N f V r r r r.r r^ r r r O N-+ G:O fn O v.^C n C^ í \J ^ N O O °o^^lc^.^^^1 I,^^I I i I I^I°^I^I I I"I I I I I ^ NNn ^ v^ .y ^ ^ ^ ^ ^ `,t^^ ^^ w , ^ C^^CÓ^ÓV'^ WOON^^^C n^R 00 G^O^N O pOV' 0^0^00 NV' OQ^ aD0 ^+'OON^n íC^Onn v^^p^0 •nnRM OON^O C^NV^ í 00 O O v^ V'' O`0' C n V' v^ V' r+^ N Q d' T`P e^ v^ n V' M.^i In rri T r+i ^ri N.^i ^ ° w 6 ^ O ^ ^ ^^ ^ b `^ ^ `y Q `^ 5 ^ á ñ V^ ^^ NNN tlp ^M i M ÑyL^NN-+nn Ov^p C í ^O^ Q G^`PO^p O^^ G^^pCMr^N^O^ V ' V ' rnN v^^ O N O0^o0^ ^00^0`S G^v^ ^ p .-. ` Q ' ^prvtS v^v^QN O Ú ti . 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NNNN N NNN NNNtK1 v._, 150 paza conocer su formación, pero desde luego es evidente, que estos arrendatarios aparecen como un grupo con un importante potencial económico, relacionados por lazos de. parentesco con grandes propietazios y vinculados consaguíneamenie entre ellos mismos. De sus relaciones con algunos propietarios importacites, baste citaz el ejemplo de Juan Briones Escobedo; pues hay un Fernando Briones Escobedo que posee 2.037 fanegas vinculadas, o el de Francisco Gutiérrez Armijo, ya que igualmente un Alonso Gutiérrez Armijo posee, entre libres y vinculadas, 708 fanegas e incluso se empazentan con la nobleza, ya que no hay que olvidar que Gonzalo Tamaris Echevarría es el Marqués del Valle de la Reina, y posee 2.000 fanegas de tierra en propiedad. Pero es quizás mucho más reveladora la existencia de lazos de consaguineidad entre muchos de ellos (71). Efectivamente, llama la atención la frecuencia con que se repiten algunos apellidos, frecuencia que no puede ser espontánea ni casual, sinó que es indicátiva de un verdadero entramado de relaciones familiares (72). (71) Individuos vinculados por lazos de consanguinidad, ec,tre los 30 arrendatarios mayores: Francisco Gutiérrez Armijo y Tamarrt. Cr ^ tóbal Tamarit. Juan Romero Tamarir. Gonzalo Tamarir González. Juan Brioner Escobedo. Juan Saavedra Brioner. Joseph Caro Brronet. Francisco Ventura Caro. Juan eerrugo Caraino. Cr ^ tóbal Cararno Auñón. Juan Berrugo Morale.r. Pedro Moralet. Joseph Rueda Porre.r. Diego Rueda Porret. {72) Recieñtemente, ha sido publicado un trabajo donde se analiza los patronímicos en dos pueblos de la Baja Andalucía, aunque referido a una época más reciente de la que aquí consideramos (1860-1960): Abbad, F., Bernal, A. M., Lacroix, J., Lecordier, P., Roux, B., y Vayssiere, B.: Clar.rer dominantet et .rociété rurale en Ba.rre-Arrdalou.rie. Publications de la Casa de Velázquez. Edit. E. Boccazd, París, 1977, 184 páginas. En 1975 apazecen en Catmona algunos apelfidos de los que se encuentran presentes un siglo más tarde en Morón y Osuna, tales como Tamaris (o Tamaziz), Caro y Auñón (op. crt., págs. 161 y ss.). 151 De estas características, bien puede deducirse que no es presumible que vayan a tener dificultades a la hora de la renovación de los arriendos. En primer lugar, porque forman parte de la clase rural dominante, y en segundo lugar, porque dado lo elevado de la renta, difícilmente encontrarán competidores en el mercado. Pero si es importante que hayan conseguido continuidad en la explotación de las tierras que arriendan, para nosocros es mucho más significativo el hecho de que constituyan un grupo de cultivadores que inviérten en la explotación, en el sostenimiento de una cabaña ganadera y en el cercado de las fincas. Pensamos que la iniciativa de cer^ ar las fincas paztiría en un principio de los arrendatarios, y no de los dueños de la tierra ^Con qué intención?^Con la intención de llevar a cabo un aprovechamiento más intensivo e integral de las tierras que explotan, y de esa forma obtener una productividad más elevada que compense el valor retraido por la renta. Por este motivo, los consideramos como una clase social en ascenso (frente a los meros grandes terratenientes), preocupados por obtener el mayor rendimiento posible a las tierras, y que en los procesos de transferencia de la propiedad del siglo XIX se van a encontrar en condiciones, bien de incrementar su patrimonio territorial, bien de acceder a la posesión de la tierra. 152