Concurso Microcuentos Desastre Saltó, Saltó sin pensarlo de nuevo, sin darle más vueltas a todos esos problemas sin solución, al desastre en el que su vida se había Tornado, sin volver a pensar en esos difusos rostros que iban desapareciendo de sus memorias, excepto por uno. El frío viento chocaba contra sus mejillas mientras un lago se extendía frente a sus ojos. Pensó, una vez más en él, en lo que siempre quiso decirle, pero nunca dijo. Y se estrelló contra las aguas. Al hundirse sintió su mano rozar su mejilla, suavemente. Una última sonrisa melancólica se esbozó en sus labios a la vez que era tragada por la oscuridad. Katia Torres El Último Instante Atlas está a punto de morir; sólo son instantes antes que ambos vehículos la arrollen. Cierra los ojos y sonríe. Toda su vida ha sido un hombre de bien, de éstos que dan sin esperar nada a cambio. Quizá piense en el paraíso que le espera, quién sabe. Un hilo se rompe y alguien sonríe. Iluso, pero ¿Por qué ríes, Moira? Sabes bien que le he inmortalizado a través de estas líneas. Presencia Ausente Me encontraba fumando tranquilamente, cuando me percaté que una persona estaba recostada en la calle. Me aproxime para ver que sucedía. Cuando me acerqué, observé que el cuerpo estaba cubierto de sangre. Miré su rostro y me vi a mi mismo. Me asusté y vi como yo desaparecía en el aire. Tomás Santander Vidal Doce Hoy tuve un sueño muy aterrador. Soñé que al bajar a mi sótano veía once cadáveres dispersos. Al despertar, bajé rápidamente las escaleras. Todo estaba Bien, me tranquilicé al ver que no faltaba ninguno de los doce cadáveres. Danilo L. Carrasco El Camino a Til Til Era una mañana oscura y el cielo estaba a punto de llorar; se dice que junto a su equino salió a cabalgar. En medio del camino apareció la traición, trescientos sesenta grados de pelotón; el general gritaba <<¡Firmes! ¡Apunten! ¡Fuego!>> y en menos de cinco segundos quedó nuestro héroe sin alma ni corazón. Y todo esto sucedió camino a Til Til. José Manuel Reyes