Conducta sexual en adolescentes varones

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ARTÍCULO REVISIÓN
Conducta sexual en adolescentes varones: hacia un nuevo horizonte.
Sexual behavior in male adolescents: towards a new horizon.
Felipe Bustos A.1, Fabiola Elías D.1, Paolo Bertolini R.2
(1) Interno de Medicina. Facultad de Medicina, Universidad Diego Portales. Santiago, Chile.
(2) Médico Familiar. Facultad de Medicina, Universidad Diego Portales. Santiago, Chile.
Recibido el 26 de agosto de 2011. Aceptado el 15 de noviembre de 2011.
RESUMEN
ABSTRACT
En el presente artículo hacemos una revisión actualizada de algunos aspectos relevantes en relación a las vivencias sexuales
de adolescentes varones chilenos y su contexto en el mundo,
especialmente en Sudamérica, considerando: iniciación sexual,
conductas sexuales, pareja estable, conductas de riesgo, conocimientos y actitudes en relación al virus de inmunodeficiencia
humana, anticoncepción, y relaciones con el mismo sexo. Se discute finalmente el rol incompleto de la sociedad y de la Atención
Primaria de Salud, en la acogida y educación para una sexualidad
responsable, de los adolescentes varones de nuestro país.
In this article, we review some of the most relevant features
of sexual experiences of Chilean male adolescents - and their
context in the world, especially in South America - considering:
sexual debut, monogamy, risk behaviors, knowledge and attitudes in relation to human immunodeficiency virus, contraception, and homosexual relationships. We finally discuss the unsettled role of society and Primary Health Care System in the
response to male adolescents in our country and their responsible sexual education.
La adolescencia implica un enfrentamiento por parte de los jóvenes
a grandes cambios en el ámbito de la sexualidad, pudiendo esta etapa marcar su vida futura, especialmente al asociarse a conductas de
riesgo. Los programas sanitarios del ámbito sexual en Chile están
fundamentalmente dirigidos a mujeres, lo que junto a una tendencia
natural masculina a asumir comportamientos de riesgo, ignorancia
sobre su rol reproductivo, inicio sexual precoz y, en algunos casos,
una orientación sexual diferente a la mayoría, vuelve a los hombres
adolescentes especialmente vulnerables. Esto exige una preocupación por ellos, conociendo las tendencias actuales en su comportamiento y conducta sexual, y su compromiso con medidas de protección contra infecciones de transmisión sexual y anticoncepción, para
luego ofrecer programas dirigidos a la población que los considere
específicamente, en una atención sanitaria abierta, que les permita
educarse. Así, eventualmente podremos disminuir las conductas de
riesgo y la discriminación a la que muchos se ven enfrentados.
PALABRAS CLAVE: Conducta del Adolescente, Hombres, Sexualidad.
Several important sexually related changes must be faced by
adolescents, all of which may have influence in their future
adult life, especially when they fall under risk behaviors. Chilean health programs in the field of sexuality are mainly aimed
at women, which along with males' natural tendency to incur
in risk behaviors, ignorance about their reproductive role, early
sexual debut, and, in some cases, a different sexual orientation,
make the adolescent male population especially vulnerable. This
demands a particular care for male adolescents, recognizing the
current features in their general and sexual behavior, and their
commitment with protective measures against sexually transmitted infections and contraception. Therefore, it is necessary
to offer educational programs aimed at the general population,
which must include male adolescents. Thus, we will eventually
reduce risk behaviors and discrimination affecting a significant
portion of the adolescents.
KEY WORDS: Adolescent Behavior, Men, Sexuality.
INTRODUCCIÓN
GENERALIDADES
ADOLESCENCIA Y SEXUALIDAD
La adolescencia es una etapa de grandes cambios en la vida de
un individuo, e incluye procesos de socialización que vuelve a los
jóvenes vulnerables a experimentar situaciones sujetas a la aprobación social y de sus pares (1). Varios de los cambios son del ámbito sexual, incluyendo: masturbación, exposición a pornografía
y material de contenido erótico, iniciación sexual, reconocimiento de orientación sexual, inicio de una relación sentimental,
embarazo, situaciones de riesgo para contagio de infecciones de
transmisión sexual (ITS), y otros. Así, los jóvenes se enfrentan
por primera vez a tomar decisiones en torno a su sexualidad, que
eventualmente tendrán impacto en su vida adulta.
Quizás uno de los mayores problemas para los adultos observadores de esta situación, especialmente padres y profesionales de la salud, es determinar una edad a partir de la cual los adolescentes pueden actuar con autonomía sexual, cuyo límite muchas veces puede
ser arbitrario (1), dependiendo de la madurez individual alcanzada.
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La vida íntima de las personas ha experimentado transformaciones importantes últimamente, con cambios desde las fuentes
de autoridad tradicionales como la religión y la familia patriarcal
(2), hacia decisiones tomadas en función de la opinión y vivencias personales de amigos, así como de influencias ejercidas por
los medios de comunicación.
Efectivamente, muchas normas que rigen la vida sexual juvenil son
instauradas en fiestas o “carretes”(3), a lo que podemos agregar las
redes sociales y programas de televisión dirigidos al grupo. Probablemente esta información, que abarca al grupo más numeroso de jóvenes, podría potenciar estilos de vida sexual saludables, evitando riesgos, violencia y embarazos no deseados; sin embargo, por la dificultad
que ello implicaría, es necesario el diseño de políticas públicas enfocadas a las necesidades sexuales juveniles, lo que requiere reconocer la
sexualidad juvenil y sus derechos, con un cambio cultural profundo.
DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LA ATENCIÓN:
EL COMPAÑERO OLVIDADO
Conducta sexual en adolescentes varones: hacia un nuevo horizonte.
En Chile, grandes esfuerzos han sido realizados para implementar programas de atención sanitaria a la mujer durante el embarazo, parto y puerperio, lo que ha mejorado importantemente
los indicadores de salud (4). Estos programas incluyen además
educación sobre vida sexual saludable, medios de prevención de
ITS y anticoncepción; y aunque aún la atención de mujeres en su
vida sexual preconcepcional no ha logrado el mismo impacto (5),
existen programas dirigidos a este sector.
En hombres, sin embargo, la realidad es diferente. Los principales programas de salud sexual chilenos están fundamentalmente
dirigidos a mujeres, y son puestos en práctica mayoritariamente
por profesionales de sexo femenino, lo que eventualmente podría dificultar el acercamiento de hombres adolescentes a buscar
apoyo en su vida sexual. Asimismo, en la sociedad aún no existe
aceptación hacia las responsabilidades de los hombres en la función sexual y reproductiva, la cual ha sido atribuida predominantemente a la mujer (6).
A lo anterior se agrega una tendencia natural de los hombres
a asumir comportamientos de riesgo (7), lo que sumado a una
educación deficiente, los involucra en situaciones que vuelven
poco saludable su vida sexual. Por otro lado, si consideramos
una eventual orientación sexual que no siempre responde a los
“objetivos de conducta” definidos por la mayoría, el panorama
para los hombres se vuelve más complejo.
No obstante los cambios relacionados con la ampliación de roles
sexuales de hombres y mujeres adolescentes y, aunque fuera del
matrimonio y a edades cada vez más tempranas, aún se privilegia y
valora una forma de relación de pareja heterosexual (8). La homosexualidad es un tema aún no aceptado, y los homosexuales en Latinoamérica todavía sufren discriminación (9). La homofobia es parte integral de la construcción social de la sexualidad masculina y conduce,
en hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, a patrones de
conducta tales como inicio sexual temprano, tener múltiples parejas
y actividad sexual coercitiva y abusiva (8). Como ya lo mencionaron
Finkel & Finkel en su revisión publicada en 1983 (10), parece ser que
el hombre sigue siendo "el compañero olvidado" en el comportamiento sexual adolescente, con pocos estudios dirigidos específicamente
al tema y pocas intervenciones educativas en la sociedad.
En el presente artículo hacemos una revisión actualizada de algunos aspectos relevantes en relación a las vivencias sexuales de
adolescentes varones chilenos y su contexto en el mundo, especialmente en Sudamérica.
ARTÍCULO REVISIÓN
INICIACIÓN SEXUAL
La edad de inicio sexual de los adolescentes varía en distintas publicaciones, teniendo un promedio de alrededor de 15 años para los
hombres (Tabla 1). En todos los estudios presentados, la edad es
menor en hombres que en mujeres, excepto en un trabajo chileno,
en que es igual (13). La menor edad de iniciación sexual reportada
es en varones chilenos, con 14,3 años en el estudio de Fétis & cols.
(12); sin embargo, la Quinta Encuesta Nacional de Juventud (14)
reporta un promedio de aproximadamente 17 años, mayor a lo publicado en los otros estudios (11-13). En dicha encuesta, 7,2% de los
varones declara haberse iniciado sexualmente a los 13 años o antes,
y a los 18 años 81,5% de los hombres ha tenido relaciones penetrativas (14). Dichos resultados abarcan una muestra más numerosa,
la que podría ser más representativa, sin embargo, podrían estar
influidos por el rango etario de los encuestados, que es considerablemente mayor a otros estudios nacionales. En Europa la situación
es similar, con un rango de edad entre 13 y 17,5 años (17-19).
Tanto el inicio sexual temprano como tardío se asocian con resultados negativos a largo plazo en la salud sexual (20). Probablemente la madurez para tomar la decisión de iniciar la actividad sexual en forma responsable sea individual, pero más allá de
la preparación, cabe preguntarse qué los motiva. El amor como
razón para tener relaciones sexuales ha disminuido a través del
tiempo (8); 45,1% de adolescentes argentinos declara que las
motivaciones para tener su primera relación sexual fueron “las
ganas” o “la necesidad física” y, de hecho, 46,1% inició su actividad sexual con una prostituta (6). En Chile, la mayoría de los
jóvenes declara haber tenido su primera relación sexual con su
“pololo(a)”, sin embargo, en el 28% la primera pareja sexual se
inscribe en el contexto de un “encuentro ocasional”(14).
Ignoramos si estas motivaciones son consecuencia de la inmadurez o falta de preparación de los involucrados, o si se trata de otro
factor menos conocido. Un estudio canadiense reciente efectuado en adolescentes mostró que la baja autoestima en varones se
asocia con la transición hacia la vida sexual activa (21). En Chile,
el estudio de González & cols.(13) reveló que la edad promedio
de inicio de coito vaginal fue significativamente menor en adolescentes que tenían parejas múltiples. Tal vez la ausencia de pareja
estable, asociada causal o consecuentemente a una menor autoestima, podría instar a los jóvenes a adelantar su iniciación sexual.
CONDUCTAS SEXUALES
Un estudio de adolescentes colombianos revela que 91,1% de los
hombres refiere practicar masturbación, 67% realizar masturba-
TABLA 1. Estudios sobre edad de inicio sexual en jóvenes según sexo, en cuatro países latinoamericanos (6, 11-16).
AUTOR / PAÍS
AÑO
TAMAÑO DE LA
MUESTRA
EDAD DE LA MUESTRA
(RANGO EN AÑOS)
EDAD DE INICIACIÓN SEXUAL
(PROMEDIO EN AÑOS)
HOMBRES
MUJERES
Escobar B / Chile
2007
93
15 – 47
No incluyó
16,2
Fétis G / Chile
2008
698
14,8 – 17,6
14,3
15,5
González M / Chile
2005
159
13 – 18
15,6
15,6
INJUV / Chile
2006
6.345
15 – 29
17,0
17,9
Necchi S / Argentina
2001
420
15 – 17
15,0
No incluyó
Macci M / Paraguay
2008
336
14 – 25
14,5
15,2
Gálvez-Buccollini J / Perú
2009
793
18 – 30
16,9
18,4
INJUV: Instituto Nacional de la Juventud.
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Conducta sexual en adolescentes varones: hacia un nuevo horizonte.
ciones mutuas, 89,7% practicar coito vaginal, 64,4% sexo oral, y
15,2% coito anal (22). En un estudio similar de jóvenes españoles de entre 14 y 24 años, 21,5% de los varones declara practicar
coitos vaginales varias veces mensualmente, 12,1% coitos anales, y 12,8% sexo oral con igual frecuencia (18).
Tal como en otros países, en Chile la actividad sexual penetrativa
es mayoritariamente vaginal; 64% de los varones refiere que sus
relaciones han implicado sólo esta práctica, mientras que 30,8%
declara haber experimentado penetración vaginal y anal (14). En
cuanto a hombres que aún no han iniciado relaciones penetrativas, 74,4% declara haber practicado “besos con lengua”, 19%
“caricias genitales” y 3% sexo oral, siendo esta última práctica
mayoritaria en el grupo de 15-19 años (14).
Conocer las conductas juveniles es necesario al diseñar estrategias de prevención y políticas educativas a nivel poblacional,
aunque en Atención Primaria el enfoque debe ser individual.
PAREJA ESTABLE
El paso de la vida juvenil a adulta puede involucrar matrimonio
o diversas formas de convivencia o cohabitación (2). Antes de
llegar a formalizar una relación, los adolescentes se enfrentan a
situaciones en las que comparten su sexualidad con otra persona
que cumple el rol de pareja, lo que podría reflejarse en sus conductas sexual y amorosa futuras, sobre todo si se asocia a conductas de riesgo. Las cifras de pareja estable reportadas por diversos
estudios son similares entre sí, como revisamos a continuación.
En un estudio realizado en jóvenes chilenos de entre 14 y 15 años,
65% refiere tener pareja, con un tiempo promedio de relación entre 0,2 y 2,6 años (12); en otro estudio chileno, 55% de los jóvenes
sexualmente activos tiene pareja única (13). Según la Quinta Encuesta Nacional de Juventud, 66,5% de los hombres ha mantenido relaciones sexuales en el último año sólo con una persona, y
65,1% tuvo su última relación con su pareja habitual (14). Por otro
lado, en adolescentes colombianos, el 52,7% mantiene una relación de pareja estable (22), mientras que un estudio español informa que el 53,6% de los varones tiene una única pareja sexual (18).
CONDUCTAS DE RIESGO
Al evaluar la sexualidad de los adolescentes, la principal preocupación que atañe a los profesionales de la salud, es que aquéllos
puedan involucrarse en situaciones de riesgo, tales como: presencia de múltiples parejas sexuales, coito desprotegido y sexo
ligado a consumo de alcohol y sustancias ilícitas, entre otros.
En un estudio que incluyó 159 adolescentes chilenos con una edad
promedio de 15,6 años, y asistentes a consejería en sexualidad (13),
36% presentaba conducta sexual de riesgo (coito no protegido o Petting III), y 30% otro riesgo asociado (consumo o abuso de sustancias,
deserción escolar, abandono de hogar). La incidencia de conductas
de riesgo fue significativamente superior entre los adolescentes
sexualmente activos al compararlos con aquéllos sexualmente inactivos (55 y 19%, respectivamente). Entre los adolescentes sexualmente activos, el 29% declaró tener múltiples parejas (de 2 a 60).
En un estudio colombiano de 300 adolescentes, el 19,6% de los
sujetos reconoció haber sido infiel en alguna ocasión a su pareja estable y 71,9% de ellos no utilizó preservativo en esa relación esporádica. Del total de los jóvenes incluidos en el estudio,
41,6% cree haber realizado alguna práctica de riesgo, pero sólo el
47,1% estuvo preocupado por la posibilidad de haber adquirido
una ITS y 11,8% se realizó pruebas diagnósticas (22).
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Una encuesta realizada a 330 jóvenes estadounidenses que habían tenido penetración vaginal en su última relación, reveló que
32% de ellos había consumido alcohol en esa oportunidad y que
39% tuvo sexo desprotegido (23). Similarmente, un estudio que
incluyó 793 jóvenes peruanos, revela que el 12,2% de los varones ha tenido sexo bajo la influencia del alcohol con una pareja
casual, trabajadora sexual o persona del mismo sexo, y el 2,2%,
bajo la influencia de las drogas. De los varones que refirieron tener relaciones con trabajadoras sexuales, el 84,1% declaró utilizar siempre preservativo (16).
CONOCIMIENTOS Y ACTITUDES EN RELACIÓN AL VIH
En un estudio de adolescentes en Colombia (22), 34,3% sabía
que puede infectarse de VIH si practica sexo oral, sólo 50% conocía el riesgo del sexo anal y el 63,8% declaraba que las masturbaciones mutuas no constituyen una práctica de riesgo. Del
mismo modo, un 37,8% conocía que el VIH no traspasa el preservativo, 50% reconocía el riesgo del líquido preseminal, y sólo
un 23% el asociado a lactancia materna, mientras que más de la
mitad aseguraba que el VIH puede transmitirse mediante el sudor y picaduras de mosquitos. Según el mismo grupo, el 38% de
los afectados por VIH serían toxicómanos, 35% homosexuales
y 30% heterosexuales; y aunque los encuestados consideraron
que la sociedad debía ser más comprensiva y solidaria con ellos,
únicamente el 78,1% cuidaría de un amigo infectado.
La Encuesta Nacional de Juventud (14) menciona los conocimientos de los jóvenes sobre vías de transmisión del VIH: de los
hombres, más del 70% reconoce las vías sanguínea y sexual sin
uso de preservativo, y menos del 10% menciona vías incorrectas
de transmisión. No conocemos estudios chilenos que aborden
este tema específicamente en adolescentes.
Hasta el 2010, en Chile se habían notificado 24.014 casos de
VIH/SIDA, con un aumento en la tasa de notificación entre 0,1 y
4,1 casos por cien mil habitantes, correspondiendo más del 80%
a varones, aunque la razón hombre:mujer ha ido en descenso.
Cabe destacar que el grupo etario con el mayor aumento en las
tasas de notificación ha sido el de entre 10 y 19 años (24). Considerando estas alarmantes cifras, la educación sobre medidas de
prevención en adolescentes es fundamental, pero para esto, la
implementación de políticas poblacionales requiere de estudios
que evalúen el conocimiento de los jóvenes sobre la enfermedad.
ANTICONCEPCIÓN
La Tabla 2 muestra el uso de algún método anticonceptivo
(MAC) en la primera relación sexual de jóvenes adolescentes latinoamericanos. Aunque las cifras varían, se observa una preferencia general por el uso del preservativo en su primera relación
sexual, aunque ésta tiende a ser mayormente desprotegida.
Un estudio realizado en varones estadounidenses de 15 a 19
años, muestra que 71,1% usó preservativo en su primera relación sexual; la probabilidad de uso consistente de preservativo
fue sólo la mitad en hispanos respecto a blancos (26).
En un estudio realizado en 698 estudiantes de enseñanza media de
la Novena Región (edad promedio 16,2 ±1,4 años), de los que 17%
presentaba vida sexual activa, 51,2% declaró utilizar algún MAC. De
las razones de no uso, los jóvenes refieren: relaciones sexuales imprevistas (51,6%), "no se les ocurrió" (26,2%), falta de conversación con
la pareja (21,4%), percepción de invulnerabilidad frente al embarazo
(16,4%), y vergüenza de solicitarlos o falta de dinero para adquirirlos
(10,7%) (12). Sobre lo mismo, un estudio colombiano agrega: dificul-
Conducta sexual en adolescentes varones: hacia un nuevo horizonte.
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TABLA 2. Estudios sobre uso de métodos anticonceptivos en la primera relación sexual de jóvenes latinoamericanos (6, 12-14, 25).
AUTOR / PAÍS
AÑO
TAMAÑO
MUESTRAL
EDAD
(RANGO EN AÑOS)
SEXO
DE LA MUESTRA
USO DE UN MAC
(%)
MAC UTILIZADO
(%)
González M / Chile
2005
159
13 – 18
Hombres y mujeres
25
No mencionado
Necchi S / Argentina
2001
420
15 – 17
Hombres
89,3
Preservativo (79)
Coito interrumpido (11,6)
Fétis G / Chile
2008
698
15 – 18
Hombres y mujeres
37
Preservativo (79,5)
ACO (10,8)
Coito interrumpido (8,4)
INJUV / Chile
2006
6.345
15 – 29
Hombres y mujeres
44,7
Preservativo (88,1)
ACO (14,7)
Coito interrumpido (1,3)
Cutié J / Cuba
2005
612
15 – 19
Hombres y mujeres
32,6
Preservativo (84,5)
Coito interrumpido (15)
MAC: método anticonceptivo; ACO: anticonceptivos orales; INJUV: Instituto Nacional de la Juventud.
tad para obtenerlos, disminución de sensibilidad y miedo a una posible rotura; estos mismos jóvenes, entre las principales ventajas asociadas al uso del preservativo destacan: "prevención de ITS" (88,3%),
"prevención de embarazos" (84,3%), "higiénicos" (50,8%), "fáciles de
conseguir" (38,5%) y "sin efectos secundarios" (35,2%)(22).
En la Quinta Encuesta Nacional de Juventud, el 76,9% de los varones reconoció como objetivo de usar el preservativo en su primera relación sexual la prevención del embarazo, y sólo 14,6%
lo señaló como modo de prevenir el contagio de VIH/SIDA (14).
Sobre el uso de otros MAC, la Tabla 2 muestra que el coito interrumpido tiene un lugar importante en los métodos preferidos por los
jóvenes, pese a que es conocida su escasa eficacia (27). En Chile, el
69,3% de los varones declara haber utilizado algún MAC en su última
relación penetrativa; nuevamente es el preservativo el método preferido y los ACO desplazados a un segundo lugar, sin embargo, aparece
el dispositivo intrauterino como el tercer MAC más utilizado según
los varones y el coito interrumpido queda muy por debajo (14).
Sobre anticoncepción de emergencia, en Chile no existen muchos
estudios publicados. Uno de ellos describe el perfil biosocial de
93 mujeres que solicitaron anticoncepción de emergencia en un
consultorio de Santiago entre 2006 y 2007, informando una edad
promedio de 15,1 a 32,1 años; más de la mitad eran solteras, sin
pareja estable y sin trabajo remunerado. Las principales causas
de solicitud fueron una relación sexual no protegida, seguido de
rotura del preservativo, olvido de la píldora y abuso sexual (11).
No conocemos a la fecha trabajos publicados que se refieran al
rol de los varones en relación con la solicitud de anticoncepción
de emergencia por las mujeres.
RELACIONES CON EL MISMO SEXO
En Chile, en prácticas que no involucran genitalidad es mayor el
porcentaje de varones (7,2%) que declara haberlas experimentado sólo con su mismo sexo, mientras que en prácticas como
caricias genitales y sexo oral, las mujeres lo hacen en mayor
proporción; en todas las prácticas precoitales son más mujeres
las que declaran haberlas experimentado con ambos sexos; por
ejemplo, 3% de las mujeres declara haber practicado sexo oral
con ambos sexos, mientras que en hombres esto no se produce.
En relaciones sexuales penetrativas 6,2% de los hombres declara
haberlas tenido sólo con su mismo sexo y 0,7% con ambos (14).
Los adolescentes homosexuales constituyen un grupo muy vulnerable. Primeramente, en Chile la vía homosexual sigue siendo
la más declarada como forma de adquisición del VIH en hombres
(62,4% en el quinquenio 2006-2010)(24), convirtiéndolos en
una población especialmente susceptible, lo que se asocia a conductas discriminatorias por parte de la población heterosexual.
Tradicionalmente, agresión, razón, necesidad de control, competitividad y reticencia emocional, son factores que han sido
considerados como atributos “naturales” de los hombres, y toda
contradicción o ambigüedad constituye un anatema para ellos
(28), por lo que la homofobia es parte de la constitución social
masculina. Desde el inicio de la adolescencia, los jóvenes indagan en su preferencia sexual, y aquéllos que se percatan de una
tendencia diferente tempranamente sufren la discriminación de
sus pares mediante burlas y exclusión de los grupos. La homofobia está involucrada en la génesis de los principales trastornos
mentales que presentan los homosexuales (9), volviéndolos un
grupo aún más vulnerable. Un estudio reciente de adolescentes
de escuelas públicas de Massachusetts, mostró que 25% de los
jóvenes homosexuales y 15% de los bisexuales no tenían hogar,
con un riesgo 4 a 13 veces mayor que los heterosexuales (29),
enfrentándolos a mayores situaciones de riesgo social y físico.
Resulta necesario el desarrollo de políticas públicas de educación que contribuyan a disminuir la discriminación, al tiempo
que eduquen sobre estilos de vida sexual saludables en estos grupos minoritarios, que carecen de un modelo social a seguir y de
educación sexual adecuada en sus familias, con un entorno que
constantemente los excluye.
DISCUSIÓN
El ejercicio de la sexualidad juvenil no es reconocido adecuadamente por la sociedad, y los jóvenes no se consideran sujetos de
derechos en el ámbito sexual (5), pese a que la conducta sexual
adolescente puede definir la vida sexual adulta. Eventos como la
iniciación sexual o la eventual discriminación hacia un adolescente, pueden tener relevancia sobre la conducta futura del individuo, lo que es aún más preocupante en hombres. Éstos están
más predispuestos que las mujeres a adoptar creencias y comportamientos que aumentan sus riesgos, al tiempo que se comprometen menos en comportamientos relacionados con salud y
longevidad (7), lo que combinado con una educación sexual deficiente puede potenciar su inclusión en acciones riesgosas, como
el sexo desprotegido o la promiscuidad. Adicionalmente, la fisiología reproductiva masculina es popularmente menos conocida
que la femenina, generando menor conciencia en los hombres de
su función reproductiva y menos responsabilidades en ella (6).
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Conducta sexual en adolescentes varones: hacia un nuevo horizonte.
Una tarea aún en proceso en Atención Primaria es acoger a estos jóvenes con sus inquietudes, para así lograr una educación sexual individual y personalizada, abierta y tolerante, sin prejuicios ni discriminación alguna y aceptando sus decisiones, pero entregándoles las
herramientas para vivir cada etapa en forma responsable y segura.
Con una mayor integración de los varones adolescentes al sistema
de salud, mediante programas dirigidos que satisfagan sus necesidades sanitarias y preventivas, eventualmente podríamos mejorar
las cifras presentadas en este trabajo, disminuyendo conductas de
riesgo, embarazos no deseados, contagio de ITS y discriminación.
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CORRESPONDENCIA
Felipe Bustos Alvarado
Email: fbustosal@gmail.com
Los autores declaran no tener conflicto
de interés en relación a este artículo.
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