pío xi (1922-1939) y la quadragesimo anno (1931)

Anuncio
1
PÍO XI (1922-1939) Y LA QUADRAGESIMO ANNO (1931)
Achilles Ratti (1857) un lombardo devoto y culto, consagrado Nuncio de Polonia (1919)
Arzobispo y Cardenal de Milán (1921).
Elegido Papa en 1922.
Un Papa heredero de la tradición romana:
-
-
-
-
impulsor de la realeza social de Cristo: liquidada la cristiandad, el Papa y con él
los cristianos pensaban que sólo la Iglesia era capaz de solucionar los graves
conflictos por los que la humanidad estaba pasando. La realeza social de Cristo
era la piedra angular sobre la que se tendría que construir la paz.
Todo debía ser restaurado en Cristo Rey (Sagrado Corazón de Jesús), Señor y
Rey de todo el universo y de todo el género humano. Los jefes de los Estados
deberán rendirle público homenaje y someterse a Él. La Iglesia se sigue
presentando y considerando como independiente del Estado y como defensora
de los derechos de todos los hombres.
Festividad de Cristo Rey.
Impulsor de la ciudad cristiana:
Frente al subjetivismo, individualismo y totalitarismo, ofrece al activista
cristiano, al cristiano comprometido, al militante de la Acción Católica…. (Ubi
arcano. 1922 y Divini Redemptoris 1937)
frente a la educación laica, la educación católica y la formación de ciudadanos
como verdaderos discípulos de Cristo (Divini Illius Magistri 1929)
frente a las nuevas modas y a las nuevas costumbres matrimoniales, el
matrimonio cristiano (Casti connubbi 1930)
frente al laicismo imperante, la santidad de sacerdotes y fieles; es el papa de las
beatificaciones, más de quinientas, y de canonizaciones, treinta y cuatro.
frente al capitalismo salvaje y el comunismo totalitario, la restauración del
orden social de con conformidad con la ley evangélica: la QA (15-5-1931)
2
Esquema de la QA.
Sobre la restauración del orden social y su perfeccionamiento de conformidad con
la ley evangélica (Sobre la restauración del orden social en VAN GESTEL, pp 415427.
Introducción: (1-15): Ocasión de la RN (1-6); Alcance de la intervención de León XIII
(7-11); Reacciones posteriores (12-14) y Necesidad de una nueva enc (15)
Primera parte: los bienes de la RN (17-40): La obra de la Iglesia (17-24); La obra del
Estado (25-28); la obra de las partes interesadas (29-38) y conveniencia de una nueva
encíclica (39-40).
Segunda parte: la doctrina social de la Iglesia (41-98): El derecho de intervención de
la Iglesia en estas cuestiones (41-43); la relaciones entre los particulares: la propiedad
privada (44-52); las relaciones entre capital y trabajo para llegar a una justa distribución
(53-58); la superación del proletariado (59-62) y el salario justo (63-75). La restauración
del orden social (76): reforma de las instituciones: organización de la sociedad y el
Estado para superar el individualismo (77-80); las profesiones como alternativa a las
clases sociales (81-87); justicia social y caridad social como motor de la vida económica
(88-90); la organización corporativa (91-96) y la necesidad de la reforma de las
costumbres (97-98)
Tercera parte: la raíz del presente desorden y su solución (99-147): Ni el actual
sistema económico (100-110) ni el socialismo (111-126) ofrecen bases para la solución
que desea la Iglesia; la reforma de las costumbres: remedios contra la pasión del alma
(127-135) y racionalización cristiana de la economía por medio de la moderación y de la
caridad (136-137), que hagan efectiva la transformación del orden económico gracias a
las intervenciones de los obreros y patronos cristianos (138-147).
LECTURA ESQUEMÁTICA DE LA QUADRAGÉSIMO ANNO
(1931)1
Contexto y circunstancias en las que fue escrita esta Encíclica. Si
la RN se preocupó por la cuestión obrera, la QA se preocupará por las
consecuencias sociales que el liberalismo y el capitalismo, elevados y
reconocidos como los únicos sistemas válidos tanto desde el punto de vista
de los regímenes políticos como desde los regímenes y prácticas
económicas, han impuesto a gran parte de la sociedad occidental.
La Iglesia, aunque no lo reconozca del todo, admitirá de hecho el
liberalismo y el capitalismo; eso sí, con esta encíclica pretenderá atemperar
los todavía nocivos efectos del capitalismo, corregir las tendencias
autónomas y disgregadoras del liberalismo parlamentario y ofrecer a la
1
VAN GESTEL, C., La doctrina social de la Iglesia, Herder, Barcelona 1963, pp 123-155, en estas
páginas se estudian y desarrollan conceptos tales como justicia: justicia conmutativa, distributiva, social,
caridad y caridad social. SORGE, B., La propuesta social de la Iglesia, BAC, Madrid 1999, pp 27-40
3
comunidad internacional una visión orgánica del nuevo orden económico
social.
Introducción (3-15)
(3) La RN puso de manifiesto a finales del XIX la profunda división que se
había producido en el mundo entre dos clases sociales: una, poco
numerosa, que disfrutaba “de la casi totalidad de los bienes que tan
copiosamente proporcionaban los inventos modernos, mientras la otra,
integrada por la ingente multitud de los trabajadores”, vivía, “oprimida por
una angustiosa miseria.”
(4) Las soluciones que una y otra clase ofrecían a la situación por la que
estaban pasando diferían grandemente: Los potentados y muy ricos,
pensaban que su situación se debía “a las leyes necesarias de la economía”
y apelaban a la caridad, como solución de todos los males de la clase
sufriente. Los obreros pensaban que las únicas soluciones pasaban por el
desorden y el cambio radical. Los católicos, en cambio, consideraban que
“había muchos puntos en esta materia que estaban pidiendo una reforma
profunda y urgente”.
¿Cómo describe el uso que de la caridad se hace como solución de
los problemas del obrero: Dice QA en (4). “cual si la caridad estuviera en el
deber de encubrir una violación de la justicia, no solo tolerada, sino incluso
sancionada a veces por los legisladores”
(5) De manera parecida pensaban muchos sacerdotes y laicos: había que
apelar a profundas reformas para que “la distribución de los bienes
pudiera estar efectivamente conforme con los designios del sapientísimo
creador”. ¿Se puede decir que la Iglesia llega a la conclusión de que la
caridad, al menos tal como la entiende y practica la clase pudiente, no sirve
para solucionar los graves problemas sociales por los que atraviesa la
humanidad?
(6) Todos y todas las soluciones “se quedaban perplejos sin saber a dónde
dirigirse”
(7) Una multitud nos pedía, afirma el Papa, que les indicáramos
“finalmente, el camino seguro”.
(8) “Con la autoridad del divino magisterio a él confiado, se dirige a toda la
Iglesia y a todo el género humano”.
(10) La solución tal cual la viera la RN no pasa ni por el liberalismo,
insolvente en este punto, ni por el socialismo, cuyos remedios traerían más
males que bienes y dejarían la situación mucho peor de lo que estaba.
(11-14) Hechas las alabanzas pertinentes a la RN
(15) expone la finalidad de la QA: examinados la economía contemporánea
y el socialismo, quiere “descubrir la raíz del presente desorden social y
mostrar al mismo tiempo el único camino de restauración salvadora, es
decir, la reforma cristiana de las costumbres”.
4
Lo desarrollará en tres capítulos: en el primero, presentará los
beneficios de la RN (16-40); en el segundo, justificará la intervención y la
autoridad de la Iglesia para seguir abordando la cuestión social y
económica (41-98) y, en el tercero, estudiará los profundos cambios que se
han producido en la economía, en el orden social, político y económico
desde la publicación de la RN (99-148)
Los beneficios de la “Rerun Novarum” (16-40)
(16) agradecimiento
(17) resalta el papel de la iglesia en la regeneración de las costumbres de
las que nacieron obras e instituciones que a lo largo del tiempo supusieron
estupendos beneficios para el obrero y para el mundo.
(18) Las enseñanzas de León XIII fueron seguidas y puestas en práctica,
primero, por los pastores y obispos que actuando como padres, movidos
únicamente por la caridad, proyectada en múltiples iniciativas, aliviaron la
precaria existencia de miles y miles de pobres y desheredados.
(19) Su ejemplo fue seguido por muchos “doctos varones, así eclesiásticos
como seglares”
(20-22) Nacía una “verdadera doctrina social de la Iglesia”, presente en la
calle y muy principalmente en algunas “escuelas instituidas en
universidades católicas, semanas sociales, círculos de estudio y sanos
escritos”, divulgados por todos los medios y lugares. Los principios y
doctrinas de la RN llegaron a constituirse en “patrimonio de toda la
sociedad humana”; siendo defendidos por “acatólicos” y asumidos por los
“los organismos legislativos” y por “los tribunales de justicia”, tal como se
ha podido ver en la legislación obrera y social que siguió a la PGM. Tal
vez puedan aplicarse a la RN las palabras que el profetas Isaías dedicaba a
Cristo: “Levantó una bandera entre las naciones”
(23) Los beneficios de la RN no fueron otros que la elevación espiritual de
la clase obrera con la consiguiente formación y educación de su espíritu.
Sus ánimos fueron imbuidos “en el espíritu cristiano, que ayudó mucho
también para darles a conocer su verdadera dignidad y capacitarlos,
mediante la clara enseñanza de los derechos y deberes de su clase, para
progresar legítima y prósperamente y aun convertirlos en guías de los
demás”
(24) Los obreros “recibieron, igualmente, más ayudas económicas y
sociales; se multiplicaron las obras de beneficencia y de caridad”. Y lo que
es más importante la misma clase obrera se prestó un “mutuo auxilio y
ayuda”.
(25) Hizo que los estados, sobrepasando la dinámica del liberalismo, se
inmiscuyeran en la acción social y acudieran a la defensa y protección de
los más pobres, “débiles y necesitados”
5
(26-27) gracias a la RN muchos gobiernos y gobernantes, “pusieron
pensamiento y corazón en promover una política social más fecunda” y los
mismos pueblos comenzaron a “fomentar más verdadera e intensamente
una política social….”
(28) Surgió una nueva rama del derecho que defiende los derechos y la
dignidad de los trabajadores y se preocupa por asuntos tan concretos y
vitales para ellos como: “el alma, la salud, el vigor, la familia, la casa, el
lugar de trabajo, el salario, los accidentes laborales…. las mujeres y a los
niños” y la mejoría de la condición general de los trabajadores.
(29) Los mismos trabajadores se han ido acercando gracias a la creación de
numerosas asociaciones de obreros o mixtas, en las que también
participaron obreros y patronos.
(30-36) Estas asociaciones salieron adelante y obtuvieron, más allá de las
sospechas y resabios del socialismo, que muchos se temían, el
reconocimiento del Estado y de la administración. De estas asociaciones
nacieron asociaciones profesionales. Desvinculadas desde el principio de
las “instituciones socialistas, que, alardeando de redentoras, se presentaban
a sí mismas como la única defensa de los humildes y de los oprimidos”. Su
finalidad, tal como quería León XIII, es la de proporcionar a sus miembros
mejoras en “el aumento de los bienes del cuerpo, del alma y de la familia”;
sin olvidar el fomento de la piedad y de las buenas costumbres. En su
desarrollo y fomento han colaborado de manera especial tanto el clero
como los laicos, logrando que surgiesen “trabajadores verdaderamente
cristianos”, que no sólo miraban por sus propios intereses, sino por “la total
renovación de la vida cristiana”. El modo cómo estas asociaciones se han
ido estableciendo ha sido muy variado, en todo caso han procurando
respetar las “exigencias de cada lugar”. En algunos no les quedó más
remedio que adscribirse a los “sindicatos neutros”, lo cual no obsta para
que paralelamente existan asociaciones formativas para preparar
convenientemente a los que por obligación tienen que inscribirse en esos
sindicatos neutros. Las asociaciones profesionales han crecido tanto, afirma
el papa Pío XI, que, pese a la enemiga de las asociaciones socialistas y
comunistas, todavía en la actualidad son capaces “de defender
poderosamente los derechos y los legítimos postulados de los obreros
católicos e incluso imponer a la sociedad los saludables principios
cristianos”.
(37) La RN, también, alumbró el nacimiento de numerosas asociaciones de
agricultores, donde “se hermanan el beneficio económico con el cuidado de
las almas”.
(38) Pío XI Lamenta el que no se hayan podido consolidar las asociaciones
mixtas de obreros y patronos.
6
(39-40). Conclusión. Por todo lo expuesto, la RN puede y debe
considerarse como “la carta magna que necesariamente deberá tomar como
base toda la actividad cristiana en materia social”.
SEGUNDA PARTE: LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA EN
MATERIA SOCIAL Y ECONÓMICA (41-98).
Segunda parte: la doctrina social de la Iglesia (41-98): El derecho de intervención de
la Iglesia en estas cuestiones (41-43); las relaciones entre los particulares: la propiedad
privada (44-52); las relaciones entre capital y trabajo para llegar a una justa distribución
(53-58); la superación del proletariado (59-62) y el salario justo (63-75). La restauración
del orden social (76): reforma de las instituciones: organización de la sociedad y el
Estado para superar el individualismo (77-80); las profesiones como alternativa a las
clases sociales (81-87); justicia social y caridad social como motor de la vida económica
(88-90); la organización corporativa (91-96) y la necesidad de la reforma de las
costumbres (97-98)
El derecho de intervención de la Iglesia en estas cuestiones (41-43).
(41) Lo primero que hace es reivindicar su derecho a intervenir. “Nos
tenemos el derecho y el deber de juzgar con autoridad suprema sobre estas
materias sociales y económicas”; tambièn le asiste el deber “de interpretar
y aun de urgir oportuna e importunamente toda la ley moral, somete y
sujeta a nuestro supremo juicio tanto el orden de las cosas sociales cuanto
el de las mismas cosas económicas”
(42) Continúa trayendo razones para intervenir. El orden económico y el
moral están muy relacionados y en el fondo el económico depende del
moral. Además, tal como están las cosas y tal como se ha venido
demostrando al “orden económico en su totalidad le ha sido prescrito un fin
por Dios creador” y por la naturaleza de las cosas.
(43) Más argumentos. “Una y la misma es, efectivamente, la ley moral que
nos manda buscar…. el fin supremo y último”, en el que la Iglesia tiene
tanto que decir. Además, gracias, en los fines particulares, entre los cuales
está la economía, se manifiesta el orden querido por Dios.
Las relaciones entre los particulares: la propiedad privada
(44-52) (VAN GESTEL, pp 157-222).
(44). Comienza la exposición del pensamiento y de la doctrina del dominio
o derecho de propiedad. Dado que esta defensa ha recibido muchas críticas
y ha sido muy mal interpretada, vuelve con los argumentos de siempre y
con alguna novedad sobre el asunto.
Su carácter individual y social (45-46)
(45) Nadie hasta el presente ha negado el doble carácter del derecho de
propiedad “llamado social e individual”. Es doctrina segura. “Siempre se
7
ha afirmado unánimemente que por la naturaleza o por el Creador mismo
se ha conferido al hombre el derecho de dominio privado…”
(46) Si se niega el carácter social y público del derecho de la propiedad se
cae en el individualismo; si se rechaza el derecho privado de la propiedad o
del dominio “se va necesariamente a dar en “el colectivismo” o “a
naufragar en los escollos del modernismo moral, jurídico y social”, tal
como quedó claro en la Enc Ubi arcano (23-12-1922)
Obligaciones inherentes al dominio (47-48). Conviene que “el derecho de
propiedad se distinga de su ejercicio”. Pero no es cierto afirmar que “tanto
vale la propiedad cuanto uso honesto de la misma”. El derecho de
propiedad no perece o se pierde “por el abuso o por el simple no uso”
(48) Tampoco es de rigor ni pertenece a la doctrina cristiana el “limitar
tanto el carácter individual del dominio que prácticamente lo anulan”
Atribuciones del Estado (49)
(49) Atribuciones del Estado: con todo, los hombres deben tener en cuenta
en este punto,"no sólo su particular utilidad, sino también el bien
común". Será al Estado, teniendo en cuenta “la verdadera necesidad del bien
común” y respetando la ley natural y la divina, quien diga “qué es lícito y
qué no a los poseedores en el uso de los bienes”. Ahora bien, el Estado en
esta función no actuará arbitrariamente; debe saber que el hombre y la
familia son anteriores al Estado. El Estado, en consecuencia, debe armonizar
“la propiedad privada con las necesidades del bien común”; de esta manera
“no perjudica a los poseedores particulares, sino que, por el contrario les
presta un eficaz apoyo”. De esta manera, el Estado “no destruye la propiedad
privada, sino que la defiende; no debilita el dominio particular, sino que lo
robustece”.
Obligaciones sobre la renta libre (50-51)
(50) Los réditos libres, es decir, las ganancias, no necesarias para un
sostenimiento decoroso del hombre y su familia, deben quedar, por la práctica
de la limosna, la beneficencia y la liberalidad, a disposición del bien común.
(51) La liberalidad es entendida, siguiendo a Santo Tomas, como toda
clase de incentivos para "dar más facilidades a la clase asalariada".
Dicho con otras palabras, como toda iniciativa para crear puestos de trabajo
en la producción de bienes útiles.
Título de propiedad (52)
(52) El trabajo, no olvidemos que se está considerando el tema de la
propiedad, es considerado como un título de dominio. "El trabajo, que el
hombre pone de su parte y en virtud del cual la cosa recibe una nueva forma o
aumenta, es lo único que adjudica esos frutos al que los trabaja".
Riqueza: capital y trabajo (53-58) (VAN GESTEL, pp 223-253)
(53) La riqueza, siempre, es fruto de la suma de capital y trabajo;
"por lo que es absolutamente falso atribuir únicamente al capital o
únicamente al trabajo lo que es resultado de la efectividad unida de los
8
dos y totalmente injusto que uno de ellos, negada la eficacia del otro,
trate de arrogarse para sí todo lo que hay en el efecto”.
(54) Se reafirma lo mismo que en el punto anterior, especificándose que se
está refiriendo al capitalismo manchesteriano.
(55) Ataca las posturas y doctrina de los "intelectuales" y de los socialistas
respecto de de la propiedad; doctrina que vuelve a calificar de "veneno suave"
del que han bebido muchos incautos y que afirma que “quitando únicamente lo
suficiente para amortizar y reconstruir el capital, todo el producto y el
rendimiento restante corresponde en derecho a los obreros”.
Principio regulador de la justa distribución:
(56). Criterios para no equivocarse: es necesario tener en cuenta la “común
utilidad de todos”; las cosas creadas deben favorecer a todos.
(57) Dos criterios deben ser tenidos muy en cuenta a la hora de la
distribución: el primero, en todo momento debe atenderse y salvarse “la
común utilidad de todos”; el segundo, debe “conservarse inmune el bien
común de toda la sociedad”. En la distribución debe imperar la llamada ley de
la justicia social que “prohíbe que una clase excluya a la otra en la
participación de los beneficios”. Ninguna clase social, ni los capitalistas ni
los socialistas, pueden atribuirse lo que no es totalmente suyo.
(58) La distribución de los bienes "debe ajustarse a las normas de el bien
común o de la justicia social", dándose, como norma general, “a cada cual lo
suyo en la distribución de los bienes”.
La redención del proletariado (59-62).
(59) La finalidad de la DSI sigue siendo la redención del proletariado. Aún
cuando la clase obrera se ha visto mejorada en el Occidente, nuevos mundos
de explotación han ido apareciendo en las llamadas tierras nuevas, en el
Extremo Oriente y en el mundo rural. Pese a su mejoría, el número de los
"condenados para siempre a la triste condición de proletarios" parece
aumentar.
(60) Las riquezas del "industrialismo no se hallan rectamente distribuidas ni
aplicadas con equidad a las diversas clases de hombres". En los últimos años han
crecido, por una parte, “la enorme masa de proletarios” y, por otra, “los fabulosos
recursos de unos pocos sumamente ricos”.
(61) Aboga, en beneficio del proletariado y del obrero, por una "moderación
equitativa de la acumulación de la riqueza en manos de los ricos".
Considera a los nuevos obreros como los sucesores del pequeño
propietario de la RN, para los que quiere “aumente con el ahorro el
patrimonio familiar”. Éstos serán defendidos con mucho ahínco en los
siguientes números.
(62). Pues, “si no se pone empeño en llevarlo varonilmente y sin demora a
su realización", pueden seguirse "graves efectos para el mantenimiento del
orden y de la tranquilidad de la sociedad humana"
El salario justo (63-75)
(63) El objetivo que la Iglesia se plantea en este punto no es otro que el de
ayudar a los obreros a "formar con diligencia y ahorro su pequeño
9
patrimonio".
(64-65) Defenderá como criterio básico de un justo salario "el contrato de
arriendo y el alquiler de trabajo" e introducirá otro nuevo: el llamado
"contrato de sociedad", que tal como se ha podido comprobar en algunos
lugares beneficia a patronos y obreros. "De este modo, los obreros y
empleados se hacen socios en el dominio o en la administración y
participan, en cierta medida, de los beneficios percibidos".
(66) A la hora de fijar la cuantía el salario habrá que tener en cuenta
diversos factores.
(67) No está de acuerdo con los que afirman que basta con "aplicar una
regla única".
(68) Ni con los que defienden que la remuneración del obrero "debe
fijarse en lo que se tase el valor del fruto por él producido".
(69) Se subraya que el trabajo no será suficientemente valorado "ni
remunerado equitativamente si no se tiene en cuenta su carácter social e
individual"; siempre de acuerdo con el cuerpo social y orgánico en el que
se desarrolla la vida del trabajador.
(70) Criterios que deben seguirse:
(71) El salario debe asegurar "una remuneración que alcance a cubrir el
sustento suyo (del obrero) y el de su familia" con todas sus cargas
familiares. El salario obrero debe ser lo suficientemente amplio y seguro
como para evitar el trabajo de los hijos (niños) y de las esposas (mujeres).
72) A la hora de fijar el salario deben tenerse en cuenta "también las
condiciones de la empresa y del empresario".
(73) Si la empresa en la que se desarrolla la actividad laboral del obrero
entrara en crisis, conviene que la "sabia previsión de la autoridad
pública" actúe por medio de la "concordia cristiana" de obreros y
patronos.
(74) Otro criterio para fijar la cuantía del salario es que éste "debe
acomodarse al bien público económico". Con ello se quiere decir que los
salarios tendrán que ser fijados mirando el progreso común de la humanidad
entera por lo que no se podrán rebajar ni elevar en demasía. De esta
manera se evitarán las grandes crisis por las que estaba pasando la humanidad
después de la crisis de 1929. El salario, no lo olvidemos, en el fondo sigue siendo
una cuestión moral.
(75) Unido a lo anterior debe "existir una justa proporción entre los salarios,
con la cual se relaciona estrechamente la proporción de los precios". Se tiene
detrás de esta propuesta un mundo ideal en el que se busca la proporción y el
equilibrio y que supone, tal como han visto algunos autores, una mayor
credibilidad en la DSI así como la superación de un moralismo
voluntarista.
(76-80). Restauración del orden social. Organización de la sociedad y del
Estado. Hacia la superación del individualismo y hacia la construcción de
un Estado con vocación no despótica en lo político e invasiva en lo social
sino subsidiaria para con la sociedad.
10
(76-77) Logrados la equitativa distribución de los bienes y el justo salario, hay
que intentar restaurar el orden social para de esta manera conseguir la
felicidad de la humana familia y la estabilidad social. Cometido que se llevará
a cabo por medio de una “reforma de las instituciones y de la enmienda de
las costumbres”.
(78) En este punto se vuelve a atacar al individualismo rampante; es decir, al
liberalismo que, además de haber propiciado la caída de las asociaciones, ha
colocado al hombre en seno del Estado; teniendo éste, en consecuencia,
que soportar todas las cargas que anteriormente llevaban a término las
más diversas asociaciones.
(79) Por otra parte, no es justo, va en contra del recto orden de la
naturaleza política del ser humano y lo perturba, "quitar a las
comunidades menores e inferiores los que ellas pueden hacer y
proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada".
(80) Al Estado le compete en este punto una "función subsidiaria"; ésta
consiste en que el Estado deje y propicie que las sociedades pequeñas e
intermedias lleven a cabo las funciones sociales que les pertenecen por su
propia naturaleza. De esta manera crecerá el bienestar y la eficiencia social
y "tanto más feliz y próspero será el estado de la nación".
Las profesiones como alternativa a las clases sociales (81-87)
(81) Frente a la pugna entre "las clases opuestas" debe primar "la
colaboración entre las diversas profesiones".
82) Es necesario que "la política social se dedique a restaurar las
profesiones". Pío XI es el papa de la restauración de todo en Cristo.
(83) La restauración del orden social, “la curación total”, pasa por la
superación de la lucha de clases, que ha hecho del mundo un "palenque" así
como por la organización de los "órdenes". En ellos "los hombres se
encuadren no conforme a la categoría que se les asigna en el mercado del
trabajo, sino en conformidad con la función social que cada uno
desempeña", hasta llegar a constituirse "como agrupaciones connaturales a
la sociedad civil".
(84) Estas agrupaciones se constituirán únicamente cuando los miembros que
las formen estén unidos "entre sí por algún vínculo fuerte", en "amigable
unión cada cual dentro de su propio campo", constituyendo diferentes
ramos.
(85) Cada una de estas corporaciones, colegios, velará por los intereses
comunes de todo el ramo; en lo referente "a los intereses de patronos y
obreros" se deliberará por separado y se hará lo que más convenga,
siempre con el bien común como guía e inspiración.
(86) A la hora de formar parte de estos colegios, siguiendo a León XIII, lo
único que habrá que tener en cuenta será que la justicia y las exigencias del
bien común queden siempre a salvo.
(87) También se podrán "constituir asociaciones que se salgan de los
límites de cada profesión".
11
Restauración del principio rector, la justicia social y la caridad social,
como motores y principios rectores de la vida económica (88-90).
(88) La lucha de clases, además de arrastrar grandes males sociales,
tampoco es aconsejable ni buena para sustentar el "recto orden económico
la libre concurrencia de las fuerzas". Del liberalismo, como de "fuente
envenenada", han manado todos los errores de la economía
individualista. Esta economía, libre e independiente de la autoridad del
Estado, sin carácter social ni moral e inclinada a la libre concurrencia, "no
puede en modo alguno regir la economía". Tan mala como la libre
concurrencia es la dictadura económica. La economía debe someterse, en
consecuencia, "de nuevo a un verdadero y eficaz principio rector".
Deben “buscarse principios más elevados y nobles”, que regulen tanto el
individualismo económico como la dictadura de los nuevos Estados. Dichos
principios serán: la justicia social y la caridad social. Ambos deben ayudar
a la construcción de “un orden social y jurídico” justo e inspirar los
principios y las medidas económicas. Justicia
(89) Se hace necesario que las distintas naciones cooperen por medio de
tratados e instituciones al desarrollo de la economía internacional.
(90) La restauración a la que aspira Pío XI comporta, al modo como se
entiende en la Carta a los Efesios, un alto contenido místico: "Todo cuerpo
compacto y unido por sus vasos, según la proporción de cada miembro, opera
al aumento del cuerpo para su edificación en la caridad". Efesios 4,16..
La organización corporativa (91-96).
(91-93) Presenta una nueva organización sindical en la que "la propia potestad
civil constituye al sindicato en persona jurídica, de tal manera, que al
mismo tiempo le otorga cierto privilegio de monopolio". (Los sindicatos de
los partidos fascistas. Conviene estudiarlo mejor).
(94) "quedan prohibidas las huelgas; si las partes en litigio no se ponen de
acuerdo, interviene la magistratura".
(95) Ponderados los beneficios de estos sindicatos corporativos, se teme
que el Estado, que está detrás, "venga a reemplazar a la libre actividad" o que "se
desarrolle una organización excesivamente burocrática y política o que sirva
más a particulares fines políticos que a la restauración y fomento de un mejor
orden social".
(96) Para conseguir los fines de la restauración social debe contarse con
Dios y con la buena voluntad de todos los hombres; muy especialmente por
el concurso de todos los que se han formado en los rectos principios de la
Acción Católica, "bajo la dirección y el magisterio de la Iglesia". Para
llegar finalmente a:
La necesidad de la reforma de las costumbres (97-98)
(97-98) Se llegará a la restauración del orden social con "la reforma de las
costumbres", actuando siempre “conforme con la recta razón”. La
reforma de las costumbres podrá freno "a una falsa apariencia de
libertad" y a otros errores de quienes “rebeldes a cualquier potestad, trataron
de quitarse de encima todo yugo”.
12
III. Cambio profundo. TERCERA PARTE DE LA
QA (1931):
Cambio profundo operado después de León XIII.
Presentación (99)
En el campo económico: las transformaciones del capitalismo. (100110).
(100) La estructura de la economía se ha transformado profundamente.
Para la Iglesia la verdadera economía es la que procede de la suma y
colaboración del capital y trabajo. (101-102) El modelo económico querido
por la Iglesia, se adultera cuando se contemplan desproporcionadamente
los intereses del capital. El régimen capitalista debería respetar la economía
agrícola.
(103-106) El capitalismo, sin embargo, lo invade todo, “incluso en aquellos
que viven fuera de su ámbito”. Dentro de su esquema de funcionamiento se
han producido decisivas transformaciones. Los capitalistas han acumulado
no solamente enormes riquezas, sino que éstas se han concentrado “en
manos de unos pocos”, con lo que la mayor parte de la población
trabajadora es dueña del capital. A lo más, actúa
como mera
administradora de una riqueza en depósito que los capitalitas manejan a su
voluntad y arbitrio. Los capitalistas se apoderan de “manera tiránica” de las
finanzas y señorean sobre el crédito”; de esta manera “administran la
sangre de que vive toda la economía y tienen en sus manos así como el
alma de la misma, de tal modo que nadie puede ni aún respirar contra su
voluntad”.
(107-109) Tal vez, todo sea el “fruto natural de la ilimitada libertad de los
competidores…. que es tanto como decir de los más violentos y los más
desprovistos de conciencia”. De esta insaciable sed se derivarán tres tipos
de lucha: lucha por la hegemonía económica, lucha por el poder público
nacional y lucha por el poder internacional, amén de toda una serie de
consecuencias para el hombre de la calle, que hacen que el ciudadano
dependa cada vez más “de la desenfrenada ambición de poderío” de los
cada vez más poderosos hasta llegar a transformar la vida económica en
algo “horrendamente duro, cruel y atroz”. Si esto llega a suceder, el Estado
perderá prestigio y relevancia. Dejará de ser principio rector y árbitro
supremo de las cosas, haciéndose, en cambio, esclavo de la pasión y de las
ambiciones humanas. A nivel internacional se alumbrarán el nacionalismo,
el imperialismo económico y el “execrable internacionalismo”, donde la
patria se identifica con el lugar donde abunda el dinero.
(110) Los remedios para que el capital y el trabajo crezcan armoniosamente
pasan por elaboración de una normativa laboral y social, regulada “por las
leyes de la más estricta justicia llamada conmutativa”, que “con la ayuda de
13
la caridad cristiana” y de la “autoridad pública”, podrán conseguir el
verdadero bien común, “dentro de un orden recto y sano”.
Las transformación del socialismo (111-126).
(111) Las transformaciones también han alcanzado al socialismo; éste
también se ha dividido en dos bloques, los dos, en sus fundamentos,
anticristianos.
(112) El primero, el comunismo, es por esencia violento y pretencioso:
desea por medio de una “encarnizada lucha de clases” la “total abolición de
la propiedad privada”: Frente a su peligrosidad social, el papa lamenta la
permisividad doctrinal de la que goza en ciertos ambientes europeos.
(113) El socialismo: más moderado, mitiga y modera, aunque no los
rechace, los fines del comunismo. Sus principios y postulados, a veces, se
acercan a algunas verdades de la tradición cristiana.
(114-115) El papa ve con buenos ojos algunos de los logros del socialismo
y hasta bendice sus principios, eso sí muy mitigados y bien orientados por
la realidad social y por el peso del poder público. Al que deberían
reservarse “ciertos géneros de bienes”, que mal utilizados ponen en peligro
el mismo funcionamiento del Estado y la paz social.
(116) Distingue entre comunismo y socialismo. El comunismo, aunque
aparentemente lo parezca, no renuncia a sus objetivos: la lucha de clases y
la abolición de la propiedad privada. Rechaza la posibilidad de un
acercamiento entre socialismo y cristianismo. Solo en la medida en la que
sus principios sean justos serán más y mejor defendidos desde la fe y mejor
promovidos “en virtud de la caridad cristiana”.
(117) Concluye que si el socialismo “sigue siendo verdadero socialismo…..
es incompatible con los dogmas de la Iglesia católica, puesto que concibe la
sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana”.
(118) El socialismo, en suma, está desvinculado, por su propia definición
de todo principio religioso, por lo que siempre afirmará “que la sociedad
humana ha sido instituida exclusivamente para el bien terreno”.
(119) Desde el punto de vista de la división del trabajo y de la producción
de bienes, el socialismo excluye “la libertad humana”, eleva la violencia a
la categoría de imprescindible y construye la realidad entera basándose en
una falsa “autoridad social”, en la que Dios está excluido.
(120). “Nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista”.
(121-122) Frente al socialismo educador, los cristianos tienen que darse
cuenta de que su origen está en “el liberalismo, y que su heredero es el
bolchevismo”.
14
(123-124) El papa constata la deserción y el paso de muchos católicos a las
filas socialistas. La razón de tal deserción es que “la Iglesia y los que se
proclaman adictos a ella favorecen a los ricos, desprecian a los trabajadores
y que para nada se cuidan de ellos”;
(125) En el fondo, se reconoce que ha habido y siguen existiendo muchos
cristianos “que no se acuerdan de la sublime ley de la justicia y de la
caridad”.
(126). El papa, con todo, les invita a volver al “seno maternal de la Iglesia”,
a “la casa paterna”, donde encontrarán la verdadera felicidad.
Reforma de las costumbres. (127-148)
(127-129) La restauración social que pretende el papa se ha de construir
con “la renovación del espíritu cristiano”, del que tantos economistas se
han alejado, especialmente los comunistas y socialistas, que “andan muy
lejos de los preceptos evangélicos”. La curación de los males de la
sociedad humana sólo surtirá efecto cuando se retorne “a la vida y a las
costumbres cristianas”. Modo de vivir que aleja al hombre de los intereses
terrenos y lo “levantan al cielo”
(130-131) La realidad social está de tal manera construida que los hombres
viven gobernados por las “perturbaciones, desastres y ruinas temporales”.
Éstas condicionan de tal manera la vida humana que el hombre poco a poco
deja “de preocuparse de lo único necesario, esto es, de la salvación eterna”,
prestando, en cambio, atención a la “pasión por las riquezas”.
(132-135) La situación descrita en los números anteriores la denomina el
papa “descristianización del orden social y económico así como la
apostasía de la gran masa de los trabajadores”. Se pregunta por las
causas de ésta. Amén del pecado que trae la avaricia, el papa señala “la
especulación desenfrenada”, que ha alterado los mercados y ha disparado el
egoísmo humano y las fáciles y rápidas ganancias, practicadas cada vez por
un mayor número de personas que buscan la riqueza por encima de todo.
Todo podría haber sido distinto de haberse seguido una “severa y firme
disciplina moral”; disciplina que hubiese eliminado la aparición “de una
cierta doctrina económica apartada de la verdadera ley moral, con la que
vinieron a soltarse por completo las riendas de las pasiones humanas”, que
tanto daño han hecho al hombre común, al que pusieron en el disparadero
de preocuparse únicamente, a precio de la pérdida de sus valores
espirituales, de su sustento diario y de tener y mantener por encima de todo
peligro moral un puesto de trabajo.
(136-137) Frente a los que propugnan la vuelta a “un orden recto y sano”
en los principios económicos, el papa recuerda que éstos deben adecuarse
“con el debido respeto con las leyes de Dios y sin menoscabo de los
15
derechos ajenos y se empleen según el orden de la fe y de la recta razón”. O
lo que es lo mismo, el papa pide a la humanidad entera que se rija por
medio de la templanza cristiana, “que manda al hombre buscar primero el
reino de Dios y su justicia. No basta, con todo, la templanza cristiana;
conviene que se “dé la mayor parte a la ley de la caridad que es vínculo de
perfección”. La caridad supone la justicia, pero es superior a ésta. Podrá la
justicia “remover las causas del litigio en materia social, pero no llegará
jamás a unir los corazones y las almas”. Aspiración y deseo de toda
persona humana, que no descansará hasta formar parte de la familia de los
hijos de Dios. La práctica de la caridad alcanzará de esta manera a ricos y
obreros. De nuevo aquí, como en la RN, se pide la colaboración de unos y
otros. De esta manera se resolverá no la contienda (RN), sino el litigio
(QA),
(138-140) Y “surgirá” “la tan sumamente deseada y plena restauración de
la sociedad humana en Cristo”; a la que tanto han contribuido, pese a las
dificultades y esfuerzos presentes y venideros, los obispos, sacerdotes,
laicos, miembros de la Acción Católica y clase obrera, en la que tanto
confía.
(141-144) En conexión con todo lo anterior y reconociendo “que el mundo
ha recaído en gran parte en el paganismo”, con la consiguiente negación de
Cristo, se hace necesario seleccionar y formar jóvenes obreros, “soldados
auxiliares de la Iglesia”, conocedores de la sensibilidad obrera para que
desde “sus propios gremios” puedan acceder a sus compañeros. Además de
la formación necesaria, éstos jóvenes obreros y patronos, en dependencia y
colaboración con el clero, deberán estar “dotados de un exquisito sentido
de la justicia”, de la prudencia y de la discreción, amén de estar
“penetrados sobre todo por la caridad de Cristo”. Deberán, en
consecuencia, estos robustos soldados de Cristo “entregarse por entero a la
educación de los hombres”, según las normas de la fe y por medio de los
Ejercicios Espirituales hasta lograr que todos ellos que se preocupen,
principalmente, en “extender el reino de Cristo por todas partes”
(145-148) Frente a la malicia de los tiempos y a la peculiar actuación de los
que no quieren a Cristo y atacan a la Iglesia, olvidándose “de sus luchas
intestinas” hasta “formar un solo frente en la mayor concordia y lanzarse en
un haz compacto al logro de sus fines”, demanda que los esfuerzos y las
fuerzas de la Iglesia no se dispersen y militen, bajo la guía de la Iglesia, “en
la buena y pacífica batalla de Cristo”. Solo de esta manera se podrá hacer
algo “por la restauración cristiana de la sociedad humana”, hasta lograr que
“reine Cristo, impere Cristo, a quien se deben el honor y la gloria y el poder
por los siglos”
16
Descargar