la vocación seglar en cursillos: un metodo de amistad

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LA VOCACIÓN SEGLAR EN CURSILLOS: UN
METODO DE AMISTAD
Antonio Punyed
Esquema
I.
La vocación seglar
II.
La vocación seglar en los Cursillos de Cristiandad
III.
Un método de amistad
DESARROLLO
«Los Cursillos son un movimiento que, mediante un método propio, intentan de
desde
sde la Iglesia . »
Y aquí me quedo un momentito. Porque Ideas Fundamentales dice bien claro que es un
movimiento de iglesia y punto. Creo que es más profundo hablar de «desde» la Iglesia, porque
no es «para» la Iglesia, encerrado en la Iglesia, en un ghetto de Iglesia que alguien pueda
manosear, sino sencillamente «desde» la Iglesia y —como dijo Eduardo Bonnín— hasta llegar a
la luna
«...intentan desde la Iglesia que las realidades de lo cristiano —el ser cristiano— se hagan vida
en la singularidad, originalidad
originalidad y creatividad de la persona, para que, descubriendo sus
potencialidades y aceptando sus limitaciones, conduzca su libertad desde su convicción...
convicción... —no
por el Decreto 44, ni por el artículo 38, ni nada por el estilo—, refuerce su voluntad con su
decisión
decisión y propicie la amistad en virtud de su constancia en su cotidiano vivir, individual y
comunitario».
comunitario».
El hombre, de lo creado, es lo más importante de la naturaleza. Es el único ser dentro del reino
animal que está dotado de inteligencia, voluntad y libertad. Esto lo leemos, lo sabemos y lo
aprendemos en el rollo de Ideal. El hombre es persona y debe moverse y ejercitarse como tal.
La persona es imagen, semejanza y la expresión de la intención de Dios sobre el ser humano.
En el interior de las personas es donde Dios ha creado lo más bello y maravilloso de su
creación. Por esto decimos bien claro que el conocerse uno dentro de sí mismo es empezar a
conocer a Dios, no fuera, que a veces lo buscamos por fuera.
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El hombre existe bajo tres dimensiones en su vivir: la persona, el personaje y la personalidad.
─ Persona: lo que de verdad se es; es un «qué».
─ Personaje: lo que estamos llamados a representar en la vida; «el cómo».
─ Personalidad: facultad de no olvidar que se es persona, a pesar de actuar como
personaje.
Ser persona es tener convicción, y tener decisión y criterio para llevar esta convicción a la
práctica en la vida. Cuando la persona está inquieta, preguntándose con sinceridad: ¿Quién
soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Para qué vengo?, ¿Hacia dónde voy?, cuando uno se siente vacío,
en ocasiones decepcionado y perdido, y no halla respuesta a sus inquietudes, comienza la
búsqueda de grandes ideas para hacerlas convicciones, que lo muevan a tomar decisiones por
donde hallar el ideal para encontrar la auténtica felicidad...
La persona que en su diario vivir MUEVE —porque es un hombre inquieto que no está sentado
ni sedentario, sino dispuesto a seguir buscando—, REMUEVE —aquello que ve mal, y tiene la
audacia y la astucia y todo lo necesario para cambiar las cosas, y hace que realmente los
demás digan: ¿por qué Toño, o Pedro, o tal es así?— y CONMUEVE —que no es ni más ni menos
que el hombre dirigente en el mundo—, esta persona descubre en el otro un «amigo cercano»,
la alegría de una felicidad que le hace testimonio, siendo sal y luz, y que contagia con su
generosidad a cuantos le rodean, para que también ellos puedan descubrir «el tesoro
escondido», la gracia, germen de la paz interior indispensable para el encuentro de la felicidad.
Decimos nosotros, y hemos aprendido y profundizado, una frase muy interesante:
«Por el trato, al conocimiento»
conocimiento»
«Y por el conocimiento, a la amistad»
amistad»
«Por el trato», porque hay que tratarse entre las personas para poderse conocer. Es muy difícil
que las personas se conozcan.
En realidad es por el contagio, por el trato de tú a tú, que vas conociendo a aquella persona, y
al ir conociendo a la persona vas descubriendo sus valores y también sus limitaciones, pero
con ese poder de admiración que debemos tener todos y cada uno de nosotros hacia el otro.
Viendo sus cualidades y descubriendo en él las maravillas que tiene, llegamos a una cosa que
se llama «amistad», llegamos a la auténtica amistad.
«Por el conocimiento a la amistad», amistad sin la cual no se adquiere jamás la autenticidad
del otro, «su verdad», su auténtica verdad. Es cuando vamos conociendo al otro que éste se va
abriendo, por la amistad, y va diciendo las cosas como son.
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Hay mucha gente que ha triunfado en su vida profesional y económica, y ha tenido mucho
éxito, pero en cuanto tú tienes este trato y este conocimiento con él, llega un momento en que
te dice: «—Toño, he buscado más de una vez una pistola para matarme, porque no soy feliz. He
conseguido todo, pero no tengo la felicidad». Pero para esto, para que él se desnude delante
de ti, tiene que haber esto que se llama la auténtica amistad.
Al ir descubriendo y sentir que este hombre puede, debe y quiere encontrar el camino, la
verdad y la vida —ni más ni menos que lo que nosotros llamamos precursillo—, que es la
auténtica felicidad, se le invita a tener la vivencia del Cursillo —tres días—, donde irá
asumiendo los tres encuentros —fases—, irá descubriendo el valor de sentirse persona —que
es lo primero que uno tiene que sentir en el Cursillo, que es persona, la dignidad de ser
persona—, a través del mejor medio de comunicación inventado por el hombre: la amistad, y
asimilando la gran noticia: que Dios en Cristo le ama. Esa es la noticia que debería salir todos
los días que hay la clausura de un Cursillo, que Dios en Cristo nos ama. ¿Cuántas noticias
salen en los periódicos diciendo que mataron, que robaron, que violaron....? Pero nunca sacan
que hay unos hombres que han encontrado el tesoro maravilloso de la Gracia, que es el
sentirse amado por el Señor. Ya en el Cursillo, poco a poco y de forma concatenada, va
recibiendo el mensaje en vivencias de las verdades de lo fundamental de nuestro cristianismo:
─ Dios: que se hizo hombre en Cristo.
─ Cristo: que quiso perdurar siempre, eternamente, en su Iglesia.
─ Iglesia: en quien puso Él los...
─ Sacramentos: para que a través de ellos nos llegara la Gracia.
Mediante una cosa casi tan o más importante que cualquier rollo en el Cursillo de Cristiandad,
la labor de pasillo, voy conociendo a este hombre, nos vamos haciendo amigos, me intereso
realmente por las cosas de él, que eso es la amistad, y entonces, automáticamente acepta
estas verdades —por la fe— y las hace vida por la Gracia.
La vocación seglar
¿Por qué decimos que la seglaridad es una vocación? Quizás deberíamos ir por partes y definir
qué es una vocación, en qué consiste y cómo debemos entenderla los seglares —no el
sacerdote— desde nuestra vida.
Vocación: según el diccionario significa «llamado». Por tanto, debemos entenderla como un
llamado de Dios a cada uno de nosotros.
Ejemplos:
Dios llamó a Abraham en UR (Irak) para empezar y crear el pueblo escogido de Israel.
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Cristo Jesús, que ya sabía lo que hacía y que se acordaba que un día empezarían los Cursillos
de Cristiandad, sabía que si no había una comunidad no podía hacer nada. Tenía a su madre,
que era lo más grande que tenía, pero le hacía falta una comunidad. Y entonces eligió a doce.
Y de entre estos doce, escogió a tres, a Pedro, Santiago y a Juan, y les dijo: «—Venid, os voy a
dar una vivencia testimonial que van ustedes a caer de rodillas». Y fue la transfiguración del
monte Tabor. Con esto de ver a todo un Dios y a Moisés y a Elías, «¡vamos a hacer tres tiendas,
y de aquí no salimos!» Y el Señor les dijo: «—No, vayamos al mundo, ahí está nuestro trabajo»,
ésa es nuestra vocación, ése es nuestro llamado. Esta es la vocación de nuestros primeros
hermanos en la fe y que nos llamaron a que siguiéramos el testimonio.
Antonio Punyed tuvo un llamado. Qué bien estaba yo en Tarragona, la imperial Tarraco, no me
faltaba nada!. Sin embargo, una gracia actual se me cruzó; la gracia actual del Señor permitió
que yo pudiera realmente entrar en un Cursillo de Cristiandad y tuve el encuentro personal con
el Señor.
Yo tenía una formación religiosa, no digo igual que la de Eduardo pero de las mismas raíces,
porque ambos somos hermanos de la doctrina de La Salle... O sea, que tenemos formación... Y
a mí me decían: «Pero Antonio, ¿por qué eres tan malo? » «—Pues porque me gustaba más,
[...]!» Tal vez no había encontrado el sabor del Señor Jesús. ¿Y que quiso luego el Señor
conmigo? Me dijo: «andá», y anduve... pendejo una temporada hasta que llegué a tierras de El
Salvador, y ahí empecé a trabajar.
Yo llevaba a El Salvador un gran testimonio cuando llegué aquel año 1958, el Cursillo lo hice
en 1955.
Llego yo a El Salvador con mi novia —todavía no me había casado—, voy al arzobispo y le digo:
«—Monseñor, aquí traigo una carta de mi cardenal de Tarragona, Benjamín Arriba y Castro,
que dice que soy dirigente de Cursillos de Cristiandad». Y me dijo: «—Toño, aquí tiene usted
todo este país, haga lo que quiera!»
Y me encontré —lo voy a decir—, como aquellas veces que voy a Miami y veo esas cubanas tan
grandes, que sé lo que hay que hacer pero no sé por donde empezar. Esta es la realidad!
Entonces, ¿qué sucedió? Que poco a poco empecé a trabajar profesionalmente y a hacer vida
aquello que quiere el Señor, aquello que nos dijo San Pablo: «haceos judíos con los judíos para
convertir a los judíos». Y tuve que hacerme salvadoreño con los salvadoreños para conocerlos
y poder salvar a los salvadoreños. Y pasé del 1958 al 1962. Tenía que hacer lo que decía
Eduardo Bonnín: conocer el ambiente. Si no se conoce el ambiente —el primer rollo del
Movimiento de Cursillos— estamos perdidos. ¿Qué vamos a cristianizar si no sabemos donde
tenemos los pies puestos? Esta es la verdad.
Si «aquél» dice en el libro que es un aprendiz de cristiano, yo todavía estoy abriendo el libro! No
sé por dónde ando, pero sí he procurado aquello de «a donde me llaman allá voy», porque
siento que tengo que dar lo poco que el Señor me ha dado, que es mucho! Pero en realidad lo
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que yo tengo no es mío, lo que yo tengo de mis experiencias, de mis vivencias y de mi vida
entera ha sido porque Dios me lo ha dado!
Claro está que a veces el Señor se disfraza —aunque lo duden— de mujer. Si yo no hubiera
tenido la esposa que tengo no hubiera empezado nada. ¿No será que no son tan tontas las
mujeres? María y todas las mujeres son parte integrante de la familia y del matrimonio que
quiere ser luz y sal del mundo.
Bien, estábamos hablando de la vocación como la llamada que Dios hace a todo hombre a
participar de la vida comunicada en su hijo Cristo Jesús, formando parte de su Iglesia.
La llamada de Dios a una misión no es tanto una exigencia cuanto una elección, y aquí
debemos definir el término seglar como «la persona que vive en el siglo». Y por esto decíamos
que los mejores santos son los que tienen pasta de diablo, porque hemos tocado hasta el
fondo, y desde ahí nos las podemos todas. En cambio, aquel que es bueno y toda la vida ha
sido bueno, ¿para qué sirve?, sólo para ser bueno. Y pues, ¿qué mérito tiene?
El seglar es el hombre que vive en el siglo y cumple su misión cristiana en medio de las
realidades del mundo: familia, política y negocios. El seglar es equivalente, pero no igual, a
laico —LAOS = pueblo de Dios—; son los seglares bautizados que no tienen ministerio
ordenado.
En el rollo de El seglar en la Iglesia dejamos clara esta misión —vocación— y la acentuamos
desde el Concilio Vaticano II: los seglares participamos de la misión salvífica de la Iglesia,
ordenando los asuntos temporales, aquellos a donde el sacerdote no puede llegar, y es
nuestra misión cristiana proveniente del ser bautizados.
La vocación seglar no es otra cosa que ser y comportarse como hijo del Padre, hermano de
Cristo y templo del Espíritu Santo; en una palabra, reconocer y querer ser miembro activo del
cuerpo místico.
Esta vocación seglar, entonces, es en todo cristiano el llamamiento a una vida orientada por
las verdades del Evangelio, en el mundo donde Dios lo tiene plantado. De manera que
podemos llamar vocación seglar la vocación al matrimonio, que debemos cultivar y aceptar
como un llamado de Dios a la formación de la familia, al amor de Dios presente en la pareja y
a la formación y educación cristiana de los hijos.
Y diferenciamos o separamos lo que es ser seglar y lo que es ser sacerdote: todo son
vocaciones, todo son llamados. Y si yo puedo ir a hablar con los obispos no es porque me
llame Toño, voy a hablar con ellos de cara a cara porque no me pueden engañar, porque tengo
que estudiar, porque tengo que conocer los documentos, tengo que vivir los documentos de la
Iglesia, tengo que estar formado! Porque tenemos nosotros muchos dirigentes de Cursillos que
están totalmente deformados, y este es un problema de nuestra Iglesia: que no hay seglares
formados o laicos preparados.
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Hazte amigo de un cura, cuando él sea tu amigo de verdad conseguirás de él lo que quieras,
no te digo que el perdón de los pecados, pero casi casi!. Hay que hacerse amigo de ellos, no
son unos bichos raros de la naturaleza, son unos hombres que tienen una vocación, un
llamado especial de Dios para transmitirnos la gracia, y nosotros para vivirla en plenitud.
Claro está que a veces se olvidan de aquella frase que dice «no he venido a ser servido sino a
servir». Se olvidan de esto y quieren que los laicos sirvan a los curas. Y yo, cuando encuentro
un cura así, le digo: «—Mire padre, ¿usted ha leído esto que dice el Santo Padre de que es el
siervo de los siervos del Señor? Y usted, pues, ¿qué está haciendo? Si quiere, le damos ya las
dispensas... »
Es también una vocación seglar la vida profesional dentro del ejercicio de nuestras funciones
temporales en el ámbito de lo social, cultural, económico y político, donde debemos ejercer la
misión cristiana de ser otros Cristos; con nuestra labor en este mundo vertebramos o
deberíamos vertebrar en cristiano todo lugar donde Dios nos tiene inmersos. No es justo que
nos quedemos sólo en la familia! Los laicos no podemos quedarnos en la familia, ni como
decía hace un rato, tampoco podemos quedarnos sólo en la Iglesia... Tenemos que salir, correr
riesgos, lo que sea... Este es el seglar.
Debemos también meternos en política, a pesar de que me digan que la política es sucia y que
en estos países sudamericanos se ven tantas corruptelas....
Cuando mi yerno, que durante veintitrés años estuvo trabajando conmigo de abogado, notario
y de asesor en mis empresas, me dijo: «—Me han llamado para un cargo en uno de los
Ministerios del país», yo le dije: «—Hoy sí puedes entrar».
Hoy ya tenemos gente preparada, gente que son de misa y comunión diaria, ya hay ocho o diez
ministros que son hombres que viven lo que es la vida de la gracia y que tienen que dar
testimonio donde Dios los ha plantado.
Cuando me tocó hablar en la primera Ultreya Mundial de Roma en el año 1966, dije «me
siento orgulloso de estar en Centroamérica —me olvidé que era catalán, que le vamos a hacer,
son los defectos de construcción—». El Salvador tiene a los tres poderes de la República,
cursillistas!, el presidente de la Asamblea, el presidente de la República y el presidente de la
Corte Suprema de Justicia. Somos el faro cristiano de América!
¿Qué sucedió? Pues que al cabo de unos años llegó la guerra a El Salvador. Y todos nos
sentimos culpables, yo me siento culpable en parte, porque yo empecé por las élites del país,
buscando las locomotoras del país, los que movían las estructuras, y sin embargo, me sentí
fracasado. Me dije bien claro: «no he sido lo generoso que el Señor esperaba de mí». He dado
todo lo que he podido y les he dado el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, que es lo más
grande que tengo yo, el tesoro más grande de la gracia, y sin embargo, tal vez me faltó aquello
de «pastorear» a estas gentes que trajimos a la gracia; el acompañarlos, situarlos e iluminarlos
para que fueran testigos de Cristo y se comportaran como Cristo. Y eso fue un problema. Por
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esto uno no puede hablar mucho, porque a veces la soberbia te pega unos sablazos
tremendos.
Los seglares debemos incrustarnos profesionalmente donde el Señor nos llama. Es una
vocación que se pone de manifiesto cuando incursionamos en los ambientes profanos donde
diariamente nos metemos y en los que debemos ser luz y sal. Una vocación es un llamado a
ser amigo y testigo de Cristo, ser el mismo Cristo, en el lugar donde estamos inmersos.
Finalmente, es una vocación por nuestra conciencia de ser y sentirnos Iglesia, que es
esencialmente misionera y comunitaria, por anunciar gozosamente al hombre de hoy que es
hijo de Dios y, a la vez, sacramento de comunión con Dios y con los hombres.
La vocación seglar en los Cursillos de Cristiandad
Los Cursillos de Cristiandad, como dijo Pablo VI, son una escuela de espiritualidad cristiana, y
normalmente deberían asistir a ellos los más alejados de la verdad, los que buscan la verdad.
Claro que hay que llevar locomotoras, pero ¿qué van a arrastrar las locomotoras si no llevamos
de vez en cuando vagones donde se ponga el carbón? Siempre son necesarios carros que no
sean motor. Pero, en general, no podemos llevar a cualquier persona a Cursillos. Claro está
que es obligación mostrar al mundo entero que Dios en Cristo ama hasta la última criatura, es
cierto, pero no todo el mundo tiene que ir a Cursillos de Cristiandad, sólo algunos. No todos los
religiosos pueden ser jesuitas, ni todos pueden ser franciscanos....
¿Por qué? porque el llamado es a algo especial, específico. Hombre, si solamente nos
salváramos los cursillistas, entonces sí, habría que hacer un Cursillo cada media hora para ver
si salvábamos a todo el mundo... Pero nosotros necesitamos llenar los cursillos con gente que
realmente al salir propague, irradie y testifique las maravillas que ha encontrado en un Cursillo
de Cristiandad. Por lo tanto, hay que escoger a los mejores, que son los más jodidos, los que
más cuestan, y normalmente nosotros buscamos a los más tontos... Y algunas veces les
decimos: ¿quieres ir a un Cursillo? Y se dicen: «—Pues iré, porque no tengo trabajo y a lo mejor
ahí me dan trabajo... » Y otras veces decimos: «mira, te invito a un Cursillo y te lo voy a pagar
yo». Hombre, esto ya es el colmo de los colmos, que nos achiquemos para decir que un Cursillo
vale oro!
Yo exigí desde el principio de los Cursillos en El Salvador que los dirigentes pagaran por
completo o casi el doble de lo que vale el Cursillo. Y eso que van a servir, pero saben lo que
vale un Cursillo, saben lo que se encuentra en un Cursillo, pero este es otro tema...
Lo que da precisamente al Cursillo su espíritu seglar es que en él se despierta a los alejados la
vocación a una nueva vida, que las verdades proclamadas en el Cursillo le llaman a ser
hombre, a ser cristiano y a ser Iglesia en sus realidades temporales. De ahí que el mensaje de
Cursillos está dirigido, precisamente, a la persona que, con nombre y apellido, desde su propio
pozo, como a la samaritana, Cristo ha iluminado su vida.
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Dios no vino para cambiar estructuras, sino para salvar al hombre, a este hombre que, una vez
convertido o en el proceso de conversión, podrá cambiar las estructuras si tiene agallas
suficientes para cambiarlas.
Los rollos de Cursillos están orientados a plasmar en el corazón del hombre su vocación o el
llamado a una vida de santidad, de testimonio y de apostolado, lo que se conoce en Cursillos
como inicio de conversión, y a ser y sentirse Iglesia, cuerpo místico de Cristo.
Santidad: que es la vida de Cristo en nuestra vida «ya no soy yo quien vive sino...»
Testimonio: que es gritar con alegría mi amistad con Cristo con toda normalidad pero hasta las
últimas consecuencias, para que puedan descubrir en mí al mismo Cristo —quinto Evangelio—.
Hoy los países pobres no tienen dinero, ¿cómo van a comprar los Evangelios? Hay muchos que
nunca comprarán ni la Biblia, ni el Nuevo Testamento, ni nada... ¿cómo van a encontrar y a
descubrir a Cristo? ¡Por mi vida! Yo soy Cristo, todos nosotros somos Cristo, somos el quinto
Evangelio, viendo nuestra vida ven a Cristo, y por esto debemos hacernos aquella famosa
pregunta: «¿qué haría Cristo en mi lugar?» «¿Cómo actuaría Cristo?»
Ser apóstol, apostolado: no ser egoísta, no podemos ser totalmente felices sabiendo que hay
quienes nunca han oído hablar de ese amigo Jesús que les ama.
Los tres tiempos del Movimiento apuntan a esta misión: hacer que los hombres se encuentren
con el amor de Dios, y ello provoque que la persona descubra gozosamente su vocación
seglar. No se trata en los Cursillos de presentar un Cristo cargado de responsabilidades y
compromisos; y algunos sacerdotes te crean más y más responsabilidades, y venga y dale y
dale... Y esto es pecado, no para el seglar, sino para el sacerdote, por exigir lo que él no
cumple.
Se trata de presentar, a través del testimonio gozoso de los hijos de Dios, la presencia
misericordiosa del Padre, la vivencia personal de quienes decidieron un día seguir a Cristo y la
mano amiga de aquellos que, con una fe viva, se lanzaron a la aventura —supuesta la gracia
de Dios— de presentar a los más alejados el mensaje de que Dios, en Cristo, nos ama.
De manera que el hombre descubra, a través del Cursillo, que Dios es amor y no castigador,
que no le interesa ser Juez, sino ungir de su misericordia, que Dios nos da una oportunidad y
no una responsabilidad, que Dios nos hace libres y no comprometidos. Ser cristiano es tener
una actitud en su vivir que impregne todo, porque el amor libera.
Un método de amistad
Los Cursillos de Cristiandad, con su método propio, pretenden conseguir que los hombres
descubramos nuestra vocación seglar en la vida. Los Cursillos no pretenden una vida nueva
ligada a una vida «de rodillas», al cambio de posición o la ubicación de los hombres en
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compromisos eclesiales, o por el vencimiento de actitudes a través de arrancar decisiones con
muy pocas convicciones.
El método es, ante todo, testimonial, impartido por hombres libres y gozosos, que un día
entendieron la alegría del ser cristiano, compartido con los demás y repartido en gracia para
los que, libremente, optan por aceptar este camino, verdad y vida.
El secreto de los Cursillos de Cristiandad, y el efecto en la vida de las personas, está en algo
muy sencillo, pero por sencillo valioso, por valioso hermoso y por hermoso sublime: la amistad.
Para un cursillista nuevo, lo más cercano a la figura del Dios que le hemos presentado siempre
será «su» dirigente, al que ha admirado, el que lo escuchó, que se acercó, que se hizo amigo
para hacerlo amigo del Señor y que lo llevó a los pies del sagrario para decir juntos «vamos a
llorar por el Señor y con el Señor para resolver tus problemas y para que encuentres el camino,
la verdad y la vida que son la auténtica felicidad y que tú has venido a buscar aquí». El
dirigente encuentra en esta realidad el ofrecer lo mejor de su vida apostólica como testimonio
en su vida de conversión, y por ello contagia.
La amistad se presenta como un cauce para este método. La labor de pasillo, los rollos, la
Ultreya, la Reunión de Grupo, la escuela, el Secretariado, todo son posibilidades para que la
amistad encuentre cauce y penetre en lo más íntimo de las personas: su corazón enamorado
de Cristo por el testimonio de los hermanos que le han tendido la mano. Esa es la amistad: el
amor de Cristo que apremia a los hombres.
Leyendo, oyendo y meditando a Eduardo, éste dice que «Cristo se hizo semejante a nosotros
para hacerse amigo nuestro, de los hombres y las mujeres. Él es el prototipo de la amistad
verdadera, de la que no repara en ningún sacrificio para hacerla real en su vivir en vivo y en
directo, el que nos señala a lo más grande que puede llegar la amistad: a dar la vida por el que
se ama».
«Cuando la persona, por la vivencia de la gracia consciente, experimenta la amistad con Cristo,
va dándose cuenta de que El es el verdadero amigo, el que nos ama de verdad y siempre, el
que nos mira con ilusión, el que nos escucha con interés apasionado, el que conoce nuestra
intención, y aún así, está pendiente de nuestro gesto, el que se alegra con nuestra alegría».
Este es el Cristo que conocemos en el Cursillo y que se nos presenta como modelo leal de
amistad y que nos hace descubrir las más profundas dimensiones de la amistad.
Prosigue Eduardo «cuando la amistad entre dos amigos es afirmada y reforzada por la amistad
que ambos tienen con Cristo, se multiplica el gozo de ser amigos y se disfruta a un nivel más
profundo la realidad de serlo, porque la amistad forjada, basada y cultivada a la luz de Cristo y
al calor de la unión con El por la gracia, se diría que está respaldada y asegurada por Él». Este
es el motivo por el cual nosotros decimos en el rollo de Seguro total que «donde dos o tres
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están reunidos en mi nombre, yo estoy con ellos». Esto es! Cristo Jesús es el que nos da la
garantía y el que lo asegura.
Les recuerdo que ser cristiano, ser un dirigente de Cursillos o pertenecer a Cursillos no quiere
decir: Cursillos, Cursillos, yo y nada más!. Es cierto que tenemos una primera obligación, y es la
de testimoniar a Cristo donde Dios nos ha plantado, donde Dios nos dio la vocación. Pero el
que es médico tiene que ser el mejor médico, no puede ser que vaya a poner ladrillos porque
hace falta arreglar la pared del convento y se le muera un paciente, porque este paciente,
cuando esté ya en su quinto día, va a estar esperando a este desgraciado médico para
llamarle la atención.
O sea, que la misión del médico es ser el mejor médico, y no se puede admitir a un dirigente
de Cursillos o a un cursillista que no sea un hombre que testimonie a Cristo en su profesión.
Por lo tanto, tiene que ser el mejor profesional hasta donde él pueda, según sus cualidades y
aptitudes, y esta es la primera cosa que hay que entender.
En segundo lugar, tampoco quiere decir: «yo bien, y la Iglesia allá queda». No!, somos Iglesia y
tenemos que librar con ella y con su mandato y con la jerarquía. Tenemos que ser un eco y
vibrar con él!.
La única forma de que un obispo entienda lo que es Cursillos es estar sentado tres días ahí y
que le duela el trigénimo, hasta que realmente llegue a entender lo que es Cursillos de
Cristiandad. Esta es la verdad. Claro que cuesta, porque hay que ser amigo de él para que vaya
a vivir un Cursillo!
Cuando yo empecé Cursillos en El Salvador todos los obispos eran cursillistas. Al mismo
Monseñor Romero, famoso, que murió después, lo llevé sentadito y humilde en una silla —
como cura de pueblo que era, de San Miguel— a vivir su Cursillo, engañado, pero vivió su
Cursillo. Le encantó tanto que durante quince años fue asesor de Cursillos. Y luego, como era
cursillista, le apoyamos y llegó a ser obispo auxiliar, y era tan cachimbón, claro!, porque era
cursillista!, que lo sacrificaron y hoy va a ser mártir y santo... ¿qué más quieren?
Este es el espíritu que hay que tener, hay que amar y ayudar a nuestros pastores, a nuestros
curas. El párroco mío, que fue dirigente de Cursillos durante un tiempo, quería que toda la
gente que salía de Cursillos fuera a su parroquia. Claro!, esto es lo que les interesa a ellos!.
Pero yo siempre le decía la misma frase: «¿Y, el día que te echen a ti al [...] de esta parroquia,
qué hacemos con estos desgraciados que has traído aquí?»
No puede existir un dirigente cristiano que no esté al día con las noticias del mundo, porque
estamos en el mundo, y porque para esto somos cristianos, para poder resolver las cosas del
mundo, una vez resueltas las nuestras, nuestro mundo interior, que el que más cuesta
muchas veces.
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Yo soy amigo de todos los obispos. Me impresionó un día de estos que hicimos un encuentro
nacional de dirigentes, y me dije «¿por qué no llamo a los obispos de cada diócesis para que
vengan a dar una meditación?» Imagínense ustedes, ¡qué capricho más grande tiene Toño...!
Pero como el Señor dijo: «pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá y todo lo que pidáis al Padre
en mi nombre se os dará», entonces dije: «—Bueno!, pues vamos a probarlo!» y llamé a todos
los obispos. Llegaron todos y cada día uno dio la meditación. Y lo más fabuloso fue cuando uno
me dijo, así en público, «—He venido porque a Toño no le puedo negar nada. Cuando la Iglesia
necesita de él, él siempre está presente!».
La conferencia episcopal de El Salvador necesitó en un momento dado que no pasara la ley
del aborto, así que llamó a Toño, y Toño organizó una, llamémosla empresa, que se llamaba
De Vida, a favor de la vida. Y empezamos, no sabía por donde, pero toqué todo, hablé a los
curas de todas las diócesis reunidos allí con su pastor, ochenta curas, imagínense...
Y en cierta ocasión tenía detrás al obispo y al obispo auxiliar y dije bien claro: «Miren! Yo he
organizado esta empresa De Vida, pero quiero decirles una cosa: Ustedes son los primeros
responsables de que esta ley no pase, y tienen que albirarlo en las parroquias, porque cuando
quieren que un partido político gane ustedes hacen lo que sea para convencer a sus pobres
feligreses —ovejitas— para que hagan lo que el pastor quiere...» Y de pronto, un franciscano me
dijo: «—Toño, ¿tú crees que vas a lograr este asunto?» Y yo, claro, con los obispos aquí atrás,
me dije: «—Toño, ¿te vas a dejar vencer por un franciscano? Si fuera un jesuita todavía, pero
siendo
franciscano...»
y
dije:
«—Padre, yo he aprendido de ustedes que con Cristo se puede todo, y yo estoy trabajando por
la causa de Cristo. Si usted no hace lo que tiene que hacer es usted quien posiblemente no va
a ganar el cielo...!»
Al final tuve que hablar con el partido comunista, y con otros, hasta que se logró ser uno de los
tres países del mundo donde se acabó NO aprobando el aborto. ¿Lo hice yo? No! Lo hizo el
movimiento que entre todos tuvimos que hacer, y los obispos lo saben... Y uno debe quererles
y ayudarles, porque ayudando a la jerarquía ayudas a Cristo.
Los Cursillos de Cristiandad, en definitiva, son un método que, desde la Iglesia, promueve la
amistad de Cristo con los hombres y de los hombres entre sí, para que estos descubran su
vocación seglar consagrada en las realidades temporales, donde también está Dios, que lo
convierte en instrumento de su amor.
En conclusión, todo el Movimiento de Cursillos es ir descubriendo o despertando al hambre de
Dios, conociendo y aceptando el Evangelio —la vida de Cristo— para que, con sentido común, lo
apliquemos a nuestra propia vida por la vía de la normalidad para que sea atractivo, con una
dosis inmensa de alegría y de simpatía.
De Colores!
Presidente del Secretariado Nacional de El Salvador
LA VOCACIÓN SEGLAR EN CURSILLOS: UN MÉTODO DE AMISTAD – II CONVERSACIONES DE CALA FIGUERA
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