El mar no crece cuando sube, sólo se

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El mar no crece cuando sube,
sólo se desparrama distinto
Graciela Bialet
“El mar no crece cuando sube, sólo se desparrama distinto”
de Graciela Bialet.
En El libro de las respuestas sabihondas, CB Ediciones.
© Graciela Bialet
Ilustraciones: Rocío Arozanera
Diseño de tapa y colección: Campaña Nacional de Lectura
Colección: “Leer te ayuda a crecer”
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
Unidad de Programas Especiales
Campaña Nacional de Lectura
Pizzurno 935. (C1020ACA) Ciudad de Buenos Aires. Tel: (011) 4129-1075
campnacionaldelectura@me.gov.ar - www.me.gov.ar/lees
República Argentina, 2006
E
sas vacaciones de verano nos fuimos a
San Clemente del Tuyú, en la provincia de
Buenos Aires.
Para cordobeses serranos, mediterráneos y
de familia numerosa como nosotros, eran las
mejores vacaciones de nuestras vidas.
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Si a ello le sumamos que nuestros hijos no
conocían el mar,
es fácil imaginar cuántas fantasías tejimos, ansiosos por desafiar
su gusto a sal y peinar el enrulado vaivén
de sus olas.
¡Sí que disfrutamos esos quince días! Todo
nos sorprendía: la música marina con olor a
pescado, las caricias de arena, las caminatas
nocturnas, la búsqueda de caracoles al alba, la
magia de las mareas...
Una noche cenando ya de regreso en Córdoba,
recordábamos con nostalgia y placer nuestras
vacaciones.
Agustín, el mayor de mis hijos, comentó preocupado que no entendía cómo era eso de las
mareas, porque el agua “no engorda y después
se aflaca, ¿NO?”.
Requería una explicación, pero antes que
alguien pudiera abrir la boca, su hermana
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Leticia, mirándolo despectivamente con cara de
genio, le contestó:
–¡Qué bestia sos! –mientras agitaba la cabeza
¿acaso vos no sabés que la tierra se mueve?
Agustín hizo un gesto de SI con su mejor cara
de AMIQUÉÉE.
–¡Y bueno, pensá! –tomó su vaso con
soda y lo movió acompañando la explicación.
–Cuando la tierra se mueve, tumba
el mar para un lado y para el otro. Si se inclina para la Argentina, el mar se viene para acá
y sube por la playa. En cambio cuando la tierra
se “chinguea” para el otro lado, el mar se va
para la China y le moja la playa a los chinos...
–¡Y de tanto ir y venir, se MAREA!... ¿entendés? –le recriminó chispeante de sapiencia
mientras agregaba el infaltable:
–¡NOCIERTO, mááá...?
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–Bueno, como la luna era tan... PERO TAN
grande, al entrar a dormir al agua, desparrama
el mar por todos lados. Así, ¿ves? –y echó un
bollo de pan en su plato lleno de sopa.
Mientras nosotros nos limpiábamos el caldo
de gallina y cabellos de ángel de su
ejemplo, él susurró con una caricia
de recuerdos en la voz:
–Bueno...
al entrar al agua,
La luna desparrama al mar
Y salpica con olas de playa.
No del todo convencidos con la versión de
Leticia, preguntamos:
–Y vos Juli, ¿como creés que es eso de las
mareas?
Pensó un ratito y contestó con los ojos llenos
de poesía:
–¿Viste que por las noches la luna estaba
sobre el mar? –esperó a que afirmáramos con la
cabeza y siguió:
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GRACIELA BIALET
Escritora y educadora cordobesa. Es Licenciada en Educación
(UNQ), Comunicación Social (UNC) y Master en Promoción de
la Lectura y la literatura infantil (CEPLI, Universidad de
Castilla La Mancha, España).
Se desempeña laboralmente como Directora Biblioteca Provincial de Maestros y como Coordinadora del programa de
promoción de la lectura: VOLVER A LEER, en el Ministerio de
Educación de la Provincia de Córdoba.
Ha recibido varias distinciones, entre ellas, una por No hay
tumbas para la memoria, otorgada por la Subsecretaría de
Cultura de la Provincia de Córdoba en el Concurso “Premio
Nacional de narrativa infanto juvenil” (1997).
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Ejemplar de distribución gratuita. Prohibida su venta.
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