Las matemáticas y la literatura - Benemérita Universidad Autónoma

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Escritos, Revista del Centro
Ciencias del y
Lenguaje
Las de
matemáticas
la literatura
Número 30, julio-diciembre de 2004, pp. 215-227
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Las matemáticas y la literatura: la neonovela
policiaca de Guillermo Martínez
Aída Nadi Gambetta Chuk y María Ester Gambetta Chuk
En este trabajo se abordan las
relaciones entre literatura y matemáticas en la obra de Guillermo Martínez, especialmente en
Crímenes imperceptibles (2003),
obra de carácter policiaco al estilo inglés clásico, deductiva y lógica (y no de la novela negra
americana de rasgos rudos y violentos). En este caso, se trata de
características explícitas propuestas por el autor, matemático
y escritor, y no de meros guiños
al lector o alusiones, pues la duda
con Poe, Conan Doyle y Borges
es bastante visible. Así, el teorema de Gödel, el principio de Fermat, el principio de Incertidumbre de Heisenberg y otras ideas
de las matemáticas modernas se
conjugan en el texto de Martínez,
y producen un resultado estético
y literario que da otra vuelta de
la tuerca a los atisbos y logros
con respecto a los maestros del
género.
In this work we approach the relationships between literature and
mathematics in the work of Guillermo Martínez, and specially in his
Crímenes imperceptibles (2003),
which is a detective novel in the
classical English style, deductive
and logical (and not the black
American novel with violent and
rough traits). In this case, it concerns the explicit characteristics
proposed by the author, who is a
mathematician and a writer, and
not just mere winks at the reader
or allusions, since doubt in Poe,
Conan Doyle and Borges is very
visible. Thus, Gödel´s theorem,
Fermat´s principle, Heisenberg´s
principle of Uncertenty and other
ideas from modern mathematics
come together in Martínez´s text
and produce an aesthetic and literary result that gives another turn
to the signs and the achievements
with respect to the masters of the
genre.
INTRODUCCIÓN
Cuando Guillermo Martínez, en 1998, entrevistó al extraordinario
matemático Gregory Chaitin, hijo de inmigrantes rusos en Argentina, –quien pasara la mitad de su juventud en Manhattan y la mitad
en Buenos Aires y a los quince años descubriera una variante del
teorema de Gödel y dedicara toda su vida de matemático a definir
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Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
una medida de complejidad de información– le dio el enunciado de
ese problema que parece haber iluminado su tarea de novelistamatemático:
La idea clave de todo mi esfuerzo es medir la cantidad mínima de
palabras que se requiere para definir algo, pero esta cantidad es
ambigua, varía con cada idioma, de modo que el paso siguiente fue
formular una noción matemática precisa en un idioma artificial. Y
para eso usé el lenguaje de las computadoras1.
En The limits of mathematics (1998), Chaitin demuestra que hay
fragmentos de la aritmética impenetrables al conocimento y, aludiendo a las palabras de Einstein, afirma que Dios juega a los dados
no sólo con la física, sino con la razón matemática y que Einstein
habría dicho que Dios no juega a los dados con el Universo, porque
en la física subatómica se pierde la posibilidad de determinar
unívocamente el futuro. Y, como las leyes fundamentales son estadísticas, a Einstein esto le habría espantado por su formación clásica, newtoniana. Toda esta teoría de Chaitin aparece, de alguna
manera, en las novelas de Guillermo Martínez.
La geometría euclidiana, con su estructura de estética matemática, esa deslumbradora belleza que dicen percibir los matemáticos
y los geómetras, próxima a la de los pintores, los escultores, los
músicos y los poetas, también parece estar en la base de la rigurosa
ficción de Martínez, cuyo padre fue escritor, se confiesa ávido y
desordenado lector, y reconoce como sus escritores predilectos,
entre los argentinos, a Arlt, Borges y Cortázar; entre los extranjeros, a James, Sartre y Mann. La seducción del modelo de Euclides
reside en nociones elementales como punto, recta, círculo. Los cinco axiomas que vinculan estas nociones permiten desarrollar, de
teorema en teorema, toda la geometría clásica. El espíritu euclidiano reviviría, a partir de 1900, en el programa de Hilbert para fundamentar la matemática, mismo que proponía dotarla (a toda la matemática) de un conjunto de axiomas bien determinados, como los
cinco postulados de Euclides, de tal manera que todos los resulta1 Guillermo Martínez. “La razón de mi vida” , en Página 12. Buenos Aires, 7
de junio de 1998.
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dos que los matemáticos proclamasen como verdaderos, pudieran
corroborarse a través de estos axiomas. Dicho de otra manera,
Hilbert procuraba identificar la noción de lo verdadero con lo demostrable. En 1930, Gödel, con su famoso teorema de la incompletud, casi un fetiche para los lacanianos, atacó el programa de Hilbert, demostrando que la aritmética, a diferencia de la geometría
clásica, es irreductible a un tratamiento axiomático. En la vida cotidiana y en su representación ficcional, principalmente en la novela
policiaca, dados dos sospechosos de un homicidio, pudiera ocurrir
que ni la culpabilidad del culpable ni la inocencia del inocente pudieran llegar a demostrarse; eso parece proponer Guillermo Martínez
en sus neonovelas policiales, que siguen el canon policiaco en todo,
menos en la posibilidad canónica de descubrir al asesino. Las criaturas humanas somos limitadas con eterno afán de infinitud, sea en
la vida cotidiana, sea la ciencia, o sea el arte, parece recordarnos
Martínez.
En ocasión de haber recibido el Premio Planeta 2003 por Crímenes imperceptibles, a la pregunta de si la matemática influía en
su estética, el autor contestó: “Hay algo de la estética matemática
en mi escritura: la máxima simplicidad y el máximo alcance.2”
Privilegiado heredero de Jorge Luis Borges, de Adolfo Bioy
Casares y de Ricardo Piglia, Guillermo Martínez, nacido en Bahía
Blanca, Argentina, en 1962, licenciado en Matemáticas (especialidad: Lógica), por la Universidad de Buenos Aires, y doctorado en
Matemáticas por Oxford, obtuvo el Premio del Certamen Internacional de Cuentos Roberto Arlt, en 1982; en 1989 publicó el libro de
cuentos Infierno grande, con el que se hizo merecedor del Premio
del Fondo Nacional de las Artes; posteriormente ha publicado: Acerca de Roderer (Planeta, 1992), su primera novela; La mujer del
maestro (Planeta, 1998), reeditado en España en 1999, Crímenes
imperceptibles, con el que obtuvo el Premio Latinoamericano Planeta 2003, y un libro de ensayos: Borges y las matemáticas (Eudeba,
2003).
2) Guillermo Martínez. “Certamen de novela”, de La Nación: http://www.
guillermomartinez.8m.net/planeta.htm
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Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
Actualmente tiene dos novelas inéditas: La serie Oxford y La
religión prohibida, y prepara un libro de ensayos que se titulará
La fórmula de la inmortalidad.
ACERCA DE RODERER, ANTECEDENTE DE CRÍMENES IMPERCEPTIBLES
Acerca de Roderer es una novela intimista donde se engarzan inteligentemente el teorema de Gödel y el mito del pacto fáustico. La
reflexión sobre la identidad del protagonista, fundada en el fantástico y freudiano “doble”, exhibe biografemas identitarios pertenecientes a la biografía del mismo Guillermo Martínez: un destacado
estudiante de matemáticas que termina su bachillerato en Ciencias
en la Universidad del Sur y luego la licenciatura en la Universidad
de Buenos Aires, y está listo para partir a Oxford, munido de una
beca bien merecida, final abierto que se continuará con el argumento de Crímenes imperceptibles, que encuentra al joven matemático ya instalado en Oxford.
En Acerca de Roderer están ya presentes la forma novelística,
los temas y los conceptos que se manifestarán en sus novelas posteriores: la imagen inseparable del escritor y la del matemático, la
idea platónica que predica la existencia de una forma ideal inscrita
en la Historia, y la confianza en que la forma escrituraria es una de
las maneras más adecuadas de ponerla en evidencia; el estilo nominal y escueto, así como las estructuras novelísticas precisas y de
gran belleza formal por su armonía y nitidez, condicen con los temas matemáticos y lógicos que fulguran y no son prescindibles: la
navaja de Ockham, el teorema de Gödel, el teorema de Turing, el
teorema de Fermat, la regla de Ruffini, entre otros temas matemáticos... Esta reunión asombrosa entre literatura y ciencias exactas,
de génesis borgeana, surge siempre en un relato policiaco, de suspenso extraordinario y de distanciamiento con la dramaticidad de la
muerte, siguiendo el canon policiaco, y donde, borgeanamente también, el enigma planteado se despeja con procesos lógicos convincentes que contienen elementos no lógicos, para volver a enigmatizarse en una infinita puesta en abismo, que revela la angustia por la
búsqueda identitaria y por la búsqueda del conocimiento científico,
ambas experiencias tantálicas infinitamente diferidas.
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Por el espacio geográfico –alrededores marinos de Bahía Blanca– y la atmósfera de misterio y ajenidad, recuerda a Todo verdor
perecerá (1941) de Eduardo Mallea, pero por su construcción de
perfecto “roman” policiaco remite a La pesquisa (1994) de Juan
José Saer, a Respiración artificial (1980) y a La ciudad ausente
(1992) de Ricardo Piglia, con quienes comparte la acuciosa tarea
de describir, en la ficción, la explicitación teórica que la sostiene,
por medio de las palabras adecuadas y con una economía verbal
digna de encomio.
CRÍMENES IMPERCEPTIBLES Y LA NOVELA POLICIACA
No debemos olvidar que la aparición de la novela policiaca se encuentra determinada por ciertas circunstancias históricas, de las
cuales hoy prevalecen algunos rasgos, entre las que hay que destacar la pervivencia del conflicto entre lo racional y lo irracional en el
siglo XIX, proveniente del siglo XVIII, amén del interés por la investigación, la lógica y la deducción racional, consideradas como el desideratum del esclarecimiento, además del entonces nuevo auge del
folletín, la organización de la policía con la aplicación de sus métodos de investigación, instaurados en medio de una ciudad moderna
burguesa que confiaba en la Ley y estaba orgullosa de su Revolución industrial.
Crímenes imperceptibles transcurre al final del siglo XX, pero
se inscribe en la tradición anglosajona de la novela policiaca más
canónica, esa novela policiaca que propuso las teorías de Edgar
Allan Poe (1809-1849) y de Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del famoso detective Sherlock Holmes, puesto en circulación
literaria a partir de 1891.
Tanto el narrador-protagonista de Crímenes imperceptibles
–que en la edición española ostenta el título de Los crímenes de
Oxford– como el matemático Arthur Seldom se parecen a Sherlock
Holmes, en cuanto que son hombres eruditos, detectives aficionados, brillantes e impasibles, que no se involucran sentimentalmente
con el homicidio de Mrs. Eagleton –probablemente un homenaje al
apellido del escritor Terry Eagleton–, viuda de un profesor de matemáticas, y a quien el joven matemático y doctorando de Oxford le
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Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
ha alquilado un pequeño departamento. También, como en el caso
de los relatos policiales de Arthur Conan Doyle, aquí la impresionante clarividencia racional es el centro del relato, donde se manifiesta como un espectáculo, etimológicamente “lo que sucede ante
los ojos” asombrados del lector, una suerte de acto de magia que es
el proceso de develar el misterio del crimen bajo la lupa de la Razón. Sherlock tiene a su Watson –ese supuesto lector común– que
sirve para destacar las excepcionales cualidades del detective. Aquí,
la novedad consiste en que hay una simetría entre el detective y
matemático Arthur Seldom y el joven matemático argentino que no
tiene nombre; o sea, la figura del detective está duplicada. Como
Holmes, el protagonista de Crímenes imperceptibles utiliza la herramienta de la abducción3, o conjetura o adivinanza, que siempre
termina por ser llevada a la comprobación lógica, y transita del
texto al architexto y a una red de intertextualidades de las matemáticas, de la Historia y aun de la vida cotidiana del fin del siglo XX y
comienzos del siglo XXI. Como en la novela policiaca de Arthur
Conan Doyle, la escena del conocimiento conjunta la relación maestro-discípulo con la fascinación por la iluminación del conocimiento
y con el desafío intelectual que supone toda investigación para el
investigador, ya sea frente a un problema matemático o en la detección criminal. Pero hay también otras referencias a la novela
policiaca clásica que remiten a los cuestionamientos lógicos del
Dupin de Poe, a las argumentaciones lógico-psicológicas de Agatha
Christie y a mirar al criminal desde la lógica y las matemáticas, que
recuerda “La muerte y la brújula” (Ficciones) de Jorge Luis Borges,
de la cual Crímenes imperceptibles puede evaluarse como una reescritura portentosa. La forma de analizar los hechos está impregnada por la práctica matemática. Las teorías propuestas, como la
de las series lógicas, además de las teorías sobre psiquiatría y sobre
los juegos de lenguaje, a lo Wittgenstein, surgen como tales, pero
algo metamorfoseadas, distorsionadas en el nivel de la ficción, qui3 Utilizamos aquí el concepto de “abducción” según Peirce y Eco. Cfr., Umberto
Eco. De los espejos. Buenos Aires: Lumen, 1988, pp. 173-184 y en Umberto Eco
y Thomas A. Sebeok. El signo de los tres: Dupin, Holmes, Peirce. Barcelona:
Lumen, 1989.
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zá porque toda teoría científica es una suerte de ficción que pretende encontrar una correspondencia verosímil.
El argumento es sencillo, pero la trama en torno a la develación
del misterio es muy complicada: a los pocos días de haber llegado a
Oxford, un joven matemático argentino innominado, el mismo narrador protagonista, encuentra a la anciana Mrs. Eagleton muerta
en su casa, asfixiada con un almohadón. La investigación del asesinato es adjudicada a su maestro, Arthur Seldom, uno de los matemáticos más eminentes del siglo XX, mientras, paralelamente, la
policía lleva a cabo su propia investigación a cargo del Comisario
Petersen, quien sostiene la versión del criminal único. Beth, nieta
de la occisa y culpable encubierta, y Lorna la enfermera, obsesionada lectora de novelas policiales y buena tenista, son los personajes femeninos que ilustran respectivamente el ambiente de la música clásica y de los sórdidos hospitales ingleses. El joven matemático, siguiendo a su maestro Seldom (que habla perfectamente un
español de Argentina y cita a Borges), descifra el enigma de las
series de muertes a partir de la de Mrs. Eagleton, desde la lógica y
las matemáticas, bajo una estética matemática clara y con un lenguaje axiomático. Se construye así un impecable policial inglés que
no termina canónicamente con una sola solución, sino con tres simultáneamente convincentes: una, la que puede satisfacer a casi
todos los lectores, otra, que resulta una explicación para el protagonista, y la tercera, que es una suerte de nuevo problema a resolver,
que podría ser la elegida por unos pocos lectores.
Crímenes imperceptibles puede relacionarse con las novelas
policiales de Ricardo Piglia por la estrecha vinculación establecida
entre el plano biográfico que incluye el “secreto” del escritor y el
canon detectivesco que plantea el enigma, cuya develación se pospondrá reiteradamente: Martínez argumenta la posposición del esclarecimiento del enigma hiperbólicamente al ofrecer, simultáneamente, y en el mismo nivel jerárquico diegético y estructural, más
de una solución viable para los lectores.
CRÍMENES IMPERCEPTIBLES Y LAS MATEMÁTICAS
Para David Locke, partiendo de la representación o de alguna teo-
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Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
ría instrumental, “el texto científico proyecta y perfila el mundo
científico como generalizado e irrealizado (esto es, realizado en forma realista) pero verificado (esto es, certificado dentro de los cánones de la ciencia) mientras que el texto literario proyecta y perfila su mundo como particularizado, sensorializado (esto es, no realizado de forma realista) y realizado pero ficcionalizado.4” O sea, el
mundo científico, basado en modelos que formulan lo real como
conceptos, sería metafórico; en cambio, la realización literaria funcionaría como un ejemplo particular de una regla general –el
architexto– y desplazaría el contexto del registro vicario, o una
manera metonímica. Juntos, ciencia y literatura, que parece ser el
propósito conseguido por Guillermo Martínez, la vida humana parece inaccesible íntegramente a la cognición, pero las metáforas de la
ciencia y la formas metonímicas de la literatura la harían significativa en más de un sentido.
Ciencias exactas y arte –literatura, música, pintura– generalmente se ven escindidas, irreconciliables, pero, para el matemático,
su ciencia constituye una bella arte, plena de elegancia y belleza
que va de cerebro a cerebro, logrando el placer estético por medio
de las pruebas y evidencias, lo cual es bastante próximo al placer
estético del artista, que transmite una representación de una realidad única, la de la ficción. Ambos, a través de su imaginación,
llegan a la síntesis, a la abstracción, sin desestimar el hecho irrefutable de que la noción de Verdad para las ciencias humanísticas,
como para el Arte, es una extensión del concepto de verdad para
la lógica y las matemáticas. Tanto el matemático como el artista
comunican eficazmente: el matemático trabaja con puras abstracciones; el artista transmite una vivencia sensorial en la que se plasman conceptos y teorías sobre el mundo a través de la emoción,
pero ambos comparten siempre la estesis. Crímenes imperceptibles es una novela que plantea esta necesaria e irreductible
interlocución entre la literatura, las matemáticas y sus respectivas
4 David Locke. La ciencia como escritura. Antonio Méndez Rubio (trad.)
Science as writing. Yale University, 1992. Valencia: Frónesis, Universitat de Valencia, 1997, p. 260.
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estéticas. Martínez, como matemático que practica una estética
literaria, declara:
La estética matemática tiene que ver con una mínima cantidad de
axiomas, mínima cantidad de presupuestos iniciales y máximo alcance. Uno quiere partir de principios absolutos, transparentes, y reglas
de juego muy claras, con las que todos estemos de acuerdo, y llegar
a conclusiones de máxima profundidad. Es una estética de mínimo
conocimiento inicial, máximo conocimiento final. A cada problema atacarlo con la intensidad que ese problema requiere, ni más ni menos5.
La matemática es una ciencia cuyo contenido se ha construido con
proposiciones abstractas. Muchas de estas proposiciones tienen
como punto de partida experiencias de la Naturaleza. Las relaciones entre las proposiciones matemáticas se basan en la lógica: las
proposiciones que no se demuestran se llaman conjeturas. El lenguaje matemático se forma con un conjunto de palabras llamadas
primitivas (conjunto, elemento, número) porque no se definen. A
pesar de la amplitud, riqueza y universalidad, la matemática tiene
sus limitaciones: muchos científicos y filósofos han estudiado este
tipo de fronteras, entre ellos, Gödel, uno de los que ilustran las reflexiones ad hoc de Guillermo Martínez.
Crímenes imperceptibles parte de la navaja de Ockham
–Pluralitas non est ponenda sine neccesitate (“Las entidades
no deben multiplicarse innecesariamente”)– o principio del conocimiento, que pide mantener las cosas simples, o, si existen más de
dos explicaciones para el mismo fenómeno, debe preferirse la que
incluye menos suposiciones, o sea, la más simple, y del teorema de
Gödel. Kurt Gödel (1906-1978) dejó un teorema en el que asevera
que nunca llegaremos a conocer todos los secretos del universo, lo
cual ha sido aseverado por múltiples personas. Lo importante es
que Gödel demostró rigurosamente este postulado con la lógica simbólica; utilizó el rigor de las matemáticas para demostrar que las
matemáticas no son completas y no están libres de contradicciones, seguido, a su vez, por el corolario de Turing, para centrarse en
5 Entrevista a Guillermo Martínez. “Crimen, Cálculo y Castigo”, por Leonardo
Moledo, “Radar”, en Página 12. Buenos Aires, 19 de abril de 2004.
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Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
las series matemáticas que son las que presiden la novela. ¿Cómo
funcionan las series matemáticas en la novela? La reflexión de
Guillermo Martínez sobre las series matemáticas y los crímenes
seriales remiten a la aseveración de que es imposible conocer toda
la verdad y, cómo de tres elementos de una serie se espera un
cuarto, pero también otros elementos, de allí que esta novela policiaca plantee una realidad representada –siempre reacia al conocimiento, siempre imperceptible–, no alejada de las matemáticas ni
de la vida misma. En Crímenes imperceptibles hay dos metáforas
al respecto: la metáfora geométrica de Nicolás de Cusa y el reloj
cerrado de Einstein, con el que emblematizara la posición de la
ciencia. El teorema de Fermat pone un enigma a la novela. Para
Guillermo Martínez, las matemáticas, como cualquier otra explicación de la realidad, es siempre posterior a los hechos, y, por lo tanto,
jamás podría anticiparlos. En este sentido, ni la misma magia
–que podría tener vinculación con el conocimiento y con el azar–
podría hacerlo. De allí que en la novela, el prestidigitador argentino
exhibe su acto de magia en Oxford, pidiendo, como Goethe “más
luz”, refiriéndose al ocultar mostrando, en el viejo truco de “La
carta robada” de Poe. Por otra parte, como matemático, Guillermo
Martínez ve el mundo todo, y, por lo tanto, su propia novela, como
una indefectible aplicación de un modelo matemático conocido o
por conocer, dominio que no es aún de la ciencia, pero sí de otros
conocimientos.
Las series matemáticas se dan, en Crímenes imperceptibles,
como modelos matemáticos encarnados en los personajes y en la
trama de diversos modos, como si se tratara de un caleidoscopio: el
texto narrativo está atravesado por la multiplicación serial o conjunto de series que densifican el suspenso en torno a la posibilidad
del crimen perfecto y al conocimiento: “El crimen perfecto, escribe, no es el que queda sin resolver sino el que se resuelve con el
culpable equivocado.6”
La serie policial preside la novela: tres asesinatos de ancianos
que intrigan a Seldom y al estudiante de matemáticas y narrador,
6 Guillermo Martínez. Crímenes imperceptibles.Buenos Aires: Planeta, 2003,
p. 135.
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más la serie matemática en torno a Gödel y Wittgenstein: el principio de incertidumbre de Heisenberg frente a lo demostrable. Otra
serie suma una dimensión estética (plástica) a las matemáticas: el
gran friso asirio del rey Nissan, guerrero que, para ocultar un crimen, representa una batalla, restaurado por una argentina en el
Museo Ashmolean, madre de Beth, quien muriera junto a su marido, matemático amigo de Seldom, en un accidente del que la única
sobreviviente fuera Beth. Seldom, con un discípulo, tratan de interpretar el friso, hacia el final de la novela, para alcanzar la imperceptible verdad de los crímenes. Otra serie es la pitagórica, cuyo
cuarto término es “tetratkys”, al que Seldom compara con la posición de los bolos del “bowling”, es decir, la dimensión del azar que
empieza con el juego de “scrabble” de Mrs. Eagleton. y se continúa con la nieta, Beth (nombre del segundo símbolo del alfabeto
hebreo que sigue al aleph, y que correspondería a la primera anciana muerta). Están también las series policiales que lee Lorna, y los
personajes de su hospital infernal, ligados tanto a las matemáticas
como a la sucesión de asesinatos y también a la muerte del
“angstum”, aplastado en la carretera, emblema del muerto difuminado, imperceptible.
Y ya en la dimensión intertextual aparecen nuevas series: la
“estética del crimen” a lo Dostoievsky o a lo Poe, la descripción del
espacio del crimen, del tenis, del “bowling”, del “scrabble” y de la
sala de conciertos de Crímenes imperceptibles, que se une al espacio del ajedrez en Acerca de Roderer; la relación maestro-alumno que se da en La mujer del maestro y que se conecta con Arthur
Conan Doyle y con la dupla Biorges y, por último, la re-escritura de
“La muerte y la brújula” de Borges. En conclusión, en la proliferación textual, la multiplicación de las series satura isotópicamente el
texto novelístico en la búsqueda de la verdad del arte y la verdad de
las matemáticas o aproximación humana a la imperceptible verdad.
En este proceso lectoral deductivo de la novela, hemos dejado
para el final la pregunta fundamental: ¿qué son las series matemáticas para los matemáticos? Una sucesión es un conjunto de números dados en un cierto orden y formados según una ley. El conjunto
de los números naturales: 1, 2, 3, 4..., n, ... es una sucesión. Otro
226
Aída Nadi Gambetta y María Ester Gambetta
ejemplo de sucesión es: 1, 4, 9, 16, 25, ... n (i.e., la de los naturales
al cuadrado).
Una serie es una suma indicada de los términos (o elementos)
de una sucesión. Las sucesiones y las series pueden ser finitas o
infinitas, según que el número de elementos sea limitado o ilimitado.
Ejemplos:
Serie finita: 1 + 4 + 9 + 16 +25.
Serie infinita: 1 + 4 + 9 + 16 + 25 + ...
Con Crímenes imperceptibles, y a la espera de la publicación
de sus textos inéditos, podemos ya conjeturar que la saga del matemático-novelista detectivesco, es decir, doblemente inquisidor, inscrita en las novelas de Guillermo Martínez como la de un autor
ficcionalizado, va de libro a libro, en una cadena casi cronológica
respecto de los argumentos y las biografías contenidas, pero la saga,
en su duplicada reflexión sobre los misterios factuales, y los misterios del saber literario y del saber matemático, rebasa la constricción de cada libro. Con la arquetipización de lugares, de hechos y
de personajes, de raigambre clásica, Martínez no hace sino manifestar implícitamente su confianza en el indiscutido poder de la literatura de representar ficcionalmente, de manera mediata e inmediata las pasiones, los saberes y las acciones humanas de una compleja dimensión de experiencia histórica ineludible que, convencionalmente, es nombrada como la vida humana.
BIBLIOGRAFÍA
Eco, Umberto. De los espejos. Buenos Aires: Lumen, 1988.
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Locke, David. La ciencia como escritura. Trad. Antonio Méndez
Rubio. Science as Writing. Yale University, 1992. Valencia:
Frónesis, Universitat de Valencia, 1997.
Martínez, Guillermo. Acerca de Roderer. Buenos Aires: Biblioteca
de La Nación, Planeta, 2002.
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junio de 1998.
Las matemáticas y la literatura
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Moledo, Leonardo. Crimen, cálculo y castigo, entrevista a
Guillermo Martínez. Radar, Página 12. Buenos Aires: 19 de
abril de 2004.
Smith, Robert y Minton, Roland. Cálculo, T.1. Bogotá: McGraw
Hill, 2000.
PALABRAS CLAVE DEL ARTÍCULO Y DATOS DE LAS AUTORAS
género policial - matemáticas - estética
Aída Nadi Gambetta Chuk
Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica
Facultad de Filosofía y Letras
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María Ester Gambetta Chuk
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