EL GÉNERO MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS, EN NUESTROS ACTOS COTIDIANOS. Dra. C. ANA ROSA PADRÓN ECHEVARRÍA “En toda palabra, ha de ir envuelto un acto”. 1 expresó José Martí. Un enorme poder sobre los actos humanos tiene la palabra: podemos decir niñas y niños, sin embargo, desde el currículo oculto o en el escenario del aula o de la escuela, se les separa en dos hileras como contrapuestos; como parte del propio currículo escolar se les designan tareas: a las niñas se les enseña a coser, mientras que a los niños se les enseña el oficio de carpintería, considerado únicamente masculino. Entonces: las palabras al mismo tiempo expresan, significan y ocultan pensamientos, estereotipos, sentimientos, costumbres. En nuestra realidad por ejemplo: el vocablo caballero cada vez pierde su valor semántico, en las relaciones interpersonales se utiliza igual para hombres y mujeres. Se ha instaurado de tal manera en la comunicación que se asume como normal. Es indudable que las palabras y nuestros actos en ocasiones muestran una desarmonía que no se puede eludir, se requiere conocer, comprender y delinear las vías que nos lleven a tomar conciencia de sus manifestaciones en la vida diaria. No pocas veces decir ellos o ellas provoca risas, comentarios a favor o en contra, pero las palabras tienen significado, marcan. Decir género no es a favor de la mujer colocando al hombre en una posición de desventaja, es encontrar el equilibrio entre ambos más allá de las palabras, en cada acción cotidiana. Entones nuestros actos diarios, esos en los que por momentos somos protagonistas y en otras ocasiones espectadores, no pueden prescindir de la palabra. A decir de estudiosos de la lengua, la palabra es lo que ha reinventado al hombre, ¡ah! ya olvidaba, y a la mujer, lo que somos se lo debemos a la palabra: toda cultura, la única propiedad cierta que no terminará. La palabra es principio y también fin. 1 José Martí. AFORISMOS, Centro DE ESTUDIOS MARTIANOS. La Habana, 2004. p. 285. Valdría una mirada indiscreta al interior de la familia. La vida hogareña es el escenario donde se gestan acciones cotidianas que implican a sus miembros. Todos y todas han de estar no al margen de la dinámica que la familia construye como grupo primario de la sociedad. Vivir en familia es sentirla como una comunidad de vida y de afecto con incidencia en todos sus integrantes, indispensable para el pleno desarrollo y maduración del ser humano. Variados calificativos y de las más diversas formas se esgrimen para significar el valor de la familia a lo largo de la vida humana, hasta las metáforas tienen espacio, algunas de ellas refieren que la familia es una ventana por donde nos asomamos al mundo, es un puente de unión entre sus miembros, es un bálsamo para los dolores y penurias de la vida. Justamente las conexiones comunicativas en el ámbito familiar se acompañan de la palabra, de mensajes que indican, orientan, persuaden, ayudan, acercan o alejan según sea el caso y la forma en que se dicen y se reciben. A propósito del tema, una investigación 2 realizada con grupos de adolescentes muestra algunos resultados significativos para comentar. Respecto a su “ideal de padre” y a su “ideal de madre”muchachos y muchachas refieren cualidades tales como: IDEAL DE PADRE 2 Responsable Comprensivo Complaciente Trabajador IDEAL DE MADRE Tierna Suave Amorosa Comunicativa Cariñosa Comprensiva Padrón, A R. Estrategia pedagógica para la Educación Familiar desde la Escuela Secundaria Básica. Tesis presentada en opción al título académico de doctor en Ciencias Pedagógicas. La Habana, 2007. Como se observa, le adjudican a la figura de la madre un gran número de cualidades, matizadas de ternura, calidez, delicadeza, lo que se amplía en los términos de: “es con la que siempre puedes contar”,“la que más nos quiere en el mundo”, “nos protege, enseña”, “es nuestra mejor amiga”,”nos apoya siempre”, “lucha por el bienestar de sus hijos/a”,”da confianza”, “trata de entendernos y nos alerta”. Interpretando el lenguaje de los estereotipos sexuales masculino y femenino, la madre asume los roles expresivos y asistenciales, amorosos, espirituales, que la sociedad le asigna, impregnado de afecto. En este sentido, a diferencia de la madre, en el padre no aparecen cualidades referidas a los afectos, con lo cual se refuerza y continúa perpetuando el lugar privilegiado de la madre sobre el padre como referente de apego, que los/a contiene afectivamente. Es significativo que el 91% de hijos e hijas adolescentes señaló, respecto al padre, la necesidad de que sea mucho más cariñoso y amoroso. En el anhelo de los adolescentes emana una insuficiencia en el desempeño afectivo de los padres Este es un aspecto de mucho valor, ya que desde el rol socio-cultural el hombre es visto fundamentalmente como rudo y decidido, desplegando su rol ejecutivoinstrumental, que le permite ser un buen proveedor, protector y garante de la vida material de la familia, sin compromiso espiritual y afectivo en particular. En este caso las palabras están expresando abiertamente un significado. Si se reconoce que el término divorcio indica ruptura, generalmente pérdidas: ¿no estamos divorciando sin el consiguiente permiso de las partes: mujer y hombre; al asignarle desde lo cultural que madre es ternura, padre es autoridad? Después de tantos cambios sociales, prevalece una ruptura padre- hijo en el orden de los afectos. La concepción del padre como figura autoritaria, a veces inapelable, más merecedora de temor que de afecto, aún se mantiene en las familias, ubicando en un lugar privilegiado el apego a las tradiciones, a las costumbres de antaño. Hijos e hijas están carentes de las expresiones paternales de afecto y cercanía. Algunos testimonios ilustran de manera más fidedigna la “ignorancia afectiva” de que son víctimas algunos hijos del sexo masculino por sus padres: “Después que crecí, que soy adolescente creo que mi papá no me quiere”, “ya no me abraza, en cambio a mi hermana sí”, ¿será porque está chiquita? “Si no le pido un beso, no me lo da”, “a veces me voy para la escuela muy triste”, “quiero volver a ser pequeño para que no me falte su cariño.” Pudieran ser muchos los comentarios, sólo refiero: si nos apropiamos de que un aprendizaje de vida está relacionado con la piel: un canal táctil importante para los afectos. La piel es quien decide enigmáticamente el contacto físico, la simpatía o el rechazo. En cambio para los afectos la entrada principal se abre de par en par. ¿Por qué hijos e hijas sienten su carencia a medida que crecen? Tal parece por sus expresiones que en la adolescencia donde tantas cosas cambian para ellos y ellas, se les está convocando a ser pequeños /a para recibir la donación afectiva que merecen. La ausencia de lo deseado produce malestares a veces insalvables, la duda si son amados/a queda instaurada, así se ignora que aunque crecen siguen mereciendo la cuota de afecto, de ternura necesarios para desarrollarse emocionalmente equilibrados/a. En tal sentido coincido plenamente con estas valiosas palabras de José Martí: (…) no hay por qué invalidar vocablos útiles (…) 3 Otros aspectos a considerar en la investigación, están referidas a destacar como los/a adolescentes al mismo tiempo que admiten el valor de la autoridad que el padre les muestra, enfatizan su desacuerdo con el autoritarismo, lo cual refleja la carga de imprecisiones y contradicciones que al mismo tiempo presentan ciertas palabras, en este caso: autoridad- autoritarismo y de seguro más que verbalizarlas trascienden hasta la acción, cristalizan en los hechos para dejar dolorosas huellas que se constituyen en atentados a la plenitud existencial. A propósito: una poética canción del cantautor cubano Silvio Rodríguez, bajo el título de: “Acerca de los padres”, 4 en su letra resplandecen rotundos atributos con una fuerte carga cultural inherentes al hijo varón de: no llorar, por extensión a no sentir. Analicemos a continuación: “Acerca de los padres” 3 4 José Martí. AFORISMOS, Centro DE ESTUDIOS MARTIANOS. La Habana, 2004. p. 282. Rodríguez Silvio: Cancionero. Editorial Letras Cubanas. Ojalá. La Habana. Cuba. p. 100. Cuando venía de la escuela y alguien le quitaba un medio al niño, Su padre le pegaba haciéndolo salir; tenía que romperse la cara sin llorar. Si se ponía a dibujar, sus casas y soles le hacían trizas: “Los machos juegan a las bolas y a pelear; Búscate un papalote y deja de soñar:” No pudo decir que tuvo miedo, no pudo decir que le dolía, no pudo decir que era salvaje lo que hacía, No pudo llorar como pensaba, No pudo pedir ayuda alguna, No pudo sino tragar en seco su amargura… Estas y otras interrogantes pueden surgir al analizar las frases de esta bella canción. ¿Qué palabras afectuososas podrá expresar cuando sea padre, si no las recibió, si no le permitieron apropiarse de ellas ni vivenciar lo que de gratificante pueden resultar cuando se ofrecen y reciben en la medida necesaria? ¿Por qué probar la virilidad a costa del ejercicio de la violencia? ¿Para qué palabras tan crueles en la educación del niño sólo porque es varón? ¿No tienen niños y niñas una fuente inagotable de potencialidades para la imaginación?, ¿por qué un niño no puede soñar mediante el dibujo de casas y soles? La palabra nos acompaña por nuestra condición de ser social. No es menos cierto que el refranero popular es construcción y expresión manifiesta de los arraigos en la cultura de los pueblos. Algunos parecieran convocar a hacer, no siempre con la certeza y plenitud de la verdad y la justeza. Detengámonos por ejemplo en un refrán muy conocido y repetido en cualquier época:” entre marido y mujer nadie se debe meter”. Este contiene un sentido de justificación para no inmiscuirse en actos que en ocasiones llegan hasta la violencia, ya sea proveniente del hombre o de la mujer. En el caso del varón desde lo cultura se legitima el control sobre la vida de su “hembra”, de su “artículo personal”. A todas luces, una cultura de respeto y paz, de no agresión, representa uno de los mayores desafíos de las sociedades actuales, transidas de la violencia de género, sobre todo de la “invisible”, la familiar que descansa en el poder patriarcal. Es este un asunto que al seguir fielmente y respetar las palabras que contiene el refrán ya nombrado: ¿vamos a asumir una actitud pasiva ante escenas de violencia entre marido y mujer? Cada cual podría hacerse una ecografía interior en busca de acciones que al fin y al cabo son inherente a nuestra condición de humanos, en bien de la justicia, entre hombres y mujeres, sin relaciones de poder, más bien abogaría por la relación intra e intergenérica equilibrada -armónica. Estas interesantes ideas de José Martí bien nos pueden acompañar en ese “hablar consigo mismo”, con y para los otros y las otras. “La palabra es una croqueta abominable, cuando no se pone al servicio del honor y del amor”. 5 5 José Martí. AFORISMOS, Centro DE ESTUDIOS MARTIANOS. La Habana, 2004. p. 285. Palabras finales. ¿Hacia cambios definitivos en la visión de género, no solo por medio de las palabras, sino con nuestros actos cotidianos? La pregunta queda para reforzar que no todo está dicho y más aún, no todo está hecho, está por hacer. El tema no cierra puertas. Por eso a penas me inclino a pensar que la magnitud que cobra su análisis yace en lo infinito y en estas palabras de Dulce María Loynaz, cargadas de bella poesía cuando dijo:” Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean, la palpen, la estrujen y la expriman. Nada hay en ella que no sea yo misma, pero en ceñirla como silicio y no como manto pudiera estar toda mi ciencia.” 6 6 Loinaz, Dulce María: Poesía. Poema II. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 2002, p. 101