FEDERICO GARCIA LORCA EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO 1998-1898 Por Dr. Porfirio Sánchez Con motivo del centenario de su nacimiento, este año recordamos a uno de los escritores, que estuvo muy cerca de América Latina, nos referimos al popular poeta y dramaturgo, Federico García Lorca. Dentro de la estética cultísima de la Generación del 27 de la que formó parte, y a pesar de este cultismo, hay una profunda veneración por las formas populares. El cancionero y el Romancero, Gil Vicente, Juan del Encina, están presentes en Lorca y en otros representantes de esta generación. La obra poética de García Lorca refinadamente aristocrática y popular al mismo tiempo, se distingue per el colorido brillante de sus metáforas, por el vigoroso dramatismo de su visión del mando andaluz, ese mundo que él veía cargado de “angustia y de tragedia”, y sobre todo, por la honda raíz hispánica de su lírica. Lorca es una de las figuras poéticas más originales de la literatura española contemporánea. Empezó a escribir a los diecisiete años bajo diversas influencias: modernistas, clásicas, románticas. Influido por el Modernismo en su más temprana época, se interesa por el folclore andaluz y lo recrea con originalidad, poniendo en juego diversos recursos de la poesía vanguardista. Estudió con ahínco la obra de los grandes creadores de nuestra lengua y logró expresarse con éxito, en variadas formas de arte: música, pintura, teatro, poesía. Viajó por el extranjero; visitó Cuba, Argentina y Nueva York. Al comienzo de la guerra civil murió vilmente asesinado por las bandas de Francisco Franco en julio de 1936 en las afueras de Granada. Veamos a continuación uno de las poemas que García Lorca consideró siempre como uno de sus preferidos: “El Romance Sonámbulo”. En este hermoso romance, aun partiendo de la indudable presencia del motivo central que se condensa en “muerte plena”, es posible suponer por algunos indicios del texto, que toda esta recreación artística de tonos misteriosos, no es más, tal vez, que un sueño, o un cuadro de lo inexistente, o, dicho de otro modo, la representación, con imágenes superrealistas, de esa nada que es la muerte. Para los efectos poéticos de expresión del motivo, la anécdota no cuenta necesariamente en primer plano. El propósito del poeta de expresar su intuición de la muerte en relación con los conjuros mágicos que configuran el mundo supersticioso de los gitanos, no requiere necesariamente presuponer la existencia de los personajes y los hechos que menciona el poema y bien pudieran estos no ser del todo reales. Lo verdaderamente importante es constatar cómo, mediante hábiles recursos expresivos, el poeta nos aproxima al encuentro del motivo central, la resoluci6n de los opuestos universales : "vida - muerte". El romance logra su efectividad con una atildada asonancia que lo hace sonoro y con ritmo estético por la reiteración de las vocales abiertas. A través de impresiones sensoriales, intelectivas, recogemos las perspectivas que nos conducen al motivo del romance, aunque con dificultad. Los elementos del surrealismo están presentes con una visión onírica. Un verde connotado que denota vehemencia, se logra por la reiteración del sintagma. En el marco semiótico, el color verde – según los estudiosos de Lorca - designa juventud, vida, lo misterioso y obsesionante. Pero en el ”Romance Sonámbulo” represente sobre todo lo misterioso y lo obsesionante. El efecto lo logra y transmite con efectividad su experiencia emocional ante un panorama nocturno y el alba, marcando así un contraste con un mensaje significativo. De un marco subjetivo pasa a lo objetivo y de lo descriptivo a lo narrativo, y lo anecdótico lo vamos hilvanando. El deseo vehemente lo expresa con la connotación reiterada: Verde que te quiero verde. Con la tendencia a una asonancia que hace sonoro el verso por la reiteración de vocales abiertas y con una connotación múltiple, nos ofrece su “sugerencia” particular, especial: la libertad, como punto de partida. Progresivamente, nos va introduciendo en un contorno propio del mundo gitano, lleno de elementos visuales y cromáticos. La perenne ansiedad, el deseo vehemente de querer, se repetirá a lo largo de todo el romance. El sintagma nominal lo enriquece con elementos misteriosos y con este tono nos presenta la ubicación temporal: anochece y nos matiza los elementos del paisaje: viento, ramas. Cambia la perspectiva y nos da la situaci6n real: una gitana “sueña” ubicada en aquellos barandales típicos de las casas andaluzas, pero sus ojos están ausentes de aquel paisaje “con ojos de fría plata” y además nos sugiere algo más: "Con la sombra en la cintura”. Pasamos así de una situación real a una plurisignificativa, de impresiones, producto de un estado profundo. Estos planes se confunden unos con otros y se logran efectos artísticos especiales. Verde que te quiero verde, Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. El tiempo transcurre, se pasa de la noche al alba, pero la gitana no puede mirar esos cambios: la luna gitana, las estrellas de escarcha y la luz que escapa come pez. Todo el campo semántico de cada verso enriquece el motivo que pretende desarrollar Lorca, nada es gratuito, lo que corrobora lo que en cierta ocasión expresara el poeta: "Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios o del demonio, también es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo". La gitana espera a su compañero amado, quien ha de venir por la mar, el barco traerá al ausente. Pero del regreso del gitano, no se da cuenta, pues está sumida en el sueño de la muerte, que parece enajenación. Lo anecdótico, se da y continúa: Dos compadres dialogan - parece un diálogo con la muerte -. Uno, el gitano mozuelo ausente, viene herido, regresa en busca de su amada. Desea la tranquilidad del hogar, pero encuentra muerta a la gitana, Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde? Ella sigue en su baranda. verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga Compadre, quiere cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, puede ser, con las sábanas de holanda. ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? La gitana continúa soñando en un mar extenso, profundo, que es amargo. Es un deseo especial el suyo. Ese es el mar por donde vendrá su amado, pero ante su ausencia se le hace amargo. Otra vez se da el regreso a lo anecdótico y el yo protagonista, dialoga con el viejo gitano. El mozuelo es un hombre de a caballo, tal vez aventurero y quiere abandonar su caballo, su cuchillo y su montura. Probablemente es un dialogo con la muerte en las circunstancias limites en que ha llegado el gitano, herido de muerte. Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡dejadme subir!, dejadme hasta las verdes barandas. Barandales de la luna per donde retumba el agua Ya suben los dos compadres Hacia las altas barandas Dejando un rastro de sangre Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en las tejados farolillos de hojalata Mil panderos de cristal, herían la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? ¡Cuántas veces te esperó! El viento es presagio de la muerte de la gitana, es un viento largo, de hiel, de menta, de albahaca. Finalmente, aparece horrorosamente la muerte en el rostro de la gitana. Y es claro ahora, por qué la gitana no podía mirar y los causantes de su muerte tal vez fueron los guardias civiles al asediarla. Al final, surge nuevamente la reiteración, pero el tono es otro. La gitana no pudo retener lo que la mar amarga le quitaba, ya el deseo es innecesario, ya la esperanza es fallida. ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna, la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento, verdes ramas El barco sobre la mar Y el caballo en la montaña. Lo importante, repetimos, no es la anécdota en sí, sino el desarrollo del motivo central, y esto esta plenamente logrado mediante diversas expresiones y recursos fónicos, gracias a los cuales se van dando en orden de ascendente intensidad, los diversos grados de aproximación y encuentro que necesita nuestra sensibilidad para percibir en todo su horror la suprema negativa del ser: ”la muerte”. Hace cien años, nació García Lorca, murió a los 37 años. Fue la suya una vida breve, aunque tan intensa como para vigorizar la lírica y drama de su patria y ofrecerle nuevos horizontes, hasta el punto que con el grupo de escritores de la Generación del 27, se ha dicho que la lírica española llega a una nueva Edad de Oro. Dr. Porfirio Sánchez De esta forma, por medio de este breve análisis y comentario de su vida y obra, dejamos testimonio de admiración y respeto por una de las figuras poéticas más originales de la literatura española contemporánea: FEDERICO GARCÍA LORCA.