Dia 5 “no se haga mi voluntad, sino la tuya” Lucas 22:42 (LBLA) No sea mi voluntad… “Voy a preguntarle al Padre porqué quiere que yo ore” Le dije a una abuelita que se acercó al altar para oración durante un servicio. Su nieta adolescente sufrió un accidente de auto y estaba peleando por su vida. La oración que Dios me dirigió a hacer fue una muy corta, de hecho solamente escuché una palabra “paz” ¡Eso fue todo! Mientras oraba repetí esa palabra una y otra vez hasta que recibí un “Amén” en mi espíritu. Animé a la abuelita a buscar, meditar y memorizar escrituras acerca de la paz durante la semana. Unos días después, su nieta falleció. La abuela corrió al hospital; cuando vio a su nieta notó un papel prendido a su bata de hospital. En él estaban las mismas escritura de paz en las que ella estuvo meditando. Repentinamente, en medio de una gran pérdida, el cuarto y el corazón de la abuela se llenaron de una gran paz. Una sola palabra hizo toda la diferencia porque vino directamente del corazón de Dios, El sabía exactamente lo que ella necesitaba. Al preguntar a Dios ¿porqué debía orar? Estaba esencialmente preguntándole ¿cuál era su voluntad en el asunto? Cuando Jesús nos dio el ejemplo de cómo orar en el Padre Nuestro, incluyó esta frase “Que venga tu reino, hágase tu voluntad…” La voluntad de Dios es perfecta. Cuando oramos, debemos hacerlo basados en su voluntad y no en la nuestra. Generalmente vamos a ver nuestra vida de oración aburrida y sin fruto cuando oramos sólo por lo que queremos, de acuerdo a nuestra voluntad, nuestro razonamiento, nuestro entendimiento y nuestras emociones; pero si permitimos que Dios dirija nuestras oraciones, empezaremos a ver el poder, la presencia y la provisión de Dios derramados de maneras inimaginables. Jesús dijo: “Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; … porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 5:30). Jesús estaba concentrado en la voluntad de su padre, no siempre fue fácil; en Getsemaní Jesús luchó con aceptar la crucifixión que le esperaba, sin embargo oró “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Como Jesús así debemos ser nosotros, que se trate de la voluntad de Dios en lo referente a nuestras oraciones. Cuando no conocemos su voluntad, es siempre mejor preguntarle. Otras veces, cuando si conocemos su voluntad sobre un asunto, pero es difícil aceptarla, debemos someternos a ella y decir “que se haga tu voluntad”. Orar en Su voluntad siempre va a funcionar mejor para ti que tratar de orar en la tuya propia. Podemos consolarnos con saber que Dios siempre hace que las cosas obren para nuestro bien (Romanos 8:28). El sabía que esta abuelita iba a necesitar una paz sobrenatural, y El sabe exactamente que necesitas Tu. Su voluntad obrará siempre para tu bienestar y para aquellos por quienes estés orando. Pregúntale ¿Sobre qué y cómo quiere El que tu ores? y sométete confiadamente a su perfecta voluntad. Orar es exhalar el espíritu del hombre e inhalar el espíritu de Dios. Edwin Keith Oración: Señor ¿Porqué quieres que ore hoy? Quiero que sea basado en tu voluntad y no en el mía y aún cuando tu voluntad muchas veces no tiene sentido para mi, yo estoy seguro que Tu haces que todo obre para mi bien. Confío completamente en Ti. ¡Que venga tu reino, que se haga tu voluntad! En el nombre de Jesús, Amén. Acción: ! Antes de empezar a orar por ti o por alguna otra persona, haz una pausa y pregúntale al Padre que y cómo el desea que ores. ! Ten confianza y di lo que El te diga, cuando te lo diga y a quién te lo diga. Somete tus oraciones a su voluntad. Para estudiar más: Mateo 6:10 Lucas 22:39–44 Juan 5:16–30 Hebreos 10:36 1 Tesalonicenses 5:17–19