25 ARTICULOS LA REHABILITACION CONDUCTUAL EN EL MEDIO LIBRE Y EL TRABAJO CON LA FAMILIA Elsa Catalán P. (*) Francisco Prado O. (**) INTRODUCCION 1.GENERALIDADES SOBRE LA MEDIDA DE LIBERTAD VIGILADA El avance de las Ciencias Sociales y del Comportamiento avalan el tratamiento conductual en el Medio Libre. En lugar de castigar, segregar y aislar al sujeto, debe propenderse. a un proceso de reintegración adecuado al contexto familiar, ambiental y comunitario de origen. Es así como en la actualidad, la Rehabilitación Conductual en el Medio Libre es defendida por los expertos mundiales en rehabilitación por su efectividad y su carácter eminentemente humanizador, a la vez que por ser muchísimo menos onerosa que los sistemas clásicos de encarcelamiento. Para los menores, la sanción penal tiene carácter correctivo en lugar de "sancionador". Por ello se habla de menores inimputables o sin discernimiento y se establecen medidas de rehabilitación y readaptación antes que de "sentencia". Es así como una vez que el menor ha sido aprehendido por cometer una falta o es puesto a disposición del Tribunal como medida proteccional, el Juez de Menores, previo estudio de todos los antecedentes de que disponga, resuelve una de las cuatro alternativas que contempla la Ley 16.618 en su Art. 29. Estas medidas son: - Amonestación y entrega a los padres. - Internación en un Hogar de Menores. - Designación de un tutor. - Someterlo al Régimen de Libertad Vigilada. La Libertad Vigilada es una medida de tratamiento aplicable por resolución judicial a los menores inimputables que han cometido una infracción a la Ley o que presentan graves problemas conductuales, tendientes a inducir cambios en su conducta social, logrando su readaptación y rehabilitación. El tratamiento de rehabilitación conductual en Libertad Vigilada es aplicado por un profesional de las áreas de las Ciencias Sociales denominado Delegado de Libertad Vigilada, quien establece con el menor y familia un vínculo personal que le permita una atención individualizada. El presente artículo pretende transmitir nuestra experiencia de trabajo en el Sistema de Libertad Vigilada con los menores sometidos a la medida y sus familias. Expondremos cómo, en nuestra tarea de rehabilitación, hemos llegado al convencimiento de que no es posible hacerlo sin incorporar a la familia al proceso, como parte activa e integrante de él. Por ser el sistema de Libertad Vigilada relativamente nuevo en el país, hemos creído conveniente iniciar el presente trabajo con una breve síntesis de lo que es el sistema desde el punto de vista legal. Asimismo, se describirá en términos generales nuestra institución, para pasar a continuación a una descripción de la población atendida y de la forma de encarar el proceso de rehabilitación. Finalmente, haremos una revisión de nuestras experiencias de trabajo con familia, dejando expresa constancia que dadas las características propias de nuestro trabajo y las exigencias cotidianas de acción, nos impiden detenernos a sistematizar dichas experiencias y a teorizar sobre ellas. Pensamos, sin embargo, que constituyen un acervo riquísimo y nos sentimos en la obligación de darlo a conocer a quienes sí pueden y deben investigar sobre la acción, para posteriormente enriquecerla. II. NUESTRA CORPORACION. La Corporación para la Orientación, Protección y Rehabilitación del Menor "PROMESI" inició sus actividades en enero de 1983, como Institución colaboradora del Servicio Nacional de Menores. Tie(*) (**) Asistente Social, Directora de la Corporación para la Orientación, Protección y Rehabilitación del Menor (PROMESI). Sociólogo, Delegado de Libertad Vigilada en PROMES¡. 26 ne carácter privado sin fines de lucro y una cobertura de 280 menores en Libertad Vigilada provenientes de todo el área Metropolitana; los menores ingresados por resolución judicial son atendidos por un equipo de profesionales del área social: Psicólogos, Sociólogos, Asistentes Sociales, Profesores, Monitores y Auxiliares Sociales. "PROMESI" es una Institución colaboradora del Servicio Nacional de Menores por cuanto se rige por las normas de dicho Servicio, el cual a su vez subvenciona y fiscaliza el trabajo realizado con los menores. No obstante lo anterior, la Corporación "PROMESI" en su calidad de Institución privada, es autónoma respecto de la formulación conceptual del proceso de Rehabilitación, y tanto el o los enfoques teóricos utilizados como las técnicas específicas que se aplican, son definidas por la Institución. II1. DESCRIPCION DE LA POBLACION ATENDIDA. Desde el nacimiento del menor pueden observarse en él factores que lo acompañarán a lo largo de toda su vida, marcándolo y pre-determinándolo a un destino de marginalidad del cual sólo en contados casos podrá salir: el embarazo de su madre suele ser de algún grado de riesgo, por deficiente alimentación, carencias básicas y falta de atención médica adecuada, tanto por razones económicas como culturales que dificultan su acceso periódico a controles y/o el seguir las indicaciones alimenticias y de toda índole que son deseables para el período de gestación. Este menor, que nace débil y que probablemente se desnutrirá en algún período de su vida temprana - lo que repercutirá en su desarrollo físico y psíquico - se inserta en un medio familiar que no es el más adecuado para su desarrollo físico y mental. A la falta de estimulación se une la carencia de afecto expresado en formas que el menor perciba, el autoritarismo como reemplazo de una preocupación afectiva y una dinámica familiar alterada por la ausencia real o simbólica del padre, que puede o no ser sustituido por un padrastro cuya actitud hacia los hijos de su mujer, en la mayoría de los casos, será de rechazo, de castigo físico y, eventualmente con las hijas adolescentes, esa violencia puede llegar hasta la violación. Dado ese contexto tan precario, los problemas de aprendizaje y de desarrollo intelectual son comprensibles e inevitables. Así, este menor probablemente desertará de la escuela entre tercer o quinto año básico, apenas sabiendo leer y escribir, capacidades que, por falta de uso, perderá a corto plazo. A los ocho o doce años entonces, este menor carece de la influencia de los agentes de socialización básicos, como son la Escuela y una Familia adecuada. Ante esta realidad, el destino más probable del menor será la internación, si es posible, o la familia claudicará permitiéndole conductas de vagancia y mendicidad, exigiéndole paulatinamente REVISTA DE TRABAJO SOCIAL pequeños aportes al hogar y facilitando así su inserción en un medio altamente irregular en el cual las conductas van agravándose hasta terminar en episodos de detención. Conociendo las características del medio en que se ha desarrollado el menor, es más fácil comprender su personalidad, concibiéndolo como una persona que ha carecido y carece de las oportunidades y medios lícitos para satisfacer sus necesidades básicas, lo que facilita su comportamiento antisocial. En los casos más graves, los menores que ingresan a Libertad Vigilada, presentan una condición orgánica deficiente que se traduce en daño orgánico cerebral, niveles intelectuales sub-normales, impulsividad, reactividad primitiva, etc., a lo que se suma una influencia socializadora marcada por los cánones de la subcultura descrita anteriormente. A esta edad, el menor ya ha adquirido un repertorio conductual en que el robo, consumo de bebidas alcohólicas, marihuana, inhalación de solventes volátiles, vida sexual precoz y escasa dependencia de los padres, constituyen elementos centrales de su conducta habitual. De esta forma, se va consolidando una internalización de valores en que el delito aparece como una vía natural de satisfacción de necesidades que, en comparación con el trabajo remunerado, resulta más atractiva. Así, observamos una baja motivación por el trabajo y la capacitación, por lo que resulta muy difícil su incorporación estable a la vida laboral, siendo sus empleos de carácter ocasional y con frecuentes períodos de cesantía. Toda esta historia de vida genera un modelo de conducta, una socialización en la cual la escolaridad no es valorada, en la cual las oportunidades y el apoyo no se dan sino se ganan de cualquier manera y que producen, por el imperativo de la subsistencia, habilidades que no pueden sino estar en contradicción con lo que la mayoría de la sociedad define como habilidades sociales. No es que el menor en cuestión carezca de habilidades sociales, sino que estas habilidades no son las mismas que tiene un niño de su edad con otra historia cultural. Así, esta conducta es definida como desviada respecto de lo que la sociedad define como adecuado, y en la medida en que dicha conducta atente contra la sociedad, es castigada en el caso de los adultos, y se intenta modificarla, en el caso de los menores. IV. EL PROCESO DE MODIFICACION CONDUCTUAL Dada la realidad antes descrita, aparece claro que en la mayoría de los casos son los factores ambientales los que producen la conducta desviada. No estamos propiamente en presencia de delincuentes juveniles sino frente a menores a quienes su propio medio ha empujado a dicha conducta. Así, un intento de modificarla debe orientarse fundamentalmente a factores ambientales. Aún ARTICULOS cuando variables como la desintegración familiar o la cesantía son poco modificables, sí puede actuarse sobre aspectos como pautas de crianza, habilidades sociales básicas, educación en sexualidad, prevención de alcoholismo, drogadicción y otros, con el fin de equipar al menor para que sea capaz de compensar sus carencias. La acción del Sistema sobre cada uno de esos aspectos la ejecuta el Delegado de Libertad Vigilada (1), agente del proceso de Rehabilitación, a través de dos actividades centrales: la Entrevista en Oficina y .las diferentes actividades en Terreno como son las Visitas Domiciliarias, gestiones, etc. El proceso de ti-atamiento conductual para cada menor está definido sobre la base de diferentes etapas de acuerdo al tiempo de ingreso y permanencia del menor en el Sistema. La primera etapa se caracteriza por ser una etapa de diagnóstico, afianzamiento de la relación interpersonal Delegado de Libertad Vigilada - Menor, y establecimiento de conductas sociales básicas. Tiene una duración promedio de seis meses, y al cabo de ella el Delegado de Libertad Vigilada elabora el Diagnóstico Integral del caso gracias a su conocimiento acabado de la situación. A partir de ese diagnóstico, se elabora un programa de tratamiento específico para el menor. La segunda etapa de tratamiento propiamente tal, trabaja con mayor intensidad la problemática de ingreso al Sistema. El contenido de las Entrevistas en Oficina se refiere básicamente a esa problemática y a la vez, el menor es integrado a los programas de apoyo que específicamente requiere. Es en esta etapa cuando puede aparecer la necesidad de derivación a especialistas externos a la Corporación. Paralelamente, se sigue trabajando, aunque con menor intensidad que en la primera etapa, las habilidades sociales básicas y la relación interpersonal con el Delegado. En la tercera etapa, que cubre los seis últimos meses del total de dieciocho que habitualmente dura el proceso, el objetivo al cual se dedica el mayor esfuerzo es el de la preparación del menor para su integración autónoma e independiente a la comunidad. Si bien se siguen trabajando las otras áreas, la intensidad con que ello se hace es decreciente. Es necesario destacar que las anteriores etapas no son rígidas y que su extensión en definitiva dependerá del logro de los objetivos de cada una de ellas. Todo ese proceso, como se decía anteriormente, se lleva a cabo en el medio libre. Por lo tanto, intervienen en él todos los agentes habitualmente presentes en la vida del menor: el medio laboral, si lo hay, el medio escolar, la comunidad, el grupo de pares y, fundamentalmente, la familia. Y ello por dos motivos: primero, pues si se trata de integrar al menor a la sociedad no se puede prescindir de los diferentes grupos a que pertenecerá. Segundo, pues la experiencia nos ha demostrado que el no tomarlos en cuenta no sólo dificulta la 27 integración sino la hace imposible. El contar con ellos, en cambio, los transforma en interlocutores y referentes permanentes del proceso en términos de apoyo, control y retroalimentación. V. LA FAMILIA COMO APOYO DEL CAMBIO CONDUCTUAL No siendo el único agente coadyuvante del proceso de rehabilitación, puesto que la comunidad escolar y laboral, el grupo de pares y la coordinación con recursos privados y estatales, convergen al mismo objetivo, la familia aparece como el más estratégico en la tarea de modificación de la conducta del menor, por cuanto es la realidad más estable, cotidiana y tangible de nuestros menores, cuya calidad de adolescentes los hace particularmente sensibles a su contexto familiar. Por otra parte, la familia del menor aparece ya en la norma legal reconocida como parte integrante del proceso de rehabilitación en Libertad Vigilada, en la medida en que unó de los requisitos que el menor debe cumplir para optar al Sistema es que tenga una familia que reuna características que puedan definirla como mínimamente adecuada. Ahora bien, este requisito mínimo es más bien una potencialidad dada por la mera existencia de figuras parentales, antes que una realidad operante. Si bien la madre está en el hogar, acompañada a menudo de un conviviente cuyas relaciones con el menor no son siempre las mejores, sus pautas de crianza, el tipo de autoridad que ejerce y el modelaje que percibe el niño o niña, se insertan en la realidad deficitaria antes descrita. Enfrentados como sistema a una familia con esas características, por una parte, y convencidos de la necesidad ineludible de incorporarla al tratamiento conductual dado que, si no lo hacemos, cualquier logro revertirá una vez finalizado el tratamiento, nuestra actitud respecto de la familia de los menores y el trabajo que con ellas de desarrolla, se basan en las siguientes orientaciones: Primero, reconocer la anterior realidad y tener presente, a lo largo de cada una de nuestras acciones orientadas al cambio de conducta, que el ambiente cotidiano, aquel que pesa mucho más sobre el menor que nuestras acciones periódicas, es el de su familia, con una dinámica específica y propia. Dicha actitud se traduce en términos concretos en un conocimiento bastante exacto de esa familia y de sus circunstancias, información que se toma en cuenta a la hora de formular programas específicos y metas para cada menor, no sólo para asegurar su factibilidad sino con el fin de mejorar su integración a la familia de origen y, en esa medida, sus posibilidades de formar una propia. Segundo, incorporar a la familia como el interlocutor del proceso de modificación conductual, tanto en términos de retroalimentación como de apoyo y control en lo que a cumplimiento de programas se refiere. Esta interlocución tiene el doble objetivo de actuar sobre el menor y sobre la familia, 28 pues se utiliza también para obtener información y elaborar o reelaborar en conjunto pautas de crianza que pueden redefinir la dinámica familiar. Tercero, y ya a nivel de técnicas específicas más que de orientaciones generales presentes en cada actividad, podemos citar una serie de iniciativas que están en proceso y/o en evaluación, iniciativas que hemos desarrollado a lo largo de estos dos años y de cuya eficacia no podemos aún concluir, dado el relativamente pequeño número de casos involucrados. La terapia familiar sistémica fue uno de los primeros enfoques que utilizamos, derivando a un equipo de especialistas a aquellas familias que, previo análisis, aparecían como potencialmente necesitadas de una terapia de ese tipo. Si bien las evaluaciones de proceso fueron altamente positivas, ninguno de los casos derivados permaneció en la situación terapéutica por un tiempo suficiente como para obtener resultados durables, y ello por una razón aparentemente secundaria pero que en realidad es inherente al marco cultural de las familias de los menores que atendemos: jamás se logró superar la actitud de aceptación pasiva de un beneficio y que se transforma en una actitud positiva y voluntarista respecto de la posibilidad de cambio. Ello se puede explicar por una serie de factores, como el hecho de que la derivación aparecía como obligada y más aún, exigida por un Juzgado, o que la situación clínica es percibida como ajena a la cultura de los menores y sus familias, sobre todo en terapia familiar sistémica, o que la extensión del tratamiento frustraba a quienes esperaban resultados a corto plazo, u otros en esa línea. Todo ello se está estudiando y analizando, pues el enfoque sistémico presenta una serie de posibilidades que no pueden descartarse por dificultades de tipo operacional antes que reales. Otra acción sistémica que hemos llevado a cabo, y ésta con más intensidad y extensión, es la del trabajo sistemático y periódico con grupos de padres en los cuales se discute, elabora e intercambia experiencias respecto de problemas y formas de asumir en el hogar la crianza de los hijos. Por otra parte, las reuniones de padres constituyen para el Sistema una posibilidad de reatroalimentación en la medida en que son instancias en las cuales los padres pueden discutir los avances o retrocesos del proceso de rehabilitación de sus hijos e informar al Sistema sobre la forma en que está llegando a sus hijos. En la medida en que no hay en estos grupos un agente externo sino tan sólo el Delegado de Libertad Vigilada, que conoce a cada uno de los menores y a sus familias, y en la medida en que la problemática es similar, los resultados son más fáciles de alcanzar y en un plazo menor. En esta línea y dado el relativo REVISTA DE TRABAJO SOCIAL éxito alcanzado, nuestra política institucional es la de extender el trabajo con grupos de padres. Finalmente, y como decíamos al hablar de la familia como interlocutor del proceso de cambio conductual, talvez lo más significativo en cuanto a cantidad, sistematicidad y resultados medibles en corto plazo es el trabajo individual del Delegado con cada familia. En' una relación permanente y sin definición previa de periodicidad, el profesional intercambia información, apoya el trabajo de los padres, discute la relación del menor con sus padres, elabora las pautas de crianza en términos de su adecuación a la etapa de desarrollo del menor, detecta áreas problemáticas y, en general, intenta mejorar la calidad de la interacción familiar. Sin perjuicio de lo anterior, y como parte de la labor asistencial antes que "terapéutica", por definirla de alguna manera, está la ocasional derivación de la familia y/o de los padres a centros de tratamiento especializado, ya sea con fines terapéuticos o de consejería familiar. Deseamos recalcar que no sólo nuestras acciones respecto de la familia sino que, en general, todo nuestro quehacer en la línea de modificación conductual está en permanente reelaboración y evaluación. Por ser el Sistema de Libertad Vigilada relativamente nuevo en Chile y no haber en esa medida referentes empíricos o teóricos, no hemos adherido a alguna escuela específica. Nuestra constante búsqueda de técnicas y metodologías de rehabilitación que sean adecuadas a nuestra realidad cultural nos ha llevado a incursionar en diversas orientaciones, que, confiamos, nos permitirán en un futuro aún indeterminado la formulación de un marco teórico que incorpore una serie de enfoques que a la fecha nos parecen relevantes, pero respecto de los cuales todavía no estamos en condiciones de concluir. Pensamos -sin embargo que es necesario un fuerte trabajo en la línea de adaptar las teorías de tratamiento conductual, diseñadas para una realidad de clase media-alta y/o de países desarrollados, al contexto socio-cultural descrito en este artículo. NOTAS (1) Cada Delegado de Libertad Vigilada, asignado a un Tribunal de Menores, atiende a un total de 40 menores en un área geográfica correspondiente al respectivo Tribunal.