Y un susurro tan bajo que nadie puede oír. “Se murmuraba que por el pueblo pasaba una sombra, algunos decían que era el viento, otros, la loca Marta y otros solo lo ignoraban temerosos de que algo pudiese haber ocurrido”. Eran las 8:30, los padres se fueron a trabajar, nadie sabía cómo estaba o si estaba, pareciera que a nadie le importan sus problemas, como si pensaran que ella era un caso perdido, como si no escucharan su grito desesperado de ayuda y de angustia, como si no quisieran ayudarla y ser ayudados. Y en un mundo sin tiempo ni hora, sin lugar ni espacio, solo existía ella y sus pensamientos. Encadenada, quería volar y librarse de su prisión, pues vivía en un mundo que no era mundo . Un día, cuando los soles se escondían y las estrellas saludaban a la luna, decidió escapar. En su huida, quiso saludar al viento y este no contestó, lo volvió a saludar y este se calló, se fue muy intrigada en busca de respuestas . Buscó y buscó, pasaba encontrando cosas sin sentido, como pájaros sin alas, peces tratando de volar o un reloj que tenía sus manillas girando a la izquierda, encontrando cosas que le llevaban a otras pero sin tener muchos resultados... todo era en vano, solo corría y corría sin encontrar un camino o una puerta, hasta que se encontró frente a un espejo, en el que se veía a una niña, y extrañamente sabía su nombre aunque no sabia por qué. Su nombre era María. Tuvo una sensación más extraña aún cuando se dio cuenta de que leía sus pensamientos, porque del espejo salió un susurro tan bajo que no pudo oír bien y, al mirar sorprendida, la niña del espejo le repitió “Solo a los que quieren oír”, esa era la repuesta a su pensamiento “¿ Por qué el viento no me responde si habla con los pájaros?” .Se quedó frente al espejo intentando descifrar el significado de todo aquello. Así pasaron las horas, días y meses y María siempre decía lo mismo, y todo, en un vago hilo de voz, como si tuviera miedo de que alguien la oyera, hasta que un día, le preguntó algo a María que la hizo cambiar, en su cara se dibujó una leve sonrisa, y sus ojos con una mirada nostálgica, se transformaron, sus mejillas se colorearon y su rostro pálido se volvió luminoso como si la vida brotara de nuevo...¿cuál fue la pregunta?, simple, “te veo triste, ¿quieres ser mi amiga?”. Cuando María terminó de cambiar a ella se le aflojaron las cadenas y pudo volar y escapar, tuvo la sensación de despertar, comprendió el significado de lo que le decía la niña, era tan fácil como quitarse la venda de los ojos y darse cuenta de la realidad, de lo que era o no era, de lo que fue y de lo que es... solo un recuerdo, pudo hablarle al viento y a mucho más, sonrió y desapareció. Y ni los soles, ni las estrellas ni la luna sabían donde se fue o por qué desapareció tan repentinamente. Sin darse cuenta, las dos hermanas se reencontraron en un mundo que no era mundo, donde no había horas ni tiempo, pero sí espacios para jugar, para contárselo todo asegurándose ser amigas y acompañarse aunque no fuera físicamente, sino a través del espíritu. La sombra del pueblo se fue y, al mismo tiempo, como por arte de magia una bella niña apareció con una suave sonrisa dibujada en sus labios, sus ojos luminosos y en su rostro se veía brotar la vida. La niña no tenía amigos, sus padres trabajaban todo el día, tratando de ahogar sus penas, ocupados en actividades que les quitaran el mayor tiempo posible despreocupándose de ella, quien pasaba el día en su cuarto, donde se escuchaban risas alegres que hacia tiempo no se oían. Al oír esas risas, los padres quedaron sorprendidos y todo volvió como una nebulosa a sus mentes... Laura y María, eran hermanas muy unidas y osadas en sus juegos, y en una de sus aventuras a escondidas, la pequeña se ahogó en el lago cercano a su casa dejando a María con una pena y angustia tan grande que ni los sicólogos podían curar. El llanto y dolor de María fue dejando una sombra tras de sí y al mismo tiempo, arrastrando a todos con su pena melancólica, y ahora que pudo ser feliz dicha sombra desapareció. Y en el mundo que no era mundo vivía Laura, quien no podía irse sin ver a su hermana sonreír una vez más, quien no podía escapar de los recuerdos, atrapada y encadenada, solo esperando el día que había llegado, cuando pudo hablarle al viento. Y en el pueblo aparecieron los rumores y preguntas que no cesaban y que se hacían todos, ¿qué pasó?, ¿quién la olvidó?, ¿cómo o por qué desapareció?, ¿dónde se fue y por cuánto se fue?, preguntas que nunca podrán ser contestadas, pues María dejó todo atrás. Desapareció la sombra junto con la pena, ahora solo se ve a María feliz, alegre y un susurro tan bajo que nadie puede oír. “ El mundo no es todo de colores, no todo es como uno quiere... Lo único que se puede hacer es aceptar, mirar hacia delante y quitarse la venda de los ojos... Aunque cueste, aunque duela...”. Javi