LA MUERTE EN EL ROMANTICISMO La vida para los románticos no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste, moralmente enferma, en busca de un ideal inalcanzable, de un sueño que no se ha de realizar. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio nos invaden. Si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y el dolor ponen su nota de amargura. Vivir ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación se sitúan en el corazón. El mal del siglo es su nombre: "mal du siècle", "fastidio universal". De un lado está el yo con sus sueños e ilusiones y, del otro, la triste realidad. Eros y tánatos. Los románticos se sienten abandonados por Dios, culpables y solos. Se mueven en el vacío y van a la autodestrucción. El estado espiritual romántico estaba constituido por una insatisfacción del mundo contemporáneo, de inquietud ante la vida, de tristezas sin motivo y de una no aceptación de la vida y la sociedad. Este estado anímico producía el desequilibrio de las facultades. Para Goethe, los sanos son los clásicos y los enfermos los románticos ("Klassich ist das Gesunde, Romantisch das Kranke"). Si la vida es un mal, la muerte, en consecuencia, es la gran amiga de los románticos. Es la libertadora, la que trae la paz al alma atormentada. Algunas veces se la busca deliberadamente. Russell P. Sebold comenta que es la actitud del suicida y no el suicidio en sí lo claramente romántico: "... lo más romántico no es el mismo acto de privarse del aliento, sino imaginarse la propia muerte como respuesta irrebatible del mal comprendido idealista joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente". Los románticos, pues, se sienten inclinados por la temática necrofílica. Es el tema de las noches, de los sepulcros, de las aspiración a lo infinito, puesto que la muerte es el camino para alcanzarlo.