INTERVENCIÓN DEL DIP. HÉCTOR HUMBERTO GUTIÉRREZ DE LA GARZA (PRI), PARA REFERIRSE AL CENTENARIO DE LA FIRMA DE LOS TRATADOS DE TEOLOYUCAN. –EL C. DIPUTADO HÉCTOR GUTIÉRREZ DE LA GARZA: Integrantes de la Mesa Directiva, y sobre todo a la Presidencia, gracias por esta oportunidad de hablar en nombre y representación de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Un saludo respetuoso al General Secretario, Salvador Cienfuegos Zepeda, por su conducto nuestro reconocimiento y respeto a todo el Ejército Mexicano. Licenciado Felipe Solís Acero, Subsecretario de Enlace Legislativo y Acuerdos Políticos, en representación de la Secretaría de Gobernación, sea usted bienvenido; de igual modo un saludo al maestro Raúl Domínguez Rex, Secretario de Desarrollo Metropolitano, en representación del Gobernador del Estado de México. Saludo a los compañeros legisladores, de igual modo a nuestro compañero diputado, Gerardo Liceaga, quien fue precisamente el promotor de esta iniciativa que el día de hoy nos tiene aquí. Amigas y amigos todos, quien honra, se honra a sí mismo, es por ello que para el Congreso de la Unión, y en especial para esta Comisión Permanente, es un privilegio honrar el patriotismo y el carácter heroico de los personajes y destacar los sucesos que han marcado nuestra historia y nos han dado libertad y democracia. No se explica el triunfo de la Revolución Mexicana sin los Tratados de Teoloyucan, tampoco se explica, por lo tanto, el triunfo de las causas sociales que abanderó dicho movimiento armado; las cuales harían posible el reconocimiento de los derechos sociales, tutelados en la Constitución Política de 1917, sin el instrumento que hoy solemnemente nos reúne. La lucha revolucionaria, convocada por Francisco I. Madero, y continuada por Venustiano Carranza no hubiera dado sus frutos sin la firma de estos Tratados; la sucesión presidencial de 1910, y el Plan de Guadalupe, tuvieron en los Tratados de Teoloyucan el instrumento que haría posible las aspiraciones plasmadas por los mexicanos que dieron en la revolución la vía para la exigencia del respeto y reconocimiento de sus derechos políticos y sociales. El 13 de agosto de 1914 se firmaron los Acuerdos de Teoloyucan, que estipulaban la entrega de la ciudad de México al Ejército Revolucionario, y la disolución del Ejército Federal; con ello se cumplían los objetivos de la Revolución Constitucionalista plasmados en el Plan de Guadalupe. Fueron los generales Álvaro Obregón y Lucio Blanco, por encargo de Venustiano Carranza, primer Jefe de la Revolución quienes presentaron las condiciones para la entrega pacífica de la capital; y el 13 de agosto se firmaron los acuerdos que pusieron fin al régimen huertista, en Teoloyucan, Estado de México. El Estado de México, cuna de mujeres y hombres valientes que han formado nuestra historia, sede de grandes acontecimientos de la vida nacional, fue lugar consignado para la suscripción del documento que puso fin a ese episodio de traición, de lealtad y usurpación. Son pues, los Tratado de Teoloyucan un hito que significó la posibilidad de que, a la postre, triunfara en definitiva la Revolución Mexicana, y con ella los anhelos de un pueblo que aspiraba el reconocimiento, y de esa forma a la posibilidad real de ejercer sus derechos. Es por esa razón que nosotros debemos asumirnos, y de hecho nos asumimos como continuadores de la lucha revolucionaria; solo que ahora lo hacemos desde las instituciones, y por medio de las vías de la legalidad y del respeto a los derechos humanos; hoy lo hacemos en un marco constitucional de democracia representativa, en donde, a pesar de las diferencias y precisamente a partir de las diferencias que siempre nos enriquecen, logramos acuerdos por el bien de México y los mexicanos: las reformas emprendidas durante la actual Legislatura del Congreso de la Unión, tienen el objetivo de dar continuidad a ese bien supremo que tutelaron los Tratados de Teoloyucan, la construcción y consolidación de una democracia que sitúe a las mexicanas y a los mexicanos, en el centro del trabajo diario de los poderes. Hoy reconocemos y recordamos los Tratados de Teoloyucan, de la mejor forma en que podemos hacerlo, continuando con el perfeccionamiento de nuestras instituciones para llevarlas a un estado de satisfacción y respuesta a las necesidades y demandas de la población. Muchas gracias.