1 “Planes de desarrollo y siderurgia privada: A.H.V. (1960-1975)”, E. Fdez de Pinedo. IX Congreso de Historia económica. Murcia 2008, septiembre. Sesión “Mercado y Estado: los Planes de Desarrollo durante el Franquismo”. 1.-De la complementariedad al desajuste: las bases nacionales e insternacionales del problema siderúrgico. España, a diferencia de Italia, en el terreno siderúrgico, inició su despegue potenciando la siderurgia integral y ésta fomentó el crecimiento de la siderometalurgia1. A fines del siglo XIX, la relativamente importante siderurgia básica montada en la margen izquierda del Nervión tenía un evidente problema de superproducción. Los mercados exteriores para el lingote de hierro que producía nunca habían sido importantes2 y debido a la política proteccionista de los países del entorno geográfico estos se fueron cerrando. Para los siderúrgicos vizcaínos el proteccionismo debía centrarse en los bienes producidos no tanto por la siderurgia básica, cuanto por la siderometalurgia. La protección debía permitir el crecimiento de ese raquítico pero existente subsector y desarrollarlo a través de una política de sustitución de importaciones. Las fábricas siderometalurgicas necesitarían más lingote y diversos tipos de aceros y de hierros y por lo tanto absorberían el exceso de oferta de las plantas integrales3. No hubo, como en Italia, contradicción entre los intereses de la industria pesada siderúrgica y la siderometalurgia; es más, el subsector más protegido, en España, fue éste último (véase cuadro nº 1). Cuadro nº 1. Arancel de 31 de diciembre de 1891, en pts de plata. Productos. Carbones minerales y coque (Tm.) Hierro fundido (100 kgs.) Acero, en lingotes (100 kgs.) 1 Tarifa 1ª 3,00 2,40 6,00 Tarifa 2ª 2,50 2,00 5,00 Esto no quiere decir que no existieran algunas modestas empresas o actividad artesanal, como es el caso de la fabricación de armas de fuego, recipientes de hierro para transportar el mercurio, anclas, clavos… 2 Resulta bastante increíble que se haya sostenido y se siga sosteniendo un crecimiento de las exportaciones de lingote de hierro para acero Bessemer en las dos últimas décadas del siglo XIX basándose en una serie de producción de lingote que en plena expansión de la siderurgia básica (se constituyen tres fábricas importantes en 1882) ofrece cifras de producción de lingote declinantes. Y que además se aduzca que los datos, erróneos ostensiblemente, proceden de información obtenida en los archivos de las empresas siderúrgicas, cuando en realidad tienen su origen en una revista o fuentes impresas de época, revista y fuentes de carácter cuando menos secundario para el sector siderúrgico. Para la crítica de esas cifras, véase E. Fdez de Pinedo, “La industria siderúrgica, la minería y la flota vizcaínas a fines del siglo XIX. Unas puntualizaciones”, en VVAA, Mineros, sindicalismo y política, Oviedo 1987, pp. 152, 153 y 154. 3 E. Fdez de Pinedo, “Nacimiento y consolidación de la moderna siderurgia vasca (1849-1913): el caso vizcaíno”, Información Comercial Española, junio 1983, nº 598, pp. 17-18. Alberto del Castillo, en La Maquinista…, Barcelona, 1955, da numerosas pruebas de esos nexos entre siderúrgicos vascos y La Maquinista… El coyuntural conflicto de intereses que surgió hacia 1916, debido a la peculiar situación creada por la Guerra Mundial se solucionó con los beneficios otorgados por la ley de 2 de marzo de 1917, a la que se acogió la Maquinista y Terrestre…y con la prohibición en 1917 de exportar hierro manufacturado y acero hasta que estuviera abastecido el mercado nacional. A. del Castillo, O.C., pp. 353 y 357. 2 Piezas grandes para puentes, armaduras, etc.(100 kgs.) Máquinas agrícolas (100 kgs.) Motores de todas clases (100 kgs.) Locomotoras, locomóviles y marinas (100 kgs.) Las demás máquinas y piezas (100 kgs.) Placas giratorias (100 kgs.) Embarcaciones de hierro o acero (Tm.) 20,40 18,20 21,60 33,60 24,00 18,00 30,00 17,00 14,00 18,00 28,00 20,00 15,00 25,00 Fuente: Alberto del Castillo, La Maquinista Terrestre y Marítima, personaje histórico (18551955), Barcelona 1955, p. 275. Esta complementariedad empezó a rechinar bajo la autarquía, dada la incapacidad de la siderurgia básica por abastecer toda la demanda interior, problema agravado por la imposibilidad de importar ciertos bienes debido a la escasez de divisas. La Delegación Oficial del Estado en la Industria Siderúrgica (DOEIS) trató de hacer frente a una situación en la que la demanda superaba a la oferta a través de la contención de los precios y la reglamentación del mercado siderúrgico. Una de las consecuencias de esta política económica fue favorecer el mercado negro y desviar una parte de los beneficios de la siderurgia hacia los especuladores, estraperlistas y personas bien situadas en el entramado político-administrativo del Régimen. Pero cuando la concordancia de intereses entre siderurgia básica y siderometalurgia se quebró fue a partir de los años cincuenta, cuando, tímidamente, la sociedad española fue penetrando en la sociedad de consumo, incrementando su demanda de bienes de consumo semiperecederos –lavadoras, turismos…-. Entre otros varios subsectores siderometalúrgicos, el desarrollo del automovilístico en España puso de relieve las insuficiencias de la siderurgia básica. En los años cincuenta el régimen franquista, alguna empresa nacional y ciertas multinacionales emprenden la construcción de vehículos con motor a explosión en España con lo que se incrementó la demanda de diversas clases de aceros de forma sustancial. En 1950 se constituyó SEAT, con capital de FIAT, del INI y del banco Urquijo y en noviembre de 1953 produjo el primer Seat 1.400. Renault se instaló en Valladolid en 1953. Eduardo Barreiro fundó en 1954 en Villaverde (Madrid) una empresa de motores y carrocerías, Barreiros Diesel, y en 1958 iniciaba la empresa francesa Citroën la construcción de una factoría en la zona franca del puerto de Vigo que en 1961 producía más de 3.600 unidades. Estas fábricas requerían abundantes productos siderúrgicos, en especial aceros de diferentes tipos y calidades para los motores, las suspensiones, las transmisiones, chapa para las carrocerías… En el caso de este producto el acero requerido tenía que estar laminado en frío y fue necesario importarlo por ejemplo de Italia4. La siderurgia básica producía a costes muy superiores a los internacionales y repercutía su ineficiencia, vía precios, sobre las industrias que utilizaban los aceros especiales, las planchas, los coils… como materia prima. El crecimiento de la siderometalurgia y de la industria de bienes de consumo semiperecederos se veía limitado por una siderurgia básica poco eficiente. Como el peso de los transformados metálicos y de las industrias productoras de bienes de consumo semiperecederos, entre otras, fue creciendo y adquiriendo mayor importancia en el BIP, sus intereses fueron primando en la política del Régimen franquista, régimen que a su vez estaba muy interesado en situar a los españoles en pautas de consumo parecidas a los de sus próximos vecinos. Para ajustar oferta siderúrgica y demanda siderometalúrgica, el gobierno franquista optó primero por crear una nueva plata integral pública (años cincuenta) y luego, con los 4 “La chapa laminada en frío para las carrocerías automovilísticas se importaba de Italia”, Memoria de AHV, correspondiente al ejercicio de 1955, p. 10. 3 Planes de Desarrollo (años sesenta) por liberalizar modestamente las importaciones, potenciar el sector privado merced a la Acción Concertada y eliminar las travas a las inversiones extranjeras, al mismo tiempo que limitaba el crecimiento de ENSIDESA y variaba en parte los objetivos del INI. Esta nueva estrategia no consiguió que las industrias siderúrgicas integrales privadas lograran producir a costes internacionales. Este proceso tuvo además que llevarse a cabo en un panorama internacional que cambiaba rápidamente, tanto en el terreno de las políticas económicas como en el tecnológico. En 1947/48 se había constituido el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) que fue firmado inicialmente por veintitrés países, al que se fueron adhiriendo posteriormente otros y diez años después, en 1957, se creaba el Mercado Común Europeo, instituciones que modificaban sustancialmente las reglas del comercio internacional que habían regido antes de la Segunda Guerra Mundial. En el terreno tecnológico, la sinterización permitió aprovechar minerales de bajo contenido metálico y reducir el consumo de coque en los altos hornos; el proceso Linz-Donawsitz y otros parecidos basados en la obtención de acero mediante la inyección de oxígeno puro convirtieron en obsoletos los diversos tipos de convertidores y hornos abiertos (Bessemer, Martin-Siemens…). Los hornos eléctricos, ya por el sistema de arco, ya mediante inducción, permitieron fácilmente reciclar la chatarra para obtener diversos tipos de aceros. Por su parte la colada continua permitirá reducir sustancialmente los costes del laminado. Todos estos avances requerían enormes aportes de capital, tanto físico como humano, y no sólo en el terreno de la innovación sino en el de la investigación, de la cual eran en buena medida resultado. 2.- La política siderúrgica del franquismo. En vísperas de los Planes de Desarrollo confluyeron una serie de elementos, algunos estructurales, otros nuevos, o relativamente nuevos. De resultas del desfase entre producción y consumo (en parte resultado de la falta de divisas y del aislamiento internacional de la dictadura) y de los presupuestos ideológicos del Régimen franquista, en la etapa autárquica habían surgido una serie de instituciones e instrumentos para regular la distribución de ciertos bienes escasos y básicos. En el sector de la siderurgia se había creado por Decreto de 19 de diciembre de 1940 la Delegación Oficial en la Industria Siderúrgica, probablemente en sus inicios con un papel limitado a asegurar el aprovisionamiento de hierro y acero al ejército, a la marina y a algunos sectores claves, pero que ante el creciente desabastecimiento acabó interviniendo en la distribución de todo el sector. La actitud de las empresas siderúrgicas básicas ante las regulaciones de la DOEIS fue cambiando con el tiempo. En principio la DOEIS fue vista como una solución y salida ante las críticas que caían sobre las plantas siderúrgicas integrales. AHV señalaba que era “Una medida de Gobierno que estimamos acertadísima y que veníamos propugnando como obligada… la de intervención por mediación de la <<Delegación Oficial del Estado en la Industria Siderúrgica>>, en el reparto de nuestra producción, atendiendo al máximo interés nacional, porque así podrá apreciarse nuestra conducta en la colaboración a la obra de reconstrucción nacional”. AHV consideraba que mejoraría las relaciones entre productores y consumidores, acallando ciertas interpretaciones5. El problema básico residía en que se estimaba la producción siderúrgica en 700.000 toneladas de acero y el consumo en 1.000.000/1.200.000, panorama agravado por las ganancias de los intermediarios, a quienes se responsabilizaba de un “lucro excesivo”6. 5 6 Memorias AHV, sesión 29 mayo 1941, referido al año 1940, pp. 9 y 10. Memorias AHV, sesión 29 mayo 1942, año 1941, p. 12. 4 Esta regulación de las cantidades producidas se añadía al control de los precios. De esta postura, favorable a las actuaciones de la DOEIS, se fue pasando a una actitud más bien hostil, sobre todo a partir del incremento de las cantidades exigidas por la DOEIS que AHV tenía que “servir con carácter preferente”. El Gobierno investigó a través del Juzgado especial de Suministros Siderúrgicos (creado por Decreto de Consejo de Ministros de 20 de diciembre de 1940) la conducta de AHV “en el servicio de pedidos con destino a atenciones de Defensa o de gran <<interés nacional>>”. AHV habría dejado de servir ciertos encargos procedentes de los ferrocarriles, de la aviación y de los ministerios del Ejército y de la Marina7. La empresa aducía que las cantidades que AHV podía disponer libremente para el consumo corriente disminuían cada día “en proporción en que aumentan las que tenemos que servir con carácter preferente, por indicación de la Delegación Oficial del Estado y Sindicato del Metal”. En 1941 había sido como media el 51 por 100 de lo producido, y en el último trimestre de ese año el 71 por 100. En el primer trimestre de 1942 el 78 por 100 y la media del año alcanzó el 85 por 100, siendo prácticamente total en los perfiles de mayor consumo8. Es probable que las crecientes exigencias del Régimen a través de la DOEIS no fueran ajenas a la situación creada por la II Guerra Mundial. A finales de la década de los cuarenta AHV efectuaba una serie de peticiones encaminadas a la “disminución de la intervención de la DOEIS en lo que respecta a la producción y a la posible libre contratación entre siderúrgicos y metalúrgicos, de una parte de la misma”. Se partía de la pervivencia de la DOEIS pero limitado a su papel a la vigilancia y cumplimiento de los pedidos oficiales, que habría sido su cometido fundacional, luego ampliadas sus competencias, y al mismo tiempo deseaba que el volumen de esos pedidos oficiales se redujeran, dejando el resto de la producción libre tanto en cuanto al destino como al precio. A fines de 1950 la Central Siderúrgica convocó a sus asociados para ofrecer una salida al Ministerio de Industria para ir paulatinamente haciendo desaparecer la intervención oficial del Estado en la industria siderúrgica y al mismo tiempo reorganizar los servicios dentro de la Central. En diciembre de ese año, la siderurgia básica logró una total libertad para distribuir el lingote, la chapa preparada, la hojalata y la forja, pero los precios siguieron estando regulados9. Todavía en 1952 la DOEIS demandaba a la industria siderúrgica en su conjunto 450.000 Tm. al año como pedidos preferentes destinados al ejército, a la agricultura…10. Dentro de ciertos sectores del Régimen franquista existía un claro malestar con la siderurgia privada, vista como captadora de rentas11, que no lograba producir ni a precios adecuados, ni sobre todo las cantidades requeridas. Dado que el marco en el que se movía la política económica franquista de esos años era la autarquía, el uso de los aranceles para forzar a la siderurgia nacional a seguir los planes del gobierno parecía desechado. AHV había adquirido en 1940 Altos Hornos del Mediterráneo, la segunda siderurgia española más moderna. El lingote producido por AHV representaba entre el 68 y 73 por 100 del total español en los años de 1942 a 1946 y sin duda la empresa disfrutaba de una situación más próxima al monopolio que al oligopolio, dado el atraso técnico de la siderurgia asturiana12 y la existencia de 7 Actas Consejo de Administración de AHV (ACA AHV en adelante), t. 8, 13 febrero 1942, pp.187 y188. 8 Ibídem, sesión 29 mayo 1942, año 1941, p. 11 y sesión 1º junio 1943, año 1942, p. 15. 9 ACA AHV, t. 10, 27 octubre 1950, p. 109 y 22 diciembre 1950, p. 123. 10 ACA AHV, t. 10, 25 agosto 1949, pp. 41 y 42 y 3 junio 1952, pp. 232 y 233. 11 Esta visión muy de ciertos sectores franquistas, pero no exclusiva de ellos y a veces muy anterior en el tiempo, ha sido retomada en los últimos años vistosa envoltura académica. 12 Fermín de la Sierra, La concentración económica en las industrias básicas españolas, Instituto de 5 consejeros comunes a veces. Si no se podían utilizar los aranceles para dinamizar la siderurgia privada, se haría a través de ENSIDESA Al corsé de la DOEIS le sucedió a principios de los años cincuenta el proyecto estatal de una siderurgia integral pública, la futura ENSIDESA, vista con desagrado cuando no con hostilidad por parte de la siderurgia básica privada. Probablemente para mitigar el malestar, el Decreto de 7 noviembre de 1952 (BOE, 17 noviembre 1952) declaró de interés nacional las nuevas industrias siderúrgicas y las ampliaciones y mejoras efectuadas en las plantas de ciclo completo, es decir, extendía la Ley de Protección de las Industrias de Interés Nacional a la siderurgia integral. Sin embargo, AHV se mostró reticente. Acogerse a los beneficios de dicha ley “traería consigo el nombramiento de un Consejero Delegado del Ministerio de Industria y la participación del 50% que se concede al Estado en el dividendo que se reparta sobre el 7% del capital objeto de ampliación”13. Este tema volvió a abordarse unos años después. En 1955 el gerente estimó que se debía considerar de nuevo si AHV pedía ser declara de <<interés nacional>>, dadas las ventajas económicas, exenciones arancelarias, desgravaciones fiscales… que proporcionaba14. El deseo del gerente por acogerse a la normativa probablemente residía en el financiamiento del plan de inversiones para el que además se requerían divisas. Pero no parece que el Consejo de Administración de AHV fuera de su mismo parecer. La presencia del Estado o de socios extranjeros, como más adelante veremos, era vista con muchas prevenciones por parte del Consejo de Administración de AHV15. AHV presentó al Ministro de Comercio un plan de inversiones en 1952, poco después del inicio de las obras de ENSIDESA, y tras largas negociaciones AHV logró que se aprobase. Pero el Gobierno obligó a AHV y a la Basconia a instalar conjuntamente el laminador Blooming y el de productos planos, en frío y en caliente. El volumen de divisas requerido era considerable y AHV en 1957 se lamentaba ante el Ministerio de “la postergación de que había sido objeto la sociedad en la concesión de divisas” y del retraso en la aprobación de la instalación de los citados laminadores16. Este esfuerzo inversor sin duda pretendía hacer frente en un próximo futuro a la competencia de la siderurgia pública. En 1954 se instaló la sinterización de los carbonatos y el nuevo tren de palanquilla. Iniciadas en 1956, en 1958 concluían las obras para los trenes de laminación en frío, que no empezaron a producir hasta el año siguiente. Se habían montado en Echevarri, asociados con la Basconia, por exigencias del Gobierno. La chapa laminada en frío era la materia prima indispensable para las carrocerías de los vehículos con motor a gasolina y diésel, de los que existía ya en España una modesta producción. En 1958 también se iniciaban las obras de las naves que iban a albergar el tren de bandas en caliente. En 1960 entraba en funcionamiento el nuevo tren Blooming-Slabbing en Sestao, se ponía en marcha un horno eléctrico de 50 Tm. y se proseguía con la ejecución de la acería LD, inaugurada en 1963 y que funcionó con normalidad al año siguiente. Estudios Políticos, Madrid 1953. “Existe un grupo dominante en el oligopolio de la industria de producción de lingote de acero, con una marcada influencia en éste de Altos Hornos de Vizcaya”, Además había que tener en cuenta los consejeros comunes entre empresas. Si se añade ese criterio “el grado de monopolio que ya vimos existía debido al grupo de empresas considerado, está reforzado por la existencia de consejeros comunes” (pp. 41, 43 y 44). 13 ACA AHV, t. 11, 4 diciembre 1952, p. 13. 14 ACA AHV, t. 11, 7 julio 1955, p. 147. 15 Al formar parte del Consejo se disponía de información exacta y privilegiada y además suponía compartir el poder de decisión. Estos dos elementos –control de la información y del poder de decisiónno se suelen tener en cuenta en la historia económica, aunque son elementos que condicionaron muchas decisiones empresariales. 16 ACA AHV, t. 12, 6 junio 1957, pp. 79 y 80. 6 Estas mejoras resultaron claramente insuficientes. Las soterradas disputas entre la siderurgia privada y ENSIDESA se llevaban a cabo en un marco autárquico, con un mercado interior cautivo, aunque con precios controlados por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria, y con una actitud más bien favorable por parte de ciertos influyentes sectores del Régimen a la siderurgia pública17. 3.- La siderurgia española en vísperas de los Planes de Desarrollo. Aspectos técnicos. A la altura de 1962 el sindicato vertical de los empresarios siderúrgicos realizó una serie de previsiones ante el Plan de Desarrollo y el Mercado Común Europeo. El ponente calculó que para 1975 se necesitarían 4.100.000 Tm de acero, de las cuales 3.600.000 destinadas al afino y 500.000 al moldeo. Para alcanzar esas cifras, con la tecnología del momento, se requerían 3.500.000 Tm. de coque metalúrgico (equivalentes a cinco millones de toneladas de hulla para coque) y 9.000.000 Tm. de mineral de hierro en bruto. A esas materias primas se añadían 2.500.000 Tm. de chatarra para obtener, por otros métodos, unas 1.400.000 Tm. de acero, con lo que la cifra final de acero que se esperaba alcanzar llegaba a los cinco millones y medio de toneladas métricas. De esa cantidad se laminarían cinco millones, ya que medio millón era para piezas moldeadas. El acero destinado a ser laminado, primero pasaría por los trenes desbastadores, luego por los acabadores y a veces por los estructurales. Con los datos que proporciona el ponente se obtenían las siguientes relaciones: uno de arrabio requería 2,19 de mineral, 0,85 de coque y el coque 1,22 de hulla. En 1962 la producción de mineral de hierro no debía de alcanzar las 9.000.000 Tm. y tampoco se obtenía la chatarra necesaria. Incluso para 1975, de las 2.600.000 Tm. de chatarra previstas se estimaba que habría que importar unas 600.000 Tm. De cara al futuro la provisión de minerales de hierro no debería plantear problemas, pero dado que los españoles eran de baja calidad era necesario aplicar técnicas de sinterización (sintering) que elevaban su riqueza y reducían el consumo de combustible en los altos hornos. Y con las modernas técnicas de afino se podían utilizar minerales en el día no explotados. Respecto al coque la situación resultaba más precaria. De la hulla obtenida en España no toda, como es bien sabido, era coquizable. De las 5.000.000 Tm. requeridas no se dispondría más que de 2.000.000 o 2.500.000 de hulla nacional. El resto habría que importarla y por tanto se debían montar las coquerías cerca de los puertos, puertos que deberían ser dotados de muelles capaces de permitir el atraque de buques de gran tonelaje. En cuanto a los altos hornos la mitad eran de “pequeña capacidad” y se estimaba que para el futuro no serían “utilizables económicamente más del 50 por ciento de las instalaciones actuales”. Dado que para obtener una Tm. de arrabio se requerían 2,20 de mineral de hierro y 0,85 de coque equivalentes a 1,22 de hulla, a mediados del siglo XX en España lo lógico era montar los nuevos altos hornos cerca de los yacimientos de mineral de hierro y acercar la hulla o el coque. A ello se añadía la necesidad futura de incrementar la producción de hierro colado. Las baterías de coque aunque eran por lo general modernas y eficaces, ya producían por debajo de las necesidades del momento. Las plantas productoras de acero eran de capacidad reducida comparadas con las 17 En el futuro ciertos cuadros y dirigentes de AHV responsabilizarán de las dificultades de la Empresa a la intervención de los precios siderúrgicos, a las restricciones en la disponibilidad de divisas para poder importar equipamiento siderúrgico del extranjero y a la creación de ENSIDESA. 7 europeas, excepto en el caso de Vizcaya, aunque en conjunto abastecían a la demanda nacional. En cuanto a los tipos de aceros se elaboraba un porcentaje demasiado elevado de acero Siemens (el 71 por 100 frente al 47 por 100 en Europa), acero que requería importantes cantidades de chatarra, producto del que, como hemos visto, España era claramente deficitaria, con lo que los costes de producción resultaban elevados. En el sector de la laminación en España existía un cuello de botella debido a que la capacidad de los laminadores desbastadores puros era inferior a la de los acabadores. Este desajuste se paliaba laminando, sin previo desbaste, los tochos en trenes estructurales mixtos, con lo que se obtenían sólo bienes utilizables en productos “de muy escasas exigencias” respecto a la calidad. Era necesario instalar nuevos trenes Blooming Slabbing (desbastadores) o bien aumentar las escasas instalaciones de coladas continuas (sólo existía una) que permitían prescindir del desbaste. En cuanto a los trenes acabadores, aunque su capacidad de laminación era adecuada a las presentes necesidades, la mayoría eran “antiguos y de reducida producción unitaria” (se refería a que eran de pequeña capacidad y manuales). Como era necesario incrementar la productividad en el laminado y obtener bienes de mayor calidad, el mercado obligaría “a poner fuera de servicio la mayoría de ellos”. Los nuevos laminadores tenían que ser continuos o semicontinuos automáticos o semiautomáticos de gran producción y “obligarán a la necesaria concentración de empresas”. Este panorama tecnológico explicaba en gran medida la baja productividad de la mano de obra. Aunque se reconocía que “las estadísticas sobre la mano de obra hay que tomarlas con toda clase de prevenciones por las posibles diferencias de clasificación de una nación a otra” la productividad de la mano de obra en la siderurgia española era muy baja y no se veía compensada por unos reducidos salarios. Para parecida producción de acero, fuera de España se requería la tercera parte de los efectivos humanos y además en España se utilizaba cuatro veces más personal auxiliar y aprendices. Aunque los salarios en Bélgica eran 3,21 veces más elevados que en España, en Alemania 2,68, en Francia 2,53 y en Italia 2,49, el coste de la mano de obra por Tm. de acero ascendía en Italia a 0’66, en Francia a 0,97, en Alemania a 0,90 y a 0,85 en Bélgica mientras que en España alcanzaba la unidad. Modernizar la siderurgia española, de acuerdo con las previsiones, requería unas inversiones de 52.600 millones de pesetas, de los cuales 14.200 en Vizcaya. La mitad de esa cifra estaría destinada a la importación de bienes de equipo, una cuarta parte a obra civil y el resto se podría construir en España. Pero el coste de la modernización difícilmente podría la siderurgia española abordarlo mediante autofinanciamiento. Se planteaba un cambio en la política de precios de los productos siderúrgicos y una específica política fiscal y crediticia. Desde el punto de vista de los siderúrgicos de inicios de los años sesenta, la reserva del mercado nacional que había disfrutado tras la Guerra Civil había tenido una serie de contrapartidas. No sólo como hemos visto la distribución de los productos siderúrgicos estuvo intervenida durante muchos años a través de la DOEIS, sino que los precios interiores estuvieron sometidos a decisiones oficiales desde 1938 por parte del Ministro de Industria. Más tarde el precio se calculó de acuerdo con una formula compleja y aunque a veces los precios interiores eran superiores a los extranjeros, para los empresarios siderúrgicos “no dejaban margen para amortizaciones, ni mucho menos para constituir reserva alguna para autofinanciación “. Esta situación es la que habría dado lugar a reiteradas ampliaciones de capital para obtener recursos. A estas quejas se añadía, curiosa y sorprendentemente, el haberse visto privados de las ayudas proporcionadas por los EE.UU. a través del Plan Marshall las cuales habían permitido a 8 las siderurgias de otros países europeos disponer de “instalaciones mucho más potentes y modernas”. Los extranjeros gracias a esas ayudas y a unos precios adecuados habían amortizado sus inversiones y renovado el utillaje; además podían exportar a bajos precios y mantener así sus instalaciones ocupadas a pleno rendimiento, cuando su mercado interior no absorbía todo lo que producían. A estas críticas se añadían los mecanismos de comercialización impuestos por el Régimen. Los calificados como “consumidores directos” tenían preferencia a la hora de ser abastecidos, lo que les permitía prescindir de los almacenistas. Las fábricas siderúrgicas tenían que servirles directamente –“ventas al detalle”- y como las disponibilidades de medios de transporte no siempre resultaban las adecuadas, las empresas siderúrgicas básicas acumulaban stocks “con el con siguiente recargo de la tesorería de las empresas”. Pedían vender sólo a las grandes industrias consumidoras y a los almacenistas. Éstos, a través de su red de distribución, venderían a los pequeños y medianos consumidores18. No obstante este gris panorama se pensaba que con las adecuadas inversiones se podría hacer frente al reto. Sin embargo, incluso unos años después, ciertos análisis se mostraban particularmente pesimistas. Desde inicios de los años sesenta la importación de productos siderúrgicos había ido creciendo de forma rápida alcanzándose en 1966 las 2.300.000 Tm. que había supuesto la salida de unos 250/300 millones de dólares. De esos datos se deducía que “la industria del acero no es capaz de abastecer una demanda que crece muy rápidamente, y se encuentra así entre los factores que agravan el déficit de Balanza de Pagos”. A pesar de un “alto nivel de protección arancelaria” estas importaciones indicaban que la competitividad era baja, y al ser una industria de cabecera encarecía los precios de otras (fundiciones, muebles metálicos, maquinaria no eléctrica, material ferroviario, motores…)19. A pesar de proceder del mismo sector, las previsiones citadas se quedaron muy por debajo de la realidad como se puede apreciar en el cuadro nº 2 y por tanto también las necesidades de capital aducidas. Cuadro nº 2. Previsiones de 1962 con respecto a la siderurgia española para 1975 y realidad, en Tm. Productos Arrabio Mineral de hierro Acero Previsiones para 1975 4.100.000 9.000.000 5.500.000 Producción en 1975 6.842.000 8.617.000 11.137.000 El cuadro nº 2 no sólo pone de relieve el notable desvió entre lo previsto y lo producido, sino también los cambios tecnológicos que se operaron en ese corto espacio de tiempo. En estos años no sólo la demanda de acero mundial creció de forma muy 18 Consejo económico sindical de Vizcaya. III Pleno. Proyecto de ponencia sobre la industria siderúrgica vizcaína ante el Plan de Desarrollo Nacional y el Mercado Común, ponente Pablo de Basaldúa Pinedo, s.a. [1962], pop. 12 a 14. Para los almacenistas véase José Ignacio Martínez Ruiz, “La Unión de Almacenistas de Hierros y la distribución de hierros comerciales en España”, Documento de Trabajo 9806, julio 1998, Programa de Historia Económica. Fundación Empresa Pública. Para los cambios en la estructura del financiamiento de la siderurgia española entre 1960 y 1964 véase Luis Guereca Tosantos, “La financiación en el sector siderúrgico español”, Anales de Economía, octubre-diciembre 1965, 2ª época, nº 12, pp. 355 a 361 entre otras. 19 Juan Antonio García Diez, “La siderurgia, problemas y perspectivas en este sector”, Información Comercial Española, abril 1967, nº 404, p. 40 9 importante sino que la tecnología siderúrgica, que se pensaba había alcanzado su madurez con el alto horno, los convertidores y los diversos tipos de laminadores, dio un notable salto con el desarrollo de la sinterización, de nuevos hornos eléctricos y la colada continua. Esta a su vez permitió reducir las necesidades de laminación. Este complejo proceso parece haber culminado “recientemente” en las miniacerías, aunque todavía parte del acero procede del fundido de minerales de hierro en altos hornos y colada continua, por razones técnicas y en ciertos países de costo. En estos años la siderurgia española tuvo que hacer frente a un mercado en expansión, pero cada vez más abierto y competitivo, de resultas de los cambios producidos en el marco de las relaciones comerciales internacionales (apertura de la economía española tras el Plan de Estabilización, entrada en el GATT en 1963, fecha en la que ya lo habían firmado 60 países, luego la adhesión a la Comunidad Económica Europea) y además a cambios tecnológicos que dejaban obsoletas con rapidez costosas inversiones apenas amortizadas. 4.- Planes de desarrollo, Acción concertada, United States Steel Company y AHV. La estrategia franquista –competencia entre planta pública y privadas en un marco institucional autárquico- va a cambiar paulatinamente a partir de 1959 con el Plan de Estabilización y Liberalización y los Planes de Desarrollo. La inflación y el déficit de la balanza de pagos obligaron al Régimen, primero a tomar ciertas medidas paliativas –reforma fiscal (1957), desaparición de la deuda pignorable y exclusión del INI de los presupuestos del Estado y reforma laboral por la ley de Contratos de Trabajo, más conocida de los Convenios Colectivos-. Ante su insuficiencia, el Decreto Ley de 21 de Julio de 1959 puso en marcha el Plan de Estabilización y de Liberalización, entre cuyas medidas, para nuestro caso, destacaban tres: nueva paridad de la peseta, que de hecho significaba la devaluación de la misma (julio de 1959), nuevo régimen para las inversiones extranjeras y liberalización del comercio exterior, pero bajo un fuerte proteccionismo (arancel de 1960), reforzado por la devaluación citada (60 pesetas por dólar). Poco antes de estas medidas, en 1957, se había firmado el Tratado de Roma que creaba el Mercado Común Europeo. Se relanzaba el crecimiento europeo con unas nuevas reglas. España, por razones políticas y económicas, no podía adherirse, pero el crecimiento europeo le afectó muy positivamente a través del envío de turistas (favorecido por la caída de la peseta), la acogida de emigrantes españoles (aliviando las dificultades de los jornaleros del campo y proporcionando remesas) y demandando una serie de bienes, en una primera etapa sobre todo agrícolas, a España. Entre 1961 y 1974 la economía española creció a una tasa del 6,8 por ciento anual. No obstante esta muy favorable coyuntura internacional e interna, la siderurgia privada española atravesó una etapa difícil (véase cuadros nº 3 y 4). Tabla nº 3. Producción mundial de acero, en millones de Tm., según Memorias AHV. Año 1940 1950 Cantidades 142,0 188,0 1960 1961 345,0 350,0 Año 1965 1966 1967 1968 1969 Cantidades 459,0 475,0 483,0 528,0 574,0 10 1962 1963 1964 359,0 386,0 438,0 1970 1971 1972 586,0 565,0 628,0 Las nuevas reglas del juego vinieron determinadas por el proceso de liberalización. Las importaciones de los productos siderúrgicos siguieron intervenidas hasta 1961 y sobre todo hasta 1962, año en el que la libertad se extendió al comercio exterior, aunque con elevados aranceles proteccionistas. Se iniciaba para AHV y para la siderurgia asturiana privada una década en la que coincidieron fuertes inversiones para modernizarse y mediocres resultados económicos, pero no productivos, en una coyuntura expansiva para el conjunto de la economía española. Entre otros indicadores está el número de buques construidos, que en TRB, pasó de algo menos de 100.000 toneladas en 1956 a 1.599.600 en 1973 y en la cifra de turismos fabricados en España, de unas 20.000 unidades en la primera fecha a superar los 700.000 en la segunda20, muchos destinados a la exportación. A estos subsectores se añaden el de máquinas y materiales de transporte, la construcción… España entraba, tarde y modestamente, en la sociedad de consumo, en un marco muy proteccionista, pero con tendencia a ir abriéndose. Las industrias siderometalúrgicas y los productores de bienes de consumo semiperecederos (lavadoras, neveras…) requerían cantidades crecientes de productos siderúrgicos de variadas calidades y a poder ser a precios razonables. La liberalización del comercio exterior buscaba abaratar los precios e incrementar la oferta de los in puts utilizados por las industrias siderometalúrgicas y de bienes de consumo semiperecederos a través de una controlada importación. La siderurgia integral española debía de reducir sus costes y abaratar los precios de venta de sus productos, para acercarlos a los internacionales. Para ello el arancel y las inversiones públicas en el sector serían el palo y la zanahoria. De forma retrospectiva el presidente de AHV en 1971 esbozaba la principal característica de esta etapa para la siderurgia: “en 1964 se inició una etapa, necesaria pero difícil y dura para los accionistas de Altos Hornos”, que felizmente, según él terminaba en 197121. Olvidaba los años precedentes, de 1960 a 1964 y no podía preveer el negro futuro22. Tabla nº 4. Producción de Altos Hornos de Vizcaya (fábricas en Vizcaya) en Tm, según Memorias de la empresa. 20 Años 1940 Lingote de hierro 410.979 Lingote de acero 384.411 Laminación vendible 1958 412.776 408.721 281.946 264.542 Valdaliso, J. M., “Crisis y reconversión de la industria de construcción naval en el País Vasco”, en Ekonomiaz, Revista vasca de economía. El siglo XX en la historia económica del País Vasco: de la gran empresa a las PYMES, n1 54, 2003, ppp. 54 y 55, Aláez, R, Bilbao, J., y Camino, V., “”El desarrollo de la industria auxiliar de automoción en la economía vasca”, Ekonomiaz, n1 54, 2003, pp. 115-116 y Carreras, A. y Tafunell, X. (coords.), Estadísticas históricas de España, Fundación BBVA, 2ª edición, 2005, t. I, pp. 421. 21 Memoria de AHV correspondiente al ejercicio de 1971. 22 Sorprende un poco que situara el inicio de las dificultades en 1964. Un analista de las cotizaciones de la bolsa de Bilbao había escrito años antes “pocos reveses bursátiles pueden compararse a los que han sufrido los valores de este grupo [siderometalurgia y transformados metálicos] en el curso de esta etapa: 1957-1964”, José Antonio Torrente Fortuño, Historia de la Bolsa de Bilbao, Bilbao 1966, p. 493. 11 1959 1960 1961 1962 1963 396.642 484.900 562.434 566.378 579.354 430.292 435.206 484.810 493.159 488.835 282.647 283.243 320.999 379.148 384.730 1969 1970 1971 1972 898.070 1.122.248 1.228.092 1.367.008 860.915 1.178.451 1.289.259 1.431.129 1.044.412 1.346.459 1.371.198 1.358.822 Nota. Las memorias no siempre facilitan datos de producción como es el caso en los años 1964,1965, 1966, 1967 y 1968. De 1940 a 1963, se ofrece el lingote de hierro, el de acero y una serie de partidas (chapas de más de 3 m/m y planos, hierros comerciales y especiales, vigas y formas en U, fermachine, marillados, chapas finas, estriadas, galvanizadas, etc. y hojalata, cubos y baños). De 1969 en adelante, ese desglose desaparece y esas partidas parecen englobadas en “total laminación vendible”. No hay que confundir producción con ventas. Así AHV vendió en 1970 1.634.187 Tm. de productos siderúrgicos y en 1971 2.309.000 Tm. de acero equivalente. (Memoria AHV, ejercicios 1970 y 1971, p. 11). La mayor producción, evidente a partir de 1962 en “laminación vendible” se debía a la entrada en funcionamiento en 1960 del nuevo tren Blooming-Slabbing en Sestao y la puesta en marcha del horno eléctrico de 50 Tm. El Plan de Estabilización (1959), la relativa liberalización de las importaciones de productos siderúrgicos, el atraso tecnológico, una coyuntura siderúrgica internacional complicada y la competencia interior no sólo de ENSIDESA sino de fabricantes de aceros con chatarra importada, situaron a la empresa en una posición difícil a pesar de una producción en ascenso y de algunos pasos atrás en el proceso de apertura exterior. Así a principios de 1963 (31 de enero) el Gobierno tuvo que intervenir estableciendo unos derechos suplementarios sobre las importaciones de ciertos bienes siderúrgicos, aduciendo prácticas de dumping por parte de ciertas empresas siderúrgicas extranjeras23. En 1964 la producción siderúrgica superaba a la de los ejercicios anteriores gracias a la acería LD y al buen rendimiento de los altos hornos; en el terreno de los laminados se incrementó la producción en un 27 por 100 merced al tren semicontinuo de redondos en rollo, a los buenos rendimientos del Blooming-Slabbing y al tren continuo de palanquilla24. Pero eran necesarias nuevas inversiones que desbordaban las posibilidades de la empresa. Se requería no sólo la ayuda del Estado sino la aportación de capital físico, técnico y humano de una empresa extranjera. En 1963 se declara de “interés nacional” el plan de expansión y modernización de AHV25. El tren continuo para laminar chapa en la vega de Ansio, las ampliaciones requeridas hacia atrás, es decir, en las instalaciones de coque, de arrabio y de acero (ampliación de la acería LD) sólo eran posibles merced a “las facilidades y ventajas que el Estado” otorgaba a través de la primera fase del Plan de Desarrollo. La empresa reconocía que las importantes “aportaciones crediticias oficiales” se estaban realizando en “satisfactorias condiciones fiscales y financieras”. Pero se lamentaba de los bajos precios de los productos 23 Memoria de AHV, ejercicio 1963, pp. 9 y10. Quejas sobre los precios considerados anormalmente bajos de los productos siderúrgicos que se importaban también en Memoria AHV, ejercicio 1964, p. 7. 24 Memoria de AHV, ejercicio de 1964, p.4. 25 ACA de AHV, t. 13, 12 junio 1963, fol. 123v. 12 siderúrgicos26. Unos pocos años después, ya vigente 27el acuerdo con la United States Steel Company, en 1967, AHV reconocía que no obstante la devaluación de la peseta, “la falta de beneficios es uno de los factores que hace prácticamente imposible la financiación de nuevas inversiones… Los fondos necesarios únicamente pueden obtenerse del Estado y directa o indirectamente de los suministradores de bienes de equipo o de sus respectivos países” Sin embargo el problema de AHV desbordaba las necesidades de capital físico. El 10 de diciembre de 1964 AHV tuvo que firmar un acuerdo con la United States Steel Co. Los contactos se habían iniciado antes ya que “durante bastantes meses los nuevos socios de U. S. Steel venían estudiando los problemas de AHV y conocían en esencia y profundidad las facetas que los mismos presentaban” y durante la segunda mitad de 1964 “sin virtualidad contractual todavía, la colaboración del personal de nuestra Empresa y la compenetración más idónea entre los técnicos americanos y los técnicos españoles fue ya una completa realidad”28. Cabría pensar que el problema para AHV residía en controlar un mercado interior poco dinámico en una coyuntura internacional difícil. Nada más lejos de la realidad. En 1964 España importó 1,2 millones de Tm. equivalentes de acero en productos siderúrgicos y al año siguiente 2,8. La mayor parte de de esos productos consistían en bobinas para laminación en frío y semiproductos redondos y fermachine que contraían las ventas de AHV. La empresa reconocía que las importaciones se debían a un déficit en la producción con respecto al consumo, pero las estimaba excesivas y realizadas a precios bajos, insistiendo en prácticas de dumping29. Adaptarse a esta nueva situación no sólo exigió grandes aportaciones de capital y nuevas técnicas, sino una gestión administrativa distinta. A principios de 1965 entró en funcionamiento un nuevo organigrama que retocaba “las líneas de autoridad y las estructuras funcionales” consciente la empresa “del avance de las propias técnicas organizativas y de acuerdo con la coyuntura de tipo competitivo que a la Sociedad le toca vivir”. A nivel de Consejo de Administración se separaba la línea ejecutiva de la de administración y financiera “lo que garantiza una independencia mutua siguiendo al máximo el principio de división del trabajo y especialización de funciones”, y paralelamente se revitalizaban las distintas Direcciones y se modificaba la estructura de la Dirección Comercial. El nuevo organigrama se basaría en el servicio al cliente a través del continuo contacto con él para resolver sus necesidades. Para ello se abrían cinco delegaciones regionales y desde ellas los supervisores de ventas llevarían el contacto con los clientes. Además se añadiría un metalurgista a cada delegación y a las delegaciones de Bilbao, Barcelona, Valencia, Madrid y Sevilla se añadirían en 1967 una en Zaragoza y otra en Vigo30. 5.-Las negociaciones con la United States Steel cº o los costes de la dependencia tecnológica y el control del poder de decisión dentro de la empresa. La entrada de la United States Steel en AHV es uno de los ejemplos más elocuentes de los efectos negativos de la dependencia tecnológica. Las negociaciones entre AHV y la empresa siderúrgica estadounidense se habían iniciado en 1963. En noviembre de ese año el Consejo de Administración de AHV discute un memorandum entregado en la anterior reunión del Consejo sobre las 26 Memoria de AHV, ejercicio de 1964, p. 5 y 6 y Memoria de AHV, ejercicio de 1965, p.3. Memoria de AHV, ejercicio de 1967, sin pp. en el apartado ventas. 28 Ibídem, p. 9. 29 Memoria de AHV, ejercicio de 1965, pp. 5 y 6. 30 Memoria AHV, ejercicio de 1965, pp. 8, 10 y 11. 27 13 conversaciones y preacuerdos. En general el Consejo de AHV dio el visto bueno a las conversaciones y a los acuerdos, pero la disidencia de algunos de sus miembros, y en concreto primero de Don Pedro P. de Gandarias, puso de relieve aspectos subyacentes al borrador de convenio no siempre demasiado explícitos31. AHV en los años sesenta tenía una serie de graves problemas: necesidad de consolidar sus deudas a corto plazo, la política arancelaria del Gobierno, moderadamente liberal, su encaje dentro de los planes de desarrollo y sus relaciones con ENSIDESA. Parte de estos problemas se derivaban del atraso acumulado en el terreno técnico y comercial. Para el Gobierno y una parte claramente mayoritaria del Consejo de la Sociedad estas dificultades se podían afrontar con éxito llegando a un arreglo con una empresa extranjera, en concreto con la U.S. Steel, que proporcionaría asistencia técnica, capacidad gerencial y recursos financieros. Hasta ahora el relativo atraso técnico se había ido paliando adquiriendo en el exterior la maquinaria y las técnicas que habían considerado adecuadas y económicamente accesibles. Sin embargo, no parece que estas viejas soluciones estuvieran al alcance de AHV en los años sesenta o que como se insinuará en las discusiones, no fueran ya adecuadas en el nuevo marco internacional, caracterizado por rápidos cambios tecnológicos y por una fuerte competencia. La empresa estadounidense que se había considerado como idónea para resolver los problemas de rentabilidad y competitividad imponía unas condiciones que algunos de los consejeros consideraban excesivas –entrar a formar parte de la sociedad como accionistas-. El consejero Sr. Muguruza, que había participado en las negociaciones expuso con claridad que AHV no tenía alternativa: “La U.S. STEEL declaró, desde el primer momento, que no es política de la misma el prestar asistencia técnica a otras Empresas, pues, considera que sus conocimientos técnicos y su experiencia, es lo más importante que posee y no está dispuesta a cederlos por una simple remuneración de servicios”. “Por ello no ha habido opción, o se aceptaba la asistencia técnica de la U.S. STEEL, con participación en la Sociedad, o quedaba eliminada esta asistencia”. Una de las razones aducidas por las que la empresa estadounidense deseaba tener una presencia accionarial en AHV y sobre todo en su Consejo de Administración era “por la revalorización que dicha participación [en AHV] pueda alcanzar a consecuencia de la aplicación de su técnica y enseñanzas”. En principio, el valor de esa asistencia técnica, unos cuatro millones de dólares, sería pagada con acciones a la par por un montante de cinco millones de dólares. Pero además, y a esto se oponía Gandarias, la empresa norteamericana tendría una opción durante diez años para comprar acciones a la par hasta alcanzar un 25 por 100 del capital de AHV. Para Gandarías el plazo era muy largo “y en unas condiciones tan especiales” (no aclaradas en las actas) que hipotecaban el futuro de la empresa, pendiente de que los americanos ejercieran o no esa opción. Desde el punto de vista de los partidarios de la participación de la U.S. Steel en AHV, en el marco de la liberalización y la competencia, tanto interior como exterior, “un contrato de estricta asistencia técnica sería para eso ineficaz. Se precisa, argumentaban, una colaboración asidua de una empresa como la U.S. STEEL que, por si sola, produce más acero que todo el Reino Unido, y que pagando los salarios más elevados y las materias primas más caras, cargadas por enormes gastos de transporte, obtiene beneficios cuantiosos. Por otra parte, la técnica de esta Empresa, que consagra sumas fabulosas a la investigación y a la formación de numeroso personal, está en constante evolución” (subrayados míos). Esta colaboración además no era mal vista por el 31 Incluso en las Actas de Consejo de Administración no siempre se dejan claros aspectos relevantes, bien porque se dieran por supuestos o conocidos o porque no existía ningún interés en qaue quedaran plasmados en letra. 14 Gobierno32. Para cubrirse las espaldas o lo más probable por exigencias de la empresa estadounidense, Ignacio de Muguruza, además de visitar personalmente al Sr. Ministro de Industria le efectuó una serie de consultas y solicitó algunas garantías por escrito. En el tema de la deuda resultaba indispensable “tener la seguridad del apoyo del Gobierno en la colocación de los títulos correspondientes a dicha consolidación de deuda aunque fuera preciso hacerla en varias etapas”. Por lo que respectaba al financiamiento de nuevas inversiones deseaba “una información fidedigna en relación con el tipo de interés y plazo de amortización del sistema financiero incluido en el Plan de Desarrollo”. Pero las precisiones no quedaban ahí. “Como cuestión de orden político es también condicional la declaración de principio sobre la competencia interior por parte de la industria estatal, así como la posibilidad de llevar a cabo mejoras o desarrollos de la producción, empleando medios propios, sin las dificultades que pudieran surgir por estudios de ordenación, relacionados con el Plan de Desarrollo”. En la carta se puede leer entre líneas que estas precisiones eran requeridas por la empresa estadounidense, la cual, por cierto, veía con muy buenos ojos “las medidas acordadas recientemente sobre la competencia exterior” (carta fechada en Bilbao el 7 octubre de 1963 y dirigida a D. Gregorio López Bravo, ministro de industria)33, aunque no la intervención del Estado en otros terrenos. La respuesta del ministro no se hizo esperar. El ministerio de Hacienda, en el tema de la consolidación de las deudas se hallaba en la mejor disposición para resolver “sin lugar a dudas, el problema, en el caso que lleguéis, precisaba López Bravo, a un acuerdo con U.S.S.” Los detalles de la operación se tratarían en su momento con la banca y el ministerio de hacienda. Por lo que respectaba a la financiación de las nuevas inversiones, contaba con que la empresa extranjera facilitara los recursos para la compra de los bienes de equipo que “inevitablemente deban importarse” y en cuanto a la financiación interior se regiría por las reglas establecidas en el Plan de Desarrollo y “sus condiciones deben contarse con que sean las normales, del mercado de capitales”. La pregunta política era contestada con claridad: tendrían absoluta libertad para realizar los planes de expansión que financiaran con sus propios medios y “el criterio expresamente formulado en el Plan de Desarrollo con carácter general, será el de la subsidiariedad de las Empresas Nacionales” (Madrid, 19 octubre 1963). Aclarar estas cuestiones eran, según Ignacio de Muguruza, indispensables para que la United States Steel participara en A.H.V. Estas explicaciones no hicieron cambiar de criterio al Sr. Gandarias. Argumentó que “Por grandes que sean los beneficios que la U.S. STEEL pueda obtener por su participación en la Sociedad, serían prácticamente insignificantes en relación con el volumen de la cifra de negocios que la Empresa realizaba y lo que simplemente pretenda, a su juicio, es poner un pie en España, seguramente con otras finalidades que los beneficios que pueda lograr con su pretendida participación”, sin que se nos den más precisiones. Pero además estaban las difusas condiciones a las que se alude en las Actas del Consejo a través de las cuales la empresa norteamericana iba a participar en el 32 Hasta estos años se pensaba que la tecnología siderúrgica había adquirido un nivel de madurez difícilmente superable, excepto en matices. El desarrollo de los nuevos hornos eléctricos y de la colada continua modificaron esas ideas, relanzándose una nueva etapa de innovaciones que culminarán en las miniacerías y la producción de nuevos tipos de aceros, que reducían la cantidad requerida para idénticas prestaciones. 33 Se refería a las medidas adoptadas por Decreto de 31 de enero de 1963 que establecían unos derechos suplementarios a la importación de ciertos bienes siderúrgicos. Memoria de AHV, ejercicio 1963, pp. 9 y 10. 15 accionariado y en el Consejo de Administración de AHV. U.S. STEEL pretendía obtener una participación del 25 por 100 del capital actual y futuro de AHV. De momento deseaba adquirir acciones por unos cinco millones de dólares y poder ampliar esa cantidad hasta los diecisiete millones que suponía más o menos el 25 por 100 del actual capital de AHV, a través de una escalonada compra de acciones. El préstamo de cuatro millones de dólares que concedía a AHV, con un interés del 5 por 100 tomaría la forma de obligaciones probablemente convertibles en acciones. No se había precisado en las negociaciones si las primeras acciones que U.S. STEEL pensaba adquirir lo iba a hacer por compra o por suscripción de una ampliación de capital, solución ésta ventajosa para AHV. Pero lo más sorprendente consistía en que los derechos políticos de U.S. STEEL serían proporcionales al 25 por 100 del capital de AHV aunque no hubiera desembolsado totalmente ese porcentaje, tema que estaba pendiente de un estudio jurídico34. Las razones aducidas para poseer un 25 por 100 de los derechos políticos desde el inicio obedecían a tres objetivos: no repartir dividendos si no había beneficios, que no se produjeran ampliaciones excesivas de capital (éste debía de estar en relación con la cifra de negocios de la Empresa para que fuera rentable) y para disponer de una importante capacidad de decisión en “las reformas y mejoras que la técnica moderna exige y tiene [U. S. S. ] el temor de que no pueda lograrse” y por eso se reservaba “un plazo de opción para poder retirarse, en el caso de que quedasen reiteradamente desatendidos los consejos o propuestas que en orden al mejoramiento de la Empresa pudiera ella formular.” Las palabras casi finales de Don Pedro de Gandarias resultan elocuentes: no variaba su opinión sobre el tema, “pero conociendo el criterio del Gobierno y de la U.S. STEEL, y dada la situación de la Sociedad, considera que no queda otro recurso que el aceptar el camino de la participación, como mal menor, ya que, por lo visto, no hay opción para buscar otras soluciones, y por ello la acepta, aun cuando con gran dolor, y anuncia que su voto irá de acuerdo con el de la mayoría del Consejo por consideración a los demás compañeros del mismo y al Presidente… e incluso porque así se lo han pedido los elementos o intereses que él representa, concretamente el Banco Urquijo”. El consejero D. Gabriel de Chávarri, en nombre de su padre, el marqués de Triano, que no había podido asistir y creyendo también interpretar “El sentir de otros grupos familiares [sic], que prescindiendo de la parte afectiva, siempre respetable, considera que la solución propuesta es la única posible o viable en las actuales circunstancias…” Don José María de Zubiría entendía “que no hay más remedio que prescindir de esos sentimientos personales, para acudir en defensa de los intereses de los Srs. Accionistas”. El Vicepresidente primero, conde Cadagua (representante de Banco de Vizcaya), llamaba la atención sobre “la gravedad del momento por el que la Sociedad atraviesa” y se inclinaba por la misma salida. El Consejo de Administración de AHV, con la salvedad de Don Ricardo de Gandarias, “acordó aceptar la colaboración y participación de la U.S. STEEL, con arreglo a las bases propuestas.”35 Las tensiones volvieron a reproducirse un año después. El acuerdo con la U.S. STEEL 34 El texto deja poco lugar a dudas respecto a la petición/exigencia de la US STEEL:”En cuanto al temor que el Sr. Gandarias abriga de que ese reconocimiento del 25% de los derechos políticos que la U.S. STEEL desea obtener, antes de que hubiera adquirido una participación efectiva equivalente en el capital de la Empresa”…(f.149) 35 ACA AHV, t. 13, 15 noviembre 1963, fols. 145 a 150. Este “contrato” no encaja ni en un acuerdo de asistencia técnica ni en la compra de licencias, que eran las prácticas habituales de transferencia tecnológica en España, véase Cebrián Villar, Mar, “La regulación industrial y la transferencia internacional de tecnología en España (1959-1973)”,, en Investigaciones de Historia Económica, 2005, otoño nº 3, pp. 11 a 40. 16 tenía tres partes: un contrato de participación, uno de asistencia técnica y un préstamo de 7.500.000 dólares, aparte de las cláusulas más o menos “políticas” ya mencionadas. El vicepresidente segundo, Don Pedro de Gandarias, y Don Francisco Urquijo, primo de aquel, en carta al presidente, Don Alfonso de Churruca, fechada en Madrid 30 de octubre de 1964, reiteraban el elevado coste de la asistencia técnica, no ya desde el punto de vista económico, sino “desde el punto de vista político” porque, consideraban, hipotecaba para el futuro la libertad de acción y hacía “que buena parte del mando de nuestra empresa, pieza fundamental de la industria española, pase a manos de un control extranjero, aunque este sea tan respetable y solvente como el de la <<United States Steel>>. Anunciaban que no asistirían a la reunión del Consejo y añadían que este era el sentir del Banco Urquijo, “a quien representamos”, aunque, precisaban que esa institución financiera “no quiere hacer nada que signifique el entorpecimiento a esa voluntad mayoritaria y que por eso no ha vacilado en prestar a Altos Hornos ayuda financiera en esta operación”. Antes de exponer esta carta ante el Consejo, el Presidente había efectuado una consulta telefónica al Consejero Delegado del Banco Urquijo, Sr. Don Juan LLadó, “para aclarar la verdadera posición del Banco”, estando presente el representante del banco en Bilbao, Sr. Ignacio Satrústegui. Don Juan LLadó manifestó que el sentir del banco, en esa cuestión, “se concreta a una recomendación que hicieron a los Sres Gandarias y Urquijo, para que no asistieran a la reunión del Consejo, en vista de su opinión contraria al contrato con la U.S. Steel y con el fin de que no apareciera la disconformidad oficial de dichos Sres.” Y dejaba claro, que al margen de las opiniones que tuvieran sobre el asunto, “no podrían echarse atrás en estos momentos, y menos, teniendo por medio una Junta General en la que los votos del Banco Urquijo se sumaron a la aprobación de los contratos” y que el banco está dispuesto a apoyar “financiera y políticamente las gestiones que se hagan”. La conversación no tranquilizó al Sr. Presidente dado “el papel que por los Organismos oficiales se ha asignado a los Bancos colaboradores de la Sociedad, en la labor de propaganda de las Obligaciones…” y deseaba que el banco definiera con claridad lo ya expuesto por escrito. Por lo que respecta a Don Ricardo de Gandarias reiteró su postura inicial36. En ese mismo consejo, haciendo uso del permiso de la Junta General Extraordinaria de 27 de junio 1964 para emitir 4.500 millones de pesetas en obligaciones, decidió poner en circulación un millon de pesetas, a la par, libres de gastos para el suscriptor, amortizables en un plazo máximo de quince años y devengando un interés del 6,325 por 100. Además el capital de A.H.V. pasó de 2.907.200.000 pesetas a 4.447.227.000 pesetas, merced a la emisión a la par de 3.085.054 acciones de 500 pesetas cada una37 Conclusiones. Los textos sacados de las Actas del Consejo de Administración y de las Memorias impresas de AHV dejan pocas dudas 38respecto a la indispensabilidad del capital público, bajo diferentes formas, y de la tecnología foránea, para adecuar la siderurgia integral española a los presupuestos y objetivos de los Planes de Desarrollo. ¿Esa ineludible 36 ACA AHV, t. 123, sesión 5 de noviembre de 1964, fols. 184 a 186. La junta extraordinaria de junio había aprobado el acuerdo. Lo que parecía colear era el meyor o menor entusiasmo de alguna institución bancaria en participar a fondo en el financiamiento de la operación. 37 Fdez de Pinedo, E., “Desarrollo, crisis y reconversión de la siderurgia española a través de una empresa vizcaina, AHV (1929.1996)”, en Ekonomiaz, nº 54, 2003, p. 42. 38 Para las estimaciones referidas al proyecto de la IV Planta Integral, véase Díaz Morlán, P., Escudero Gutiérrez, A., y Sáez García, M. A., “¿Proyecto faraónico o chivo expiatorio? La IV Planta Siderúrgica Integral de Sagunto (1966-1977)”, en Investigaciones de Historia Económica, nº 11, 2008, pp. 137 y ss. 17 necesidad se debió a la política de precios y de control de divisas ejercida por el Régimen en los años 40 y 50 o también a que la capacidad empresarial de los dirigentes siderúrgicos no resultó la más adecuada? La previsiones realizadas por los gestores y técnicos vinculados al sector no sólo a principios de los años sesenta, sino cuando se plantearon construir la IV planta siderúrgica integral dejaron mucho que desear y sugieren un déficit notable en el terreno del capital humano en el vértice de la pirámide, además de una enorme dependencia tecnológica. No hay que dejar de lado que algunos gerentes, al menos dos veces recogido en las Actas del Consejo de Administración (en 1952 y en 1955 como ya hemos señalado antes), propusieron acogerse a los beneficios de la ley de Protección de las Industrias de Interés Nacional y el Consejo de AHV lo rechazó con parecidos argumentos a los que con ocasión del acuerdo con la empresa U. S. S. Company utilizó D. Pedro P. de Gandarías –los llamados argumentos “políticos”-, que evidentemente se referían a la exclusiva capacidad de tomar decisiones y también de disponer de información de primera mano y no compartida. Este es un tema que suele subyacer a la resistencia de parte de las cúpulas empresariales con ocasión de las fusiones y que indica que ciertas decisiones o negativas obedecen más que a criterios estrictamente empresariales a intereses personales o de grupo. Por otro lado resulta algo chocante la ausencia de críticas a la situación del mercado siderúrgico por parte de la industria de transformados metálicos nacional, o al menos su bajo tono. Las presiones para romper el cuello de botella que significaba una materia prima, el acero, cara y de calidades no adecuadas, parece provenir de ciertos sectores del régimen y sin duda de las multinacionales que se iban instalando en España. Insuficiencia de capital físico y humano y una considerable dependencia tecnológica van a tener unas consecuencias graves cuando resulte indispensable integrarse en un marco de relaciones comerciales internacionales que tendía con rapidez a un desarme arancelario. Tras el crac de 1929, e incluso ya desde la llamada crisis finisecular, buena parte de las economías occidentales habían estado muy influidas por políticas económicas de corte proteccionista. Tras la II Guerra Mundial, bien porque los principales ganadores –USA y Gran Bretaña- fueran partidarios y beneficiados de una política económica más bien librecambista o porque se pensara que las políticas económicas practicadas durante la gran depresión alguna responsabilidad tuvieron en el estallido del conflicto, tras éste la filosofía dominante fue ir abriendo los mercados (GATT, MCE). Al régimen franquista y en especial a algunos de sus empresarios esta transformación les cogió con el pie cambiado. En un mundo occidental que tendía hacia desarmes arancelarios y con transformaciones tecnológicas profundas y rápidas, que exigían grandes inversiones, muchas de ellas en los terrenos de I+D+i, la siderurgia integral española se halló en una posición que se puede calificar, al menos, de difícil. El desarme arancelario, amplios mercados, mano de obra barata y bastante cualificada, y capital y tecnología punta extranjeros es lo que ha permitido a las multinacionales instaladas en España convertirse en importantes exportadoras de vehículos con motor a explosión. El franquismo pudo proporcionar a las burguesías españolas mano de obra y capitales baratos y un mercado modesto pero cautivo, pero fue incapaz de suplir o de estimular de forma suficiente las capacidades empresariales y la innovación tecnológica. 18