Los dos Burros Dos burros, que constituyen parte fundamental del trabajo de una granja, se encuentran atrapados en una situación conflictiva, atados por una corta soga que los liga por el cuello. En determinado momento, mientras trotan por una pradera en busca de alimento, al mirar hacia su izquierda, uno de los burros contempla una pila de pasto que un labrador ha recogido en ese lugar. Feliz por la buena suerte, se dirige a su compañero diciéndole: “¡Aquí nos podremos deleitar con una exquisita comida!”. Pero entonces comienzan los problemas, porque al tiempo que el primer burro intenta abalanzarse sobre la comida, el otro, –que también ha descubierto un tentador montón de hierba recién cortada del lado derecho- hace el mismo movimiento pero en dirección contraria mientras le grita: “¡Si, ya la vi, qué buena suerte tenemos, hoy voy a disfrutar algo riquísimo!”. Pero al tironear de la soga, mientras la arrastran cada uno en dirección opuesta a la de su compañero, la soga que los ata alcanza su máximo de longitud y provoca que los dos burros caigan. Sorprendidos por el golpe, los dos tratan de ponerse en pie, y sin reflexionar, empiezan torpemente a tirar la soga hacia el montón de pasto que cada uno ha visualizado. Pero ocurre que cuando uno gana terreno con sus empujones, el otro renueva sus fuerzas y tironea empecinadamente hasta hacerlo retroceder. Tan enceguecidos están en su disputa, que a pesar de que el sol se va ocultando, continúan tirando cada cual para su lado, descalificando y gritando al otro diciéndole que está totalmente equivocado. Y así siguen hasta que llega la noche y los dos burros están extenuados por el esfuerzo, sin haber logrado probar un solo bocado de comida. Agotados en el suelo y exhaustos, los burros tratan entonces de recuperar el aliento y las fuerzas perdidas. Recién entonces vuelven a dirigirse la palabra. El primer burro le dice al segundo que no tiene más energía para seguir tironeando. De inmediato, éste le responde que también siente que las fuerzas lo han abandonado. Y, entonces, los dos descubren que ambos están muertos de hambre. Pero mientras se lamentan amargamente, el segundo burro -que no se había percatado del hermoso montón de pasto ubicado en la izquierda- mira por primera vez en esa dirección, y sorprendido, le comenta que acaba de descubrir otra parva de pasto tan apetitosa como la primera. Entonces, el segundo burro voltea su cabeza y ve a su izquierda un hermoso montón de pasto. Alborozado por ese descubrimiento, el segundo burro agrega: “Si, por supuesto que está allí. Es igual a la que he visto primero”. Y entonces, los burros se sorprenden, porque cada cual había mirado hacia el lado contrario al de su compañero, y ambos han visto la misma exquisita pastura. Luego de un silencio, el primer burro dice: “¡Estuvimos peleando y tironeando para llegar a dos montones de pasto que son exactamente iguales! Lo que pasó es que uno miró a la izquierda y el otro miró a la derecha!” El segundo burro enmudece nuevamente, y luego propone: “¡La verdad es que no puedo creer lo que nos pasó! Nos anulamos y nos perjudicamos mutuamente hasta agotarnos y quedarnos sin comida! Para solucionarlo te propongo: que compartamos las delicias que descubrimos, vayamos primero a saborearlas en este rincón y luego, juntos, vayamos al otro. Fue así que el primer burro le dijo “¡Si, acepto, sos un genio! Si actuamos juntos y nos ayudamos el uno al otro, podemos resolver nuestro problema ¡No perdamos más tiempo, y vayamos a pastar!” Adaptado por la Fundación Democracia