Uno de los mandamientos fundamentales de la Biblia es el no hacerse ni tener imágenes de ninguna naturaleza. Cuando Dios se le apareció a Moisés no le mostró ningún tipo de forma visible ni imagen, Jehová no sólo es el Dios sin nombre puesto por nosotros, sino el Dios invisible o invisto. Por el contrario, las seudo religiones son idolátricas, no sólo porque pretenden usurpar el lugar de Dios, sino porque los individuos ponen nombres a sus dioses y le imaginan formas del mundo físico. En esto yerra el romanismo al hacer un seudo cristianismo con imágenes porque hace descender lo espiritual al nivel de lo terrenal, y si alguna imagen o representación de lo espiritual produce alguna sensación de piedad o admiración hacia sus creadores, al ser percibidas por los sentidos, estas no serán más que falacias de lo verdadero y divorciadas de la espiritualidad auténtica. Pero también pueden caer en este error quienes no hacen imágenes de difuntos o representaciones célicas, pero hacen templos o edificios que por su magnificencia material o características arquitectónicas producen un sobrecogimiento de origen humano. Conceptos como “casa de oración”, “casa de Dios o casa del Señor”, inducen a este error ya que Dios no habita en casas hechas de manos de hombres y ni los mismos cielos lo pueden contener. Dios es el creador y dueño del universo, por lo tanto es infinitamente más grande que el universo mismo, de donde un pequeñísimo edificio, en un pequeñísimo planeta de un pequeño sistema solar, que no es más que un pequeño sol dentro de una enormidad de soles que pueblan una de las tantas galaxias que abundan en el universo, no puede tener la dimensión de casa o residencia de Dios. Entendemos que Dios es plural y una tri unidad, pero sus tres manifestaciones son de la misma naturaleza y esencia divina, espiritual y celestial. En cambio nosotros, que nos reconocemos como tripartitos, somos un compuesto de distintas esencias, de tres naturalezas diferentes; cuerpo, alma y espíritu. Nuestros cuerpos son de naturaleza carnal, material y por lo tanto caída, portadores y productores de pecado maldición y muerte; por lo tanto todo lo que nos descienda o limite al mundo material palpable y tangible será nefasto a nuestras vidas en los planos superiores. Las imágenes, la solemnidad de los templos, las genuflexiones, las poses, el guardar días o alimentos, son hechos de origen material y se perciben por los sentidos de la materialidad terrenal. Por otra parte nuestra alma, nuestro intelecto, sin ser de sustancia material, se origina en él y también está contaminado con el pecado y el error. Sin embargo somos propensos y proclives a hacer seminarios, escuelas bíblicas y toda forma de crecimiento inteligente o intelectual, emulando a las escuelas de los profetas, a los escribas, fariseos e intérpretes de la ley. El único seminario válido establecido por Dios en la Biblia es la iglesia, donde en igualdad de oportunidades el Señor da dones a sus miembros “para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio”. Tanto las escuelas de conocimientos como las técnicas de autodisciplina y perfeccionamientos humanos, poco y nada tienen que ver con la vida espiritual. Tampoco sirven las casas de ejercicios espirituales, los lugares de retiro o de reclusión monasterial ya que el Señor oró al Padre en el sentido de que “no los quites del mundo sino que los libres del mal”. Cundo la mujer Samaritana pregunta a Jesús dónde es el domicilio de la adoración a Dios, la respuesta es sorprendente. Por mucho tiempo creí que se trataba de un error de traducción. Yo pensaba, que si “Dios está en todo lugar”, la traducción debería ser, ni tan solo en Samaria ni tan solo en Jerusalén, pero el texto del evangelio dice terminantemente; “ni en Samaria ni en Jerusalén”, dando a entender que el domicilio del encuentro con Dios es en otro plano y en otro orden. Los católicos dicen que Roma es la ciudad de Dios y el papa su vicario, los mormones dirán que es el Lago Salado, los testigos de Jehová algún sitio de EE.UU., los anglicanos pensarán en Londres y los Luteranos en Alemania, pero el evangelio dice que Dios es Espíritu, y en espíritu y en verdad es necesario que le adoremos, y tales adoradores el Padre busca. Los cristianos tenemos muy pocos elementos pertenecientes al mundo tangible de lo material. Uno es la Biblia, otro es el bautismo y otro los símbolos del pan y el vino, pero estos sólo serán válidos y útiles si nos ayudan a subir a las veredas espirituales, pues si no hasta la misma Biblia será un libro estéril y nocivo ya que la letra mata y sólo el Espíritu es el que vivifica. De hecho hay muchas ramas que portan la Biblia y están inmersas en el error. Nuestros templos o lugares de reunión, sus púlpitos y bancos, los himnarios e instrumentos musicales, la Biblia, los símbolos y el bautismo, pueden sernos elementos de anatema si con ellos pretendemos reemplazar el mundo del Espíritu. Se puede militar por años en una iglesia pero si no hacemos contacto con Dios en el plano espiritual nuestra relación con él será inexistente, vana, nula, porque Dios es Espíritu. En nuestro caso, el mundo de lo espiritual, creo que está emparentado con el mundo de los sentimientos, más allá de lo físico, de lo intelectual o lo racional. Sobre todo el sentimiento principal del amor, a Dios y al prójimo. El amor, la paciencia, la benignidad, la paz, el gozo, la templanza, la fe son todos fruto emanados del Espíritu de Dios y sólo pueden ser recibidos por nuestro espíritu y todo esto tiene muy poco que ver con la liturgia, la gran oratoria, el conocimiento y la materialidad, aunque si la abundancia del don del Espíritu rebosa, seguramente alcanzará a estas áreas. En la mayor parte de las veces el contacto espiritual nos sucederá en soledad con Dios, (Dios se manifiesta en la soledad de los hombres como lo confirman los relatos bíblicos), también puede suceder de manera colectiva, (de esto también hay varios ejemplos), pero indispensablemente el sitio del encuentro será en el plano espiritual y de índole espiritual, pues Dios es Espíritu y así se encuentra con nosotros. Lo demás puede ser una peligrosa imitación y falsificación de experiencias vanas. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.