D E CERCA Texto y fotografías: Jorge Guillén El fondo del mar ondulado os imaginamos los fondos marinos como lugares tranquilos, donde dominan la quietud y la calma, ocasionalmente rotas por la llegada de alguna partícula. Aunque esa idea no se corresponde con la realidad, resulta especialmente errónea en la zona litoral. Con una frecuencia de segundos, el fondo sufre el zarandeo producido por el movimiento de vaivén del oleaje, con fuerzas equiparables con las ejercidas por el agua de un río durante su crecida. En razón de ello, los fondos de arena de nuestro litoral aparecen surcados por una serie de elementos morfológicos de escalas y disposición variables, creando las así llamadas estructuras sedimentarias de fondo. Cuando se trata de una sucesión de crestas y surcos, parecidos a las dunas, aunque con unas dimensiones de altura y distancia entre crestas inferiores a 0,1 y 1 m respectivamente, reciben el nombre de ondulaciones (“ondulaciones”). Se originan éstas cuando la energía procedente de olas y corrientes marinas que alcanza el fondo mueve los granos de arena. Este movimiento del sedimento se traduce en una estructura morfológica bien organizada, en la N 2 que se mantiene constante la altura de la ondulación y la distancia entre las crestas en amplias zonas. El tamaño de las ondulaciones aumenta con la energía motriz hasta llegar a un límite, en condiciones de temporal, en el que la energía es tan elevada, que se destruyen las ondulaciones y se genera un fondo plano. Otro de los elementos morfológicos comunes de nuestro litoral son los “bancos”, barras de arena que surcan nuestras playas. Aunque los hay de muy diferentes tamaños, las barras pueden alcanzar varios metros de altura y algunos kilómetros de longitud, disponiéndose de forma paralela a la playa. En costas con poca pendiente, solemos encontrar un primer banco muy próximo a la playa y otro más alejado. Estas barras, elementos muy dinámicos, presentan rápidos desplazamientos durante los temporales. El origen de las barras de arena guarda relación con la disponibilidad de sedimento y un clima de oleaje determinado en la costa. En algunos lugares, el ciclo de vida de estas barras (desde su formación hasta su desaparición, sustituidas por una nueva barra) puede ser superior a los 15 años. INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, marzo, 2004 1. LA PRESENCIA DE ONDULACIONES en el fondo marino es un indicador de existencia de una dinámica sedimentaria activa, capaz de transportar el sedimento. La forma simétrica de las ondulaciones obedece a elementos morfológicos generados por el movimiento bidireccional del oleaje. Las corrientes, especialmente las asociadas a la marea, también pueden crear ondulaciones, aunque en este caso con morfología asimétrica. (Foto Josep-Maria Gili) 2. LAS BARRAS DE ARENA constituyen una excelente defensa de las playas frente a los temporales. La menor profundidad de la cresta de la barra provoca que la ola que se aproxima a la costa rompa y pierda buena parte de su energía antes de alcanzar la playa. 3. LAS CARACTERISTICAS de las ondulaciones pueden depender, asimismo, del tipo de comunidades bentónicas asentadas en el substrato. Las comunidades con individuos sésiles favorecen el predominio de determinadas longitudes de onda en el campo de ondulaciones. Por el contrario, las comunidades con individuos móviles, como la de ofiuras, pueden destruir las ondulaciones al poco de su formación. 4. LAS DUNAS son equivalentes a las ondulaciones, aunque de mayor tamaño. La fotografía ilustra un campo de dunas a 32 m de profundidad con un sedimento constituido por arenas y gravas. En estos ambientes, sólo los grandes temporales remueven el sedimento; las dunas permanecen inactivas durante la mayor parte del tiempo. (Foto: Claudio Lo Iacono) INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, marzo, 2004 3