Escena r Cine CINE Y ROCK , EN BERLIN Por Leonardo García Tsao En los años recientes se habfa vuelto común quejarse de la programación del festival de Berlfn, al menos en su sección de concurso. Fue gratificante, entonces, comprobar la mejorfa de su selección en la 38a. edición . Si bien no se encontraron muestras de grandeza cinematográfica, el promedio de calidad fue más que aceptable. Y, como cada año, pudieron apreciar, se diversas tendencias o modas, siendo la más notable la cada vez más frecuente presencia del rock en el cine como razón de ser de una pelfcula o como su apoyo emocional. (Si instituciones tan conservadoras como Televisa han podido aceptar y difundir la existencia del rock, es explicable que tamb ién el festival de Berrfn haya tenido su lado rocanrolero.) Como primera prueba, estuvo el hecho de que el festival se inauguró con Unie 1 (Lfnes 1), de Reinhard Hauff, adaptación de una obra musical del grupo Grips Theater, elemento importante del movimiento contracultural en Berlfn que goza de un particular significado para los habitantes de esta ciudad alemana: la acción se sitúa por completo en la lfnea del metro epónima, en el viaje revelador que emprende una joven ingenua en busca de su novio roekero; los diversos personajes arquetfpicos con los que se topa -punks, marginados, teporochos, ancianas nazis- representan sectores soclales bien ,definidos, y desde luego el elemento de crftica social está siempre en evidencia. El problema con la pelfcula es que el musical como género es bastante complicado si uno no cuenta con el talento de un Vincen t Minnefli o un Bob Fosse. Ese es el caso de Hauff. Abruma da por una estilización acartonada (todo se filmó en sets de obvia artificialidad), coreogratras más bien patonas y una banda musical que sólo poniéndonos muy generosos podrfamos calificar de rock, Linie 1 tiene la gracia de una motoconformadora. No hay en ella ni un asomo de la chispa o la magia a la que nos tiene acostum- . I o e ., , I t . I C o brado el musical hollywoodense. Claro, esto puede verse como una subjetiva deformación profesional, porque el público local parecía disfrutar bastante con la pelfcula y sus alusiones -a veces cifradasa la forma de vida berlinesa; aunque, por otra parte, también se suscitó una manifestación de protesta afuera del cine por parte de los integrantes del movimiento contracultural que no estaban de acuerdo con que la pelfcula los representara, y menos en un acontecimiento tan oficial como el festival. Ahora bien, para un caso de auténtico rock habfa que remitirse a Chuck Berry, Hsill Hsill Rock'n RolII, una celebración de la carrera del genial compositor e intérprete que tanto colaboró para asentar algunas bases fundamentales del género. Según afirma John Lennon en el prólogo de la cinta, si hubiera que ponerle otro nombre al rocanrol, éste serfa Chuck Berry. Dirigido por Taylor Hackford -cuyas pelfculas de ficción son poco recomendablesel documental recupera lo trascendente en la vida de Berry por medio de entrevistas y material de archivo, y sobre todo captura los ensayos y el concierto con el cual se festejó el cumpleaños 60 del homenajeado. En todo momento, Berry confirma ser una personalidad compleja, con un cariz picaresco y simpático que puede volverse amenazante (medio en broma, Keith Richards afirma que Berry es la única persona que le da más dolores de cabeza que Mick Jagger); y el hombre sólo permite hasta cierto punto que la cámara se meta en su vida privada. Ya sobre el escenario, él es un prodigio de energfa y vitalidad: a los 60 años su famoso duck wslk sigue tan campante. Amigos, discfpulos y/o viejos colegas son contagiados por Berry para Daní, Michí, Rsnato y Max una inspirada interpretación de sus canciones clásicas; ofr y ver tocando juntos a Eric Clapton, Keith Richards, Robert Cray, Etta James y Johnnie Johnson, entre otros, es ciertamente nuestra idea de parafso rocanrolero, un asunto de escalofrfos en la médula. Ese es el valor primordial de la pelfcula. En el árbol genealógico del rock, Un descendiente directo de Chuck Berry es, sin duda, Prince, cuyo dinámico talento ha sabido mezclar las corrientes soul, el rhythm & blues, el funk y el rock puro en un sonido distintivo y de gran influencia en los 80. Peroese talento se aprecia más en los conciertos de Prince que en sus discos de estudio, y para testimoniarlo ahf está el documental 5ign o' the Times, que él mismo ha dirigido. Presentada en Panorama, una de las secciones paralelas más Linís 1 _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 33 _ E I I atractivas del festival, la película transmite con tal fidelidad la energfa que desplazan Prince y sus colegas sobre el escenario, que la proyección se volvió una especie de evento "en vivo": el público berlinés aplaudía y cantaba a coro como si estuviera en un conc ierto. Ciertamente hay mucho que aplaudir en Sign o' the Times. No sólo su calidad musical, que es notable, sino también su humor, su sexualidad desinhibida, sus experimentos dentro del formato de una pelfcula de concierto. Asimismo es muy elogiable Hairspray, el más reciente trabajo de ese amo de la provocación cinematográfica que es John Waters. y lo provocador de esta pelfcula consiste en que es la primera que ha hecho no sólo apta para todo público sino altamente recomendable. Es una pelfcula que los nil'los deben ver. Atrás ha quedado el cineasta que filmaba a su protagonista de- s e e vorando excremento canino; ahora Waters presenta personajes y situaciones muy saludables -una adolescente gordita de Baltimore de los 60 quiere ser campeona de baile en un programa televisivo-, con un subrayado de conciencia social -se libra una batalla cfvica para permitir que los muchachos negros puedan convivir con los blancos. Por supuesto, Waters no se toma en serio el asunto de la integración racial, pero Hairspray destila sentimientos positivos y una sincera alegrfa, apoyada en una recreación casi antropológica de esos increrbes bailes pop de hace 25 al'los. Además, la pelrcula marca la última actuación de esa increrble presencia llamada Divine. Para una visión bastante diferente de la vida asociada al rock, se exhibió en el Foro del Cine Joven la película Neprofes sionaly (Los no profesionales), que en tema se emparenta con Mensajero y ¿Si 34 n a r . I o es fácil ser joven ? por el desencanto con que ret rat a a la juven tud soviética . Dirigida por el georgiano Sergei Bodrov , la cinta part icipa mucho de la ironfa amarga que caracteriza a los cineastas de Georgia en su descr ipción del viaje poco gratificante que realiza un grupo de rack (o algo asfl en busca de lugares donde tocar. La experiencia te rmina en la fr ust ración y sin ninguno de los placeres que supone lanzarse a la aventura. Como respuesta al modelo hollywoodense, Neprofessionaly es el anti-road movie. Igualmente programado dentro del Foro, Dani, Michi, Renato & Max, del realizador suizo Richard Dindo, es un documental minucioso que también examina con pesimismo el papel que se le ha asignado a la juventud en la sociedad actual. Dindo muestra cómo los cuatro personajes titulares , que participaron en un movimiento juvenil de Zurich , 'sufrieron muertes al parecer accidentales en las que intervino la acción policiaca. El director va más allá del simple trabajo testimonial al hacer que cada uno de los jóvenes sacrif icados cobre una dimensión de personaje ficticio, con su personalidad y sus cont radicciones bien establecidas. El efecto es, desde luego, muy emotivo. Si uno piensa en una peIfcula equivalente en México, es decir sobre jóvenes muertos a manos de la policra, su título podría ocupar t odos los nombres del santora l; pero eso es just o lo que inquieta de Dani, Michi, Renato & Max, que eso pueda ocurrir en una sociedad en apariencia perfecta y fu ncional, tan de primer mundo, como la suiza. En este caso, el rock f unciona como apoyo sonoro: es la música que va asociada a su generación, a su causa. Sin embargo , t ambién hay que admitir que el rock en la banda sonora se ha vuelto un lugar común cinematográfico de los 80. Entre la inf luencia del video-clip y la import ancia del mercado del disco, hay que meterle rock al cine porque ayuda a vender. Tal es el caso de Less Tbsn Zero, de Marek Kanievska , - t ambién exhibida en Panorama - un recuento de los estragos que provoca la cocaína en el cuerpo y el alma de los jóve nes pudientes de Beverly Hills; el mensaje es tan burdo y directo que parece moralina de anuncio institucional , no obstante que se trató de disfrazar la cosa con un despliegue manierista también muy t ípico de los 80: ilumi· nación postmoderna, edición rebuscada, apantalladores movimientos de cámara. Algunas de las canciones no están mal seleccionadas, pero ahora sf que es mejor conseguir el disco . o