Acuerdos estratégicos, claves para el futuro de Internet Guiu, E. Expansión 01/06/2001 El día en que se selló el acuerdo de fusión entre AOL y Time-Warner, el abrazo que Steve Case propinó a Gerald Levin cuestionó el sobrenombre de "Alianzas On-Line" con el que se conocía a AOL. Dicho sobrenombre nació a la par de numerosas alianzas (Tel-Save, Microsoft, Netscape, Cisneros en Latinoamérica, Bertelsmann en Europa, Sony en videoconsolas) que han llevado a AOL al primer puesto del sector multimedia. Pero hoy en día, con un entorno económico y mediático diferente, ¿siguen siendo las alianzas estratégicas la mejor arma para el mundo de Internet? Un reciente estudio publicado por PwC indica que el 77 por ciento de las empresas tecnológicas tiene algún tipo de alianza estratégica. Además, estas mismas empresas tienen una media de siete acuerdos estratégicos. De esta forma, se ve la plena vigencia de un fenómeno que no hace más que acelerarse y que tiene un crecimiento anual del 103 por ciento en los últimos cinco años. Existen varias causas para explicar este vuelco a la integración vertical. La característica definitoria y definitiva de Internet es por un lado, la rapidez, y por otro, su incipiente ubicuidad. Este entorno tecnológico que evoluciona a gran velocidad es determinante a la hora de tomar decisiones. Y es aquí donde un posicionamiento basado en alianzas estratégicas adquiere toda su lógica pues tiene las siguientes virtudes: una rápida entrada geográfica, la posibilidad de maximizar el rendimiento de contenidos. Además de la posibilidad de hacer una aproximación mediante múltiples acuerdos que suponen un coste relativamente bajo respecto a una estrategia de adquisiciones. A diferencia de las alianzas, las adquisiciones, además del coste económico, también conllevan un coste organizativo que tributa bajo la forma de reorganizaciones, tensiones internas y diferencias culturales. Este último punto es vital, pues si muchos están de acuerdo en decir "la Nueva Economía ha muerto", resulta que el acuerdo es también unánime para distinguir unas características específicas a la economía digital. En primer lugar, un coste inicial importante, normalmente no recuperable. En segundo lugar, un coste marginal casi nulo y, por último, economías de red. Estas características de la economía de la información, establecen que, pasado el momento inicial de la lucha por la cuota de mercado, éste acaba dirigiéndose hacia un productor dominante dejando a los otros actores la posibilidad de salir de ese mercado como opción más rentable. Un ejemplo de esto se encuentra en el dominio de Windows como sistema operativo en el mundo del PC. Algunos definen estos mercados como mercados de decantación. Mercados en lo que lo primero es ser el estándar y lo estándar es que haya un líder. Ahí radica una de las claves de la economía digital: adquirir tamaño crítico para convertirse en el estándar. Y una vez hecho esto, sólo queda gestionar la hegemonía del mercado. Resulta entonces comprensible que numerosas empresas se afa nen en ligar acuerdos para desarrollar mercados. Desarrollar un mercado requiere de innovación, o lo que es lo mismo, de recursos que son drenados de las áreas consideradas no-estratégicas. Esta lógica conduce al outsourcing (subcontratación de servicios) y a una carrera para concentrarse en lo que se sabe hacer mejor, aliándose en el resto de actividades con otras empresas. Vista la teoría, ¿cómo se plasma esto en la práctica? En la práctica, las empresas que participan en alianzas presentan mejores cifras en relación a las que no se alían. Así, tienen casi el doble de plantilla, llegando de media a los 1.559 empleados. Por otro lado, las empresas inmersas en alianzas prevén un crecimiento de sus ingresos del 28 por ciento frente al 19 por ciento de las que no lo están. Evolución Esto se refleja en bolsa de una forma clara: la evolución de los valores que han llevado a cabo alianzas es mejor que la de los que han llevado a cabo una fusión, ya que muchas fusiones acaban significando una destrucción del valor. Aun así, sería difícil olvidar que de las diez mayores fusiones-adquisiciones que han tenido lugar en el año 2000, siete fueron de empresas del sector tecnológico y de medios, íntimamente ligado a Internet. Unas fusiones que movieron 465.170 millones de euros (77,3 billones de pesetas): el Producto Interior Bruto de Portugal, Grecia e Irlanda juntos. Desde otro ángulo "¿Qué tiene más sentido para competir en Internet: una alianza o una fusión?" Antonio Vázque z, socio Director de PricewaterhouseCoopers A priori no es mejor una alianza que una fusión, ni viceversa. Importa mucho más la sustancia del acuerdo que el instrumento formal mediante el cual se articula. Lo esencial es saber elegir un buen compañero de viaje. En el mundo de Internet las alianzas están a la orden del día porque habitualmente se trata de compañías muy jóvenes con recursos financieros y humanos limitados y con una necesidad imperiosa de extender su campo de acción. Entonces, surge como opción natural el llegar acuerdos con otras empresas del sector para combinar sus ofertas de cara al mercado o para acceder de forma rápida a un mayor número de clientes. En general, son alianzas que se alcanzan rápidamente ya que no implican esfuerzo económico adicional importante. Las fusiones son más complejas porque el alcance de los compromisos suele ser de mayor calado e implica transformaciones internas en las estructuras operativas de las compañías, cuya marcha atrás es casi imposible. Por eso, las alianzas son más habituales en Internet: se alcanzan en menos tiempo y tienen menor impacto en las organizaciones participantes. África Ariño, profesora del IESE El contexto de la competencia en Internet nos sitúa en un entorno de alta incertidumbre en el que es difícil predecir qué activos estratégicos serán los relevantes para competir en el futuro. ¿Qué tecnología dominará en los próximos años? ¿Qué contenidos serán clave? Mientras éstas y otras incertidumbres sigan existiendo, es interesante mantener abiertas las diferentes opciones de cara al futuro. Llevar a cabo una fusión supone apostar a priori por unos activos u otros. Es necesario que la suerte acompañe para que los activos por los que apostamos sean los clave. Si no lo son, la vuelta atrás resultará difícil, en el mejor de los casos, y en el peor, se corre el riesgo de quedar fuera del mercado. Por el contrario, mantener una cartera de alianzas estratégicas permite repartir la apuesta entre varias opciones. La diferencia entre unos competidores y otros vendrá marcada por la agilidad para ejercer la opción más adecuada en el momento preciso. De ahí, que las fusiones se generen en cadena, pues el último en elegir pareja de baile se queda con la menos atractiva.