Cuestionamientos al funcionamiento del sistema: Testigos “des-protegidos” del Estado Según las estadísticas del año 2012 de la División de Atención a Víctimas y Testigos del Ministerio Público, fueron 82.782 las personas que denunciaron como víctima o testigo algún delito en la Fiscalía. El último estudio de la Fundación Paz Ciudadana reveló que sólo un 17,9% dijo sentirse satisfecho con la calidad del servicio entregado y 7 de cada 10 señalaron haber sentido temor al entregar su testimonio. Un miedo que desequilibra el proceso judicial ya que el ente persecutor acusa una baja participación ciudadana, los fiscales prometen resguardo de la identidad pero son los jueces quienes deciden revelarla o no, y la ONU tiene en la mira al Estado chileno por la aplicación de la figura del testigo protegido. Un programa que asomaba como la carta fuerte de la Reforma Procesal Penal, hoy pone en jaque la seguridad de quienes declaran encubiertos en un juicio. POR TOMÁS IGNACIO SEPÚLVEDA ÁBALOS Reportaje presentado a la Facultad de Comunicaciones de la Universidad del Desarrollo para optar al título profesional de Periodista PROFESORA GUÍA Beatriz Burgos Araneda Noviembre, 2013 SANTIAGO 1 Marcela (44) es madre de tres hijos, casada y hace ocho meses dejó su hogar en la comuna de La Pintana. Ella denunció a una banda de narcotraficantes que negociaba cocaína en las afueras de su pasaje. Fue acogida en el Programa de Víctimas y Testigos del Ministerio Público, donde el fiscal a cargo de su caso le aseguró medidas de protección y traslado de domicilio a cambio de que entregara su testimonio en el juicio contra la agrupación ilícita. El fiscal, para evitar represalias de los familiares de los imputados, la trasladó a un hotel en el centro de la comuna de Recoleta. Allí vivió junto a su familia los dos meses que duró el juicio, bajo una constante incertidumbre e inseguridad. Marcela tuvo que dejar su trabajo como feriante, ocultar su identidad y evitar exponerse en lugares públicos. Asegura que la cuenta del celular de emergencia facilitado por la Fiscalía y los gastos de arriendo sólo corrieron por parte del Ministerio Público el primer mes en el cual estuvo asentada en el hotel. Nunca más recibió una factura del Programa de Víctimas y Testigos y tuvo que sacar de sus ahorros para mantener estos resguardos. “No podía ni siquiera salir a comprar, mis hijos no podían ir al colegio, mi marido no podía ir a trabajar tranquilo y todo se agudizó cuando ocurrió la desgracia. Mis vecinos me llamaron para contarme que apedrearon y rayaron mi casa”. “Sapa CTM” estaba escrito en el frontis de la vivienda. Marcela y su familia tuvieron que abandonar toda esperanza de volver a su hogar en La Pintana y también las piezas del hotel puesto que, sin el financiamiento del Ministerio Público, sus ingresos no alcanzaban para mantener los costos del alojamiento. Para aminorar los gastos, arrendaron dos habitaciones de una vivienda en la comuna de Santiago, todo esto con sus propios medios. “Yo perdí mi casa y no quiero volver a ella por temor a represalias, al tema de volver al pasado. Si al fin y al cabo nunca tuve ayuda de nadie”, confiesa la testigo protegida. 2 Así como Marcela, 82.782 víctimas y testigos se acercaron en el 2012 a declarar en la Fiscalía, confiados en las garantías y medidas de seguridad ofrecidas por el fiscal a cambio de entregar su testimonio durante el juicio. Garantías que se han visto opacadas con los resultados del último estudio de la Fundación Paz Ciudadana sobre la calidad en la entrega del servicio a las víctimas y testigos del Ministerio Público. Los índices del primer semestre de 2013, arrojaron que un 66,2% se sintió insatisfecho con la atención y el servicio entregado por la Fiscalía después de denunciar y sólo un 17,9% dijo sentirse conforme con la respuesta del Ministerio Público. Además, el ente persecutor obtuvo apenas nota 3,8 de 7 en su desempeño contra la delincuencia, quedando con peor rendimiento que las policías, la Defensoría Penal Pública y el gobierno. Respecto del servicio de Protección, el 71% de los usuarios reveló haber sentido miedo antes de asistir a declarar a la Fiscalía. Un temor que, según las propias autoridades, está socavando al sistema por la falta de participación ciudadana, un alejamiento justificado tras el 68% de los encuestados que señaló no haber recibido ninguna medida de protección. Porcentaje que queda al criterio de los fiscales y que se tiene que adecuar al limitado presupuesto del programa. Estos resultados fortalecen los testimonios de quienes han sido víctimas del sistema y ponen en duda las reales garantías del que fue el programa estrella de la Reforma Procesal Penal. El 16 de junio de 2005 terminó de implementarse el mayor cambio estructural de la Justicia Penal en la historia de Chile. Fue un proceso gradual que se inició en el 2000 bajo el gobierno de Eduardo Frei, con las regiones de Coquimbo y la Araucanía como sus precursores, y que culminó con la incorporación de la región Metropolitana. Tras su aplicación, las atribuciones de protección de víctimas y testigos protegidos fueron delegadas al nuevo Ministerio Público bajo la imagen del fiscal. Este último, como indica el Código Procesal Penal, es el encargado durante todo el procedimiento de 3 adoptar medidas o solicitarlas para proteger a las víctimas de los delitos, facilitar su intervención al momento de declarar y evitar o disminuir al mínimo cualquier perturbación que hubieren de soportar con ocasión de los trámites en que debieren intervenir. En conjunto con la creación de la Fiscalía, se crea la División Nacional de Atención a las Víctimas y Testigos (DAVT). Su propósito es el de velar por el cumplimiento de las tareas que a este respecto le encomiende al Ministerio Público bajo la ley procesal penal. La DAVT resulta de gran importancia para los efectos de asistir a los fiscales en la implementación de medidas de protección a víctimas y testigos. Esto ha sido en gran parte facilitado gracias a la creación de un fondo económico específico, que consta de un presupuesto anual de $1.697.798.733. Para proteger a los testigos durante y posterior al juicio, el fiscal puede solicitar al juez medidas de protección, éstas son coordinadas con Carabineros de Chile y Policía de Investigaciones (ver recuadro 1). En el 2012 se dictaron 87.000 medidas de protección a favor de víctimas y testigos: 45.502 por casos de violencia intrafamiliar, 14.196 durante el proceso de preparación del juicio oral por delitos de menor calificación y 19.336 para atención especializada por intimidación alta o por tratarse de delitos sexuales. Además, dentro del presupuesto de la DAVT, está contemplado el cambio de domicilio tanto de la víctima como del testigo según previa solicitud del fiscal, entregando un monto máximo mensual de $1.217.460 pesos. Anualmente, hay un promedio de 30 casos de reubicación a nivel nacional. Marcela Neira es abogada de la Universidad de Chile y trabaja hace seis años en el Ministerio Público. Ingresó a la Fiscalía de Chile como jefa de la Unidad de Atención a Víctimas y Testigos en la Fiscalía Regional Metropolitana Occidente y actualmente se desempeña como la gerente de la División de Víctimas y Testigos de la Fiscalía Nacional. 4 Neira reconoce que los recursos de la DAVT se hacen escasos para la cantidad de casos que hay que cubrir y que muchas veces los testigos tienen que poner dinero de sus bolsillos para complementar el saldo restante que no es cubierto por el Ministerio Público. En noviembre de 2013 ya se han atendido 15.486 personas más que el año pasado y los recursos no han tenido un incremento considerable. De los $1.620.482.594 pesos que contempló el presupuesto del 2012, ha habido un aporte extra para este año de $77.313.139 pesos. En el caso de que las víctimas y testigos que tengan que ser reubicados fuera de su domicilio como una medida de protección, la gerente de la DAVT asume que gran parte de los afectados prefiere no abandonar el hogar. “Este fondo nos permite pagarles unos meses para que busquen trabajo, pero la gente no está dispuesta a eso (…) Cuando nosotros ofrecemos relocalizar a la gente, parte importante de ellos no está mentalizada en hacerlo porque el costo personal es muy alto”. En la práctica, la falta de recursos de la DAVT, el bajo compromiso ciudadano para colaborar en un proceso penal por la entrega limitada de medidas de protección y las constantes promesas incumplidas de la Fiscalía son sindicados, tanto por autoridades como por ex participantes del sistema, como la génesis de que el Programa de Víctimas y Testigos a 13 años de su implementación, se encuentre sumamente cuestionado. Para resguardar la identidad de todos los testigos protegidos nombrados en este reportaje se les ha proporcionado el beneficio del off the record, mediante el cual entregan información relevante de su caso o testimonio a cambio de no revelar mayores antecedentes personales. 5 Identidad protegida al descubierto María (31) no podrá olvidar fácilmente la tarde del 25 de julio de 2013. Regresaba a su casa desde su trabajo como secretaria en el centro de la capital y al descender del bus del Transantiago, en el paradero de Avenida Providencia con Avenida Salvador, fue asaltada y amenazada con un cuchillo por un sujeto. “Me quitó mi cartera y mi teléfono celular porque iba hablando, alcancé a darme vuelta y ver a la persona en el forcejeo, ahí le pude ver la cara”, relata María. Por segundos, delincuente y víctima se miraron fijamente. El tiempo necesario como para identificarlo cuando el delincuente fue detenido por Carabineros en un control de identidad horas más tarde, ante una denuncia anónima de un vecino que lo vio rondando en actitudes sospechosas por el barrio. El fiscal a cargo de su caso le dijo que el delincuente tenía un amplio prontuario policial y que si ella colaboraba con su declaración en el juicio, el antisocial pasaría varios meses tras las rejas. Ante la dubitativa actitud de María por querer colaborar con la causa, el fiscal le prometió que durante el juicio le asignaría una caracterización para ocultar su identidad, terminando de convencerla para que participara del proceso penal. “Uno queda totalmente irreconocible y eso me dio un poco de seguridad de que no era tan terrible estar a unos metros delante de la persona que me asaltó (…) Y te convence un poco el esfuerzo que hace el fiscal por sacar adelante los casos, motivar a los testigos y por conseguir las pruebas. Al final da lata que uno no ponga de su parte y que todos estos gallos que roban queden libres porque siguen haciendo siempre lo mismo”, aseguró la testigo. En la jornada del juicio contra el delincuente que asaltó a María, la testigo utilizó una peluca y fue maquillada por los funcionarios del Ministerio Público. Fue llamada a la sala por el juez para entregar su declaración de los hechos y, al momento de pararse en el estrado, el magistrado le solicitó su nombre completo y su R.U.T. Ante la atónita 6 mirada de María al fiscal y la urgencia de la pregunta del juez, no le quedo otra opción que revelar su identidad. “Uno va con miedo. Te resguardan tu identidad visual, pero al minuto que estás ahí igual tienes que revelar tus datos, decirlo en voz alta delante del asaltante que está ahí, su familia que está atrás y quizás la banda (…) Hay como una supuesta promesa de protección de la identidad que te dan pero que en el momento del juicio se va todo a piso porque igual estás obligado a entregar tus datos”, reflexiona María. El Ministerio Público tiene la obligación de prestar protección a todo testigo que colabore con la justicia. Es un derecho constitucional. Ante casos graves debe justificar que existe un riesgo para la integridad física de la víctima para así, por ejemplo, mantener en reserva sus datos e incluso darle resguardo después del juicio. Desde ese entonces la testigo supuestamente protegida del caso enfrenta el miedo a una posible represalia. El hombre que la asaltó veía cómo ella lo acusaba y sabía que su testimonio sería el principal medio de prueba. María asegura y tiene la convicción de que en caso de que vuelva a sufrir una situación de este tipo, prefiere no declarar el incidente y no poner en riesgo su integridad. “Yo me plantee mucho ir o no. Me pregunté: ¿Vale la pena exponer mi identidad y mi persona por un teléfono y una cartera? (…) No es opcional que uno pueda ir a declarar o no, es un deber”, atestigua la testigo del caso. Francisco García es abogado de la Universidad Católica y hace tres años que trabaja en la Defensoría Penal Pública. Ahí ejerce el cargo de jefe del Departamento de Estudios, unidad que asesora directamente al Defensor Nacional, Georgy Schubert, en materias de estrategia para el mejoramiento de la calidad en la prestación del servicio de la defensa. En septiembre se solicitó una entrevista con el señor Schubert la cual, al cabo de tres meses, no fue aceptada. 7 Esta institución fue creada en el 2001, bajo el marco de la Reforma Procesal Penal para proporcionar defensa penal a los imputados que carezcan de abogado, asegurando de esta manera el derecho de atención por un letrado y el debido proceso en el juicio penal. Para el funcionario de la Defensoría Nacional la situación es clara. Sin identidad se limita el derecho de defensa del acusado. García sostiene, según el Código Procesal Penal, que la defensa del imputado tiene derecho a conocer los testigos que va a presentar la Fiscalía, puesto que si no se produce una descompensación en la balanza penal. “El problema con un testigo sin identidad es que no sabemos quién declara. Y no sabemos si podemos darle credibilidad a su testimonio, no sabemos si se trata de una persona que ha sido condenada ya por delitos, si se trata de un delincuente habitual, si lo mueven razones de venganza (…) Si es que no existe ese equilibrio entre la necesidad de proteger al testigo y los derechos de defensa, entonces personas inocentes pueden ser condenadas”, aclara el jefe del Departamento de Estudios de la Defensoría Penal Pública. Tras la Reforma Procesal Penal, la creación de la Defensoría Penal Pública ha logrado equiparar los derechos del imputado con los del testigo al momento del juicio. Previo a la reestructuración de la Justicia Penal, en Chile sólo existían 79 jueces del crimen para todo el país. Ellos eran los encargados de investigar, de acusar y luego juzgar; acciones contrapuestas que no entregaban condiciones objetivas de imparcialidad, dejando en un segundo plano la defensa del imputado. Para el jefe del Departamento de Estudios, dos son los derechos de la Defensoría en un proceso penal que permiten compensar la defensa con la acusación. “La transparencia durante la investigación, es decir, aplicar el legítimo derecho a conocer los procesos de la investigación por parte de la Defensoría. Saber a quiénes, por 8 qué y cuándo se está investigando (…) Y conocer a los testigos que propone la Fiscalía, porque si no, se vulneran los derechos fundamentales del imputado”, asegura García. En contraposición a la versión del funcionario de la Defensoría, se encuentra la de Pedro Bueno, quien es el director ejecutivo nacional del Ministerio Público. Bueno es abogado de la Universidad de Chile y entró a trabajar el 2002 a la Fiscalía Nacional, es uno de los pioneros en la institución y ha trabajado por más de 20 años en la administración pública. En el 2007 fue nombrado por el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, como la máxima autoridad administrativa del Ministerio Público. En septiembre se solicitó una entrevista con el señor Chahuán la cual, al cabo de tres meses, no tuvo respuesta por parte del ente persecutor. Bueno considera que la entrega de información por parte del ente persecutor a la Defensoría en ambos procesos judiciales, tanto en la investigación como en el juicio, no afecta ni altera los derechos del imputado. La autoridad de la Fiscalía equipara el valor de una prueba testimonial con la reserva de identidad del testigo y con cualquier otra información requerida por la defensa. “La prueba testimonial, sin conocer la identidad o el registro de antecedentes, queda sujeta a las mismas reglas de cualquier prueba testimonial. Pueden ejercerse los mismos derechos prácticamente por parte del defensor, por lo cual, yo no veo la lesión o eventual lesión que señala el defensor a la práctica o uso, que además es bastante limitado, de mantener en reserva la identidad de los testigos”, refuta el director ejecutivo nacional del Ministerio Público. Un conflicto que lleva instaurado ya 13 años en nuestro sistema penal y que apela directamente a la interpretación que puede tener el tribunal en el día de la audiencia sobre si es necesario revelar o no la identidad protegida de un testigo. Eduardo Gallardo es abogado de la Universidad de la República y se desempeña hace 12 años como juez del 13º Juzgado de Garantía de Santiago, además es vocero nacional de la Asociación de Magistrados. En su carrera profesional ha impartido diversos cursos en 9 universidades y charlas de perfeccionamiento a los funcionarios del Poder Judicial en materias de la Reforma Procesal Penal. El magistrado explica que el Código Procesal Penal sólo permite la reserva del domicilio, sin embargo, la identidad no se puede omitir. Aparente incoherencia de un sistema que tiene la obligación de proteger a víctimas y testigos, pero también garantizar el derecho a defensa. “Sólo en casos extremadamente excepcionales, como son el caso de la Ley de Drogas, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes, y además el caso de la Ley Antiterrorista, muy excepcionalmente, los testigos pueden quedar sometidos a una reserva de identidad, vale decir, se puede impedir la individualización del testigo”, aclara el juez Gallardo (ver recuadro 2). Para María, sin embargo, el hecho de no calificar en ninguna de las dos excepciones de la reserva de identidad por ser un delito de menor gravedad según el tribunal, fue una experiencia que la traumó y que no desea volver a vivir. “Tuve temor y me sentí vulnerada nuevamente, quedé a disposición de lo que fuera a hacer el asaltante o su familia (…) Acá no se está resguardando a la víctima, no se está resguardando a nadie, se le está facilitando la información a los imputados”, reclama María. Aquellos testigos que denuncian actos ilícitos que no tengan un alto grado penal y que simplemente no califiquen en los dos casos excepcionales, arriesgan a exponer su identidad y con ello su integridad física durante el proceso penal. En Chile aún nadie ha muerto por ser testigo protegido, pero la amenaza existe y la línea entre la agresión y el homicidio es muy delgada. La madrugada del primero de enero de 2013, Diego (17) estudiante de un liceo técnico en la comuna de Santiago, asistió con un amigo a la fiesta de año nuevo en la Torre Entel. Cerca de las tres de la mañana, hora indicada por sus padres para regresar a casa, 10 fue testigo de una brutal golpiza a un joven por un grupo de tres individuos en la esquina de Lord Cochrane con Alameda. Diego dio alerta a un retén móvil de Carabineros que estaba estacionado a una cuadra del suceso y los agresores fueron detenidos, mientras que la víctima tuvo que ser trasladada en ambulancia a la Posta Central debido a sus lesiones. El fiscal de turno, cuando se hizo presente en el lugar de los hechos, le solicitó al adolescente que entregara su declaración en el proceso judicial ya que no existían otros testigos oculares del delito. Ante la petición del fiscal y bajo la promesa de que lo caracterizarían durante el juicio por ser menor de edad, Diego no dudo en colaborar. La audiencia en contra de los imputados por la golpiza al joven durante la madrugada del primero de enero se inició el 11 de marzo. Aquel día, el testigo protegido entró disfrazado a la sala y prestó declaración tras un biombo sin pasar mayores complicaciones. Hasta que ocurrió lo impensado. “Cuatro días después de declarar en el juicio voy llegando a mi casa después del liceo, estoy a punto de abrir la reja y un tipo, que estaba fumando en la vereda del frente, cuando entré al pasaje, me agarró y me puso un cuchillo en la espalda (…) Le quise entregar todo lo que tenía pero me dijo que me quedara callado y que no volviera a declarar en el juicio. Quede en shock, no le vi ni la cara.”, revela Diego. Por alguna razón, los imputados tuvieron acceso a la denuncia presentada en su contra, documento donde aparecía nombre, R.U.T. dirección y teléfono del supuesto testigo protegido del caso. Este último y su apoderado se negaron a seguir colaborando con el fiscal en el juicio por miedo a represalias y denuncian que, posterior a la amenaza, no se le asignaron medidas de protección policial. Diego nunca más volvió a ser intimidado. “Yo salí esa noche con ganas de pasarlo bien y me tocó presenciar esta golpiza. Quise ayudar y colaborar con la justicia pero terminé yo siendo el más afectado (…) Han pasado siete meses desde que me amenazaron y todos los días que voy al liceo salgo con un miedo terrible de la casa”, declara el joven estudiante. 11 En el caso de Diego, García considera que el fiscal exageró al solicitar la figura del testigo protegido arriesgando la integridad del menor de edad, puesto que podría haber probado de otra manera la implicancia de los imputados en el delito. A su vez, señala que el Ministerio Público muchas veces se ensaña con inculpar a un imputado vulnerando los derechos de su defensa. “El testigo sin identidad se utiliza a veces de manera muy amplia e incluso en casos donde no está acreditado que existe un riesgo para la integridad física. También hay ocasiones en las cuales los delitos no son realmente graves y se podrían probar de otra forma”, explica el jefe del Departamento de Estudios de la Defensoría Penal Pública. El Ministerio Público, por su parte, advierte que ellos velan por la seguridad de la víctima y el testigo por muy mínimo que sea el delito cometido en su contra, y aseguran que el resguardo de la identidad de quien declara o hace la denuncia es parte de las facultades que posee la Fiscalía durante el proceso penal. “Nosotros somos súper rigurosos en solicitar la mantención del secreto de la identidad de cualquier testigo o víctima. Puede ser un delito de poca entidad pero, por las circunstancias específicas de la persona, del denunciante o del testigo, hay que tomar medidas de seguridad que van a este nivel y no apuntando simplemente a la gravedad del delito”, defiende la máxima autoridad administrativa del Ministerio Público. Tanto García como Bueno, uno como defensor y el otro como acusador, ambos funcionarios dentro del mismo sistema penal, difieren en la interpretación y aplicación del testigo sin identidad. Una diferencia de criterio que se ve reflejada en la única víctima del sistema: El testigo. Un testigo que queda en un limbo penal, al amparo de que el juez tome una decisión lo más criteriosa posible. 12 Araucanía en llamas Juan (66) nació y vivió toda su vida en la comuna de Ercilla, en la región de la Araucanía. Sus padres y, posteriormente, él y sus cinco hermanos no conocen otra fuente laboral que el trabajo de la tierra y la crianza de ganado. Enviudó hace una década y producto de ese matrimonio tuvo dos hijos varones, ambos viven en Temuco junto a sus familias. Su única compañía son sus vecinos y sus animales. En julio de 2010, su fundo de 10 hectáreas, fue asaltado durante la noche por un grupo de individuos quienes le robaron 13 vacas de las 21 que tenía pastando en un corral. Además, le dejaron afiches con consignas de la recuperación de tierras por parte del pueblo mapuche. Juan reconoce que anteriormente había sido víctima de quema de pastizales al interior de su propiedad y que había repelido los ataques a punta de escopetazos. Bajo la presión de sus hijos y vecinos, se armó de valor y decidió hacer la denuncia a la Fiscalía Local de Collipulli. Allí, el fiscal le sugirió incluir su testimonio para reforzar las pruebas en contra de comuneros mapuches que estaban en proceso de investigación y que tenían antecedentes comunes al delito perpetrado a Juan: El robo de ganado y la entrega de volantes alusivos a la reivindicación de tierras en la comuna de Ercilla. A Juan se le asignaron medidas de protección durante el proceso judicial que constaban de rondas periódicas de carabineros y un celular de emergencias, además le aseguraron caracterizarlo en el tribunal. El día de la audiencia, el juez de garantía exigió a la Fiscalía entregar su identidad a la defensa de los imputados. Nuevamente, los antecedentes de un testigo protegido eran revelados ante el público presente, pero eso no fue lo peor, ya que días después del juicio su nombre apareció en medios electrónicos regionales. Desde entonces, cuenta con protección policial ante las amenazas de muerte en su contra. 13 “Buscaba mejorar las cosas para que esta cuestión parara, pero no fue así, fue peor. Después, algunos testigos protegidos han sido víctimas de quema de casas y robo de animales ahí en la comuna de Ercilla”, relata Juan. Según las estadísticas anuales de la Fiscalía Regional de la Araucanía, en 2012 hubo 299 denuncias vinculadas al conflicto mapuche, un 77% más respecto de 2011, cuando se registraron 169. Esto trae consigo que, en esta región, se utilizaron 272 testigos protegidos en procesos judiciales amparados bajo el Ministerio Público durante el año pasado. En estas denuncias, se detectó que se cometieron 355 delitos: Amenazas, usurpaciones, robos violentos, incendios de vehículos y viviendas. Durante el período 2008 - 2012 se ha acumulado un total de 842 investigaciones por este tipo de delitos, donde se han pesquisado más de 1.000 ilícitos. En el desglose corresponden a 165 incendios, 201 usurpaciones de inmuebles, 152 delitos de daños y 130 amenazas. En septiembre de 2010, dos meses después de que se revelara la identidad de Juan como testigo protegido, varios sujetos intentaron entrar al domicilio de éste, mientras dormía. Alertado por los reiterados golpes a la puerta principal de la casa, el testigo protegido agarró su escopeta con el fin de defenderse. Al cabo de unos minutos de forcejeo e insultos en la entrada de la casa, Juan recibió por parte de uno de los atacantes un escopetazo de perdigones en su pierna izquierda. No recuerda nada más hasta que despertó en el hospital San Agustín de Collipulli. “Antes hubo varios atentados en mi contra pero no pudieron hacerlo porque yo me defendía a escopetazos. Así hasta que me pillaron descuidado, ellos vinieron con la intención de matarme pero me pegaron en la pierna”, recuerda el testigo de la Fiscalía. Según dice, los balazos son represalias por su declaración en contra de quienes eran acusados del delito de robo animal en la Araucanía. Desde ese entonces, ha debido ser dos veces reubicado. La primera vez le quemaron la casa asignada por el Ministerio 14 Público en el Fundo Centenario (comuna de Ercilla) durante un fin de semana que se encontraba en Temuco. La segunda vez, el fiscal solicitó trasladarlo fuera de la Araucanía y la Fiscalía accedió. Cristián Paredes es abogado de la Universidad de Chile y desde agosto de 2013 es el Fiscal Regional de la Araucanía. En el 2012 fue distinguido por Sabas Chahuán como el fiscal más destacado de la región de la Araucanía por su labor como Fiscal Adjunto en Temuco. En el ámbito docente, desde el 2007 ejerce como Profesor Titular de Derecho Penal en la Universidad Autónoma de Chile, en su sede de Temuco. Paredes reconoce que la situación del conflicto mapuche en la región de la Araucanía, ha tomado una connotación especial por ser una situación procesal única en Chile, tanto por la realidad de las comunidades indígenas como por los procesos investigativos de los fiscales y las policías. “Los mapuches que están siendo perseguidos por delitos que cometieron, viven en lugares cerrados donde cuesta mucho poder ingresar para poder sacar la información (...) Desde el punto de vista de las policías no es llegar y observar como civil en una calle, la comunidad mapuche protege a los suyos, son cómplices entre ellos, por lo tanto, las investigaciones son mucho más complejas”, revela el Fiscal Regional de la Araucanía. Según el persecutor, durante el año pasado 73 personas fueron formalizadas, de las cuales sólo se lograron sentencias condenatorias en contra de 24 acusados. Actualmente, hay 44 imputados en ocho investigaciones, cuatro de las cuales datan de 2010 y aún están en trámite. Estos deficientes números están justificados, según Paredes, por el bajo compromiso de la ciudadanía en querer colaborar con el Ministerio Público y por un factor psicológico como es el miedo. El Fiscal Regional considera que debería existir, por lo menos, el doble de testigos protegidos por causas relacionada al conflicto mapuche. La realidad es un número muy inferior. 15 “El problema acá en la Araucanía es que mucha gente se escuda bajo el argumento del temor, pero lo que en realidad busca es tratar de no participar del proceso. Es muy fácil reclamar desde el punto de vista de la ciudadanía por mayores medidas de protección pero es súper difícil si la misma ciudadanía no colabora en las investigaciones”, demanda la máxima autoridad regional de la Fiscalía. Respaldando la versión de Paredes, la gerente de la División de Víctimas y Testigos de la Fiscalía Nacional, Marcela Neira, reconoce que atreverse a declarar como testigo protegido implica un grado de valentía pero, a su vez, asegura que el Ministerio Público posee todas las garantías necesarias para entregar un servicio de calidad a quienes declaran bajo su protección. “Si una persona no quiere participar en un juicio porque se siente insegura, porque se siente intimidada por una situación ‘x’ de riesgo, los mayores interesados en otorgar una medida de protección efectiva vamos a ser nosotros”, certifica la funcionaria de la Fiscalía. Francisco García de la Defensoría Penal Pública, coincide con la evaluación del Fiscal Regional de la Araucanía en considerar que la realidad regional, por el conflicto mapuche, no tiene parangón a nivel nacional y plantea que en las pequeñas localidades, donde todos los habitantes se conocen, es más complicado el uso de testigos por el riesgo de conocer su identidad. “Particularmente, ahí parece haber sido un sistema muy poco efectivo porque todo el mundo conoce la identidad de la persona que está declarando. Por eso es necesario buscar otras vías para que las personas están dispuestas a declarar en un juicio, reciban protección del Estado pero, a tal punto, que se pueda ejercer la defensa”, explica el funcionario de la Defensoría. Juan hoy lleva viviendo dos años solo. Alejado de sus hijos y nietos reside en una pequeña casa fiscal en la comuna de La Granja en la región Metropolitana. Mensualmente recibe un aporte económico del Ministerio Público por $300.000 pesos 16 para sus gastos personales y ya no requiere del resguardo policial. Extraña su tierra, sus animales y su trabajo. Con angustia recuerda los hechos sucedidos aquella fatídica jornada y aún lo invade el miedo de atestiguar nuevamente en el caso. “Yo tuve un atentado en mi contra y eso ¿quién me lo paga a mí? Fue mi propia gente la que me dio este atentado y tengo ese temor de hablar más. Miedo. A mí me balearon con un escopetazo”, reflexiona Juan. Chile, acérquese al estrado Por su pertenencia a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Estado chileno está suscrito a convenciones en materia de protección a víctimas y testigos. El 16 de febrero de 2005, se publicó en el Diario Oficial el Decreto Supremo promulgatorio de la Convención de Palermo. El artículo 24 de este tratado internacional se refiere a la Protección de los Testigos, formulando una serie de indicaciones que los Estados deben considerar al momento de regular esta materia, con la finalidad de asegurar su integridad física, como son: La utilización de la medida de reubicación, la prohibición total o parcial de revelar información relativa a la identidad y paradero del testigo protegido, todo ello sin perjuicio de los derechos del imputado o acusado. En su artículo 25 sobre Asistencia y Protección a las Víctimas del proceso penal, también realiza indicaciones relativas al resguardo de estos sujetos procesales. En julio de 2013 visitó Chile el Relator Especial de la ONU, Ben Emmerson. El funcionario del organismo internacional vino con la específica misión de analizar la aplicación de esta Convención en nuestro sistema procesal penal. Su informe sobre las prácticas que se ejecutan en nuestro país arrojó resultados preocupantes. 17 Emmerson revela en su acta que ambos artículos de la Convención de Palermo han sido violados por el Estado chileno y hace especial hincapié en el uso de los testigos protegidos en el conflicto mapuche. “El uso de testigos protegidos como base única y decisiva para una condena ha sido usual en los juicios del conflicto mapuche; y no existe obligación específica para el fiscal de investigar o divulgar hechos que menoscaben la credibilidad del testigo (más allá del usual principio de objetividad). Existe, por tanto, un riesgo obvio de injusticia procesal, el cual conlleva la sombra de un error judicial en relación a la condición de desprotección de los testigos”, revela Ben Emmerson. Sobre el proceso judicial que se practica en nuestro país, el funcionario de la ONU exige mayores y prontas reformas al Código Procesal Penal de tal forma que se alineen a los parámetros exigidos por las Naciones Unidas. “La ley internacional requiere que las diferencias de un procedimiento acusatorio público y pleno se debieran mantener al mínimo, la anonimidad se debiera justificar clara y específicamente mediante la necesidad de proteger la seguridad física del testigo contra las represalias; y que la injusticia resultante contra el imputado se deba contrarrestar mediante garantías procesales que aún no se adhieren al Código Procesal Penal chileno”, demanda el Relator de la ONU. Ante las críticas de Ben Emmerson, el Fiscal Regional de la Araucanía, Cristián Paredes, reconoce que a la Fiscalía le ha “llovido sobre mojado” por el uso de los testigos protegidos en las causas mapuches y defiende los derechos del Ministerio Público exigiendo modificaciones al marco legal vigente. “En el conflicto mapuche se requieren medidas de protección que tengan algún grado de vinculación con el tribunal, ya que cuando tenemos la posibilidad para que se declare detrás de un biombo o bajo circuito cerrado, yo no le puedo asegurar a una víctima al 100% que va a ocurrir así, porque siempre estoy sujeto a la posibilidad de que el tribunal lo rechace (…) Si el ente acusador no logra romper esta barrera de la presunción de 18 inocencia, siempre el tribunal frente a la duda va a absolver”, sugiere la máxima autoridad regional del Ministerio Público. El juez Eduardo Gallardo del 13º Juzgado de Garantía de Santiago, considera que las conclusiones del Relator Especial de la ONU deben ser analizadas por las autoridades pertinentes y enfatiza que, en caso de no producir modificaciones a las críticas y acotaciones de Emmerson, Chile puede arriesgar penas que signifiquen, incluso, la salida de organismos internacionales de derechos humanos. “El caso chileno hoy está tremendamente cuestionado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el uso de los testigos reservados en la Ley Antiterrorista (…) Se pueden establecer indemnizaciones e incluso mandatos que impliquen que la legislación chilena tenga que adaptarse a los estándares internacionales en materia de derechos fundamentales”, advierte el magistrado Gallardo. Ante esta latente amenaza internacional que acecha al Programa de Víctimas y Testigos de la Fiscalía y las constantes críticas que reciben por el uso de testigos con identidad reservada en casos que no lo ameritan, García asegura que la Defensoría nunca presenta un testigo si la persona se siente amenazada o corre peligro. Una afirmación que pone en tela de juicio la verdadera utilización de esta figura legal en los procesos judiciales. “Hay que sopesar si, efectivamente, una persona es puesta en riesgo y el Estado no es capaz de darle protección. Entonces, hay que hacer un análisis si vale la pena seguir adelante con esa investigación o juicio poniendo en riesgo al individuo o, en algunos casos, no presentar esa prueba y tratar que se siga adelante sin poner en riesgo la vida o integridad física de alguien que es inocente”, argumenta Francisco García, jefe del Departamento de Estudios de la Defensoría Penal Pública. 19 The Chilean Way Una vez implementada la Reforma Procesal Penal en Chile, el Ministerio Público para asentar los cimientos de su programa estrella de Protección a Víctimas y Testigos, intentó basarse en el Sistema Federal de Protección de Testigos norteamericano (Federal Witness Protection Program). Este mecanismo fue creado en los años ‘70 en Estados Unidos con el fin de combatir el crimen organizado. El ojo estaba puesto en las grandes familias ítalo-americanas que tenían sus negocios matrices en la costa Este, en la ciudad portuaria de Nueva York, que facilitaba el contrabando de especies. Para el juez Eduardo Gallardo, quien realizó sus estudios primarios en los Estados Unidos, el Sistema Federal de Protección de Testigos revolucionó en todo el mundo la forma de proteger a los testigos. “Lo que hace el Witness Protection Program es crear incentivos para que los testigos puedan declarar pero sobre la base de entregarles protección y resguardo no durante el juicio, si no una vez finalizado éste y de por vida. Hay casos emblemáticos como el de Salvatore Gravano que entregó un mafioso famoso en los Estados Unidos en los años ‘90 a John Gotti (…) Este señor nació de nuevo, tiene otro rostro, tiene otro trabajo”, señala el juez del 13º Juzgado de Garantía de Santiago. Se calcula que gracias a este programa más de 17.000 personas han recibido una nueva identidad y no sólo eso, también una nueva vida. Unos 7.500 testigos y 9.600 miembros del crimen organizado han sido relocalizados desde los años ‘70. En Chile, el cambio de identidad está legislado para testigos de causas enmarcadas en la Ley de Drogas, pero nunca se ha podido aplicar porque hace falta que el Ministerio de Justicia elabore un reglamento para que lo ejecute el Registro Civil. El vocero nacional de la Asociación de Magistrados tiene una visión ácida y crítica sobre el Programa de Víctimas y Testigos del Ministerio Público. Él considera que los 20 recursos entregados por el Estado son insuficientes para hacer sostenible el sistema y, además, con lo poco que hay, se invierte mal. “Los recursos que el Estado invierte en la protección de los testigos, con posterioridad del caso, son bastante escasos. Nuestro crimen organizado tampoco es tan sofisticado en comparación a entidades de otros países y, por último, siempre es más barato y más rápido recortar ahí donde están las garantías. Eso es gratis. Lesionar o debilitar el derecho de defensa, que invertir plata en serio en la protección de los testigos”, alega la autoridad pública. Pablo Larredonda es abogado y ex fiscal de la Unidad de Robos de la Fiscalía Oriente. Dejó el Ministerio Público el 2011, en el cual se desempeñó por cinco años en la persecución e investigación del crimen organizado en la Región Metropolitana. Para el ex fiscal, el Programa de Víctimas y Testigos implementado por el Estado de Chile tiene serios problemas estructurales en su génesis. Al igual que el magistrado Gallardo, Larredonda considera que los recursos invertidos no son suficientes para entregar un resguardo efectivo y de calidad a los testigos. A su vez, critica que hoy, a 13 años de la implementación de la Reforma Procesal Penal, no exista una vía para garantizar inmunidad a los delincuentes como sucede en el sistema norteamericano. “¿Se poseen los recursos suficientes para poder cambiar de trabajo a una persona? ¿Para poder cambiar la vida completa de una familia y trasladarla a otra región? ¿Para ponerle una casa, un trabajo, una identidad nueva? Me parece que todavía no estamos en esa realidad”, ejemplifica el ex fiscal. Marcela, quien denunció a una banda de narcotraficantes en la comuna de La Pintana, fue trasladada a un hotel en Recoleta. Ahí la mantuvo el Ministerio Público junto con su familia mientras duró el proceso judicial y porque, a su vez, la DAVT tramitaba un subsidio habitacional para que la mujer pudiera optar a una nueva vivienda en otra comuna de la capital. Pero algo salió mal. 21 La testigo protegida del caso había adquirido su casa de La Pintana en el 2009 a través de un subsidio estatal. Cuando la DAVT intentó reubicarla y se enteró de que el beneficio ya había sido utilizado anteriormente por Marcela, su caso cayó en un vacío legal. Marcela Neira de la División de Víctimas y Testigos de la Fiscalía Nacional, reconoce que aún no se han creado las normativas necesarias para este tipo de casos, cuestiona a la cartera de Justicia por no darle prioridad a la creación de estos reglamentos y declara que ese tema propiamente tal, ya no está en sus manos. “No hay normativas que también vinculen a los servicios asociados en esas temáticas para que, en definitiva, se cuadren con las medidas de protección que entrega el Ministerio Público (…) Nos pasa con las viviendas que son asignadas mediante subsidios, el permutar una vivienda de ese tipo por una medida de protección no está contemplado legalmente”, reconoce Neira. Marcela, la testigo protegida, sufrió y desveló la falta de rigurosidad en la entrega de los servicios asociados y las descoordinaciones entre el Ministerio Público y el Ministerio de Justicia. Un sistema que intentó simular al programa de testigos norteamericano, pero que no cuenta con la misma realidad financiera y jurídica para copiarlo. El programa que se veía tan viable a comienzos del 2000, hoy se encuentra a años luz. “Aquí, en este país, no hay una denuncia segura, porque la denuncia segura se queda después en el olvido. Te sacan del lugar y una se siente utilizada como ciudadana, tenemos los mismos derechos a vivir dignamente. Pero yo ahora no vivo dignamente, ahora me van a echar a la calle”, reflexiona Marcela. 22 Soluciones “des-protegidas” Ante los cuestionamientos de la ONU por las malas prácticas en el uso de los testigos protegidos, las críticas al interior del sistema por funcionarios estatales y las promesas incumplidas que denuncian las víctimas durante el proceso judicial, el Programa de Víctimas y Testigos queda en una posición muy delicada de cara a su continuidad en el futuro. La Fiscalía está consciente de que todos los dardos apuntan a la gestión y administración de la DAVT, pero exigen que el Estado se comprometa no sólo con mayores recursos, sino que con la incorporación de políticas públicas en materia de protección a testigos. Y, de esta forma, tratar de elevar los estándares de calidad tanto para las víctimas como para los imputados. “Falta una política de Estado en materia de protección, porque efectivamente el Ministerio Público tiene la obligación de resguardar a las víctimas y testigos durante su paso por el proceso penal, pero las medidas de seguridad no se pueden agotar en los términos del proceso solamente, sino que éstas tienen que continuar en el tiempo”, reflexiona Marcela Neira, gerente de la División de Víctimas y Testigos de la Fiscalía Nacional. El director ejecutivo nacional del Ministerio Público, Pedro Bueno, se suma a las palabras de su subordinada y considera que la reflexión final siempre debe ser ponderar, al momento del juicio, los derechos de los testigos por sobre los del imputado. “El Estado como tal y todas las entidades que están involucradas en esta materia, deben avanzar mucho en desarrollar mejores y mayores medidas de protección a víctimas y testigos. Ahora, frente a la eventual afectación de los derechos de los imputados versus la protección de víctimas y testigos, creo que siempre debemos optar por la protección de víctimas y testigos”, analiza el funcionario del Ministerio Público. 23 En la Defensoría Penal Pública coinciden en que el Estado debe asumir un mayor protagonismo a la hora de invertir recursos, pero ellos apuntan a que el sistema de protección de testigos debe modificarse. Consideran que los criterios para elegir a quienes se utilizarán al momento de entregar declaración en el juicio, debieran reformarse. “La simple protección y ocultamiento de la identidad como medida de protección ha demostrado no ser suficiente y no ser un buen mecanismo (…) Deberían establecerse nuevos elementos sobre cómo elegir a esas personas para que no sufran atentados contra su integridad y amenazas, pero eso no puede impedir que al momento del juicio existan herramientas para que una persona se pueda defender”, concluye el jefe del Departamento de Estudios de la Defensoría. Para el ex funcionario del Ministerio Público, Pablo Larredonda, mirar al sistema desde afuera le ha permitido reflexionar y agudizar sus críticas sobre el Programa de Víctimas y Testigos. El ex fiscal comparte criterios con la Defensoría Penal Pública en términos de mejorar los parámetros de selección al momento de elegir los testigos, pero sus recomendaciones apuntan a regular en qué momentos el tribunal decide revelar o no la identidad del testigo. “Hay que establecer parámetros más objetivos al momento que el tribunal tenga que resolver el mantener una identidad reservada. Porque los casos graves y calificados que contiene el Código Procesal Penal siempre van a quedar al arbitrio del tribunal (…) Hay fiscales que se han enfrentado a esa situación y han debido optar por no presentar testigos”, considera Larredonda. Mientras se espera que las autoridades tomen medidas y se comprometan con hacer modificaciones al sistema, las víctimas continuarán apenas cobijados bajo el feble paraguas de las medidas de protección. Son 82.782 las personas que han denunciado ilícitos en la Fiscalía durante el último año, una cifra que sigue en aumento y la cual nadie está libre de engrosar. 24 25 26 27 28 29 Infografía 1 Infografía 2 30 31 32 33