sobre el bien y el mal de la republica

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SOBRE EL BIEN Y EL MAL DE LA REPUBLICA
PRESENTADO EN LA PUESTA EN CIRCULACION DE LOS
ESCRITOS DE ULISES FRANCISCO ESPAILLAT
EN OCASION DEL 110° ANIVERSARIO DE SU FALLECIMENTO
POR JUAN TOMAS TAVARES KELNER
SOCIEDAD DOMINICANA DE BIBLIOFILOS, INC.
25 DE ABRIL DE 1988
CONSEJO DIRECTIVO
FRANK MOYA PONS
Presidente
GUSTAVO TAVARES ESPAILLAT
Vicepresidente
BOLIVAR BAEZ ORTIZ
Tesorero
BERNARDO VEGA
Vicetesorero
PRAXEDES CASTILLO
Secretario
JUAN ANTONIO PERROTTA
Vicesecretario
EDUARDO FERNANDEZ PICHARDO
Comisario de Cuentas
FRANK MARINO HERNANDEZ
MANUEL GARCIA AREVALO
EUGENIO PEREZ MONTAS
JUAN R. PACHECO HIJO
JUAN TOMAS TAVARES K.
ROSA MARIA V. DE MAYOL
SARAH M. DE BAEZ
JOSE CHEZ CHECO
Vocales
MONS. HUGO E. POLANCO BRITO
PEDRO TRONCOSO SANCHEZ
MANUEL MINIÑO MARION-LANDAIS
MANUEL PAREJA
Asesores
MIRNA DE ESCOTO
Directora Ejecutiva
PILAR SOTO DE RAUN1ERI
Directora de Ediciones
Esta tercera edición de los Escritos de Ulises
Francisco Espaillat, que la Sociedad Dominicana de
Bibliófilos, Inc. pone hoy al conmemorar
los 110
años de la muerte del ilustre prócer en circulación
como el sexagésimo cuarto título de su “Colección de
Cultura Dominicana”, debió por sus propios méritos
quizás ser una de las primeras obras en ser
publicadas por la Sociedad. Las ironías de la vida han
determinado su tardía aparición, en parte por nuestro
infructuoso empeño en localizar el perdido opúsculo
titulado “Memoria sobre el bien y el mal de la
República”, publicado por Espaillat en 1856, para
incluirlo en la presente edición; y en gran medida por
la modestia del Vicepresidente de los Bibliófilos al no
favorecer su publicación hasta que la misma fuera
reclamada con insistencia por los demás miembros
del Consejo de Directores. Gracias a esta espera, sin
embargo, tenemos hoy una edición ampliada, fruto
de la paciente labor del Lic. José Chez Checo con la
valiosa asesoría de Don Tomas Pastoriza Espaillat,
trabajando sobre los hombros de la monumental obra
de recopilación y anotación realizada por don Emilio
Rodríguez Demorizi en su edición de los ESCRITOS
de 1962 y los PAPELES DE ESPAILLAT de 1963. Con
la adición de una interesante carta dirigida por
Espaillat al General Ignacio Maria González en 1874
(hasta ahora inédita), pensamos que esta edición es
la "Obra Completa" de los escritos de Espaillat que
han sobrevivido la acción destructora del tiempo
(exceptuando unas pocas cartas del Presidente
Espaillat reproducidas por E.R.D. en los PAPELES),
aunque no por ello nos detendremos en la búsqueda
de la “Memoria Sobre el Bien y el Mal de la
Republica”.
No es mi intención extenderme esta tarde en
comentarios sobre las características sobresalientes
de esta tercera edición de los ESCRITOS, sino en
homenaje sincero al patriotismo puro que animó las
obras escritas y actuaciones públicas de Ulises
Francisco Espaillat, quiero penetrar en un aspecto del
pensamiento del insigne patricio a manera de
invitación a la lectura y estudio de sus ESCRITOS, y
en favor de la divulgación por todos los medios de
sus ideas, que hoy conservan su vigencia como
pautas para el desarrollo integral de nuestra
sociedad.
A pesar de que los escritos de Espaillat que han
llegado hasta nosotros datan casi en su totalidad del
periodo 1874 a 1878 - con la notable excepción de
unos pocos documentos de la época de la
Restauración – bien podríamos dar de subtítulo a la
obra el de la desaparecida memoria de 1856:
“SOBRE EL BIEN Y EL MAL DE LA REPUBLICA”. En sus
artículos periodísticos así como en su producción
epistolar, Espaillat se ocupó sobre todo de analizar y
criticar los serios males que aquejaban a la sociedad
dominicana de su época en términos moralistas, con
la intención de erradicar el mal y propagar el bien en
favor de la República. En contraste a muchos de sus
coetáneos, Espaillat nunca concibió el “mal”
encarnado en individuos ni naciones, aun en el
campo de batalla de la Restauración cuando debió
enfrentarse al ejercito de España, y en 1871 cuando
debió combatir las pretensiones del caudillo
Buenaventura Báez de anexar la Republica a los
Estados Unidos de Norteamérica; para Espaillat el
mal se manifiesta en actitudes, tradiciones e
instituciones sociales negativas como las repetidas
"jaranitas" o revueltas intestinas, el “dolce farniente”
y la ignorancia, así como en la propensión del pueblo
a los juegos de azar (la gallera, Academia) y el
despilfarro de sus escasos recursos. Los escritos de
Espaillat ponen repetidamente en evidencia las
múltiples flaquezas de los dominicanos; más
importante aún, el prócer propone los medios
concretos para extirpar el mal y hacer el bien: sus
críticas son todas constructivas, pues son un llamado
a la acción enérgica, detallando planes específicos
para alcanzar las metas propuestas.
El Bien y el Mal no fueron para Espaillat conceptos
abstractos de un maniqueísmo teórico, ni fue la
escritura primordialmente un medio para la expresión
filosófica o literaria. Espaillat escribió para incitar a la
acción, porque tenía una profunda fe en el potencial
del pueblo dominicano para encaminarse por el
sendero del desarrollo material y espiritual. Concibió
el periodismo como la principal “palanca” para
despertar la Republica de su letargo o “el dolce
farniente”, y guiarla por el camino de la libertad.
Esta fue la tarea que se impuso Espaillat cuando se
lanzó en 1875 a escribir la serie de artículos firmados
por MARIA, quizás una de la obras periodísticas más
extraordinarias en la historia del periodismo
dominicano. Espaillat tenía un concepto muy elevado
del periodismo como medio para la divulgación de
conocimientos, pero no por ello se hizo la falsa
ilusión de que sus artículos pudieran ser la panacea
para la sociedad dominicana, pues con su visión
realista reconoció que la poca circulación de los
periódicos en el país y la falta de habito por la lectura
entre sus coetáneos sería uno de los primeros
obstáculos por vencer:
Veo con gusto que me voy haciendo comprender.
Trataré de amplificar más mi pensamiento. Todos
están acordes en decir que el periodismo es, en el
día, una de las principales ruedas del gran
mecanismo de las sociedades modernas. Nosotros,
como ya lo he dicho, no hemos carecido de
periódicos, pero nunca ha habido periodismo en el
país. Si éste es considerado como una gran palanca,
en nuestras manos ésta ha sido de cartón, y sin
punto de apoyo, puesto que éste lo constituye el
público que lee, y este ha sido, y sigue siendo,
sumamente reducido.
Lo que acaba de pasar, prueba evidentemente lo que
ya tengo escrito sobre la ingente necesidad que
tenemos de ensanchar y estabilizar este poderoso
propulsor de las sociedades. Hasta la fecha hemos
escrito los unos para los otros, y no para el público,
pues hemos carecido de él; y nos hemos parecido a
una compañía de cómicos trabajando delante de otra
compañía. Mientras JUSTO se lamentaba de que en
nuestro país se lo dejamos todo al Gobierno, escribía
yo un artículo en el cual insistía sobre este malísimo
hábito, paragonándolo con la iniciativa del pueblo
americano. ¿Qué pensar de esto? Que mientras no
dilatemos la esfera de acción del periodismo, es inútil
escribir, puesto que lo que yo pienso, lo piensa el
reducidísimo número de lectores que me han de leer;
pareciéndonos a una congregación de jugadores,
entre los cuales el capital no se aumenta, por más
que a cada instante cambie de manos.
¿Qué hacer, pues, con este trabajo, que más parece
entretención que otra cosa? ¿Acaso estamos aún en
la escuela, y lo que escribimos, son acaso los
ejercicios que el maestro nos impone para
adiestrarnos en tal o cual genero de composición?
¿No pensaremos seriamente en que otros se utilicen
de lo que hayamos podido aprender?
Ya se hace indispensable el discurrir los medios de
asentar el periodismo sobre bases amplias, solidas; y
para esto yo no encuentro otro medio que la
asociación en grande escala. ¿El público que piensa
cree que ese medio de difundir los conocimientos, de
moralizar las masas, de propagar las sanas doctrinas,
es realmente eficaz? Pues hagamos con el periodismo
en nuestro país, lo que han hecho los ingleses para
propagar y difundir la Biblia. Creemos una
numerosísima asociación que, desparramada en el
país entero, contribuya a sufragar los gastos".
(A Justo p. 187-188).
A continuación Espaillat expone su “plan” concreto
para la creación de un periódico de amplia circulación
nacional que lleve el mensaje de la doctrina liberal
del desarrollo al gran público. Asimismo en el artículo
también calzado con la firma de María titulado A
NUESTROS AMIGOS DE LOS CAMPOS, Espaillat hace
un llamado a los agricultores a comprar y leer los
periódicos como uno de los medios más eficaces para
instruirse.
En los párrafos que hemos citado, podemos admirar
algunas de las características sobresalientes del
pensamiento de Espaillat. En primera instancia se
destaca su análisis frío y sistemático de la realidad
social dominicana sin crearse ilusiones idealistas que
nublaran su proceso de razonamiento. Espaillat en
cada caso parte de una crítica objetiva del mal, para
luego sin lamentaciones ni recriminaciones proceder
a buscar la manera de erradicar el mal social,
proponiendo soluciones concretas y prácticas. En la
mayoría de las veces, los planes de acción sugeridos
por Espaillat se basan en la experiencia de otros
pueblos o comunidades, pues el insigne prócer liberal
jamás pretendió ofrecer ideas grandilocuentes ni
soluciones geniales, sino copiar o adaptar las cosas
buenas que había observado en el extranjero o
conocido por medio de la lectura de los autores
ingleses, franceses y norteamericanos, y en el libro
del "sentido común". Así en los párrafos que citamos
anteriormente propuso hacer “lo que han hecho los
ingleses para propagar y difundir la Biblia”, para
llegar al gran público con un periódico nacional. En
otros casos, sugiere seguir el ejemplo de los
franceses en la colonización de Argelia, que al hacer
pozos artesianos para la agricultura convirtieron el
desierto en un huerto productivo; y en varias
ocasiones Espaillat propuso traer un pozo tubular a
Santiago desde Estados Unidos “para demostrar a los
hacendados la practicabilidad de la cosa”, en la
seguridad de que muchos agricultores habían de
seguir el ejemplo una vez conocido los resultados
positivos. En el mismo artículo, “El Reloj Público y
otras Cosas” Espaillat sugiere imitar el ejemplo de
Pedro el Grande de Rusia, y en lugar de enviar dos o
tres jóvenes becados a estudiar en Europa, gastar
esos mismos fondos en crear una Escuela Normal
para formar maestros.
En cada caso, Espaillat hace uso de su vasta
experiencia y lectura para buscar soluciones
prácticas, viables y concretas a los males que
descubre como los principales obstáculos al
desarrollo ordenado de la República. Las soluciones
que propone las brinda al público con muchos
detalles, en algunos casos con una terna de
directivos e instrucciones de cómo obtener mayor
información al respecto: así el proyecto para la
formación de las “Cajas de Ahorros” mutualistas que
hemos tratado in extenso en otro lugar, al proponer
se obtengan los estatutos y demás instrumentos
legales en Cuba o Puerto Rico, para adaptarlos a
nuestras circunstancias.
En cada caso Espaillat identifica el mal específico que
aqueja a la sociedad, lo analiza para determinar las
raíces del problema, y luego procede a elaborar un
plan de acción para eliminar el mal. Para lograr la
buena administración de la Justicia recomienda
establecer modernas penitenciarías cuyo modelo
encuentra en Estados Unidos. Ningún mal social es
inevitable ni imposible de eliminar, si existe la buena
voluntad de los ciudadanos para trabajar por el bien
de la patria. Sin embargo, se requiere del esfuerzo
mancomunado del pueblo y de tiempo para propagar
la semilla del bien que habrá de desplazar la mala
simiente: “Alguien ha dicho que la vejez tiene sus
ilusiones lo mismo que la juventud. Yo me he
alimentado con las de creer fácil el poner una
sociedad en el camino del verdadero progreso, y
sería preciso que, después de una serie de esfuerzos
continuados sin ningún fruto, viniera ésta a probarme
que es la más reacia de todas las sociedades del
mundo, para que pueda perder esa grata ilusión; sin
embargo, debo advertir que esta ilusión es referente
a la posibilidad, no al tiempo. Las ideas son como las
plantas, que unas fructifican temprano y otras tarde,
habiendo entre las ultimas, algunas cuyos frutos no
son cosechados, sino por generaciones venideras. Si
no nos es dable tener la dicha de ver recoger a
nuestros compatriotas los frutos de las ideas que
sembramos ahora, ¿será por eso menos grande la
satisfacción que debamos experimentar al saber que
hemos cumplido con el sagrado deber que nos ha
impuesto la Providencia de dejar este mundo mejor
de lo que lo hemos encontrado?” (Carta al Padre F.A. de
Meriño, p. 185-186).
Los Escritos de Espaillat constituyen repetidos
llamados a la acción basados en la fe de que por
medio de la divulgación y puesta en práctica de las
ideas liberales sustentadas por el prócer y un nutrido
grupo de sus amigos, el pueblo dominicano será
algún día libre, pacífico, y entregado a promover el
desarrollo material y espiritual de la República por
medio del estudio y el trabajo.
En nuestra lectura de los Escritos de Espaillat
descubrimos que el principal mal de nuestra
sociedad, la causa y madre de la mayoría de los
problemas que afectan al pueblo dominicano, lo es la
ignorancia, - la falta de conocimientos de toda clase de la ciudadanía. Esta ignorancia empieza por la falta
de conciencia de la clase pensante en la importancia
de la instrucción pública, no ya como elemento de
superación personal del individuo, sino como base
para el buen funcionamiento de toda la sociedad:
para la paz y el orden en la convivencia social; para
la productividad material del aparato económico;
para el avance de las ciencias y las tecnologías, etc.
La educación en el más amplio sentido de la palabra,
es en fin lo que nos diferencia de los franceses,
ingleses y norteamericanos. Según Espaillat la falta
de instrucción es el origen de nuestra pobreza
relativa:
……y la falta de conocimientos especiales en este
ramo (la ganadería) y en los demás ramos, que es en
lo que consiste nuestra mayor pobreza: no
conocemos el arado; no sabemos aparejar un
animal; no sabemos evitar que el Yuna en sus
crecientes se lleve la mayor parte de los animales;
¡no sabemos nada, y nos admiramos de ser pobres!
(El baile del 30 de junio, p. 107)
Como de costumbre, Espaillat da ejemplos empíricos
extraídos de su vivencia personal y de los años de
observación minuciosa de los usos y hábitos de los
dominicanos, cuando comenta la ignorancia
prevaleciente entre los campesinos, hacendados y
comerciantes:
Volvamos a lo de que los conocimientos hacen parte
del capital de una nación. Es cierto que tratándose de
individuos aislados, no puede asegurarse que las
riquezas hayan de acompañar a los hombres de
talento o instruidos; pero hablando de una nación,
puede establecerse como axioma que - si es
ignorante - no saldrá nunca de la miseria.
Concretémonos al tabaco. Este ramo es el único que
tenemos para exportar; y a cualquiera le ocurriría
que deberíamos arreglarlo y cuidarlo como a un
verdadero niño mimado. Pues no, Señor, nada de
eso; de año en año ha ido la cosa de mal en peor, y
nos quejamos de que somos pobres! Sin embargo,
entre tanto tabaco malo, hay, según dicen los
comerciantes exportadores, dos o tres calidades que
obtienen buen precio, mas hasta ahora no hemos
sabido, yo no digo clasificar las calidades, pero ni
siquiera uniformar la semilla. Por cierto, que ya las
mujeres lo habríamos hecho mejor, pero ¿qué hacer?
se da un privilegio a Fulano para que él solito haga
pan; y el muy pillo se dice: “Puesto que no me
pueden hacer la competencia, tendrán que comerlo
como sea mi gusto dárselo; el privilegio me protege”
Algunos de estos son perjudiciales, ¿no es
verdad?" (Inmigración, p. 127-128)
En otras ocasiones Espaillat se ocupó de explicar
cómo se podría mejorar la cosecha de tabaco
seleccionando la semilla, cosa que ya lo venía
haciendo individualmente don Máximo Grullón, pero
advirtiendo que “la empresa de uniformar la cosecha
de tabaco emprendida por quinientas personas en
lugar de por una sola –se lleva a cabo quinientas
veces más pronto" y recomendando la formación de
una Sociedad de Agricultura, a ser presidida por don
Esteban Díaz, para promover la mejoría de la
cosecha de tabaco y demás rubros, entre otras
importantes tareas en el campo de la Agricultura.
Retomando a las ideas de Espaillat sobre la
instrucción pública, veremos cómo en este ilustre
ciudadano siempre primó el sentido común y la razón
practica por encima de las teorías abstractas y
conceptos filosóficos al respecto. En 1852, nos
apunta don Emilio Rodríguez Demorizi, a la edad de
29 años, Espaillat se esforzaba:
...en traer a Santiago, para laborar en la instrucción
pública, a diversos intelectuales de Santo Domingo, y
en 1857 se empeñó en que el Dr. Fernando Arturo de
Meriño se trasladara de Santo Domingo a Santiago
con el objeto de trabajar en el adelanto intelectual de
la juventud de Santiago.
De todos es conocida su larga amistad fraternal con
el gran educador Manuel de Jesus Peña y Reynoso y
su constante colaboración con cuantas sociedades
filosóficas, literarias y científicas vieron la luz en la
República durante su vida, a tal punto que ha sido
comparado con Benjamin Franklin. En sus escritos,
Espaillat se dedicó de todo corazón a hacer sentir a la
clase pensante la urgente necesidad que padecía
nuestra sociedad de formar maestros de escuela
capaces de llevar la instrucción pública primaria a
todos los ciudadanos dominicanos.
En su mensaje del 13 de noviembre de 1875 A la
Liga de la Paz el prócer discurre sobre “los medios
más adecuados para impedir que vuelvan a
enseñorearse de nuestra Patria las contiendas
civiles”, y después de algunas consideraciones sobre
la importancia de una buena administración de
Justicia, el autor se extiende sobre el tema de la
educación:
Pero es el caso, repito, que no era la administración
de Justicia, en lo que pensaba ocupar la atención de
la “Liga”. El asunto que pienso someter al criterio de
la Sociedad, no es, sin embargo, de menor interés.
Lo que quiero proponer a la “Liga” es la regeneración
del país por medio de la instrucción, sometiendo a su
apreciación, no el medio, sino los medios prácticos de
llevar a efecto con rapidez y seguridad la difusión de
la enseñanza popular.
Aquí, como en Azua, en Monte Cristi, como en
Higüey, existe el mismo intensísimo anhelo de
instruirse, de educar los hijos; pero como hasta la
hora presente hemos desperdiciado nuestras fuerzas
tan solo en anhelar y suspirar, sin haber pensado
antes en que – para poder propagar la instrucción
pública – era preciso tener Maestros de Escuela, y
eso de sobra, el deseo no ha llegado a cumplirse,
porque en rarísimas localidades se han encontrado
personas suficientemente competentes.
Esto dice a las clara que, - para propagar la
instrucción pública – es indispensable crear Escuelas
Normales.
El mecanismo de las Escuelas Normales, como todos
saben, es muy sencillo. Se escogen jóvenes que
sepan leer, escribir y las cuatro reglas de Aritmética,
y bajo la dirección de un buen profesor llegan ellos
mismos a serlo al cabo de seis meses. En los Estados
Unidos y después de la conclusión de la guerra, así
se hizo, y causaba admiración el entusiasmo con que
los recién emancipados se dedicaban al magisterio.
En este mismo mensaje Espaillat propone a la
“Liga” (p. 247) abrir una suscripción para recaudar
los fondos necesarios para establecer una Escuela
Normal en Santiago, pues el insigne prócer era
ferviente creyente en la iniciativa privada y criticaba
acerbamente el que los ciudadanos esperaran todo
del Gobierno. Desafortunadamente, la muerte a
destiempo no le permitió a Espaillat conocer la
Escuela Normal establecida por Eugenio Maria de
Hostos en Santo Domingo pocos años después, ni el
Instituto de Señoritas fundado por Salome Ureña en
1881, similar al que había propuesto en el ya citado
artículo de MARIA, El Reloj Publico y otras Cosas,
cuando sugirió:
No me parece oportuno alargar este escrito, para
tratar de probar que vale más conseguir doce
maestros que dos ingenieros. Vamos pues a proponer
el medio de darle a la educación popular todo el
desarrollo que sea posible. Para esto y ante todo, es
preciso que se encuentre el número suficiente de
maestros. No los hay; pues establezcamos una
manufactura de maestros, o sea una fábrica, de la
cual salgan todos los años, un número dado de
profesores. No nos costará más de lo presupuesto;
no hay necesidad de hacer venir del extranjero al
director de la fábrica.
El Sr. M. de J. de Peña puede desempeñar ese
destino con igual lucimiento que uno de Europa; y
quizás daría mejor resultado, si tomamos en cuenta
el empeño que él se tomaría en el buen éxito de un
establecimiento cuya inmensa utilidad podría
ocultarse a los ojos de cualquier otro, menos a los
suyos.
No sé si esté equivocada, pero me parece que sin
enseñanza primaria no puede haberla secundaria ni
superior; y que el principal mueble en una escuela es
el Maestro. Por consiguiente, no haríamos con lo
propuesto, sino lo que hacen todos los cristianos,
principiar por el principio.
Cuando regaláis a algún campesino algunas semillas
que él tiene interés en propagar - yo creo que lo que
es la masa tiene gran interés en que los que están
destinados a guiarla por su posición social,
propaguen para ella la semilla de la sabiduría - la
siembra, sin más preámbulo. Ya madura la semilla, la
recoge y vuelve a sembrar mayor extensión de
terreno; y así continúa, hasta obtener, con solo doce
granos, una cuantiosa cosecha o cosecho. ¿Por qué
de algún tiempo a esta parte han hecho esta palabra
masculina? He notado que desde entonces la cosecha
de tabaco anda de mal en peor en clasificación, etc.
Todavía se podría hacer más. La educación de la
infancia más bien corresponde a las mujeres que a
los hombres, y hay países como los E. U. de América
en donde, ya de teoría ha pasado a ser cosa
practicada en grande escala. Establezcamos, pues,
otra escuela para formar maestras. Escójanse doce
jóvenes que quieran dedicarse al ejercicio de
maestras de escuela, y bajo la inteligente dirección
de la Señorita Socorro Sánchez saldrán profesoras de
primeras letras, tan competentes como puedan
desearse.
Si la idea no parece desatinada, me atrevo a esperar
de la cortesía de los hombres ilustrados y patriotas
que se hallan hoy al frente de la prensa nacional, la
apoyen, o mejor dicho, se hagan cargo por completo
de gestionar el plantío de las escuelas normales. Si
por el contrario, se calificase de necedad lo que he
propuesto, me callaré resignada, pero con la
convicción de ver, dentro de pocos años, a algunas
de las verduleras que proveen nuestro mercado,
transformadas en maestras de escuela, enseñando a
los niños de los pobres campesinos, lo que ellas
mismas no saben para sí.
En el caso que el Hon. Ayuntamiento acoja la idea de
establecer la escuela normal para mujeres, no se
podría contar con la suma presupuesta para el envío
de jóvenes a Europa, y en ese caso podría abrirse
una suscripción. Si esta tuviese lugar, me atrevería a
rogar al Sr. Director de El Orden, anuncie, que desde
luego, Maria se suscribe con $10.00, que pondrá a su
disposición, desde el momento que quede abierta la
suscripción. (p. 67).
Como Espaillat, creo innecesario alargar estas
palabras para convencerles de la profundidad y el
valor del pensamiento social del prócer. Si quiero
aprovechar la oportunidad para invitarles a estudiar a
fondo los conceptos emitidos por el ilustre patricio y
a sopesar en nuestros días el riesgo de dejarnos
abatir por los irritantes problemas de nuestra vida
diaria - los apagones, la basura, la devaluación
acelerada de nuestra moneda, la burocracia estatal,
los controles de precio, entre muchos otros - sin
meditar sobre la necesidad crítica de difundir
conocimientos básicos y tecnología apropiada entre la
ciudadanía, si a largo plazo queremos mejorar la
calidad de vida en nuestra sociedad, y legar a
nuestros hijos y nietos un futuro promisorio. No
estamos hablando de la educación de nuestros hijos,
que de seguro tendrán garantizado una instrucción si
no brillante por lo menos adecuada, sino de los hijos
de los campesinos y chiriperos con quienes deberán
nuestros hijos compartir el destino de la nación.
Como apóstoles de Espaillat, debemos “concientizar”
a nuestra sociedad de la conveniencia - digamos la
imperiosa necesidad - de dedicar ingentes esfuerzos
y sacrificar cuantiosos recursos en aras de la
instrucción pública a la mayor brevedad, aun si los
frutos de esta siembra no los habremos de cosechar
en esta generación, y por tanto este gasto público
deberá ser un verdadero sacrificio político. Debemos
crear conciencia en el pueblo para que exija del
Estado y de la sociedad ante todas las cosas la
alimentación espiritual de la instrucción, que será la
base de su sustento material en el futuro, y es el
derecho elemental en toda sociedad democrática,
pues debe ser la base para garantizar la igualdad de
oportunidad a todos los ciudadanos y ser la espina
dorsal de la democracia económica. Los recursos
mejor empleados son aquellos dedicados al aumento
del capital humano, por lo que citando a Espaillat de
nuevo:
Apelemos a las escuelas. La presencia dela inocencia,
bebiendo en las fuentes del saber humano, quizás
conmovería las fibras del corazón de esos hombres
que todo lo posponen a la consecución de sus
inmorales fines. Multipliquemos las escuelas, por más
que nos cueste; abandonemos por mucho tiempo la
manía dela ostentación, y no malgastemos en fuego
de artificio el dinero que tanta falta nos hace para
educar la infancia e ilustrar la juventud:
disminuyamos nuestros vicios, y, si no basta,
privémonos del pan material, para poder suministrar
al pueblo, en abundancia, el alimento del espíritu”.
(p. 229, A la Liga de la Paz)
Las ideas de Espaillat encuentran pocos apóstoles en
el medio de la vorágine que vivimos; sin embargo, el
pasado 14 de este mes en curso, leímos en el artículo
Prioridades del Gasto Público un lejano eco del
pensamiento de Espaillat respecto a la instrucción
pública, cuando el Padre José Luis Alemán escribió:
Otra conclusión que se deriva directamente del
carácter tecnológico de las nuevas ventajas
comparativas es la necesidad de aumentar el gasto
público dedicado a tecnología y ciencias. Este
aumento del gasto público no tiene apenas nada que
ver con la construcción de nuevos edificios para la
enseñanza.
El gasto público educativo tiene que ser concebido de
una manera totalmente diferente al tradicional.
Desde la primaria hasta la universidad se busca una
educación productiva socialmente y no meramente
entrenador ni comunicadora de conocimientos y
habilidades (lo que tiene, por supuesto, que estar
incluido).
La misma educación humanista hay que considerarla
orientada a la formación integral de personas que se
mueven en una “naturaleza creada” por el hombre y
no simplemente donada a él, como tan
profundamente expuso Santo Tomas de Aquino.
Pero definitivamente el tema de la relación entre la
economía y la educación, que desborda ampliamente
lo que se llama “educación productiva” o “para el
trabajo”, merece un tratamiento especial.
(Listín Diario, p. 2-D)
Sin embargo, creo que en el presente, abatido como
estamos por problemas más visibles, no prestamos la
suficiente atención a la instrucción pública y a la
divulgación de conocimientos básicos, sobre todo en
la preparación de los maestros de escuela y demás
personal que deberá encargarse de la importante
tarea de formar e instruir a la juventud. En otros
campos de la educación, como lo es en la formación
de personal auxiliar de oficina y administración y en
la formación de técnicos agrícolas, para citar solo dos
ejemplos, la iniciativa privada ha obtenido logros de
importancia. Escasa, por no decir inexistente, ha sido
el aporte de la iniciativa privada en los últimos
veinticinco años a la formación de maestros y la
extensión de la instrucción primaria las nuevas
generaciones de dominicanos. Tampoco hemos
realizado un esfuerzo por exigirle al Estado que
asuma la responsabilidad de brindar instrucción
pública adecuada a toda la ciudadanía, y somos
cómplices en permitir que los servicios públicos de
enseñanza hayan prácticamente desaparecido en
todos los niveles. Creo que en los Escritos de
Espaillat podemos encontrar la inspiración y la fuerza
para echar la batalla contra la ignorancia y a favor de
una óptima instrucción pública como el camino más
eficaz hacia el desarrollo integral de nuestra
sociedad; y que deberá ser la iniciativa privada que
eche la zapata de este magno edificio espiritual
“concientizando” a todos los sectores de la
conveniencia y necesidad de esta “palanca” del
desarrollo. Para esta magna tarea hacemos un
llamado especial a los medios de comunicación social
(el periodismo de Espaillat) para que hagan
conciencia en la ciudadanía, y por qué no, a nuestras
instituciones educativas privadas para que den el
ejemplo estableciendo un Instituto- modelo para la
formación de nuevas generaciones de maestros que
puedan dirigir la regeneración de la instrucción
pública en nuestra sociedad. Creo que
simbólicamente hemos dado hoy el primer paso al
llevar colectivamente una azucena a la tumba de
Maria en reconocimiento a la pureza de sus
intenciones y la justeza del pensamiento de Espaillat
sobre el bien y el mal de la República, y publicando
esta tercera edición de los ESCRITOS DE ESPAILLAT,
único monumento tangible legado por el preclaro
civilista a su amada Patria.
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