Reunión de la Mesa Directiva Ampliada del Comité Especial sobre Población y Desarrollo del Periodo de Sesiones de la CEPAL Conmemoración del Décimo Aniversario de la Celebración de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD), Programa de Acción de la CIPD, CIPD+5 y Metas de Desarrollo del Milenio. Rogelio Fernández Castilla UNFPA Director, Equipo Regional de Apoyo Técnico de AL y C Santiago, 10 de marzo, 2004 La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, el Programa de Acción, la CIPD+5 y las Metas de Desarrollo del Milenio. Antecedentes y proceso de seguimiento a la Conferencia La Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), celebrada en El Cairo en 1994, ha constituido un hito en las políticas de población y desarrollo así como en el proceso de avances en la condición jurídica y social de la mujer. Por primera vez se alcanzó un consenso sobre políticas de población, al cual se sumaron unánimemente los 179 países miembros que participaron en la conferencia, aprobando el documento del Programa de Acción. Algunos estados expresaron reservas a párrafos específicos, pero se adhirieron al consenso general. Los acuerdos de Cairo estuvieron orientados a mejorar la calidad de vida y el bienestar de los seres humanos, promoviendo el desarrollo sustentable mediante políticas de población y desarrollo encaminadas a lograr la erradicación de la pobreza, la educación –especialmente de la niña- y la equidad entre los géneros, entre otros importantes objetivos. El Programa de Acción adoptado es un llamado a la acción en varios niveles, pero su foco estratégico se sitúa en las recomendaciones para la acción al nivel nacional, y comprende un periodo de 20 años. El primer ejercicio de revisión de la implementación del Plan de Acción lo llevó a cabo la Asamblea General en 1999. La revisión demostró que las metas del Programa de Acción seguían siendo válidas y que se había avanzado significativamente en su implementación. Sin embargo, en ciertas áreas se requerían acciones urgentes. En consecuencia, se adoptaron por consenso las “Medidas Clave para Seguir Ejecutando el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo”, que reafirmaron las metas del programa, validaron el enfoque amplio de población y desarrollo e incorporaron un conjunto de indicadores para orientar las medidas adicionales requeridas. La actual conmemoración de CAIRO+10 se sitúa en el punto medio del periodo de 20 años designado para la implementación del Programa de Acción. La comunidad internacional ha decidido que la mejor manera de conmemorar este aniversario es mediante un constructivo análisis, país por país, de los logros alcanzados, las lecciones aprendidas y los obstáculos que persisten para realizar las metas acordadas. Se programaron una serie de actividades entre las que se destacan la preparación de informes nacionales, una encuesta entre los estados miembros sobre las experiencias nacionales en la implementación del Programa de Acción y los logros obtenidos, y una serie de actividades regionales entre las cuales se encuentra esta reunión que hoy nos convoca. En esta presentación no abundaremos en la información sobre las actividades del programa de conmemoración del aniversario de CAIRO+10, pues otra sección de la agenda dedica un espacio para analizar estos aspectos en más detalle. Sin embargo, debemos destacar que previo a esta reunión la CEPAL celebro en Puerto España una reunión del Comité de Cooperación y Desarrollo del Caribe (CDCC), los días 1l y12 de noviembre, donde los veinte países y territorios caribeños reafirmaron su compromiso con el Plan de Acción de la CIPD y adoptaron una declaración. El proceso de CAIRO+10 representa también una oportunidad para reflexionar sobre las metas de la CIPD, su revisión de cinco años (CAIRO+5) y la contribución que estas representan para alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio, lo que haremos a continuación. El ciclo de conferencias internacionales de la década del 90, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) y las Metas del Milenio. En la conferencia de El Cairo se rechazaron inequívocamente todas las formas de coerción en las políticas demográficas. El Programa de Acción es una reafirmación del derecho humano a decidir libremente el número, el espaciamiento y el momento para tener los hijos, el acceso a la información y los medios para ejercitar estos derechos. Se adoptó como meta cuantitativa que los servicios de salud reproductiva estén “al alcance de todas las personas de edad apropiada lo antes posible y a mas tardar para el año 2015”. Sobre todo, el Programa de Acción puso de relieve la contribución del adelanto de la mujer y el mejoramiento de su condición jurídica y social, para la formación del capital humano y para el desarrollo, enfatizando la educación y la calidad de los servicios de salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva, la eliminación de todo tipo de violencia y la capacidad de la mujer para controlar su propia fecundidad. La Asamblea General, en su XXI periodo extraordinario de sesiones en N. York, en 1999, examinó los progresos realizados en la aplicación de las recomendaciones del Programa de Acción, constatando resultados positivos. Sin embargo, se verifica también que a pesar de los progresos, “la mujer y la niña siguen siendo objeto de discriminación. La pandemia del virus de inmunodeficiencia humana y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA) ha provocado el aumento de la tasa de mortalidad en numerosos países ...” También la mortalidad materna seguía teniendo niveles inaceptables, y los adolescentes eran “particularmente vulnerables a los riesgos de salud reproductiva y salud sexual”. En consecuencia, en ese período de sesiones de la Asamblea General se adoptaron las “Medidas Clave para seguir Ejecutando el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo”, conocidas como CAIRO+5. En este documento se ponen de relieve las áreas en las cuales la implementación del Programa de Acción requeriría esfuerzos adicionales. La CIPD y el ejercicio de revisión de 1999 forman parte del conjunto de conferencias y actividades de seguimiento celebradas en esa década. Ellas conformaron un cuerpo de principios, compromisos y metas, que los gobiernos de los países miembros han adoptado para orientar los esfuerzos de desarrollo, centrados en el respeto a los derechos humanos, la tolerancia, la equidad, la protección del medio ambiente y la sustentabilidad. Al año siguiente de la celebración de CAIRO+5, en el año 2000, la Organización las Naciones Unidas acogió a representantes de 191 naciones, entre los cuales 147 eran Jefes de Estado y de Gobierno, que celebraron la Cumbre del Milenio. En esta Cumbre se aprobaron las Metas de Desarrollo del Milenio (MDM). Específicamente, los Jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a “establecer una paz justa y duradera en todo el mundo, de conformidad con los propósitos y principios de la Carta”, así como respetar la igualdad soberana de los estados, la solución de conflictos por medios pacíficos y el respeto de la igualdad de derechos de todos sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión. Entre otros compromisos los Jefes de Estado y de Gobierno manifestaron su determinación de liberar a los más de 1000 millones de hombres, mujeres y niños de las condiciones deshumanizadoras a que están sometidos debido a la pobreza. De manera concreta se impusieron la meta de reducir “a la mitad, para el año 2015 el porcentaje de habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y el de las personas que padezcan hambre.” La declaración que emanó de esta Cumbre, conocida como la “Declaración del Milenio”, vino a ser asumida como la culminación y -en cierta medida- una síntesis de los compromisos asumidos por los Gobiernos en las conferencias internacionales de los 90s. Los gobiernos y las agencias de desarrollo han coincidido en que la reducción de la pobreza no solo es fundamental para el desarrollo sostenible, siendo en muchos casos una condición para que éste sea viable, sino que también es un elemento esencial para la agenda de los derechos humanos. En ocasión de conmemorarse los 10 años de la celebración de la CIPD, y en el contexto de revisar los avances en la implementación del Programa de Acción allí adoptado, es relevante analizar los vínculos del Programa de Acción con las Metas de Desarrollo del Milenio. Es importante señalar en primer lugar que las metas adoptadas en la Cumbre no reemplazan o invalidan los compromisos de las conferencias previas, sino más bien los sintetizan en objetivos y metas cuantitativas que resumen y expresan muchos de los acuerdos anteriores, trayendo además un importante valor agregado. Este valor agregado se deriva del alto nivel de representatividad alcanzado en la Cumbre, y de la voluntad política expresada en un conjunto de acciones de los Estados Miembros para sustentar los objetivos de desarrollo y fortalecer la cooperación. El Secretario General informará cada año a la Asamblea General sobre los avances en las MDM. En este mismo sentido las Naciones Unidas ejecutan el Proyecto Mundial del Milenio, para estudiar esferas temáticas clave y contribuir a alcanzar las MDM, utilizando los conocimientos especializados de las agencias del sistema, instituciones bilaterales y privadas de asistencia para el desarrollo de los países más avanzados y de la academia. El Programa de Acción de la CIPD y las Metas de Desarrollo del Milenio. Para iniciar las reflexiones entre los vínculos del Programa de Acción de la CIPD y las MDM, es muy oportuno citar un párrafo del Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Kofi A. Annan, de su Mensaje a la Quinta Conferencia sobre Población de Asia y el Pacifico: “No pueden alanzarse los Objetivos de Desarrollo del Milenio, particularmente la erradicación de la extrema pobreza y el hambre, a menos que se aborden decididamente las cuestiones de población y salud reproductiva; y para esto es preciso intensificar los esfuerzos por promover los derechos de la mujer y aumentar las inversiones en educación y salud, inclusive salud reproductiva y planificación de la familia”. En el mismo sentido, el profesor Jeffrey D. Sachs, Asesor Especial del Secretario General sobre los Objetivos del Milenio, afirma: “Los servicios de salud reproductiva no solo son beneficiosos en si mismos –y no cabe duda de que lo son- sino que son también instrumentos de importancia absolutamente critica para mitigar la pobreza y, en particular, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, es decir, el marco internacional integral para tratar de mitigar el sufrimiento de las personas mas pobres del mundo” Cairo no se refiere exclusivamente a la salud reproductiva, pero ésta constituye un eje fundamental del Programa de Acción. En su conjunto el programa representa un consenso sin precedentes sobre la amplia agenda de población y desarrollo, incluyendo la salud reproductiva y la planificación de la familia, la maternidad sin riesgos, el empoderamiento de la mujer, la prevención del VIH/SIDA, las migraciones, el uso sustentable del espacio y los recursos naturales y otros temas relevantes. Varios de estos temas se encuentran específicamente señalados en las MDM. Otros, como el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, sin estar mencionados explícitamente en las MDM, son fundamentales para esta agenda y están en la base de los esfuerzos necesarios para alcanzar y sustentar esas metas, tanto en la reducción de la pobreza, como la reducción de la mortalidad materna, la equidad de genero y la reducción de la incidencia del VIH/SIDA. Es significativo que tanto el Secretario General de las Naciones Unidas como su asesor sobre los Objetivos del Milenio, el profesor Sr. Jeffrey Sachs, citados anteriormente, hayan destacado la salud reproductiva, justamente el componente esencial de Cairo que no es mencionado explícitamente en las MDM, pero que juega un papel fundamental en el logro de varios de los objetivos de la Cumbre, especialmente aquellos relacionados con la salud, ya mencionados, pero también en la erradicación de la pobreza y promoción de la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. Los trastornos relativos a la salud reproductiva representan más de la mitad de la carga de enfermedad que soportan las mujeres en edad de procrear. Esa carga es pronunciadamente mayor entre las poblaciones mas pobres y cuyas tasas de fecundidad son más altas. Entre los más pobres, la alta fecundidad no siempre resulta del libre ejercicio de opciones reproductivas. Frecuentemente esto refleja una alta necesidad insatisfecha de servicios de planificación de la familia. La mayor frecuencia de embarazos no deseados se traduce para las mujeres pobres en más altas tasas de mortalidad infantil y materna y mayores barreras para que el grupo familiar pueda invertir en el capital humano, educación y salud, o que estas inversiones se materialicen en retornos productivos en la próxima generación, por efectos de la morbilidad y la mortalidad que los afecta. Las necesidades no satisfechas de servicios de salud reproductiva y planificación de la familia tienen efectos también en la dinámica demográfica. El descenso más temprano y rápido en la fecundidad, derivado ejercicio de los derechos reproductivos con acceso a información y servicios, representa un factor positivo para el crecimiento económico. Sin embargo, los beneficios potenciales de la oportunidad creada por la transición demográfica solo se materializaran en el contexto de políticas públicas de capacitación de los recursos humanos, elevando la productividad y la generación de empleo. Todos estos son componentes importantes de una estrategia de reducción de la pobreza y desarrollo sustentable. El acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva tiene también un papel crítico en la prevención del VIH/SIDA y la reducción de su incidencia. Aproximadamente el 90% de la transmisión de VIH ocurre por vía sexual, peri natal o el amamantamiento. Por tanto los programas de salud sexual y reproductiva son esenciales para proporcionar la información vital y los servicios de consejería para prevenir estas formas de transmisión. Los servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo la planificación de la familia y las infecciones de transmisión sexual, contribuyen a la prevención del VIH/SIDA de manera particular entre los adolescentes y las mujeres jóvenes, los grupos que son mayormente afectados. El impacto de la epidemia excede largamente el ámbito de la salud, su continuo avance puede constituirse en una amenaza seria para alcanzar cualquiera de las otras siete Metas de la Cumbre del Milenio. Sus consecuencias económicas, sociales y demográficas pueden ser devastadoras. En los países mas afectados el capital humano ha sido arrasado, afectando primordialmente en las cohortes adultas jóvenes, donde reside la mayor capacidad productiva. Además del conjunto de metas de la CIPD y de CIPD+5, explícitamente incorporadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio ya mencionadas, como la reducción de la pobreza (CIPD Capitulo III B. “Población, crecimiento económico sostenido y pobreza”) y la estrecha relación entre la salud reproductiva y la prevención del VIH/SIDA, el objetivo de lograr la educación primaria universal, se refleja en varios párrafos del Capitulo IV del Programa de Acción: “Igualdad y equidad entre los sexos y habilitación de la mujer” y constituye el tema del párrafo 4.18 del Programa de Acción, donde más allá de la enseñanza primaria, se enfatiza el acceso “mas amplio y temprano posible de la niña y la mujer a la enseñanza secundaria y superior…” El tema de la educación se encuentra también desarrollado ampliamente en el párrafo 35 de las “medidas clave” de la CIPD+5. De manera similar, el objetivo de mejorar la salud materna y reducir la mortalidad derivada de la maternidad, es una meta de la CIPD, reiterada en CIPD+5 (CIPD+5: C. Reducción de las tasas de mortalidad y morbilidad maternas) y la mismo tiempo uno de los objetivos de la Declaración del Milenio. Otros temas incorporados en la CIPD y CIPD+5 tienen también gran relevancia para la reducción de la pobreza, pero en general no han recibido la atención que merecen en el contexto internacional, ni en las políticas nacionales dirigidas a reducir la pobreza. Tales son los casos del envejecimiento demográfico, que esta contemplado analizar en una sesión de esta reunión, y las migraciones internacionales y migraciones internas. Estas vinculaciones entre el Programa de Acción y las MDM, especialmente la reducción de la pobreza, deben recibir mayor atención. Desde una perspectiva demográfica, la migración se estará constituyendo en las próximas décadas en el principal factor de la dinámica demográfica. Desde el punto de vista económico y su impacto sobre las condiciones de vida de las comunidades de origen, la migración internacional es un factor que no puede ser ignorado. En diversos países el flujo de las remesas monetarias que envían los migrantes está teniendo efectos visibles en las condiciones de pobreza en esas comunidades. Sin embargo, salvo contadas excepciones, los estados no están diseñando instrumentos que permitan optimizar los impactos de estos flujos en la reducción de la pobreza y la creación de oportunidades en estas comunidades. Adicionalmente, por la estructura por edad y sexo de las poblaciones migrantes y las condiciones en que se dan estos movimientos poblacionales, los mismos tienen implicaciones desde la perspectiva de género en las comunidades de origen así como en la transmisión del VIH/SIDA. El análisis de estos fenómenos y sus repercusiones para la implementación del Programa de Acción de Cairo y en la realización de las Metas de Desarrollo del Milenio amerita una mayor atención de los gobiernos y de las agencias de desarrollo. Rogelio Fernández Castilla 10 de marzo de 2004