Los gobiernos intentan esconder detalles, pero

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LATERCERA Viernes 21 de octubre de 2016
Sociedad
Cultura
Frederick Forsyth
Escritor británico:
“Los gobiernos intentan esconder
detalles, pero nuestro trabajo es contarlos”
R El narrador habla de su trabajo como periodista y
espía del Servicio de Inteligencia Secreto (MI6) en sus
memorias El intruso, que acaban de llegar a Chile.
Berna González Harbour/ El País
Leer la autobiografía de Frederick
Forsyth es como colarse en la trastienda de un lugar mágico y misterioso. Mágico por su capacidad para
producir éxitos editoriales con 75 millones de ejemplares vendidos y que
además han sintonizado con la noción de aventura de la Guerra Fría y
de los últimos 50 años de historia. Y
misterioso porque en ella revela su
vínculo con el MI6, la agencia de espionaje británica, para la que trabajó en su condición de escritor.
De todo ello habla en una habitación
de un hotel de Londres cerca de Regent’s Park, optimista por el triunfo
del Brexit y la recuperación de la soberanía para su amada Inglaterra.
Forsyth (1938) lo ha sido casi todo: periodista, novelista, espía, piloto, padre y esposo. Y el ejemplar El intruso, que acaba de llegar a Chile, es su
legado más personal.
El protagonista esta vez es Freddy,
el niño solitario que probó su primer
chicle de la mano de un soldado americano. Eran años de resistencia, de
despliegue militar para preparar el
contraataque a Hitler y de una soledad de internado. “Parece que hoy la
compañía es obligatoria en Facebook
o Instagram, la gente necesita miles
de amigos para estar siempre hablando con alguien, pero son extraños. Yo
necesito silencio. Y no necesito compañía”, dice.
La soledad es su única y sorprendente droga, cuenta, y seguramente el antídoto de una vida cargada de viajes,
contactos y aventuras. El hijo único
que soñó pronto con ser piloto, se
presentó al servicio militar en la RAF
para volar, pasó veranos y temporadas en Francia, Alemania y España y
solo porque quería viajar y no podía
hacerlo siempre pilotando eligió un
trabajo a la medida: periodismo.
Su libro habla de su trabajo como periodista, como novelista y como espía o “activo” del MI6, pero da la impresión de que se divirtió más con el
periodismo.
Seguramente sí. Tuve la suerte de hacer periodismo internacional y eso fue
más interesante que cubrir por ejemplo una huelga en una fábrica. Hay
periodismo industrial, deportivo, financiero, diplomático, se pueden cubrir conferencias... ¡Qué aburrimiento! Yo quería ir al extranjero y la vía
fue el periodismo.
Tras un tiempo en provincias logró
R El autor de bestsellers como Chacal se refiere a sus
años como correspondal de guerra de la BBC y
Reuters en países como Francia y Alemania.
LA FICHA
El intruso
[FREDERICK FORSYTH]
Plaza & Janés
349 págs.
$ 14.000
RELACIONES SOCIALES
“Parece que hoy la
compañía es obligatoria en
Facebook o Instagram, la
gente necesita miles de
amigos para estar hablando
con alguien, pero son
extraños”.
RR El escritor Frederick Forsyth trabajó para la BBC y durante 20 años de espía para el MI6. FOTO: AFP
entrar en Reuters, que le envió con 23
años a París, el corazón de una de las
mayores crisis en ese momento: la
amenaza contra Charles de Gaulle
por su supuesta traición a una Argelia francesa. En ese tiempo concluyó
que el presidente francés tenía un
despliegue de seguridad infranqueable, la OAS, que estaba muy controlada por los servicios secretos, y que
solo un asesino a sueldo podría burlar todos los círculos de protección.
Era el germen de su libro Chacal,
pero había otros destinos para él antes de que se dedicara a novelar. “Con
25 años fui destinado a Berlín Este,
que podía ser el punto de partida de
una tercera guerra mundial. En 1963
Occidente había cortado todas las relaciones con el Este salvo ¡el hombre
de Reuters!, el único hombre occidental al este del muro, ¡y ese era yo!”.
¿Pasó más miedo ahí que después en
Biafra, por ejemplo?
No, no. En Berlín Este lo peor que te
podía pasar es que te arrestaran y el
Séptimo de Caballería no iba a venir
a rescatarte, podías desaparecer. Alemania Oriental era un Estado muy
duro y la Stasi era considerada la peor
policía secreta del Este de Europa del
momento, pero era también fasci-
nante. Había cosas difíciles, como
que te escucharan y siguieran siempre en aquellos coches negros, pero
se trataba de acostumbrarte. Mi predecesor tuvo una crisis nerviosa y
por eso le sacaron de allí y me mandaron a mí. Se consideraba un trabajo para un año, y para un hombre soltero, no casado.
El libro refleja cómo fue feliz cubriendo el París de De Gaulle y el
Berlín de la Guerra Fría, pero también cómo llegó la decepción con
el periodismo cuando pasó a la
BBC y fue enviado a Nigeria, a la
guerra de Biafra.
No fue decepción con el periodismo,
sino con el establishment. Por primera vez me encontré en el lado opuesto al de mi Gobierno, era una situación extraña porque sabía que Londres estaba armando secretamente
Nigeria y mintiendo y cuando ves
eso tienes un problema, ¿qué haces,
lo anuncias? Yo lo dije y por eso me
apartaron de la BBC. Desde entonces
seguramente he sido antiestablishment, siempre. No confío, creo que
mienten.
Entonces tomó sus ahorros y voló a
Biafra, donde estaba empeñado en
contar por su cuenta la hambruna
que negaba el Gobierno británico y
que estaba matando a cientos de miles de niños. Lo hizo como freelance,
y lo hizo para el MI6.
¿Y cuál es la lección que daría a los
periodistas?
La que me dieron a mí mis maestros:
comprobar, comprobar y solo después escribir. El establishment, los
gobiernos intentan esconder detalles, pero nuestro trabajo es contarlos. Y no debemos cruzar la línea. Yo
podía haberme unido al establishment, fui invitado a ello, pero me
quedé afuera, outside, por opción.
¿Y es cierto que en realidad no le
gusta escribir?
Es verdad. Algunos escriben por
compulsión, otros porque sienten
que tienen un mensaje para el resto
del mundo, otros por la fama y hay
una cuarta razón (y se frota el índice y el pulgar para señalar claramente: el dinero).
¿Es un mercenario de la pluma?
Sí.
Pero algo le gustará del proceso.
La investigación. Cuando tengo la
idea en la cabeza empiezo a pensar si
es posible. Si es imposible que ocurra
no puedo escribirlo. Y viajo a casi todos los sitios que describo, desde Ginea Bissau para Cobra a Mogadiscio
para La lista. Pero después de Mogadiscio mi mujer me dijo: “tienes 75
años, Dios, es suficiente, no quiero ser
una viuda”. Y ya está.b
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