UN MUNDO, ¿FELIZ? Sería un ejercicio intelectual interesante imaginarse a Aldous Huxley resucitado, inventando títulos para sus nuevos libros, y verlo en dificultades para encontrar alguno que fuera original. En lo que no tendría dificultad alguna sería en encontrar personajes o anécdotas que superan al mas imaginativo de los novelistas. Aquí tenemos el mundo de marzo de 1982; es decir, el mundo de esta semana del 8 al 14 de marzo de 1982, porque el de la que viene quien sabe cómo será, y lo peor, quien sabe siquiera si será, simplemente: los gastos militares sobrepasaron ya los 700,000 millones de dólares, y dentro de pocos meses cruzaremos el límite del billón; Estados Unidos entra a la ultima (¿?) fase de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, a salirse con la suya o a romperla, mientras que en Centroamérica y el Caribe decide lanzar un plan de ayuda económica a algunos países de la región, acusando a los otros de destruir la paz, pero haciendo lo posible para que no estén en "idem"; egipcios e israelíes tratan de solucionar algunos problemas de ultima hora, en la delimitación de las fronteras cuando se retiren las tropas israelíes del Sinaí; el gobierno Reagan continua su ofensiva "acusacionista unilateral", denunciando a los soviéticos de haber utilizado armas químicas en Afganistán con mas de 3,000 muertos, a Cuba de ser el peor violador de derechos humanos en América Latina (¡que respiro sentirán otros mas cercanos y otros menos cercanos al Polo Sur, a la URSS de lo que sucede ,en Polonia y en Afganistán y a sus aliados, de falta de solidaridad; en Madrid, como habíamos previsto, los participantes en la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea, después de haber procedido al "franco" intercambio de todos los insultos que llevaban almacenados, llegaron a la, por demás evidente, conclusión de que ya no era divertido seguir reunidos y acordaron suspender las sesiones hasta el próximo otoño. Buena época para reunirse, en el bello otoño madrileño; con la ventaja de que quizás para entonces haya habido nuevas crisis políticas, a cargo de la URSS, Estados Unidos o cualquier otro país con buena voluntad, y entonces será posible reanudar las veladas insultadoras e insultantes, para dar oportunidad al florecimiento de esta nueva modalidad de la diplomacia ¡Por algo estamos en el siglo XX, o casi en el XXI! Algunos se preguntan, tímidamente por supuesto, cuanto tiempo van a aguantar las potencias, la carga de la carrera armamentística. En Estados Unidos empieza ya a oírse rechinar la maquina política y económica, y es posible que a Reagan le devuelvan el presupuesto, para que repita su tarea ¡Lastima que no tenga personas mayores que le ayuden a hacerla! En cuanto a la URSS, está obviamente llegando a los límites de tolerancia, porque no se trata solamente de construir un ejercito tan impresionante como el que tiene, sino de mantenerlo en funcionamiento, y de renovarlo constantemente. Algunas almas maquiavélicas hemos visto en el rearme norteamericano una estrategia a largo plazo, que podría denominarse "de la provocación preconcedida". Y consistiría, esencialmente, en iniciar una política armamentística acelerada, para alarmar a la URSS y empujarla a construir armamentos costosos. En determinados momentos, Estados Unidos disminuiría su esfuerzo bélico y dejaría a la URSS embarcada en sus propios proyectos, obligándola a sostener la economía de guerra que lleva al país hacia la quiebra de su sistema económico. Así, al mismo tiempo que impide el avance social en la URSS y el progreso económico, Estados Unidos puede presentarse como el espantapájaros del medio internacional; en lo que la Unión Soviética parece colaborar de muy buena gana, a juzgar por las apariencias. Para mejor presentar esta tragicomedia, la URSS reivindica con descaro la representatividad del socialismo verdadero, para "esa cosa" que invento Lenin, y el Occidente, graciosamente, le concede el calificativo, como modo ideal de desacreditarlo. Si las fuerzas sociales tuvieran efectos sobre las fuerzas físicas, el globo terráqueo andaría fuera de su órbita normal hace mucho tiempo, o habría estallado ya en mil pedazos. Pero conociendo como conocemos al ser inhumano, no dudamos de que al final encontrara el modo de pinchar el globito este. ¡Es que la humanidad es tan traviesa! diría la abuelita sonriente (si la humanidad tuviera abuelita). Claro que el mundo tiene sus salvadores; así que, no se asusten, pues acaban de explicamos que seria posible crear en el planeta Venus una atmósfera similar a la de la Tierra, y allí la humanidad podría empezar de nuevo. Con todo entusiasmo, vamos a destrozar lo que nos queda de este planeta, y después podemos irnos a Venus. Esto tendrá la ventaja de que podemos repetir lo del Paraíso Terrenal, que será mucho mas divertido y emocionante si lo hacemos (¡Imagínense!) en Venus. Ahora ya se que frase genial puede cerrar este artículo: ¡Pobre Venus; tan lejos de Dios y tan cerca de los hombres!