INTRODUCCIÓN A LA TOMOGRAFÍA COMPUTADORIZADA (TC) 1. INTRODUCCIÓN En el vigente ciclo formativo de “Técnico superior en imagen para el diagnóstico” figura el módulo profesional número 3 “Fundamentos y técnicas de exploración radiológica mediante equipos de digitalización de imágenes”, impartido en el primer curso de dicho ciclo con un total de 240 horas. La importancia del mencionado módulo radica precisamente en la digitalización de imágenes. Diseñado originariamente para ocuparse del TC y de la RNM, actualmente carece de sentido su denominación, pues todas las exploraciones mediante imágenes en medicina están ahora digitalizadas o lo estarán en breve, incluyendo la radiología convencional o clásica, las pruebas de medicina nuclear (gammagrafías, PET, y SPECT) y las exploraciones ecográficas. Sin embargo en esta evolución hacia la digitalización el TAC o TC (como se denomina ahora y veremos por qué) supuso un hito de trascendencia inimaginable en las técnicas de diagnóstico por la imagen, sólo comparable al impacto que hace más de un siglo tuvieron los rayos X. Además el TC es la introducción para nuestro alumnado de las demás técnicas de digitalización que irán estudiando a lo largo de todo el ciclo en otros módulos. Ni siquiera la radiología convencional o el procesado de la imagen escapan actualmente a la digitalización, de ahí la importancia que tiene el estudio de la digitalización de imágenes en el TC. 2. DEFINICIÓN. TAC son las iniciales de Tomografía Axial computadorizada. “Tomografía” deriva de las palabras griegas que significan cortar y dibujo. “Axial” significa a lo largo de un eje. “Computadorizada” significa que la imagen se obtiene tratando los datos mediante un ordenador. En definitiva el TAC es una máquina que permite obtener “dibujos” (radiografías en este caso) de “cortes” de una sección anatómica a partir de datos que se van a procesar mediante un ordenador. Actualmente se denomina simplemente TC, debido a un error en la interpretación de la palabra “axial” en la bibliografía anglosajona. Comos hemos indicado la palabra significa a lo largo de un eje. Está claro que todos los cortes necesariamente han de realizarse a lo largo de un eje, pero los anglosajones asignan el término “axial” a los cortes transversales. Este tipo de corte era el único que podía hacer la TAC, de ahí su nombre original. Sólo forzando la posición del paciente permitía cortes frontales en el cráneo. 1 Actualmente, no de forma directa, sino mediante reconstrucciones, pueden obtenerse cortes en cualquier plano, incluso reconstrucciones 3D, por este motivo ha pasado a denominarse simplemente TC. 3. RESEÑA HISTÓRICA En las últimas décadas hemos asistido a una auténtica revolución en las técnicas mediante el diagnóstico por la imagen en medicina. Han aparecido o se han perfeccionado técnicas que permiten obtener finas secciones en cualquier plano de la anatomía del paciente, reconstrucciones en 3D e imágenes funcionales (nos muestran algún aspecto del funcionamiento de órganos y sistemas, frente a las imágenes morfológicas que son meramente descriptivas) con un poder de resolución que roza la ciencia ficción. Sin embargo los fundamentos físicos en los que se basan los aparatos o incluso el propio aparato son conocidos desde hace bastante tiempo. Pongamos como ejemplo el TC: apareció en la década de 1970, pero está basado en dos principios conocidos desde hace casi 100 años: 1º Los RX, descubiertos de forma casual en 1995. El tubo de RX se perfeccionó sensiblemente durante unos años, hasta 1913. A partir de entonces las modificaciones que ha sufrido han sido meramente secundarias. 2º El principio que permite obtener “cortes” de secciones anatómicas, en vez de proyecciones de órganos superpuestos, data de 1917 y fue postulado por el matemático austriaco J. Radon que demostró que era posible reconstruir un objeto tridimensional a partir de numerosas proyecciones bidimensionales. La necesidad de idear una máquina de rayos X con las características del TC, es decir, capaz de ofrecer “cortes” anatómicos nace como consecuencia de dos inconvenientes importantes de las radiografías clásicas: a) Superponer las estructuras corporales, lo que hacia invisibles las estructuras de menor densidad radiológica tras las más densas. b) Incapacidad de distinguir estructuras con similar densidad radiológica, debido al limitado número de tonos de grises que el ojo humano puede percibir incluso en condiciones ideales. Estos dos inconvenientes llevaron a la búsqueda de soluciones. Una de ellas consistió en obtener “cortes” radiográficos de las estructuras anatómicas simplemente presentando “movida” la parte que no interesara. Nace así la primera tomografía “analógica” en la década de 1950. El principio para obtener solamente imágenes de una sección corporal era el mismo que había propuesto J. Radon (múltiples proyecciones radiográficas de la zona) y se denominó tomografía (del griego “tomos”, cortar). Aunque la imagen “cortada” se obtenía a partir de múltiples proyecciones del área de interés, el procedimiento de reconstrucción de la imagen era distinto, completamente analógico. Consistía en obtener imágenes “movidas” y borrosas de la zona que no nos interesara, mientras el área que se quería explorar permanecía estática. Se conseguía mediante la rotación del tubo de Rx alrededor del paciente. La zona correspondiente al centro de rotación se veía nítida (evidentemente el eje de rotación no gira), mientras el resto aparecía borroso, “movido”, por el desplazamiento del tubo. 2 El TC (tomografía computadorizada) actual utiliza los mismos principios que la tomografía clásica (tubo de RX y movimiento alrededor del paciente para obtener múltiples proyecciones). Pero entre las imágenes obtenidas mediante ambos procesos existe un abismo insalvable si se analizan desde cualquier parámetro que evalúe la calidad de una imagen. Sin embargo, la única diferencia entre ambas técnicas es la “C” de computadorizada. Y por supuesto ha sido la informática la que verdaderamente ha revolucionado todas las técnicas de diagnóstico por la imagen. Hasta 1963 no se vuelve a retomar la idea de la posibilidad de hallar un resultado práctico en Medicina a los postulados de J. Radon. A pesar de las brillantes ideas del físico A. M. Cormack durante ese año, sus trabajos no condujeron a ningún resultado práctico, debido a la limitación de los ordenadores de la época. En 1967 el ingeniero Goodfrey N. Hoounsfield propuso la construcción de una máquina capaz de unir el cálculo electrónico a las técnicas de Rayos X. El fin era “crear una imagen tridimensional de un objeto oculto en el interior del organismo, tomando múltiples mediciones del mismo con RX desde diferentes ángulos y utilizar una computadora que permita reconstruirla a partir de cientos de planos superpuestos y entrecruzados”. Se había esbozado el TC. 4. FUNDAMENTO 4.1 Reconstrucción de la imagen tomográfica Como hemos visto es relativamente simple: Un tubo de Rx en funcionamiento rota alrededor del paciente. La radiación emitida atraviesa a éste y llega a unos detectores distribuidos estratégicamente alrededor del mismo, formando un ángulo de 180º o 360º, dependiendo de la generación de TC. Dicha radiación ha debido atravesar unas estructuras anatómicas desde que entra en el paciente hasta que llega a su destino y por lo tanto ha perdido intensidad, se ha “atenuado”. Conocemos la radiación de origen, a la que denominaremos “Io”, que no varía y puede considerarse igual a la emitida por el tubo de RX, y la final o emergente, “Ix”, captada por el detector, que variará en función de las estructuras atravesadas por los Rx en su trayectoria. Tenemos esos datos de entrada y salida de la radiación en múltiples puntos (hay miles de detectores de radiación alrededor del paciente) por lo que podemos configurar un gigantesco “sudoku” con el que pretendemos calcular la “atenuación” o radiación que ha sido absorbida en cada punto intermedio de la trayectoria del Rayo x. En principio la radiación absorbida en la totalidad de cada trayecto será la radiación incidente menos la captada por el detector, es decir Io-Ix. Luego sabiendo esos valores en múltiples puntos finales es probable calcular la absorbida en los puntos intermedios. Vamos a verlo con un sencillo ejemplo. En la tabla inferior se ha querido mostrar a un paciente sometido a un estudio mediante TC. Las celdillas centrales representan la atenuación sufrida por los fotones de Rx en cada punto de su recorrido en el interior del paciente. Las celdillas periféricas contienen los datos de la radiación incidente “Io” y emergente “Ix”. Los datos que el ordenador va a calcular son los correspondientes a las celdillas centrales. 3 Representaremos tanto en toda la fila superior como en toda la columna de la izquierda la radiación incidente, “Io”, que es constante, por ser la emitida por el tubo de rayos X rotatorio, a la que asignaremos como ejemplo un valor simbólico de 6. En toda la fila inferior y en la totalidad de la columna de la derecha representaremos la radiación emergente, “Ix”, captada por los diferentes detectores situados alrededor del paciente, que variará en cada punto. Calcularemos, mediante una simple sustracción que la radiación absorbida en la fila 2ª superior es 3, en la 3ª es 6 y en la 4ª es 2. También podemos deducir que la dosis absorbida en la 2ª columna de la izquierda es 5, en la 3ª es 2 y en la 4ª es 4. Io 6 6 6 6 3 6 0 6 4 1 4 2 Ix Con estos datos la solución de los valores centrales es la siguiente: Io 6 6 6 6 1 0 2 3 6 3 1 2 0 6 1 1 0 4 1 4 2 Ix En realidad los cálculos no son tan simples como se han comentado, independientemente de que existen miles de detectores frente a los tres representados. La razón se encuentra en que la absorción de los fotones que componen un haz de rayos x no sigue un patrón lineal, es decir que no se absorben en la misma proporción a lo largo de su recorrido. La máxima absorción ocurre en los primeros centímetros del paciente y va decayendo rápidamente, siguiendo una curva logarítmica, cuya pendiente depende fundamentalmente del coeficiente de atenuación de la materia atravesada. El coeficiente de atenuación, o capacidad intrínseca de una sustancia de absorber la radiación, es propio y característico de cada sustancia y en él influyen el peso atómico de los átomos que lo forman y la densidad de la sustancia. El fenómeno de la absorción rápida en los primeros centímetros tiene su explicación en que un haz de rayos X, al igual que uno de luz visible, está formado por fotones con distinta longitud de onda y por lo tanto con diferente frecuencia y energía. Los fotones menos energéticos, que son mayoría, quedan absorbidos en los primeros centímetros 4 del paciente. El resto sigue avanzando, siendo ahora su energía total menor, pero su media mayor. Por lo tanto el haz cada vez tiene menos fotones, pero los que quedan poseen más energía, por lo que serán más penetrantes que los originales y se atenuarán en menor proporción, es decir cada vez se atenuarán menos. El ordenador tiene en cuenta este hecho a la hora de efectuar los cálculos y averigua de esta manera la radiación absorbida en cada punto intermedio a partir de la dosis total absorbida en cada fila y en cada columna. Para efectuar los cálculos es necesario delimitar exactamente cual es el volumen del “punto” en el que ordenador va a calcular la atenuación. Pero ese “punto” es en realidad una estructura tridimensional que vamos a representar bidimensionalmente en una pantalla o en una placa. Esa unidad de volumen básica se conoce con el nombre de “voxel” y aparecerá representada bidimensionalmente en forma de “píxel”. Las dimensiones “x” e “y” del “voxel” dependerán del número de detectores. La tercera coordenada (z) del “voxel” que nos falta es la anchura de corte que viene dada por la anchura del haz de Rx. El cálculo de la atenuación del “voxel” es una media de lo que existe en el mismo, por lo que es posible que existan a la vez aire y hueso y el ordenador calcule una media similar a la del agua. 4.2 Determinación de los tonos de gris La cantidad de radiación absorbida en cada “voxel” determinará la coloración de la placa. Esto da lugar a cinco tipos clásicos de densidades radiológicas (o tonos de grises presentes en una radiografía) reconocibles por el ojo humano. El hueso y los metales, de elevada densidad y número atómico relativamente alto, absorberán la mayoría de la radiación y la placa aparecerá blanca. Los gases, por el contrario absorberán poca radiación y la placa se verá negra. 1º Densidad metal. El rayo X queda prácticamente atenuado en su totalidad, debido al elevado peso atómico de sus átomos y a la densidad del metal. No llega prácticamente ninguna radiación al detector. En una radiografía convencional aparecerá como una zona completamente blanca, pues no ha recibido radiación. En el TC los detectores de esa zona no recibirán ninguna radiación emergente. 2º Densidad hueso. El rayo X se atenúa en gran medida al atravesar un hueso, pero no por completo. Esta atenuación es debida igualmente a la densidad del hueso y al peso atómico del calcio. En las radiografías clásicas aparece como una zona blanca, pero no homogénea, con irregularidades grisáceas, pues la densidad del hueso varía de unas zonas a otras. 3º Densidad agua. Es la más frecuente en el organismo, pues la mayoría de los tejidos “blandos” están formados en gran parte por ella. Su aspecto es de un color gris neutro. 4º Densidad grasa. Aparece de color gris negruzco, por su densidad algo menor a la del agua. 5º Densidad aire. De color negruzco. El aire, debido a su escasa densidad, a pesar de tener elementos con número atómico similares a los del agua, es atravesado con facilidad por los RX. Hay que tener en cuenta que la placa radiográfica tiene propiedades parecidas a una película fotográfica, y que al igual que ésta, las zonas expuestas a la luz (o la radiación 5 X en nuestro caso), se verán de color negro, pues no hay que olvidar que se trata del negativo Cuando el ordenador realiza los cálculos de la atenuación sufrida por el haz en cada “voxel” del recorrido le asigna, a cada valor obtenido en las distintas celdas, un tono en la gama de grises. El número de tonos grises que puede representar es de 2000 a los que se les asignan los valores comprendidos entre -1000 + 1000. Estos valores reciben el nombre de unidades Hounsfield o simplemente UH. El valor 0 representa una zona neutra y se ha asignado a la densidad radiológica del agua. Los valores negativos representan zonas oscuras, es decir con poca densidad radiológica, como el aire. Los valores positivos representan zonas de densidad radiológica alta, como el hueso o los metales. El ojo humano distingue un número limitado de tonos grises, con lo que tenemos cortes con 2000 tonos representados pero nuestro ojo no los puede captar todos. De esta manera mucha información se perdería. La solución a este problema se realiza mediante un proceso en el que intervienen dos nuevos conceptos: los denominados centro y ventana. Podemos comparar a este proceso con el que se produce cuando ampliamos una imagen en una pantalla: Vemos más detalles de la parte ampliada, pero dejamos de ver el resto. Aquí estamos en realidad haciendo una ampliación o “zoom” de colores: nos situamos sobre el tono de gris que nos interesa (centro) y “ampliamos” lo que creamos conveniente (ventana). ¿Qué ventajas nos aporta esto? Nuestros ojos no distinguen muchos tonos de grises, por lo que estructuras radiológicamente similares serán indistinguibles a nuestros ojos, aunque el ordenador del TC las haya reconocido, asignándoles distinto número. Si colocamos el tono gris neutro en la estructura que nos interesa y el blanco más intenso y el negro más oscuro en valores próximos, podremos distinguir estructuras que a simple vista no se observaban, a expensas de no ver más allá de la “ventana”. Es decir fuera de la zona de interés sólo veremos tonos blancos o negros intensos. Ejemplo: queremos visualizar un órgano con un valor de 45 UH y densidad radiológica relativamente homogénea. En este caso situamos el centro en el valor 45 y abrimos una ventana estrecha de por ejemplo 50 UH. Los tonos que originariamente se veían de color ligeramente claro (45 UH) se verán ahora de color gris neutro (equivalente a densidad agua, es decir 0 UH). Los tonos más claros que podemos percibir se sitúan ahora en -5 UH (-5= 45-50) y los más oscuros en 95 UH (95=45+50). Todos los valores por encima de 95 UH se verán muy blancos, mientras que todos los valores por debajo de -5 UH aparecerán muy negros. Pero en cambio podemos distinguir toda la gama de grises que perciben nuestros ojos en la zona que nos interesa. Esto es particularmente útil en órganos con grandes diferencias en sus densidades radiológicas como el tórax. Si queremos visualizar parénquima pulmonar, donde predomina el aire, el centro debemos ponerlo en unidades negativas. Si queremos ver la columna dorsal debemos colocar el centro en valores positivos altos. Si queremos ver el corazón y el mediastino colocaremos el centro en valores próximos a 0. La anchura de ventana dependerá de la densidad de las estructuras que queramos ver al 6 mismo tiempo. Las ventanas estrechas sólo permiten ver en las inmediaciones del centro, pero ofrecen toda la información que el ordenador tiene de la zona. Las ventanas amplias permiten ver órganos con densidades distintas, pero perdemos información de la zona. La elección del centro y la ventana dependerá en cada caso del órgano a estudiar y de la patología que sospechemos. 5. EL TC ACTUAL La TC supuso la mayor revolución en el diagnóstico médico desde la aparición de los RX. Su éxito ha sido imparable desde sus comienzos. Los primeros TAC utilizaban un número limitado de detectores y, aún así la reconstrucción de la imagen era muy lenta y la calidad muy mala. El tiempo de obtención de imágenes en los primitivos TAC era muy largo pues requería de más de 4 minutos de rotación del tubo y unos 60 segundos al menos para la codificación de la imagen. Las imágenes obtenidas eran todas del plano transversal, pues con los datos obtenidos y los equipos informáticos de la época era impensable intentar reconstrucciones en otros planos. Actualmente los equipos TC utilizan miles de detectores y permiten realizar varios cortes simultáneos. No necesitan esperar para efectuar el siguiente corte, sino que pueden obtener múltiples mediante un movimiento “helicoidal” producido por la rotación del tubo y la traslación simultánea de la camilla del paciente. De esta manera son capaces de reconstruir en escasos segundos miles de imágenes de alta resolución, obteniendo, no ya cortes aislados de un órgano, sino la totalidad de la zona seccionada a intervalos iguales al grosor de corte. La cantidad de datos obtenida es tan ingente que el ordenador dispone ahora de los elementos necesarios para intentar realizar nuevas reconstrucciones en otros planos distintos al de corte. Puede incluso interpolar resultados y realizar reconstrucciones en planos frontales y sagitales, incluso agrupándolos todos realiza reconstrucciones 3D. Esta nueva utilidad es tan importante que ha bastado por sí misma para cambiar el nombre a la tomografía computadorizada, que ha pasado de llamarse TAC (tomografía axial computadorizada) a simplemente TC. 6. CONCLUSIONES El TC ha supuesto el mayor avance en el diagnóstico por la imagen desde la aparición de los rayos x. Las indicaciones son muy numerosas entre ellas destacan el examen global de las cavidades pélvica y abdominal, estudio del parénquima pulmonar y el mediastino y sobre todo problemas neurológicos (traumatismos craneales, hemorragias, pacientes en coma o no colaboradores). Las técnicas posteriores han mejorado el contraste entre estructuras de densidad similar, a veces de manera muy importante como la RNM, y obtenido imágenes funcionales que rozan lo imposible, como el PET, sin embargo el TC abrió las puertas a todas las demás técnicas, al iniciar la reconstrucción digital de las imágenes en medicina. Para nuestro alumnado igualmente el TC sigue siendo la introducción a todas las demás técnicas de exploración mediante digitalización de imágenes. 7. BIBLIOGRAFÍA 7 Cabrero Fraile, F.J. (2004). Imagen radiológica. Principios físicos e instrumentación. Barcelona: Editorial Masson. Gallar, P. (1995). La captura de lo invisible. Tecnología general para radiodiagnóstico. Madrid: Asociación española de Técnicos en Radiología. Hoffer,M (2007). Manual práctico de TC: Introducción a la TC. Madrid: Editorial Médica Panamericana. Pablo Hernández, C. (2005). Manual de resonancia magnética y TAC. Alcalá la Real: Editorial Alcalá. Zaragoza, J.R. (1992). 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