"Nuestro Especial Amor": el recuerdo de Clara Corbella en las palabras del marido Enrico. “Voy al cielo para acudir a María y David, y tú te quedas con papá son las palabras pronunciadas por Clara antes de su muerte al hijo Francisco Yo rezo por ustedes desde allá. Es esta frase que Clara Corbella, una joven Romana de 28 anos, ha escrito al hijo Francisco antes de morir, una semana atrás, por un tumor descubierto en el quinto mes de embarazo. Una maternidad enfrentada con fuerza después de elegir de retrasar los tratamientos hasta después del nacimiento del hijo. Era el tercer embarazo para Clara: María y David murieron poco después del parto. Ambos nacieron con malformaciones graves. “Nuestros corazones enamorados en la Cruz”: dijo Enrico Petrillo, el marido de Clara que al micrófono de Bendita Capelli quiso dar su testimonancia: R. – Vivir con mi esposa, con Clara, en el noviazgo, como en el matrimonio, ha sido bellísimo. Tuvimos una vida verdaderamente plena No sé bien como definirla... También por medio de las vidas de nuestros hijos descubrimos que en la vida, treinta minutos o cien años, no hay mucha diferencia. Y ha sido también maravilloso, descubrir este amor más grande cada vez que enfrentábamos un problema, un drama. En realidad, nosotros en la fe veamos que atrás se escondía la gracia más grande de el Señor. Y entonces, nos enamorábamos cada vez más de nosotros y de Jesús. Este amor nunca nos había decepcionado y entonces, cada vez, no perdíamos tiempo, aunque si todos alrededor nos decían: “Esperéis, no tenéis prisa de criar otro hijo. Mientras nosotros decíamos: “Pero por qué tenemos que esperar?”. Entonces, vivimos esto amor más fuerte de la muerte. La gracia que nos dio el Señor ha sido de no poner limitaciones, barreras a su gracia. Decimos esto “si”, nos agarramos a esto con todas nuestras fuerzas, también porque lo que nos pedía seguramente era más grande de nosotros. Y entonces, con esta conciencia, sabíamos que solos no podíamos lograr, pero con El sí. Tuvimos un noviazgo ordinario, nos terminamos, paliamos un poco, como todos los novios. Pero a un cierto punto, cuando decidimos de hacer las cosas en serio, todo cambio’. Descubrimos que la única cosa extraordinaria, la vida misma. Dice el Señor: “ A cuantos lo acogieron, regalo el poder de devenir hijo de Dios”. Clara y yo deseamos profundamente esta cosa: devenir hijos del Señor. Somos nosotros que tenemos que elegir si esta vida es una casualidad, o si existe un Padre que nos crió y nos ama. D. – Cuanto pasó a Clara se parece mucho a la experiencia de Gianna Beretta Molla que Juan Pablo II definió "un himno a la vida, una santa de la cotidianidad". El amor por la vida, como nos contabas ha precisamente guidado Clara en toda su existencia... R. – Si es exactamente así. Clara desde pequeña ha sido educada de buenos padres al cristianismo, al encuentro con Jesús, y desde luego manifestó una sensibilidad y una docilidad al Espíritu muy especial, desde pequeña tenía una relación particular con la Virgen María. Esta cosa la ha conservado por toda su vida y lógicamente, si amas a Jesucristo, como no se puede amar la vida en todos los sus aspectos? D. – En un film en Youtube, Clara ha dicho esta frase: “El Señor pone la verdad en cada uno de nosotros; no hay posibilidad de no entenderla”. A la luz de cuanto ha pasado – de los dolores, de las incertidumbres, de las decisiones escogidas – cuál es la verdad que ha descubierto? R. – Aquella frase se refiere a que el mundo de hoy, según nosotros, te propone unas metas equivocadas referente al el aborto, a un niño enfermo, a un anciano terminal, incluso con la eutanasia... El Señor contesta con esta nuestra historia que, como te he dicho antes, se ha un poco escrita ella misma: nosotros fuimos un poco espectadores de nosotros mismos, en estos años. Contesta a muchas preguntas que son de una profundidad increíble. El señor, pero, contesta siempre muy claramente: somos nosotros que amamos filosofar sobre la vida, sobre quien la crió y entonces, al término, nos confundimos queriendo ser los dueños de la vida e intentando escapar de la Cruz que el Señor nos ha regalado. En realidad, esta Cruz – si la vives con Cristo – no es dura como parece. Si confías en El, descubres que en esto fuego, en esta Cruz no quemas y que en el dolor hay paz y en la muerte hay alegría. Reflexionaba mucho, sobre todo en esto ano, sobre la frase de Evangelio que dice que el Señor nos da una Cruz dulce y una carga ligera. Cuando veía a Clara que estaba por morir era obviamente muy difícil. Entonces, he tomado el coraje y pocas horas antes – eran más o menos las ocho de la mañana, Clara murió’ al mediodía – le he preguntado. Le he dicho: “Clara, amor mío, esta Cruz es verdaderamente dulce, como dice el Señor?”. Ella me ha mirado, me sonrió y con un susurro me ha dicho: “Sí, Enrico, es muy dulce”. Así, toda la familia, nosotros no miramos a los ojos Clara muere serena: la vimos morir feliz, y fue diferente fue toda otra cosa. D. – A tu hijo Francisco que le contaras de lo que paso’ y, sobre todo, que le contaras cuando te preguntara por su mama Clara? R. – Le contare’ seguramente de cuanto es bello dejarse amar de Dios, porque si te sientes amado puedes hacer de todo. Esta, según yo, es la esencia, la cosa más importante de la vida: dejarse amar, para después amar a la misma vez y morir felices. Esto es lo que le contare’. Y le contare’ lo que hizo su mama Clara. Ella se dejó amar y en un cierto sentido, me parece que esté amando un poco todo el mundo. La siento más viva hoy que antes. Y después, después de haberla mirada morir feliz para mí ha sido la derrota de la muerte. A mí me daba mucho miedo pensar, después de las experiencias con mis hijos también, de David y María, y poder ver a mi hijo Francisco. Hoy se que hay una cosa bellísima que nos espera mas allá’. D. – Cuando te dicen que hay este perfume de santidad alrededor de Clara, es una cosa que te molesta? R. – Sinceramente, me deja bastante indiferente. En el sentido que Clara y yo hicimos elecciones diferentes para la vida: queríamos muchísimo envejecer juntos. Pero también en esto momento de nuestra historia veo como Dios cada día me deja asombrado... Yo sabía que mi esposa era especial: creo en la beatitud, que una persona sea proclamada beata porqué beato quiere decir ser felices. Clara y en parte yo también vivimos toda esta historia con la alegría en el corazón, y esto me hacia intuir grandes cosas. Pero’, hoy estoy asombrado, porqué me parecen mucho más grande de lo que podía imaginar. Radio Vaticana, 20/06/2012 Articulo traducido in memoria de Clara: (Traducido por Pasquale Iorio)